Epilogo.

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-.Años después.-

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-¡¿Por qué?! ¡Con un demonio! ¡Ya soy grande!

-¡Eso no es excusa! ¡NO eres lo suficientemente grande para ello!

-¡Ya me he inscripto!

-¡No me interesa! ¡Te he dicho que no! ¡Y esa es mi última palabra!

-¡Pues entonces… vete al infierno, Orphen!

Ambos morenos se fulminaron con la mirada. Era asombroso verlos frente a frente, ya que eran idénticos. Aunque uno era la versión más joven ¿y mejorada? del mayor. El cabello del adolescente era castaño oscuro, piel tostada por el sol, excelente cuerpo y hasta contaba con el mismo carácter explosivo del que discutía ahora, lo único que los diferenciaba (aparte de la edad) eran los increíbles ojos azules que tenía el más joven. Herencia inequívoca de su madre.

El mayor conservaba casi sus mismos rasgos de joven, solo delataban su edad esas pequeñas arrugas en el borde de los ojos y la madurez de su porte. Algo que nadie podría llegar a creer… que Orphen madurara.

-¡¿A qué se deben todos esos gritos?!

El gruñido enfadado provino de una hermosa rubia de ojos azules. Ella lucía tan madura como su esposo, algo que nadie se podría esperar de ella. Pero allí estaba ella, el brillo maternal y sabio en sus ojos, el cuerpo trabajado y, sobre todo, su ceño fruncido de mujer exasperada, daban prueba de ello.

-¡Tu hijo!- acusó el mayor.- ¡Que vuelve a fastidiar con lo mismo!

La rubia enarcó una ceja y miró al más joven. Él sonrió inocentemente.

-Mamá…- gimoteó.- Orphen no quiere que participe en el concurso de hechicería.

-Hijo… para empezar, "Orphen" es tu padre, tenle más respeto.- El adolescente frunció el ceño ante la reprimenda. Era impresionante cuan parecido era a su padre cuando hacía ese gesto.- Y, para terminar, yo ya te he dicho que no quiero que vayas al dichoso concurso.

-¡Pero…!

-Ningún, pero.- cortó tajante.- Vete a hacer algo productivo, Seth.- lo despidió con un gesto.

El muchacho gruñó, pero no volvió a replicar nada y salió del enorme despacho donde se encontraban.

-¿Cómo es que no tengo ese poder sobre ellos?- se quejó Orphen.

Cleo sonrió y se acercó a su esposo, para besarlo.

-Porque tú no eres el que les hace de comer, quien lava sus ropas y limpia sus habitaciones. Tú haces las reglas… pero yo las hago cumplir.

Orphen encrespó su labio inferior.

-Maldita la hora en que le enseñé como hacer hechizos. No pensé que se obsesionaría tanto con el tema.- suspiró.

-Y lo que yo no entiendo es por qué le enseñaste si no querías que luego vaya a la escuela donde tú aprendiste lo que sabes…

-Ese lugar está lleno de corruptos.- gruñó.- No deseo que mi hijo mayor vaya a un lugar así…

Cleo sonrió encariñada en su esposo y acarició su mejilla.

-La verdad es que no quieres que se aleje de nosotros por tantos años, ¿cierto?- Orphen se ruborizó, pero no dijo nada.- Está bien cuidar sobre nuestros hijo, mi amor. Pero Seth ya tiene 15 años, más tarde o más temprano, él buscará su propio camino. Y lo sabes, porque lo lleva en sus genes, tanto tú, como Magic y yo lo hicimos en su momento.

Con los años, y después de tener cuatro niños, Cleo había dejado su carácter explosivo y se hizo una verdadera mujer, ama de casa y amante. Se volvió el equilibrio perfecto para su esposo, que aún conservaba algo de su rebeldía de la juventud.

-Hn… pero aún así no lo voy a dejar entrar al concurso.

-Lo sé, lo sé…

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OOOOOOOOOOOOOO

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Seth se sentó en un prado alejado de su mansión y comenzó a sacar con saña el pasto de la tierra y lo lanzaba lejos.

-¿A qué se debe que te estés enfurruñando como un pequeño mocoso estropeado?

Seth tensó y giró para mirar furioso a su primo. Se trataba de un muchacho mayor que él, de cabello pelirrojo, algunas pecas en el rostro y los mismos ojos azules que él mismo. Su nombre era Aarón y era el primer hijo de su tía Maribel y su tío Arthia.

-No me estoy enfurruñando.- gruñó.

-Si, si…- dijo con voz cansina.- Déjame adivinar… mmmhhh…- golpeó su barbilla.- ¿No te dieron permiso de entrar al concurso, verdad?

-No, no me lo dieron.- siseó entre dientes, enojado al saber que su primo tenía razón.- Pero no me interesa, ya me he anotado y voy a participar con su aprobación o no.

-Si mal no recuerdo, ese concurso es solo para mayores de 16 y aún te falta un año para eso, mi querido primo.

-Tú y mi padre saben eso, pero no los jueces del concurso.- sonrió malicioso.

-Te vas a ganar un gran castigo.

-No me importará si es que gano el concurso.- se encogió de hombros.

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.:.Más tarde.:.

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Orphen se sentó en la entrada de su casa. Sus ojos marrones viajaban de una de sus gemelas a la otra. Ellas eran las últimas de sus hijas y ahora contaban con cinco años cada una. Ellas tenían un cabello castaño muy claro, una verdadera mezcla entre su cabello y el de Cleo. De sus cuatro hijos, ellas eran las únicas con sus mismos ojos. Y siendo las niñas y más jóvenes, eran los ojitos de su padre.

-¡Papá! ¿Por qué tienes esa cara?- preguntó una de ellas. La mayor de ambas, Amelia.

-Mmmhhh…- suspiró.

-Volviste a gritarte con Seth, ¿verdad?- preguntó la menor y más perceptiva de ambas, Sofía.

-Si…- volvió a suspirar, revolviendo su cabello, que ya mostraba unos cabellos blancos.- Su hermano se pone cada vez más difícil.

Las gemelas miraron con un ceño triste a su papá y corrieron a abrazarlo. Orphen sonrió y abrazó a sus niñas, contento de tener su apoyo. Ser el padre de un adolescente como Seth estaba rayando sus nervios. Y en parte era culpa suya, porque al ser Seth su primer hijo, varón y después de que casi lo pierde cuando su querida Cleo cayó en aquel estado que no quería recordar, él lo había estropeado y dado todos los gustos… y este era el resultado. Un muchacho muy independiente, que siempre buscaba salirse con la suya y que solo le tenía respeto a uno de sus padres.

-Um…

Orphen levantó la mirada y sonrió al su otro hijo. Si Seth era una copia exacta de sí, Alan lo era de Cleo. Su cabello era rubio, su cuerpo pequeño y con piel pálida. Él era tímido y casi no hablaba, porque una enfermedad casi se lo lleva cuando tenía cinco. Innecesario decir, él era el más mimado, pero su personalidad les decía a sus padres que él no saldría como su hermano mayor, era demasiado tierno para ello. Y tenía una extraña particularidad, y eso eran sus ojos. Uno de ellos era tan azul como el de su madre y el otro tan chocolate como el de Orphen.

-¿Qué pasa, hijo?- preguntó, incitando al niño de diez años a que se sentara con él y las niñas.

-Eh…- retorció sus manos, nervioso.- Seth me dijo que no te dijera nada, pero no puedo quedarme callado. Él… él entró al concurso, papá.- mordió su labio inferior.

Alan se esperaba cualquier cosa, que su padre se levantara y comenzara a gritar, que se enfadara o cualquier cosa, menos que suspirara con cansancio.

-Lo sé, Alan.- masculló.- Sabía que tu hermano iba a hacer lo que se le antojara a pesar de que se lo prohibamos.

-Pero, papá…

-No importa, Alan. Si Seth no quiere escucharnos a nosotros, el mismo concurso nos terminará dando la razón.

-Oh… bien…

No pasó ni cinco minutos desde que Orphen dijera eso, cuando vieron a Aarón llegar corriendo a la casa, su cara más pálida que un papel.

-¡Tío Orphen! ¡Es Seth! ¡Está gravemente herido en el Hospital!

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OOOOOOOOOOO

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-No es tan grave como pensamos desde un principio.- calmó el Doctor a los pares angustiados.- Pero deberá permanecer con el yeso por un mes, y en cama… por lo menos una semana.

-No se preocupe, doctor.- dijo Cleo, tiesa.- Nos encargaremos de que nuestro hijo cumpla con sus prescripciones.

El doctor asintió y abandonó la salita donde estaba el matrimonio.

-Esto tiene que terminarse, Orphen. Ese muchacho no puede seguir haciendo lo que quiere…- tragó.- Él…

El hombre hizo una mueca y abrazó a su esposa, mientras ella lloraba por la mezcla de sentimientos que tenía. Revelación, enfado y otras tantas sensaciones que surgieron en ella al saber que su hijo estaba sano y salvo, pero que estuvo al borde de la muerte por haberlos desobedecido, nuevamente.

Cuando Cleo se calmó, ella decidió ir a casa, para poder cuidar de sus hijos, que había quedado bajo cuidado de su hermana.

Orphen suspiró y entró a la habitación de su hijo, encontrándose con que Seth estaba despierto, pero parecía bajo mucho dolor.

-Bien… ¿Si no es este el excelente hechicero que casi muere en la primera ronda del concurso al que le prohibieron entrar?- espetó con desdén.

Seth frunció el ceño y miró para otro lado.

-No necesito tu sarcasmo ahora.- masculló.

Orphen suspiró y acercó una silla, para sentarse al lado de su hijo.

-Debes entender, Seth. Tu madre y yo no te prohibimos entrar solo porque somos malos o somos sobre protectores. Lo hicimos por que sabíamos que, con tu poca preparación, esto podría pasar.

Seth se hundió en su cama y miró a su padre, con una mezcla de pena y dolor.

-Lo sé…- murmuró renuente.- Ahora sé que ustedes tenían razón y que yo solo me comporté como un mocoso estropeado… como dice Aarón.

-Bien…- sonrió de lado.- Admito que tengo algo de culpa en tu carácter, pero espero que esto te sirva de lección para que me escuches de ahora en adelante.

Seth asintió. De repente, se ruborizó ligeramente y miró para otro lado. Orphen enarcó una ceja, pero pareció entender la incomodidad de su hijo. Haciendo muecas, se sentó en la cama de Seth y abrazó al adolescente. Seth relajó su cuerpo dolorido contra su padre y devolvió el abrazo, contento de estar en buenos términos con él.

-Um… pá…

-Dime…

-¿Vas a castigarme por desobedecerte?

-Mmmhhh… nop…- Seth relajó. Pero él no vio la sonrisa malvada en la cara de su papá.- Pero creo que oí a tu madre mascullar sobre que el sótano de la mansión necesitaba una buena limpieza.

Seth gimió y Orphen se contuvo de reír en voz alta.

Y esa es una muestra de la vida cotidiana del Hechicero más querido de su época…

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Notas de Uko-chan: ¡¡¡Hola!!!

¡Ha pasado más de un año! ¡Hasta mi forma de escribir ha cambiado! Me horroriza ver cuantas faltas de ortografía tenía ¬¬

En fin…

Ustedes no están para saberlo, ni yo para contarlo, pero durante todo este tiempo, solo había YAOI en mi cabeza (principalmente Harry Potter!) Así que tuve que posponer este epílogo hasta que me sintiera preparada para ello. Y hoy surgió y no esperé más y lo subí.

Muchas gracias a todas las que leyeron este fic y que aguantaron todo este tiempo hasta leer el Epílogo. Espero que no decepcione, pero esta era mi idea original. Presentar a Orphen como papá XD

¡¡¡Gracias a todas/os por leer!!!

Atte: Uko-chan!

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