HEDGEHOG'S DILEMA

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Disclaimer: Harry Potter es propiedad total y absoluta de Draco Malfoy. Así mismo Draco pertenece a Harry.

Parejas: Draco x Harry. Harry x Draco (a veces es bueno que los chicos cedan el control y se turnen XD)

Categoria: Slash, AU.

Warning: Mas adelante habrá: escenas lime y lemon.

Linea temporal: El fic sucede tres años después de la derrota de Voldemort y dos de la graduación de Harry y compañía de Hogwarts.

Gracias a mi Chucho Sarnoso (Luhahi Hidaka) por su ayuda, su apoyo, cariño e infinita paciencia. Te quiero mucho amiguis.

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"HEDGEHOG'S DILEMA (Dilema del erizo) para aquell s que no lo conocen, es aquel que dice que el erizo teme acercarse a otros erizos. Aunque desee estar con ellos, acercarse a ellos, no se atreve. En parte es por miedo a las púas de los otros erizos. El erizo teme que acercarse a otros porque le pueden hacer daño al clavarle sus púas.

Pero también tiene miedo por otra razón: Tiene miedo a clavar sus propias púas en los otros. Que la proximidad con otros erizos sea demasiado grande, les haga daño, y se alejen de él. El erizo anhela estar con los otros, pero no se atreve a acercarse lo suficiente, por miedo a que ese acercamiento les aleje más aún"

¿Qué que tiene que ver esto con el fic? Pues mucho, mas adelante encadenare el fic con este dilema, además algunas de ustedes estarán de acuerdo en que este dilema se ajusta a Draco y Harry ya que los dos son seres solitarios que evitan acercarse demasiado a otras personas por temor a lastimarlas o ser lastimados.

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CAPITULO 1: LA CONSPIRACIÓN.

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La elegante y masculina figura sentada ante el escritorio, cerca de la ventana de la antigua casa rural inglesa, se volvió sobresaltada justo en el momento en que Harry abrió la puerta. Los dos recibieron un fuerte impacto al verse y la incredulidad que se pintó en los ojos de ambos, exploto en un simultáneo: "¡TÚ!".
Estupefacto, Harry se aferró al picaporte, hasta que sus nudillos palidecieron; después, el rubor bañó su piel al darse cuenta de lo que sucedía. ¡Ese encuentro fue arreglado por alguien!
Sus ojos verdes revisaron brevemente el dormitorio, captando a medias lo que lo rodeaba en una fracción de segundo. Draco Malfoy también vivía y trabajaba allí. Una computadora muggle invadía el escritorio y había papeles por todos lados.

Era extraño volver a verlo después de dos años, Harry no podía creer que ese arrogante niño mimado estuviera en aquella remota casa de campo inglesa viviendo al estilo muggle. Casa que por cierto pertenecía a un gran amigo de Remus... mataría a Remus en cuanto regresara a Londres, le lanzaría crucio tras crucio y gozaría viendo su agonía lenta y dolorosa.

Draco recobró el habla antes de que Harry lo lograra. Una profunda voz que él recordaba muy bien... bastantes veces lo perturbó cuando estaba en su séptimo año en Hogwarts.

-¿Qué demonios haces aquí, Potter? -gruño el rubio.

Nada había cambiado. Su tono era burlón, igual que antes. E igual que antes le pareció atractivo, aunque nunca lo vio con un traje tan informal como el que ahora usaba.

Harry ensayó su voz, expresándose a borbotones, con una exclamación poco original:

-¡Yo también podría hacerte la misma pregunta, Malfoy!

De repente, Harry tenía una desagradable sensación en su estomago. Frente a él estaba el que la mayoría de la gente del mundo mágico consideraba un gran partido en el plano económico, aunque su personalidad dejara mucho que desear. El rubio se comportaba de una manera fría e indiferente con estallidos ocasionales de mal humor. Pero al menos ellos dos tenían algo en común: a ninguno le gustaba que Remus Lupin los juntara en esa pequeña casa. Oh sí, si Remus pusiera un pie en el estudio en ese instante, le lanzaría los más dolorosos crucios y presentía que Draco Malfoy lo ayudaría.

-Esto empieza a aburrirme -siseó Draco con los labios apretados -Primero Dumbledore y McGonagall me acosan y arrinconan esperando que ceda y acepte su absurda propuesta, después cambian de táctica y haciendose los buenos conmigo pretenden obligarme y ahora esto. ¿No pueden entender Dumbledore y McGonagall que me dejen en paz?

Harry parpadeo varias veces sin creer lo que estaba sucediendo. Había escuchado de labios de Remus como Dumbledore había acosado tanto a Draco para obligarlo aceptar un trabajo que él le ofrecía que al final el chico huyo del mundo mágico sin dejar rastro, hasta ahora...

-¿Por que estas aquí, Malfoy? Todo el mundo te daba por desaparecido.

La teoría de que ese encuentro era premeditado, adquirió más fuerza. Remus y Dumbledore, prepararon el escenario para él: un mes dentro de una casa rural en el mundo muggle. No se trataba de unas vacaciones, pues allí iba a trabajar, pero un cambio de ambiente después de la gripe que lo postró durante la Navidad, le haría bien. Sobre todo porque necesitaba recobrarse de la muerte de Oliver, su prometido, dedicando un poco de espacio y tiempo para él como le reiteró Dumbledore. Sin embargo, no podría dedicarse a sí mismo, pues Draco Malfoy se lo impediría y eso sulfuraba a Harry.

-Para trabajar, como me parece evidente -repuso, seco, lo cual sacó a Harry de sus casillas -¿No lo ves, Potter?

-¡Sí, lo veo! ¡No estoy ciego! -bufó, impaciente -Pero, ¿por qué aquí, en el mundo muggle, en una casa a kilómetros de distancia de Londres? ¿Por que tenías que escoger este sitio?

-Porque es tranquilo y apacible... o por lo menos, lo era -el sarcasmo de Draco le indicaba, sin la más leve duda, que lo consideraba una molestia discordante, igual que en Hogwarts. No había duda de que Malfoy lo odiaba, así que encontrarse en la misma habitación con él resultaba insoportable.

-¿Tú eres el dueño de esta casa?

-¿Acaso lo eres tú? -lo contraatacó Draco.

-Esta cordial plática nos está llevando a hacer grandes descubrimientos -se mofó el moreno –Al menos ya hemos establecido que esto no le pertenece a ninguno de los dos.

-Es de un amigo de mi padrino Severus, según me hicieron creer -le confesó Draco, mientras se ponía de pie. Harry pensó que se le acercaría para sacarlo del cuarto a la fuerza, pero él sólo se conformó con cruzar los brazos sobre el pecho y apoyarse contra el escritorio -Así que, mejor explícame qué haces aquí.

-Vine a trabajar -explotó Harry sintiendo como poco a poco la energía lo abandonaba. Se pasó una agitada mano por su rebelde cabello -Mira, esto me parece ridículo -admitió ya menos alterado -Remus arregló que yo viniera aquí a descansar...

-¿En serio? -lo interrumpió Draco, incrédulo -¿Y se supone que debo tragarme eso? -antes de que Harry pudiera proseguir, Draco continuó -¡Pues no me lo trago ni por un segundo! Sé porqué estas aquí, entonces, ¿no prefieres que dejemos de hacernos los tontos?

Los ojos de Harry se agrandaron por la indignación.

-Y no me mires como si no supieras a lo que me refiero. Yo sé que vienes a convencerme de que trabaje para Dumbledore, como él no pudo ni por las buenas ni por las malas convencerme, te pidió que vinieras tu a seducirme o algo así para obligarme a caer en la trampa, ¿verdad? -lo acusó Draco, al mismo tiempo que sus ojos lo taladraban con una expresión que Harry catalogó de asco.

-¿Qué? -el sólo pensamiento, la sola idea... De pronto se dio cuenta de que su mano todavía sujetaba el picaporte con demasiada fuerza por lo que su mano le dolía. Lo soltó y bajó el brazo, abriendo y cerrando el puño para que la sangre fluyera de nuevo.

Despacio y casi agotado, como si el aburrimiento lo agobiara el rubio dijo:

-Escucha Potter, no estoy ciego y por lo tanto no niego que eres atractivo, pero no me gustas...

-¡No me importa si me consideras atractivo o no! Te aseguro que tú también estas a años luz del tipo de persona que me gusta. En cuanto a seducirte... ¡primero muerto! ¡Tienes una imaginación tan calenturienta que asusta!

Los ojos grises se oscurecieron, amenazadores.

-Mira, no creo ni por un minuto que este encuentro sea una coincidencia. Sé a la perfección porque estas aquí, pero prefiero olvidarlo. No estoy a la venta.

¡En venta! Harry lo contempló con la boca abierta, para luego fijarse en el deportivo traje que usaba. La camisa blanca y el pantalón sudadera verde demostraban que habían tenido tiempos mejores, lo mismo los zapatos deportivos blancos. Lo único que se veía realmente conservado era la bufanda Slytherin que el rubio se había enrollado varias veces alrededor de su cuello. En Hogwarts Draco solía vestirse de manera pulcra y concienzuda. No negaba que Draco era hermoso y que le había empezado a gustar desde séptimo año, pero lo ultimo que sentía en ese momento hacía el testarudo Slytherin era atracción, lo único que deseaba era humillarlo hasta que él se arrodillara para pedirle disculpas.

El moreno apartó un mechón rebelde de sus ojos, preparándose para la batalla.

-Vine a trabajar -rectificó, desafiándolo -no a meterme contigo. Remus arregló que me quedara aquí...

-Conmigo -lo interrumpió con frialdad el rubio -Y aunque admiro la ambición de los Gryffindor, no puedo decir que sus métodos me fascinen. Pensé que había dejado claro aquella vez que me molesta que me manipulen. No estoy interesado en ser el títere de Dumbledore, ni en unirme a la nomina de Hogwarts, ni hago negocios en la cama, dile eso a Dumbledore y a los demás cuando regreses.

-¿Negocios en la cama?

La sensual boca de labios delgados se torció en una cínica sonrisa.

-No finjas inocencia, Potter. Sabes muy bien a lo que me refiero.

Harry entró en el estudio, a pesar de que sus sentidos le advertían que debía pensar en retirarse, y conducir a través del camino lleno de curvas que lo llevaría al aeropuerto y volver a Londres al mundo mágico y así darle su merecido a Remus. Pero la verdad es que lo invadía una intensa curiosidad por descubrir hacia donde lo conduciría todo eso.

-En este caso no finjo. Soy inocente y no tengo la menor idea de lo que estás insinuando.

-¿No? Los Gryffindor siempre me han parecido estúpidos y tontos.

Cruzando los brazos, Harry replicó con orgullo:

-Conmigo te equivocas. Y aunque no soy tonto, me hablas con enigmas, que me cuesta trabajo comprender. Si eso te parece una tontería, lo siento, pero, ¿podrías repetirme lo que dijiste y explicármelo? Me gustaría enterarme de qué nos acusas a Dumbledore, a Remus y a mí.

-No creo que exista un nombre para esto y, con toda franqueza tampoco creo que ignores la razón por la que el viejo chocho y Lupin pusieron en marcha esta ridícula farsa.

-Malfoy, quiero algo más que esa ridícula perorata –le advirtió con amargura Harry –Exijo una explicación completa y una maldita disculpa por pensar que estoy aquí para acostarme contigo.

-No me disculparé por decirte la verdad –repuso Draco con una sonrisa. ¡Una cínica mueca! –Y si exiges una explicación, regresa donde Dumbledore y Lupin, para informarles que su sucia estrategia no funcionó. ¡A Draco Malfoy no lo compran con concesiones sexuales!

El rubio se sentó, concentrándose en su trabajo y empezando a teclear la computadora. La sangre de Harry se calentó. ¡Concesiones sexuales! Ese arrogante y estúpido Slytherin estaba loco y esperaba que él se fuera... en ese preciso momento.

-¿Quieres que me vaya? ¿Igual que si viviera en la otra esquina? –desafiante tomó aliento, cuando Draco no intentó contestar. Le debía una explicación y una disculpa y se la daría antes de que se despidieran.

-Tuve que entregar mi varita a Remus ya que según él no la iba a necesitar, ahora entiendo porque no me dejo traerla... soporté un retraso en el aeropuerto, un vuelo de dos horas y media en que nos ofrecieron una comida nauseabunda y una carretera que me descuadro los huesos para llegar hasta aquí. Esperaba hallar la misma paz y quietud que tú... ¿y qué encuentro al explorar las habitaciones? Una pesadilla con forma humana: tu desagradable persona. Estoy cansado, sediento, tengo hambre y voy a satisfacer mis necesidades antes de que me ordenes lo debo hacer. ¡Así que se aguanta señor insoportable e inmaduro Malfoy!

Salió de la habitación, dio un portazo y bajó corriendo las escaleras para entrar en la cocina. Al legar allí jadeando por la furia y la excitación, se sentó sobre una silla y dejó caer la cabeza en sus manos.

¡Qué horrible situación! Tan horrible que no sabía que hacer. Miró fuera de la ventana: el sol ya había desaparecido, escondiéndose detrás de alguna lejana colina. De repente, esa cavernosa casa le parecía más fría que nunca. Su fatiga exigía descanso, pues tendría que conducir a través de ese tortuoso camino que le causaba enfado. Su vuelo de regreso estaba programado para dentro de un mes y se metería en problemas tratando de cambiarlo por otro, además, cargaría sus maletas sin ayuda de nadie, ni de magia... se cubrió la cara y casi se suelta a maldecir cuando sintió una mano sobre su hombro.

-Potter...

-¡Quítame la mano de encima, Malfoy! –Harry le golpeo la mano como si fuera un mosquito portador de enfermedades infecciosas.

El moreno sintió que la tibieza de ese contacto retrocedía; luego lo oyó moverse a través de la cocina hasta llegar al fregadero.

-Lo lamento, Potter. Considero un poco injusto que te pida que te vayas de inmediato. Puedes posponer tu partida hasta mañana.

-¡Que generosidad la tuya! –exclamó, sarcástico -¿Por qué no te vas tú? Yo tengo tanto derecho de quedarme como tú –Harry no cedería sin luchar. ¡Al demonio, no cedería! ¡Punto final!

El rubio no contestó hasta que llenó la tetera con agua y la puso en la lumbre.

-Te equivocas. Yo llegué primero. He vivido aquí durante una semana y no tengo intenciones de hacer el equipaje y desalojar la casa para cumplir tus caprichos. Además estoy a la mitad de un proyecto clave...

-¡Me importa un rábano que estés en la mitad de una crisis existencial!

-Hace siglos deje de enfrentarme a ese tipo de crisis. Ahora deja de gruñir como león y escucha algunas soluciones razonables.

-Sólo si realmente lo son –le advirtió Harry –esta situación me parece intolerable y tú la vuelves todavía peor. Llegué aquí con toda inocencia y sin saber que me toparía con tu ingrata presencia, pero tú crees que maquiné esto para que nos encontráramos de nuevo y te obligara a no se que cosa. Te lo juro, de haber sabido que estabas invadiendo esta casa no hubiera venido jamás. Me hablas de seducción y de hacer negocios en la cama y no entiendo qué demonios pasa por tu mente.

-Te conozco Potter, aunque admito que no lo suficiente como para confiar en que no preparaste este enredo –insistió un Draco muy sombrío –Por lo tanto, quizá te convendría explicarme con lujo de detalle por qué crees que estás aquí.

Le sostuvo la mirada con una firmeza de acero y Harry sintió que el calor lo quemaba.

-¿Por qué creo que?... ¡Sé porque estoy aquí! –se sulfuró el león -¡Para trabajar! Nada más para eso, a pesar de que tu corrupta mente de serpiente desee engañarte con otras posibilidades.

Harry no supo si el rubio le creía o no, pues sólo preguntó si deseaba tomar té o café. Sorprendido, le contestó:

-Té, por favor, con mucho mucho azúcar –ignoró que Draco suspiraba resignado –No me crees, ¿no crees que vine aquí a trabajar?

-Estoy un poco cansado de este juego –le dijo un irritado rubio, mientras medía el té para ponerlo en una jarra de metal -¿No te enviaron aquí para que destruyeras mi resistencia, intentando seducirme o algo así?

Incrédulo, Harry soltó una carcajada.

-No lo tomes como alabanza, pero no me parece que seas un chico fácil y yo no soy un gígolo.

Draco sonrió de medio lado y ese gesto fue la primera indicación de que el rubio confiaba en él, aunque Harry esperaba que no se debiera al comentario acerca del gígolo.

-Entonces, ¿a qué tácticas recurrirás puesto que no te acostarás conmigo para doblegarme?

¿Doblegarlo? ¿Con qué propósito, por el amor de Dios?, pensó impactado por el asombro el moreno. Esa conversación se volvía tan ridícula que su paciencia empezaba a agotarse.

La asombrada expresión del Gryffindor, hizo a Draco mirarlo con súbita sospecha, como si al fin le creyera un poco.

-¿No tienes idea de lo que hablo? –pregunto el rubio.

-Ni la más mínima Malfoy, pero no dudo que antes de que se acabe este siglo, me lo explicarás sin mayores rodeos.

Lo observó y esperó, mientras Draco preparaba el té. En ese momento recordó que vio leche agria en el refrigerador, cuando exploraba la casa.

-Sin leche –le pidió Harry con rapidez.

Cuando llegó, debió de comprender que la casona estaba habitada, pues había muchos signos en la cocina de que alguien vivía allí: platos sucios en el fregadero, unas llaves sobre la mesa y la puerta trasera abierta. Pero continuó explorando, pensando con ingenuidad que la empleada de la que Remus le había comentado, le preparaba una gran bienvenida. Ahora se daba cuenta de que no había ni sombra de esa empleada y tenía que contentarse con ese arrogante Slytherin. El león se enfrentaba a la serpiente malhumorada.

El rubio sirvió dos tazas de té y las llevó hacia la mesa, colocando una frente al moreno y la otra en el lado opuesto. Se sentó, se apoyó contra la silla y miró a Harry con fijeza a los ojos.

-Dime, Potter, dime por qué estás aquí

¡Merlín, cuánto odiaba su tono de superioridad y la manera como lo observaba!

-¡Ya te lo dije, Malfoy! Vine a trabajar.

-¿En que? ¿Limpiando el piso o reparando la tubería?

-No trates de burlarte de mí –lo atajo de inmediato –Hasta el momento no veo lo divertido de esta situación.

Como siempre, ellos poseían el don de molestarse mutuamente con sus comentarios ácidos, pero Harry sintió una enorme satisfacción cuando los ojos acerados de Draco lo fulminaron y los músculos de su rostro se tensaron.

-Sabes a la perfección que no trataba de ser gracioso, Potter. Y, ¿quieres dejar de evadir mis preguntas y contestarlas sin titubeos? Resolvamos esto antes de que pierda la paciencia.

-Pues la mía está a punto de agonizar –replico Harry, inclinándose hacia delante –Si te callas durante cinco minutos y permites que te explique lo que sucedió, evitaremos enfurecernos más.

Al rubio no le gustó esa advertencia, pues lo colocaba en la posición de un niño de cinco años. ¿Y qué le importaba mortificar a Malfoy? ¡Rayos, esa jodida víbora si que lograba irritarlo!

-¿Y bien? –lo azuzó Draco, cuando vio que el moreno no agregaba otra palabra.

Harry se apoyó en el respaldo de su silla y trató de relajarse aunque le costaba trabajo hacerlo, estando frente a una pesadilla al otro lado de la mesa.

-En septiembre entraré a trabajar a Hogwarts –respondió Harry sintiéndose incomodo ante la penetrante mirada de Draco –Me enfermé hace unos meses y acababa de renunciar a los Chudley Cannons...

-¿Renunciaste a ser el buscador de los Chudley Cannons? –casi grito Draco, frunciendo el entrecejo ante la increíble noticia.

-Sí... sí –murmuró Harry, inquieto -¿No lo sabías? Fue la comidilla de todo Londres mágico.

Draco negó con la cabeza, incapaz de recuperarse de la noticia. Harry Potter, el gran San Potter renunciando al quidditch ¡lo que más le gustaba en el mundo! ¡Eso si que era increíble!

-Continúa, Potter.

-Dumbledore y demás pensaron que necesitaba descansar –prosiguió Harry –En casi dos meses las clases en Hogwarts se reanudaran, como sabrás Severus se estrenara este año como director de Hogwarts dejando vacío su puesto como profesor de Pociones, y en vista de que no hay un profesor para Defensa Contra las Artes Oscuras ya que Remus esta dictando la clase de Cuidado de Criaturas Mágicas, Dumbledore me pidió que las dictara yo. Me sorprendí mucho cuando me hizo esa petición, pero como soy bueno en DCAO y ya había impartido clases en quinto año, decidí aceptar. Jamas imagine que mis pasos terminarían encaminados a la educación, cuando estaba en quinto deseaba ser auror, pero en séptimo deseaba ser buscador profesional y ahora, dos años después resulta que seré profesor del lugar que considere por siete años como mi hogar... en fin, como no tengo idea de que enseñare en mi primer año como profesor de DCAO y necesitaba poner en orden mis ideas, Dumbledore pensó que sería una buena idea desterrarme durante un mes para que pudiera organizar un programa para cada curso al que le dictare esta asignatura –Harry decidió que no le contaría lo de la muerte de Oliver, pues eso no le incumbía al rubio.

-¿Y?

-¿Y qué?

-¿Y eso es todo?

Harry rodeó la taza con sus dedos, para calentarlos, pues sentía más frío con cada minuto que pasaba. Remus le advirtió que no esperara que hiciera calor en las montañas, de todos modos Harry no estaba preparado para vivir en esa casa de sólidas paredes de piedra, que parecían talladas en el acantilado en el que se apoyaban.

-Sí, eso es todo –murmuró, pues la mandíbula le dolía al tratar de evitar que sus dientes castañearan por el frío que sentía –nada más y nada menos.

-Vaya, Dumbledore si que es considerado. Un mes en un lugar bastante alejado de Londres, con todos los gastos pagados. Suena demasiado bueno como para ser verdad. ¿Y en dónde entra Lupin en todo este asunto?

El tono filoso de la voz de Draco, aumentó la aprensión que Harry trataba de ocultar a toda costa.

-Un... un amigo suyo es dueño de este lugar y se fue de vacaciones... y como la casa estaba vacía...

-Mentira. Yo la habito y Lupin lo sabía, ese estúpido licántropo fue el que le sugirió a mi padrino que me convenciera de venir aquí a descansar. ¿No te dice nada eso, Potter?

-No, no me dice absolutamente nada –confeso Harry masajeandose las sienes mientras miraba a Draco con inocente expresión.

-Te felicito por tu actuación, Potter –le dijo Draco sonriendo con cinismo mientras se llevaba la taza a la boca.

-¿Qué actuación?

-La ingenua mirada de tus ojos.

Harry golpeó la mesa con su puño.

-No soy actor y esto comienza a impacientarme. ¿Me podrías decir de una jodida vez que es lo que se supone que esta pasando aquí?

Draco apretó los labios y Harry pensó que jamás lograría que le respondiera su pregunta. ¿Por qué estaban ambos en esa casa? No por coincidencia. El encuentro estaba planeado y de eso estaba convencido. Sin embargo, ¿por qué Draco se mostraba reacio a contarle lo que estaba pasando?

El rubio se puso de pie de repente y recogió las tazas ya vacías. Al fin, habló de manera un poco más amable aunque casi rayando en la condescendencia.

-Ahora te creo, Potter. Realmente no sabes lo que pasa, ¿eh?

Harry sólo pudo negar con la cabeza.

-Tal vez Lupin es más listo de lo que pensé, o quizá debía emplear el calificativo sutil, por apegarse con más precisión a su persona.

-Todavía no entiendo hacia dónde te diriges –murmuró Harry –Dumbledore y Remus planearon esto juntos, ¿verdad?

-Esto lo planeo solamente Dumbledore y con lo experto manipulador que es, no me sorprende que haya engatusado a Lupin y demás para unirse a su plan –gruño Draco, pasándose la mano por su suave cabello –al principio creí que tú también formabas parte de ese enredo, pero calculo que no eres muy bueno para mentir –Draco entrecerró los ojos cuando el moreno inhaló indignado, aunque no se disculpo –Sin embargo, las conclusiones no cambian la situación. Estamos aquí juntos y a mi no me cuesta trabajo imaginar lo que ellos quieren que suceda, pero el hecho de que me envíen al gran Harry Potter a seducirme, no me hará cambiar de opinión.

¿Seducirlo? Harry negó con la cabeza sin creer lo que oía. ¿De donde carajos sacaba el estúpido hurón que iba a seducirlo? Además, ¿por qué motivo habría de hacerlo? ¿Eso era lo que Dumbledore y Remus deseaba que ocurriera? ¿Pero para que? ¿Por qué razón? Sencillamente no podía imaginárselo, pues le resultaba imposible. Un escalofrío en su interior congeló las profundidades de su alma. Ellos eran un Gryffindor y un Slytherin, némesis declarados desde su primer año en Hogwarts, no se llevaban bien, aunque después de destruir a Voldemort en sexto año y que Draco colaborara en la captura de varios mortifagos peligrosos, se toleraban. Pero seguían siendo incompatibles, tanto como el agua y el aceite y tenían menos probabilidades de formar una armoniosa pareja que él y Oliver... Oliver había muerto, pero esa arrogante serpiente vivía y si se quedaba con él terminarían matandose, no con maldiciones ya que Remus lo había convencido de que no llevara su varita, aunque no era que él necesitara de su varita para hacer magia...

-Malfoy, dime por favor, por lo que mas quieras, que es lo que esta pasando aquí –le rogó sin alterarse –pero antes de que lo hagas, pongamos esto en claro. Yo no formo parte de la trampa en que nos metieron y no estoy mintiendo. Si hubo plan en tu contra, no lo conozco, pues vine con toda inocencia y me iré del mismo modo. Espero que comprendas a lo que me refiero.

El rubio apretó los labios y sus ojos grises le sostuvieron la mirada.

-Lo comprendo a la perfección –replicó con voz de seda.

De repente se le acercó y Harry se encogió cuando le quitó de la frente un mechón rebelde que insistía una y otra vez en caerle a los ojos. Sorprendido y confuso, Harry cerró los ojos por un instante, mientras Draco le tocaba el cabello con los dedos, como para probar su calidad y resistencia. Al abrir los ojos y observarlo con evidente ingenuidad, Draco le regaló una perezosa sonrisa que le anudó los músculos del estómago por la aprensión.

En voz muy baja y sugestiva, la serpiente murmuró:

-Inocente, ¿eh? Me pregunto qué tan inocente eres, Harry Potter. Te ves inocente y pareces inocente, pero no dejo de dudar.

-Pues no dudes más y confía en mí, Draco Malfoy –opinó desafiándolo –Yo tampoco hago negocios en la cama.

-Quizá los negocios no formen parte de este trato –le dijo con un tono tan suave que le provoco a Harry miedo -no prometamos lo que no vamos a cumplir pues aumentaríamos las complicaciones. En lugar de ello, mantengamos las opciones abiertas, basándonos en tu inocente comentario, ¿de acuerdo?

El moreno no contestó, pues no podía hacerlo. La aprensión que lo estrujaba se convirtió en algo más grande, lo que le preocupaba mucho. De cualquier modo, pudo sostener la mirada de los ojos grises con tanto desafío y decisión como Draco sostuvo la de él.

Entonces se preguntó cuanto más lo inquietaría con palabras como esas, pues en ese preciso momento no se comportaba como el venenoso Slytherin de Hogwarts. De pronto le pareció muy interesado en él y Harry se preguntó si realmente aun se odiaban tanto como en antaño...

Esos pensamientos y la mirada audaz del rubio lo perturbaron hasta el extremo de ponerlo a temblar de pies a cabeza.

-Entonces... entonces, ¿qué sucede aquí? –inquirió Harry, queriendo saber y a la vez no saber la temida respuesta...

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CONTINUARA...