Disclaimer: Naruto y compañía no me pertenecen ¡No me demanden!... Hum... pero si me regalaran a Itachi no me quejaría x3


LO MEJOR DE TI.

1.

Reencuentro.

Oh, por Dios... oh, por Dios... oh, por todos los cielos...

Sakura se paseaba de un lado a otro de una reducida sala del hospital de Konoha. Sus manos sudaban frío, su respiración se había vuelto demasiado dificultosa, y sus piernas temblaban de manera que hace mucho tiempo no sentía, como si de un momento a otro su cuerpo hubiera adoptado la contextura de una especie de gelatina débil y temblorosa.

¡Oh, por todos los shurikens del mundo! No tengo porqué ponerme así, pensó exasperada. Se detuvo un momento. ¡Pero era Sasuke el que está del otro lado de la puerta! Se tomó con ambas manos la cabeza, y volvió por duodécima vez a su recorrido. Oh, esto no podía estar pasándole.

–No puede ser –murmuró, presa de una repentina oleada de desesperación -¿Por qué ahora?... Sasuke…

Se quedó quieta otra vez, para notar si escuchaba algo. Pero solo había silencio, ése silencio que te tenías que obligar a escuchar, generalmente, dentro de una sala de hospital, antes de que te dieran un veredicto final, uno de vida o muerte.

¡No! Sakura pateó repentinamente el suelo de verdosas baldosas del cuarto ¡Menudo regalo de cumpleaños que le había llegado! Esto lo habría pedido hace tres años atrás ¡Pero no ahora!

Miró la puerta y soltó un lastimero gemido. No sabía porqué, pero tenía la desagradable sensación de que era la mujer más miserable del mundo. La suerte simplemente nunca le acompañó en este complejo aspecto de su vida.

De pronto, la puerta de la salita en donde se encontraba se abrió soltando un chirrido, y que evitó que Sakura siguiera lamentándose de su triste destino. Por ella asomó nuevamente el cuerpo de Shizune, después de haberla visto desaparecer, lo que le parecieron, horas atrás.

– ¿Sakura? –preguntó con voz trémula, al notar que Sakura había dado un salto del susto.

–Dime –contestó la joven con un jadeo, ansiosa.

-Sasuke ya está estable... –dijo Shizune como con precaución viendo la reacción de Sakura –Si quieres... ya puedes pasar a verlo.

Hubo un momento de silencio en que ambas se miraron. Hasta que, finalmente, Sakura asintió con el cejo fruncido. Avanzó hasta la puerta, sintiendo que el corazón comenzaba a latirle dolorosamente.

Vería a Sasuke… Vería a Sasuke, después de tanto tiempo.

Sakura no alcanzó a llegar ni si quiera al umbral de la puerta. Se detuvo, mirando a Shizune. Bajó la vista. Una mano de ella se posaba en su hombro. Volvió a mirarla.

– ¿Qué pasa, Shizune? –le preguntó, en voz baja.

–Tu... ¿Estás segura de esto? –preguntó ella seriamente. Era obvio que ella sabía que todo este asunto no le era para nada ajeno a Sakura - No es necesario que te precipites –agregó, mirándola con preocupación –además... aún no está consciente. Puedes esperar si quieres – le ofreció.

Sakura la miró un momento antes esbozar una sonrisa amable, aunque sentía que su estómago se había vuelto de plomo y la hacía sentirse descompuesta.

–No te preocupes. Hace mucho que esperaba este momento... ya fue demasiado, quiero terminar de una buena vez con todo. –le dijo, intentando sonar segura -No será una tarea muy agradable, pero hay que hacerlo.

–Pe-pero... ¡Puedes esperar hasta que Naruto llegue! –replicó Shizune esperanzada -Supe que regresaría la semana que viene –sonrió con nerviosismo.

Sakura parpadeó, sorprendida. ¿Qué Naruto llegaba la semana que venía? Pero el repentino destello de alegría que se había reflejado en sus ojos, pareció apagarse casi tan rápido como había aparecido.

– ¿Estás segura, Shizune? –le preguntó dubitativa. Sakura tenía sus razones para dudar. No era el primera vez que escuchaba esa noticia. Desde hace meses que escuchaba el mismo rumor; que Naruto y su maestro llegarían para la semana que venía... y resultaba que esa semana no parecía llegar nunca. Pero por la manera en que asintió Shizune, era probable que esta vez si que podía ser cierto –¿No lo dices para que desista de visitar a Sasuke?

Shizune soltó una risita casi triste.

–Sería una buena estrategia, pero no.

Así que era cierto. Naruto si que llegaría dentro de una semana. Sakura pensó un momento en la idea, y en el rostro se le formó una sonrisa disimulada. Iba a encontrarse con Naruto… ¡con Naruto! El chico come-ramen escandaloso, su amigo, su compañero... Cuanta falta le hizo su energía... No lo veía hace ¿cuanto? ¿cuatro? ¿cinco años?

Sakura cerró los ojos.

Si Naruto venía, si Naruto la acompañaba...

Acentuó su sonrisa... y negó con la cabeza.

–Una semana es demasiado tiempo. Esto... es algo que debo hacer sola, Shizune –dijo tras un silencio, y luego, como tratando de convencerse a sí misma agregó –Ver a Sasuke me hará bien... -Shizune la miró sorprendida. -Aunque no lo creas –continuó - este encuentro cerrará por fin un capítulo de mi vida...

–...y dará comienzo a otro –acotó la médico, resignada.

Sakura asintió. Le alegraba que captara.

–Yo... al fin sabré que es lo que ocurrirá conmigo. Mi herida está semiabierta, y ahora sabré si esta cicatrizará... o terminará de arrancar el pedazo herido...

Shizune se la quedó mirando largamente.

–Bueno… Eso es muy valiente de tu parte. Pero creo al fin y al cabo de eso se trata todo esto ¿no? Me alegra corroborar que realmente maduraste, Sakura. Tsunade-sama tenía toda la razón...

Sakura alzó las cejas, incrédula, sintiendo que el peso de su estómago se aligeraba un poco.

– ¿Yo? – preguntó trémula -¿De verdad lo crees? –Shizune asintió –¡Pues, gracias! Me alegro que alguien me diga que lo que voy a hacer no va a ser una soberana muestra de inmadurez.

– ¿Por qué? –se extrañó Shizune - ¿Alguien te dijo algo?

–Sí.

– ¿Quién?

–Una estúpida chica llamada Sakura Haruno ¿La conoces?

Shizune sonrió. Sakura inclinó la cabeza en señal de agradecimiento y, con una última sonrisa, salió del solitario cuarto donde había estado cavando un sendero con los pies, para dirigirse al cuarto donde la esperaba Sasuke, sin mirar atrás.

En todo el camino no hizo otra cosa que tratar de controlar sus nervios, esquivar la mirada de la gente con la que se topaba, y sobretodo, mantenerse lo más erguida posible. No demoró mucho en llegar a su puerta de destino. De hecho, había estado tan concentrada en tratar de tomar el control sobre sí misma, que se sorprendió de que su nariz estuviera apuntando a la temida puerta blanca.

Sakura se detuvo un momento frente a ella, respirando profundo.

Recordó que se había alegrado tanto, ¡tanto! Cuando supieron que Sasuke había vuelto y como el mismo y... No había rastro de Orochimaru en él. Aunque Tsunade le había dicho que el joven de todas maneras se mantendría bajo estricta vigilancia ANBU por algún tiempo. Por si las moscas.

Era lo más lógico, había concordado Sakura. Sería inútil si Sasuke, con el poder que seguramente poseía, decidía escapar, pero era lógico al fin y al cabo. Mejor que nada ¿no?

Sakura se puso aún más nerviosa. Ahora se le vino a la cabeza una de las primeras cosas que pensó cuando supo que Sasuke había vuelto... ¿Cómo sería Sasuke ahora? No había podido imaginar cómo sería su personalidad y en cómo esta pudo haberse transformado, pero... ¿Cómo sería su nuevo aspecto? ¿Qué encontraría al atravesar esa puerta que tenía en frente? ¿Sería igual de apuesto que la última vez que lo vio? Era obvio que el Sasuke de doce años no sería completamente el mismo que ahora, casi ocho años después, pero...

Oh, Dios ¡Ocho años después!

Se preguntó cuánto le afectaría tal cambio.

Sakura respiró hondo por última vez, como quién se prepara para ir a la horca. Y sin siquiera golpear antes, empujó la puerta suavemente con una mano. La puerta dio un suave graznido, rebotando en medio del silencio del pasillo, hasta que se abrió por completo. Se quedó en el umbral.

La habitación era clara, como toda sala de un hospital decente. La brisa estival entraba por una ventana semiabierta y hacía bailar la delgada cortina transparente. Una solitaria cama se encontraba al lado de la ventana, y sobre ella estaba...

Sakura contuvo la respiración.

Se acercó lentamente. Allí estaba.

El objeto de los persistentes y apasionados sueños, el objeto clave de los primeros dolorosos años después de que el grupo original se separara, estaba frente a ella.

Allí estaba la respuesta, la imagen definitiva, después de tanto imaginarlo, de Sasuke.

Estaba con los ojos cerrados. Lo vio tan igual a como lo recordaba. Tan igual, que le dio un escalofrío. Era como si no hubiese pasado el tiempo. Era como si nunca se fuese ido. Le pareció tan familiar y tan lejano a la vez, que Sakura sintió vértigo.

Por supuesto que sus rasgos ya no pertenecían a los de un niño, si no que ya eran rasgos de un hombre joven. Sakura por un momento se quedó sin respiración al notar que Sasuke ya no era tan guapo... no, guapo no era... ¡Era sencillamente hermoso! Su rostro, aunque algo pálido y enfermizo, seguía teniendo los colores y las facciones originarias que definitivamente le daban a conocer como un miembro del lejano clan Uchiha.

El joven dormía al parecer con tranquilidad. Nunca lo había visto así. Será que es porque no lo he visto hace tiempo, pensó Sakura, que seguía mirándolo temiendo a la vez que sus piernas de tanto temblar no soportarían su peso y la hicieran caer. Le parecía tan sereno, tan vulnerable...

Avanzó hasta llegar a la cabecera de la cama de joven, y con una mano débil, Sakura quitó un mechón de cabello oscuro que le cubría el rostro. Se inclinó hacia él y sonrió, casi enternecida por la imagen que estaba presenciando.

–Naruto vuelve la semana que viene –susurró –tu has llegado solo ayer y yo... he llegado recién esta mañana –soltó una risita irónica – ¿No es una gran coincidencia? El grupo vuelve a reencontrarse ¿eh?... Me pregunto como reaccionará Naruto al saber que estás nuevamente en Konoha. El... –frunció levemente el cejo – él te ha buscado con tanto afán. Créeme que ni una sola vez lo dejó de intentar. Se ha esforzado tanto en ser más fuerte, para traerte de vuelta, que ya casi ni lo veía, hasta que un día... no lo vi más. Ha luchado tanto con el dolor que le dejaste, igual... igual que yo.

Sakura volvió a enderezarse. Estaba consciente de que daba lo mismo hablarle a Sasuke que a la lamparita de noche que estaba en el velador. Pero, con tan solo hablarle, mirarle la cara, sintió que todo el peso que sentía en su pecho, acumulado y bien disimulado por tantos años, iba desapareciendo paulatinamente.

Siguió allí, con los ojos puestos en el rostro de Sasuke, pero su mirada estaba perdida y pensando. Pensando en lo increíble que era estar allí, en ése momento. Pensando en lo increíblemente rápido que pasaban los años. Pensando en que esto no era un sueño. Pensando… Pensando qué iba a ser de ella ahora, que después de tanto desearlo y al mismo tiempo de tanto temerlo, el momento de su encuentro había llegado… Como si hubiese insistido arduamente en subirse a la rampa más alta de una piscina, y ahora, que estaba allí arriba, lejos del mundo, no se atreviera a saltar al agua…

Sakura simplemente se limitó a observarlo. Hacía el esfuerzo, en vano, de que todo lo que había guardado dentro, esos sentimientos de inmadura ansiedad, no se le colaran por los poros de la piel. Esos sentimientos infantiles habían salido a flote, pero ya no la afectaban en absoluto... O al menos eso quería creer. Y si eso ocurría consideraba que tenía la capacidad suficiente de poder controlarlo ¿Y por qué no ahora? Era un muy, pero muy buen momento para ponerlo en práctica. ¿Por qué le costaba tanto?

Tenía ganas de caer de rodillas, de llorar, de reír, de gritar... Pero no lo haría. Lo ignoraría.

Sakura ya no era una niña. Ésa era la diferencia ahora. Había adquirido, durante esos cuatro años de soledad, poder físicamente, pero eso no era lo más importante. Ella...

Había adquirido poder sobre ella misma.

Y a pesar de lo que estaba sintiendo, lo demostraría.

Eso era lo que la había transformado... en una mujer.

Sus ojos se volvieron severos a Sasuke, que yacía allí, frente a ella.

– ¿Qué es –susurró – lo que te ha transformado en un hombre, Sasuke? –entrecerró por un momento los ojos -¿O es acaso que todavía no lo descubres, o... es eso lo que se te ha perdido... Sasuke? –agregó, recordando que él, sin poder ejercer control sobre sí mismo, había arrancado de la aldea.

Sakura sólo se dio cuenta que el tiempo que había pasado en el cuarto de Sasuke cuando, a sus espaldas, sintió que tocaban la puerta del cuarto, haciéndole dar un respingo. Cuando Sakura se giró para ver quien era, una figura alta, muy conocida para ella, ya había entrado silenciosamente al cuarto.

–Lo siento, estaba abierto.

– ¿Kakashi-sensei?

Kakashi sonrió (a través de la mascara, claro, pero ella ya lo conocía lo suficiente para saberlo), levantando una mano enguantada a modo de saludo y se acercó a su alumna.

–Me dijeron que te habías enterado sobre el regreso de Sasuke. Pensé que estarías aquí hasta que terminara el horario de visita.

Sakura lo miró sin entender ¿El horario de visita había terminado? ¿Tan pronto? Y como despertándose recién, observó que el cuarto estaba iluminado tenuemente por la anaranjada luz del atardecer. Recuperándose rápidamente, la joven sonrió, apenada.

– ¿Cuándo cree que despertará? –preguntó refiriéndose a Sasuke.

–Pensé que tu lo sabrías –dijo el jounnin acercándose para situarse a su lado - creí que la médico acá eras tú, Sakura...

Sakura suspiró.

–No me dejaron atenderlo. Ni si quiera sé cuánto suero le están poniendo, que es lo mínimo que uno debe saber... Además solo me enteré hoy, cuando llegué a casa en la mañana. Tsunade-sama es la que está a cargo estrictamente de él, y no la he visto como para preguntárselo.

–Ya veo... –murmuró Kakashi, y miró a Sasuke unos segundos -No creo que despierte antes de tres días –dijo con voz de circunstancias –al menos eso fue lo que me comentó Shizune. Y la verdad, es que no soy quién para contradecirla.

Se quedaron por unos momentos en silencio.

–Eh... ¿Kakashi-sensei?

–Dime, Sakura.

–Usted... –carraspeó, no estaba segura si Kakashi le contestaría con sinceridad, pues hasta el momento nadie lo había hecho o simplemente se negaban a hablar - ¿Sabe, por casualidad, en qué circunstancias encontraron a Sasuke? –lo miró - ¿Qué... qué fue lo que pasó ayer? ¿Cómo fue que dieron con él?

El jounnin se la quedó mirando con su único ojo sin decir palabra alguna. Miró a Sasuke que seguía tan dormido como siempre y luego volvió a mirarla a ella. Y simplemente se encogió de hombros en respuesta.

– ¿Qué? –preguntó Sakura, como si no hubiera captado.

–Pues eso. No estoy al tanto de los detalles –contestó él tranquilamente, con la voz amortiguada tras la máscara.

–Kakashi-sensei... –advirtió Sakura –no me mienta, por favor...

Kakashi se puso a reír con una voz suave y despreocupada.

–Ay, Sakura –suspiró - no creo que sean horas de andar preguntando eso...

– ¿Como que no? No me evada. Ya no tengo quince años y no creo tener el cerebro tan diminuto como para no entender nada de lo que pasó.

–¿En serio? –preguntó distraídamente Kakashi –A juzgar por lo de "sensei" con el que aún te me diriges, a pesar de que ya no soy tu maestro, sí que pensé que aún tenías quince. Aunque eso no quiere decir que tengas un cerebro diminuto, por supuesto.

–Ah, ya –dijo Sakura, lacónica –Supongo que si le dejo de llamar "sensei" quizá le refresque la memoria y me diga que sucedió anoche…

Kakashi la miró con expresión soñadora, y luego miró a un lado, y luego a otro. Sakura tuvo la leve sospecha de que eso era un rotundo no.

–Creo que ya es hora de que salgamos Sakura, la hora de visita terminó hace 15 minutos y creo que ya le estoy debiendo una cena a la enfermera... –dijo finalmente. Sakura resopló. Ya decía ella.

– ¿Una cena? Ah, ya –comentó la joven en el mismo tono -¿Habla en serio?

Kakashi soltó una risita.

–Por supuesto que sí. Le dije a la enfermera que si me dejaba pasar fuera del horario y me demoraba mas de diez minutos... –luego soltó un profundo suspiro –bueno, ni modo... nunca le dije que yo pagaría…

Sakura puso los ojos en blanco, negando con la cabeza. Luego sonrió afectuosamente a Kakashi.

–Me alegra que hayas venido, Kakashi-sensei.

–A mi también me alegra verte de vuelta, Sakura. ¿Fue un viaje agradable?

Con un tenue dolorcillo visceral, Sakura dejó el cuarto donde descansaba Sasuke, y ambos, Kakashi y ella, salieron del hospital de Konoha después de una nerviosa despedida de parte de este hacía la enfermera que, al parecer, se había ganado una buena cena con el auspicio del jounnin.

Después de unos diez minutos de ligera caminata, e intercambiar unas cuántas anécdotas del viaje, Sakura se encontró en una esquina, muy cerca de su casa.

–Lamento dejarte aquí –le dijo el jounnin con las manos en los bolsillos -pero es que me llamaron a una reunión y ando corto de tiempo. De hecho… -miró el cielo –ya estoy retrasado…

–No se preocupe Kakashi-sensei –sonrió Sakura - Puedo sola. Muchas gracias por acompañarme.

-Bien, entonces nos vemos mañana –levantó una mano. Dio media vuelta, pero no avanzó. En cambió, miró por sobre su hombro y agregó – Ah, y... feliz cumpleaños.

Sakura que también se había dado vuelta, giró sobre sus talones para mirarlo.

–Gracias, Kakashi-sensei.

–¿Cuántos cumpliste?

–Veinte. A que son muchos ¿eh?

–Vaya... Veinte años –oyó murmurar al jounnin distraídamente, ya comenzando a caminar con ese aire despistado - ¿Quién lo diría?... hummm el tiempo pasa volando... y ayer que sólo tenía doce años... que curioso...

Sakura sonrió, mientras lo veía alejarse. Al parecer, ella no era el único ser al que el tiempo había agarrado por sorpresa. Pensar en eso le hizo sentir inesperadamente mejor.

Volvió a dar media vuelta y caminó en dirección a su casa.

Ya estaba completamente oscuro, pero la plateada luz de la luna daba un extraño resplandor a las calles. Todo era silencio, solo el canto lejano de unos grillos interrumpían levemente la tranquilidad del lugar. Y el recuerdo de Sasuke volvió a ocupar su mente.

Oh, Sasuke.

Era obvio que mañana volvería ¡Sin falta! Eso era seguro.

Cuando estaba a punto de llegar a su calle y ya casi podía ver las luces tenues que resaltaban de las ventanas de su casa, algo la distrajo.

Un sonido metálico. Sakura se detuvo a mitad de un paso con el entrecejo fruncido, y aguzó el oído con expresión cautelosa. ¿Qué había sido eso? Se quedó plantada allí, en medio de aquel silencio. Quizá fue mi imaginación, pensó. Miró hacia un lado y luego al otro. No había nadie por allí.

Entonces volvió a escucharlo, algo así que sonó como un "clinch" muy fuerte. ¡Ahí estaba otra vez!

Sakura, con al habilidad de un gato, no resistió el impulso de ir a investigar, y saltó al árbol más cercano. De allí, pudo apreciar mejor de dónde venía exactamente el sonido, que no se limitó simplemente a dos rasgueos. Una, dos, tres veces mas volvió a escucharlo. No era lejos de allí.

Silenciosa, fue saltando de árbol en árbol, siguiendo el curioso sonido que, una que otra vez se detenía, y junto con él, Sakura, que también tenía que detenerse hasta volverlo a escuchar para lanzarse nuevamente en la búsqueda. A medida que iba avanzando, se dio cuenta que el sonido provenía del bosque, cerca del área de entrenamiento de los ninjas.

El sonido volvió a detenerse, a si que Sakura también lo hizo con los oídos atentos. De pronto, volvió a escucharlo, fuerte y claro.

¡Eran shurikens!

¿Cómo es que un sonido como aquel se escuche tan de lejos?, se preguntó Sakura. Seguramente la persona que los estaba lanzando lo hacía fuerte y rápido. No había otra explicación para que los shurikens sonaran tanto.

Avanzó rápidamente hasta que por fin dio con el lugar.

Sakura se ocultó tras un robusto tronco, había calmado su chakra a penas sintió el sonido, por precaución, y ahora, instalada ya en ése lugar, no pensaba cambiar de estrategia. El sonido de los shurikens se sentían muy fuertes, chocando entre si y contra los árboles cercanos.

¿Quién estará entrenando a estas horas?, pensó Sakura. Se le vino la imagen inmediata de Sasuke ¡Que tonta! Sasuke acaba de llegar a Konoha! ¡Y para colmo está postrado en una cama del hospital... inconsciente! agregó como para que no hubiera lugar a dudas.

Se le vinieron muchas personas a la cabeza, entre ellas las más probables...

¿Quizá esa chica llamada Ten-Ten? No, ella no solía entrenar de noche...

¿Kiba? Se escucharía el perro en vez de los shurikens...

¿Shikamaru? Demasiado vago...

¿Shino? Ehhhh...

¿Ino? Naaaa... esa cerda no lanza bien ni siquiera una mirada.

¿Lee? ¡El jamás había practicado antes con shurikens, y menos de noche!

¿Hinata Hyuuga? Quizá, aunque lo dudo mucho...

Luego se le vino la imagen de Neji Hyuuga. ¡Ahí estaba! Aunque no sentía ni su presencia ni ninguna otra en especial, era muy probable.

Si, el suele entrenar mucho, sobretodo de noche, razonó de todas maneras Sakura, al tanto de que como ANBU, a Neji se le había hecho necesario hacerlo. Aunque hace mucho que ya no lo veo... En realidad... hace mucho que no veo a nadie...

Si, lo más seguro era que fuera Neji, que por alguna razón había dejado las murallas de la mansión Hyuuga para ir a entrenar a una zona más... ¿amplia? ... Además ¿Quién lanzaría shurikens hasta hacerlos sonar? Trató de convencerse.

Nadie.

A parte de Sasuke, claro.

Estaba a punto de irse, además, por alguna razón, su instinto no le decía nada en absoluto desde el principio. Ni una señal de advertencia ni nada por el estilo. Eso significaba que no había peligro. Y ella no confiaba en nadie más que su instinto. Pero... pensó que de todas maneras, no estaría nada de mal echarle una mirada al joven Hyuuga.

Sakura se mordió un labio, dubitativa. Solo sería un momento, se dijo, solo ver como lanzaba los shurikens, a ver si alguna vez podía intentarlo. Sólo lo miraría un poco, nada más ¡No había nada malo en ello!

Pervertida. A que no querías mirar otra cosa, dijo una voz acusadora dentro de su cabeza que, por supuesto, ella ignoró. Como venía haciéndolo desde los trece años, en realidad. Pero, para cuando Sakura se asomó a mirar, no pensó, al ver la figura, que la inoportuna voz de su conciencia en el fondo, tenía razón, porque lo que vio, fue definitivamente otra cosa...

Un joven estaba parado en medio de un claro. Era un joven, hombre para ser precisos, por su altura, por su cuerpo y por la forma en que estaba parado, lejos de ser infantil o femenino...

Además, con un leve vuelco en el estómago, notó que el joven estaba con el torso desnudo, brillando de sudor ante la luz de la luna.

Tenía el cabello corto, aunque unos mechones, muy plateados ante la luz nocturna, le caían sobre el rostro y la nuca.

Definitivamente no era Neji Hyuuga.

Sakura jamás había visto a aquel joven. Y si lo hubiera hecho...

Definitivamente me habría acordado, pensó, mirando como el joven respiraba agitadamente. Parecía agotado.

Sakura lo miró sin si quiera parpadear, como hipnotizada. La manera en que el pecho del desconocido subía y bajaba debido a la presunta falta de aire le hacían sentir, ejem... Bueno, la hacían sentir extraña... Aquel cuerpo estilizado, firme y fibroso, no la ayudaba precisamente a mantenerse despejada. Inexplicablemente, algo en él hacía que no pudiera apartar su vista de él.

Observó que el desconocido se llevaba una mano a un portakunai que tenía atado a su muslo derecho. Seis kunais brillaron siniestramente cuando se posicionaron en sus dedos. El joven se inclinó, cruzando los brazos. Y entonces, sin previo aviso y sin ceremonia alguna, desapareció.

Sakura ni si quiera alcanzó a sorprenderse. De inmediato, se escuchó un fuerte chasquido en el aire, el impacto del metal contra el metal, y fue entonces que Sakura volvió a capturar la figura del desconocido con la mirada, que caía limpiamente en el mismo lugar en el que había desaparecido, seguido del discreto sonido de las armas clavándose en diferentes lugares.

Por los cinco Hokages... ¡Es increíble!

Había estado observándolo tan fijamente, que Sakura con una nueva sorpresa, vio por primera vez los lugares en donde habían chocado las delgadas armas ¿Qué como lo sabía si estaba todo casi oscuro? Pues porque decenas ¡No! Veintenas de shurikens y kunais brillaban bajo la luz plateada del cielo, todas clavadas en distintos lugares, todas clavadas en los centros de los círculos blancos pintados, que resaltaban en las maderas de los distintos árboles. Estaba oscuro... y aún así, no había errado ni uno.

¿Quién... quién es?

Sakura vio nuevamente la técnica: los kunais en sus dedos, la posición, el salto increíblemente rápido e imperceptible, el chasquido, y las punzantes armas clavándose en los blancos, y luego, otra vez, y otra... y otra...

Simplemente ése día, estaba hecho para que Sakura no tuviera conciencia del tiempo. La joven simplemente no le podía quitar los ojos de encima. Aún no le podía ver la cara, pero bastaba su cuerpo, su cabello claro y en la forma ágil y varonil en que se movían, para que la chica siguiera en su lugar...

No supo cuánto tiempo estuvo así, no supo cuántas veces el joven había hecho la técnica, y otras más. Sakura solo se quedó ahí, impresionada, admirada... Apenas si se había fijado en qué era lo que había echo, si no en cómo lo había hecho...

Como terminando de ver una obra de teatro desmesuradamente buena, Sakura ni si quiera se movió cuando el joven se había tirado al suelo, dándose un merecido descanso, sin siquiera sospechar que cierta joven de cabello rosa lo espiaba, anonadada. Era evidente que había presenciado el entrenamiento de un gran ninja.

El joven parecía descansar tan bien sentado sobre la hierba, que incluso Sakura se sintió relajada, como si hubiera sido ella fuera que estuvo entrenando arduamente.

En un momento, después de lo que pareció ser una larga hora, Sakura vio que el joven volvía a levantarse, y avanzaba hasta llegar a una roca especialmente grande, donde un círculo blanco estaba dibujado en ella, el único que en cuyo centro no había incrustado ni un arma aún.

Sakura lo observó con atención.

Utilizará otra técnica, pensó intrigada, viendo como el joven levantaba su mano derecha y la estiraba frente a él.

De pronto, un grito ronco, proveniente del joven rasgo el aire del lugar.

Sakura se quedó de piedra, sintiendo que el alma se le caía a los pies.

– ¡RASENGAN!

No supo que fue lo que la dejó más helada aún: si ver como una energía salida de la mano de joven en forma de esfera muy brillante iluminaba el lugar y destruía completamente la enorme roca, o... darse cuenta de a quién pertenecía esa fascinante técnica...

La joven se paralizó a más no poder. Tratando de que la voz le saliera de la garganta seca.

– ¿Na... Naruto?