Capítulo 18: "La vida luego del despertar"

Las lagrimas caían en silencio por sus mejillas y ella miraba, ahogando los sollozos casi enloquecedores, al hombre que dormía con tranquilidad a su lado. ¿Porqué?... ¿porqué el destino jugaba de esa manera tan cruel?... ¿porqué se había enamorado de él?...

Alzó sus ojos sin saber qué hacer, temblaba por completo, si habían hecho el amor! Se levantó de un brinco sintiendo la estela helada del aire sobre el cuerpo pero bien poco eso le importaba ahora. Cuando puso sus pies en el frío suelo sintió que desfallecería, parecía que había perdido las fuerzas, se sentó al borde de la cama cubriéndose pudorosamente con la sabana su desnudez y luego de retomar un poco de aire, en que prácticamente le costaba retener en los pulmones, volvió a levantarse y casi tambaleando al principio sobre los bordes de la cama, con los ojos llorosos, caminó luego con rapidez hasta la sala, en donde toda su ropa estaba regada por el piso. La tomó entre sus manos y comenzó a vestirse torpemente, no pudo evitar sollozar dolorosamente, pero sus sollozos los retuvo con la palma de su boca, intentando ahogarlo, el dolor era tan intenso que cada segundo que estaba allí era simplemente una tortura. Apenas pasó sus brazos por las mangas de su largo abrigo y salió del lugar casi dando un portazo. El frío la recibió de lleno pero Kagome caminó entre la nieve con sus zapatos de tacón sin siquiera sentir el hielo que se colaba por entre las hebillas y lastimaba su piel.

Cuando ella cerró la puerta con poco cuidado Inuyasha entonces entreabrió sus ojos con pereza. Lo primero que notó fue que estaba desnudo en su cama y entonces una sonrisa se dibujo en sus labios, volteó al recordar que un cuerpo suave y femenino lo esperaba, pero cuando se encontró con la cama vacía experimentó un desconcierto. Abrió algo más los ojos y en ese momento sintió que perdía el aliento, se incorporó en la cama y miró a su alrededor.

-¿Kagome?- Pronunció alzando algo la voz, y esta sonó temblorosa, vibrando como un suave eco en la desolada casa. Esperó una ansiada respuesta pero esta nunca llegó. Arrugó el ceño preocupado y quitando la sábana que lo cubría apenas se levantó de cama y caminó hasta los pies de esta en donde aun estaba intacto el pijama que no había usado. Apenas se puso el pantalón de algodón y caminó con los pies desnudos recorriendo primero el baño y ya, con desconcierto saliendo de su alcoba.- Kagome!- Repitió una vez más sintiendo el corazón latir a toda prisa. Tuvo en ese momento un muy extraño sentimiento, tragó saliva con dolor y sus ojos se dirigieron hacia el sofá en donde aún estaba su ropa regada en el suelo pero la de ella ya no. Y entonces lo comprendió, Kagome ya se había marchado ¿porqué así, sin siquiera una despedida?. Sintió la hiel correr por su garganta como una dolorosa premonición, comenzó a respirar con esfuerzo y sus ojos desconcertados aún miraban el sofá con turbación- ¿Porqué?- Pronunció apenas temiendo lo peor.

Aun recuerdo el mundo

desde los ojos de una niña

lentamente aquellos sentimientos

fueron nublados por lo que yo sé ahora

Pasó nuevamente el dorso de su mano por sus mejillas quitando una vez las lagrimas que caían sin cesar, pero lo hizo ya casi por inercia, caminaba con lentitud por las frías calles vacías de la ciudad mientras la nieve se acumulaba sobre sus cabellos y sobre el abrigo que se encontraba abierto descuidadamente, cuando al fin alzó el rostro notó lo mucho que había caminado. Estaba ahora de pie justo a la entrada del parque Hama Rikyu, el lugar que Inuyasha y ellas visitaron hacía un tiempo atrás, luego de la recepción en el conservatorio. Tragó con dolor sintiendo que sólo deseaba morir y dirigió sus pasos entrando a lo que era un parque totalmente desolado y completamente blanco. Podía recordar el momento en que ambos caminaban lado a lado, hablando, sintiendo lo agradable que era estar junto a él, lo desconcertante que era, la manera en que la trataba. Sollozó esta vez ya sin poder evitarlo más cayendo de rodillas en la nieve y tapando su rostro con una mano. El dolor era tan grande, tan insoportable, no podía ser real, simplemente no podía...

Donde se ha ido mi corazón

un escabroso negocio para el mundo real

Oh Yo... yo quiero volver atrás

creer en todo y no saber nada más

Todo se remontaba al día en que su madre le había pedido que fuera en busca de Souta al jardín de niños. Ella era apenas una niña, pero cedió de buena gana al pedido. Aquella tarde era muy soleada y en cuanto el timbre sonó un regimiento de pequeños salieron corriendo de las aulas en busca de sus padres. Ella alzó la mano al ver al pequeño de ojos castaños similares a los suyos, buscando a algún pariente entre la multitud.

-Eh! Souta!- Gritó alzándose de puntitas y haciendo una seña al pequeño. Este en cuanto la vio sonrió y de inmediato se echó a correr hasta llegar a su lado.

-Oh! Kagome!... ¿mamá?- Preguntó tomándola del vestido y mirando ansioso a su alrededor.

-Ella esta ocupada... qué malo eres ¿te molesta que venga yo, enano?- Preguntó mientras le quitaba la lonchera de las manos y comenzando a caminar. El niño hizo una mueca con su boca y segundos después la tomó de la mano.- ¿Y que hicieron el primer día de clases?- Preguntó de pronto y el niño alzó la vista hacia ella.

-Oh! Muchas cosas, muchas! Y pintamos y dibujamos... también jugamos muuuuucho- Se explayó con emoción como suelen hacer los niños cuando estan muy emocionados. Kagome sonrió divertida.

-Ustedes no tienen deberes como... - De pronto se detuvo estática al escuchar el ruido rechinante de unos neumáticos que se acercaba a toda velocidad, cuando ambos voltearon vieron que el vehículo avanzaba en una loca carrera por la calle subiéndose a la vereda y chocando contra un grifo que no se encontraba a más de 5 metros de donde ellos permanecían estáticos. Cuando Kagome vio al hombre descender del vehículo y vio su arma en su mano, apretó la manita del pequeño y lo arrastró casi a un lado en donde habían unos automóviles estacionados. – Por Kami!- Gimió la chica mientras apretaba los labios y el niño sin comprender el peligro sólo deseaba zafarse de su fuerte agarre. El hombre miró a todos lados, extrañamente ya nadie había en la calle, y se agachó mirando el parachoque del vehículo y maldiciendo en un murmullo.

-Maldición! Maldición!

Ella escondió la cabeza intentando no mirarlo pero no supo como el pequeño soltó su mano y corrió hacia el hombre, mirando con gracia el grifo que escurría agua a chorros producto del choque. Kagome intentó alcanzarlo pero antes de ponerse de pie el hombre volteó y miró al pequeño con asombro.

-Vaya, vaya... qué tenemos aquí...

Las sirenas se comenzaron a escuchar y él tragó con dificultad. Sintiéndose acorralado parecía que de pronto cambiaba el rostro, como si recordara algo y luego sonrió maquiavélicamente, apuntando con su arma al niño. Kagome al ponerse de pie y verlo apuntando al niño se quedó paralizada, entonces él sonrió aún más.

-Genial! Un testigo para confirmar que Inu no Taisho ha matado a un inocente.- Dijo con la voz áspera y antes de la chica pudiera comprender el hombre le disparó sin titubeos. Un solo disparo y el niño cayó al suelo en seguida. Ella abrió los ojos y gritó avalanzándose contra el pequeño. Las sirenas comenzaron a sonar más fuerte, estaban ya muy cerca, tal vez a dos calles desde donde estaban y entonces él sin más se volvió hacia al automóvil, Kagome lloró desesperada manchando su vestido con la sangre del niño ya inerte y luego miró al hombre sin entender porqué. Él volteó y sonrió con maldad y entonces también le apuntó. Kagome no sintió miedo, extrañamente, pero sus ojos se detuvieron en los de él, grabando para siempre su rostro en su memoria.- No lo olvides pequeña... Inu no Taisho... - El hombre miró una vez al niño muerto y subió a su automóvil tomando velocidad de inmediato y perdiéndose de vista. Kagome miró al pequeño y jamás olvidó la sangre en sus manos... ni aquel día... ni el nombre de la persona que había asesinado a su pequeño hermano cruelmente.

Aun recuerdo el sol

siempre calentando mi espalda

de alguna manera parece más frío ahora...

Se estremeció por completo al recordar los tristes días de su familia. Era cierto, su declaración no había valido nada y al otro día del suceso se enteraron que el hombre se había suicidado de un disparo en la boca. El arma, la misma con la cual había asesinado al pequeño Souta.

El historiador se detuvo frente al conservatorio, ya era pasado medio día y aun no dejaba de nevar. No sabía qué hacer, sólo sabía que ella debía estar ahí. Con las manos en los bolsillos de su oscuro abrigo entró al edificio y lo primero que se extrañó fue el rostro demasiado serio de la recepcionista y de Houjo que hablaba con ella, que en ese momento lo miró contrayendo el rostro. Inuyasha se detuvo y lo miró si entender, pero no quería perder mucho el tiempo con él, así que habló sin rodeos.

-La señorita Higurashi... ¿esta aquí?

-Usted!

El hombre volteó confundido y abrió los ojos con sorpresa al ver a la mujer que lo miraba horrorizada, entreabrió sus labios y sus ojos dorados y asustados también se dirigieron hacia el hombre que estaba su lado, y que le sostenía el brazo.

-La señora Higurashi dice que su hija no llegó a casa anoche.- Interrumpió Houjo a su espalda. Él sólo tragó con dificultad, sin saber cómo enfrentar la situación. Había sido sorprendido, esto era el fin.

-Maldito! Como se atreve! Usted!- La mujer gritó llamando la atención de casi todos los presentes en el lugar, quiso abalanzarse hacia él pero afortunadamente Kouga la sujetó fuertemente del brazo.

-Tranquila señora Higurashi... - Murmuró y sus ojos azules se desviaron con seriedad hacia el historiador. Inuyasha lo entendió. Seguro que él había hablado.

-La vieron irse con usted! Diga en donde esta!- Volvió a gritar e Inuyasha volvió a tragar con dificultad, la desesperación se fue poco a poco apoderando de él, mirar a la mujer que lo observaba con infinita rabia y odio, era igual como tres años atrás, cuando la mujer lo vio en el hospital y se enteró de quien era.

-Es cierto.- Murmuró entonces Houjo con el rostro muy serio y mirando a Inuyasha, éste pudo notar una pizca de desconfianza hacia él.- Yo los vi salir.

-Por Kami! Como se atrevió! Le dije que nunca se acercara a ella! Se lo dije!- Gritó desesperada la mujer. El joven la miró sin saber qué hacer, en sus ojos dorados se reflejaba así mismo la incertidumbre ¿qué podía hacer?

-Me fue... imposible señora... lo lamento... - Murmuró casi en un sollozo mirando atentamente pero con sus ojos muy cristalizados-... no pude evitar acercarme a ella... la amo...

-Maldito! Usted no puede amar a nadie! La familia de un asesino no ama a nadie!

El joven tragó otra vez con dificultad y bajó la vista más que avergonzado, infinitamente adolorido. Apretó los puños conteniendo el dolor que sentía en el corazón pero al fin levantó la cabeza y miró atentamente a la mujer.

-Lo... siento... - Murmuró nuevamente. La señora sollozó pero no dijo nada, todos estaban allí de espectadores y varios de ellos no entendían de qué trataba la situación. Fue Kouga quien finalmente obligó a la mujer a sentarse para que se tranquilizara y miró de forma casi desafiante al historiador.

-¿Entonces no sabes en dónde esta?... ¿qué pudo haberle pasado?

Inuyasha volvió a tragar con dificultad, sintió la amargura en la garganta, la opresión en su pecho, el temor y sus miedos, lo miró sin expresión.

-No lo sé... yo tampoco sé en donde esta... ni qué sucedió...

El doctor apretó la mandíbula y través de sus ojos azules e inquisidores pudo notar en el brillo de los ojos de Inuyasha la sospecha que rondaba entre ellos. Seguramente Kagome había recordado.

-Hay que buscarla... - Ordenó de pronto y todos asintieron, pensando que era la mejor idea en lugar de escuchar historias que no entendían.

&&&&&&&

Cuando alzó la vista de sus sombríos ojos dorados hacia el cielo oscuro y se percató de las luces que comenzaban a iluminar la ciudad entonces el pavor lo dominó. Miró a su alrededor esperando con ansias encontrarla pero eso había sido inútil. Entonces vio la bahía de Tokio y más allá los arboles blancos por la nieve recién caída del parque Hama Rikyu, y su corazón comenzó a latir con violencia. Su rostro pálido a esta hora se contrajo y corrió con todas sus fuerzas hasta llegar al lugar. El frío era tan intenso que a pesar de no ser demasiado tarde aun, las personas preferían permanecer en sus casas que enfrentarse con tan intolerable clima. Así que el parque estaba desolado, los arboles y sus ramas desnudas cubiertas de nieve lo recibían a medida que se adentraba más en el. Todo era blanco y gris por el tronco de los arboles y entonces, junto a la pequeña laguna artificial, vio un bulto que bajo la luz escasa del farol parecía fantasmagórico. Y lo supo, su corazón se detuvo al reconocerla, aún cuando no veía su rostro oculto, pues el "bulto" parecía encogido, sentado en la nieve. Tragó nuevamente con dolor y dándose todo el valor y la poca dignidad que tenía caminó, primero con titubeos y luego ya dando grandes zancadas hasta posarse a su lado. La nieve acumulada en su espalda y el cabello le develaba que ella no se había movido en horas. Y entonces se puso en cuclillas y posó su mano en el hombro.

-Kagome... - Susurró.

Su mano varonil sintió la gelidez de lo que tocaba, ella no se movió, entonces él volvió a llamarla y sacudirla casi, pero levemente.

-Kagome... por favor... - Suplicó y no pudo evitar que su voz temblara de angustia. Pasaron unos segundos, el viento helado golpeó con violencia su cara y se estremeció, sin apartar su vista de la chica. Ella finalmente comenzó a alzar el rostro, hasta que finalmente él vio con sorpresa su extrema palidez, las mejillas rojas por las quemaduras de la nieve y sus labios carnosos tan amoratados como resecos. Pero lo que más le aceleró el corazón, fue la mirada castaña de la muchacha que se clavó en la suya, se notaba que había llorado demasiado, sus ojos enrojecidos de una manera repudiante y atemorizante. Él tragó con dificultad pero sin importarle ahora lo que ella pensaba, la tomó de los antebrazos obligándola a levantarse, ella gimió levemente y desvió la mirada.

Donde se ha ido mi corazón

atrapado en los ojos de un extraño

Oh yo... yo quiero volver atrás

creer en todo..

-No... no me toques... – Murmuró, pero él no le hizo caso porque sabía que si la soltaba ella caería al piso, así que la afirmó contra su pecho y la abrazó muy fuerte, pero era como abrazar un cuerpo inanimado, ella no tenía ni siquiera fuerzas para defenderse.

-Perdóname... quise decírtelo... lo juro... por favor... - Suplicó esta vez quitando la nieve de sus cabellos y de los hombros, bajó el rostro y miró los ojos inexpresivos de ella, que poco a poco se fueron alzando advirtiendo su mirada y finalmente pudo él notar el daño demasiado grande, e irreparable, que había y que tal vez... el rencor era un sentimiento más fuerte que el amor...

-Déjame... - E hizo un ademán para soltarse de su agarre pero en cuanto él sólo la liberó un poco las piernas se aflojaron y casi cayó, entonces él volvió a sujetarla.

-Te llevaré a tu casa- Sin siquiera preguntarle la alzó en sus brazos y caminó con ella, como si cargara un bebé, por la avenida nevada del solitario parque hasta llegar a su automóvil que no se encontraba muy lejos.

En el templo Higurashi sólo esta el abuelo y cuando vio al fin a Kagome sollozó de alegría y luego angustia al ver lo casi mortalmente pálida que lucía, con el cabello húmedo que se pegaba su rostro y los labios amoratados, en los brazos del hombre que él reconoció de inmediato, nunca olvidaría los ojos dorados de aquel muchacho que suplicaba a su hija le diera información del estado de Kagome. A pesar de lo que luego la señora Higurashi le había contado, él nunca tuvo esa clase de rencor que tenía ella y esa vez sólo pudo lamentar que el destino jugara con aquellos dos. Y esta vez comprendía, que el destino ya estaba trazado, cruelmente ellos se habían vuelto a encontrar.

-Estaba en el parque... ¿dónde esta su habitación?- Preguntó Inuyasha y el abuelo sólo atinó a correr delante suyo guiándolo escaleras arriba. Cuando abrió la habitación Inuyasha la dejó sobre las colchas de su cama y le sacó el abrigo, la chica entreabrió sus ojos y cuando lo miró nuevamente desvió la vista de él, entonces el joven comprendió que estaba siendo demasiado imprudente y la dejó en la cama mientras se alejaba pero reteniendo la vista sobre la de la muchacha.- Será mejor que avisen a su mamá... y abríguela mucho... esta muy helada...

Ella apretó más los labios y cerró los ojos, la señal clara que no deseaba ni verlo ni tenerlo cerca. Comprensible, en todo caso, pensó Inuyasha. Tragó nuevamente sintiendo que nada de lo que digiera esta vez tendría sentido para la chica, así que se giró sobre sus talones y salió de la habitación.

Esa noche fue el propio Kouga quien se encargó de trasladarla al hospital general de Tokio, el principio de hipotermia era alarmante en la chica y daba gracias a Kami porque había sido encontrada antes de una tragedia.

-Fue Inuyasha... él la trajo... - Murmuró el abuelo mirando con seriedad a la señora Higurashi, que luego de quedar impresionada, dejó que el orgullo y el rencor la dominara.

-Es lo mínimo que pudo hacer...

La chica se encontraba dormitando en la cálida habitación y todos veían el cambio en ella, las mejillas rosas eran la clara evidencia que su cuerpo retomaba la temperatura normal. Sin embargo, cuando el abuelo salió de la habitación, Kouga miró a la mujer con seriedad.

-¿Usted acepta que se le realice la hipnosis nuevamente?

La mujer lo observó con detenimiento, miró a Kagome, que parecía completamente dormida y luego posó sus ojos en los de él.

-Ya... ya no estoy tan segura... - Murmuró titubeando. Después de todo lo sucedido, de lo pavoroso para Kagome que hubiera recordado nuevamente los acontecimientos, ya dudaba que aquello había sido una buena idea.

-Esta vez habría que tener más prudencia... tal vez debería marcharse a otra ciudad... donde él nunca... - Cayó de pronto al ver que Kagome estaba mirándolo sin expresión. La muchacha miró a su alrededor y entendió que estaba en un hospital, nuevamente. Miró a su madre y otra vez miró al doctor, entonces frunció el ceño disgustada y volvió a posar sus ojos en su madre.

-Entonces... de eso se trataba... hiciste que me hipnotizaran para olvidar todo lo relacionado... con él... – Murmuró, cuando dijo "él", ni siquiera se atrevía a llamarlo por el nombre. La mujer la miró asustada y se acercó rápidamente a su lado.

-Kagome... escucha... pequeña... era para que no sufrieras... - Tomó una de sus manos y la apretó muy fuerte-... estabas enamorada... yo lo sabía... aunque sólo cuando lo vi en el hospital me di cuenta de quien era...

-No puedo creerlo... - Murmuró la chica desviando la cabeza a un lado y ya sabiendo que no tenía lagrimas para seguir llorando.

-Tú no querías vivir Kagome... - Interrumpió Kouga, provocando en la muchacha un sobresalto tan fuerte en el corazón, que le dolió-... aquella vez caíste en coma profundo... y luego tu estado se deterioró aun más... aquel hombre no quería dejarte sola y tuvimos... - Dudo y miró a la señora Higurashi.

-Le pedí que le avisara... que habías muerto... para que se olvidara de ti... - Acotó la mujer mordiéndose el labio y Kagome abrió los ojos sorprendida.

-Y fuiste traslada al hospital de Kurama... – Interrumpió nuevamente Kouga-... allá volviste a la vida... pero de algún modo la ausencia de la familia en la ciudad provocó las sospechas de ellos... creo que.. internamente... sabían que estabas viva...

Kagome sollozó con fuerza esta vez y tapó sus ojos con una mano mientras el suero corría por sus venas con lentitud. La señora Higurashi volvió a mirar al doctor y finalmente Kagome alzó la vista, herida, hacia ellos.

-Pero... no debieron borrar mis recuerdos... – Poco a poco fue alzando la voz y entonces los enfrentó con rabia- Era míos!... ¿Con qué derecho?... ¿Cómo pudieron engañarme así, tanto tiempo?...- La voz se quebró y recordó las innumerables situaciones extrañas que había vivido este ultimo tiempo.- No puedo creerlo...

-Kagome... escucha... – Interrumpió Kouga acercándose a ella pero en cuanto tocó su brazo ella lo esquivó y lo miró como una fiera.

-Usted!... ¿cree tener el derecho de manejar mi vida?... cometió un delito! Yo no lo autoricé a hipnotizarme... cómo pudieron... cómo pudiste... mamá... cómo pudiste...

Ninguno de los dos dijo nada pero sintieron esta vez que aquello había sido un error, Kagome volvía a experimentar el dolor nuevamente, por segunda vez, y si hubieran dejado que las cosas tomaran su curso normal, esto no habría vuelto a pasar... y sólo ahora lo entendían...

Aunque ya se encontraba mejor, salvo por las quemaduras en el mentón, las mejillas y en la frente, Kouga quiso que ella permaneciera en el lugar para observación. Ya llevaba tres días y en el curso de su hospitalización fueron varias las visitas que tuvo. Sobre todo de la gente del conservatorio. La anciana Kaede especialmente se había portado muy bien, le prometió que la obra estaba suspendida hasta que ella volviese, porque el papel de Leonora era irremplazable, sólo ella podía cantarla.

La noche la encontró solitaria nuevamente. A su mente volvía el recuerdo de verlo en la cabaña, junto a esa mujer que decía iba a tener un bebé... y luego, enterarse que pertenecía a la familia Taisho... un Taisho ¿cómo no odiarlo? Su padre había asesinado a Souta en frente suyo de la manera más vil y lo peor, había quedado impune. Recordó las noches en que dormía a sobresaltos, donde las pesadillas la abrumaban, el miedo la embargaba. Recordaba también la tristeza infinita de su familia. De su sentimiento de culpa por no haber cuidado como correspondía al pequeño. Y también recordada el rencor y odio de su madre contra aquella familia y como ella, poco a poco fue tomando esos sentimientos.

La luz tenue y suave de la lampara de noche le daba sobre la cara y sólo el ruido de la puerta que crujió al abrirse la sacó de sus pensamientos. Como era ya de noche las visitas estaban prohibidas, por eso se extraño al voltear y encontrarse de frente con su rostro le causó una enorme sorpresa. Abrió los ojos casi de manera desmesurada y se sentó de inmediato en la cama. Inuyasha vio la mirada de hielo en ella y no se dejó intimidar. Había tanto que decir... sólo de esta conversación podía depender su futuro. Estaba ya decidido. Cerró la puerta suavemente y dudó en caminar hasta su lado, no podía sentirse herido al ver la mirada que ella le daba pero aún así apretó los puños y caminó hasta acercarse más a ella.

-Vete!- Dijo la joven de pronto y en el momento él quedó paralizado, impresionado, pero luego de unos segundos retomó su caminar hasta ella y se sentó a los pies de la cama.

-Yo... necesito decirte muchas cosas... Kagome...

-Déjame... déjame sola... - Respondió desviando la vista y aguantando los deseos de llorar.

Él la observó con detenimiento, a pesar de que la chica no lo miraba, podía ver su rostro de perfil en donde había apretado sus labios que él tuvo deseos de volver a besar. Carraspeó sin saber qué más hacer y no se movió de su lugar.

-A pesar de todo lo que ha pasado... jamás dejé... de amarte...

Ella cerró los ojos sabiendo que ya una lagrima traviesa resbalaba por su mejilla y aferró sus manos a las sabanas con desesperación.

-Estabas con ella... con Kikyo...

Él tragó apenas y bajó la vista.

-Lo siento... lo juro... me dejé llevar... creyendo que esperaba un bebé... lo siento tanto... - No sabía como disculparse ante aquella falta, pero en todo caso eso no superaba nada, con el abismo que ahora los separaba.- Pero a pesar de todo... sé que el destino fue caprichoso con nosotros... conmigo... - Su voz, aunque sonaba ronca, él intentaba en todo momento no quebrarse del dolor que sentía.- Te amo... ¿puede importar lo demás?

Kagome abrió los ojos y se mordió el labio, la pregunta estaba echada y ella ya lo había pensado una y otra vez. Y sabía que lo amaba tanto, que hubiera sido mejor morir que vivir así. Su mamá jamás se lo perdonaría... y ella jamás olvidaría, que era el hijo de un asesino.

-No... - Respondió e Inuyasha entreabrió sus labios sintiendo que bajaba al mismo infierno.- No... no puedo... no puedo amarte... – Y finalmente lo enfrentó con la mirada que él recordaba antes del acontecimiento Sus ojos no podían engañarle. Ella lo amaba, la había sentido en su piel aquella noche, incluso antes, desde el momento en que la conoció, ella ya lo amaba y aquellas palabras sólo eran mentiras.

-Pero sí me amas... - Murmuró aferrándose a una posibilidad infinita. Ella desvió nuevamente el rostro.

-No... no puedo amarte... jamás podría hacerlo... jamás... el fantasma de saber quien es tu padre... no sabes el daño que provocó en mi... en mi familia... es mejor que te vayas... y que te olvides de mi...

Él se puso de pie y volvió a apretar sus puños conteniendo la pena que lo embargaba.

-Kagome... si tu supieras... como desearía... que todo hubiese sido distinto...

-Vete... - Murmuró nuevamente escondiendo la cabeza entre la almohada. Luego de una enorme pausa escuchó los pasos que se alejaban y que la puerta se cerraba y entonces alzó la vista y volvió a sollozar. El destino era cruel y sabía que el estar juntos, sería imposible.

&&&&&&&

Ella acomodaba la boina en su cabeza y cuando volteó abrió los ojos con sorpresa. Su madre, quien estaba a su lado miró a la recién llegada y arrugó el ceño apretando los labios. Kagome entonces se abalanzó hacia ella y ambas se fundieron en un abrazo.

-Sango... - Murmuró emocionada y luego de unos momentos de alegría se alejó sin dejar de tomarle las manos mirándola a través de sus ojos tristes y esbozando una sonrisa sincera.- Tanto tiempo ... te he extrañado...

-Yo también, querida amiga... - Y a pesar de la sonrisa de ella, sus ojos sombríos y serios develaron a Kagome que la muchacha ya estaba enterada de todo. La joven de cabellos castaños miró de reojo a la madre de Kagome y luego volvió a mirar a la chica-... te he extrañado mucho... lamento todo... todo lo que sucedió...

Kagome borró la sonrisa de su rostro y luego de una pausa suspiró intentando tranquilizarse.

-Bueno... ya... ya no vale la pena hablar de eso... - Murmuró y sintió que el corazón se destrozaba. No podía negar que amaba a Inuyasha y que extrañaba no poder estar a su lado... pero eso era imposible ahora.

-Pero... - Y en ese momento Kagome que intentaba desviar el rostro la miró con atención.- Tú lo quieres... Kagome...

-Kagome... - Interrumpió su madre avanzando hasta ella y tomándole la mano. La mujer sabía que la chica intentaría convencerla de que volviese al lado de aquel hombre y eso era inconcebible.

-Disculpe señora... - Interrumpió la muchacha acercándose más a la chica y tomándole el brazo intentado llamar su atención- Lo vimos hace un rato, Kagome... él esta muy mal... yo... yo tengo miedo... por él... - Kagome la miró sorprendida pero no dijo nada-... no sabes lo mucho que sufrió... fui testigo de la pena que le causó... que no estuvieras a su lado... sólo se mantenía vivo... por ti,... tal vez siempre sintió... que te volvería a ver...

-Sango... - Murmuró mirándola con tristeza, por primera vez sintió que podía olvidarse de todo, miró luego a su madre, el rostro serio de la mujer le recordó las noches en que la vio sollozando en su habitación.- No... no puede ser...

-Pero Kagome... - Suplicó. La mujer apartó el brazo de su hija de la muchacha y la miró sin expresión.

-Déjela...

La muchacha de cabellos castaños enfocó sus ojos en los de Kagome.

-Kagome... escúchame... tu lo amas, yo lo sé... y él también te ama, tanto o tal vez más que el amor que tú le profesas.

-Sango, ya no sigas... por favor... - Suplicó la muchacha, si seguía escuchando aquello desfallecería.

-Por favor amiga... lo que sucedió no fue su culpa... ¿porqué él tiene que pagar los pecados de su familia?... ¿porqué!

-No podría estar a su lado! Lo recordaría todo el tiempo! Odié a su padre, lo odié porque mató a mi hermano e hizo infeliz a mi familia!... ¿Cómo puedo olvidar aquello si siempre él me lo recordará?- Kagome se volteó conteniendo el llanto nuevamente, Sango no respondió, la situación era demasiado complicada- Además... además nunca olvidaré aquel rostro... aquella sonrisa diabólica... esos ojos oscuros llenos de maldad...

-Sango, que permanecía esta vez cabizbaja, arrugó el ceño y miró abriendo los ojos sorprendida.

-¿Ojos oscuros?... ¿ojos oscuros?- Repitió. Kagome volteó y la miró sin entender- Pero... su padre tenía los ojos como Inuyasha... claros... yo vi una fotografía una vez... era igual que Inuyasha...

La conversación fue interrumpida, en eso momento entraba Miroku que luego de hacer un pequeño gesto con la cabeza a la madre de Kagome miró a su esposa con angustia.

-No... no era como Inuyasha... - Dijo Kagome y miró de reojo al esposo de su amiga.- Tenía ojos oscuros... jamás lo olvidaré... además él mismo dijo que su nombre era Inu no Taisho...

-Señorita Kagome... - Interrumpió Miroku mirándola ansiosamente y acercándose a ella. – ¿Puede describir como era ese hombre?

-Déjela ya!- Interrumpió su madre que ya no tenía fuerzas para seguir recordando loa contenido.

-No, señora... es muy importante... esto es de vida o muerte... el padre de Inuyasha tenía los ojos igual que él... aquí hay algo que anda mal... - Miró a Kagome con ansias- ¿Puedes describir como era.

Kagome lo miró abriendo algo más los ojos y luego de una pausa suspiró derrotada.

-Tenía los ojos oscuros... y dijo que era Inu no Taisho... el arma que disparó a Souta le fue encontrada en sus manos, cuando se suicidó... eso dijo la policía...

-¿Y su cabello?- Instó el joven. Kagome arrugó el ceño.

-Oscuro... gris... y tenía... ¿un arete pequeño?... en su oreja izquierda... - Sólo ahora recordaba ese detalle, miró confundida al joven y este se volteó hacia Sango.

-Maldición! Ustedes también fueron engañados! Ese hombre... ese hombre era Naraku! Él estafó al padre de Inuyasha... y cuando éste se enteró dijo que se vengaría... lo sé porqué conozco a Inuyasha desde niños! Esta fue una venganza! De Naraku! Y él también esta muerto!

&&&&&&&&&

Sus piernas parecían querer ceder ante el cansancio pero no podía, simplemente no podía. Al llegar al museo corrió hasta el ascensor y mientras subía el tiempo le parecía eterno, recordó las ultimas palabras de Miroku.

-Él ya no quiere vivir... nunca ha soportado la culpa... nunca...

-Por favor... que este bien... - Suplicó mirando el techo de vidrio y sintiendo una horrible ola de miedo. Tantos años de sufrimiento, tantos años de engaños, ella, su familia e Inuyasha...

La secretaria ya no estaba así que entró sin más en el despacho. Se detuvo en seco mirando horrorizada el espectáculo. Ni siquiera podía moverse, se había quedado paralizada.

Él estaba sentado en su asiento, tras el escritorio, con el arma en sus manos, cuando alzó la vista vio a Kagome y endureció el rostro. Los rastros de las lagrimas se notaban al mirar sus ojos casi enrojecidos.

-Inuyasha... - Murmuró la chica y corrió a su lado abrazándolo con fuerza y llorando esta vez como nunca lo había hecho. Él, confundido, soltó el arma de sus manos y acarició sus cabellos- perdón... perdón... lo siento tanto... tanto... Inuyasha... - Y sin esperar una respuesta alzó el rostro y lo besó con pasión. Sentir sus labios nuevamente tocando como una caricia deliciosa los suyos era el paraíso para Kagome, cómo siempre lo había sido. Él jadeo ante sus besos y confundido la apartó de si mirándola ansioso.

-Kagome...

-Todo ha sido un error... un horrible error... perdóname... perdóname... no fue tu padre... no fue él...

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La brisa soplaba suavemente y en ese instante, una lluvia de pétalos cayó sobre sus cabezas provocando la carcajada de ambos. La joven alzó la vista entonces y sus ojos se dirigieron hacia la bahía de Tokio, mirando con nostalgia. De pronto arrugó el ceño y se llevó la mano a una abultada barriga, entonces Inuyasha la miró preocupado y se incorporó de súbito.

-Ya... ¿ya es hora?

La joven se quedó quieta como si intentara calmar a la criatura que por 7 meses llevaba en sus entrañas, luego de una pausa miró a Inuyasha y vio su rostro tan pálido como asustado.

-Claro que no... sólo se esta haciendo notar... - Sonrió y entonces lo vio suspirar, él pasó su mano sobre su estómago y se quedo muy quieto y luego de unos segundos sonrió a la joven orgulloso y maravillado.

-Será futbolista- Bromeó y ambos estallaron en carcajadas. La chica se volvió a recostar sobre la hierba mirando el follaje ahora del árbol que estaba sobre sus cabezas.

-Es una niña... estoy segura...

Inuyasha sonrió emocionado y se recostó de lado con la mano sujetando su cabeza y con la otra sobre el vientre de la chica.

-Entonces... será una digna heredera de la grandiosa Soprano Kagome Higurashi... ¿verdad?

Kagome volteó el rostro y sonrió.

-Pues... no sé...

Inuyasha le devolvió la sonrisa y se acercó a ella besándola suavemente, su mano esta vez se deslizó tras su nuca y la acercó tanto que pronto se dio cuenta que no podía hacerlo más porque el estómago de ella le pateaba el suyo. Sonrió divertido y la miró esta vez a los ojos.

-No quiere que te bese...

-Creo que no quiere que YO te bese...

-Será una soprano con carácter... - Respondió Inuyasha dando un suspiro y alzando sus ojos dorados hacia el cielo azul y limpio, dejando que los rayos del sol le bañaran el rostro.

-¿Lo crees?... – Preguntó ella mirándolo ansiosa. – ¿Que será soprano?

Inuyasha sonrió ampliamente y en un impulso deslizó nuevamente su mano tras su cuello y le besó la frente.

-Será como tú... sólo como tú... y tendrá el sonido de tu voz... será igual a tí... - Respondió en un susurro con fervor mientras sentía que el corazón se aceleraba de sólo recordar que ahora su vida era perfecta. Estaba junto a su esposa y su futura hija y ya nunca más volvería sufrir de la forma en que lo había hecho. Y sabía que una parte del hermano pequeño de Kagome y también de padre, serían heredados por la criatura pronta a nacer, trayendo aun más felicidad para todos.

FIN

N/A: La ultima ... pues... agradezco a todas las chicas por acompañarme hasta aquí... fueron tardes de verano escribiendo y la recompensa fue leer sus comentarios, gracias por tomarse la molestia de hacerlo. En fin, espero que haya sido de su agrado, al menos yo ahora tengo deseos de llorar, soy una sentimental, siempre me pasa cuando termino un fic, me encariño mucho con ellos uu qué puedo hacer? Jejeje... además que cada uno de ellos tiene algo de mi, así como Kagome esta vez era una soprano... pues yo no soy soprano pero estuve en el coro de mi Universidad... y lo del conservatorio lo tomé porque hay uno muy cerca de ahí... ya sé que tenía presupuestado no complicarme con la trama pero mi influencia XF no me abandona nunca, jaja... bueno queridas amigas, ideas no faltan.. el tiempo y las ganas a veces si... en fin... gracias nuevamente y espero que todas se encuentren muy bien. Aquí las deja Lady Sakura Lee... un beso. Sayonara.

Lady Sakura Lee

PD: Canción: "Fields of innocence" (Evanescence) Escuchen atentamente esta canción, podrán notar el sonido de las olas del mar de vez en cuando... amo el mar...