Porque así lo quiero

Capítulo 3

La luz de la luna entraba de lleno por la enorme ventana de la Torre del Hokage. El silencio de la noche era total, a pesar de los escuadrones ninjas que se desplazaban por la aldea en busca de uno de los más célebres miembros del Akatsuki. Dentro de la oficina del Hokage había algunas lámparas encendidas, y las tres figuras en el interior proyectaban alargadas sombras en las paredes.

"Déjanos solos." Dijo la rubia mujer en un tono que no daba cabida a replicas. "Quiero hablar con Naruto."

El rubio ninja pasó la mirada de Tsunade a Hatake Kakashi, para después mirar el suelo delante de sus pies. Por algunos segundos incluso creyó a su sensei capaz de cuestionar una orden directa de la Godaime, mas no fue así. Podía tener conocimiento de mil jutsus y ser una leyenda shinobi viviente, pero a pesar de todo el copy ninja seguía siendo un subordinado más entre las filas de Konoha.

El Jounnin se dio la vuelta y, sin hacer ningún tipo de saludo o inclinación para señalar respeto a la Hokage, comenzó a caminar hacia la salida. El sonido de los pasos acompasados de Kakashi fue seguido por el de la puerta cerrándose, luego el silencio engulló la habitación.

Ni una palabra se dijo en los siguientes segundos, tampoco hubo ningún movimiento trascendental. La oficina y sus integrantes parecieron quedar detenidos en el tiempo, y Naruto deseó que así fuese en realidad. Se negaba a levantar la vista, pues rompería el mutismo establecido entre ambos, lo cual desataría un caudal de preguntas complicadas y explicaciones que no deseaba dar.

Podía sentir los ojos penetrantes de la Quinta escrutándole, buscando en él cualquier detalle que delatara información. Incluso una postura podía decir mil cosas ante el ojo bien entrenado, cualquier ninja sabía eso. Lo mejor será enfrentarla. Si algo tiene que pasar, pasará. Levantó la mirada y, bajo la media luz, pudo entrever preocupación en los ojos de la imponente mujer.

"Habla." Dijo Tsunade, entrelazando sus manos sobre el escritorio en un gesto que asemejaba el de un experimentado negociante, posiblemente adquirido tras años de negociaciones con otros Kages. "Y te lo digo desde ahora: quiero la verdad. Es un asunto importante, no debes quedarte ningún detalle. Además, me daré cuenta si estás mintiendo."

Comprendía las mínimas posibilidades de poder engañar a alguien con las capacidades de la mujer ante él pero, jugando con cuidado sus cartas, tal vez pudiera guardarse unos cuantos detalles al respecto de lo acontecido. Además de quizá convencerla de conservar los detalles más penosos del conocimiento del resto de los shinobis de la aldea. Hacer el intento, aunque riesgoso, valía la pena.

"Bien…" suspiró Naruto, resignado ante las circunstancias inevitables. "¿Por lo menos me puedo sentar?"

Tsunade le hizo un gesto, señalando la silla colocada frente a su amplio escritorio. Uzumaki tomó asiento con actitud cansada. Tendría que hacer uso de todas sus habilidades ninja para engañar a Tsunade. Tras un profundo suspiro comenzó a relatar los inusuales hechos ocurridos en las últimas horas.

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Corría una brisa leve por los alrededores de la villa secreta de la Hoja, moviéndose con calma entre el bien crecido pasto verde. En esa área llena de sombras producidas por árboles de gran antigüedad apenas era perceptible la figura de un joven ninja con uniforme de Konoha sentado en el suelo con la espalda en contra de un firme tronco.

Tras acertar con su kunai en el cuello del desventurado shinobi Itachi no le dio una segunda mirada. El cuerpo ahora yacía inerte en la posición de quien descansa despreocupado en medio de un viaje largo de regreso a casa. Justo esa era la concepción de algunos respecto a la muerte: el regreso al lugar de origen. Para Itachi, la muerte era desaparecer completo; un castigo justo para aquellos incapaces de sobrevivir.

Como sospechó, ya se había dado la alarma entre los ninjas de la aldea de su presencia ahí. Un hecho bastante desafortunado para aquellos shinobis que, en un acto demasiado entusiasta, intentasen capturarle. Él prefería no gastar segundos en acabar con vidas de manera tan sencilla, pero si ellos decidían atacarle, no quedaba otro remedio.

La única presa realmente importante estaba ahora bajo la protección de la nieta del fundador de Konoha, una de los tres ninjas legendarios, la famosa médica especialista y actual Hokage: Tsunade-hime. Tener un combate con la poderosa mujer sería por seguro un encuentro interesante, pero sería un acto profeso de agresión contra el país del Fuego, hecho que él no podía llevar a cabo sin previa aprobación del Akatsuki.

Mas no había razón para preocuparse. Nadie puede estar custodiado veinticuatro horas al día, y sin importar quien fuese el guardián asignado, pues no cabía duda de que uno le sería dado a Uzumaki, Itachi encontraría la manera de burlarlo. Como en toda batalla, el punto se reducía a la simple cuestión de analizar la situación, de estudiar al enemigo, y esperar el momento adecuado para atacar.

Había decidido mantenerse en la frontera de Konoha por los próximos días, o el tiempo necesario para planear el siguiente movimiento. En los lindes de esos extensos bosques abundaban las cabañas vacías, ya sea unas por haber sido abandonas, otras construidas para dar asilo a viajeros en tiempos de necesidad. Por un tiempo le serían útiles como escondite. El único inconveniente era lo lejos que estaba de Uzumaki, y los movimientos de éste eran importantes puntos a considerar.

El rostro de Itachi se contorsionó en una extraña sonrisa. Disfrutando la quietud de la noche, levantó la vista para apreciar la belleza del astro plateado. No te preocupes, Naruto-kun. Siempre hay una manera.

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Era la segunda ocasión esa noche en la que tenía que quedarse esperando del otro lado de una puerta, y la sensación de estar siendo dejado al margen de las cosas era desagradable a sobremanera. En su interior sentía derecho a escuchar todo lo que Naruto le relataba de momento a la Hokage. ¡Soy su sensei, maldita sea! Asimismo, la posibilidad de que Itachi tuviera otras intenciones ya era por sí sola bastante molesta.

Le enfurecía la simple imagen del joven criminal pensando en su rubio aprendiz con ese tipo de fines. La idea había anidado en la mente del Jounnin, lo suficiente para visualizar los probables escenarios ocurridos en el apartamento de Uzumaki. Cada uno más desagradable que el anterior, y siempre acompañados de una buena cantidad de blasfemias en contra del nombre Uchiha Itachi.

¿Cuál sería la resolución de la Godaime al respecto? ¿Acaso ya había previsto una situación semejante, y por consiguiente un plan para proteger a Uzumaki? ¿O, como él, había dejado de lado la amenaza del Akatsuki por la impotencia de no poder hacer nada al respecto? La visita anterior de los criminales fue truncada por mera suerte, e Itachi no era uno de los que dejan pasar las enseñanzas de los errores cometidos. Deshacerse de él resultaría ser una tarea más ardua que la vez anterior.

Sí, escuadrones de ninjas ya rondaban los alrededores, incluso los ANBU en guardia fueron alertados de la situación con la orden de neutralizar a cualquier sospechoso. Pero eso no es suficiente… ¡Maldición, si ni Jiraiya pudo detenerlo aquella ocasión! Las circunstancias eran más que complicadas: eran casi irremediables.

El asunto no podría mantenerse en secreto por mucho tiempo, tarde o temprano el rumor del Akatsuki buscando al contenedor del Kyuubi se filtraría a las calles de la aldea. Podía escuchar ya los comentarios dichos por lo bajo, mordaces, sugiriendo la entrega del rubio adolescente a cambio de la seguridad de la villa. Los sacrificios son necesarios, dirían los miembros del Concilio. Konoha es prioridad. No importa de quién se trate, Konoha siempre es prioridad.Pero no sabía si él sería capaz de aceptar a Naruto como un 'sacrificio necesario', de poner a Konoha por encima de todas las cosas. Probablemente no. Una voz en su cabeza le decía que no era sólo probable, sino definitivo.

Todos esos pensamientos y más acosaban la mente del copy ninja, y a pesar de ellos mantenía su fachada de relajación intacta. Tantos años de ocultar sus sentimientos al mundo habían dado fruto, algo de lo que estaba amargamente orgulloso. Un shinobi nunca debe mostrar emociones. Las enseñanzas de sus profesores de la Academia hacían eco en su mente. Lo cual no era raro pues, después de todo, él había sido un niño prodigio.

Los minutos siguieron pasando, Kakashi había perdido la cuenta exacta de cuantos, pero estimaba ya alrededor de más de una hora. Más de sesenta minutos parado ahí, esperando alguna novedad en silencio. Eso era en parte lo que le inquietaba, lo tranquila que se apreciaba la noche, como el preludio de algo terrible a punto de venirse sobre todos ellos. El ataque del Uchiha sólo era la primera de varias campanadas funestas aún por ser escuchadas.

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Hacía ya bastante tiempo desde que tenía una conversación a solas con el adolescente, incluso estar un lapso tan largo en la misma habitación. El trabajo como Hokage de la villa nunca parecía terminar, al igual que el entrenamiento de Naruto, lo cual les dejaba con posibilidades nulas de interacción. Aunque Tsunade procuraba mantenerse al día en cuanto a las actividades del muchacho por medio de sus allegados, no era lo mismo que saberlas del joven rubio.

Dejó que Uzumaki relatara su historia sin interrupciones por su parte, en ocasiones teniendo que obligarse a no intervenir o soltar exclamaciones altisonantes por lo que escuchaba. Lo relatado por Kakashi referente al ataque de Uchiha Itachi quedaba bastante lejos de lo que escuchó de labios de Naruto. Aunque seguro Kakashi ya sospechaba algo semejante. El Jounnin no era ingenuo, seguro para antes de salir en dirección a la Torre del Hokage ya había unido cabos suficientes para darse una idea de lo ocurrido en el apartamento de su aprendiz.

La explicación de las intenciones de Itachi fue dada con frialdad, diciendo justo lo necesario y sin ningún detalle o énfasis especial. Desde siempre Naruto había sido diestro para esconder sus sentimientos del resto de las personas, o por lo menos enmascararlas como algo sin tanta importancia. No obstante, Tsunade sintió al escucharle hablar que la persona con quien estaba no era un joven de dieciséis años, sino un ANBU adiestrado en técnicas de evasión.

Era indignante el acto del Uchiha. Tsunade siempre le vio como un criminal, como un arrogante, un desertor a la villa y al clan al que perteneció, pero no como un hombre capaz de intentar abusar de esa manera de alguien. Le encendía la sangre pensar que Itachi pudiese tener la intención de tomar a Naruto, uno de los pocos seres queridos que a ella le restaban, por la fuerza.

Sin embargo, Naruto no daba muestra de algún sentimiento, parecía haber relatado algo ocurrido a otra persona, no ser él la víctima de un intento de secuestro y violación hacía apenas unas cortas horas. Dijo la manera en que Itachi le atrapó contra la cama desnudo con la misma indiferencia de quien cuenta una broma a la que le ha perdido ya la gracia. Ahora que tenía al rubio delante de su escritorio esperando sentado en silencio, Tsunade se preguntó qué tanto del antiguo Naruto permanecía guardado dentro de ese muchacho.

En el fondo, detrás de la evasión y la fachada de indiferencia, Tsunade tenía la esperanza de la existencia de ese niño ruidoso que le obligó a enfrentar sus fantasmas y volver a la pacífica Konoha. Ese adolescente ahora vestido con ropas demasiado grandes, el cabello en desorden y la mirada cansada seguía siendo Naruto, su Naruto. Y en honor a eso ella no permitiría a Itachi arrebatarle al muchacho de las manos, no sin antes darle una buena pelea.

"Entonces tuviste suerte." Dijo Tsunade, mirándole a los ojos. "Por eso lograste escapar."

"Así es." Fue la escueta respuesta de Uzumaki.

"¿Hay algo más que quieras agregar?" preguntó la Godaime. Naruto negó con la cabeza; ella no insistió más. "Bien." Se levantó se su asiento. "Ven conmigo."

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La habitación quedó en silencio. Fue un alivio que la Godaime dejase de inquirir en los hechos ocurridos, sobre todo porque Naruto estaba seguro que ella sabía que algo le ocultaba. La conversación, si es que así podía llamársele a lo ocurrido en la oficina de la mujer, podría parecer sencilla, pero no lo fue. Mirar a Tsunade y hablar con tal estoicismo era complicado. Esos alertas ojos cafés le traían recuerdos de una entrañable relación. Quizá fue en nombre de esa viejo vínculo la razón por la que le dejó en paz.

De una u otra manera, lo importante ahora era salir de la oficina y dejar su opresiva atmósfera. Por mero producto del ocio se preguntó qué iba a ocurrir con él ahora, o cuál era la decisión que tomaría la Hokage respecto a la aparición del Akatsuki y como afectaría su vida diaria. Desechó el pensamiento al instante, ya se vería obligado a pensar al respecto más tarde, de momento prefería poner su mente en blanco y obedecer el mandato de Tsunade.

Siguió a la mujer al otro lado de la habitación y a través de la puerta. Ahí encontraron a Hatake Kakashi, parado con la espalda contra la pared. Su actitud de fastidio, de tedio ante cualquiera que fuese la situación, irradiando con la misma intensidad de siempre. Aunque, como en el apartamento, Naruto seguía sintiendo una extraña desconfianza por parte del copy ninja.

Miró los alrededores para evitar enfrentar la mirada del sensei, topando entonces con la capa del Uchiha colocada sin mucho cuidado sobre una pequeña mesa. Mirar la prenda le provocó menos sentimientos de los que él mismo podía esperarse, sólo una abrumadora sensación de cansancio mezclada con un ligero malestar en el estómago. La vida ya era lo suficiente mala para él sin tener que lidiar con los enviados del Akatsuki.

En silencio esperó a que se hiciera algún movimiento. La Quinta permanecía detenida al lado de la puerta, intercambiando miradas con el Jounnin. Dudaba que fuese a replicarle por el pequeño desplante de insubordinación antes de salir de la oficina un rato atrás. Tampoco le importaba demasiado; la noche había sido extenuante para Naruto, el amanecer llegaría en pocas horas, y lo único que tenía en mente ahora era recostarse y dejar que la indulgente inconsciencia del sueño se apoderase de él.

"Kakashi, eres uno de los mejores shinobis de la aldea y un antiguo ANBU." Comenzó Tsunade. La severidad de su imponente voz aumentada por el sigilo de la noche. "Dado los desafortunados eventos ocurridos, lo más seguro será que Naruto no regrese a su apartamento. No sabemos que tan probable resulta un segundo ataque, pero no podemos confiarnos. Por ahora serás el encargado de custodiar el bienestar de Uzumaki, así como brindarle un lugar donde pasar la noche. Algún otro Jounnin será enviado a la brevedad posible a tu casa para mayor seguridad." Kakashi asintió, sin cambiar de posición. "Asumo que comprendes la gravedad del asunto." El Jounnin asintió de nuevo. "Bien. Ahora retírense, tengo asuntos imprevistos con los cuales lidiar."

La puerta de la oficina volvió a cerrarse. Sin una palabra más, aprendiz y maestro se alejaron por el poco iluminado pasillo. Kakashi pasó de largo sin recoger la prenda robada al Uchiha, Naruto tampoco se preocupó por llevarla con él. Se reacomodó la ropa demasiado grande para su talla e inició el camino detrás de su sensei camino a casa de éste.

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Que la Godaime le encomendase la custodia de Naruto, aunque fuese sólo de manera temporal, era un alivio para el copy ninja. Le ahorraba la molestia de exigírselo a la temperamental mujer. No habría podido lidiar con el saber a su estimado estudiante bajo el cuidado de otra persona. Los shinobis de Konoha eran leales, y apegados como nadie a las misiones que les fuesen encomendadas, a Kakashi no le cabía duda. Sin embargo, al tratarse del bienestar de Naruto, a sus ojos nadie era lo suficientemente experimentado o competente para realizar el trabajo.

Recorrieron el camino a la casa del Jounnin con rapidez. El ninja copia encendió sus sentidos por instinto, en busca de cualquier presencia anómala en las cercanías. Intercalando su atención entre cerciorar un camino seguro y observar de reojo los movimientos de Naruto. Aunque el muchacho hacía un notable esfuerzo por mantener el paso de su sensei, el cansancio físico era evidente en sus movimientos. Lo que su rubio estudiante necesitaba era una larga siesta, y por mucho que él deseara obtener respuestas de él, sus preguntas tendrían que esperar por lo menos ocho horas.

De regreso en el departamento lo primero que Hatake Kakashi hizo fue cerrar la puerta, cruzar los brazos sobre el pecho y mirar sin ningún reparo directo a Uzumaki. Una parte dentro de él, aquella donde un profundo sentimiento hacia su pupilo continuaba creciendo, se alegraba de tener al muchacho como huésped, de tener la oportunidad de estar a su lado sin la necesidad de inventar excusas.

"Necesitas descansar." Dijo Kakashi sin retirar la mirada del adolescente. "No soy una persona asidua a las visitas, así que no tengo habitaciones extras. Dormirás en mi habitación, yo haré guardia el resto de la noche." Naruto asintió, caminando después hacia el cuarto de su sensei. "Ah, Naruto…" dijo el Jounnin, volviendo a su fachada de descuido. "Feliz cumpleaños." Naruto se detuvo.

"Gracias…" Dijo el adolescente en tono inseguro. "Kakashi-sensei." Agregó tras un momento de duda.

La figura del muchacho desapareció tras la puerta del dormitorio de Kakashi. En el corto lapso antes de la respuesta de Uzumaki hubo en éste un atisbo de inocente confusión, algo que debido a la sorpresa escapó de su control por un segundo. Tiempo suficiente para ser captado por el Jounnin, suficiente para probar que aún estaba ahí el alegre niño que le robó el corazón y que había esperanzas de traerlo de regreso.

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NOTAS:

Como pueden ver, no he dejado esta historia morir, a diferencia de lo que parezca. No tengo excusa, lo sé muy bien, pero por favor no se molesten si mis actualizaciones tardan. Espero que el capítulo (aunque simple y corto) haya sido de su agrado, y que me dejen sus comentarios.

El problema de los párrafos gigantes ha sido arreglado. Algún otro aspecto técnico, háganmelo saber.

Mi agradecimiento y sumo aprecio a quienes continúan leyendo.

Y aquellos que es la primera historia mía que leen, pueden darse una vuelta por mi profile, quizá encuentren algo de su interés.

Gracias por leer.