Warnings: este fic contiene referencias a yaoi más bien shonen-ai, no hay nada gráfico… lo siento, chicos. Montones de angustia. Escenas de violencia indirecta.

Warnings: escribí esto como terapia anti-bloqueo de escritor. Una amiga me puso la canción "Rest in peace" (gracias, VenusOfHeaven) y comentó que era ideal para hablar de Kohaku.

Disclaimer: Inuyasha no me pertenece, pero sí lo hacen Miroku, Kouga, Sesshomaru… (una puede soñar, ¿no?). Tampoco es mía la canción "Rest in peace" (ni siquiera sé quien es el cantante o el autor, ya dije que me obligó a escucharla una amiga) pero sí es mía la cutre-traducción.

"bla bla" canción

(bla bla) traducción de la canción

Bla bla pensamientos de Kohaku.

Ahora sí, el primer capítulo!

KOHAKU

Mi cuerpo se niega a su descanso, mi mente se niega a dejar de pensar, mi corazón se niega a dejar de latir. Sigo respirando. Y es toda tu culpa. Por tu culpa, bastardo.

Todo es culpa tuya.

Todo.

Y te odio. Te odio tanto que me cuesta respirar. Te odio como ningún corazón humano, salvo el tuyo, quizás, puede llegar a odiar. Pero no sólo te odio a ti, no, también a mí mismo. Me detesto tanto que me quitaría la vida si no fuera tan cobarde como para hacerlo.

Pero todo es culpa tuya, asqueroso demonio manipulador.

Mis recuerdos se suceden en mi mente, turbadores, retorcidos, una pesadilla desenfocada que no tiene final. Pero sí un principio. Tú. Tú eres mi principio. Y serás, algún día, mi final.

Todo empezó cuando me mataste para saciar tu incesante sed de dolor y sufrimiento ajeno, eres patético cuando haces eso para aliviar tu "malestar".

"I died

So many years ago"

(Morí

Hace tantos años)

Me mataste. A mí. A mi familia, a mis amigos. A mi inocencia. A mi pueblo. A lo que simbolizaba mi aldea.

¿Y por qué?

Porque eres un odioso bastardo que no merece pisar la tierra.

Porque te aburrías. Porque disfrutas de dolor ajeno, alimenta tu alma corrompida y negra.

Y sin embargo, decidiste conservarme. Aunque era un niño de 11 años muerto. Aunque no era fuerte. Aunque no era nada más que un miserable peón en tus manos.

"You can make me feel

Like it isn't so"

(Pero tú me haces sentir

Como si eso no fuera así)

Desgraciado. Me devolviste la vida. Y hoy mi vida es tuya. Aunque soy libre, soy tuyo. ¿Contradicción? No, porque eres tú, tuya es la culpa y mía la vergüenza.

Me devolviste a la vida, me haces sentir vivo. Me haces tener sentimientos. Me haces sentir. Vivir. Llorar.

Mi cuerpo está muerto. Yo estoy muerto. Y sin embargo, mi cuerpo crece, se alimenta, se cansa, duerme, se desarrolla, actúa, corre, salta. Ataca. Mata. Luego mi cuerpo vive. Pero estoy muerto.

Y tú estás empeñado en que mi cuerpo siga viviendo. Estúpido youkai.

Y no te das cuenta de que yo quiero morir. Me pregunto por qué no me dejas morir, por qué te empeñas en mantenerme, por qué me buscas, por qué te quedas junto a mí tras una misión, cuando estoy en… iba a decir "casa". Qué extraño. Tú arrasaste mi casa, y ahora llamo a mi cárcel, en la que estoy prisionero de ti, mi casa.

"And why you come to be with me

I think I finally know

mmm-mmm"

(Y por qué tú vienes a estar conmigo

Creo que finalmente lo sé

mmm-mmm)

Y acudes a mí. Me preguntas. Intentas hablar. Pero no respondo. Soy callado, o no, nunca lo sabrás, pero contigo no entablo conversaciones.

Me sonríes.

Sonríes maníacamente, sonríes casi todo el tiempo, sonríes hasta cuando estás frustrado. Odio y adoro tu sonrisa.

A veces es esa sonrisa tuya característica, esa que tan sólo grita que eres un enfermo, un perturbado, alguien que está planeando un atentado contra toda moral, dignidad y conciencia. Esa sonrisa de autosuficiencia, y consciencia del propio poder y superioridad. Esa otra sonrisa que tienes, malévola, cuando estás planeando algo especialmente mortífero. Y esa última sonrisa, una sonrisa sincera, escasa, extraña, perdida en un mar de expresiones mortíferas y torcidas. Una sonrisa sencilla, pequeña, una curvatura ligera de tus labios en una elegante línea, mostrando al ser que una vez fuiste, pero que mataste.

Y esa sonrisa sólo me la dedicas a mí.

Reconozco que me siento extraño cuando la veo. Mi cuerpo tiembla, mi corazón se acelera, porque no sé que pensar. Con esa sonrisa pareces casi humano, casi digno de respeto, de compasión, de amistad… de amor. Esa sonrisa me desarma completamente, por lo inesperada, extraña que resulta, pero resulta natural en ti, sobre todo cuando la acompañas con esa intensa mirada tuya. Tu mirada inyectada en sangre y pasión por lo que haces o planeas hacer.

Y tus ojos…

Tus ojos.

Me doy asco a mí mismo, pero sobre todo me temo, cuando pienso en tus ojos y en tus labios.

Te odio, pero necesito ver tu sonrisa casi humana.

Recuerdo la primera vez que la vi. Seguro que tú también.

Seguro que tú también lo recuerdas. Fue hace cuatro años y medio. Te intenté matar, casi lo consigo, pero me sonreíste.

Ahora que lo pienso, he sido el único que ha intentado matarte tan directamente, el único que casi lo ha conseguido, y todavía respiro. Maldito manipulador. Bastardo. Torturador. Quise matarte, quise borrarnos juntos del mundo, morir, como ambos estábamos supuestos. Acabar por fin con mi sufrimiento y con tu maldad, y el sufrimiento causado en mí por tu maldad, y ambos sentimientos estaban destinados a acabar juntos, a desaparecer y olvidarse, a disolverse en la memoria de los que alguna vez cruzaron camino con nosotros y perderse en los intrincados recovecos de la historia.

Pero no, tú, como siempre, tienes que seguir allí.

Y me sonreíste y me acariciaste el rostro.

Y me sentí avergonzado.

Y tú desviaste la mirada avergonzado de semejante debilidad.

Y te odio. Te odio porque entonces te necesitaba. Yo quería morir contigo entonces, ¿no lo ves? Y tú lo impediste. Yo tenía que haber muerto contigo, sellando nuestro final. Pero no. al parecer algo más había pasado ese día aparte de que mi mundo dio la vuelta por completo. Al parecer el tuyo también se transformó, mutó, para acomodarte en el ritmo que compartimos hoy.

Mis ojos cambiaron de color ese día, y te clavé un puñal envenenado. ¿Cómo es posible que permitas mi sencilla existencia si he intentado matarte mientras me consolabas?

Porque tú me acunabas entre tus brazos cuando te ensarté la daga envenenada.

Ese día todo cambió. Tú cambiaste. Pero sobre todo yo cambié. O tal vez tú no cambiaste y fui solamente capaz de verte desde una nueva luz, desde una nueva vida.

Ahora no me controlas, pero lo sigues haciendo.

Y sigues acudiendo a mí.

A un exterminador de demonios.

Y tú eres un demonio. Uno de los peores. Especialmente desalmado, despiadado, mortal. Indigno de infundir respeto y de provocar miedo.

Pero quiero matarte, aunque es mi deber, mi honor y derecho matarte, y no quiero hacerlo, no tengo derecho, no tengo el honor necesario.

Pero tú tampoco lo tienes.

You're scared

Ashamed of what you feel

And you can't tell the ones you love

You know they couldn't deal

(Estás asustado,

Avergonzado de lo que sientes

Y no puedes confesárselo a los que amas

Porque sabes que no podrían comprenderlo)

Lo sé, sé que buscas mi compañía cuando estás solo. No soy estúpido. Sé que prefieres que esté en la sala que da al jardín. Tú te sientas en el borde de la estancia, mirando el paisaje, urdiendo algún plan estudiado hasta el más ínfimo de los detalles, hasta la menor de las distracciones prevista, maldito perfeccionista, o simplemente regodeándote del sufrimiento ajeno, mientras yo me siento en alguna parte de la amplia habitación. Leo, estudio los numerosos libros que en los saqueos y rapiñas me has conseguido. Sabes como mantenerme callado. Me das un libro. Me das papeles para escribir en ellos algunas notas. A veces tú mismo me cuentas cosas, a veces me explicas poemas, matemáticas, historia, venenos, tácticas de lucha. Me enseñas. Y sabes que me callaré. Te escucharé en silencio, atento al suave deslizamiento de tu grave voz. A veces pienso que te agrada que lea y estudie. Y no sé por qué. ¿Tal vez es que estás más orgulloso de tu "mascota", si tu "mascota" sabe citar a Platón mientras decapita un youkai?

¿Es eso?

¿Tu esclavo debe ser perfecto?

¿Por eso no me permites cicatrizar?

¿Por eso no me permites ostentar señales?

¿Es eso?

Cada vez que regreso herido, lo haces.

Lo sé. He recibido muchas, incontables, infinitas heridas, golpes, rasguños, cortes, quemaduras, a lo largo de mis años a tu lado. Y sin embargo, nada altera la perfección de mi piel. Ya te encargas tú de eso. No mandas a ninguno de tus youkais sirvientes, otros esclavos, no, lo haces personalmente, y siento las miradas de molestia de algunos esclavos particularmente apegados a tu poder. Percibo las miradas de asco, envidia y repulsión por ser "distinguido" con semejante "honor": ser curado por tus propias manos.

Cuando llego, empapado en tierra, sangre, veneno y sudor, tú me llevas a la sala anexa a mi cuarto. Allí me desnudas, me lavas las heridas con gentileza, tratando de no dañarme, de no rasgar, de no reabrir y de no extender el ácido o el veneno. Tienes el cuidado necesario para que no me sienta incómodo de mi desnudez. Parece que quisieras que no pensara que eres un enfermo depravado, ávido de la vista de un cuerpo masculino joven, aunque mi cuerpo no sea demasiado deseable. Nunca me has visto "nada", lo evitas, como si fuera impuro.

Ah, claro, lo olvidaba. Lo soy.

Me curas las heridas. Uno de los antiguos demonios que consumiste, o varios de ellos, no me interesa saberlo, tenía poderes curativos. Así que me tratas, examinas, limpias mis cicatrices, te aseguras de que ninguna de ellas quede de forma permanente. Aseguras mis huesos, eliminas el veneno y el ácido de mi torrente sanguíneo. Casi como un amigo. Con la delicadeza de alguien preocupado, como un amante.

Me dejas dormir. Te quedas a mi lado, en vigilia, por temor a posibles recaídas. Pero tú no las temes, simplemente te quedas porque creo que eres capaz de oler ese velado deseo en mí.

Eso me aterroriza. Que ese velado deseo lo puedas percibir. Pero sobre todo, que exista.

A veces, cuando no has podido sanarme del todo, y tienes que confiar un poco en la capacidad de mi cuerpo de autoregeneración y salvación, y me despierto, tras varios díos días de inconsciencia, estás ahí. Y hay una milésima de segundo en que capto algo diferente en tu penetrante mirada roja sangre: alivio. Estás aliviado de que viva, de que siga a tu lado.

Pero por supuesto, no debes permitir que nadie sepa que me has sanado, a mí, a un simple humano que ha muerto dos veces.

Y que, gracias a ti, ser inmundo y despreciable, sigo viviendo y respirando, aunque no lo desee.

Y ocultas al resto de los lords mis heridas y mis penas, asegurando que soy mortífero, que no fallo nunca, que soy rápido y efectivo, y que por eso no te has "desecho" de mí. Que busquen alguna herida o cicatriz en mi cuerpo, a ver si tengo algo que contradiga lo que él dice. Nada en absoluto, mi piel es perfecta, mis huesos están sanos.

Soy un chico de casi 1.90 metros de alto, moreno de pelo, cuerpo delgado pero en forma, increíblemente fuerte, debido a muchos años de pelea, estoy sano, los resfriados me son desconocidos. He matado a dos tai youkais.

Así que el resto de lords siguen pensando que estoy subyugado a ti y que no tengo cerebro.

Ilusos. Aunque en cierto modo, sí lo estoy. Ése es tu poder. No puedo matarte. Tengo oportunidades, pero no lo hago.

Whisper in a dead man's ear

It doesn't make it real…

That's great

(Un susurro en el oído de un hombre muerto

No lo hace real…

Está bien)

Y tú lo niegas. Niegas que en tus ojos exista ese destello de preocupación. Niegas que sea libre, aunque lo sea. Aunque no lo sea. Es irreal. Mi vida… es irreal. Estoy muerto. Dos veces. Muerto. Y mi vida es irreal. Estoy contigo, el hombre que me ha reducido a lo que soy. Y no puedo odiarte. Pero te odio. Deseo odiarte, pero no lo deseo. Ansío verte sufrir el mismo horroroso tormento al que me sometes cada día. Pero no lo ansío.

Estoy confuso. Esto es irreal. Sólo siento real el dolor. El sufrimiento que me ata a la vida, a una existencia que no debo vivir, ni quiero vivir, pero que tú estás empeñado en perpetuar.

Tus susurros de planes futuros me hastían. Dices que no puedo huir, pero puedo hacerlo. Da igual cuanto lo niegues, da igual cuanto lo intentes, sabes que esto que vivimos es irreal. Porque yo soy un exterminador muerto. Tú un humano muerto y revivido, humillando su alma con la bajeza de los youkais. Y esto es irreal. Pero es verdadero, es tangible. Yo estoy aquí, camino. Tú estás aquí, mirando como lo hago, una mirada indescifrable en tu rostro, asqueroso pervertido. Y a pesar de todo, te dejo mirarme. Sé que algunas de las veces que planeas un plan me miras mientras, supuestamente, leo. Sé que estás buscando un signo de debilidad, pero no aprecias ninguno, pero te diré que tengo uno que me atormenta día y noche, mi mayor debilidad: estoy vivo, y estoy contigo. Y soy tuyo, y no soy tuyo al mismo tiempo.

Y te odio, pero no te odio.

Y tú me odias, me desprecias, pero me cuidas. Me proteges, me sanas las heridas y me atiendes. Escuchas mis sugerencias. Me concedes caprichos que nunca he solicitado.

Bastardo manipulador. Te has introducido en mi mente para no dejarme en paz.

Te has introducido en mi alma.

Déjame.

Bueno, ¿qué os ha parecido? Es la primer parte, pero claro, estoy abierta a sugerencias, a pensamientos, a críticas (constructivas) y a frases del tipo: "preferiría que hubieras seguido con tu bloqueo de escritora. Me has hecho perder el tiempo"

Bueno, para todo eso, ¡dejad rewiews!

Davinci.