Y aquí vuelve DrEaM-KaT con una paranoia nueva. La diferencia es que este fic es aún más paranoico que de costumbre. (Público cuchicheando '..imposible') Bueno, pues sí, es posible xD... y es que esta historia se me ocurrió en un hotel en el que pasaba las noches aburrida y sin nada más que hacer que mirar al techo. Así que empecé a escribir y salió esto. No es mi fic favorito ni por asomo, pero hay escenitas próximas (no en este capítulo) que me gustan bastante.

Este fic será muy cortito. ¿Número de capítulos? Pues... tres xD. Sí, sólo tres. Osea, el prólogo, y dos capítulos más. Y bueno, sólo espero que de veras os guste, aunque este prólogo sea únicamente la introducción, y que por favor, me dejéis review.

Por un beso.

Prólogo.

Un aullido interrumpió el silencio de la noche. De una noche oscura, donde la luz de una luna llena daba a los terrenos un aspecto misterioso, incluso tétrico.

Un pequeño perrito negro miraba a sus lados asustado, vigilando que una diminuta rata que caminaba a su lado siguiera sin daño. Al comprobarlo, se relajó, y comenzó a caminar, chapoteando con sus patitas en los charcos de barro provocados por la pesada lluvia. La rata se alejó, tratando de cubrirse de la inminente tormenta, y él siguió avanzando, queriendo vigilar bien al causante de tan peligrosos aullidos. Pero entonces, vio algo, y se detuvo en seco.

Un ciervo, por su parte, estaba aguardando a una distancia prudente de ese hombre lobo, completamente empapado. Miró al cielo, con sus cuernos haciendo sombra sobre la tierra mojada. No debía de faltar demasiado tiempo para que todo terminara y tuvieran que volver al castillo. Él no veía la hora de hacerlo, la verdad es que aquellas noches de transformaciones eran realmente agotadoras.

Detrás de él oyó un ladrido y se irguió, alarmado. Al momento empezó a trotar hacia el perro. Sabía que nunca ladraba si no había ocurrido nada malo. Sin embargo, para su sorpresa, se lo encontró quieto, mirando al suelo; y por la manera en que meneaba la cola, parecía bastante contento.

El ciervo se colocó a su lado, y miró hacia donde él miraba. Al hacerlo sus pupilas se dilataron, y entendió al instante la alegría de su amigo.

Aquello era un objeto que ambos conocían demasiado bien. Y estaba allí, delante de sus ojos, después de tanto haberlo soñado. Unas letras doradas a lo largo de la madera lo decían bien claro. Era una maravillosa e irrepetible Nimbus 78.

0o0o0

Sirius estaba sentado sobre su cama, sus ojos delineados con unas ojeras más que evidentes como resultado de una agotadora noche de transformaciones. Y aún así, tenía una entusiasmada sonrisa dibujada en sus labios.

-Está bien, Prongs. ¿Qué propones?

James, por su parte, tenía la escoba entre sus manos, y la miraba con los ojos brillantes.

-No sé... yo... bueno, soy el buscador, el capitán del equipo y... en fin, sería bueno que fuera yo quien...

-No, no, no, Prongsie... te recuerdo que YO la encontré.

-Bueno, ya, pero... Sirius, es una Nimbus 78. ¿Sabes lo que eso significa? Ganaríamos la copa –dijo ensoñador, con la vista fija en el techo-. ¿Puedes olerlo? Es el aroma del triunfo, Pad.

Remus, que desde hacía algún tiempo los escuchaba en su cama, levantó la vista del libro con aburrimiento.

-Chicos... ¿y si la compartís?

Ambos ahogaron un grito, mirándole indignados, Sirius llevándose la mano al corazón con dolor, James atrayendo más la escoba hacia él.

-Remus, una escoba... –trató de explicarse el buscador-, una escoba ASÍ no se comparte. Una escoba es... una prolongación de tu cuerpo, Moony. Es... es... parte de ti.

-Sí, tío, no puedes compartir algo así –le apoyó su amigo-. ¡Es como compartir la ropa interior!

Peter puso una mueca de asco. Remus simplemente rodó los ojos.

-Quidditch. ¿Quién lo entiende? –murmuró, devolviendo su vista al libro.

Sirius agitó la cabeza.

-Deberíamos sortearla.

James se llevó una mano a la barbilla, considerando la posibilidad, pero al instante le miró con esceptismo.

-Sí, tal vez, aunque... ¿cómo sé que puedo fiarme? Es decir, puedes trucarlo.

-¡James! –exclamó Sirius exasperado-. Eres prácticamente mi hermano. ¿Cómo iba a engañarte?

-¿Con... magia? –probó Peter.

-¡Oh, cállate Wormtail! –le reprochó James, tirándole un cojín que el chico no supo esquivar.

Sirius rió, acomodándose en la cama.

-Está bien, está bien. No queréis fiaros, pues no os fiéis. No lo sortearemos.

James se sintió satisfecho. Pero tras pensárselo un poco se dio cuenta de que no habían avanzado nada.

-¿Y entonces qué vamos a hacer?

Sirius pareció meditarlo unos instantes y entrecerró los ojos, tratando de encontrar una idea. Sin embargo, fue Peter quien habló primero.

-Podéis apostar.

-¡Eh, tienes razón! –exclamó Sirius levantándose-. ¡Adoro las apuestas!

Remus negó con la cabeza con frustración. James, en cambio, entornó los ojos.

-Sí. ¿Por qué no? –decidió al fin-. ¿Pero con qué apostamos?

Sirius miró a su amigo. Cierto, debían apostar sobre algo.

Comenzó a dar vueltas por la habitación. Tenía que pensar en algo inusual, útil, difícil, interesante, original... claro que Sirius no sería Sirius si no tuviera en mente lo mismo de siempre.

-Chicas –decidió, con una sonrisa de suficiencia.

Peter soltó una risita.

-Pero Sirius, es que entonces tú tienes una clara ventaja...

James miró al chico con una mueca de disgusto.

-Gracias por tu apoyo, Pet.

Sirius no pudo ocultar una carcajada. Peter trató de arreglarlo.

-No, no es por molestarte, James. Yo solo digo que... no sé, sería más justo que hicierais una prueba sobre Quidditch. Después de todo estamos hablando de una escoba. ¿No?

James seguía con los labios apretados. Sirius intentó dejar de reírse, y aún con dificultades dijo:

-Sí, Prongs, no tenemos por qué hacerlo; Peter tiene razón.

James, orgulloso como sólo él podía ser, se levantó.

-Pues no. Lo haremos sobre chicas –dijo, hinchando su pecho-, así de paso os demostraré que sí soy capaz de ganar una apuesta así.

Sirius volvió a sentarse en su cama, colocando sus manos tras su cabeza.

-Como quieras –dijo, rascándose el cuello-. Esto irá de mujeres.

-Bien –contestó James desafiante.

En la habitación se formó un silencio tenso.

Silencio que, por supuesto, Peter no tardó en romper.

-¿Y... en qué consistiría la apuesta?

Remus pasó la página de su libro. Sirius parpadeó. Buen punto. No había pensado en eso aún.

-Pues en besar a una chica –dijo James simplemente-. ¿No? Sin que se aparte, quiero decir.

Sirius sonrió con satisfacción. Pero Peter no parecía tan conforme.

-Pero... ¿a cualquier chica?

James se encogió de hombros, empezando a cansarse de su amigo.

-Sí, tío, sí.

Sirius entornó los ojos.

-Un segundo. Tiene razón, tiene razón... –dijo, con una sonrisa perversa-, no tiene que ser cualquier chica. Será la misma chica. Los dos. Así se pone más interesante.

-Yo alucino –suspiró Remus.

-¿Y en quién estáis pensando?

Peter esbozó una sonrisa traviesa, y miró a sus amigos con picardía.

-Evans. Lily Evans.

Sirius estalló en una carcajada.

-¡Oh, vamos! Eso sería imposible. Esa fierecilla no soporta a James...

El aludido lo miró molesto.

-Oh, claro, y tú le caes muy bien.

Remus cerró el libro de golpe y se incorporó.

-Chicos, dejadlo ya, parecéis críos.

-¿Qué te pasa ahora, Moony? –preguntó Sirius aburrido.

-¡No me pasa nada! –dijo con cansancio, llevando una mano a sus cabellos-, es sólo que no quiero que metáis a Lily en esto. ¿Es mucho pedir?

James alzó una ceja. Sirius y Peter lo observaron con atención, antes de echarse a reír de buena gana.

-¡Oh, mirad eso, Remus está enamorado! –canturreó el moreno acercándose al chico para molestarle mejor.

Y así, el licántropo vio como sus dos amigos se burlaban de él divertidos, mientras el chico de gafas lo miraba con una mezcla de sorpresa y desconfianza. Remus se apresuró a desmentirlo, tratando de zafarse de Sirius.

-¡No estoy enamorado de ella! Es mi amiga y punto. No creo que sea tan difícil de entender. Y no quiero que ninguno de vosotros dos –señaló a Sirius y a James con una mirada de advertencia-, le haga daño.

Sirius rodeó el cuello de Remus con su brazo, con confianza, y dijo tranquilamente.

-Oh, vamos, Moony. ¿Cuándo he hecho yo daño a una chica? –la mirada del licántropo lo decía todo-. Está bien, alguna vez... ¡Vale! Unas cuantas, pero que estamos hablando de Evans. Ella es prácticamente de hielo.

-No la conocéis –dijo, convencido-, sé que a veces parece muy fría pero os aseguro que es sensible, cariñosa...

-Sí, claro –dijo James, escéptico-. Lo demostró cuando me tiró al lago en 3º, y cuando me incendió el uniforme en 5º y...

-Reconoce que te lo merecías –le reprochó, sin poder ocultar una sonrisa.

-Por favor, Remus... –pidió Sirius, con cara de cachorrito abandonado-. Déjanos hacer la apuesta con Evans, que es muy interesante... Además, piénsalo. ¿Qué daño puede hacerle que Prongs o yo la besemos, eh?

Remus entrecerró los ojos, y estudió a sus dos amigos con la mirada. Sí, tal vez tenía razón. Conocía a Lily como para saber que era demasiado lista para caer en su trampa. Ella nunca se dejaría engatusar así. ¿Verdad?

-Está bien –dijo rendido-. Pero yo no quiero tener nada que ver.

Las palabras del chico fueron interrumpidas por el súbito abrazo de Sirius.

-¡Gracias, Moony, sabía que lo harías!

0o0o0

Y así fue como James se encontró a sí mismo en la sala común, sentado en el sofá, meditando. Había una escoba. Y no cualquier escoba, no. ¡Una Nimbus 78! Había soñado miles de veces con volar en una escoba así. Y ahora, la tenía al alcance de su mano. Todo cuanto tenía que hacer era besar a Lily Evans. Y ese simple pensamiento le producía un extraño sentimiento en el estómago. No es que le resultara desagradable, pero era Evans. Sería... sería imposible besarla sin que ella le ahogara en el lago o algo así.

James dio un respingo. El retrato de la señora gorda se abrió, dejando pasar a una pareja de chicas que James conocía bastante bien.

A un lado, una jovencita de pelo castaño que caía ondulado hasta sus hombros, con unos ojos marrones brillantes algo rasgados. ¿Su nombre? Bueno, su nombre no lo recordaba. Pero era de Gryffindor, eso sí; y amiga de Lily Evans. Y era precisamente ella quien la acompañaba, por lo que James no se privó de observarla atentamente, de pies a cabeza.

Tenía los ojos verdes, muy verdes, preciosos. Y eso era algo que James siempre había sabido. No por nada había estado loco por ella en quinto. Lo que sí había cambiado, y James supo apreciar, era su cuerpo.

Si antes era delgadito y bastante carente de curvas, ahora estas eran más que evidentes; y contrastaban con una fina cintura. James se encontró a sí mismo con la boca seca. ¿En qué momento se le había ocurrido dejar de mirarla? Lily no sólo seguía siendo tan guapa como en quinto curso, sino que había mejorado considerablemente.

-Pero bueno. ¿Este qué mira?

James despertó de su ensoñación, y de paso despegó su mirada de la delantera de Evans. La morenita había dicho algo.

-¿Eh?

Lily negó con la cabeza, mirando al chico con decepción, aunque también algo alucinada.

-Déjalo, Kat, es igual que Black.

Y se giró, haciendo volar su lisa melena pelirroja; y así las dos subieron las escaleras, dejando a James pensativo, con una sonrisa en sus labios.

Aquella apuesta iba a ser interesante.

FIN DEL PRÓLOGO

Y bueno... ahora empezaría lo realmente interesante. Sirius y James, intentando conseguir la escoba, y por tanto, intentando conseguir el codiciado beso de Lily Evans. Os aseguro que no será tarea fácil, y que nuestros dos merodeadores se verán en situaciones divertidas y bastante comprometidas con la pelirroja.

Y sin más ni más, os dejo. Sólo os pido que en serio, me dejéis un lindo REVIEW, porque necesito saber si continuar con la historia o no U.U... dejad críticas, aunque no os guste xD, se acepta de todo, ya lo sabéis!

Besitos

DrEaM-KaT