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Capítulo 13 – La Profecía del Fénix
Una luz verde salió de la varita de Tom e impactó directamente a la quimera.
Tomó una fuerte respiración al sentir como su poder fluía de su cuerpo a la varita. Abrió los ojos cuando la maldición hizo efecto y la criatura cayó al suelo delante de él. Miró la varita con incredulidad sacudiendo la cabeza y centrándose en su amigo.
Alex estaba en muy mal estado. Yacía en el suelo con los ojos cerrados. El brazo y el hombro izquierdo estaban gravemente heridos. Tenía también varios golpes por todo el cuerpo. Tom corrió y se arrodilló a su lado.
"¿Alex?" dijo con voz cautelosa. Comenzó a entrar en pánico cuando no hubo ninguna respuesta. Acercó lentamente una mano al cuello del chico. Suspiró de alivio cuando percibió un suave pulso. De repente Alex gemía y tosía, derramando sangre por la boca. A pesar de aquel movimiento repentino, seguía inconsciente.
Tom apretó los dientes. Aquello no estaba bien. Alex había sido herido de gravedad y con la abundante pérdida de sangre... sabía que aunque su amigo se encontraba con vida, no iba a durar mucho tiempo más.
Se giró para observar el cuerpo inerte tendido junto al de su compañero. La quimera estaba muerta, asesinada por su propia mano. No sentía pena por la criatura ya que merecía la muerte, pero era increíble que pudiese terminar de una manera tan fácil la vida de alguien con una única maldición.
"¿Está... muerta?" Tom miró a Lestrange que entraba en la habitación cautelosamente, con sus ojos posados sobre la quimera.
El joven asintió con la cabeza, luego volvió su mirada a Alex.
"¿Está bien?" el prefecto preguntó en voz baja. El castaño estaba pálido y por primera vez desde que lo había conocido, Tom vio preocupación en sus ojos; preocupación por el bienestar de su compañero de Slytherin.
Tom giró hacia el cuerpo de Alex. Bajó la cabeza y cerró los ojos.
"No... no lo está" respondió en voz baja. Se detuvo por unos instantes y luego miró a Lestrange, quien ahora estaba de pie junto a él. "Tenemos que llevarlo a la enfermería tan pronto como nos sea posible," dijo y se levantó temblando.
El Slytherin asintió con la cabeza. "Vamos a transportarlo en una camilla. Voy a buscar algo para transfig..." se detuvo cuando una gran piedra cayó detrás de Tom provocando un gran estruendo.
Tom dio un salto cuando la roca pegó en el suelo detrás de él. Alzó la vista hasta el techo y maldijo. La quimera había causado un pequeño terremoto y en estos momentos el túnel estaba de a poco derrumbándose. Sin previo aviso, más piedras cayeron desde lo alto.
"Tenemos que salir ahora, antes de que el túnel entero colapse," dijo.
Con cuidado levantó el cuerpo de Alex. Trató de mover a su amigo con el menor peso posible con el fin de evitar tanto dolor y protegerlo de las rocas que caían. Silbó dolorido cuando se puso en pie con el joven en sus brazos. Aunque Alex fuese demasiado liviano para su edad, el aumento de peso era demasiado para la pierna rota de Tom.
"Déjame hacerlo. Tú estás lesionado también," dijo Lestrange. El Slytherin más grande se acercó y con cuidado tomó al chico de entre sus brazos antes que Tom pudiese protestar. "Vámonos." Señaló a la entrada con la cabeza y se dirigió a toda prisa.
Tom miró a su alrededor antes de encontrar lo que estaba buscando a un lado del cadáver de la quimera. Cubriéndose la cabeza con las manos, corrió hasta llegar y agarrar la varita de Alex antes de girar y correr a toda velocidad fuera de la habitación que llevaba a la cámara de los secretos.
/
Después de correr por lo que parecieron siglos por el oscuro túnel, llegaron hasta la salida de aquel espantoso lugar. Por primera vez en sus vidas, estaban felices de estar de regreso en el bosque prohibido.
Los dos Slytherin jadeaban pesadamente luego de su precipitada huida. Si hubiesen corrido un poco más lento, habrían sido enterrados vivos bajo la estructura que se derrumbó.
Lestrange colocó con cuidado el cuerpo de Alex sobre el suelo. Todavía estaba inconsciente. Se encontraba pálido y muy frío a causa de la pérdida de sangre a través de aquella fuga.
Tom se acercó despacio a la forma inconsciente de su amigo y se arrodilló a su lado. No había forma de llevar a Alex de regreso al Castillo con seguridad, y él lo sabía.
"¡Maldita sea!" Tom golpeó el suelo con los puños. ¿Qué puedo hacer...?"
Lestrange estaba detrás del niño. "Riddle..." Extendió una mano preparándose para confortarlo, pero luego vaciló y bajó el brazo. La extremidad cayó a su lado y apretó con fuerza el puño. "¿Qué debemos hacer? ¿Qué debo hacer?" murmuró para sí mismo.
Se encontró con la mirada de Tom y en ese momento se dio cuenta que unas lágrimas rodaban por las mejillas del chico. Tom cerró los ojos, llorando en silencio.
"Es culpa mía," dijo el joven con voz ronca. "Si... si yo no hubiese estado tan deseoso de encontrar la cámara..."
"Riddle..." Lestrange se arrodilló a su lado. Parecía inquieto, obviamente, no sabía qué decir. "No es tu..."
"Es mi culpa." Tom levantó rápidamente la cabeza y miró a Lestrange. "Si me hubiese ido a tiempo, Alex no habría regresado para luchar con ese monstruo. ¡Debo ser yo quien esté en ese lugar, no él!"
De repente Tom sintió una sensación de calor en su pierna. Frunció el ceño y se giró a su bolsillo derecho que brillaba intensamente. Sacó con cuidado su varita y la de Alex y se quedó mirando con los ojos muy abiertos. Ambas varitas estaban brillando con una luz blanca muy intensa y podía sentir el calor que provenía de ellas. A medida que las iba separando, una en cada mano, una hebra dorada las unía.
Un grito ahogado de Lestrange hizo que separase su vista de las varitas. Se volvió a mirar al otro Slytherin que observaba con la boca abierta a algo en el cielo. Siguió la mirada del chico y se encontró contemplando fijamente a una llama rojiza que se cernía sobre el bosque.
"¡La llama se acerca hacia nosotros!" dijo Lestrange.
Como la llama voló más cerca, Tom fue capaz al fin de distinguir su contorno. No era una llama, sino que tenía la forma de un pájaro. Un ardiente pájaro rojo en llamas...
De repente Tom supo lo que era. "Es un ave fénix," dijo.
"Es hermoso," Lestrange comentó mientras el animal volaba lo suficientemente cerca como para que pudiesen ver sus características con claridad.
El fénix voló sobre ellos en círculos. Tom escuchó una música que supo, jamás en toda su vida podría olvidar. La canción del fénix era suave y pacífica. Al escucharla, el joven se sintió poco a poco más calmado y tranquilo. Después de un tiempo, una gota de agua cayó en su brazo. Se quitó la gota de agua con la otra mano y se dio cuenta de que aquello no era agua en absoluto. Tom miró hacia arriba y vio el llanto del ave fénix; sus lágrimas caían por debajo de su barbilla en forma de lluvia. Así como las lágrimas hacían contacto con la pierna herida, el hueso roto comenzó a sanar y pocos segundos después la extremidad lesionada estaba como nueva.
Tom miró en estado de shock como los cortes en sus brazos cerraban lentamente, dejando sólo unas tenues cicatrices en su piel. Entonces recordó que una vez había leído que el poder de las lágrimas de un fénix era el de la curación. Y si las lágrimas podían sanar, entonces quizás podrían...
"¡Alex!" Tom se giró bruscamente cuando su amigo comenzó a moverse.
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Alex gimió, su cuerpo ardía de dolor. Bueno, excepto tal vez su brazo izquierdo, no podía sentir ese brazo en absoluto. Y entonces sintió como el dolor se extinguía, así como el adormecimiento de su brazo.
¿Dónde estaba? ¿En el dormitorio de Slytherin? No. Él no había vuelto al dormitorio, porque... ¡Tom! Tom se había ido a buscar la cámara de los secretos solo. Y había aparecido una quimera... ¡sí, una quimera! ¡Una quimera estaba atacando a Tom! ¡Tenía que protegerlo!
Parpadeó con sus ojos bien abiertos sólo para cerrarlos inmediatamente después. Esperó unos segundos y lo intentó de nuevo. Abrió los ojos muy despacio y observó una figura borrosa delante de él. Parpadeó unas cuantas veces, finalmente centrándose en la imagen y se encontró con el rostro de un preocupado Tom.
Su amigo sonrió al verle despierto. "¡Alex!" gritó.
"Tom..." dijo. Luego recordó lo que había ocurrido y cómo fue que terminó con todas esas lesiones. Se quedó contemplando al joven con preocupación. "¿Estás bien, Tom? La quimera..."
"La quimera se ha ido," le interrumpió. Miró el cuerpo de su compañero. "¿Cómo te sientes?"
"Me duele todo el cuerpo," dijo Alex. "Pero me siento mejor ahora."
"¿Estás seguro?" preguntó Tom, mirándolo con preocupación.
"Sí, estoy bien." Se colocó en posición de sentado. Frotándose el brazo y el hombro izquierdo le preguntó, ¿qué pasó? Pensé que realmente estaba muerto... y ¿qué es lo que tienes en la mano?"
"¿En mi mano? Oh..." Tom levantó las dos varitas que sostenía y que se había olvidado totalmente de ellas. "Comenzaron a brillar cuando el ave fénix se acercó."
"¿Fénix?" dijo Alex, desconcertado.
Tom arqueó las cejas y asintió con la cabeza hacia el cielo. Alex levantó la mirada y contempló con profunda admiración el ave que daba vueltas arriba.
"Las lágrimas del fénix son las que te han sanado," dijo Tom.
Alex miró del ave fénix a su brazo. Su antebrazo izquierdo estaba ahora cubierto por algunas cicatrices desagradables que él supuso tenían la forma de los dientes de la quimera. Volvió la mirada a Tom y le preguntó: "¿Qué sucedió después que esa criatura me atacó? ¿Lograste encontrar la cámara de los secretos?"
Tom bajó la cabeza y se movió inquieto. "Te diré lo que pasó después. Aquí," dijo entregándosela, "tu varita."
Alex tomó de nuevo su varita. Era cálida y resplandecía, todavía unida por una cadena dorada a la otra en la mano de su amigo.
Así como Alex la sujetó, el ave fénix voló sobre ambos muchachos. Un instante después, una red de luz dorada se formó a su alrededor. En ese instante la canción del fénix era más fuerte que nunca. Sus varitas brillaban con intensidad y ambos sintieron una calidez provenir desde el otro lado de la conexión hacia sus cuerpos.
Alex cerró poco a poco sus ojos y se dejó invadir por aquella calidez. Era una sensación agradable. Ambos estaban conectados como si fueran uno solo, casi podía escuchar los latidos del corazón de Tom a través del enlace...
La habitación estaba a oscuras. Había un gran velo en el centro. Ante él se encontraban dos figuras oscuras, cada una de ellas con su correspondiente varita, señalando en el otro. Sus varitas estaban brillando y un fénix volaba por encima de ellos.
Una de las figuras oscuras alzó su varita. Una luz verde salía a gran velocidad y le pegó justo en el pecho a la otra silueta, quien fue lanzada hacia atrás y cayó en el suelo.
Alex abrió la boca y sus ojos. Su corazón latía con furia a pesar del efecto relajante de la melodía del fénix. ¿Qué había sido eso? ¿Una visión? ¿O era sólo su mente jugándole algunos trucos? ¿Quiénes eran los dos duelistas? Recordó como una de las figuras había sido alcanzada por la maldición... y caía.
Sacudió la cabeza para despejar su mente. Y entonces se dio cuenta que la canción del ave fénix había cesado. Mirando hacia abajo en su mano, vio como la brillante luz de su varita comenzaba a desvanecerse. Pronto, la red dorada que los rodeaba se extinguió seguida del brillo de sus varitas. El fénix voló más alto en el cielo y desapareció en un destello de fuego.
"¿Qué ha ocurrido justo ahora? Ambos estaban rodeados por un muro dorado," dijo Lestrange.
Alex y Tom se miraron entre sí. Sentían una especie de... conexión en este momento.
"Eso ha sido increíble..." comentó Tom.
Alex asintió con la cabeza. A parte de aquella visión, lo que había sucedido hace unos momentos había sido muy extraño, pero... como su amigo había dicho, asombroso.
"¿Dónde ha ido el ave fénix?" Preguntó.
Tom se encogió de hombros. "Tal deberíamos preguntarnos por qué ha venido ese fénix." Sonrió.
Lestrange miró hacia el bosque. "Será mejor que nos vayamos, antes de que los profesores nos descubran." Miró a Alex. "¿Estás seguro de que te encuentras bien?"
Alex asintió con la cabeza. "Estoy bien," dijo. "Vamos."
