HEDGEHOG'S DILEMA
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GRACIAS A: J.A.L.M (Dark Devil/Dark Guy) QUE TUVO LA PACIENCIA Y LA AMABILIDAD DE BETEAR CASI TODO EL FIC.
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CAPITULO 13 (Final de la primera parte): EL COMIENZO DE UNA NUEVA ETAPA.
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El regresó a casa fue silencioso, cada uno sumergido en sus propios pensamientos, en sus propios miedos, en sus propios dilemas…
-¿En qué estás pensando, Harry? -le preguntó Draco cuando ya estaban entrando en la sala.
-Realmente en nada especial -contestó el moreno evitando mirar a Draco.
-Harry -lo llamó el rubio con voz suave, cómo el moreno seguía negándose a mirarlo, lo tomó por los hombros y con la mano lisiada le acarició una mejilla -Harry, mírame.
El moreno lo obedeció y en el instante en que sus ojos se encontraron, sintió que su control empezaba a desaparecer.
Tenía la firme convicción de mantener a raya sus emociones, de pensar fríamente y de no exponer una vez más sus sentimientos, desesperanzas y miedos frente a Draco. Pero en el momento en que su mirada se encontró con las grises piscinas que lo taladraban, que se hundían inmisericorde en sus pupilas, en el momento en que Draco le tocó la mejilla y le pasó la mano por el cuello para acariciarle la nuca, Harry echó a un lado sus convicciones y se rindió a la caricia sensual de aquellos labios expertos que se tomaron por asalto los suyos.
Cuando apenas sus labios se rozaban, Draco retrocedió para darle tiempo a Harry de rechazarlo, pero al no encontrar ningún tipo de restricción hizo firme su beso y su abrazo. Harry no podía pensar, solo sentir. La presión de esa boca sobre la suya minó sus decisiones hasta casi desaparecerlas por completo. Abrazó a Draco por la cintura, aplastándose contra su pecho, oprimiéndolo con fuerza.
Sintió, más que oyó, el gemido de Draco cuando sus lenguas se encontraron, contestando a la queja que vibraba en lo profundo de él mismo. Las rodillas le temblaban y su cadera se apretó contra la del rubio demandando una respuesta, respuesta que de inmediato le llegó en un movimiento y un empujón tan sensual que le provocó un cosquilleo por toda su piel que Harry no dudo en paladear ansiosamente.
Cuando el beso terminó Harry se aferró a la cintura de Draco y descansó la cabeza sobre el hombro masculino.
-¿Todo bien, ojos de gato? -el cálido aliento del Sly le acarició la mejilla.
-Sí -murmuro abrazándolo de la cintura con más fuerza, luego gimió y añadió: -No.
-¿Qué sucede? -preocupado, Draco lo abrazó y besó sus cabellos negros.
-Te necesito -al escuchar sus palabras, el rubio lo apretó con fuerza en sus brazos.
-Se suponía que íbamos hablar, Harry -le recordó el Sly frotando su mejilla contra el desordenado cabello oscuro.
-Se lo que me vas a decir, Draco -Harry levantó la cabeza y miró fijamente al rubio a los ojos -"Tu me deseas, yo te deseo, dejémonos llevar por esto y luego cuando nos separemos haremos de cuenta que nada de esto sucedió y cada quien con su vida". Tengo razón,. ¿verdad?
-Casi -murmuró Draco mirando a Harry tan fijamente como este lo miraba -Es verdad que te deseo, pero no intento forzarte a que me aceptes o desees. Quiero hacerte y que me hagas el amor y tener una corta aventura contigo. Solo puedo ofrecerte esto Harry, un presente sin un futuro.
-Entiendo -susurró el moreno con un hilo de voz -tú quieres que tengamos una relación imperfecta, sin ataduras y sin dolor cuando llegue la hora del adiós.
-Cómo ya lo dijiste, continuaremos con nuestras respectivas vidas y caminos.
Harry se puso tenso en el abrazo del rubio.
-Sólo sexo -la voz de Harry seguía sonando suave, fragmentada, rota -tal y como lo fui para Oliver. Un cuerpo para ser poseído, solo eso…
-No me compares con ese -Draco liberó a Harry de sus brazos, aún así el moreno seguía firmemente aferrado a su cintura -te daré todo mi tiempo y atención mientras esto dure. No sólo será sexo.
-Ya veo -Harry hundió su rostro en el pecho de Draco -Seremos amigos con derecho mientras permanezca en esta casucha. En cierta manera le daremos gusto a Dumbledore y terminaremos encamados. Lo único en lo que no le daremos gusto es en convencerte de que regreses a Hogwarts.
-No me hables de ese vejete en estos momentos, Harry. El solo recordar que la situación en la que nos encontramos es su culpa me dan ganas de lanzarle un Avada.
-¿Sabes? Ya nada de lo que Dumbledore haga me sorprende. Siempre me han dicho que he sido manipulado por él. Una manipulación menos, una mas,. ¿cuál es la diferencia? Mi vida y mis decisiones no me pertenecen del todo. Mi destino casi siempre es decidido por terceras personas. Estoy harto de todo esto.
Draco lo volvió abrazar. También era de los que pensaba que Dumbledore dirigía con su turbia mano la vida de Harry Potter. De la misma manera que Lucios Malfoy dirigió la de él por muchos años.
-Si no estoy mal, me dijiste que yo seria el que decidiría lo que pasara entre nosotros y que lo que yo decidiera estaría bien para ti.
-Así es, ojos de gato. No voy a presionarte ni a forzarte a nada. No cambiare contigo si me rechazas. Seguiremos siendo amigos.
-Aceptó lo mucho o lo poco que me ofreces, Draco -el moreno levantó el rostro y una vez más enfrentó su mirada a la de Draco -aceptó porque así yo lo deseo, porque es mi decisión. Esto nada tiene que ver con la trampa de Dumbledore, ni con ayudarlo a conseguir lo que él desea. Esta vez soy yo el que toma la decisión, solo yo.
-¿Estás seguro, Harry? Necesito que estés seguro…
-Y yo necesito que me beses -Harry supo que ya no había marcha atrás, "Es el destino. Esto era lo que tenía que suceder desde el momento en que nos reencontramos", pensó el moreno ofreciendo sus labios.
De inmediato Draco obedeció a su demanda. Lo condujo a su habitación, cerró la puerta y se detuvo a besarlo una vez más. Su boca capturó los labios entreabiertos que se le ofrecían. Con tierna insistencia, le abrió más los labios, introdujo la lengua y Harry sintió una punzante dulzura en el núcleo de su masculinidad.
Una mezcla confusa de debilidad y fuerza, centelleó en todo su cuerpo. Le rodeó el cuello a Draco y se aferró a él para no desplomarse al suelo.
-Harry.
Draco gimió su nombre contra sus labios. El moreno lo escucho con los sentidos inflamados y, respondiendo a una petición no pronunciada, de forma tentativa, acarició la lengua de Draco con la punta de la suya.
Ese contacto hizo arder al rubio cómo la llamarada de una gigantesca antorcha. Los músculos de sus brazos se tensaron de manera convulsiva mientras apretaba a Harry contra él. Comenzó a moverse despacio, inexorablemente, hacia la cama.
Aunque las piernas de Harry lo siguieron, el moreno no sentía el suelo bajo sus pies. Se sentía flotar; era una sensación excitante y abrumadora.
Ni siquiera sintió en que momento Draco le había quitado la camisa, volvió a la realidad en el momento en que el rubio le mordisqueaba con suave dulzura un pezón. La sensación fue tan profunda y salvaje, que Harry sólo atinó a aferrarse con demasiada fuerza del cabello rubio, apretándolo contra sus tetillas deseando que Draco no dejara de hacerle con su lengua y dientes aquella exquisita caricia.
-Eres tan sensual, Harry -le dijo Draco mientras intentaba deshacerse lo mas rápido posible del pantalón del Gry -me vuelves loco.
"¿Yo sensual?", se preguntó Harry, encantado con aquellas palabras. Su desagradable experiencia con Oliver Wood le hizo creer que su sensualidad natural se había apagado. ¿Se había equivocado? Titubeante, puso a trabajar a sus dedos en los botones de la elegante camisa de Draco. El Sly lo ayudo y se la deslizó el mismo por los hombros cuando quedó suelta. Harry lo acarició y de inmediato su piel reconoció la piel cálida de Draco.
-Te deseo Harry -finalmente pudo librar al moreno del pantalón -Saboreó este deseo, me deleitó en él -le rodeo la cintura y lo sentó sobre el borde de la cama. Luego sorprendió al Gry al arrodillarse frente a él. Le acarició las tetillas una vez más y bajó la cabeza hasta sus muslos separados para enterrar el rostro en la firme virilidad. Se apretó contra ella y lo acostó sobre el colchón.
-Draco -el moreno ardía presa de un deseo físico que solo había experimentado con Draco. Obedeciendo a los antiguos dictados, acercó una mano al botón del pantalón de Draco. Lo sentó y el sonido de la cremallera rechinó en la habitación silenciosa -Quiero…
-Lo sé, ojos de gato -se inclinó hacia atrás para ayudarlo a despojarlo del pantalón y del bóxer -también yo lo quiero -y lo abrazó. Gotas de sudor empezaron a bañar su frente y su nuca. Se estaba quemando, ardiendo en el infierno, en el paraíso. Un sentimiento de excitación recorrió todo su cuerpo. Deseaba todo de Harry, sus miradas, sus sonrisas, sus enfados, su piel… Merlín, necesitaba penetrarlo, ser parte de él y experimentar el gozo infinito de hundirse en su calidez.
Se besaron de nuevo, mientras la mano de Draco se movía hacia abajo iniciando una acalorada exploración.
Con una larga y suave caricia sobre su espalda, Harry lo motivo e incito a seguir descubriendo con sus dedos su palpitante sexo.
¡Merlín!, Draco le parecía tan hermoso con esos impulsos febriles tan experimentados y sensuales. Harry se contuvo tembloroso e incitante, suspendido en la red de éxtasis. Desesperado por complacerlo antes de entregarse al placer, comprendió que sus caricias no eran suficientes para lograrlo. Y al igual que la primera vez que hicieron el amor, Harry quiso darse todo sin guardar ni un pedacito de su persona.
-Ahhh, por favor no… ahhh -gimió Draco cuando sorpresivamente Harry lo coloco debajo de él para recrearse en su piel y en su intimidad.
El moreno desobedeció y lo acaricio con la lengua y los labios, jugando con su lujuria hasta que Draco se estremeció con el íntimo deleite que le brindaba. Ya no le permitió seguir, el rubio lo apartó y se recostó sobre el moreno, que lo recibió, apresándolo con sus brazos posesivos, para atraerlo más hacia si.
-¿Harry?
-¿Sí? -preguntó el moreno apenas respirando.
-¿Quieres que yo lo haga o deseas ser tu el que…?
-Hazlo tú, ya tuve mi oportunidad, así que ahora te toca a ti. Lo único que deseo en este momento es sentirte en mí.
-Tus deseos son órdenes, ojos de gato.
Preparó con cuidado a Harry y entonces agarró aquellas largas y masculinas piernas y las colocó alrededor de su cintura. Draco tenía los ojos casi negros, ya que la excitación había dilatado al máximo sus pupilas y besando a Harry empezó a deslizarse en su interior hasta que todo su sexo estuvo dentro de aquella dulce prisión.
Al sentir a Draco dentro de él, Harry gimió de deseo, se movió cuidadosamente tratando de pedirle al rubio en un movimiento demandante de cadera que comenzara a moverse y a apagar con sus embestidas aquel ardiente fuego que consumía todo su cuerpo.
Draco, sin embargo, no se movía en lo absoluto. No hasta que el cuerpo de Harry le explicara sin necesidad de palabras que era lo que deseaba. Y pronto el cuerpo del moreno habló.
Finalmente y para alivió de Harry, el rubio empezó a moverse dentro de él, primero con exasperante lentitud, pero después estableció un ritmo constante, rápido y profundo.
Draco saboreaba las sensaciones que se disparaban en todo su cuerpo, pero solo podía pensar que el placer de Harry debía ser lo primero.
Con su mano lisiada se apropió de la tensa virilidad de Harry y la comenzó a masajear, primero con movimientos lentos, para después pasar a rápidos.
Sus empujones y el movimiento de su mano se combinaban en una perfecta sincronía, en la cual pretendía darle todo el placer del mundo a su moreno. Draco luchaba por contenerse, temblando, anteponiendo el placer de Harry al suyo propio.
Harry jamás había recibido un regalo como el que Draco estaba ofreciéndole aquella noche. Jamás Oliver lo había poseído de esa manera, teniéndolo en cuenta.
Oliver Wood solo se preocupaba de su propio placer y dejaba que Harry buscara el suyo propio como pudiera. Pero Draco... Draco era tan diferente en muchos aspectos al egoísta de Oliver. El rubio Sly estaba dando y dando, y había llegado ya el momento de que Harry empezara a darse a Draco.
-Draco... -susurró levantando aún más las caderas contra el rubio.
-Harry, no -pidió el Sly, apretando los dientes -Espera. No hagas eso, podrías lastimarte si no...
Sin esperar a que Draco terminara de hablar, Harry se apretó con todas sus fuerzas contra el rubio, y el Sly dejo escapar un gemido y comenzó a moverse dentro de Harry, cada vez más rápido, con más fuerza, llegando más y más adentro. La pasión estaba desbocada, empujándolos hacia arriba, en un remolino ascendente de placer y de hedonismo.
Draco nunca había hecho el amor así; jamás había significado tanto para él y jamás había obtenido un placer tan completo.
Harry gimió muy fuerte y Draco solo pudo emitir un gemido tembloroso, tan profundo y primitivo que el corazón del moreno se agitó al captar el poder que ejercía sobre el rubio en ese momento.
Draco cerró los ojos y se quedó inmóvil. Aquel momento estaba siendo exquisito, poderoso, completo y hasta el último ápice de su energía se consumió en él.
Se quedaron abrazados durante largo tiempo, recuperando la energía suficiente para hablar. Y cuando al fin lo consiguieron, ambos musitaron frases suaves e íntimas.
Luego se durmieron.
Cuando Harry se despertó por la mañana, Draco todavía estaba a su lado, acurrucado contra su espalda y abrazándolo como si jamás fuera a soltarlo.
Y así empezó. Después se adaptaron a una rutina domestica sin problema alguno. Juntos iban al pueblo por víveres cuando estos se terminaban y juntos cocinaban en medio de risas, besos y miradas compartidas, tratando de capturar una sombra de la pasión compartida. Pero algo cambiada sin cesar y ambos lo sabían a pesar de que ninguno lo mencionaba.
Por las tardes y las noches trabajaban en sus propios deberes, aunque algunas veces Draco entraba en el dormitorio del moreno y lo arrastraba hacia la habitación de él para hacerle el amor sin prisa, como si paladearan una luna de miel interminable y tuvieran todo el tiempo del mundo para complacerse.
Draco lo poseía de la manera más sensual, a veces con fuerza, otras con suavidad. Y si no estaban demasiado cansados, entonces Harry reclama su turno para sumergirse en el cuerpo del rubio amándolo con calculado erotismo. Jamás volvieron hablar del futuro, sólo existía un presente infinito al que no querían renunciar.
Muy de vez en cuando, Harry se permitía pensar en el futuro que le esperaba y cuando la inseguridad, las dudas y el dolor lo acosaban, se abrazaba a Draco, escondiendo su cara contra su pecho para que el rubio no leyera en su rostro la tristeza absoluta. Su Sly lo mantenía cerca, apretándolo contra sí para besarlo y saborearlo con una desesperación tan palpable, que casi le provocaba a Harry gemidos de dolor.
A medida que pasaban los días, la relación cambiaba. Harry pensaba en la separación y en la vida que llevaría en Hogwarts, una vida que ya no le importaba. Él quería compartir la de Draco, no su imperio, ni su casa de quince habitaciones vacías donde flotaba el perfume de su ex amante Vanessa, sino comer y trabajar juntos, sentarse ante una chimenea encendida y contemplar el ocaso.
Cuando Draco le hacía el amor, Harry olvidaba que el tiempo se le escurría entre las manos. El rubio lo poseía con impulsos profundos, lo besaba con la misma urgencia extraña y se acariciaban hasta que ya no les quedaba ni un poco de energía ni fuerza. Entonces el orgasmo los sacudía, explotando y dejándolos con el aliento cálido y la piel adolorida… mientras se arrullaban con besos mudos y débiles caricias y el sol se dormía en las distantes colinas.
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-¿Lo terminaste? -preguntó Draco.
Harry negó agotado. Su tiempo finalmente en aquel lugar había terminado, pero él no había terminado aún su trabajo.
-No, no he tenido tiempo últimamente…
-Me estas mirando como si me echaras la culpa a mi.
-¡Claro que no! -repuso Harry indignado, aunque si era verdad que Draco era el culpable de que aún no terminara con sus deberes. Cuando no estaba en la cama con el rubio, estaba ausente, meditabundo, lejos de la realidad, pensando y sufriendo por Draco. Mirará por donde se mirará, la culpa sí era de Draco.
-¿Quieres qué te ayude con algo? -le preguntó el rubio sentándose a su lado -Aunque sobresalía en pociones también era bueno en Defensa Contra las Artes Oscuras.
-No te preocupes, tengo todo el día y la noche de hoy para terminar mi trabajo.
Harry dijo esas palabras sintiendo un nudo en la garganta. Solo tenía ese día, solo ese para estar con Draco. Para mañana a esa misma hora estaría en un avión de regreso a Londres y no sería más que un simple recuerdo para aquel rubio.
Por largos minutos ambos se contemplaron y entonces de un salto, Draco se puso de pie, camino hacia la nevera y dándole la espalda al moreno empezó a servir cereal y leche en un plato.
-¿Vas a irte vía chimenea, vía translador o te iras como llegaste? -le preguntó mientras le untaba algo de mermelada a una tajada de pan.
-Nada de magia hasta que este de regreso en Londres mágico. Quiera o no, tendré que viajar en avión.
-Bien, te acompañare al aeropuerto -anunció Draco en voz baja.
-No es necesario -repuso Harry, cuando Draco colocó frente a él un plato de cereal y un vaso con zumo de naranja.
-Es necesario -insistió el rubio.
-¡No quiero que me acompañes al aeropuerto! -gritó enfadado -Prefiero estar sólo -agregó controlándose.
-¿Odias las despedidas, Harry?
El corazón del moreno se helo, pues sabía que sería un adiós sin regreso.
-No me molestan -mintió con ligereza, tratando de descartar el asunto.
Eso pareció irritar a Draco que con violencia se apropió de la mano derecha de Harry y se la apretó hasta lastimarlo.
-Te recuerdo que tú aceptaste que esto fuera una relación sin ataduras, ni tontas esperanzas de compartir un futuro.
-Tranquilízate, Draco. No lo he olvidado -se liberó del agarre del rubio -No me arrepiento de nada, lagartija rubia, pero esto ya termino y es momento de que regrese a casa y a un trabajo que me interesa y que necesito para poder seguir adelante. Nos hicimos un mutuo favor. Llenaste ciertos vacíos de mi vida y yo algunos tuyos. Dejémoslo hasta allí -le rogó desesperado.
-Así que para ti fue un juego…
-¡En el que tu pusiste las reglas! -lo atacó el moreno.
-¡Yo no te forcé a aceptarlas!
-Así es, fue decisión mía el vivir contigo esta aventura, pero ya terminó y no quiero volver a verte jamás.
Harry deseó salir corriendo de la cocina y encerrarse en su habitación, para desahogar su dolor, pero pensó en mantenerse firme y terminar de desayunar como si no le importara en lo mas mínimo irse a la mañana siguiente.
Draco no pensó igual que Harry y de un sonoro portazo salió de la cocina rumbo al coche, al que luego de encender arrancó a toda velocidad por la maltrecha carretera.
Como ya no tenía que fingir ante nadie, Harry se levantó de la silla y tiró lo que quedaba de cereal y zumo de naranja, luego de lavar los trastes camino a su habitación recordándose que siempre fue apto para enfrentarse a la realidad y esa era la realidad en ese momento. Draco y él no podían estar juntos, vivían en mundo diferentes, cada uno tenía su propia vida, sus propias ambiciones, sus propios deseos y sus propios demonios.
Ya Draco no tocaba el piano para que lo escuchara, porque el rubio no quería que su música llenara la vida de un ex Gryffindor tonto.
Ya era hora de partir, algo que sin duda alegraría a Draco que desde el principio deseo que no invadieran su espacio. Tembloroso puso la maleta abierta sobre la cama y la contempló. No podía llenarla. Mañana en la mañana, quizás, pero no en ese instante. Su cerebro funcionaba a la velocidad de la luz; no gastaría su energía en algo tan árido como hacer el equipaje.
Se acercó a su computadora. En ese momento sentía ganas de quemar su exceso de energía terminando por fin el trabajo que era su deber terminar antes de marcharse. Sí, era cierto que venia de vacaciones y para recuperarse de su resfriado y de la muerte de Oliver. Las tres cosas ya habían sucedido, ahora era tiempo de concentrarse en lo poco que le faltaba de su programa de enseñanza en Hogwarts, otra de las cosas para las que también se había aislado en esa fría casona.
Las ideas fluían, así cómo sus propios conocimientos sobre el tema. Había tenido un excelente profesor en tercer año y todos los conocimientos que Remus le había transmitido mientras fue su alumno fueron apreciados en ese momento. Por momentos leía algunos libros de Artes Oscuras y regresaba de nuevo a la computadora para escribir con afán algo importante que podría enseñarles a los de quinto año. Suspiró aliviado cuando releyó la información y concluyó que lo que pretendía enseñarles a los de primero, segundo, tercero, cuarto y quinto año estaba más que perfecto. Pero aún estaba indeciso sobre lo que podría enseñarles a los de sexto y séptimo, los cursos más difíciles y exigentes en cuanto a esa asignatura tan apreciada por los estudiantes de Hogwarts.
Rápidamente el tiempo fue pasando, pero Harry no pareció notarlo. Mientras escribía y escribía, afuera, el viento azotaba los árboles, haciéndolos crujir.
Golpeaba con tanta fuerza las teclas, que al principio no escuchó la música. Sólo al llegar al final del informe de lo que sería adecuado para los de sexto año, captó el sonido del piano.
Unas cuantas notas titubeantes. Una, otra, al azar, sin melodía.
Parpadeo sorprendido preguntándose en que momento había llegado Draco a la casa, se sorprendió aún más al ver hacia la ventana y ver el cielo oscuro.
Decidió no prestar atención ni al tiempo que había pasado, ni al cielo oscuro, ni a Draco. Ya le faltaba poco por terminar, así que solo debía repasar un poco el libro de Artes Oscuras para avanzados y elegir algunas de las maldiciones imperdonables para los de séptimo año.
Un acorde más se coló por su habitación. Un segundo acorde, más agudo que el primero, y después una serie progresiva de jazz.
¿Qué demonios intentaba Draco ahora? No tocaba su adorada música clásica, las elegantes y almidonadas composiciones de un virtuoso. Se puso de pie y se dirigió a la habitación de Draco, no pudo entrar, se conformo con pararse frente a su puerta para poder oírlo mejor.
El rubio improvisaba algo lento, con un sabor a blues. Si daba una nota en falso, no se molestaba por corregirla; las armonías que se contrapunteaban y los sonidos machacados, sólo aumentaban la calidad visceral de la improvisación.
Al principio pareció evitar las notas agudas, aquellas que tendría que tocar con los dedos inválidos de su mano derecha. Pero después de un rato, dejó que esas notas entraran en la composición. Le falló una escala, pero no se detuvo. Pisoteó un pasaje. Volvió a recoger el ritmo, experimentó con las notas bajas, introdujo algunos acordes de rock, para luego regresar a la melodía delicada, suave y soñadora. Era la música más hermosa que Harry le había oído tocar nunca.
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Draco tocó porque era su manera de despedirse de Harry, de agradecerle todo lo que le había dado y también todo lo que le había quitado...
También tocó porque quería probarse que era lo bastante fuerte para sobrevivir al fin de su carrera; para asegurarse de que podía continuar su camino a pesar de todas las perdidas que tuvo y tenía que soportar.
Cuando dejó sólo a Harry en la cocina, vagó por el pueblo hasta bien entrada la tarde y luego se decidió a ir a aquel bar al que Harry lo llevó a escuchar y bailar rock. Se sentó en la misma mesa y pidió lo mismo de aquella vez. Mientras bebía la fría cerveza y escuchaba la ruidosa música que tanto encantaba a Harry, trato de ordenar sus pensamientos, hasta que la noche cayó y el sitio se lleno a tope. Cuando las risas, gritos y demás algarabía de la gente inundo sus oídos, decidió que era hora de regresar a casa.
Se quedó un largo rato contemplando la puerta cerrada de la habitación de Harry, todo lo que podía oír era el insistente "tic-tic" de las teclas de la computadora.
Se imaginó a Harry frente a la computadora, totalmente concentrado en sus deberes presionando sin parar las teclas.
Él no había tocado las teclas de su piano desde… desde que Hermione Granger le había dicho que no volvería a tocar el piano de manera profesional nunca más.
Se encaminó a su habitación y después de cerrar la puerta se quitó la chaqueta y la echó sobre una silla. Al aproximarse al piano, un estremecimiento de duda le recorrió la espalda y luchó contra su miedo. Si iba a despedirse de Harry Potter para siempre, tendría que levantar la tapa del piano, sentarse en el banquillo y oprimir las teclas.
Así que tomo aliento, estudiando el diseño en blanco y negro del teclado. Las sienes le latían y los ojos se le llenaron de lágrimas.
-Bienvenido al mundo de la realidad -susurró y después empezó a tocar.
Se negó a practicar escalas y ejercicios. Evitó sus piezas favoritas, las viejas conocidas que lo llevaron a la fama. Le ordenó a sus dedos que dejaran de temblar y a sus oídos que no oyeran. Su única meta era demostrarse que poseía la fuerza suficiente para sobrevivir a todo.
Después de un rato, su pulso regreso a su ritmo normal y su visión se aclaro. La suave superficie de las teclas le provocaba un extraño consuelo, tranquilizándolo. Las fallas y equivocaciones no lo perturbaban; aceptaba la torpeza de su mano derecha.
La música se transformo. No la creaba por dinero, ni por la fama; la creaba porque era una parte esencial de él mismo.
Dejó que la melancolía lo guiara, que la armonía siguiera su propia lógica. No tocó nada en particular, solo notas, sonidos bonitos, equilibrados, discordantes, titubeantes. Se sentía bien, igual que si se tirara a un lago en un caluroso día de verano.
No supo que lo hizo alzar la vista. En ese momento descubrió a Harry mirándolo tímidamente desde la puerta que no sintió abrirse en ningún momento.
El efecto intoxicante de la música disminuyó la rapidez de sus reflejos. Sus manos permanecieron sobre las teclas mientras absorbía la presencia de aquel seductor moreno. El silencio llenó la habitación.
Sus miradas se unieron. Lo interrogaba, lo examinaba, le rogaba con los ojos. Se contentaba con permanecer parado en la puerta, observándolo, esperando.
Aunque intento, no pudo ignorar lo que Harry trataba de comunicar con sus ojos. Como si estuviera hechizado, se levantó del banquillo, camino hasta la puerta y se detuvo frente al moreno.
-¿Cuánto tiempo llevas espiándome, ojos de gato?
-Llevo aquí parado un buen rato -confesó Harry sonriendo, por más que lo deseaba no podía seguir enfadado con Draco. Atrás quedaba la tonta discusión que habían tenido en la mañana, lo importante era el ahora y las pocas preciosas horas que le quedaban junto a su rubio tormento.
-Pensé que estabas trabajando en tus futuras clase de DCAO -musitó el rubio -¿Ya empacaste?
-Pensé en hacerlo mañana a primera hora -rápidamente Harry cambio de tema -¿Qué te parece si preparo algo para cenar?
-Sí, me parece bien.
Hablaron de sus futuros trabajos mientras cenaban, como si quisieran exorcizarse, para que desaparecieran los fantasmas del miedo y la inseguridad y pudieran abrir un sendero en medio de sus fracasos, antes de encaminarse de nuevo.
Y ahora, acostado en su cama, Harry ansiaba ser abrazado por Draco. Incapaz de soportar la ansiedad caminó hacia la habitación en la que había dormido los últimos días y entro sin siquiera llamar.
Draco que salía del baño con una toalla enredada en la cintura, se sorprendió al verlo, recuperado del impacto miró fijamente al moreno antes de preguntarle:
-¿Harry?. ¿Sucede algo?. ¿No puedes dormir? -el moreno entró y cerró la puerta tras de si.
-No esperaba verte despierto aún -Harry consulto el reloj -Son las dos de la mañana.
-Estaba terminando de revisar los informes de mis alumnos, no me di de cuenta de la hora que era hasta que entre a ducharme -caminó hasta Harry y lo tomó de una mano para arrastrarlo cerca de la computadora -Ven, quiero mostrarte algo.
Harry observo con curiosidad la partitura que Draco le mostraba con tanto entusiasmo.
-Es mi nueva composición, llevo meses trabajando en ella.
-Este era el "proyecto clave" en el que trabajabas y del que me hablaste de manera poco agradable la primera vez que nos vimos aquí.
-Sí -confirmó el rubio con una sonrisa avergonzada -se que no podré tocarla yo mismo por mi mano invalida, pero sin lugar a dudas se la daré a uno de mis mejores estudiantes para que la ejecute y me demuestre si vale o no la pena.
-¿Cómo se llama tu creación?
-Aún no tiene nombre, quizás se me ocurra algo cuando la escuche como suena en el piano. Tan pronto y regrese, me daré a la tarea de elegir a mi mejor alumno para que la toque para mí.
Harry lo abrazó por la cintura y apretó su pecho contra la espalda desnuda de Draco.
-Sonaría perfecta si la tocaras tú.
Draco cerró los ojos al sentir la tibieza del aliento de Harry y los latidos de su corazón, atravesando la bata que el moreno llevaba, hasta chocar contra su espalda.
-Sabes que no puedo. Tiene pasajes complicados que terminaría arruinando en cuanto mis dedos se cansen.
-Debes intentarlo aunque sea una vez. Una composición tuya no merece ser tocada por alguien que no seas tú, lagartija rubia.
-Yo… lo intentare -susurró Draco cerrando los ojos con fuerza cuando los labios del moreno empezaron a recorrer su cuello y espalda.
-Inténtalo, no importa cuantas veces la arruines, yo querré escucharla igual. Te equivoques o no, tocas de manera única, hermosa... -Harry le dio la vuelta para quedar cara a cara con él -¿Sabes? -nuevamente empezó a besar aquel expuesto cuello -no se si lo habrás notado, pero haces el amor como tocas el piano.
-¿Con acompañamiento y ante publico? -preguntó Draco con voz ahogada.
Harry sonrió ante la tonta pregunta. Tomo con suavidad el rostro de Draco y lo miro profundamente a los ojos.
-Lo haces como en un trance. Cierras los ojos y sonríes con éxtasis.
-Tu eres mi instrumento, Harry -el rubio lo miró a los ojos tan profundamente como Harry lo hacía -primero te afinó -lo besó con ardor -luego te tocó con dedos apasionados -con manos hambrientas y dedos ansiosos se deslizo por el rostro del moreno, tomándose un momento para quitarle los lentes y dejarlos cerca de la computadora. Palpó con sensualidad la frente con la cicatriz siguiendo su forma de rayo, bajo por la nariz apenas rozándola con el dedo índice, se movió hacia las mejillas saboreando la inesperada suavidad de aquella dulce piel.
Al pasar por la mandíbula se detuvo a delinearla, hasta subir un poco y llegar finalmente a aquellos labios dibujando su forma, recreándose en su perfección. Contuvo la respiración mientras seguía su erótico recorrido por la piel que la bata dejaba entrever. Se detuvo para mirar a Harry y los estragos que sus dedos habían provocado en el moreno y antes de besarlo y abrazarlo le susurró al oído - Y finalmente hago que emitas sonidos hermosos…
Harry gimió cuando Draco buscó sus labios con urgencia, su piel estaba sensible por aquellas primeras caricias del rubio y con apenas un beso ya se sentía al borde del frenesí.
Estaba tan excitado, tan necesitado que no pudo evitar convertir aquel urgente beso en uno salvaje y explosivo, hundiendo su lengua en Draco, bebiendo de él como si sólo le quedaran unos minutos de vida. Metió los dedos en el cabello húmedo del Sly y casi le enterró las uñas en la espalda a la que se aferraba, por la desesperación que surgía dentro de él.
Draco le pasó las manos por la nuca para hacer más profundo el beso, y le apretó la cadera contra su cuerpo, estrujándolo con fiereza.
Antes de dejarse caer sobre la cama, el rubio le quito la bata y casi grito de placer cuando por fin pudo sentir en toda su gloria la afiebrada piel del moreno contra la suya. Harry tampoco podía contenerse más y colocándose encima del rubio que se arqueaba hacia a él, le arranco la toalla para liberar ese perfecto cuerpo masculino de esa cárcel de tela.
El rubio gimió cuando sus caderas desnudas chocaron una contra la otra y solo pudo aferrarse a la de Harry apretándose a él, frotándose de manera desesperada.
-Ahora, por favor, ahora -suplicó el rubio retorciéndose bajo las caricias de Harry, sufriendo por la dolorosa necesidad de ser tomado y llenado -Por Merlín, date prisa Harry.
-Espera, aún no te he preparado lo suficiente y podría…
-Hazlo de una maldita vez, no te detengas por pequeñeces ahora.
-Pero…
-O lo haces tú, o lo hago yo -musitó el rubio tirando de espaldas a Harry y subiéndose sobre él para cabalgarlo.
-Si lo haces de esa manera te va a doler, espera busco… -Harry extendió su mano hacia la mesita de noche buscando algo que sirviera como lubricante, pero Draco estaba demasiado urgido, demasiado necesitado. Necesitaba apagar ahora mismo el fuego interno que lo quemaba y de un sólo empujón se sentó sobre la erguida virilidad del moreno. Respiro profundo ignorando el pequeño dolor que esa penetración en seco le causo.
Harry también respiro profundo cuando sintió la firme carne del rubio apretándole su sexo, todo su cuerpo se inflamo de placer al sentirse una vez más dentro del cálido pasaje del Sly.
-¿Estás bien, Draco? -le preguntó el moreno apenas pudo recuperar su voz.
-Nunca en mi vida había estado mejor -le confesó el rubio empezando a moverse sobre Harry, mientras este le acariciaba la cara interna de los muslos, el estomago plano y finalmente su masculinidad.
Con la mano libre, Harry se aferró a la cadera del Sly para ayudarlo a elevarse, para empujarlo hacía arriba y luego devolverlo con fuerza hacía abajo, permitiendo que su sexo penetrara cada vez más y más profundo en el cuerpo de Draco.
Draco gimió con fuerza y cerró los ojos sintiéndose al borde del clímax.
-Abre los ojos, Draco -le pidió Harry con voz ronca -Quiero que nuestros ojos se conecten cuando llegues al clímax.
Rapidamente Draco lo obedeció y fundiendo su mirada con la de Harry, aumento la velocidad y fuerza de sus movimientos. La presión se hizo cada vez mayor elevándolos hasta las más altas cumbres del éxtasis, y sin separar ni una sola vez sus miradas, sus cuerpos se estremecieron y se liberaron al mismo tiempo. Ambos gritaron mientras eran arrastrados por un implacable orgasmo, pero Draco que estaba más cansado que nunca cayo inconsciente apenas su cuerpo fue liberado de la potente descarga.
De inmediato, Harry lo acomodó en la cama y lo arropó entre sus brazos. Se abrazó con fuerza al rubio sintiéndose impotente al no poder dormir, envidiando y casi odiando la expresión de tranquilidad y satisfacción que tenía en ese momento Draco.
En medio de aquel frío amanecer, se acurrucó amoldándose al cuerpo del Sly y lloró en silencio, avergonzado y arrepentido de haberle exigido tanta pasión. Le pasó las manos por la piel, oyó su cansada respiración y le besó los labios con dulzura. Después se puso de pie y se colocó la bata, luego busco sus lentes y cuando los encontró los tomó y se marchó de la habitación de Draco. Eso era todo lo que podía dejarle, pasión, lujuria, sexo. Sabía que eso era más que suficiente para Draco, no necesitaba más, tampoco necesitaba menos.
Al entrar a su habitación y ver la maleta sobre la cama, se sintió terriblemente triste, pero ahora si se sentía preparado para hacer el equipaje.
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A pesar de sus negativas, a pesar de que se opuso con uñas y dientes, a Harry no le quedo más remedio que aceptar la compañía de un sombrío y silencioso Draco.
Harry trató de pensar en una despedida apropiada. "La pase bien, gracias por todo. Te deseo suerte en tu nueva vida". O "¿Ves que no fue tan malo como pensaste al principio?, pudimos conocernos mejor y ser amigos y…".
Ninguna de esas palabras le pareció adecuada o necesaria.
Mientras Draco conducía hábilmente por la maltrecha carretera, Harry pensaba en el extraño comportamiento de este. Desde que se habían encontrado en la cocina para tomar café, el rubio estaba sombrío, enfurruñado. Harry pensaba que se debía a que lo había dejado solo durante el amanecer, ya que le fue imposible regresar al lado de Draco después de que terminara de empacar sus cosas.
Apenas si habían intercambiado palabras mientras bebían una gran taza de café sin azúcar. Lo poco que Draco le había dicho mientras hacia una mueca de desagrado, como si hablar le causara jaqueca, era que lo acompañaría al aeropuerto quisiera o no y que no había necesidad que entregara el coche ya que él lo necesitaría. Se comprometió a entregarlo al lugar de alquiler cuando terminara su tiempo en aquella casucha y tuviera finalmente que regresar a su vida y sus deberes en la Escuela Eton.
-Estas muy serio, Harry -comentó de repente Draco sobresaltando al moreno -¿En qué piensas?
-En ti -respondió el Gry con sencillez.
-Ah -Draco levantó las cejas, un movimiento marca registrada Malfoy -¿Qué hay respecto a mí?
-Estás extraño esta mañana.
-Me duele la cabeza -el rubio hizo una mueca.
-Ya veo.
Nuevamente el silencio fue su compañía. Ninguno de los dos se atrevía a decir nada más. Harry se dedicó a mirar de manera indiferente el paisaje y Draco conducía rápidamente sin despegar su vista del frente.
Al llegar al aeropuerto, se bajaron del coche y rápidamente Draco lo ayudó con el equipaje. La sala de espera estaba abarrotada y el ruido de muchas voces se alzaba taladrando sin piedad los oídos de Draco, provocando que este gimiera suavemente al sentir como el dolor de cabeza aumentaba cada vez más.
Con expresión tensa observó la puerta por la que Harry tendría que cruzar para llegar al avión que lo llevaría de regreso al Londres muggle y finalmente hacía el mágico. Cómo pudo correspondió la pequeña sonrisa que el moreno le obsequio. Notó que sus dedos temblaban mientras le entregaba la maleta y un apenas audible "adiós, ojos de gato" brotaba de sus labios secos.
Harry caminó hacia la puerta sin poder mirar una sola vez hacia atrás; no deseaba observar a Draco. No toleraba verlo de esa manera, frío y amargado, sombrío y silencioso.
Aumento la velocidad de sus pasos y solo cuando estuvo sentado, seguro en el interior del avión que lo llevaría de regreso a casa y su vida de siempre, pudo suspirar sonoramente de tristeza y parpadeó para mitigar el escozor de las lágrimas. "¿Por qué cometí la tontería de enamorarme de él?", se preguntó.
La voz que pedía abrocharse el cinturón de seguridad porque el avión estaba a punto de partir sacó a Harry de su ensimismamiento.
Y mientras el avión se elevaba, pensó que tendría mucho tiempo, años vacíos sobrados para rumiar su falta de sentido común.
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"Un nudo en la garganta rompiéndome la voz
no encuentro las palabras para decirte adiós.
Te busco entre las luces, trataré de no llorar
te regalo cada sueño que logramos conquistar.
Crecimos de la mano jugando sin jugar
hicimos una historia sin pensar en su final.
A veces tuve miedo pero aprendí a volar
hoy préstame tus alas que no quiero aterrizar.
Mil gracias por tus brazos
abiertos para mí de par en par.
No caben los recuerdos en toda la ciudad
mil gracias por tu risa que alumbró la oscuridad.
Y si volviera el tiempo te diría desde hoy
que no cambiaría este viento
a ninguna dirección.
No me voy si me amarras a tu corazón
por siempre.
No me voy y no voy a decir adiós
mientras no me olvides no me voy".
(No me voy - OV7)
FIN