((°°°Ninja Crowbotics Presenta°°°))

—¡SHINJI! ¡CUIDADO DETRÁS TUYO! —le gritó Misato al monitor.
Infructuosamente, en realidad. Los enlaces de comunicación ya habían
sido cortados.

((°°°Una Producción 4AM Inducida por la Cafeína°°°))

Un brillante rayo de electricidad salió arqueando de la espalda de la
Eva-01 cuando el cable umbilical se rompió y quedó libre. Un horrendo
rugido surgió de entre las fauces de la Evangelion violeta.

—¡Perdimos todo contacto con el piloto! —exclamó Ritsuko—. ¡Creo
que está inconsciente!

—¡Corten el sexto fusible! ¡Expulsen la cápsula!

—¡Eva-01 no responde! —contestó Ritsuko—. ¡Pero el índice de
sincronía se eleva! ¡No entiendo qué pasa!

—¡Shinji! ¡Quedan cinco minutos de energía! —gritó en vano Misato
por el micrófono, esperando que su voz llegara de alguna manera.
Se volvió hacia el centro de mando.

—¡Manden la Eva-00! ¡AHORA!

El atacante de la Eva-01 estaba ahora en pantalla. Un objeto pequeño,
de color rojo, con forma de alguna clase de animal rabioso. Fustigaba
con una cola parecida a un látigo, impactando la cabeza de la Eva y
rompiendo su armadura.

La Eva soltó otro rugido en tanto un chorro de su sangre rociaba los
edificios de armamento y el suelo en torno a ambos colosos.

Entonces...

Dos manos subieron veloces como el rayo y agarraron la cola del ángel,
sorprendiéndolo. El ángel sibiló de ira, pero no logró zafarse.

Ritsuko tenía los ojos abiertos de par en par.

—Ay, no... —musitó—. Eva-01 está...

—¡Fuera de control!

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¿Shinji el Casanova? ¡UNA SITUACIÓN ALARMANTE!

Por Strike Fiss, 1999
Traducción de Miguel García

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Aviso legal: Si yo fuera el dueño de esto, ¡estarían pagando por
leerlo! Como no tienen que pagar ni un centavo... saquen las cuentas.
Ya saben que no es mío. ¿No es mucho más rico así? Eso pensé.
No se quejen.

Notas: Bueno, ehh, esto es MÁS QUE NADA Lime-Romance/WAFF (¹),
con solo una pizca de todo lo demás. Por los dioses que es
OOC(²). No, espérense, OOC es un término demasiado suave. Pero,
al mismo tiempo, se acerca lo suficiente. He visto representaciones
mucho peores, y no está tan mal para el período de tiempo en cuestión
(algún tiempo después del Beso, y justo antes que la sincronía de
Shinji superara la de Asuka). ADEMÁS, la representación ligeramente
distinta de los personajes es PARTE DE LA HISTORIA, así que váyanse
al carajo.

Críticas y Comentarios: strikef©bigfoot..com

(¹) Nota del traductor: Lime, Lemon y WAFF son categorías de
fanfics. Lime es para fics con un cierto matiz erótico, pero no
explícito. Lemon son aquellos con sexo explícito. WAFF es la sigla de
Warm And Fuzzy Feeling, algo así como "sensación mullida y
abrigadita", usada para designar fanfics románticos.
(²)OOC: Out Of Character, "fuera de personaje», término usado
para indicar que, en mayor o menor grado, la personalidad o carácter
de un personaje no corresponde a aquella del personaje original.

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~ o ~

El nuevo ángel había aparecido hacía solo unas horas. Parecía casi
un murciélago caminante con cuatro patas y una cola larga con un
portentoso aguijón de escorpión en la punta. Era del color de la
sangre, además. Tenía su núcleo en la panza, pero caminaba siempre
demasiado pegado al suelo como para que Shinji se lo destruyera.
Aunque tenía apenas un décimo del tamaño de la Eva-01, estaba
despedazando al arma gigante, de a un tajo por vez. Ni se les había
ocurrido que Shinji necesitaría refuerzos... No hasta que el cable fue
cortado.

—¡YYAAAAAARRGH! —La gigantesca Evangelion se quitó de encima al
ángel de una patada.

Antes que el pequeño ángel pudiera aterrizar y estrellarse en el suelo,
Eva-01 ya estaba arrojándose al ataque de su oponente. ¡TOM TOM
TOM TOM! Cada pisada le hacía avanzar calles enteras de una sola
vez.

—¡iiiiiiii! —El ángel se estrelló al fin contra el centro de un cerro y dejó
de volar. Por desgracia para el diminuto atacante rojo, ese fue el preciso
momento en que Eva-01 pegó el salto y voló hasta el mismo lugar del
cerro, usando al ángel para amortiguar el impacto.

—¡Quedan dos minutos! —gritó Misato por el intercomunicador—.
¡¿DÓNDE ESTÁ REI?!

—¡Va en el ascensor! ¡Treinta segundos! —dijo Maya, operando
furiosamente los controles para enviarle a Shinji su refuerzo.

Eva-01 se levantó del cráter que había dejado; luego, sin la menor
pausa, comenzó a martillear al ángel con sus puños titánicos. El ángel
no tuvo ni una posibilidad contra aquel monstruo hecho por el hombre
mientras este aullaba de cólera... con la sangre aún manándole de la
cabeza.

Maltrecho y tundido, el ángel continuó, no obstante, combatiendo...,
luchando por liberarse del agarre como de concreto de la Evangelion.
Furiosa por que el ángel aún se moviera, la Eva embravecida levantó
al monstruo...

Y empezó a COMÉRSELO.

El personal de control observaba, completamente pasmado, a la Eva-01
sacarle inmensas dentelladas al ángel, desgarrándolo en jirones y
devorando casi toda su carne roja. Un crujido horrendo y estridente
resonó por la ciudad cuando la Eva mordió por fin el núcleo del ángel
y se lo tragó.

Volviéndose hacia el centro de Tokio-3, era casi como si Eva-01 le
sonriera a la cámara mientras el rojo le chorreaba de las fauces. Un
último y triunfante rugido, y las baterías de energía se le agotaron.
Se acuclilló en el suelo y se apagó. Un momento después, la cápsula
de Shinji se eyectó de la cerviz de la Eva y descendió en paracaídas
hasta lugar seguro.

Todos en la sala de control se quedaron en silencio durante un
momento, conmocionados.

—Díganle a Rei que encuentre la cápsula... Que la traiga de inmediato
—dijo Ritsuko en voz baja.

—Bueno... —dijo Misato con una sonrisa, mientras acariciaba
distraídamente su crucifijo—. Al menos ganó.

~ o ~

—¡YyAAAGH!

Shinji se despertó de un salto. Sus ojos se inundaron de inmediato
con la calma luz blanca azulosa de la enfermería. De modo misterioso,
incluso tan adentro del hospital, podía sentir los sonidos de la naturaleza
exterior. Grillos y pájaros calmantes que hacían un tétrico, aunque
relajante zumbido de fondo.

El efecto era en verdad balsámico, y el joven sonrió y dejó caer una
vez más la cabeza en la almohada. La cama estaba más fría que de
costumbre. No tenía la espalda irritada. Debía de llevar inconsciente
solo unas horas, o un día.

Una sonrisa diminuta le apareció al darse cuenta de que esto era
bien parecido a como él había empezado a pilotar Evas. En todo caso,
perder el conocimiento y salirse de control tenía la ventaja de que
uno no recordaba mucho del dolor hasta después. Lo que sí
encontraba perturbador era el sabor del LCL en la boca. Un sabor
cuproso, parecido a la sangre, que él siempre detestaba..., pero al que
se había acostumbrado algún tiempo después del Quinto ángel, o por
ahí.

Pero el sabor le molestaba. Era obvio que le habían hecho un lavado.
Por lo general no despertaba con el LCL en el estómago.

Una enfermera que pasó por su cuarto observó que estaba vivo y
coleando, y le lanzó una sonrisa cálida antes de irse a alertar a Nerv.
Shinji parecía tener un club de admiradoras en el hospital. Se sonrojó
al advertir que le habían cambiado de ropa. Las enfermeras tal vez
soltaban risitas cada vez que lo veían desnudo. Él odiaba esa idea.
Quizá, se prometió, en unos años, empezaría a hacer ejercicio para
no ser tan flaco, pero por ahora, ese hecho le recordaba cada día por
qué las damas de Tokio-3 apenas si lo miraban dos veces...

«¡Para de quejarte!»

Shinji inhaló de súbito, se sentó en la cama y miró en todas direcciones,
en busca de la voz que había dicho aquello.

—¡¿Q-Quién anda ahí?! —cuchicheó.

Ninguna respuesta.

Shinji no veía a nadie, y la puerta no se había abierto.

—¿Asuka? —Frunció el ceño—. Asuka... Si es una broma, no estoy
de humor.

«No es broma —vino la voz de nuevo—. ¡Estoy aquí!».

Ahora Shinji estaba asustado:

—¡AGGH! ¡Ahora oigo cosas! —Se tapó los oídos con las manos—.
¡Genial! ¡Lo único que me faltaba!

La voz suspiró. «Con razón eres tan nervioso».

Shinji se detuvo, con cara de enojo.

—¿Cómo que "con razón"? —preguntó, no encontrando extraño el
hablarle a la nada.

Una risa esta vez.

«Si te lo digo, te vas a alterar, y entonces vas a creer que estás más
loco todavía —dijo la voz con toda calma—. Tal vez deba dejarte
dormir bien una noche antes de continuar esta conversación».

Shinji pestañeó:

—¡Espera! ¡No! Perdón... No era mi intención quejarme...

Ninguna respuesta.

Ese fue el momento en que Asuka y Misato entraron al cuarto. Shinji
estaba de pie en la cama, mirando con gesto acusador a la almohada.

—¡¿De qué estabas hablando?! ¡Quiero saber! —exclamaba con expresión
descontenta—. ¡No te quedes callado! ¡Por favor! ¡Perdón!

No parecía notar que la bata de hospital dejaba que su culo desnudo
asomara a la vista de todo el mundo.

Ambas damas pestañearon. Misato suspiró y dio media vuelta para
salir.

—Voy por el auto.

Asuka fue furiosa hasta Shinji, que todavía le estaba gruñendo a la
almohada:

—¡Baka Shinji! ¡Ponte ropa, degenerado!

Shinji se miró la espalda y por fin notó su bata de hospital. Graznó
algo ininteligible y se sumergió bajo las mantas.

—¡A-A-A-Asuka! —jadeó—. ¡¿Q... Qué haces aquí?! —Tenía la cara
al rojo vivo.

—¡Pues no vine a mirarte tu culo raquítico! —humeó ella, poniéndose
casi tan roja como él. Le arrojó prestamente su ropa—. ¿Vienes o no?

—Perdón...

La muchacha masculló algo en alemán y salió pegando un portazo.

Hubo una pausa larga y tensa. Por fin, la voz volvió.

«Bueno... —dijo con una obvia sonrisa en su cara invisible—. Esto será
bien interesante».

—¿¡De qué estás hablando!? —gruñó Shinji mientras se ponía la ropa—.
¡Eres obra de mi imaginación y nada más!

«Después hablamos», dijo la voz, muy calmada.

No era una mala voz. De un hombre joven. Muy beatífica y relajante.
Igual que los pájaros y los grillos de afuera. Era casi... angelical.

Shinji sintió un escalofrío por la espalda.

~ o ~

Asuka, desde luego, no iba a dejar que el incidente de Shinji gritándole
a su cama de hospital pasara sin comentario. Mientras cenaban con
Misato esa tarde, tenía en la cara una sonrisa muy intimidante.

Shinji no la notaba. Comía su ramen y bebía su agua con la misma
expresión neutra que tenía cuando escuchaba su SDAT.

—¿Shinji?

Él pestañeó, levantando la vista para ver la sonrisa maligna de Asuka.
Arrugó el ceño.

—¿Quisieran quedarse a solas los dos? —continuó la pelirroja.

Él arrugó el ceño el doble. —¿Qué?

—Bueno, es obvio que tú y los fideos están discutiendo algo muy
importante —dijo Asuka con cara notablemente seria—. ¿Quisieran
quedarse a solas los d...?

Shinji se levantó y se retiró. Misato, que había estado gratamente
borracha con su cerveza de después de la cerveza de después de la
cena, por fin notó la ausencia de Shinji y pestañeó.

—¿Qué le pasa a Shinji? —preguntó.

¡BLAM!, sonó un portazo.

Asuka, sin piedad, empezó a desternillarse a carcajadas.

Misato, empero, tenía una expresión preocupada. Asuka notó esto.

—¡¿Qué?!

—Su Eva se salió de control hoy —dijo la mujer mayor, con imágenes de la
sangre aún frescas en su mente—. No fue nada bonito...

Asuka le dirigió una mirada, como esperando que su apoderada comenzara
a reírse en cualquier momento. Pero esta nunca rió.

—¿En serio? ¿Baka Shinji? —regañó entre dientes y volvió la atención a
su ramen—. Nadie arma tanta alharaca cuando yo hago pedazos a un
ángel. Tal vez tenga que cambiarme el nombre a Shinji Segunda para que
me pongan un poco de atención...

Misato se puso de pie, azotó sin ninguna ceremonia la mesa con su lata
de cerveza, y luego se fue a su respectiva habitación.

—Te quejas demasiado —dijo.

—¿Para qué me tomo la molestia? —suspiró Asuka.

En el fondo, no obstante, quería pegarse ella misma. Si Shinji de verdad
había tenido un mal día...

—¿Para qué me tomo la molestia...?

~ o ~

Para variar un poco, Shinji puso una cinta nueva en su SDAT y presionó
play. Esta era su cinta "Shinji triste-triste». Parte Dos. La primera cinta
hacía mucho que se había desgastado. Siempre la escuchaba cuando,
por algún motivo, se sentía peor y más bajo que una porquería.

Esa cinta había estado acumulando mucho kilometraje desde que Asuka
había llegado a vivir allí.

Y no por las razones que uno pudiera creer.

Estaba acostado sobre las mantas, todavía vestido mientras una ópera
triste, profunda, sonaba en el fondo de su mente.

«¡Hombre, por DIOS!».

Shinji casi gritó al volver a oír la voz. Era clara, incluso por entre
la música.

—¡¿Q... Qué eres?! —cuchicheó, sintiendo el corazón a toda carrera.

«En un segundo hablamos de eso —contestó la voz con un carraspeo—.
Pero, ¿puedes POR FAVOR cambiar la música? ¡Con razón todos piensan
que eres un inadaptado! ¡Por favor! ¿'Shinji triste-triste' número dos?
¿Tenías que hacerle una continuación?».

—¡Yo no soy inadaptado! —cuchicheó Shinji en respuesta, esperando
que su discusión no se oyera desde el pasillo—. ¿¡Quién eres!?

«No te voy a decir nada hasta que pongas algo mejor —dijo la voz, más
severa ahora—. Me encanta la ópera tanto como a cualquiera, pero tú la
escuchas DEMASIADO».

Shinji se sintió muy ofendido:

—¡Cómo no! —sacó la sinta de su SDAT y estiró la mano hasta la mesa
de noche en busca de otra—. ¿Qué te gustaría A TI entonces?

«Pues, un Barry White o tal vez Fiona Apple sería estupendo», contestó
alegremente la voz.

—Tengo jazz. ¿Te parece? —contestó Shinji, con la voz rezumando
sarcasmo. Puso la cinta y presionó play.

«Ahh, eso sí es bueno. Mucho mejor —dijo radiante la voz en su cabeza—.
¿Pero que no es Ray Charles? Los muchachos de hoy en día ya no escuchan
a los clásicos. Te felicito».

—Gracias —refunfuñó Shinji—. Te puedes quedar durante la canción, pero
después de eso salte de mi cabeza.

Hubo una pausa breve.

«No es tan fácil —dijo la voz quedamente—. Sucede que estoy como
atrapado aquí dentro».

Los ojos de Shinji se abrieron de par en par:

—¿Qué? —respiró hondo, tratando de mantener la calma—. ¿Quién eres?
¡¿QUÉ eres?!

«Ah, vamos... Yo sé que eres inteligente, Shinji —suspiró la voz—.
¿Recuerdas tu pelea con el ángel de esta mañana?».

—No —contestó Shinji rápidamente—. No mucho. Salió de la nada y
empezó a...

Se detuvo.

—Tú... eres... —empezó.

«Yo soy ese ángel», contestó la voz.

—¡Mamámamámamámamá...!

«¡CÁLMATE, SHINJI! —exclamó el ángel. Shinji se detuvo—. Así está
mejor —suspiró—. Sí, yo soy el ángel con el que peleaste hoy. Aunque
debo decir que creo haber sufrido mucho más que tú».

—¿Q...?

«¡Tú me COMISTE, Shinji! —contestó iracundo el ángel—. Digo... ¡POR
FAVOR! ¿Quién se COME a su oponente? ¡Yo nada más me estaba
divirtiendo! Todos mis hermanos más grandes se quejaban de que las
Evangelion eran un estorbo, y decidí ver cuál era tanto el escándalo.
¡No te iba a matar! Te iba a zamarrear un poquito, nada más —rezongó—.
¡Pero NO! ¡¿TENÍAS que salirte de tus casillas y COMERME?!».

Shinji estaba en silencio.

—¡Pe... Perdón! Es que nosotros no sabíamos que solo estabas jugando...
Y... Bueno... Me desmayé y mi Eva se descontroló.

«¿Sabes? Ella tiene razón —dijo la voz, esta vez mucho más contenta—.
Te disculpas demasiado. Supongo que no debí haberte perforado el
cráneo. Es de mala educación. A lo mejor por eso te sulfuraste».

—Eeeh, descuida... —dijo Shinji con una gota de sudor enorme
formándosele en la cabeza—. Entonces... ¿Te comí? ¿Por eso no puedes
salir?

«Así parece —contestó el ángel—. Tu Eva... Bonito nombre, por cierto...,
me comió, pero como tú eras el piloto, la parte de mí que sigue con
vida fue... digerida... por tu mente».

Shinji asintió. Sonaba como algo que Ritsuko andaría parloteando.

—Ya...

«Así que, con suerte, todo lo que hay que hacer es esperar a que yo
pase por tu organismo y salga, y me pueda volver donde mis hermanos,
y tú puedas volver a estar solo —dijo el ángel—. Pero, mientras tanto,
la verdad es que tu cerebro es bien cómodo».

—¿Entonces no te vas a apoderar de mi mente, y no vas tratar de
destruir a la raza humana? —inquirió Shinji, relajándose notablemente—.
Y... Eeh... ¿Cómo te digo? ¿Don ángel?

«Bueno, en realidad, no soy del todo ángel —contestó la voz—. Solo
mis hermanos son lo que ustedes llaman ángeles. Yo soy un Querubín
—dijo con orgullo—. Y me llamo Cupido».

Shinji casi se cayó de la cama.

—¡¿C-C-CUPIDO?!

«¿Perdón? ¿Habías oído hablar de mí? —rió la voz calmada y feliz de
Cupido—. Así es, el único e inigualable. ¡El Querubín del AMUORE!
—declaró orgulloso—. Y Shinji, mi muchacho, ¡estás de suerte!».

Los ojos del muchacho se abrieron de par en par.

—¿C.. Cómo de suerte?

«Sé que solo tenemos unos dos días —dijo Cupido—. Y la consciencia
no me dejaría irme sin indemnizarte por todo esto. Me siento mal por
causar tantas molestias».

—No... En serio... No importa —musitó Shinji—. Nada más diles a tus
hermanos que dejen de atacar.

«No puedo, lamentablemente —suspiró Cupido—. Si de mí dependiera,
dejaría que todos disfrutaran la vida y el amor. Pero yo no soy más que
un Querubín. Por lo general no nos toman el parecer. Tal vez es bueno
que ataquen a los humanos. Tal vez no. Yo personalmente no lo sé, y
no puedo detener a los otros».

—Ah —suspiró Shinji—. Bueno, en pedir no hay engaño, dicen...

«Lo que sí puedo hacer —continuó Cupido—... es darte algo que te
ha faltado toda tu vida, Shinji. Desde que murió tu mamá. Algo que,
incluso en situaciones que harían llorar de felicidad a hombres adultos,
todavía te elude».

Los ojos de Shinji se agrandaron.

«Una oportunidad de encontrar amor», declaró Cupido simplemente.
La voz era sincera y directa.

El ánimo del joven Ikari amenazó con adentrarse aún más en el
desespero.

—Incluso si eres Cupido, dudo que puedas —murmuró con un hilo de voz.

Cupido no dijo nada durante largo rato. Juntos, escucharon a Ray Charles
cantar en el fondo del cerebro compartido por los dos.

«Shinji... —dijo Cupido, despacio—. Yo no puedo crear el Amor. Solo tú y
otra persona más pueden. Pero, SÍ te puedo dar la oportunidad de
encontrarlo».

—Hmff —suspiró Shinji—. Tal vez después del Décimo Impacto, voy a
tener la oportunidad de encontrar amor.

«Puedo al menos encamarte con alguien».

Shinji casi se ahogó en su propia sangre cuando ésta amenazó con
brotarle de la nariz.

—¿Q-QUÉ?

Cupido reía. «Perdón... Perdón... Me disculpo. Solo bromeaba. —Hizo una
pausa—. Aunque... si de verdad quieres saltarte todo eso del Amor, quizás
pueda armar algo para una solución más inmediata».

—¡Eso es MORBOSO! —contestó Shinji, apretándose la nariz—. ¡Yo no
quiero ESO! —se detuvo—. Eeh... Bueno, ¡al menos no sin la parte del
Amor primero!

«No te preocupes, Ikari —dijo Cupido con felicidad—. Ya sé que no eres un
degenerado. En realidad, estás por debajo del promedio para un muchacho
de tu edad. De verdad que no puedo entender por qué Asuka machaca
siempre con eso».

—No metas a Asuka en esto —dijo Shinji, poniéndose serio.

Cupido pareció asentir. «Usted manda, jefe».

—Además —murmuró Shinji—. De verdad no veo qué podrías hacer desde
dentro de mi cabeza.

«Ah, hombre de poca fe», sonrió Cupido.

Shinji sintió un hormigueo tibio recorrerle el cuerpo.

—¿Y eso qué fue?

~ o ~

Al otro lado del pasillo y un poco hacia la izquierda, Misato estaba
tratando de concentrarse en un informe de sincronía, pero ello le
pareció imposible de hacer sin primero otro trago de cerveza. Sin
embargo, en el momento en que bajó la cerveza, sintió un hormigueo
tibio atravesarle el cuerpo. El corazón se le atoró en la garganta por un
momento, y, cuando por fin continuó, estaba sonrojada.

Se dio cuenta de por qué estaba sonrojada. Su dedo había estado
acariciando distraídamente el papel, justo donde estaba escrito el
nombre de Ikari Shinji. Su mente no dejaba de recordar la cena, donde
ella le había visto esos ojos tristes y pensativos; tratando de revivir los
recuerdos del combate de ese día. Misato no dejaba de desear poder
protegerlo de todos esos recuerdos.

—Ay, Shinji... —suspiró.

Casi de inmediato, se tapó la boca con las manos.

—¡Qué estoy HACIENDO?! —jadeó por lo bajo.

Pero por mucho que lo intentara, no podía sino pensar en lo alto que
él se estaba poniendo... y la manera como se había marchado enfadado
a su cuarto. Tan suave y reflexivo, incluso ante los constantes abusos
de Asuka.

—Bueno, sí tiene buen traste... —susurró para sí, ya sin sujetarse la
mandíbula. No era que no hubiese pensado en... eso... antes. Sus
edades eran un poco extremas, pero ella había sabido de casos peores.
Y... él era tierno... Y era un héroe... Y... muy besable...

Reuniendo toda su decisión, y toda la cerveza de un solo trago, Misato
se encaminó a la puerta.

~ o ~

Antes de que Shinji pudiera cuestionar lo que Cupido había dicho, se
oyó un suave llamado en la puerta.

—¿S-Sí? —respondió, quitándose los audífonos de los oídos.

—¿Shinji-kun? —llegó la voz queda de Misato. La luz del pasillo se coló
por la puerta al abrirse un tanto—. ¿Estás despierto?

De inmediato, Shinji sintió algo en el aire. ¿Shinji-kun?

—¿Ah...?

No tuvo la oportunidad de decir mucho más. Misato estaba allí,
cerrando la puerta por dentro. En la suave luz azul de la medianoche,
ella avanzó hasta el borde de la cama y se sentó junto a él, casi
resbalándose del colchón.

—Pe... Perdón..., estoy un poco ebria —dijo, obviamente avergonzada.

Los ojos de Shinji se agrandaron imposiblemente. ¿Misato pidiendo
perdón por estar ebria?

—N... No importa, M-Misato-san —contestó nerviosamente.

Ella sonrió. No era una de sus deslumbrantes sonrisas mata-hombres.
Era una sonrisa sincera, ciento por ciento Misato. Shinji encontró
imposible el respirar. Ella notó su mirada, y apartó la vista,
sonrojándose.

—Yo... quería decirte algo hoy.

Él asintió débilmente, pero no dijo nada.

—Pareciera que... me hace falta decirlo... cada vez que te veo casi
morir allá fuera —dijo ella tristemente—. Quiero decirte lo orgullosa
que estoy de ti. Lo mucho que... atesoro conocerte..., aunque seas solo
un niñito —su mano vino a descansar suavemente en el muslo de él.

Shinji pudo respirar con un jadeo, pero se le volvió a atorar cuando
sintió la tibieza del tacto de ella.

Misato continuó, no obstante:

—Quería decirte que no eres un cobarde, y que no eres un depravado
—dijo con una lágrima rodándole por la cara—. No hagas caso de lo que
te diga Asuka. No es cierto.

—¿Misato...? —susurró el muchacho. Este era un lado de ella que él
nunca había creído que existiera. No sabía ni cómo clasificarlo. Era
triste... pero... tan franco y verdadero.

Ella se volvió hacia él con un pequeño sorbeteo:

—Shinji... Yo solo te quiero decir...

Antes de que Shinji supiera que pasó, ella se le acercó y puso sus
labios contra los de él. Él estaba, por falta de un término mejor,
paralizado. Abrió un tanto la boca para protestar, pero solo la encontró
a ella haciendo lo mismo. Ella era muy dulce. Sí. Incluso con toda la
cerveza que había estado bebiendo, ella sabía a dulce. Suave. Húmeda.
Era como llevarse a la boca el más invitante pastel de chocolate que
pudiera imaginarse. Al mismo tiempo, podía casi saborear algo salado.
Una lágrima. Esto no era solo un descontrol causado por el alcohol...
Esto contenía emoción verdadera.

Los ojos de ella se abrieron para encontrar los de él abiertos también...,
aunque de sorpresa. Ella se le apartó suavemente. Ninguno de los dos
tenía palabras.

—Nada más quería darte las gracias... —susurró ella, luego se puso de
pie, temblorosa, y caminó a la puerta.

Misato tuvo que combatir el impulso de quedarse, pero sabía que aquello
estaría mal. De algún modo, incluso con el alcohol y los sentimientos
que sabía ya estaban allí, no era suficiente para justificar el que ella se
quedara más tiempo.

—B... Buenas noches, Shinji-kun —susurró, luego cerró la puerta al salir.

~ o ~

Hubo una pausa larga... LARGA. Shinji no hizo más que quedarse allí
sentado, escuchando apagarse a Ray Charles, luego volver en la forma
de otra canción. No se atrevió a moverse. No durante mucho rato. Con el
corazón galopando al máximo y la mente hecha un borrón.

Cupido habló por fin cuando supuso que Shinji ya había tenido tiempo
suficiente para asimilar la información.

«Yo puedo ayudarte, Shinji. ¿Me crees ahora?».

—¿M-Misato? —dijo él con voz débil.

«Ella de verdad te quiere, Shinji. No chorreando pasión ni como a un
alma gemela, pero también un poco más que solo como una tutora.
Yo no hice más que ayudarla a ver lo mucho que deseaba besarte —afirmó
Cupido con voz suave—. Eso hago. Les muestro a las personas lo que
normalmente tratan de ignorar en su empeño por dejar de ver el amor y
la amistad».

—¿Tú la obligaste a hacer eso? —demandó Shinji—. ¿Eso hiciste?

«No, Shinji —suspiró Cupido—. Yo no obligo a las personas a amar. Les
muestro la verdad, eso es todo».

Una idea le cayó a Shinji:

—¿En serio? ¿Puedes hacer eso?

Cupido rió suavemente.

«Acabo de hacerlo, ¿no?».

—¿Puedes... Puedes hacer que yo...? —Shinji se detuvo, buscando las
palabras adecuadas—. ¿Me puedes enseñar? ¿Cómo poder lograrlo por
mí mismo?

«Sí —dijo Cupido—. Te voy a enseñar lo que necesitas para encontrar
el amor. Amor de verdad, además. No solo la cosa que les meten a la
gente en las novelas rosa. Amor que está predestinado y que es de verdad.
Amor que se siente en cada fibra física y emocional. Te voy a enseñar
cómo superar todo el odio y la soledad de tu vida».

—¿Por qué? —preguntó Shinji de repente—. ¿Por qué me ayudas?

Una pausa larga, pensativa.

«Porque, si a alguien le hace falta... es a ti».

Una gran gota de sudor apareció en la cabeza de Shinji Ikari.

«Buenas noches, Shinji —dijo Cupido, sonando distante—. Duerme bien,
y guarda ese beso cerca del corazón. Sé que ella también significa mucho
para ti».

Por fin, Shinji fue dejado a solas.

Se llevó una mano a los labios... y podía aún sentir el beso. Por esa
noche, la noche entera, las pesadillas no pudieron tocarlo.

~ o ~

Asuka despertó temprano para variar. Algo que no podía identificar
bien había estado arañando toda la noche su capacidad para dormir. No
le dio importancia, clasificándolo como fideos ramen malos de la noche
anterior.

Su enfurruñado rostro matutino saludó a Misato, que salía de su cuarto
con una cara de resaca igual de poco grata.

—Bhs'días —carraspeó la mujer.

—¿De nuevo? —suspiró Asuka, como si debiera preguntarlo, tirándole
una cerveza.

—Espérate... —suspiró Misato, luego quitó la lengüeta y echó hacia
atrás la cabeza cuando la lata llegó a sus labios.

Asuka observó con asombro a Misato literalmente verterse la cerveza
garganta abajo. Ni siquiera tragaba, a juzgar por la inmovilidad de
su cuello. Sencillamente dejaba que le cayera directo al estómago.

—Ahhhhhhhhhh, ahora sí... —declaró Misato al terminar.

—¿Mala noche? —inquirió Asuka, pestañeando. Incluso después de su
acostumbrada cerveza matinal, Misato tenía un aspecto horrible. Algo de
grave importancia le preocupaba, o, más probablemente, sufría un caso
leve de intoxicación etílica.

—Mmm —Misato sonrió de pronto—. No... Es que... —empezó, y la cara
se le derrumbó de nuevo—. Sí... Un poco mala.

Se desplazó hasta el aparador y sacó una bolsa de palomitas sabor a
queso para engullirlas.

A Asuka no le gustaba nada esto. Misato se estaba comportando muy
extraña.

—Bueno, voy a despertar a Shinji para que nos haga el desayuno
—dijo, poniéndose en pie.

Shinji apareció, empero, por el recodo del pasillo, luciendo una sonrisa
y el pelo húmedo por el baño.

—¡Buenos días! —dijo, radiante.

Misato casi tosió las palomitas. —Mmmmf, eeh... Buenos días, Shinji.
¿Dormiste bien?

Las dos cejas de Asuka colisionaron. Algo andaba muy mal. Shinji
estaba demasiado... ¿contento? ¿Y Misato? ¿Estaba nerviosa? Mientras
Shinji entraba a la cocina para empezar a preparar el almuerzo suyo
y de Asuka para el colegio, esta se acercó a la mujer mayor y se
inclinó hacia ella.

—¿Puedo preguntarte algo de Shinji?

—Eeeh... —Misato se sonrojó de pronto—. ¿Dime?

—¡¿Lo pillaste masturbándose en la ducha?!

Esta vez, Misato SÍ tosió las palomitas.

—¡¿C-CÓMO?!

—Apuesto que sí —gruñó Asuka—. ¡Puaj! ¡No puedo creer que viva en
la misma CIUDAD que ese hentai cochino!

—¡No! —dijo Misato, sacudiéndose por fin las migas de la camiseta—.
¡No fue NADA de eso! Es... Es que tuve un sueño extraño —mintió.

Asuka pestañeó, luego puso cara de enojo. Luego, por último, fue
hasta la mesa y se sentó.

—A que se la estaba meneando. Incluso si nadie lo sorprendió. Anda
demasiado contento.

Misato decidió revertir la situación.

—¿Tú crees? —preguntó, y sonrió para sí.

—Sí —asintió Asuka firmemente—. Baka Shinji...

—A que te gustó pensarlo —dijo Misato, cuchicheando al oído de Asuka
por sobre el hombro de ésta—. Mmm... —arrulló—. Un Shinji Ikari
humeante, húmedo, y duro...

Los ojos de Asuka se abrieron de par en par al entrarle forzozamente
en la cabeza dicha imagen mental.

—¡QUÉ! ¡NO! ¡NO PENSÉ ESO!

Misato contestó simplemente sonriéndole a Asuka con su mejor sonrisa
fogosa.

Un humeante, desnudo y húmedo Shinji le hacía señas a la imaginación
de Asuka, para luego tirarle un beso, antes de volver a poner mano a la
obra [perdón por la metáfora].

—¡POR DIOS! —exclamó Asuka, escapando a su cuarto, sin atreverse
a mirar a Shinji a la cara al traer este el desayuno desde la cocina—.
¡LOS DOS SON UNOS HENTAI!

Cupido rió para sí. «Pero qué ameno».

Shinji ignoró a la voz y se sentó frente a Misato.

—¿Qué pasó? —le preguntó el muchacho.

A solas con Shinji, Misato por fin recordó por qué le había costado
tanto dormir.

—Shinji... —dijo en voz baja—...perdóname si hice alguna idiotez
anoche.

Shinji negó con la cabeza. —Misato...

Ella suspiró y se cubrió la cara con las manos.

—No debí haber estado tan ebria cuando te fui a ver. Yo no quería
abochornarte..., nada más quería agradecerte... y...

«Shinji... Ahora», dijo calladamente la voz de Cupido.

Si bien Shinji normalmente hubiera estado colorado y temeroso de
moverse, la guía de su nuevo amigo bastó para cambiar aquello. Se
levantó, se arrodilló junto a Misato, y le pasó una mano por el pelo.

Misato estaba en silencio. Se quitó las manos de la cara para ver a
Shinji sonriéndole con calidez.

—No te preocupes —dijo el muchacho. Con eso, se inclinó y le dio un
beso suave en la mejilla—. Yo también quería darte las gracias.

Los ojos de ella amenazaron con dar paso a las lágrimas. Se limitó a
sonreír y asentir con la cabeza, tratando de componerse.

—Shinji... Puede que no lo creas, pero te estás convirtiendo en todo
un encanto —dijo cálidamente—. Voy a tener que controlarme cuando
esté cerca de ti.

Shinji no pudo sino sentirse muchísimo mejor. Obra o no de Cupido,
esto era muy agradable. Mucho más de lo normal. Él siempre había
querido darle las gracias a Misato, pero los dos eran siempre tan
distintos. Nunca podía conectar lo suficiente con Misato como para
tener un momento de sinceridad con ella. Misato había sido siempre
una presencia física... y Shinji siempre una presencia mental. Shinji
necesitó un pequeño impulso para comprender aquello.

«No hay de qué», dijo Cupido de repente, leyendo el agradecimiento
de Shinji.

—Descuida, Misato —dijo él, volviendo a su asiento—. A fin de cuentas,
no quiero poner celoso a Pen-Pen.

Misato estuvo a punto de decir "¿qué DIABLOS?", pero entonces vio la
mirada en los ojos de él y se rió. Shinji se le unió un segundo después.

~ o ~

Asuka, no obstante, estaba humeando de rabia. ¿Se estaban RIENDO?
Podía oírlos afuera.

—Grr... ¡A que se están riendo de mí! —puchereó—. Maldito Shinji y su
húmedo y duro... ¡NO! ¡Salte de mi cabeza! —suspiró, golpeándose las
sienes con las palmas.

Sintió algo tibio atravesarle el cuerpo. Aunque eso no era obra de Cupido.
Asuka terminó abandonando la lucha y suspiró, sacudiendo la cabeza.

—Bueno... Una fantasía cortita antes del colegio... —susurró para sí,
recostándose en la cama y cerrando los ojos.

En su mente, un Shinji Ikari desnudo y sonriente le hacía señas, con los
genitales cubiertos solo por un oportuno arcoiris, hábilmente dispuesto,
causado por el vapor de la ducha.

De pronto, desapareció el arcoiris. ESO fue obra de Cupido. Asuka sintió
la cara ponérsele más roja.

—Ay, cielos... —sintió bastante más que la cara ponérsele al rojo—. Ay,
cielos...

~ o ~

Mientras Misato los llevaba en el coche a la escuela, Asuka, mirando por
la ventana, tenía una extraña expresión de ensueño en el rostro.

~ o ~

En la escuela, Shinji se encontró aburrido como de costumbre. No
obstante, hoy era mucho más llevadero. Tenía a Cupido para charlar.
Aunque no podía hablar alto en clase, estaba aprendiendo a concentrar
sus pensamientos para que su compañero craneano pudiera entenderlos
como palabras.

«Entonces... —"dijo" Shinji—. ¿Dices que puedes saltar de una mente
a otra?».

«No. Puedo echar pequeños vistazos, nada más —contestó Cupido—.
Es porque puedo estar en un solo lugar. En este momento, por causa
del apetito de tu Eva...»

«Perdón...»

«¡Tranquilo, amigo mío! ¡Con una buena noche de descanso, todo está
olvidado! —contestó Cupido alegremente—. Pero todavía puedo usar
algunos de mis poderes. Aunque no me puedo mover mucho hasta que
elimines un poco de excremento en la letrina psicológica».

«Y, ¿qué poderes no tienes ahora?».

Shinji se sentía curioso. Incluso si este era un tipo distinto de ángel,
cualquier información podía ser buena para los combates venideros.

«Bueno, casi todos los ángeles pueden incinerar cosas —dijo Cupido—.
Hasta yo puedo. Aunque algunos trucos son más bonitos que otros.
Puedo hacer que la gente se combustione espontáneamente, mientras
que otros pueden hacer caer azufre incandescente del cielo, así que
yo prefiero la combustión».

«¡Debe ser divertido para ir de campamento!». Shinji se rió por lo bajo.
Unos cuantos lo quedaron viendo, preguntándose por qué se estaría
riendo, pero regresaron la vista al pizarrón cuando el joven Ikari les
lanzó su Mirada del Terror. El hecho de que usara esa mirada en
rarísimas ocasiones produjo un rápido efecto.

«Ahh, hora de trabajar, mi humano amigo —dijo Cupido—. Mira a tu
derecha. Junto a la ventana».

Shinji, curioso, volvió un poco la cabeza y no vio nada fuera de lo normal.

«Ella».

«¿Rei? —Shinji pestañeó. Se sonrojó un tanto—. ¿Qué pasa con ella?
¿No la vas a hacer que me bese, o sí?».

Cupido puso tono de escandalizado. «¿De DÓNDE sacaste esa idea?
—rió—. No, Rei no, me temo. Un beso de ella requeriría considerable
manipulación, y lo más probable es que mucha gente se aterrorice».

«Bien, me alegro —pensó Shinji—. Pero ¿por qué la mencionaste?».

«Ya verás», dijo Cupido crípticamente, haciendo que otra onda tibia
pasara por el cuerpo de Shinji.

~ o ~

La mente de Rei por lo general no difería mucho de su semblante
exterior mientras estaba en el colegio. Calmada, callada, enigmática
y, por sobre todo, concentrada en lo que le diese la regalada gana.
Todo lo que ella necesitaría saber durante el resto de su vida había
sido ya introducido en su mente durante sus primeros años en Nerv.
Muy literalmente, podía saltarse todas las clases, y aun así saber más
de Segundo Impacto y del estado de la humanidad que el sensei.

De modo que eso era exactamente lo que hacía. Sus pensamientos
estaban enfocados generalmente en los pintorescos terrenos del
colegio. Los pensamientos se centraban en: "Mmm, bonito árbol.
El cielo está muy bello hoy. Pájaro. Perro pequeño. Brisa suave".

Naturalmente, cuando sintió su cuerpo acalorarse por un momento,
no le prestó mayor atención. Era quizá solo una falla en el sistema
de calefacción del colegio. Eso era común debido a todos los ataques
de ángeles. Pero nada pudo explicar por qué repentina, inexplicablemente,
se le vino la siguiente idea a la mente:

«Habla con Shinji».

¿Hablar con Shinji? ¿Por qué le había venido esa idea a la cabeza?
Apartó la vista de la ventana y miró en dirección a Shinji, que
trataba de disimular el estarla mirando.

«Habla con Shinji», repitió el pensamiento.

Rei se aterrorizó. "¡¿De qué le hablo?!", le preguntó a su cerebro.
Empezó a sudar.

Su cerebro exclamó de espanto, luego luchó por encontrar un tema
de conversación. «Eeeh... Háblale a Shinji de... ¡Aviones de papel!»

~ o ~

«¡Shinji! ¡Rápido! —acezó Cupido—. ¡Ponte a hacer un avión de papel!».

Shinji casi saltó del asiento, pero consiguió mantener la calma y sacar
una hoja de papel.

«¡No sé hacer!», jadeó, inseguro de dónde plegar.

Cupido masculló algo entre dientes.

«¡Shinji! ¡Al menos FINGE hacer uno! ¡Dóblala por la mitad primero!
¡Después las puntas de arriba!»

~ o ~

Rei se relajó notablemente cuando vio al joven Ikari sacar una hoja de
papel y empezar a plegar. Estaba sentada a solo un pupitre del de él, y
quizá pudiera hablarle sin que el sensei los oyera.

—Ikari —dijo suavemente.

Este se dio vuelta, notando por fin que Rei lo miraba directamente.
Sus ojos... ¿brillaban? Por un momento, el muchacho recordó lo
bellísima que era la Primera Elegida.

—Eeeh... Aah... ¿Rei? —contestó en un cuchicheo.

Unos cuantos alumnos cerca de ellos notaron que Rei de verdad estaba
hablando, y de inmediato se desmayaron de conmoción mental.

—¿Estás haciendo un avión de papel? —preguntó ella en voz baja. Su
mirada bajó al papel que Shinji tenía en los dedos, y este podía jurar
haberle visto los labios casi doblados hacia arriba en una sonrisa.

—S... Sí —asintió Shinji—. Pero... no me quedan muy bien —reconoció.

La última vez que había hecho un avión de papel, este había volado
durante tres segundos y luego caído en picada a la avena de su padre.
Había sido hacía mucho tiempo.

Rei, comparada a como era normalmente, estaba casi exultante:

—¿Puedo? —señaló el papel.

Shinji no tenía idea de por qué a Rei le interesaban tanto los aviones
de papel. Tal vez normalmente no le interesaban, sino que era Cupido
quien la incitaba a experimentar esa fascinación por ellos. Sonrió con
calidez y asintió.

—¡Por supuesto!

Aún más alumnos comenzaron a desmayarse al ver que Rei continuaba
haciendo algo más que mirar por la ventana.

—¡AAAGH! ¡ES EL FIN DEL MUNDO! —gritó alguien, pero fue ignorado.

Para Asuka no pasó desapercibida esta súbita actividad de Ayanami, y
le mortificaba el verla hablando con Shinji. "¡¿Está hablando?! ¿La Niña
Maravilla está HABLANDO?".

Los ojos de la pelirroja se agrandaron casi tanto como los de Shinji
cuando Rei se estiró hacia el puesto de él... Pero en lugar de llevar
la hoja hasta su respectivo pupitre, empezó a guiarle las manos con las
suyas. Otro detalle añadido por Cupido.

—Así... —dijo Rei, guiando los dedos del muchacho.

Pese a estar lo bastante cerca para oler el champú de Rei, Shinji se
obligó calmarse y a concentrarse en la presente situación. Cupido
parecía tener un efecto calmante y tranquilizador en Shinji. Todos los
que ya no se habían desmayado debido a la actividad de Rei miraban
incansablemente a Shinji, sentado allí analizando con ella los méritos
de cada pliegue, como si las manos de los dos ni siquiera se estuviesen
tocando.

Rei también disfrutaba bastante a fondo de la experiencia. Su rostro
calmo y neutro estaba al borde de una sonrisa. No solo una sonrisa
apretada o una comisura doblada hacia arriba, sino una sonrisa hecha
y derecha. Con dientes. Con mejillas.

—Bien, ahora dobla aquí —dijo en voz baja, aún sin ser oída por el
profesor—. Dala vuelta, y dobla las alas.

Shinji terminó el avión de papel y lo alzó a la vista. ¡Era bellísimo!
Una extraña especie de diseño aerodinámico, con alas que formaban
capas sobre sí mismas. Casi parecía una obra de arte..., no un avión.
El muchacho temía arrojarlo, que se arrugara contra la pared.

—¿Vuela? —preguntó, pasando los dedos por los bordes aguzados.

Cuando se volvió hacia Rei, ella sonreía:

—Solo una forma de saber —contestó suavemente.

El timbre de la hora de almuerzo sonó de pronto, haciéndolos saltar
a todos. Casi toda la clase había estado contemplando a Rei, quien,
por vez primera desde que había llegado a ese colegio, tenía una
hermosa... No... DESPAMPANANTE sonrisa en los labios. Su rincón
del aula parecía el doble de luminoso. Los muchachos de la clase se
negaban a pestañear, absortos en su belleza. Los más fuertes, que
pudieron sustraerse, simplemente estaban boquiabiertos ante el
sorprendente, cuasi divino Shinji Ikari, y su condición como el hombre
más afortunado del planeta. Las damas de la clase, aunque asombradas
con el cambio de Rei, murmuraban también de Shinji..., el hombre que
había hecho a Rei sonreír así.

El sensei, que esperaba que la clase entera se hubiera ido para cuando
se diera vuelta al oír el timbre del almuerzo, vio que estaban todos en
sus asientos.

—¡ÉJEM! —dijo el veterano—. ¿Quieren que continúe con la clase? ¿O
prefieren comer?

Pese a los asombrosos eventos, nadie estaba dispuesto a perderse
el almuerzo, y se apresuraron a la cafetería.

—Vamos —le dijo Shinji a Rei—. Veamos qué tal vuela —propuso,
señalando la ventana con la cabeza.

Rei había perdido la sonrisa, pero aún parecía muy entusiasmada:

—Sí. Si lo lanzamos a la brisa debería volar bien.

Salieron juntos de la clase.

Asuka estaba sentada en su puesto, todavía pestañeando.

—¡Estoy en el infierno! —jadeó—. ¡Esa es la única explicación! ¡Me
morí en el último ataque de ángel y me fui al INFIERNO!

Tenía el cerebro hecho un torbellino... No debido a ninguna influencia
de Cupido, tampoco. Su mente al fin había digerido las imágenes
pertubadoramente eróticas de Shinji de esa mañana, pero ahora,
esas imágenes eran reemplazadas por Rei tocándole las manos.

¡Y él ni había chistado! ¡Había dejado que esa... NIÑA MARAVILLA
fuera y... lo manoseara entero! ¡Para Rei eso era el equivalente de
arrodillarse y bajarle los pantalones! ¡Y los dos parecían tan contentos!
¡Solo por jugar con papel!

Por un momento único, breve, Asuka Langley se sintió celosa. No...
No celosa. Enferma de celos. En silencio extrajo su celular y llamó a
Misato.

—Me... —aseveró de repente—. No me siento muy bien... Me voy a
casa.

La voz de Misato se oía preocupada:

—Te mando a seguridad para que te recoja.

—No... —dijo Asuka a media voz—. Puedo caminar...

Una pausa larga. —Bueno... Llama si necesitas algo...

La pelirroja se puso en pie insensiblemente, luego salió del aula con
una expresión de desconcierto.

~ o ~

Con lanzamiento breve, grácil, el avión de Rei abandonó sus dedos
y surcó el aire. Shinji vio con asombro su vuelo sostenido y apacible.

—¡Rei! ¿Dónde aprendiste a hacerlos? —dijo asombrado cuando por
fin el avión se posó en el suelo, muy lejos de allí—. ¡Voló magnífico!

Rei estaba sonrojada al ir a recuperar su creación.

—No te va a gustar mi respuesta —dijo en voz suave. Todo en ella
parecía suave. Delicado. Elegante.

Shinji por fin vio a través de las máscaras y la calma de la muchacha...
para encontrar a una joven extraordinaria, bellísima. Indicó una
negativa con la cabeza.

—¡Por favor, me gustaría saber!

—Con el Comandante Ikari —dijo Rei con los ojos bajos. El ánimo de
Shinji se ensombreció un tanto, pero por una vez, pareció ser capaz
de rechazar aquellas ideas—. ¿No estás enfadado?

—No cuando estoy contigo —admitió Shinji con calidez.

Cupido, aunque en silencio para no distraer a su joven amigo humano,
parecía bastante contento. Shinji podía sentir una sonrisa en el fondo
de la mente.

—¿Ikari? —dijo Rei de pronto.

—¿Dime?

Ella se le acercó, examaninándolo con sus ojos rojos. Shinji se sentía
muy incómodo mientras ella lo escrutaba.

—Tú... —aseveró la muchacha— has cambiado.

Shinji tragó saliva. —¿Cambiado?

—¿Puedo...? —Ella hizo una pausa, esta vez perdida en sus propios
pensamientos—. ¿Puedo hablar contigo mañana? —Levantó la vista,
clavando sus ojos en los de él—. Me gustó hablar contigo hoy.

—¡Claro! —asintió Shinji rápidamente—. Me... —Sonrió—. A mí
también me gustaría.

Ella asintió con gesto serio.

—Muy bien. —Alzó su creación de papel para que él la tomara—. Deseo
que te quedes con esto.

—¿Me lo regalas? —preguntó Shinji, pestañeando.

—Sí —afirmó Rei fríamente... aunque Shinji podía verle un relumbrar
en los ojos.

Se quedaron allí un momento. Por último, Rei le dio una sonrisa
diminuta, luego dio media vuelta.

—Adiós, Ikari-kun.

No bien hubo Rei dejado a Shinji solo con sus pensamientos, volvió la
voz de Cupido:

«¡No creí que ella pudiera hacer eso! —admitió—. ¡Fue asombroso!»

Shinji se encontró asintiendo con la cabeza. Estaba solo, a un costado
del colegio, de modo que respondió vocalmente:

—Ella normalmente no es así.

«Lo sé. Puedo ver la mayoría de tus recuerdos de ella», dijo Cupido.

El muchacho suspiró. —Es bellísima cuando sonríe. —Pasó la mano
sobre el avión de papel—. Yo no tenía idea...

Cupido carraspeó.

«No te olvides de lo que ella es, Ikari. Un avión de papel no significa
amor verdadero. Todo lo que yo hice fue abrir un poco más la amistad
entre los dos».

Decidió no mencionar la reacción de Asuka, pero estaba igualmente
complacido con eso.

Ikari se sentó en el suelo y se recostó en el pasto, mirando el cielo
mientras sostenía el avión en las manos.

—Ya lo sé... Ya lo sé... Es que tal vez siento que puedo conectar más
fácil con ella. Digo, todos los días estoy con gente que habla más
fuerte, o que es más inteligente, o de más edad, o mejor que yo.
—Suspiró contento—. Rei me hace sentir que tengo alguien con quien
hablar... Incluso aunque nunca me hable. No es que ella sea menos que
yo... En realidad, parece esconder muchas de sus habilidades. Pero, ella
no está siempre tratando de imponerse ante mí. Nunca trata de...
competir conmigo. No solo como Asuka..., sino que los otros también
Misato siempre siempre se está jugando conmigo, y... —Arrugó el
entrecejo ante sus propias palabras—. ¿Suena coherente lo que digo?

Una pausa. Cupido parecía enfrascado en sus respectivas ideas.

Shinji se incorporó de repente.

—¡Por Dios! —exclamó.

«¿Q-Qué pasa?», preguntó Cupido.

—¡Eso es, ¿cierto?! —preguntó—. ¡Tú eres igual que yo! ¡Por eso me
estás ayudando!

—¡Claro! —continuó Shinji—. ¡Debes de sentirte igual que yo! Siempre
contra tus hermanos mayores que son más inteligentes, más poderosos
y más grandes que tú.

«Me... —tartamudeó Cupido—. Tal vez... —suspiró. Era un suspiro largo
y fatigado—. Sí... Creo que sí».

Shinji volvió a recostarse:

—Tal vez no somos tan distintos. Los humanos y los ángeles.

«Todos tenemos emociones, si a eso te refieres —dijo Cupido—. Tienes
razón. Esa primera noche, cuando quedé atrapado dentro de ti, empecé
a mirar algunos de tus recuerdos... —Hizo un alto—. Nada muy personal,
lo prometo».

Shinji sonrió, despreocupado. —No importa.

«Me di cuenta de que si podía ayudarte... Tal vez... Solo tal vez...
—Cupido suspiró—. Aprendería lo suficiente para salir yo también de
la misma situación».

—Lo haces bien hasta ahora —admitió Shinji—. ¡Me siento increíble!
Por fin me entendí con Misato, y Rei parece al menos interesada en ser mi
amiga —Suspiró contento—. Incluso si no me ayudas a encontrar amor
verdadero, voy a estar feliz.

Hubo una breve pausa.

«Shinji... Sé que te prometí una oportunidad de encontrar el Amor. Te
daré esa oportunidad, pero lo complicado del amor es que tiene que ser
en el momento indicado para la otra persona también —dijo Cupido. Tenía
la voz seria, aunque otra vez en su tono anterior—. Pero, por los dioses,
voy a hacer lo mejor que pueda».

—¿Sin usar control mental? —rió Shinji.

«No mucho —contestó Cupido alegremente—. Lo prometo. Si todo
resulta, quiero que no te quepa duda de que es verdadero, y no solo
los poderes de un ángel».

Shinji sintió la necesidad de abrazar alguna cosa:

—¿Cómo podría pagarte?

Una pausa. «¿Podemos darnos una vuelta por la tienda de música
cuando volvamos? —preguntó Cupido inocentemente—. No tienes idea
de lo que cuesta sintonizar una radio buena en mi casa».

—Trato hecho.

~ o ~

Misato no se atrevió a importunar a Asuka cuando esta llegó esa tarde.
La muchacha el pelo desgreñado y sus ojos lanzaban miradas semejantes
a rayos de partículas. Parecía estar a punto de hacer igual que la Evas
y salirse de control ella sola.

—Si necesitas algo, nada más avísame —ofreció Misato, luego huyó
rápidamente en caso de que la pelirroja reventara.

Ya iban horas desde que Asuka había llegado a casa. Vio que eran casi
las cinco.

—¿DÓNDE anda? —rabió mientras comía otro pote de helado. Era con
trocitos de chocolate. No su favorito, a decir verdad, pero si no ocupaba
la mente en algo, se iba a volver loca.

Casi pudo sentir el aire moverse fuera, en el corredor, cuando el
ascensor por fin se abrió, unos apartamentos más allá, y un cuerpo
llegó caminando hasta la puerta. Inspiró de súbito, percatándose de
que tal vez estaba hecha un asco, y empezó a ordenarse rápidamente
el pelo.

Sin embargo, cuando se abrió la puerta y Shinji entró... Todos los bien
ensayados sermones y estridentes diatribas que había planeado se
evaporaron en un instante. Shinji miró hacia donde ella estaba, con
esos ojos azul oscuro y su sonrisa que había sido comentario de todo
el alumnado aquel día. La sonrisa causante de que hasta Rei Ayanami
dejara de ser un vegetal durante unos momentos.

Asuka, hasta entonces, nunca en su vida quiso tanto ser Rei Ayanami.

Shinji notó la extraña expresión de la muchacha y arqueó una ceja.

—¿Asuka? —preguntó, sacándose los zapatos antes de pisar la
alfombra—. ¿Estás bien? El sensei me dijo que te habías ido poco
después que empezó el almuerzo.

—E-Estoy bien —asintió ella, mirando el helado.

Cupido notó el titubeo de Shinji y sonrió. «Adelante... Confía en mí».

—¿Viste a Rei hoy? —rió el muchacho—. Ah, y mira esto. —Metió la
mano en el bolsón y sacó el avión de papel que había hecho Rei,
cuidadosamente preservado.

—No sabía que La Niña Maravilla tenía tantas inclinaciones artísticas
—dijo Asuka con voz helada, sin levantar nunca la mirada—. Muy
sorprendente.

Se llevó con la cuchara otra porción de helado a la boca. Algo, empero,
le recorrió el cuerpo y sintió un escalofrío.

Shinji pestañeó, luego avanzó hasta ella, inclinándose un poco para
verla más de cerca. Ella puso cara de enojo.

—¡¿QUÉ?!

Él sonrió, levantó un dedo, y le limpió un manchón de helado de la
punta de la nariz.

—Sabe mejor si te lo metes en la boca, Asuka-chan...

Ella lo miró irse y, un momento después, oyó cerrarse la puerta de la
habitación del muchacho. Pasó todo un segundo antes de que se
atreviera a respirar de nuevo. Se llevó la mano a la nariz.

—¿Shinji...? —musitó para sí.

~ o ~

Shinji dejó escapar la respiración que había estado aguantando cuando
estuvo seguro de que su cuarto estaba cerrado.

—¿¡Por qué me hiciste hacer eso!? —se apresuró a preguntar.

«¿Por qué? —contestó Cupido, obviamente complacido consigo mismo—.
Pareciste disfrutarlo».

—¡Creí que me iba a MATAR! —jadeó Shinji—. ¡La última vez que la
pasé rozando por casualidad, me agarró los brazos, me retorció el cuello,
y casi me dislocó los hombros!

Cupido no hizo más que reírse en silencio.

—¡Y me parece haberte dicho! —dijo Shinji, metiéndose distraídamente
el dedo en la boca—. No la quiero envuelta en tus trucos.

«Yo no hice nada —dijo Cupido—. Solo te dije que hicieras lo que querías
hacer».

—¡Yo no quería hacer eso! —protestó Shinji, sin notar que tenía aún en
la boca el sabor a chocolate—Asuka—. ¿SEGURO que sabes lo que estás
haciendo?

«Confía en mí —contestó alegremente el ángel—. Sé lo que hago.
Ahora, ¿dónde está esa música maravillosa que me prometiste?».

El muchacho suspiró, ignorando el extraño antojo que sentía por
comer helado, y luego sonrió, sacando algunas cintas SDAT del bolso.

—Tal vez tengas razón. Un poco de música no vendría mal.

~ o ~

Asuka estaba acostada en su cama esa noche, sin acordarse de
desvestirse. Sentía la mente como si un tornado hubiera llegado de
visita por el fin de semana, para luego irse solo después de estar
seguro de haberla zamarreado para todos lados.

Shinji... ¿Qué le estaba pasando? ¿Qué le pasaba a ella? Cada vez
que estaba cerca de él, era como si la lengua se le paralizara. Su día
promedio consistía de no menos de viente instancias de llamarlo a él
"baka" o "hentai». A veces, cuando estaba aburrida, trataba de combinar
esas palabras con alemán. Resultaban algunas frases que sonaban
exquisitamente malévolas. Le fascinaba verlo retorcerse cuando lo
maldecía en alemán. La mayoría de las veces ni siquiera le hacía falta
decir algo malo. Ella podía decir "Linda camisa, Shinji" en un tono de
voz amenazador y el muchacho se estremecía como si ella estuviera a
punto de pegarle.

Pero, ¿últimamente? ¿Desde que Misato le había contado del combate
con el ángel? Él tenía algo en la cabeza. Se había puesto más... ¿recio?
Sí, esa era la palabra. En vez de mirar esos ojos que a ella le fascinaba
provocar hasta que apartaban la vista, los encontraba ahora devolviéndole
directamente la mirada.

No miraban con rabia. No amenazaban con represalias. Simplemente
inquirían. Le preguntaban algo. Le hacían saber que...

No.

¡No! ¡Esto tenía que ser un truco! ¡Algo que Shinji y los otros dos
chiflados habían planeado para vengarse de ella por todos esos meses
en que ella les había prodigado su gracia! Niñitos que no reconocerían
a una mujer ni aunque ésta viniera y les diera un trastazo en la cabeza.

Asuka yacía en su cama esa noche, tratando de creerse ella misma.
A la larga lo logró, pero solo lo suficiente para poder dormir.

—Baka... —suspiró.

~ o ~

De mañana.

¡RAN TAN TAN TAN TAN TAN TAN TAN!

Misato y Asuka, ambas insomnes, levantaron sorprendidas la vista
cuando la música llenó el pequeño departamento. De nuevo, la misma
música, fuerte rocanrol a piano.

¡RAN TAN TAN TAN TAN TAN TAN TAN!

Shinji apareció deslizándose por el pasillo, vestido con calcetines, una
larga camiseta blanca y anteojos de sol. En la mano tenía un SDAT,
sostenido delante de la boca a modo de micrófono.

JUST TAKE THOSE OLD RECORDS OFF THE SHELF! I'll sit and listen to
them by myself...!

[¡Saca esos discos de la repisa! ¡Me voy a sentar a escucharlos yo solito...!]

Las quijadas de Misato y Asuka cayeron sobre la mesa mientras Shinji
continuaba cantando, sin llegar a notar que ellas ya estaban despiertas.
En brazos llevaba dos pequeños altavoces conectados al SDAT.

Today's music ain't got the same soul! I like that old time ROCK N
ROLL! OOOWWWWWWWWWWWWWWWWW!

[¡La música de hoy no tiene la misma alma! ¡A mí me gusta el rocanrol
de los viejos tiempos! ¡AAAAAAUUUUUUUUUU!]

Nunca advirtió siquiera a las mujeres al seguir deslizándose por el
otro pasillo en los calcetines; luego cerró la puerta del baño por dentro.

Nuevamente hubo silencio fúnebre en el apartamento. Sin palabra
alguna, Misato se puso de pie, fue al refrigerador y sacó una cerveza.
Sin preguntar, sacó una para Asuka también. Las dos apuraron sus
respectivas cervezas, hicieron una mueca con el sabor, luego continuaron
mirando la pared.

—No sabía que Ikari supiera cantar... —dijo Misato.

Hubo una larga... larga pausa.

—No lo hacía nada de mal —dijo Misato por último.

Asuka comenzó de nuevo a darse en la cabeza con la palma de la mano.

—Debo estar muerta...

~ o ~

Toji y Kensuke al fin alcanzaron a Shinji cuando el piloto Eva llegaba a
la escuela ese día.

—¿Desde cuando TÚ usas gafas de sol? —se sorprendió Toji, casi no
creyendo el par anteojos de sol de simples, pero de aspecto muy
macanudo, montados sobre la nariz de su amigo.

—Es que el futuro es tan brillante, que tengo que usar gafas oscuras
—rió Shinji.

Kensuke no hizo sino pestañear. —Bueno, creo que sí hay bastante sol...

—Olvídenlo —suspiró Shinji—. Estuve toda la noche escuchando
canciones antiguas.

Sus dos amigos pestañearon. Kensuke comenzó a examinar más de
cerca a su amigo. Shinji se irritó al fin:

—¿QUÉ? —dijo.

—¡¿Qué le hicieron al VERDADERO Shinji?!

—¡Mírale los ojos! ¡A que se le ven los implantes alienígenas en los
ojos!

—¡Oigan! —Shinji frunció el ceño, quitándose las gafas—. ¡Soy el mismo
Shinji! ¡Todavía me gusta la opera y los blues... Me dieron ganas de
cambiar de ritmo, eso es todo!

Sus dos amigos terminaron de examinarlo en busca de cualquier tipo
de presencia extraterrestre, y parecieron satisfechos.

—Muy bien —dijo Toji—. Pero... si eres el VERDADERO Shinji... ¿Dónde
está Asuka?

Shinji se sonrojó, pero solo lo suficiente para que alguien que hubiera
estado en busca de ello lo notara.

—¿Q... Qué pasa con ella?

—¡La Demonia siempre te está dando de palmazos en la cabeza camino
al colegio! —explicó Kensuke—. ¿O ya se te olvidó?

Shinji se tocó la nuca, luego pareció muy preocupado:

—¡Es cierto! ¡No tengo ningún chichón! —miró rápidamente de un lado
a otro—. ¡No sé donde está!

—Debe ser por ESO que andas tan contento —rió Toji.

Shinji se puso serio. Toji pestañeó, luego dejó de reír.

—En realidad —dijo Shinji— me ha tratado muy bien últimamente. —Se
rascó la cabeza—. Tal vez Misato la corrigió al algo así.

—Misato me podría dar A MÍ el correctivo que ella quiera —profirió
Kensuke, babeando. Eso propició raudos palmazos tipo "mal chiste" de
parte de los otros dos.

—¿Cómo es eso de "tratarte bien"? —inquirió Toji—. ¿Nada más te
dice idiota depravado veinte veces al día en vez de noventa?

—¿O te deja que le beses los pies sin romperte la nariz? —añadió
Kensuke.

Shinji se sonrojó..., esta vez de manera muy notable:

—Bueno, no trató de matarme después de que... eeh... le toqué la
nariz...

—¡¿QUE HICISTE QUÉ COSA?! —exclamó Toji—. ¡Hombre, POR DIOS!
¡¿TE HAS VUELTO LOCO?! ¿EH? ¿ESTÁS LOCO? ¡¿LOCO?! ¡Eso es jugarse
con La Muerte! ¡Es como hacerle una zancadilla al mismísimo Lucifer!
¡Es completamente DEMENCIAL! —Hizo una pausa en su despotrique—.
Ella... ¡¿no trató de asesinarte?! ¿Lo hiciste a propósito?

Kensuke se asombró también:

—¡¿Estás diciendo que la tocaste A PROPÓSITO?! ¿En una parte no
sexual del cuerpo? ¡Es que eso no vale el riesgo! Te entiendo agarrarle
un pecho y salir corriendo... pero, ¿la CARA?

—Su cara no tiene nada de malo —dijo Shinji en voz queda. El rubor
se le había extendido por todo el cuerpo.

Kensuke y Toji se miraron, luego miraron a Shinji. Tenían en los
ojos una expresión que el muchacho nunca les había visto antes.
Ambos cayeron de rodillas y comenzaron a hacer reverencias como
monjes orando. Shinji sintió de pronto las miradas de todos los del
colegio cuando sus dos amigos empezaron a reverenciarlo como a
un ídolo.

—¡LORD PELOTAS-DE-ACERO IKARI! —empezaron su cántico.

La mitad de las muchachas en torno a ellos comenzaron a sonrojarse
y a soltar risitas, cuchicheando entre ellas. Shinji por fin tomó a sus
amigos y los levantó de un tirón.

—¡¿Qué están HACIENDO?! —jadeó.

—¿Cómo que qué hacemos? —dijo Toji—. Cualquiera que encare así
a la muerte segura tiene las pelotas bien grandes, créeme.

—¡Yo no encaré a la muerte! —dijo Shinji secamente mientras los
arrastraba detrás suyo, entrando en la escuela para evitar todas las
miradas del patio—. ¡Y si vuelven a hacer eso, USTEDES van a encarar
a la muerte!

Cupido había estado bastante callado todo el día, y por fin rió una
respuesta:

«¿Lord Pelotas de Acero, eh? ¿Lo ponemos en la placa de tu casillero?».

—¡Ah, cállate! —contestó Shinji.

—¿A quién le habla? —rió Kensuke.

Advirtiendo que restaban solo unos minutos más antes de que
empezara la clase, se apresuraron por el pasillo y entraron al aula.
La conversación se movió a los asuntos acostumbrados de quién iba
a llevar las papas y las palomitas a la próxima sesión de películas de
Godzilla contra Mothra, y que el último combate con un ángel había
sido tan espectacular que Shinji lo había matado él solo. Shinji todavía
no podía recordar mucho de la contienda, de modo que cambió el tema
lo antes que pudo.

«¿De verdad nos odian tanto ustedes los humanos?», preguntó Cupido
de pronto.

Shinji concentró sus pensamientos. «Hoy hace un día muy bonito. Si
vieras esta ciudad después o durante un ataque, sabrías por qué no
nos simpatizan tus hermanos más grandes».

«Me lo imagino —suspiró Cupido—. Tanto odio...»

Shinji no pudo menos que concordar.

De pronto, el ánimo del aula pareció ensombrecerse. Eso significaba
una sola cosa. Asuka hizo su ingreso. Shinji vio en dirección de Toji y
Kensuke y los miró intensamente a los ojos.

—Si alguno de los dos se toca siquiera la nariz, ella se va a dar cuenta
y nos va a asesinar a todos.

Los dos mozalbetes asintieron. Si bien chismorrear venía de perillas,
no valía la pena de ser masacrado por la Demonia... eeh... por Asuka
Langley. Ella entró, empero, y los Tres Chiflados casi se cayeron al suelo
cuando esta simplemente pasó por el lado de ellos, con una breve seña
de saludo con la cabeza a Kensuke y a Toji, y luego volviéndose en
dirección a su pupitre.

—Corrección —cuchicheó Toji—. ¡Shinji no es el alienígena! —Se
dirigió a Kensuke—. ¡ELLA es!

—Concuerdo —admiró Kensuke, subiéndose los anteojos por la nariz.

Un momento después, había sacado su cámara.

—Hora: Cero ochocientas. Sujeto: Asuka Langley. Informe de Abducción
Alienígena.

—¡Guarda eso! —gruñó Shinji. Los ojos se le suavizaron cuando vio
la cara de ella.

Estaba a todas luces cansada. Aunque había logrado dormir solo lo
suficiente para evitar el tener ojeras, parecía hacerle falta una siesta
larga y tendida. Todos sus movimientos eran fatigados y carentes de
esa exuberante energía acostumbrada.

—¿Se... Se sentirá bien? —dijo Shinji.

Sus dos amigos lo miraron como si acabara de parir una docena de
langostas vivas. Cupido, no obstante, parecía igual de preocupado.

«Mejor vas a ver si está bien».

—Sí —concordó Shinji, serio.

—¿Shinji?

—¡¿Shinji?!

Los dos jóvenes aspiraron sendas bocanadas de aire, sobrecogidos,
cuando Shinji se levantó y fue en dirección a Asuka, que había apoyado
la cabeza en los brazos y parecía a punto de dormirse.

—Va a reventar... —acezó Kensuke.

—¡Mamá! Esto va a ser horrible... —suspiró Toji, sujetándose la cabeza
con las manos.

«¿Qué te dije? —dijo Cupido—. ¿Pase lo que pase?»

«Ir suaaave. Usar la Fuerza. Todo el cuento», contestó Shinji con un
pensamiento.

«Eso. Como Julio Iglesias. ¿Cómo es Julio Iglesias?»

«Suaaave».

«Eso. Suaaave».

Y así, mientras Shinji avanzaba al pupitre de Asuka desde el rincón
del aula donde siempre estaban los Tres Chiflados, atrajo las miradas
de todos en el salón. Llevaba los hombros echados hacia atrás y su
paso era seguro. Aquellos con el privilegio de haber visto a las Evangelion
en acción verían que caminaba como su Eva-01. Asuka levantó la cabeza
y lo vio acuclillarse delante de ella.

—¿Y qué diablos quieres TÚ? —era lo que ella quería decir... Pero le
salió más como:

—¿Q... Aah?

—¿Asuka? ¿Estás bien? ¿Quieres que llame a Misato? —preguntó Shinji
con genuina preocupación—. No te veo muy bien hoy —dijo con una
pequeña sonrisa.

—Déjame en paz, baka —dijo ella en voz queda—. Estoy cansada, eso
es todo.

Shinji pareció preocupado.

—Estás roja —afirmó—. Dame tu mano.

Asuka casi saltó hacia atrás. —¿Q... Qué?

—Dame tu mano —repitió él suavemente—. Como Tercer Piloto, te pido
poder ver si estás en buenas condiciones de salud.

Pese a las alarmas aullándole en la cabeza, ella le dio la mano. La
respiración se le cortó cuando él la asió delicadamente y presionó el
dedo índice contra su muñeca. El muchacho pareció confundido por un
momento, luego levantó la mirada. Se miraron.

"Cielos... Sus ojos... Son tan... azules...", se encontró pensando Shinji.

"Cielos... Se da cuenta... Sé que se da cuenta...", se dijo la mente
de Asuka.

«¡Shinji! ¡Concéntrate!», urgió Cupido.

—El... —Shinji carraspeó—. El corazón te late muy rápido...

Pero al decir esas palabras, cayó en la cuenta de que ella de verdad
podía estar mal.

—Te voy a llevar a casa y te voy a meter a la cama —dijo.

Las mandíbulas de todos los oyentes cayeron.

La cara entera de Asuka estaba roja. Shinji POR FIN se dio cuenta de
lo que había dicho, y estaba a punto de corregirse, cuando las defensas
personales de Asuka consiguieron entrar en funcionamiento justo a
tiempo para salvarse de concordar con que él sí tenía que llevársela
a la cama.

—¡HENTAI! —exclamó, sacando la mano de un tirón.

—Ay, mamá —suspiró Toji—. Va a quedar difunto.

—¡Te recordaremos con cariño, valiente Shinji! —añadió Kensuke.

En efecto, una resonante CACHETADA hizo eco por el aula entera.
Todos los que habían estado fingiendo no notar el intercambio
estaban ahora boquiabiertos con el sonido. Ella le había pegado.

Fuerte.

Él yacía, casi caído de espaldas, sosteniéndose apenas de caer,
apoyándose con un brazo tembloroso en el piso.

«¡SHINJI! —exclamó Cupido—. ¡¿Estás bien?!».

—Estoy bien... —murmuró Shinji para sí, con su otra mano subiendo
para intentar apuntalar su cuerpo tembloroso.

Asuka por fin se dio cuenta de lo fuerte que lo había golpeado, y
casi se arrojó ella misma de rodillas para ayudarlo a levantarse.

—¡Sh...! —empezó, pero se descubrió encapaz de terminar, con la
propia porfía de su orgullo actuando ahora como una jaula de la
que no podía salirse.

Todos inspiraron asombrados cuando Shinji se puso en pie. La mejilla
izquierda le ardía al rojo. Tenía un pequeño hilillo de sangre en la
comisura del labio. Pero, despacio, recuperando la compostura, se le
vio casi como si nada hubiera pasado. Aunque le salió un poco torcida,
sonrió un tanto y agachó la cabeza.

—Asuka... Yo no soy un hentai —dijo categóricamente—. Solo trataba
de ayudar.

—T... —boqueó ella, buscando palabras, pero no encontrándolas.
Señaló a los otros Dos Chiflados—. ¿Ah, sí? ¿Ellos te desafiaron a
hacerlo? —gruñó. Su voz era muy poco convincente, pero lo bastante
como para que los aludidos temblaran.

—¿Por qué iban a hacerlo? —preguntó Shinji, llevándose la mano a la
mejilla. Dolía. MUCHO. Pero... si daba pie atrás ahora...

—Asuka... Todos aquí saben que los matarías si hacen cualquier acto
depravado hacia ti.

Toda la clase asintió rápidamente con la cabeza. Eso no le hizo nada
de bien a la resolución de Asuka.

El muchacho respiró hondo y asintió.

—Nada más quería asegurarme de que estabas bien —dijo cálidamente
el joven Ikari—. Obviamente, te sientes lo bastante bien como para
darme una paliza. —Volvió a tocarse la mejilla—. Ahora te dejo en paz.

E hizo una reverencia.

El maestro se preguntó qué pasaba al entrar al salón y al pasar Shinji
por su lado, haciendo una breve reverencia y saliendo luego al pasillo.

—¿Qué sucede aquí? —le preguntó con gesto severo a la clase, que en
su mayor parte miraba la puerta por donde Shinji acababa de salir.

Toji y Kensuke se miraban sin poder creer lo que acababan de ver. De
inmediato se pusieron de rodillas y empezaron un cántico. Asuka salió
corriendo por la puerta contraria antes de que las miradas de reproche
pudieran volverse hacia ella. Rei, de haber puesto mucha atención a
toda la escena después de que Shinji se marchó, habría visto lágrimas
en los ojos de Asuka.

—La escuela es extraña —suspiró Rei para sí.

Para entonces, todos los alumnos varones se habían sumado al tributo
para el hombre que había enfrentado a Asuka Langley, y que había
vivido para alejarse caminando.

—¡GLORIA A LORD PELOTAS DE ACERO!

El sensei tuvo que llamar al director para detener el cántico.

~ o ~

Pero Shinji no sentía que poseyera pelotas de acero. Caminaba a casa,
erguido y con aplomo, pero se sentía como una absoluta mierda.
El dolor palpitante de su cara lo sentía peor que nada que hubiera
experimentado a bordo de Eva-01. Al menos cuando, dentro de la Eva,
le arrancaban de cuajo los brazos o le rajaban el estómago, era solo
dolor físico. Pero esto era también emocional.

«Estás callado —gruñó en su mente—. Cuales fueran tus planes,
apuesto que acaban de chocar con una pared llamada Asuka».

«No —contestó Cupido—. No me preocupa».

«¿Por qué no? —suspiró Shinji—. Me acaban de humillar en plena clase
y me cacheteó Su Alteza la Bruja».

Cupido guardó silencio mientras ponderaba una respuesta:

«¿Has oído alguna vez el dicho "no se puede hacer un omelet sin romper
algunos huevos?"».

«¡No! —contestó Shinji, con expresión de enojo—. ¿Y qué diablos es un
omelet?».

¡Carajo! «Ehh, bueno, ¿qué tal fideos con huevo? —suspiró Cupido—. En
fin, el significado del dicho es que a veces, para hacer una cosa, hay
que romper otra».

—¿Como mi MANDÍBULA? —gritó Shinji—. O... —La voz se le apagó—.
¿Qué tal mi corazón? ¿Cuántos fideos se pueden hacer con eso?

«Shinji...»

—Cupido —interrumpió él—. Tú... —Hizo una mueca leve—. Tú sabías
lo mucho que me importaba Asuka. Pero tienes que entender que... las
cosas nunca van a mejorar entre ella y yo. —Los ojos le ardían con las
lágrimas—. Ella me detesta. Casi ni me habla a menos que sea para
insultarme. Mis momentos más gratos con ella son cuando me pone
apodos.

Cupido no pudo decir nada en respuesta. Tal vez esos dos estaban
destinados a ser menos que amantes. La sincronía entre ambas partes
era endemoniada en lo que a Amor se refería.

—A menos que pienses que este es nuestro último día juntos, quisiera
estar solo un rato —musitó Shinji.

Hubo una pausa. «Muy bien. Nada más dime cuando me necesites.
Estaré escuchando. —Otra pausa—. Perdón, Shinji».

—No es culpa tuya —suspiró el joven débilmente—. No causaste nada
que ya no estuviera allí.

Solo, adolorido, pero..., así y todo..., en cierto modo mejor que antes,
el pobre Shinji emprendió el camino a casa. De vuelta a sus techos
conocidos y a su música. Y a Misato. Al menos podía ser mimado por
Misato.

~ o ~

En cierto modo, Asuka se había esperado algo así. Misato estaba en la
puerta... Más aún, de pie delante de la puerta. Esperando su regreso.
Sus ojos lanzaban púas de hielo en el ya doliente corazón de Asuka.

—Cámbiate el uniforme. Después me acompañas a la cocina, Segunda
Niña —La voz le rechinó al decir la última palabra. Niña—. Sugiero que
te des prisa.

Ella asintió y fue a su cuarto, tiró sus cosas al suelo y se cambió lo más
rápido que pudo. Tenía los ojos secos de llorar todo el día. No tenía la
fuerza para discutir con Misato en ese momento. Al salir, oyó música
proveniente del cuarto de Shinji. El corazón se le hundió al darse cuenta
de qué canción era. Una canción vieja, de antes del Segundo Impacto.
Algo que nunca podré tener.

La mujer de más edad estaba sentada a la mesa de la cocina. Tenía
una cerveza en la mano, pero, aunque estaba abierta, ni un sorbo se
había bebido de ella. Misato quería estar perfectamente sobria y lúcida
durante esta... conversación. Asuka se sentó frente a ella, agachando
sumisamente la cabeza.

—Yo... No sé qué decir —musitó la pelirroja.

—Tres puntos.

—¿Qu...?

—Llevé a Shinji a la enfermería para que lo revisaran —dijo Misato en
voz tajante—. Se había estado portando extraño desde el último
combate, y quería cerciorarme de que no se le hubiera metido en la
mente o algo así.

—¿Y? —preguntó Asuka.

—Nada —contestó Misato—. Ningún patrón azul. Ninguna onda cerebral
extraña. —Agrió el gesto y se inclinó hacia adelante—. Shinji está
perfectamente bien. —Molió un tanto la lata en la mano—. Excepto por
los tres puntos con que le tuvimos que zurcir la mejilla.

Lacio pelo rojo ocultó los ojos de Asuka cuando esta bajó la cabeza
hasta la mesa, con un suave sonido sordo.

—Algunas amigas tuyas llamaron del colegio —dijo Misato, tomando al
fin un trago de su brebaje.

—¿Sí? —preguntó Asuka con una voz exigua—. ¿Qué querían?

—Querían hablar con Shinji —sonrió Misato alevosamente—. Cinco
jovencitas llamaron y querían saber si estaba bien. —Sacudió la cabeza
y bebió otro largo sorbo de cerveza—. Se oían muy preocupadas. No
tenía idea de que se le estuviera formando un club de admiradoras.

Una pausa larga.

—¿Qué pasa, Asuka? —preguntó Misato por fin—. Tú SIEMPRE te estás
quejando de Shinji. De que es cobarde. De que es idiota. De que es un
depravado. De que es un mequetrefe. —Se inclinó por sobre la mesa—.
Y cuando él por fin cambia, eres la PRIMERA persona que salta y casi le
fractura la mandíbula.

Asuka no podía decir nada. No cuando Misato tenía razón. Pero la
contumaz médula de su defensa seguía pujando.

—Él... Él... manoseó a... la Niña Maravilla... —dijo con la respiración
entrecortada—. Hentai...

Los ojos de Misato se entornaron hasta ser dos rayas.

—Aah... Ya entiendo...

Asuka levantó la mirada. —¿Qué?

—Shinji no puede cambiar... a menos que sea por ti... ¿no? —dijo
Misato con verdadero disgusto en la voz—. TÚ tienes que ser su diosa
y su reina y cuanta mierda. No Rei. No las otras veinte niñas de tu
clase que se dan cuenta de lo que al parecer tú no puedes ver. No yo,
ni... —La voz se le ahogó de pronto.

Asuka tenía los ojos muy abiertos. Misato suspiró y continuó:

—¿Se te ocurrió que tal vez Shinji quería cambiar por ÉL? ¿Que tal
vez estaba cansado de que estuvieran siempre denigrándolo?

Otra pausa muy incómoda. La música de Shinji podía oírse en el
trasfondo..., apenas audible.

—Tal vez lo odias por haber cambiado —suspiró Misato, levantándose—.
Tal vez lo odias por dejarte atrás. No me interesa. —Se inclinó de modo
que su nariz quedara a un centímetro de la de Asuka—. Si ALGUNA VEZ
te veo lastimar a ese joven como lo hiciste hoy, yo personalmente voy a
lamer las estampillas para echarte al correo de vuelta a Alemania.

Se puso en pie rápidamente, apurando el resto de la cerveza:

—Buenas noches, Segunda Niña. Espero que sea larga y solitaria para
ti —gruñó y se fue por el pasillo a su cuarto.

~ o ~

Un pequeño rasquido podía oírse afuera. Pero Shinji se había quedado
dormido con la música hacía ya mucho rato, y no lo oyó. Afuera estaba
Asuka Langley. Tumbada contra la puerta, llorando en silencio. Las
palabras de Misato seguían chocándole contra el cerebro, una y otra
vez.

—Shinji... —musitó, esperando la posibilidad de una en mil de que él
la oyera.

No hubo respuesta. Se estremeció mientras otra ronda de sollozos la
sacudía.

—Shinji, por favor contesta... —dijo—. No... No tienes para qué abrir
la puerta... Nada más... Nada más escucha.

Nada. Solo el silencio luctuoso de la medianoche de Tokio-3 en torno
a ellos.

Cupido escuchaba, no obstante. Esperando las palabras. Con toda la
esperanza...

«Vamos...», murmuró para sí.

—Yo... —musitó ella—. Lo siento, Shinji...

Cupido se habría ido de espaldas de haber tenido cuerpo. «Bueno... Por
algo se empieza», suspiró.

Asuka cerró los ojos y se levantó despacio del piso. Pero antes de irse
a su habitación, presionó cuidadosamente los labios a la puerta fría.
Ligeramente, solo lo suficiente para dejar una pequeña marca húmeda.

—B... Buenas noches, Shinji-kun —susurró, luego se fue a su cuarto.

~ o ~

Un subproducto de la ocupación de Cupido, según comenzaba a
percatarse Shinji, era la habilidad de conjurar los sueños malos y
promover los buenos. Esa mañana Shinji despertó temprano después
de tener un bonito sueño de volar sobre Tokio-3 con una bandada de
pájaros. Pese al dolor sordo en su mejilla, se encontró sonriendo y
ansioso de empezar un día precioso.

Camino al baño, sin embargo, se topó con Asuka, que también acababa
de despertar. Casi chocaron al llegar a la puerta. Asuka rezongó, pero
levantó la vista para ver a Shinji. La cara se le ablandó de inmediato y
desvió la mirada.

—E-Entra tú primero —dijo.

Shinji casi se va de espaldas. Asuka por lo general peleaba el derecho
de entrar al baño.

—¿Qué? ¡No! —dijo, tratando también de no mirarla directamente—.
No importa... Entra tú primero.

Asuka negó con la cabeza. —Por favor... —suspiró—. Es lo menos que
puedo hacer como indemnización.

—¿Indemnización?

Mientras discutían quién NO iba a usar el baño primero, no notaron
a Pen-Pen, que avanzaba hacia ellos con una toalla y una pequeña
charola con artículos de baño en las aletas.

—¡Ya sabes de qué hablo, baka! —masculló Asuka—. No debí haberte
pegado tan fuerte ayer... Me...

—No importa. —Shinji se encogió de hombros—. Yo debí haber elegido
mejor las palabras. Debe de haber sido muy bochornoso...

Ella tenía la cara completamente roja. —Me... No... No importa...

Los dos fueron interrumpidos por la puerta cerrándose de golpe detrás
del pequeño pingüino que se había colado inadvertido entre ellos. Los
ojos de ambos estaban abiertos de par en par cuando oyeron la ducha
corriendo dentro.

—Bueno, parece que él va primero —dijo Shinji, sonriendo. Entonces
hizo una mueca de dolor.

Asuka notó esto y arrugó el ceño. —Ven, baka. —Lo agarró del brazo y
lo arrastró a la cocina—. Te voy a dar hielo para eso.

Los analgésicos que los médicos dieron habían perdido su efecto, y
aunque la hinchazón había bajado, un poco de hielo comenzaba a
parecer muy buena idea. No puso objeción.

Ella buscó en la nevera y vació en una bolsa plástica una porción del
impresionante suministro de hielo que Misato guardaba para sus
cócteles, luego la envolvió en un paño. El muchacho aceptó la compresa
fría y se la colocó contra la quijada. Casi de inmediato, dejó salir un
largo suspiro de contento y se hundió levemente en la silla.

—Mmm... Perfecto... —balbuceó—. Gracias.

Ella se sentó frente a él y lo observó por un momento:

—Yo... De verdad lo siento, Shinji. No fue mi intención pegarte tan
fuerte... —suspiró.

Una frase se le vino a la mente a Shinji, y sonrió:

—¡Tranquila, mi querida señorita Langley! ¡Con una buena noche de
descanso, todo está olvidado!

La joven lo ponderó en una extraña luz. Él sonreía. Radiante.

—Shinji... ¿Te están enseñando a afirmarte bien los pantalones
últimamente o algo por el estilo?

—¿Q... Qué? —tartamudeó el muchacho.

—Digo... hasta Misato se dio cuenta. Pero dijo que los médicos no te
habían encontrado nada —Miró a Shinji con ojo crítico—. ¿Seguro de
que estás bien? ¿Ese ángel te hizo algo en la cabeza?

Con los ojos abiertos de par en par, el muchacho miró de uno a otro
lado. Misato dormía aún... O eso esperaba él.

—No... No... Es que... —suspiró—. Es que ahora miro la vida de otra
manera.

Asuka, a su pesar, sentía curiosidad. Su mirada le indicó a él que
continuara.

—No... No lo puedo explicar ahora, Asuka —suspiró—. Algún día, tal
vez pronto, lo voy a hacer... Pero no ahora. No es apropiado.

—¿Ni a mí? —preguntó Asuka antes de darse cuenta de lo que había
dicho.

Shinji asintió:

—Sobre todo a ti. Tal vez creas que solo hago esto para llamar la
atención o algo así —dijo. Asuka estaba notablemente turbada, pero
él sabía que seguramente era cierto—. Quiero que tú... —La voz se
le hizo más suave de pronto— sepas que este soy yo. No una broma.

Asuka estaba sonrojada. —Te creo.

Él pestañeó:

—¿En serio?

Ella levantó la mirada con una sonrisa:

—No te diste cuenta de que te vimos cantar ayer, así que debes de
estar haciendo esto para ti mismo.

El joven pestañeó. —¿Qué?

—¿Así que te gusta el rocanrol de los viejos tiempos, eh? —dijo
Asuka con una sonrisa.

Shinji se puso colorado como tomate:

—¿Q...Q...? —Casi se fue de espaldas—. ¡¿Tú VISTE ESO?! —exclamó,
y se sujetó la cabeza—. Agh...

—Misato estaba conmigo.

Shinji trató de hundir la cabeza en la mesa.

—Ah... —profirió.

La ducha se detuvo. Asuka sonrió:

—Creo que te mereces la ducha —dijo. Frunció el entrecejo y levantó
un dedo reprobatorio—. Pero no quiero que te estés autocomplaciendo
antes de que yo me pueda duchar.

—No te preocupes. —Shinji se levantó y le dio una mirada que ella no
pudo interpretar bien—. No pienso empezar sin ti.

Se rió y partió de un salto hacia la ducha, dejando a una escandalizada
Asuka, que empezó a tirarle cubos de hielo.

—¡HENTAI!

~ o ~

(Fin parte 1)