Luchando por ti

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&&&&& cambio de escena

Inuyasha se dio cuenta de lo que estaba pasando, un tiroteo en el que ni él ni Kagome estaban involucrados. Miró a la chica impresionada por la escena que parecía no reaccionar, sólo permaneció de pie sin importarle el ruido ensordecedor y algunos gritos de temor que ya se escuchaban del interior, los otros invitados por fin se percataron de la situación. Con un movimiento rápido la tomó en brazos levantándola del suelo con cierta facilidad y en ese instante la sintió reaccionar con ligeros movimientos involuntarios de su cuerpo que cada vez eran algo más agitados, estaba temblando pero ahora la protegía.

- ¡Padre! –gritó para llamar la atención de su progenitor mientras se giraba hacia el gran portón de madera y lo empujaba con su cuerpo, alejándose así con la chica en brazos y su padre siguiéndolo, aunque el hombre mayor detuvo sus pasos al notar que su otro hijo estaba todavía en el suelo sosteniendo a la chica.

Lo llamó más de una vez por su nombre, pero el sonido de su voz alterada se perdió entre las miles de gotas de agua que caían todavía entre las balas y la oscuridad que poco dejaba ver.

Sesshomaru sintió por un instante que los disparos cesaron y aprovechó para ponerse de pie y llevar a Lin al interior, intentó apresurarse mientras la protegía con su cuerpo de cualquier nueva herida. Logrando su cometido él mismo recibió dos balas, que no se incrustaron pero igual laceraron algo su piel provocando bastante dolor.

Ingresó en el salón bajo las miradas expectantes y atemorizadas de casi todos los presentes. Alzó la vista y cerca de él divisó a Kagome al lado de su hermano, sólo le tomó un segundo hacer contacto visual con ella, la mujer se apresuró a estar a su lado.

- ¿Está herida? –preguntó bastante alterada.

- Cuídala y que llamen una ambulancia –dejó a Lin tendida sobre el suelo con tanta delicadeza como le fue posible y se puso de pie con algo de trabajo.

- También te hirieron –pero Sesshomaru ya no la escuchó, sólo empezó a caminar buscando al culpable de todo.

Al fin encontró a Naraku de pie al otro lado del salón, su rostro no mostraba ninguna expresión, sólo sostenía con al mano derecha una copa de vino medio vacía. A su lado una mujer de ojos rojos parecía decirle algo, reclamarle casi a gritos que no se escuchaban por al barullo general. Caminó mientras las personas se apartaban de su camino y luego de unos instantes llegó para enfrentar al otro cara a cara.

Kikyo vio entrar a Inuyasha y quiso ir a su lado pero se detuvo al ver a Kagome, sin embargo cuando la vio alejarse no dudó un momento más en ir con él. su corazón apenas vibraba dentro de su pecho y sus manos temblaban demasiado, nunca antes estuvo tan nerviosa, tal vez por el peligro en que estuvo Inuyasha, pero más bien porque sabía que era cómplice del ataque.

- Inuyasha –llamó su atención pero el otro no reaccionó -¿te encuentras bien?

- Por eso no querías que saliera… lo sabía ¡Maldición Kikyo lo sabías! –gritó haciendo una conjetura algo apresurada pero no por eso errónea.

- N… no… yo no…

- ¡Sí, lo sabías! –reclamó de nuevo recordando el incidente del día anterior que lo llevó a tal conclusión.

FLASHBACK

Contestó su celular escuchando extrañado la voz indiferente de su hermano.

- Sólo es para advertirte sobre esa mujer, Kikyo.

- ¿Tú qué sabes de ella?

- Que se ve con Naraku.

- No digas tonterías ella trabaja para mi padre.

- No trabaja para Naraku, ellos tienen otro tipo se relación, sólo te advierto para que te cuides de ella. No me importa lo que te pase, pero no involucres a nadie más –no lo dijo pero en realidad se refería a Kagome y a su propio progenitor.

- No tienes que advertirme nada, ocúpate de tus propios asuntos. –terminó la llamada sin creer del todo lo dicho, sin embargo la duda ya estaba ahí.

FIN DEL FLASHBACK

- Inuyasha, me duele que digas eso, cómo habría de saberlo yo. –trató de que su voz no delatara su nerviosismo.

- Ahora permanecerías aquí hasta que la policía llegue. –fue con Kagome y miró hacia la entrada donde la puerta ya estaba firmemente cerrada, así no conseguiría salir de ahí.

Sesshomaru se posó a muy poca distancia de Naraku y Kagura se alejó varios pasos adivinando que lo siguiente sería demasiado serio, sus pasos torpes la llevaron hasta un gran ventanal de piso a techo donde permaneció creyéndose segura.

El sujeto sombrío no se movió de su sitio viendo al otro obviamente herido frente de sí. De pronto Sesshomaru soltó un certero golpe sobre el rostro de Naraku que lo hizo tambalear, a pesar de lo cual no desapareció su expresión algo burlona.

- Sabes… es una lástima que tu novia esté tan mal, yo no esperaba que le sucediera nada malo a la señorita pero supongo que fue para protegerte. Es una lástima que ambos vayan a perder la vida. –sus palabras fueron más bien un murmullo que la gente alejada de la escena no alcanzó a escuchar pero que se repitieron una y otra vez reverberando como un eco en la mente de Sesshomaru.

- Maldito…- respondió en tono atemorizante, que por más que quisiera su rival no pudo pasar desapercibido.

Una siguiente agresión fue hecha y seguida de muchas otras, los hombres entablaron una lucha cuerpo a cuerpo en donde se notaba la obvia ventaja de uno de ellos, cayeron al suelo y se pusieron de pie de nuevo. Entonces el padre de Sesshomaru se acercó para intentar separarlos, pero no le fue posible, su mismo hijo lo hizo a un lado como clara muestra de que lo dejase en paz, después de todo y a pesar de sus heridas el otro no era rival en ese tipo de combate.

De repente algunas llantas derrapando se escucharon en el exterior, seguidas de nuevos tiros, ésta vez nadie en el interior lo esperaba, la confusión era total, una chica se desangraba rápidamente en el suelo mientras otros hombres se batían en apariencia a muerte en la parte posterior.

Sesshomaru recibió un puñetazo en un costado, justo donde estaba una de sus heridas, tal cosa lo hizo tambalear pero sólo por unos segundos, después contestó con más fuerza que antes, el otro no se explicaba cómo era posible que alguien en aquellas condiciones pudiese irle ganando de aquella forma. El hombre de los ojos dorados miró hacia delante por encima del otro y sonrió como pocas veces antes con una expresión poco más que sádica, ya todo estaba decidido. Tomando poco impulso se abalanzó sobre el otro con un golpe en la mandíbula que no sólo le hizo perder el conocimiento sino que le empujó con violencia hacia atrás. El pesado sujeto cayó sobre el gran ventanal haciéndolo mil pedazos. El sonido fue estrepitoso, algunas mujeres dieron un pequeño grito de sorpresa, incluida Kagura que por suerte, o más bien el destino, quedó atrapada en medio de la lluvia de cristales. Varios de ellos cayeron sobre su cuerpo apenas cubierto por delgada tela provocándole así más de alguna herida que la dejaría marcada para siempre. Mientras Naraku recibió la mayor parte de los trozos sobre su ya lastimado cuerpo, de inmediato algunos brotes de sangre aparecieron, pero a nadie le preocupó eso. Sesshomaru miró con un gesto rápido mientras se daba media vuelta interrumpido por un montón de hombres que irrumpieron sin pedir permiso en el salón.

Muchos uniformados identificados por el uniforme luego de un par de segundos, fueron directamente hacia la parte donde todavía se desprendían pequeños vidrios que caían al suelo todavía afilados sólo para fragmentarse en pedazos más pequeños. Ellos sabían a quién buscaban, o más bien a quienes, encontraron a un hombre sombrío bastante lastimado e inconciente, los hombres sólo en cumplimiento de su deber, lo tomaron por ambos brazos sacándolo así derrotado del lugar. Otros dos se encargaron de tomar ala mujer de los ojos rojos, con ella fueron algo más delicados pues según su informante no sabía nada sobre aquel golpe maestro.

- Buscamos a una señorita llamada Kikyo –anunció en voz alta uno de ellos.

La aludida sintió que las piernas le fallaban, hubiera caído de no ser por una pared cercana que la detuvo. Miró hacia todos lados buscando una salida, pero obviamente nadie podía abandonar el lugar tan fácilmente. De repente alguien la tomó con fiereza de la muñeca y la haló hacia el centro.

- Es ella –sentenció Inuyasha, los policías se acercaron hasta ella para preguntarle si era cierto.

- Sí… soy yo, pero esto es un error, yo no tengo nada que ver –balbuceó nerviosa y sabiéndose perdida.

- Lo sentimos, pero va a tener que acompañarnos.

Sesshomaru vio pasar la escena más pronto de lo que le hubiese gustado, en cuestión de algunos segundos. Su primer impulso fue acercarse a Lin, caminó lo más rápido que pudo hasta llegar a su lado, donde Kagome lo miró ansiosa y respondió la pregunta que él hizo con la mirada.

- Es… grave la herida… -Las palabras en sí quizás no decían mucho, pero hablando entre médicos sabía que las cosas estaban bastante mal.

Pensó en tocar a Lin, cómo deseaba acariciar su rostro una vez más pero en cierta forma le dio miedo, ahora la veía demasiado frágil e indefensa.

- Estás herido, déjame ver –se acercó Kagome pero él no reaccionó a pesar del dolor que sentía y de que lentamente su cuerpo perdía fuerza, quizás a causa de la hemorragia. Acarició a la chica al fin todavía con algo de temo,r rozó sus cabellos negros un par de veces sintiéndolos mojados, luego fue con su rostro y se dio cuenta de que estaba algo frío probablemente por el agua de la lluvia, pero igual estaba mal. En ese instante se maldijo mil veces por hacerle eso, ahora era su culpa, él era la causa de que su vida peligrara.

-Aquí está la ayuda –interrumpió sus pensamientos una chica de piel demasiado blanca y voz indiferente a la que se notaban un par de marcas negras sobre el cuerpo y el rostro

- Tú eres…

- Siento no haber hablado antes, espero que ella se salve, con permiso –terminó sus palabras y se retiró sin decir más, pues a pesar de haber avisado a la policía del atentado, Kana también tendría que enfrentarse a varios cargos por los delitos mayores que antes encubrió a su amante.

En forma rápida las gotas dejaron de caer casi por completo, un ligero viento meció las hojas de los árboles espantando los últimos restos de agua sobre ellas y el cielo se despejó pero no demasiado, todavía no pasaba por completo la tormenta. Un par de paramédicos atendían a una chica de cabellos negros con una profunda herida en el tórax, su pulmón izquierdo estaba perforado y perdía la sangre demasiado rápido, ahora sólo quedaba llevarla a una sala de urgencias y esperar casi por un milagro. Sesshomaru fue revisado con ligereza en el lugar, pues no le importaba demasiado lo que sucediera con él si Lin no estaba bien, ahora Naraku ya no sería un problema, aunque de todas formas de nada valía hacerlo pagar si la perdía a ella.

- Tienes que cuidarte por ella, si algo te sucede a ti… ¿Quién la va a ver por ella? No pienses en dejarla sola. – la voz masculina sonaba tranquila pero firme, al voltear Sesshomaru vio a su padre con el rostro preocupado, entonces entendió que tenía razón.

Kagome fue con su amiga en la ambulancia, después de todo era doctora y podría ayudar en caso de ser necesario. Se sentó al lado de la camilla y sólo entonces la realidad le cayó encima, los tiros, el peligro, Naraku, Sesshomaru, Lin… Kikyo… Inuyasha. Miró apurada hacia fuera y justo antes de que el conductor cerrara la puerta trasera pudo ver dos ojos dorados observándola con demasiada preocupación en ellos. Intentó sonreír para él pero no pudo, sólo sintió su cuerpo entero temblar y el movimiento acelerado del vehículo, para sus oídos ni siquiera las sirenas eran audibles, sólo escuchaba una y otra vez los tiros, y veía a Inuyasha protegerla con su cuerpo.

Ya pasaba bastante de la media noche y el frío se sentía cada vez más. En el lugar del ataque quedaban ya pocas personas, sólo los últimos en ser revisados y en que les tomaran sus datos y alguna declaración, a pesar de que nadie ahí además de Inuyasha había visto algo. Izayoi vio a su hijo sentado en el suelo apartado de todo y con los ojos cerrados, perdido en sus propios pensamientos y no dudó en acercarse, ella sabía perfectamente qué lo aquejaba.

- Deberías ir al hospital. –dijo en tono dulce agachándose un poco para acariciarle el rostro.

- No estoy herido.

- Lo sé.-la mirada de la mujer se tornó profunda, estaba clavada en la dorada de su hijo, y con ese solo gesto fue capaz de hacerle entender que aquel era el momento justo para buscar a Kagome- Tus propios actos te han delatado, hijo, ella te ama profundamente y estoy segura de que supo interpretarlos.

- ¿A qué te refieres? – la madre sonrió al darse cuenta del amor tan sincero que tenía Inuyasha, ni siquiera se percató de lo que hizo – Estando afuera tú la cuidaste-… entraste con ella en brazos, si… les hubieran disparado… a ella no le habría pasado nada.

- Feh! –dijo algo indignado- Pues qué querías que hiciera, en esos momentos sólo quería protegerla… y… -se detuvo un momento reflexionando en sus propios deseos- siempre quiero protegerla y estar a su lado.

- Ves, ahora ve al hospital, los policías ya se van, pero tendrás que salir por la parte de atrás, la entrada principal está cerrada.

- ¿Por qué? –preguntó sin razonar lo obvio.

- La novia de tu hermano… además uno de los atacantes ya murió ahí, la tienen como escena del crimen.

Inuyasha hizo una mueca de desagrado y luego se acercó más a su madre para depositar un suave beso de agradecimiento en su mejilla. Salió de ahí un par de minutos más tarde. Llegó al hospital y no le costó atrabajo encontrar a Kagome, ya que todos en el edificio parecían saber inclusive los detalles del atentado y desde luego en dónde se encontraba cada uno de los protagonistas. El chico abrió con suavidad la puerta de la salita para médicos, lo hizo en silencio para no interrumpirla en caso de que estuviese ocupada y no fue precisamente así pero ella sí estaba haciendo algo.

La miró a través de la poca luz del lugar, estaba sentada en la orilla de un mullido sofá, sostenía su rostro entre las manos cubriendo sus ojos que aún estando cerrados derramaban lágrimas de desesperación. Pero él no se percató de que estaba llorando por eso sino más bien por los suspiros que ella ya no controlaba en lo absoluto. Entró y caminó despacio para no asustarla, Kagome entrada en su trance no se dio cuenta de la presencia que la acompañaba hasta que unas manos suaves y conocidas retiraron las suyas para verla a los ojos. Ella intentó decir algo, expresar con algún sonido lo feliz que estaba de tenerlo a su lado, pero no pudo, sus cuerdas vocales rengaron mil veces y no hicieron caso de sus ruegos. Inuyasha esperó en silencio unos momentos para no cometer una impertinencia, lo único que deseaba era abrazarla y decirle que la amaba, pero no sabía si sería bien recibido. Un par de eternos minutos murieron en el sepulcral silencio hasta que se dio por vencida y no hizo más que abrazarlo con toda su fuerza provocando que los dos cayeran sobre el suelo rodeados de penumbra, pero disfrutando apenas el principio de su reconciliación.

Cuando por fin recuperó el control de su cuerpo besó los labios impacientes de Inuyasha que la recibieron como si de ello dependiera su vida. Rozaron sus labios repetidas veces con demasiada desesperación. Inuyasha sintió el sabor de los besos que tanto deseaba, que tanto añoraba tener de nuevo, la rodeó con ambos brazos por la cintura para acercarla más a su cuerpo. Al final ella terminó con lo que había iniciado pero para darle paso a algo más dulce. Lo miró a los ojos dorados con seriedad y luego se acercó a su oído para susurrar algo.

- Te amo… no puedo vivir sin ti. –él se estremeció con aquellas palabras y la alejó un poco para verla directamente, pero sin romper el abrazo.

- También te amo, demasiado. Y te necesito a mi lado siempre.- después se dieron un tierno beso que terminó para que pudiesen ponerse de pie.

- Me protegiste arriesgando tu vida.

- En ese momento sólo pensé en ti. –se miraban aún a los ojos, pero con ese comentario los castaños voltearon al suelo mientras sus mejillas se encendían.

- Tuve mucha suerte –habló aún viendo el suelo- porque estás a salvo. –la reacción del otro fue abrazarla al notar su profunda tristeza. - ¿Cómo están?

- Ambos están arriba, en cirugía… Sesshomaru se pondrá bien… creo… pero ella… ella no… -antes de que pudiera seguir hablando alguien entró para interrumpir sin quererlo, al parecer la voz llegó hasta Sango, que no estaba de turno, pero al saberlo ella y Kohaku asistieron de inmediato. Kagome suspiró resignada, ella sería la portadora de noticias y eso no le gustaba.

La luz era ya clara sobre la ciudad y los habitantes empezaban el día con la noticia de un atentado en una fiesta de empresarios, por fortuna no se dijo nada de las causas del mismo, al parecer no lo sabían y eso evitó que el hospital se llenara de reporteros.

Sesshomaru abrió los ojos con lentitud y todavía sin pensamientos claros debido a los efectos de la anestesia, miró a un lado y se encontró con Kagome que al parecer sólo esperaba para que despertara y darle alguna noticia.

- Lin… -se enderezó un poco con ese sólo pensamiento pero fue detenido por ella.

- No te esfuerces, todavía no estás bien, pero pronto te pasarán a tu habitación. –habló con nerviosismo evitando la pregunta que debía responder, pero luego se dio cuenta de que no podía hacerlo y suspiró con algo de dolor- Ella… su herida fue muy grave… los cirujanos hacen todo lo posible, pero aún está en cirugía.

- ¿Cuánto tiempo ha pasado?

- Casi… diez horas…-entonces él cerró los ojos que mantenía fijos sobre el techo- te dejaré descansar, pero en cuento sepa algo serás el primero en enterarse

Él quiso subir a verla pero sabía que era imposible, jamás se lo permitirían a pesar de ser el jefe de ese piso ahora sólo era un paciente. Pasó eternos minutos pensando en ella, en la noche anterior, en Naraku y en todo el odio que tenía, estaba molesto como nunca antes de serle posible en ese mismo instante acabaría con la vida del infeliz que le hizo daño a su mujercita. Con el paso del tiempo se dio cuenta de que no sólo sentía odio hacia ese sujeto, sino más bien hacia sí mismo y todo era producto del increíble temor que tenía de perderla, de no poder vivir más sin ella. Tantas vidas que salvó antes y la que más le importaba, la única que quería salvar estaba fuera de su alcance, no había nada que él pudiera hacer para ayudarla y eso era quizás lo peor de todo, la impotencia.

Kagome subió al piso de cirugía para ser la primera en saber sobre Lin, ahí se encontró con Sango y Kohaku en la sala de espera, ella continuó más adelante hasta estar mirando la cirugía a través de un cristal. Varios doctores estaban alrededor de la chica rodeada por demasiados aparatos, en el piso había algo de sangre y en el infusor una unidad de ella, no la primera. Todo parecía calmado hasta que una alarma sonó indicándoles que perdieron el pulso, tampoco fue la primera vez, su espectadora de inmediato supo lo que pasaba y sus sentidos se detuvieron por varios instantes en que todos intentaron revivirla.

Una hora más pasó hasta que los médicos salieron cansados por la maratónica labor, Kagome los conocía a todos de vista y además habiendo estado ella misma en situaciones parecidas conocía perfectamente lo que sus rostros indicaban.

TRES SEMANAS DESPUÉS

En una corte dos condenados a pasar bastante tiempo en prisión se veían por última vez. Naraku la miró irreconocible, pálida, demacrada y con marcas negras debajo de sus ojos mientras él todavía tenía bastantes heridas por la pelea con Sesshomaru. Kikyo lo miró y no reparó en él, ahora lo odiaba demasiado por haberla metido en aquello, ese gesto de indiferencia enfadó al otro porque después de todo hasta el ser más despreciable caía ante alguien y todos los privilegios de Kikyo con él tuvieron siempre una razón de ser a pesar de que para la mujer fue sólo uno más de sus amantes.

Sesshomaru vestía un pantalón negro y una camisa del mismo color mientras firmaba el último documento que determinaba que no trabajaría más en esa cuidad donde ya no había nada para él. Salió de la oficina y caminó en silencio por los pasillos del piso de terapia intensiva con algo de lentitud, después de todo sus heridas aún no terminaban de sanar aunque constantemente dejaba de sentir el dolor de su propio cuerpo. Entonces se detuvo en una de las habitaciones y entró silencioso al iluminado lugar donde el aroma a hospital predominaba, recorrió el sitio con la mirada y pasó de largo una cama vacía.

FLASHBACK

Una semana había pasado desde el incidente y a él estaban por darlo de alta, bajó de la cama donde casi tenían que mantenerlo atado y se acercó a donde yacía su mujercita sin despertar desde la cirugía, todavía luchaba una larga batalla sin ganar. A su alrededor estaban varios aparatos incluyendo un respirador que la mantenía con vida hasta ese momento.

Sus facciones ya más delgadas eran contempladas por un hombre frío que no se separaba de su lado por ninguna razón esperando por que despertara, hasta que de pronto su deseo pareció cumplirse.

Despertó con lentitud y gran dolor, además de la incomodidad del tubo que respiraba por ella, sintió entre sus dedos la mano de él y la apretó un poco, entonces él reaccionó de su trance y la miró sonriendo, como buen médico supo lo que debía hacer. Retiró el tubo con el mayor cuidado que pudo tratando de no lastimarla, ella tosió fuerte y luego sintió como le ponían una mascarilla de oxígeno y escuchó la suave voz de Sesshomaru.

- No intentes hablar, ha pasado una semana… estás bien –le dio confianza- ¿Sabes dónde estás? –le posible respuesta lo lastimaba demasiado, pero sabía los posibles daños después de un coma, pero ella asintió y él se calmó un poco.- ¿Recuerdas lo que pasó? –asintió de nuevo ya con lágrimas en los ojos- Ahora tendré que sedarte, lo sabes – una nueva respuesta positiva lo hizo acariciarle el rostro con suavidad. – Te amo.

Ella hizo un contacto visual profundo y con su mano libre se quitó la mascarilla, él iba a protestar pero antes de que lo hiciera Lin lo incitó a que se acercara hasta tenerlo a suficiente distancia para besarlo, un solo y suave roce fue suficiente para tranquilizarlos a ambos a pesar de que no todo estaba ganado aún. Después de que se separaron ella cerró los ojos dejándose poner de nuevo la mascarilla y aplicar un sedante que irónicamente cumpliría la función de inducirla a un nuevo coma para dejarla descansar del terrible dolor que sentía. Kagome entró al lugar ingenua de las novedades, hasta que él se las informó.

- Sabes que hiciste lo mejor.

- Aún así no es seguro.

- Ya pasó lo más difícil, ella es fuerte –entonces ya no recibió más respuesta, sólo se retiró en silencio para dejarlo a solas con la chica.

A partir de ese día Sesshomaru no salió del hospital más que para lo más indispensable y siempre y cuando Lin no se quedara sola, por fortuna siempre había alguien disponible para cuidar a una amiga, Kagome, Sango y hasta el mismo Kohaku que jamás dijo una palabra al hombre de los ojos dorados, sólo llegaba y permanecía al lado de su amiga, su mejor amiga.

En un momento, uno no bueno, la chica padeció una nueva crisis en la que la muerte se coló entre sus huesos caprichosa de llevarla consigo.

FIN DEL FLASHBACK

Sus pasos lo llevaron hasta la segunda cama del lugar, vio las sábanas blancas y lisas que albergaban el cuerpo algo delgado de una mujer joven. Llevó con algo de temor una mano para acariciar su rostro, siempre que la veía así su corazón apenas latía amenazando con detenerse ante ella, demasiado tranquila, varios kilos menos, poco grado de conciencia y mente perdida en algún sitio. El sonido de los autos a lo lejos era notorio, los motores aumentaban y disminuían la velocidad, el sol entraba cálido por la ventana y se colaban algunos sonidos del altavoz general llamando a algún médico; pero nada lo distraía de ella. La llamó por su nombre un par de veces, era parte de su rutina aunque ella no respondía.

Lin, sumida en su largo letargo no era conciente de lo que acontecía a su alrededor, su mente deambulaba perdida entre sueños y recuerdos, entre sentimientos y cosas que nunca pasaron. Escuchó la voz de Sesshomaru algo lejos, pero ahora sonaba diferente, más real que antes, dentro de su sueño ya no tan profundo lo llamó y para el exterior sus dedos se movieron un poco, con lo que él continuó llamándola. Después de todo hacía más de 24 horas que debía haber despertado del efecto de los calmantes. Cada vez que decía su nombre ella reaccionaba un poco más, se acercaba más a él y a la realidad hasta que por fin abrió los ojos con pesadez acostumbrándose a la luz que le lastimaba ligeramente.

- ¿Te sientes bien? –le preguntó mientras revisaba sus signos vitales, tal vez no era la mejor pregunta pero sí la que un médico haría. Ella lo miró adolorida y asintió acercando su mano libre hasta su pecho, necesitaba tocarlo y sentirlo real para despertar por fin del sueño que más de una vez le pareció eterno.- Estás bien… -dijo más para alivio suyo – Ya estás bien, sólo es cosa de tiempo.

El suave roce de Lin bajó por su pecho hasta su abdomen que todavía era cubierto por una venda para resguardar la herida, frunció el seño extrañada por eso y se quitó la mascarilla.

- Estás herido –habló en un suspiro puesto que luego de estar en ese estado le era algo difícil hacerlo- También te hirieron a ti…

- Estoy bien.

- Es mi culpa…

- No –cortó sus palabras- Naraku lo hizo, pero obtuvo su merecido, está preso y nunca más le hará daño a nadie.

Lin lo miró a los ojos dorados y lo llamó en silencio para que juntara sus labios y así lo hizo, ese sería sólo beso que daría inicio a su nueva lucha por recuperar la normalidad.

Los siguientes días fueron algo complicados, cuidando a la paciente para que no recayera y explicándole todo lo sucedido esa noche y durante las tres semanas transcurridas. Después una vez que fue dada de alta lo que pretendieron empezar la noche del atentado dio inicio, su verdadera vida juntos.

Entraron despacio a la casa fuera de la ciudad, a unos minutos de un tranquilo suburbio, todavía debió dar pasos cortos pero no le importó, no ahora que estaba fuera de peligro y ya no se preocupaba por Naraku, estaba con el hombre de su vida, el hombre que amaba.

- Has hecho un buen trabajo –le dijo riendo con delicadeza y en dirección a las escaleras hasta que él la desvió hacia una habitación en la planta baja.

- No pensarás subir las escaleras así. –Lin rió de nuevo con algo de dolor.

- Creo que tienes razón…

CUATRO MESES DESPUÉS

Abrió los ojos luego de intentar dormir un rato sin obtener muy buenos resultados. Las cuatro de la tarde rondaban el reloj de pared y el clima era agradable para estar afuera, sin embargo era la hora en que desde su regreso a casa dormía, más por recomendación de su médico personal que por gusto. Si bien en un principio le era de ayuda descansar ahora se sentía perfectamente.

Suspiró resignada e hizo a un lado las sábanas que la cubrían para ponerse de pie. Tranquila caminó hasta la ventana con vista hacia el jardín trasero. Las cortinas eran blancas casi transparentes así que no le fue difícil divisar a su esposo que nadaba en la piscina como todas las tardes. Desde que se mudaron ahí Lin se dio cuenta de que eso era lo que mantenía su cuerpo en forma (N/A: aquí es donde algunas nos derretimos… no? Jaja). A pesar de la distancia podía notar sus músculos marcados y su piel blanca moverse entre el agua azul, cómo le hubiese encantado estar con él. "Él no ha… desde que salí del hospital, ya son más de tres meses…" –pensó.

- ¿Por qué no quieres hacer el amor? –le preguntó a través de la ventana sabiendo que no la escucharía.

Movió la cabeza negativamente para espantarse los pensamientos y ya más resignada tomó el control remoto de la televisión y la encendió justo a tiempo para escuchar una noticia que no esperaba.

- Así fue como encontraron hoy en la prisión de máxima seguridad el cuerpo sin vida del ex empresario Naraku, no se sabe quién fue el responsable de ese homicidio pero la policía seguirá investigando. Y en otras noticias… - Lin se estremeció con sólo escuchar el nombre del ser tan rapaz que ahora ya no podía hacerle daño, pero aún tenía la duda de si su muerte fue sólo un asunto de presos o fue ordenada por alguien más.

Apagó el televisor y siguiendo sus instintos salió de la casa hacia el jardín trasero. Al cruzar la puerta lo vio ya fuera de la piscina cubriéndose con una toalla blanca, él se percató de su presencia y se acercó sin dudarlo.

- Despertaste pronto.

- Naraku…. Murió en prisión –habló bajo con los ojos castaños sobre los de él.

- Al fin obtuvo su merecido.

- ¿Fue una pelea entre reos? –la pregunta fue formulada sin querer recibir una respuesta, no sabía por qué después de todo no le agrada la idea de que Sesshomaru tuviese que ver en eso, no por la vida del otro, sino por la propia integridad del hombre que amaba.

- Esas cosas pasan en lugares llenos de asesinos. – terminó de hablar y le dio un beso fugaz en los labios para seguir con su camino al interior – Tomaré una ducha. –ella se quedó de pie agradecida por las palabras que no le dejaron saber más, quizás algún día preguntaría de nuevo, pero no en esos momentos.

Pasaron algunas horas y la noche lo cubrió todo, ella ya estaba en cama, igual que todos los días igual por recomendación de su médico quien le llevó en una bandeja una cena abundante con algo de todos los grupos alimenticios.

- ¿Y crees que puedo comer todo eso? –le dijo riendo al hombre que se sentó en una silla al lado de la cama.

- Aún no recuperas tu peso.

- De acuerdo… pero sólo si me ayudas –sus palabras fueron más que un ultimátum una expresión de sensualidad que intentaba provocarlo.

Así él tomó los palillos y se lo dio todo como a una niña pequeña, mimándola en todos los sentidos. Sus ojos siempre estaban puestos sobre los castaños y de vez en cuando pasaba la servilleta de tela por la comisura de sus labios el un gesto de ternura infinita. Cuando la charola estuvo vacía Sesshomaru fue a dejarla a la cocina. Lin lo vio salir de la habitación y se levantó de la cama, caminó sigilosa hasta la puerta para cerciorarse de que no la viera y al estar segura de ello fue y tomó un camisón de seda algo transparente de color blanco, diferente de la pijama que llevaba.

Él entró de nuevo en la habitación y la miró recostada justo como esperaba, según creyó. En su rostro se dibujó una semi sonrisa en una expresión mucho más expresiva de lo habitual, se acercó hasta Lin y se inclinó un poco para darle un beso de buenas noches, eso también lo hacía todos los días. A diario le plantaba una suave caricia muy tierna pero para extrañeza de ella, no muy apasionada. Rozó sus labios un segundo y se quiso alejar pero fue sorprendido por ella que no se lo permitió sujetando sus hombros para retenerlo y poder besarlo a su antojo.

Un roce más… una caricia más… sus labios se tocan… y Sesshomaru se resiste a caer presa de sus propias sensaciones, Lin lo invitó a entrar provocándolo más con un beso osado entreabriendo sus labios y esta vez recibió una respuesta en demasía apasionada.

Cómo necesitaba ser besada así, cómo lo deseaba. Él, por más que se resistiera, también lo hacía, quería más que nada estar con ella, tener su cuerpo y sanar su alma de todas las heridas que quedaban. Sólo guiado por la pasión se acercó más a ella y retiró las sábanas acorralándola contra la cama para sentirla más cerca. Posó ambos brazos a los costados de los hombros de la chica para recostarse apenas a unos centímetros de ella. Así siguió por unos instantes haciendo cada beso suyo, con la sangre que lo recorría hirviendo una y otra vez. Pronto ya no pudo esperar más y llevó su mano para aprisionar uno de los pechos de Lin, al instante ella emitió un leve quejido que lo separó de inmediato.

- ¿Qué sucede? –preguntó la chica con la respiración entrecortada.

- Te lastimé.

- No me quejé por eso. – habló sonriendo y negando un poco con la cabeza y antes de que reaccionara lo besó de nuevo casi mordiendo sus labios y posando sus manos en el fornido pecho para comenzar a sacar con algo de prisa la playera blanca.

Él, bajo esas circunstancias habiendo disipado ya su miedo a lastimarla, no dudó en seguir el juego y luego de un beso pasó a su cuello, saboreando su piel con labios húmedos lo recorrió entero más de una vez, la escuchó suspirar profundo y se detuvo un segundo. Ella lo miro ya sin conciencia de sus actos le quitó la playera por completo, contempló su pecho fuerte y cada centímetro de su piel erizada, se movió un poco debajo de él para besar su tórax. Saboreó cada espacio de él con desbordada pasión hasta rozarlo con los dientes más de una vez. Sesshomaru respiró más profundo presa de todo lo que ella le provocaba y en un impulso la tomó de la cintura para dejarla sentada encima de él, la miró por un instante tan hermosa como siempre y no dudó en quitarle la prenda de dormir. Deslizó sus manos desde los muslos de la chica lentamente recorriendo su vientre y rozando sus formas femeninas con extrema sensualidad hasta terminar de sacar la tela por encima de su cabeza y tener paso libre a su cuerpo.

Se acercó a ella y primero besó sus labios sutilmente para bajar un poco a su cuello y sus pechos, donde depositó varios besos húmedos y sintió el ritmo acelerado de su corazón, continuó así mientras sus manos se deslizaron hasta los bordes de la ropa interior de encaje. Inmiscuyó sus dedos acariciando su intimidad apenas, pero ella lo sintió demasiado hasta llegar al borde del éxtasis. Lin reclamó sus labios para besarlos, cuando los tuvo de nuevo los acarició casi con fiereza mordiéndolos repetidamente.

Luego se acomodó un poco él y escuchó un suspiró ahogado que le indicó lo que debía hacer. Retiró las manos de Sesshomaru con las suyas y las puso sobre la cama, así con entera libertad se levantó un poco para desabrochar sus pantalones y quitarlos lo más rápido que pudo. Ahora lo tenía así frente a ella pero no era suficiente, pronto inmiscuyó sus dedos para despojarlo del bóxer. Lo observó de nuevo desnudo y no dudó en llevar una de sus manos para acariciar su masculinidad y sus labios a los de él.

Sesshomaru se dio cuenta de cómo estaba y de lo mucho que deseaba recibir sus caricias, con la primera de ellas no evitó que sus músculos se tensaran por completo, así resistió al límite de las sensaciones su tortuosa espera hasta que decidió tomar a Lin por la cintura y dejarla recostada en la cama, antes de que no pudiese resistir más. Respiró con dificultad un par de veces antes de quitarle la única prenda que la cubría y dejarse el paso libre para inmiscuir sus dedos en ella.

Lin lo sintió y de sus labios escapó un profundo y largo suspiro, sus manos se aferraban con fuerza a las sábanas mientras su mente estaba fuera de sí, ya no era capaz de pensar, sólo se sentía al borde del éxtasis una vez más llevada por él. Sesshomaru la observó y sonrió para sus adentros, supo que era el momento de dar fin a la espera. Posó sus manos en las caderas de Lin y sin detenerse un segundo más entró en ella primero con suavidad sintió el interior cálido de la chica recibirlo mientras la escuchó exhalar el aire de sus pulmones, se adentró con una poco más de fuerza e inició un movimiento simultáneo donde los dos amantes participaban. La embistió cada vez un poco más rápido y más firme, varias veces hasta dejar parte de su esencia de hombre en ella. Lin sintió una explosión dentro de ella y un tibio líquido recorrer sus entrañas dándole alivio a su necesidad de él.

Con sus cuerpos todavía perlados de sudor se recostaron en la cama, uno al lado del otro, recuperando el aliento perdido. Sesshomaru la abrazó y ella se refugió en su pechó, estando así se sentía protegida de cualquier cosa, de esa forma nada de le faltaba en lo absoluto. Aspiró profundo y sus pulmones se llenaron del aroma varonil que amaba, así comenzó a depositar suaves besos en su pecho.

- Es hora de dormir –murmuró ella al fin, pero no recibió más respuesta que un abrazo más fuerte.

Los siguientes minutos permanecieron en silencio, uno largo y cómodo para los dos, mientras su ritmo cardiaco regresaba a la normalidad. Él sabía que lo siguiente era dormir, él mismo casi la obligaba a hacerlo para que descansara a pesar de que mientras tanto le era casi imposible conciliar el sueño. Al final Lin se quedó dormida así entre sus brazos y él, como todas las noches la miró largo rato vigilando ese sueño que tanto temía. Mil veces se repitió antes que todo estaba bien pero el verla con la respiración acompasada y los ojos cerrados lo trasportaba hasta los momentos en los que creyó perderla y eso era lo único en todo el planeta que atemorizaba al hombre de hielo.

El sol apareció en el horizonte y con ello despertó a una chica que dormía apacible aún protegida por un abrazo, cuyo dueño ya estaba despierto vigilando su sueño.

- Despiertas muy temprano… -le dijo todavía adormilada.

- Hay cosas que hacer. –él respondió pero sin poner mucha atención en sus palabras, más bien su mente estaba fija en las cicatrices que sus dedos sentían en el cuerpo desnudo de ella.

- ¿Te molestan? –preguntó Lin de repente.

- No, me duelen. –su confesión fue corta y precisa pero no por eso menos valiosa.

- A mi no –afirmó ella mirándolo directo a los ojos dorados. – Tú las has sanado todas, cada una de las heridas, tú las desapareciste… y ya no existen… en mi sólo estás tú… - quiso continuar pero un pequeño nudo se formó en su garganta impidiéndoselo, además un beso la tomó por presa.

Entonces los dos emprendieron un nuevo camino amándose nuevamente en cuerpo y alma hasta que el inoportuno sonido del teléfono los interrumpió y muy a pesar de Sesshomaru, Lin decidió atenderlo, después de todo no era muy común que alguien llamara al amanecer.

- ¿Sucedió algo Kagome?

- No… sí… lo siento, creo que llamé temprano… es que se cambió la hora de la boda… un imprevisto.

- ¿Algo malo?

- No, sólo un problema técnico, se hará una hora antes, pero la recepción es igual en El Gato Azul…

- Muy bien, gracias por avisarnos… nos veremos en el templo.

Terminó la llamada y su esposo ya la envolvía de nuevo en besos dulces y apasionados como la perfecta invitación para hacer el amor de nuevo.

Después de eso no queda mucho que decir, la batalla ya estaba ganada. Pronto ambos empezarían su vida trabajando en la clínica del pueblo cercano y viviendo juntos cada día por venir.

...FiN

Hello! A pues aquí está el fin, está un poco largo... pero espero que esté lindo jeje intenté hacerlo romántico sin pasarse de cursi jeje. Igual ojalá que el lemon esté bien. Por cierto El Gato Azul es un salón de fiestas...

Bueno no me queda más que dar mil gracias por todo su apoyo durante todo el fic. Si tienen un segundo les pido un comentario porfis para saber qué tal quedó...

Un millón de gracias.