Editado: 2010
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Murder
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(1:02 p.m Hora Este, Lunes. –En alguna parte del Este de Station Square)
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Y ahí se encontraba de nuevo… en aquella fría cama sin poder siquiera disfrutar su vida. Habían pasado un par de días desde que se mantenía encerrada en aquel lugar, prófuga de su libertad y bajo el frío mando de un asesino en serie. Suspiró. Desebada tanto cerrar sus ojos con fuerza y despertar de aquella horrible pesadilla una vez que los abriera de nuevo, encontrarse en su habitación, en su casa… donde su padre siempre le esperaba con una sonrisa después de llegar de un agitado día de trabajo. Recordó los días de pequeña, cuando se divertía con él en el parque, sin embargo, desde la muerte de su madre las cosas habían cambiado en su vida.
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Y un fuerte portazo le hizo salir de sus pensamientos mientras se sentaba como un resorte sobre la cama, paró un poco su oreja para escuchar claramente como nuevamente otra puerta más era abierta y cerrada con terrible violencia.
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Debía ser él…tenía que serlo.
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Shadow había regresado seguramente de otro de sus días de trabajo, Amy lo sabía. No lo había provocado más desde el día anterior, del cual, había jurado que posiblemente moriría envenena después de que extrañamente Shadow se mostrara "servicial" al hacerle algo de comer. Después de aquella cena, de la cual sentía un miedo terrible al comer en una mesa con un asesino, Shadow le había hablado con aquel acento tras amenazarla con no hacerle más la comida, que sería la primera y última vez que lo haría. Ella asintió con claridad mientras escuchaba las indicaciones del erizo, que si quería comer: la cocina estaba abierta para que ella misma se preparara su comida. Y diciendo algo más como: "No soy la niñera de nadie…" Shadow había salido del departamento dejándola sola en su pequeña cárcel.
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No había regresado hasta ese día, por lo cual, Amy se sintió extraña pues seguramente debía encontrase de muy mal humor debido al portazo. Pero algo extraño sucedió aquella mañana del Lunes, cuando Amy estaba segura que Shadow no se encontraba en aquel departamento, cuando estaba a punto de ir al baño, había tropezado torpemente con una caja en el camino. Descubrió ahí un poco más de ropa, la caja era diferente a la cual le habían dado anteriormente… era de color negro y mucho más grande. Se sorprendió muchísimo al ver que la ropa ahí adentro por lo menos era decente y justo para ponérsela. Aunque no recordaba haber visto aquella caja y mucho menos el escuchar que alguien la pusiera ahí. Tonta, no pesó por ningún segundo que Espio había entrado al departamento de Shadow en la noche para dejar aquel encargo de ropa, pues el asesino habló con Rouge en la madrugada para enviarle algo que ponerse a la eriza.
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Y ahora se miró las manos Amy mientras se colocaba con cuidado un par de calcetas, se miró sin preocuparse para notar como aquel pequeño vestido rojo le quedaba bien… Al menos era algo de la poca ropa que le quedaba a su medida.
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Cuando ella había caminado hasta la puerta para salir de su habitación, se quedó paralizada al ver salir del baño a un erizo de color negro y franjas rojas que le miraba desprevenidamente… En definitiva, ese día Shadow no estaba de buen humor.
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—¿Qué demonios me vez? — le había preguntado con punzante frialdad Shadow.
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—Yo…— murmuró Amy encogiéndose un poco de hombros en su sitio, alzando su vista por un segundo, el color de los ojos de aquel erizo le paralizó. — Sólo quería ir a comer algo.
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—Aquí no es restaurante para que me digas que tienes hambre.
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—No pensaba pedirte que me hicieras algo de comer, puedo cocinar yo misma. — se defendió algo ofendida la eriza inflando sus cachetes en señal de enfado.
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—Haz lo que quieras…—carraspeó furioso para dirigirse a su habitación; sin embargo, no pasó desapercibida la pequeña llave que él llevaba en su cuello como dije.
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— "Así no podré salir de aquí nunca…"— pensó Amy para dirigirse a la cocina con cuidado para después encogerse de hombros nuevamente. Si algo debía estar agradecida: era de tener algo qué comer, ropa y baño mientras permanecía como una reclusa en aquel lugar… — "Pero si estar así de encerrada o morir, mejor quedarme aquí hasta que me rescaten… No sé cómo le haré pero no pienso morir aquí encerrada y mucho menos a manos de este sujeto."
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Despreciable
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Maldito
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Bastardo
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Y demás insultos surcaron por la mente de la eriza mientras abría el refrigerador. Era tan extraño caminar con tanta libertad mientras en una de las habitaciones del departamento un asesino en serie estaba al asecho; uno de los más buscados por todo el país y aquel que la tenía bajo amenazas si hacía cualquier estupidez… Pero ahí estaba, cocinando un poco después de que su estómago no hubiera probado un bocado de comida en esos días… aunque no estaba segura cuántos días más le quedaban para disfrutar su pequeño lapso de vida.
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Decidió entonces colocar su comida en la pequeña barra de la cocina, mirando vagamente el departamento en donde estaba. Era limpio y sobre todo, algo insólito para ser de un asesino… Pero no le importo mucho por ahora, simplemente trató de comer con algo de calma. Aunque siendo sinceros, los nervios estaban a flor de piel, y aún más cuando Shadow entró nuevamente en escena abriendo la puerta de su habitación con el ceño fruncido. Amy constató con disimulo una venda en su brazo derecho. Sin hacerle mucho caso, él sostuvo un pequeño sobre rojo que se había deslizado por debajo de la puerta hace apenas unos segundos, curiosa, Amy había alzado la vista de su plato para seguirle los pasos a cada instante.
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Percibiendo aquello, el asesino alzó su vista algo sofocado.
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—¿No estás comiendo?
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Ella hizo una mueca.
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—Claro… ¿qué no lo vez?
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Pero él gruñó un poco más.
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—No me vengas con eso ahora, conmigo no te servirá ponerte agresiva.
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—No lo hago, sólo digo las cosas como son. — y se cruzó de brazos, aunque, sintió el leve temblor de estos. Se estaba poniendo nerviosa, no podía evitarlo… durar más de un minuto entablando conversación con un asesino era algo realmente difícil.
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Sobretodo, cuando aquellos ojos le miraban acusadoramente.
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—No intentes hacer una estupidez. — le espetó mientras abría la puerta del departamento de un jalón, ella abrió su boca asombrada… ¿acaso la puerta no había tenido candado todo este tiempo? Pues por lo visto, él no había usado la llave para abrirla.
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Cuando él había salido del departamento y cerrado la puerta, escuchándose el leve "crack" del candado, Amy dejó de comer.
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Evidentemente el apetito había desaparecido, frustrada y cansada, había guardado las sobras dentro del refrigerador. Después se las comería, no le hubiera gustado desperdiciar así la comida. Aún así, estaba otro punto por atender: ¿qué se suponía que haría ahora? ¿Esperar al asesino hasta que llegará y recibirlo con los brazos abiertos? Debía aprovechar el tiempo para intentar buscar la forma de huir de ahí, no estaba segura cuánto tardaría Shadow pero rezaba a Chaos que fuera lo suficiente y que un camión lo atropellara en el camino para no verle el rostro. Caminó hasta la ventana de aquel lugar, recorriendo las cortinas con delicadeza y sintiendo algunos rayos del Sol en su rostro. Al menos era reconfortable sentirse viva por algunos segundos, sentir la calidez de aquella sensación… así, le daba a entender que aún estaba ahí, sintiendo y viviendo. Aunque no tenía idea por cuánto tiempo sería así.
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(2:35 p.m Hora Este, Lunes. –En alguna parte del Este de Station Square)
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Caminó con desgano hasta aquel sitio, miró con cuidado en los alrededores antes de adentrarse al edificio con tal tranquilidad. Su majestuosa estructura años atrás le había impresionado, aquel imperio al cual pertenecía. Adentro, algunos de los empleados le saludaron muy a su pesar, otros tantos que lo hacían de mala forma o porque simplemente eran tan cobardes… Le temían, no había duda, y por algún instante, aquello le gustó. Saber que tenía poder sobre los demás, sobre almas estúpidas como lo eran de ellos.
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Se detuvo enfrente de aquel elevador, y sin vacilar, había colocado su mano en aquel extraño aparato. Una especie de rayo salió para analizarle la mano y después un scanner de su cuerpo le permitió la entrada al elevador, una vez entrando, una chica que sosteniendo unos cuantos papeles le observó. Era una murciélago que le había sonreído de forma descarada para saludarle, por así decirlo. No le devolvió el gesto, simplemente alzó un poco su ceja y se recargó en el fondo del elevador. Pronto, las puertas de éste se cerraron con lentitud anunciándoles que pronto bajarían.
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—Mala noche… ¿no? — preguntó ella para dirigirle una mirada a su compañero de elevador. — ¿Qué te sucedió en el brazo?
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Él se acomodó con fugaz interés sus lentes.
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—Una bala.
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—¡Uh! Así que al perfecto de Shadow lo han lastimado. Y dime primor… ¿lograste tu cometido? —y notando cómo él gruñía un poco y se metía sus manos sobre sus bolsillos, la chica murciélago apretó más entre sus brazos la enorme carpeta con documentos — Sabes que él se enfadará si fallaste.
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—Ya lo sé Rouge…— murmuró— Logré asesinarlo, pero aún así, uno de sus guardias me daño. — le miró un poco— ¿Qué hay de ti?
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—¡Oh! Sólo le llevaré al jefe toda la información que encontré en toda la semana, le será muy útil. Ya sabes, fue lo que pude conseguir en la base del gobierno, ¡qué estúpidos! Deberían reforzar más sus medidas de seguridad. —y rió por lo bajo un poco.
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La puerta del elevador se abrió nuevamente permitiendo que Rouge saliera primero, ese era su piso. Salió con lentitud no sin antes enviarle una mirada a Shadow.
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—Suerte Shadow.
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No fueron más que aquellas palabras para que se perdiera en el pasillo y las puertas del elevador se cerraran de una buena vez, nuevamente, Shadow carraspeó furioso sosteniéndose la herida de su brazo con fuerza. Recordó el sobre rojo y frunció el ceño aún más. Debió haberse enterado, tanto así, que se había tomado la molestia de llamarlo hasta su oficina. Unos cuantos pisos más, las puertas del elevador nuevamente se abrieron dejando al descubierto el nuevo piso.
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Salió con las manos en los bolsillos y con pose firme, caminó por aquel sendero notando ya de ante mano las oscuras paredes de aquel lugar. Pocos empleados se encontraban ahí, solamente al fondo encontró un escritorio moderno con algunos escritorios cerca, donde alguien más se encontraba sentado. La secretaria, una gata blanca de ojos brillantes de color ámbar, se acomodó sus gafas antes de echarle una mirada fugaz. Shadow no dijo nada, solamente levantó el sobre rojo a la altura de la gata, mientras ella afirmaba y le permitía el acceso a una nueva área.
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El chirrido de la puerta abrirse le permitió a Shadow alejarse, adentro, la sala aún era más enorme que otra en aquel edificio. Finos muebles y diversos accesorios adornaban la oficina de aquel sujeto, al fondo, se ubicaba otro escritorio aún más grande. La enorme ventana donde se podía observar la gran ciudad atrapó el interés del erizo, que por algunos momentos, miró por ella observando los grandes edificios y el Sol en su lejanía. Frente a ella, había una sombra, un hombre… que miraba de forma vaga a través del cristal, esperando y pensado en miles de cosas que Shadow no comprendía.
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Se escuchó al fondo como el sujeto se aclaraba la garganta con cuidado.
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—Shadow, que gusto verte.
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Pero el asesino no sabía la expresión de aquel sujeto, pues aún le daba la espalda y se encontraba observando la ciudad tras de aquella ventana. Apretando sus puños, Shadow arrojó el sobre en el escritorio del sujeto. Su jefe había sonreído abiertamente al observar a través del reflejo del cristal la expresión de frustración de Shadow.
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—He visto el informe de tu misión, Shadow.
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El ambiente se volvió tan silencioso que el asesino apretó nuevamente sus puños con fuerza, sintiendo la sangre bombear con rapidez por sus venas. Se escucharon los leves pasos de su jefe haciendo eco en la enorme sala, el erizo se tranquilizó.
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—Por lo visto, no fuiste lo más cuidadoso posiblemente que debiste haber sido…— echó una leve mirada a la herida del asesino, que inmediatamente colocó una mano para ocultar la evidencia tan obvia.
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No respondió, no afirmó pero simplemente le dirigió una mirada resentida.
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Moviendo su espeso bigote y acomodando sus extrañas gafas, su jefe caminó alrededor suyo; analizándolo, observándolo o estudiando cualquier signo de perturbación en su empleado. Pero Shadow seguía inmune, mirando fijamente hacia la ventana sin perturbarse ante la presencia de ese sujeto.
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—Shadow…
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El asesino medio giró su cabeza para observarle.
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—A sus órdenes, jefe.
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—Verás, he estado analizando todos los informes que me han traído de tus últimas misiones. —caminando despacio hasta su enorme escritorio, señaló una gran recopilación de carpetas al fondo— Tengo a los mejores empleados trabajando para mí, los mejores espías bajo mi mano y a grandes asesinos cuidando mi espalda…
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Extrañado, Shadow se aclaró un poco la garganta.
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—Pero aún así, no es suficiente…— haciendo una leve pausa, se sentó con suma delicadeza sobre la enorme silla de aquel escritorio; de aterciopelado negro donde contrastaba su esmoquin extraño de color rojo que utilizaba. Movió nuevamente sus gafas antes de colocar ambas manos en posición malévola— Mis metas aún no están cumplidas, Shadow. Sabes a la perfección que uno estando en el poder, exige más… y más hasta que ya todo este a tu alcance.
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Un incómodo momento de silencio se produjo en la habitación, solamente escuchándose el molesto tic tac del enorme reloj en forma de mundo al fondo de ésta.
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—No me basta con hacer el trabajo sucio de contratar asesinos como tú para acabar con mis enemigos. Claro, no son ninguna amenaza… Ya sabían de ante mano que meterse conmigo fue un error… ¡Un error! —golpeó firmemente el escritorio haciendo que éste tambaleara y un vaso de cristal cayera de su sitio— ¡Esos imbéciles creyeron que acabaría muerto!
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Una risa. Una risa irónica salió de sus labios. Una risa que parecería tan maniática y extraña como él.
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—Shadow, Shadow… tú y yo somos tan parecidos…— el erizo entrecerró un poco sus ojos tras aquellos lentes— Ambos buscamos la venganza, sin embargo, la mía va más allá de tus límites. — otra extraña sonrisa apareció de su rostro— Eres uno de los mejores Shadow, uno de los mejores asesinos que trabaja para mí. No me sorprende verte en televisión o en anuncios ofreciendo una jugosa recompensa para capturarte… ¿qué ilusos, no? Digo, no creo que seas lo suficientemente estúpido para dejarte capturar.
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Él desvió un poco la mirada quitándose sus gafas.
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—Aún así, sé que posiblemente debes estar algo atrasado…— Shadow le dirigió una mirada de desprecio— ¡Oh, no…! No me mires con esos ojos amigo, ya sabes que no te puedes poner en contra mí.
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Shadow apretó algo su mandíbula. Demonios. Ese maldito tipo tenía toda la razón.
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—Tengo muchos planes para esa niña. — el silencio se volvió aún más incómodo de lo que era antes— Sé que debes estar preguntándote por qué demonios te la deje a tu mando, por qué tienes que cuidarla hasta recibir ordenes mías de asesinarla o deshacerte de ella. — le encaró firmemente mientras Shadow se relajaba un poco— Pero aún no es tiempo para decirte, sé que ella tiene por ahora, algún tiempo para seguir viva. Pero bueno, primero lo esencial; su padre. Es un gran blanco para llevar mi estrategia.
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—Si me permite preguntarle… ¿a qué viene toda esta estúpida charla? ¿Sólo quería mandarme a citar para decirme todo esto? No le veo el sentido.
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—Calma Shadow, calma… Yo sólo quería comprobar algo una vez que vinieras aquí. Escucha Shadow, todavía no es tiempo para acabar con esa niña de nombre Amy, aunque lo dudes mucho, y te cueste admitirlo, ella puede ser una piedra en el camino si las cosas no salen bien.
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¿Ella? Incluso Shadow tuvo que omitir una risa ante aquel comentario… ¿qué podría hacer ella? Apenas si podía defenderse o encararlo unos cuantos minutos. Sólo era una chiquilla asustadiza y un estorbo que tendría que soportar por más tiempo en su departamento.
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—Shadow, no hagas ninguna locura. — frunció algo el ceño su jefe— Por lo pronto, déjala vivir. Ella es una parte muy especial de mi plan… Ahora, veté. — y arrojándole un extraño sobre negro, que el asesino atrapó con maestría, su jefe dejó salir un suspiró— Ahí esta tu otra misión, hazlo rápido… ¡Oh, es verdad! — hizo una pausa — No te confíes mucho, es una misión especial, creo que necesitaras ayuda.
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—Trabajo sólo.
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—Esta vez no, así que cállate y sigue mis órdenes.
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Shadow gruñó por lo bajo.
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—Sí jefe, como usted diga.
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Y las puertas de aquella habitación se cerraron fuertemente, una vez saliendo Shadow, aquel sujeto se recargó sin importancia con tal comodidad en su elegante asiento. Segundos después, un leve sonido de su intercomunicador sonó, apretando un botón grande y de color rojo con algo de fastidio, escuchó al otro lado la voz de su secretaria.
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—Sr. Eggman, el Doctor Charles está aquí.
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—Enseguida iré.
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Apretó otro botón del intercomunicador mientras la comunicación se perdía. Se levantó de su asiento Eggman caminado con maestría hasta la salida, una ves afuera, un par de guardias le saludaron con respeto para caminar a su lado por aquellos pasillos del edifico. Subieron a un elevador para marcar un piso en concreto, pasaron unos cuantos minutos sintiendo que descendían cada vez más, hasta llegar al último piso. Salieron del elevador con lentitud, mientras ahora, los pasillos eran más luminosos que los anteriores.
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Había algunos sujetos caminando por ahí y por allá con rapidez, la mayoría vestidos con algún tipo de bata blanca excéntrica o gafas enormes que podrían servir como protectores. Algunos que lograban entablar su mirada con Eggman, bajaban con rapidez sus vistas en señal de respeto o miedo. Caminaron un poco más, al fondo, el sonido de unos gritos escalofriantes llenaron el lugar. Sollozos y algunas suplicas más.
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Tecleando una clave exacta en la puerta de metal frente suyo, pudieron entrar a la siguiente habitación. Posiblemente la más grande en todo ese lugar.
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Maquinas enormes, científicos caminando por todas partes y diversas estanterías con tubos de ensayos y cosas médicas adornaban aquel laboratorio. Eggman no se inmutó, caminó hasta una de las mesas de aquel sitio, donde un anciano se encontraba sentado firmemente analizando algunos datos en su carpeta.
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Pasó una camilla, donde un pequeño niño se encontraba amarrado y gritando con dolor, posiblemente convulsionando. Eggman le ignoró y siguió su camino, escuchando al fondo los sollozos y suplicas del pequeño. Segundos después, los gritos cesaron mientras algunos científicos se dirigían con el cuerpo del pequeño hasta otra habitación. Uno de ellos, había tirado con disimulo una extraña jeringa cerca de un contenedor de basura para después ayudar a sus compañeros a transportar el cuerpo inconsciente del pequeño.
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—Dr. Charles…
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El sujeto se asustó un poco, casi dejando caer la carpeta de sus manos.
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—Sr. Eggman. — tartamudeó un poco— Digo, que gusto en verle mi señor.
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—Me informaron que se encontraba en este sitio. — ladeó su cabeza— ¿Ya me tiene el informe anterior? — el Dr. afirmó con nerviosismo mientras Eggman extendía su sonrisa.
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—Sí, mi Señor. Pero no hubo mejorías. — Eggman frunció el ceño tomando asiento en alguna de las sillas. Los guardias que le acompañaban se mantenían cuidándole, mientras cada uno sostenía sus armas con firmeza— Verá, el último prototipo no funcionó bien. Le suministramos la droga a la niña No. 23 pero al parecer surgieron efectos segundarios.
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Y mostrándole una foto con el informe de una pequeña de ojos verdes y cabello café, Eggman leyó con rapidez la lectura.
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—Presentó hemorragia interna y también salpullido. Le suministramos la droga EK-45-C, al principio pensábamos que su cuerpo lo pudo resistir pero en la semana siguiente presento estas anomalías. Dos días después, murió de un ataque cardíaco. No resistió la prueba, igual que los anteriores dos niños que le hemos suministrado esa droga. Hemos hecho todo lo posible para mejorarla y…
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—Pues debería trabajar más, no me importa cómo o con qué, pero quiero esa droga lista y ya. — dirigiéndole una mirada firme, el Dr. Charles se aclaró con cuidado su garganta— Aún hay más niños en el almacén, pueden utilizar todos los posibles para experimentar con ellos. Tienen dinero, las maquinas, la droga y los conejitos de india perfectos… ¿y aún así fracasan en su trabajo?
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—Sr. Nosotros…
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—Dr. Charles, recuerde por qué está aquí y quién soy yo. Usted sabe que no le gustaría verme enojado… ¿verdad?
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—N-no mi Sr— desviando su vista, el Dr. Charles evitó contacto visual con Eggman, escuchando claramente como él se levantaba de su asiento visiblemente molesto.
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—Si no tiene más que decirme o estarme citando para sus informes inútiles, no se molesté a la próxima. Puedo retirarlo de su puesto si es necesario. Quiero otro informe en menos de 4 días, y mejorías también.
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El Dr. Charles afirmó con lentitud escuchando al fondo el sonido de los pasos del Sr. Eggman alejarse. Suspiró, para después sostener la carpeta con el informe de la muerte del infante.
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(10:43 p.m Hora Este, Lunes. –Edificio de Conferencias White Emerald, Norte de Station Square)
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—Sr. Big… ¿Qué informes recientes tiene sobre los niños secuestrados?
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—Hemos estado trabajando conjunto con la policía de los demás Estados y de la ciudad para hacer investigaciones profundas debido al caso. Respecto a los familiares, lamento informarles que no hemos tenido novedades debido a eso.
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—¿Es por falta de capacidad de la policía? ¿No son capaces de encontrar al grupo numeroso de niños secuestrados?
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—Verán, esto es un caso delicado. Últimamente, como ya lo han visto, alrededor del mes antepasado a este, hubo un incremento de niños capturados y/o robados. La mayoría oscilan entre la edad de 10 a 15 años. No hay rastros, ni huellas de secuestradores en estos casos; sin embargo, estamos a la expectativa que se trata de una organización del mercado negro. No hay duda, hay un cuantioso número de secuestradores acechando a los niños cada vez más.
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—¿Sabe qué precauciones deben tener la gente para evitar eso?
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—Por ahora, solamente podemos decirles a los padres que cuiden a sus hijos. Por nada del mundo, no deben dejarlos solos. Estamos trabajando lo más que podemos en este caso, es difícil, cuando los secuestradores no dejan suficientes pistas.
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—¡Sr. Big! ¡Una pregunta más! ¿Por qué…
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La comunicación terminó en aquel instante, el sonido de las gotas caer alrededor le molestó un poco mientras movía los controles de aquel radio. Le dio una fuerte patada quitándose de inmediato los extraños audífonos de su orejas, giró para la izquierda notando a dos sujetos a su lado; cada uno, sosteniendo un paraguas para resguardarla de la lluvia.
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Aquella que había caído sin compasión en esa noche en Station Square. Debieron haber estado más prevenidos, como una noche como esa, era algo difícil hacer su trabajo; mas no imposible. Apagó el intercomunicador una vez por todas mirando al fondo un numeroso grupo de paparazzi que se aglomeraban en la salida del edificio de conferencias. Hubo una gran movilización de gente con sus cámaras y paraguas que caminaban de un lado a otro, cuando lograron captar la salida de un gran gato de color morado. A su lado, unos cuantos guardaespaldas le cuidaban moviendo a los reporteros para que el Jefe de Seguridad de Station Square pudiera dirigirse a su limosina negra.
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Pasaron unos cuantos segundos antes de que lograra introducirse en aquel sitio. Sin pensarlo, los tres presentes, exiliados de todo el ajetreo de los reporteros, se miraron entre si para mirar como otro automóvil color negro escoltaba a la limosina.
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—Tu turno, Rouge.
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La chica murciélago asintió antes de desplegar sus alas con maestría y salir al vuelo.
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—Creo que nos toca la parte más divertida. — Espio entonces se colocó sus gafas y cargó su pistola— Vamos, que no creo que pueda tardarse tanto esta chica. Ya sabes que le gustan las cosas apresuradas.
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—Sigo insistiendo que es una idiotez. — dijo mientras ambos corrían por las oscuras y difíciles calles de aquel sitio. Sabían a la perfección todos los atajos, y con agilidad, no tardaron en llegar a una de las calles más al fondo de aquel edificio.
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—Son órdenes del jefe Shadow, esta misión no es tan fácil como las demás… Hoy le toca al Jefe de Seguridad de Estation Square, es alguien muy bien protegido en toda la ciudad… ¿no viste cuántos agentes policiales entraban en el otro vehículo? ¡Deben ser de primer rango!
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—Deja de quejarte, idiota. Vamos el trabajo. —escuchó el leve clic de su pistola siendo cargada— Ahí vamos.
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La limosina negra, ya alejándose una buena cantidad de calles del edifico de conferencias y los flashes de todos aquellos camarógrafos, hizo un alto en tocar en un semáforo en color rojo en aquella calle. El conductor, un perro alemán de color negro miraba con mirada sombría el semáforo para que cambiar de color. Al fondo se escuchaba la voz del Sr. Big hablando por su celular, seguramente, discutiendo datos sobre la conferencia de prensa de hace algunos minutos. A su lado, un par de guardaespaldas miraban sin emoción por las oscuras ventanas de la limosina. El semáforo marcó verde permitiéndoles el paso, la noche de lluvia arremetía en aquella ocasión, y la calle estaba tan solitaria.
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Cuando un sonido agudo se situó en la limosina, todos se quedaron pasmados al ver a una chica en el parabrisas. La murciélago, haciendo una sonrisa codiciosa, había logrado quebrar parte del espejo del vehículo. Cubriéndose el rostro y demás, el conductor apenas y logró agacharse cuando con una patada potente, Rouge había quebrado en tu totalidad el vidrio.
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Inmediatamente los guardaespaldas echaron al suelo a su jefe para protegerlo.
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—¡Emboscada!
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Alguien había gritado, donde el otro vehículo se detuvo y unos cuantos agentes salieron de éste.
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—¡Disparen, disparen!
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Rouge no lo dudó y logró alzar vuelo con rapidez, sintiendo las gotas de lluvia arremeter en su rostro. Los agentes corrieron intentando en vano darle alcance a la murciélago pero antes de cruzar al otro lado de la calle y que otros agentes más se asegurarán de que el Sr. Big estuviera bien y con vida, una cantidad de balas se escucharon al fondo.
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Gritos, balazos y agentes cayendo al suelo en sus propios charcos de sangre decoraron la escena.
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Alguno de esos agentes heridos, agonizando con el frío y el dolor de la lluvia mezclarse con su sangre, notaron por última vez a sus camaradas caer en uno en uno. No habían pronunciado palabra alguna antes de caer sin vida sobre sus compañeros muertos. Apretando los dientes con furia, un equidna sostuvo su arma con fuerza.
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—¿Cómo está? — gritó mientras disparaba en donde creía que se encontraban los francotiradores.
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—¡Muerto! — le respondió un erizo de ojos ámbares de púas plateadas. — ¡Knuckles, debemos retirarnos!
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—¡No! ¡Toma tu arma! ¡Ustedes! — les gritó a un número de agentes que se encontraban de pie buscando a los francotiradores— ¡Vayan a la calle de atrás, los demás quédense aquí contraatacando! ¡Equipo D, acompáñenme!
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Un par de agentes corrieron hasta el equidna, que ahora, comenzaba a correr al fondo de la calle mirando con desesperación en todos los edificios en busca del maldito que había arremetido contra la vida de sus agentes. No muy lejos, su equipo le seguía de cerca escuchando la dura batalla de armas en la calle anterior. Sus pisadas se escuchaban con el fuerte goteo de la lluvia caer, la cual, cada vez se hacía más intensa. Debían acabar con ellos cuanto antes, ya estaban más que seguros que algo así pasaría.
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No era algo de sorprenderse, que tarde o temprano, alguien trataría de arremeter contra la vida del Sr. Big.
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Pero si él moría, las cosas estarían mal. Era el Jefe de la Seguridad Pública de la Ciudad, y ellos, pertenecían al grupo armado del F.B.I y no dejarían de algo así saliera de control. Pero ahí estaba, una sombra en lo alto de algún edificio, donde Rouge volaba en busca refugio. Mirando a sus dos hombres, dándose cuenta que ambos se echaban al suelo para evadir un buen par de balazos pero que ágilmente lograron esquivarlos, sosteniendo su arma, Knuckles apuntó hasta lo alto del edificio.
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El sonido del gatillo ser presionado se escucho en toda la calle.
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Rouge había sentido un agudo dolor en su ala izquierda mientras gruñía por lo bajo. Ese bastardo había tenido una grandiosa puntería como para herirla. Frustrada por eso, y por haber cometido un error tan estúpido como ser lastimada, se quitó las gafas de un solo manotazo arrogándolas a lo lejos. Los agentes ahora dispararon contra ella mientras solamente lograba moverse a duras. Estaba segura que volar así sería difícil, pero ahora más que nada, y por primera vez, debía de cuidar su vida… ¡Maldita sea, ella era una espía profesional! ¡No era tan buena en armas! De hecho, no tenía la puntería tan magnifica como Espio y Shadow, y la única arma que ella lograba tener a su favor, era de luchar cuerpo a cuerpo.
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—Que así sea…
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Y saltando del edificio tratando de mantener el vuelo y aterrizar bien en la calle, logró tomar desprevenido a uno de los tres agentes. Con fuerza brutal, había alzado su pierna para ensartarle una patada en su estómago mandándolo a volar. Uno de los agentes había gritado el nombre de "Vector" mientras corría en su ayuda, pues el pobre cocodrilo había caído sobre el techo de algún automóvil.
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—¡Maldita! ¡Heriste a uno de mis agentes! — gritó el equidna disparando a la mujer murciélago, que apenas emprendió el vuelo con dolor para esquivar las balas.
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—¡Tú me has herido!— había logrado Rouge darle una fuerte patada a ese equidna, esperando derribarlo como lo había hecho con el anterior, cuando no esperó que él fuera más rápido y la hubiera sostenido de su ala lastimada, para después empujarla brutalmente al suelo.
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Cuando sintió que su espalda chocaba con la fría calle y sentir las gotas de la lluvia en su rostro, pensó lo peor. Sintió el peso de una enorme bota en su pecho impidiéndole respirar, el frió de la pistola en su frente y el amenazante ambiente a muerte. Alzó su mirada esmeralda para encontrarse con un par de ojos violetas que le miraban furiosamente.
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—Knuckles, primer jefe del F.B.I en seguridad. Estás acabada. — pronunció antes de extraer una pequeña insignia de su bolsillo, la cual brillaba tras aquella cartera— Si cooperas podré dejarte en vida, acabas de hacer algo que va en contra de todas las leyes. Tienes derecho a guardar silencio y…
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Sangre
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Sintió un agudo dolor en su pecho y un hilo de sangre salir de su boca. Abrió sus ojos con sorpresa para mirar al fondo de la calle cómo alguien más sostenía su arma en alto. Sin evitarlo, dio unos cuantos pasos hacia atrás retirándose del cuerpo de Rouge, que estando en shock, logró sentir como el equidna de nombre Knuckles se tambaleaba torpemente. Soltó un gruñido para después llevarse una mano en donde debería estar la herida, con molestia, Espio corrió hasta donde su compañera se encontraba para darse cuenta que el equidna abría los botones de su traje. Un chaleco antibalas cubría su pecho, aún así, había logrado traspasar aquel chaleco y lastimarlo un poco.
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—No podemos, Shadow aún está combatiendo con los demás. El Sr. Big salió ileso y huyó del lugar con sus guardaespaldas, es hora de retirarnos. — susurró con rapidez Espio jalándola del brazo para que se levantara, al fondo Vector era ayudado por el erizo plateado.
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—¡Silver! ¡Ayúdame! — gritó Knuckles en su frustración, aplastando el gatillo de su pistola, que ahora no funcionaba debido a la escasez de balas —¡Mierda! — y sacó otro cartucho para recargarla rápidamente, en lo que Espio sacaba la suya y disparaba contra el erizo que se acercaba corriendo con el cocodrilo para contraatacarlos.
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Otra batalla, ahora más sanguinaria que la anterior, se produjo en aquel sitio mientras Espio sostenía a Rouge que apenas si podía moverse, supuso entonces que ella estaba lastimada. Cuando habían corrido hasta uno de los coches estacionados para refugiarse, Rouge había soltado un grito de agonía. Una bala había logrado incrustarse en su pierna. Maldiciendo por eso, Espio cubrió con su cuerpo con el de la murciélago espía antes de escuchar los balazos contra el auto.
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Lo que era de esperarse, había dado alguno de ellos en el tanque de gasolina del automóvil, causando que explotara al instante. Ambos cayeron por los suelos, rodando y sintiendo un gran dolor por sus cuerpos. Tenían algunas quemaduras y todavía el sonido de las balas atacarles chocando contra el pavimento o simplemente tratando de herirles nuevamente.
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Una sombra se posó a su lado, mientras ambos levantaban sus vistas con pesar.
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—¡Shadow!— gritó Rouge descubriendo que el erizo sostenía su arma y disparaba contra los agentes— ¡Estás bien!
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—¡No más que ustedes! ¡Vamos! —y trató de ayudarles, Espio logró levantarse con pesar mientras ayudaba a Rouge hacerlo e ignorando las muecas de dolor de su compañera.
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—Larguémonos, hemos salido de cosas peores que estas…
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Shadow había logrado dispararles a los agentes para distraerles un poco, pero ellos eran tercos y estaban realmente enfocados en su trabajo como para quitárselos de su camino. Espio ahora corría por las calles de aquella ciudad escuchando las sirenas de la policía al fondo, tratando de rodearles para capturarlos. Mas todavía al fondo, los demás agentes y guardaespaldas se acercaban con sus armas. Shadow ahora se encontraba molesto para escuchar la gran cantidad de balas que le eran dirigidas. Superando el dolor o haciéndose la fuerte, Rouge observó cómo Shadow combatía contra todos para libarse de ellos. Eggman tenía razón, aquella iba ser una misión de lo más difícil… y por más que trataran de negarlo, esta vez, aquellos asesinos habían fallado en su misión.
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Ahora sólo les quedaba correr, y por primera vez, rezar para salir de esa.
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—¡Shadow, cuidado!
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(01:02 a.m Hora Este, Martes. –En alguna parte del Este de Station Square)
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Giró sobre el colchón de aquella cama vieja, sintiendo las sábanas enredarse en su pequeño cuerpo. Abrió los ojos con cuidado para notar que aún estaba oscuro, no obstante, no sabía la hora que era. Con pesar, después de haber tenido un par de pesadillas en ese rato, se dirigió hasta la ventana para mirar a través de la persiana. Notó que la Luna estaba en lo más alto aquella vez en esa ciudad, y dedujo, que debía ser alguna hora de la madrugada por el silencio en el ambiente. Suspiró resignada retirando el fleco rosa de su frente, hasta que un golpe le alarmó.
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Pensando que Shadow posiblemente ya habría llegado de su trabajo, y que, seguramente se encontraría furioso si no la veía dormida, Amy carraspeó. Se dirigió hasta la cama para cubrirse completamente con las sábanas y sintió, una extraña punzada en su pecho. Parecía que golpean la puerta con verdadera insistencia, se escuchaban rasguños y uno que otro forcejeo para abrirla.
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Amy se extrañó.
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—¿Ladrones? — se preguntó.
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Ya lo sabía de antemano que aquello era una idiotez, y que, sería muy tonta al pensar que unos ladrones lograran entrar al departamento de un autentico asesino. Pero escuchó todos los golpes y decidió saber qué sucedía. Tal vez… no era Shadow. Pero sintiendo un nudo en su garganta, y sentirse estúpidamente al salir de la habitación sin ninguna arma o algo así, que miró con tensión el lugar. Pero vaya, la curiosidad la mataba.
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Cuando descubrió que la puerta del departamento se abría con fuerza y unas extrañas sombras se introducían con rapidez.
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Amy entrecerró sus ojos con pesar al sentir la molesta luz de la lámpara ser encendida, y cuando los abrió, se quedó totalmente pasmada sin comprender qué sucedía. Delante suyo se encontraba Espio sosteniendo con sus brazos, la espalda de alguien más totalmente herido. Amy reconoció de inmediato el cuerpo de Shadow, donde se podían descubrir pedazos de su piel y ropa impregnados de sangre. Notó a la chica murciélago que tampoco estaba en tan buen estado, pero que había ayudando a Espio a colocar el cuerpo malherido del erizo en el sofá más cercano.
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Ella tembló en su lugar, asustada y sin saber qué hacer, hasta que escuchó el gemido de dolor por parte de Shadow.
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Espió miró hasta el pasillo, descubriendo a la eriza mirándoles con terror.
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—¡Oye! — le gritó Espio con voz aguda, Amy dio un sobresaltó en su sitio pero Rouge se le adelanto al camaleón.
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—Espera, Espio no te alteres. — le dijo— Ve y busca el botiquín de primeros auxilios, trataré de cubrir la heridas…
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Cuando Espio había salido corriendo por los pasillos, quitando a Amy del sitio, Rouge le miró penetrantemente.
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—Ayúdame, sé que puedes ayudarlo…— Amy le miró ahora extraña antes de que Rouge frunciera el ceño— ¡Tienes que hacerlo! —había alzado la voz con desesperación, colocando su manos en el pecho del erizo que sangraba con brutalidad. No lo entendía y actúo contra sus instintos, y la eriza rosa corrió hasta el sofá con mirada preocupante notando el estado del asesino. Segundos después, Espio había llegado con vendajes y un botiquín de primeros auxilios— Ahora, Amy…—ella le miró— Sólo sigue mis órdenes, trataremos de detener la hemorragia.
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Por primera vez, Amy sintió sangre ajena en sus manos al colocarlas sobre el pecho de Shadow.
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Sus manos estaban llenas de sangre… sangre de un asesino.
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"Mi nombre es Knuckles the Echidna y desde pequeño me había interesado trabajar para la policía. Hoy, después de un duro día de trabajo, he estado a punto de morir… junto con mis agentes. No sé quienes eran esos sujetos, no sé porque no lograran matarnos o si eran de verdad tan peligrosos… Pero de una cosa estoy seguro, que logramos herirlos. Nosotros no salimos tan ilesos como pensamos, ahora, me mantengo en una cama de Hospital esperando mi día de alta. Esos malditos, pudieron hacer su fechoría como último recurso en su huida. Jamás pensé que una bala en el pecho doliera tanto… que idiotez. Pero juro en mi nombre que los capturaré y les haré pagar caro por lo que hicieron. Yo lo reconocí, aquel erizo que me hirió, aquel asesino que encabeza la lista de los más buscados. Él es, Shadow the hedgehog y yo lo capturaré."
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Continuará…
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¡Waphs! Hasta que pude terminar este capítulo. Lo siento, me demore un poco pero no me encontraba muy bien para hacerlo T.T Estuve con muchos problemas, pero al final todo salió bien n.n Eso es lo importante. Quizás no hubo mucho Amy/Shadow, pero verán que las cosas van más lentas XD Hahaha hasta que por fin salió el Eggman ¡Osh! Pero igual, él tendrá mucho que ver con la trama del fanfic. Cómo sabrán, también involucre más personajes para el gusto de ustedes. Hago todo lo posible para colocarlos más o menos acorde a su personalidad y el tipo de rol que pueden tomar en esta historia. Nos vemos luego en la próxima actua, gracias por los reviews y el apoyo que me han dado… ¡Los quiero! ¡Más Amy/Shadow el siguiente capítulo! La cosa se está poniendo buena jejejeje.