Capítulo 10 – Un entrenamiento con final esperado
Una suave música había iniciado el baile del banquete de bienvenida al Rey Thranduil y gran cantidad de parejas se habían dirigido hacia la pista de baile en donde comenzaron a mover sus cuerpos de una manera suave y rítmica.
Légolas no dudó un solo segundo en acercarse a Nelia e invitarla a acompañarlo a la pista de baile. La joven elfa aceptó al mismo tiempo que una brillante sonrisa aparecía en su rostro y Aragorn guiñaba un ojo a su amigo para que de una vez por todas se declarara y pidiera a la elfa que aceptara a unirse con él, gesto al que el joven príncipe contestó con una suave sonrisa y una mirada llena de picardía.
Aragorn tomó la mano de su esposa y ambos marcharon a unirse a las demás parejas en la pista de baile. Elrond, Thranduil y Gandalf comenzaron a charlar animadamente sobre las diferentes novedades que habían acaecido en los territorios de ambos señores elfos y Therese y Niéromer se unieron a un grupo de jóvenes con el que comenzaron una animada y divertida charla.
Sandra y Julia miraban a las diferentes parejas en sus gráciles movimientos intentando comprender y aprender un poco de los bailes que allí se mostraban aunque poco después prefirieron salir a los jardines para dar un tranquilo paseo y gozar de la belleza del lugar.
Haldir se aposentó en una de las puertas y las observó mientras que ambas amigas caminaban entre los bellos grupos de flores. Liguerión no tardó en unirse a él.
-Son únicas –comentó el instructor
-En verdad que lo son –afirmó Haldir sin quitar su mirada de las dos mujeres.
-Creo que harías bien en sincerarte con Julia –comentó Liguerión logrando que el gigantesco elfo le observara con gran detenimiento.
-Esperaré el momento más oportuno –terminó aceptando Haldir-, aunque te aconsejo que hagas lo mismo con Sandra.
-¿Tanto se ha notado? –el rostro del instructor mostraba una genuina sorpresa.
-Creo que sí. No debe haber en Rivendell nadie que no se haya dado cuenta de lo que estamos sintiendo.
-Tienes razón –sonrió Liguerión- ¿Crees que ellas lo han notado?
-Lo aseguraría
-Yo también esperaré el mejor momento. Debo confesar que tengo un profundo temor a una negativa.
-No debes tener ese miedo, Liguerión –dijo Haldir luciendo una de sus escasas sonrisas- He observado como Sandra te mira. Puedo decirte que ese sentimiento es mutuo.
-¿Estás seguro?
-Completamente –Haldir acompañó su afirmación con un gesto de su cabeza.
-Yo he podido comprobar cómo Julia está mucho más pendiente de ti que de todos los demás. Sus ojos brillan de una manera especial y su mirada cambia a terrorífica cuando algún peligro está amenazándote y cuando está a punto de estallar sólo tú la apaciguas.
Ambos elfos se miraron y sonrieron ampliamente. Ninguno de ellos había observado la reacción de la persona de la que más preocupación sentían pero sí que lo habían comprobado de la otra persona.
-¿Continúan en el mismo sitio? –preguntó Sandra a su amiga.
-Sí. Los dos están en el mismo sitio mirándonos con gran detenimiento –contestó Julia.
Las dos amigas se miraron y comenzaron a reír. Ambas estaban muy unidas y se tenían una total confianza la una a la otra por lo que hablar de este tipo de temas no era ningún problema para ellas.
Tanto Sandra como Julia habían salido al jardín y, aunque habían comenzado a dar un tranquilo paseo, ambas estaban pendientes de las reacciones de los dos elfos.
-Ya te lo dije, Julia. Haldir está muy pendiente. Atrapado sin salvación alguna. No sé si los elfos reaccionan igual que los humanos, pero yo diría que le falta poco para que se le caiga la baba.
-Pues Liguerión no se queda muy lejos –sonrió Julia-. Ese elfo me ha sorprendido, ha demostrado convertirse en todo un personaje. Ya sospeché sus sentimientos cuando reaccionó de aquella manera al llegar a casa, después de que regresaras a verme.
-Los dos se han quedado sorprendidos de nuestros atuendos, la verdad es que tu conjunto está causando sensación. No me extrañaría que en la próxima celebración aparecieran vestidos como el que llevas..
-Ser una ninja no obstaculiza el saber qué ponerse en cada ocasión. Lo que me recuerda que esos elfos todavía no han conseguido ropa adecuada para mí. Espero que no tengamos que hacer una excursión a casa a por más ropa.
-Si no logran crearte ropa me temo que tendremos que hacer ese viajecito. En cuanto a Liguerión y a Haldir...
-Tranquila, amiga mía. Esos no se nos escapan. O mucho me equivoco o están esperando un momento idóneo para dar el siguiente paso.
Ambas amigas se sonrieron mutuamente y continuaron con su tranquilo paseo, eso sí, sin descuidar ni un solo momento a los dos elfos que continuaban en el mismo lugar.
-Mañana no te pases mucho con el rey –aconsejó la joven maga-. Me gustaría que regresara a su ciudad de una sola pieza.
-Puedes estar tranquila –sonrió la guerrera ninja-. Entero y de una sola pieza volverá, pero no te aseguro que no reciba unos cuantos adornos morados en su piel.
OoooooooooOoooooooooO
El desayuno estaba siendo de lo más distendido y ameno. En la mesa principal Thranduil hablaba muy animadamente con Lord Elrond, Légolas, sentado a su derecha mantenía una cara de circunstancias. Después del desayuno sería la sesión de entrenamiento entre su padre y la Dama de las Espadas y temía los resultados con que terminaría.
Aragorn estaba sentado a la derecha de Lord Elrond, compartiendo los pensamientos de Légolas. Había visto lo suficiente de la joven guerrera como para temer y tener la certeza de que el Rey de Mirkwood no terminaría muy bien parado de aquella experiencia.
Frente a ellos. Gandalf estaba vestido con sus habituales túnicas blancas, pero con una excepción, también llevaba la capa gris claro que usaba cuando viajaba. Ese mismo día marcharía de Rivendell, pero no sin antes contemplar el espectáculo que sabía seguro que se iba a mostrar a todos los demás.
En su habitación Julia examinaba muy detenidamente las nuevas ropas que los tejedores elfos habían preparado. Sus ojos lo decían todo. No servían.
-¿Qué harás ahora? –preguntó Sandra
-Llevaré puesta mi ropa. Será un entrenamiento duro y no puedo estar parando cada cuatro minutos a cambiarme de ropa porque la que llevo se haya roto.
-Los tejedores siguen investigando –aseguró Nelia, que ya no sabía qué hacer para conseguir ropas adecuadas para la ninja.
-Lo sé –contestó Julia sonriendo amigablemente- Pero dudo que conozcan el algodón mezclado con poliamida elástica.
-No nos queda otra alternativa –asintió la joven maga- después de comer iremos a casa a buscar más ropa.
-¿Otra vez iréis allí? –Nelia tenía temor en sus ojos- Es muy peligroso.
-No te preocupes, Nelia –sonrió Sandra- No creo que nadie sea tan poco inteligente como para meterse con nosotras.
-Hablaré con Liguerión y con Haldir. No podéis ir solas.
-Mejor no lo hagas –sonreía Sandra- ya se lo comentaré más adelante. Pero ir a buscar más ropa para Julia es indispensable. No puede estar con solo un conjunto que aguante sus movimientos.
-Tienes razón –Nelia bajó su cabeza entristecida- Lo siento mucho.
-Eh, tranquila –Julia se acercó a la elfa y levantó su cabeza-. No estoy enojada. No sabíais lo que ocurría y quien no sabe es como quien no ve. Vamos, será mejor que vayamos a desayunar. Tengo hambre.
Cuando llegaron al salón las conversaciones bajaron de tono y la gran mayoría se quedaron contemplando a las tres mujeres que acababan de entrar.
Julia, con su acostumbrada ropa negra caminaba tranquila y relajada. Nadie que no la hubiera conocido antes hubiera imaginado que ante él tenía al luchador más temible que pudiera existir en toda la tierra media.
Sandra, que había cambiado sus vestidos por pantalones y blusas que había cogido del armario de Julia sonreía a su lado. Cualquier indicio de que aquella alegre joven era la maga más poderosa que haya existido jamás no aparecía en ella.
Nelia hizo que murmullos comenzaron a oírse en el salón. Había imitado a Sandra y también ella se había puesto unos pantalones y una larga camisa que la llegaba a mitad de los muslos. La joven elfa había tenido que admitir que ahora iba mucho más cómoda vestida como hoy estaba. Se había propuesto pedir a sus nuevas amigas consejos sobre vestuario y pensaba seguirlos al pie de la letra.
Llegaron a la mesa principal en donde un muy sonriente Thranduil, un serio Lord Elrond y unas caras llenas de temor de Légolas y de Aragorn les dieron la bienvenida.
La marcha de Gandalf había entristecido a Sandra. Se había acostumbrado a la presencia del mago al que empezaba a tratar como un familiar cercano. Solo la promesa de volver hizo que la joven sonriera de nuevo.
Comenzaron a desayunar al mismo tiempo que mantenían una animada charla sobre lo que harían cuando terminaran.
-¿Qué tienes pensado para el entrenamiento? –quiso saber Légolas, su rostro evidenciaba la preocupación que sentía.
-Estaría bien un combinado de espada y cuerpo a cuerpo –explicó la joven guerrera-. El arco todavía no lo tengo dominado como para empezar una competición seria.
Aragorn casi se atraganta con la bebida que estaba tomando. Ya le habían explicado cómo habían sido sus primeros lanzamientos con esa arma y dudaba mucho que no lo dominara por completo.
-Entonces será espada –Thranduil parecía entusiasmado
-Sí, creo que podremos tener un entrenamiento bastante completo –Julia sonreía amigablemente.
Terminaron el desayuno y un numeroso grupo se encaminó hacia la zona de entrenamiento en donde Thranduil y Julia se prepararían ese día.
Mientras iban caminando, Haldir sintió un leve roce en su hombro y giró su cabeza para ver quien era el que deseaba llamar su atención. Su mirada se suavizó al ver que Nelia era la que le llamaba, pero esa misma expresión tranquila se transformó en una frialdad absoluta al observar la expresión de la elfa.
-Nelia ¿Qué os ocurre? –una verdadera preocupación dibujada en su rostro.
La elfa giró su cabeza levemente para observar como Julia y Sandra caminaban unos metros más adelantadas. No deseaba que ninguna de las dos pudiera oírla. Su gesto no pasó desapercibido para el enorme elfo que mostró una preocupación aún mayor.
-Nelia, por los Valar, dime qué está pasando.
-Haldir –la voz de la elfa era un mero susurro-, creo que tanto Sandra como Julia piensan hacer un viaje a su mundo y temo que van a hacerlo solas.
La reacción del elfo fue la que Nelia había esperado. Los intensos y azules ojos de Haldir se posaron expectantes en la figura de las dos jóvenes.
-¿Estás segura? –preguntó con tono carente de emociones.
-Las escuché cuando pasaba cerca de la habitación de Julia. Sandra comentó que después del entrenamiento se acercarían a la casa de Julia a por más ropa.
-¿Te vieron?
-Sí, pero empecé a preguntarles sobre el estilo de ropa que llevaban e incluso me hicieron poner los pantalones que llevo puestos –no era toda la verdad pero así lograría lo que buscaba y, por la expresión en el rostro del elfo, sabía que lo había conseguido.
-Gracias, Nelia –agradeció el elfo con una leve inclinación de su cabeza-. No te preocupes, que solas no irán. Si me disculpas –añadió el elfo al mismo tiempo que se alejaba presuroso de la elfa e iba al encuentro de la persona que le ayudaría a que todo aquello no resultara un desastre y que, afortunadamente, estaba a escasísimos metros de él- Liguerión, ¿puedo hablar un momento contigo? No te preocupes, no nos perderemos la demostración y lo que tengo que comentarte es tremendamente importante.
El instructor elfo se detuvo un momento y miró fijamente a Haldir. La frialdad y la inexpresión que vio en su rostro sirvió para que el temor invadiera todo su ser.
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El silencio era atronador, incluso los bellos pájaros que habitaban en el lugar mantenían un respetuoso silencio, como si entendieran que lo que iba a ocurrir frente a ellos era de gran importancia.
Dentro del terreno que se dedicaba al entrenamiento de la guardia de Rivendell dos personas estaban una frente a la otra. Un hombre y una mujer se miraban al mismo tiempo que se concentraban profundamente prestos para empezar un entrenamiento que se había convertido en un acontecimiento que ninguno de los que allí estaban querría perderse.
A primera vista la situación parecía un poco cómica ya que el hombre era increíblemente alto y la mujer apenas le llegaba a la altura de su pecho. Quien no conociese la identidad de los dos inmediatamente sentiría compasión y lástima por la mujer ya que, a simple vista, parecía sumamente frágil y no aparentaba tener posibilidad alguna de salir sin un solo rasguño del entrenamiento que iban a comenzar.
Nelia y Légolas se habían instalado al lado de Sandra. El príncipe elfo no podía ocultar la preocupación que sentía. Ya había alertado a los sanadores de su padre para que le atendieran nada más terminar el entrenamiento pues estaba completamente seguro de cual iba a ser el resultado.
Nelia miraba a su alrededor en busca de un rostro en concreto, al cruzar su mirada con Haldir, que estaba al lado de Liguerión, éste hizo un leve movimiento de cabeza. La joven elfa sonrió aliviada. Sabía que ninguno de los dos se separaría de sus amigas.
Una leve exclamación hizo que Nelia posara sus ojos en Légolas. El elfo mantenía la boca abierta y sus ojos mostraban un verdadero terror.
-¿Légolas? –el tono de Nelia era de preocupación.
-Sus zapatos –susurró el elfo
-¿Qué zapatos? – le elfa no entendía absolutamente nada.
-Se ha quitado los zapatos –Légolas recordaba palabra por palabra las explicaciones de Sandra-. Julia se ha quitado los zapatos.
-Sí –afirmó Sandra que se había unido a la preocupación del príncipe-. Un entrenamiento completo es eso. Espero que no sea muy dura con el rey.
Légolas había mirado con verdadero horror como la joven guerrera se había inclinado y se había quitado los zapatos, dejándolos a un lado del campo de entrenamiento para luego volver a su puesto, frente a Thranduil que mostraba en su rostro la expresión de no entender absolutamente nada.
Con gran tranquilidad, la joven sacó una de sus katanas de entrenamiento y adoptó su posición de ataque, lista para esperar la primera acción de su contrincante, que, imitando su ejemplo, sacó su enorme espada élfica y se preparó para hacer el primer movimiento.
Comenzó a caminar en círculos alrededor de la joven guerrera, esperando que la mujer comenzara su lucha, pero ésta parecía estar en una pose tranquila y relajada, eso sí, sin perder de vista ni un solo movimiento que el soberano élfico hacía.
Thranduil ya estaba impacientándose y decidió dar una estocada rápida y sorpresiva. Era el mejor luchador con espada de Tierra Media y pensaba demostrárselo a la Dama de las Espadas.
Estaba completamente seguro de que conseguiría sorprenderla, pero el sorprendido fue él cuando, sin poder apreciar el movimiento realizado, la katana de entrenamiento había bloqueado perfectamente la espada élfica. Thranduil miró los ojos de la guerrera y sintió como un escalofrío recorría todo su ser. Todas las emociones y sentimientos que había visto en aquellos ojos marrones había desaparecido completamente para mostrar una frialdad y una carencia de sensaciones total.
Volvieron a separarse un par de metros el uno del otro para volver a observarse con mayor detenimiento. Thranduil ahora no se veía tan ilusionado con poder sorprender a la joven guerrera. Su concentración era mucho mayor y empezaba a pensar que realmente que el tener ese entrenamiento completo no había sido muy buena idea.
Cogiendo con mucha mayor fuerza su espada se dispuso a iniciar un segundo ataque que ya estaba completamente seguro de que no sería nada sorpresivo. Volvió a observar a la mujer para intentar encontrar un punto desprotegido por el que consiguiera un mejor resultado pero pudo comprobar como cada parte de su ser estaba en tensión, listo para repeler el golpe y responder con uno propio de mayor fuerza.
Fueron sus rapidísimos reflejos élficos lo que le salvaron de lo que le vino en aquel momento. Apenas pudo darse cuenta de nada salvo que la joven guerrera ya estaba junto a él levantando su afiladísima katana e iniciando un ataque mortífero para cualquier otro que no poseyera su habilidad con ese arma.
La katana bajaba a una gran velocidad directamente hacia uno de sus hombros y apenas le dio tiempo de bloquearla con su espada, pero no pudo librarse de lo que vino a continuación. La pierna derecha de la joven guerrera se levantó con suma rapidez y el pie descalzo impactó en su barbilla haciendo que perdiera el equilibrio y se tambaleara hasta casi caer al suelo.
Varias exclamaciones no se hicieron de rogar y los que estaban contemplando aquel entrenamiento y desconocían la verdadera naturaleza de los dos contrincantes, estaban que no podían creer lo que veían. Aquella joven era mucho más baja y sumamente más frágil que el rey elfo y no había tenido problemas para dejarle fuera de combate nada más empezar.
-Sería mejor que siguiera solo con espada y dejara el cuerpo a cuerpo para después o este entrenamiento terminará antes de empezar –comentó Lord Elrond a los que le rodeaban al mismo tiempo que Gandalf asentían con la cabeza al comentario de su amigo.
Thranduil se repuso rápidamente de su primera patada recibida y volvió al centro del terreno de entrenamiento, aquello iba a ser más duro y difícil de que creía en un principio.
Durante el poco rato que llevaban de entrenamiento Julia había estado observando a su contrincante y pudo comprobar que, aunque era muy poderoso, pecaba de los mismos defectos de todos los luchadores, creerse que son más fuertes y poderosos y que no tendrán problemas para batir a su adversario. En el caso de Thranduil sabía que así era, pero ahora tenía la guardia bajada y no era la misma persona que había visto luchar el día anterior contra los orcos.
Una primera tentativa de ataque le dio la razón y con suma facilidad pudo asestar una certera patada en la barbilla del gigantesco elfo.
"Será mejor que por el momento siga solo con la espada o esto me va a durar menos que un caramelo en la puerta de un colegio" fue su pensamiento al ver cómo reaccionaba su contrincante.
Por el rabillo del ojo pudo ver como Sandra la miraba y levantaba sus dos pulgares hacia arriba en claro sigo de "a por él" y a su lado a Légolas que mantenía sus ojos abiertos como platos a causa de un miedo atroz a lo que su padre pudiera hacer o en la forma en que acabaría después de este enfrentamiento.
-Será mejor que por ahora sigamos solo con espada –dijo al rey élfico y, ante el gesto afirmativo de su contrincante, asió con más fuerza su katana presta para disfrutar de un entrenamiento que se prometía muy movido y entretenido.
Frente al gesto afirmativo de Thranduil, Julia se lanzó en un desbastador ataque moviendo su katana certeramente hacia el cuerpo del rey que comenzó a defenderse a base de bloquear estocada tras estocada.
El entrenamiento siguió con un ritmo y fuerza ascendente y casi se podía decir que la totalidad de las personas que en ese momento se encontraban en Rivendell estaban contemplando el espectáculo que frente a ellos se ofrecía.
Thranduil, haciendo gala de su habilidad con la espada paraba todas las estocadas que la guerrera ninja le propinaba. Un brillo de satisfacción y orgullo apareció en sus ojos, contento y feliz por ser un contrincante digno de la guerrera.
Diez minutos después pararon y volvieron a separarse un par de metros para observarse de nuevo.
-Es un gran luchador de espada, majestad –afirmó Julia al mismo tiempo que una leve sonrisa se dibujaba en su cara.
-Es un honor para mí el tener vuestro reconocimiento –el pecho del rey se hinchó de satisfacción.
-Creo que es hora de aumentar un poco el nivel, digamos a un nivel 3.
-¿Nivel 3? –los azules ojos del rey mostraban su sorpresa y un claro gesto de no entender absolutamente nada.
-Sí. Hay varios niveles según la fuerza, la rapidez y complejidad de la técnica empleada, como sus nombres, para más facilidad de comprensión utilizo números.
-¿Cuántos niveles hay? –el temor empezaba a mostrarse en el rostro del rey
-Se puede decir que hay cinco niveles, el mayor de ellos lo creé para combinar la técnica de espada y cuerpo a cuerpo, ese lo veremos dentro de un rato, primero sigamos con la espada. Tiene una gran destreza, no creo que tenga dificultad para llegar al cuarto nivel.
Esas palabras lograron animar al Thranduil que fue quien empezó el ataque nada más reiniciar el entrenamiento, pero no tardó de pasar a una técnica defensiva cuando la velocidad de las estocadas que le eran propinadas aumentaba sin consideración alguna.
Veinte minutos más tarde, y después de un vertiginoso duelo de espadas que hizo que todos los presentes mantuvieran una cara de anonadamiento total y en plena estocada Julia declaró en voz alta que pasaban al nivel máximo, la combinación de espada con cuerpo a cuerpo.
Exclamaciones de temor se comenzaron a escuchar y no tardó en verse la indudable supremacía de la joven guerrera. La primera demostración de su destreza vino cuando el rey bloqueó una de sus estocadas y sus pie derecho no tuvo ninguna dificultad para impactar contra las costillas del hombre que, reaccionando lanzó una poderosa estocada contra el miembro que le atacaba, siendo entonces el pie izquierdo quien tomaba el relevo, esta vez unido al crujido que se podía escuchar al romperse un hueso.
Girándose ya casi sin controlar sus movimientos intentó atacar a la cabeza de la mujer, que no tuvo ninguna dificultad para bloquear el ataque y elevar con gran fuerza el pie derecho y alcanzar la barbilla del rey, en donde se volvió a escuchar el ruido del hueso al romperse.
Casi fuera de sí, Thranduil utilizó toda su fuerza élfica para intentar golpear a la mujer con su espada, pero la joven esquivó fácilmente el golpe y no teniendo ningún obstáculo que frenara su fuerte ímpetu, la espada siguió su camino hasta el suelo, donde rebotó de la fuerza que traía y el mango golpeó la entrepierna del rey, quien con un doloroso quejido soltó su espada e intentaba sujetarse la delicada parte afectada al mismo tiempo que caía de rodillas, sus ojos abiertos y su boca desencajada por el dolor para terminar tendido boca abajo, todo lo largo que era y sumiéndose en la maravillosa y pacífica negrura de la inconsciencia.
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Légolas estaba sentado al lado de la cama que ocupaba su padre, atento a lo pudiera necesitar una vez que sus sanadores se ocuparon de él, maldiciendo en silencio las ganas que el hombre había tenido de hacer semejante entrenamiento.
Lord Elrond también estaba allí mientras volvía a observar las heridas de su amigo al mismo tiempo que hacía gestos negativos con la cabeza ante la enorme testarudez de su amigo. Por fortuna los elfos se recuperaban rápidamente de sus heridas y estaba convencido que dentro de dos días el rey de Mirkwood estaría de nuevo dando paseos por los jardines.
-Seguramente esto le enseñará a no plantear un nuevo entrenamiento –decía el señor de Rivendell al príncipe elfo.
-Espero que así sea, porque de lo contrario os aseguro que le ataré a la cama con fuertes correas si es necesario –aseguró Légolas
-No podía figurarme un entrenamiento de ese calibre
-Sinceramente, viendo la forma que tiene de luchar la Dama de las Espadas, creo que incluso ha sido muy suave. No quiero ni pensar en qué le habría ocurrido si hubiera empezado el entrenamiento como lo hizo en sus últimos instantes.
-Me temo –dijo Lord Elrond levantando la vista de su amigo para fijarla en Légolas-, que ahora mismo serías el nuevo rey de Mirkwood.
-Lord Elrond
-Dime
-Tengo un mal presentimiento
-¿Sobre que?
-Creo que haríamos bien en tener en constante vigilancia tanto a Sandra como a Julia, me temo que puedan intentar apoderarse de una de ellas, si no es de ambas.
Lord Elrond fijo su mirada en los azules ojos de Légolas. El semblante del príncipe era muy serio y su preocupación genuina.
-Tienes razón –reconoció el señor de Rivendell-, no creo que Saruman se quede tranquilo sin intentar apoderarse de al menos una de ellas. De las dos lo veo difícil, pero de una de ellas creo que lo intentaría.
-El problema no es tenerlas vigiladas, creo que el problema será intentar adivinar por quién se decidiría.
-Eso es fácil –Lord Elrond sirvió bebida en dos copas, entregando una de ellas al príncipe elfo- ¿Quién de las dos le ha hecho más daño en sus ataques? ¿Quién de las dos le ha causado más bajas y se ha mostrado mucho más superior a sus guerreros?
-Hablaré con Haldir y Aragorn, entre los tres tendremos a Julia constantemente vigilada y con Liguerión para que no se despegue de Sandra ni un solo momento.
Légolas salió de la habitación de su padre dejando a éste al cuidado de Lord Elrond y marchó directamente hacia los jardines en donde sabía que podía encontrar a sus amigos.
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Dentro de la habitación, las dos amigas se habían cambiado de ropa para estar más cómodas. Después de entregar la ropa que había usado en el entrenamiento para que la lavaran, Julia se había vestido con unos pantalones verde oscuros y con una blusa color crema que le llegaba a la mitad de los muslos y que ajustaba a su cuerpo con una fina correa terminada en un broche de plata en forma de hoja de árbol. Sandra había imitado a su amiga y se puso la ropa más cómoda que había en el armario.
Faltaba poco para la hora de la comida pero las dos amigas parecían tener otros planes.
-¿Esperamos a después de comer? –quiso saber Sandra
-No. He estado observando a Nelia hablar con Haldir, y aseguraría que le ha dicho que tenemos intención de ir a hacer una excursión. ¿Quieres que vayamos solas o acompañadas?
Sandra se quedó pensativa durante unos instantes y después una traviesa sonrisa adornó su rostro.
-Solas, tengo mucha curiosidad por ver sus caras cuando volvamos.
-Entonces mejor ahora –Julia sonrió ante la perspectiva de encontrar a unos cuantos elfos casi en pleno ataque de histeria y a dos elfos en particular casi subiéndose por las paredes.
-Cuanto antes mejor
Asintiendo, la joven guerrera descolgó sus katanas negras y se las puso en la espalda. No estaba la situación como para ir de excursión con simples katanas de entrenamiento, más valía ir bien preparada.
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-¿Estás seguro de ello? –el rostro de Aragorn reflejaba los sentimientos de los demás.
-No –contestó Légolas-, pero esta sensación no me abandona y Lord Elrond está de acuerdo conmigo.
-Entonces no se hable más –contestó Haldir-, no me separaré de Julia ni un solo momento
-Ni yo de Sandra –afirmó Liguerión
-Lo que nos plantea un problema a muy corto plazo –añadió Haldir
-¿Problema? ¿Qué problema? –el príncipe elfo mostró la alarma en su rostro.
-Nelia me informó que había escuchado a las dos que decidían hacer una excursión a su mundo para buscar ropa y que tenían pensado hacerlo solas
-¿¡Que? –Légolas se puso en pie- ¡Eso no lo pueden hacer! ¡Es muy peligroso!
-¿Para cuando tenían previsto irse? –quiso saber el rey de Gondor.
-Creo que después de comer
-Entonces no hay más que decir, estaremos preparados, primero será intentar convencerlas de que no pueden ir y si no hay más remedio, acompañarlas, pero lo mejor sería que no fuesen.
-Una cosa es decirlo –contestó Légolas-, otra muy diferente, conseguirlo.
Los cuatro callaron al ver como las dos jóvenes salían del palacio y caminaban tranquilamente por los jardines. Parecían relajadas y Aragorn empezó a tranquilizarse.
-Algo no va bien –la voz de Haldir era un susurro
-¿Qué es? –Aragorn no veía nada extraño.
-Será mejor que nos pongamos en marcha, creo que van a ir ahora
-¿Cómo lo sabes?
-Las katanas –fue lo único que dijo Haldir
Los otros tres se las quedaron mirando fijamente sin entender qué era lo que el elfo quería decir hasta que tanto Légolas como Liguerión se dieron cuenta de lo que ocurría.
-¡Lleva las katanas de combate! –el terror comenzó a invadir al instructor.
Ahora los cuatro amigos comenzaron a caminar más deprisa para alcanzar a las dos jóvenes que habían aumentado el ritmo de sus pasos y marchaban decidida hacia los dos árboles que constituían la puerta a su mundo.
-Corramos, no conseguiremos alcanzarlas –dijo Haldir al mismo tiempo que comenzaba a correr todo lo rápido que sus piernas élficas se lo permitían
Impotentes vieron como las luces brillantes comenzaban a aparecer entre los dos árboles y las dos amigas se adentraban en ellas andando con gran rapidez para desaparecer de donde estaban.
El estupor era lo que estaba dibujado en la cara de los cuatro hombres. Estupor, terror e impotencia porque no podían hacer nada. Gandalf había marchado nada más terminar de presenciar el entrenamiento y sin él no podían acceder a aquel mundo.
No habían pasado ni cuatro minutos cuando las luces brillantes volvieron a aparecer y una Sandra corriendo todo lo deprisa que podía hizo su aparición.
-¡Rápido! ¡Están atacando a Julia!
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Hasta aquí este capítulo que espero, de todo corazón, que os haya gustado.
Os ruego perdonéis la tremenda tardanza en actualizar, pero problemas de salud me lo ha impedido y luego se me estropeó el modem del ordenador con lo que no tuve ocasión de poder subirlo.
Millones de gracias a los que leen esta historia y en especial a PauMalfoy, Sonia11, HADA, Demona, Luna duSoleil y Eladreaw por vuestros comentarios que me ayudan a seguir con esta locura.
Millones de besos y abrazos para todos