Nota de la traductora: Holaaaaaa cuanto tiempo de no leernos :D jajaja milagrosamente xxlostdreamerx empezó a escribir para esta historia otra vez y parece que ya la quiere terminar para seguir con la sequela. De hecho ya está empezada en inglés pero tengo que pedirle que me deje traducir esa también. En fin! Estoy segura que muchos han esperado para leer esto. Espero que hayan tenido una muy feliz Navidad y que tengan un próspero año nuevo!
Capítulo 29: Breve Oscuridad
Vagamente consciente de que su padre les gritaba órdenes a las tropas de mortífagos, Alex se mantuvo en silencio en un rincón, mirando intensamente su varita. Sus dedos temblaban por la necesidad de terminar la maldición; podía sentir la necesidad como una picazón en la mente, por lo que le era imposible concentrarse en otra cosa mas que en el dolor. Cuando había encontrado el hechizo por casualidad, se había sentido aliviado. El precio parecía tan pequeño en comparación con lo que ganaría. A cambio de un trozo de su alma, Alex sería capaz no sólo de aliviar el sufrimiento de su tío, pero también de vivir el resto de su vida libre de culpa y remordimiento.
Pero dolía tanto.
Su magia se arremolinaba de forma errática, zumbando y silbando como si estuviera viva. Se deslizaba por su piel; podía sentir el calor ardiente, descontrolado, de la magia accidental desgarrándolo. Dejó escapar un suspiro rasposo, y se mordió tan fuerte que se sacó sangre.
–Cachorro, debes concentrarte... -hizo eco en su mente la voz de su tío, las palabras a veces no muy claras. -Completa el hechizo... Debes...
Al escuchar la voz, Alex se congeló y sintió que el dolor disminuía momentáneamente. Cerró los ojos, permitiendo a una risa amarga escapar de sus labios. Tenía sentido, tanto sentido. Como no había completado el hechizo, la conexión que el hechizo había forjado entre él y su tío todavía existía; y parecía, al menos por ahora, que lo único que evitaba que su alma se rompiera bajo la presión del ritual incompleto era la presencia tranquilizadora de su tío Lunático, metiéndose entre las fracturas.
–No… permitiré que sucumbas, -susurraba la voz de su tío, no más que un susurro ronco. –Debes vivir, Harry.
Alex asintió con la cabeza. Lento pero seguro, arrastró los pies hasta donde estaba el cuerpo de su tío. Podía sentir la bilis en la garganta mientras miraba la gastada cara de su tío favorito. –Lamento que tenga que terminar así, -murmuró casi para sí mismo, su alma destrozada negándole el conocimiento de porqué sentía tanto dolor y culpa. –Lo siento.
Hubo una pausa, antes de que la voz de su tío rozara su mente. –No es tu culpa, cachorro. Nunca lo pienses. -La voz hizo un sonido extraño, como un ronquido. –Te amo, Harry. Siempre.
Alex cerró los ojos, mordiéndose el labio roto.
–Lo entiendo, -dijo, en voz baja. Haciendo caso omiso de la confusión en su cabeza, se las arregló para obligar a su lengua decir una última frase importante. –Yo también te amo, Lunático.
Dicho esto, levantó su varita.
Al ver a su heredero de pie sobre el hombre lobo, el aliento de Voldemort quedó atrapado en su garganta. No, seguramente el muchacho no se atrevería a ir en contra de sus órdenes. Olvidándose del mortífago que estaba postrado ante él, rápidamente se acercó a donde Alex estaba de pie rígidamente, con el rostro completamente desprovisto de emoción.
–Mocoso.
En lugar de mirar hacia arriba al escuchar su voz, el chico murmuró algo entre dientes y alzó la varita. Alex le dio al hombre lobo un vistazo, antes de abrir la boca para comenzar el encantamiento. –Avada...
Actuando rápidamente, Voldemort se acercó y le arrebató la varita a Alex, haciendo que el chico gritara alarmado. –Mocoso, -siseó peligrosamente, finalmente capturando la atención del niño. –¿Qué crees que estás haciendo?
Alex enfrentó la peligrosa mirada carmesí de su padre. –Estoy haciendo lo que necesito, -dijo con frialdad, mientras sus emociones cambiaban de forma errática. –Ese pedazo de mi alma ya está establecido como un sacrificio. Necesito completar el ritual. -Le enseñó los dientes con un gruñido casi animal. –No puedes detenerme.
Voldemort sintió su ira crecer ante el desafío.
–Tonto, -susurró, apretando los dientes en señal de frustración. –¿No ves? El cuerpo del hombre lobo es tu Horrocrux ahora. No puedes acabar con él.
Los ojos de Alex centellearon color dorado por un segundo, mientras murmuraba algo en voz baja. Podía oír al hombre lobo incitándolo a confesar todo a su padre. Decirle sobre el dolor, el insoportable dolor...
Voldemort frunció el ceño, captando la palabra "Lunático" en la conversación mental del muchacho.
Después de lo que pareció una eternidad, Alex suspiró y volvió a enfrentar la consternada mirada de su padre. –No hay otra manera, -dijo, con gesto cansado. Sus ojos dorados estaban desenfocados, y bajó la mirada el suelo. –El hechizo no se deja engañar... Yo… puedo sentir que me llama, -susurró, sonando cuerdo desde el comienzo de la conversación. –Va a destruir el resto de mi alma como venganza si no completo el hechizo.
–No puedes estar seguro.
Alex sacudió la cabeza en señal de frustración. –Puedo sentirlo, -espetó. –Siempre me haz dicho que la magia también siente. Sé lo que pasará si me niego -Miró a su padre, suplicante. –Por favor, sólo por esta vez. Confía en mí.
Voldemort silbó con frustración. –No es una cuestión de confianza. Es tu alma la que está en peligro, -dijo enojado. –¿Sabes cuánto más débil te hará esto? Parte de tu magia se encuentra dentro de ese fragmento.
–Ya lo sé, -dijo con calma.
Apartándose de la mirada dolorida de su heredero, Voldemort arrojó la varita del muchacho a sus pies. –Haz lo que quieras, -le espetó, alejándose de él. –Voy a asegurar la base, así que asegúrate de desaparecer en cuanto lo mates. No deberías estar en batalla si tu magia no está estable.
Alex asintió en silencio.
Los ojos rojos de su padre lo miraron fijamente. –No creas que no estas en problemas, mocoso, -le dijo el hombre peligrosamente. –Discutiremos esto más adelante, una vez que ya no estés en peligro.
El chico miró hacia abajo. –Lo entiendo.
Mientras observaba a su padre alejarse, Alex escuchaba la voz de su tío, tranquilizándolo. Tieso, volvió su atención al cuerpo del hombre lobo. Sin embargo, a diferencia de antes, alzó la varita y la dejó caer con un movimiento duro, silbante, antes de terminar con un golpe. –Avada Kedavra, -concluyó, con los ojos oscilando entre dorado y rojo mientras observaba la cara de su adorado tío sin sentir nada.
Podía sentir el fragmento de alma atrapado en el cuerpo de su tío marchitarse, encogiéndose hasta ya no ser nada. Al mismo tiempo, la esencia de su tío, que había estado envuelta alrededor de su alma fracturada, actuando como un amortiguador, comenzó a iluminarse – brillaba con una luz plateada, pálida.
Alex vio confundido como partículas plateadas comenzaban a salir de su piel, flotando hasta combinarse sobre el cadáver del hombre lobo. Esto no debió haber sucedido, pensó vagamente. La maldición era un arte oscura, una que tomaba algo de su conjurador - ojo por ojo. Su fragmento de alma se había ido, pero... ¿qué...?
Mientras observaba, los ojos de Alex comenzaron a perder su brillo carmesí, poco a poco regresando a su color dorado original. Sintió una punzada en su pecho, de repente lleno de arrepentimiento, culpa, dolor. Jadeando, cayó de rodillas demasiado confundido como para hacer otra cosa mas que mirar a las partículas de plata brillante. Se suponía que la maldición debía quitarle sus emociones. Había sacrificado un pedazo de su alma para obtener ese resultado... no entendía por qué no estaba funcionando.
Las lágrimas corrían por su rostro mientras miraba a las partículas de plata que se unían y brillaban más y más cada segundo que pasaba. Alex sintió un tirón en su corazón; era como si… lo llamara. No sabía lo que quería, pero mentalmente aceptó el llamado. Se sentía… sucio. Lo menos que podía hacer era aceptar la suave melodía que lo tranquilizaba…
Puesto que sus ojos estaban cerrados, Alex no vio el destello cegador de luz.