Disclaimer: Shaman King y sus personajes le pertenecen a Hiroyuki Takei (lo digo mientras limpio el pedestal en que lo tengo), yo sólo he tomado a sus chicos para esta historia.

Advertencias: Parejas de todo tipo: Heterosexual, Shonen Ai, quizás algo de Shoujo Ai.


Subidón

Por Selesme Cari

Capítulo 1

"El Baile"

Amaras a quien no te ama por no haber amado a quien te amó.

La pista estaba llena de parejas que gustosas -y alguna que otra enamorada-danzaban abrazados. La banda de música tocaba alguna melodía romántica, el ambiente se sentía cálido, sin duda alguna se trataba de una noche mágica. La noche de graduación, la última noche que estarían en esa escuela. Seguramente después no se volverían a ver.

Sentado en un rincón del salón, sosteniendo un vaso de refresco y con la mirada al suelo, se encontraba: Manta Oyamada. El pequeño joven lucía bastante elegante, saco blanco y pantalón negro, corbata del mismo color que el pantalón y con el cabello peinado hacia atrás.

A pesar de lo "mágico" de la noche, Manta no estaba muy entusiasmado. Al principio se había dicho a sí mismo que no iría, pero su mejor amigo terminó convenciéndolo de ir:

"Será muy divertido" le había dicho con una gran sonrisa, Manta dudó pero finalmente accedió.

Y si terminó accediendo fue porque, después de todo, sería la última noche que estaría con sus amigos, tal vez no volverían a estar todos juntos en mucho tiempo… tal vez no volvería a verla a ella… la causante de su tristeza en esta noche y en todas las noches anteriores y seguramente por venir.

El pequeño cabezón se encontraba completamente sumergido en sus pensamientos, tanto que no se dio cuenta de la presencia de alguien más. Una joven de larga cabellera azul, le miró preocupada y sin dudarlo se sentó a su lado.

-¿Qué pasa? ¿Estás aburrido? –la voz de la joven lo sacó de sus pensamientos.

-No, no es eso –respondió sin muchas ganas.

-¿Entonces? ¡Ah, ya sé! Tus tontos amigos te dejaron aquí solito… ¡Iré a buscarlos! –la jovencita se puso de pie.

-No, Pilika. No es necesario –le dijo Manta, también poniéndose de pie.

-Como quieras -se encogió de hombros- ¡Pero al menos mi hermano me las pagará!

La joven de origen ainu y cuyo nombre era Pilika Usui volvió a sentarse. Así que Manta, la imitó y también se sentó.

-¡De veras! ¿Dónde se habrá metido Horo Horo? Hace unos momentos estaba aquí conmigo–Manta se llevó una mano a la barbilla.

-De seguro fue a buscar algo para tragar.

-Es lo más probable –Manta rió bajito.

Pilika sonrió, al menos había conseguido levantarle el ánimo.

-No puedo creer que Yoh te dejará solo –la joven de cabello celeste cruzó los brazos con aire reprochante.

Manta no dijo nada, sólo dio un trago a su refresco.

Pilika clavó su mirada en la pista: Yoh Asakura -el mejor amigo de Manta Oyamada-bailaba con una muy sonrojada Tamao Tamamura, y su sonrojo era tan grande que su rostro se camuflajeaba fácilmente con su cabello color rosa.

-Tamao está en su nube –soltó la chica sin pensar.

Manta sin proponérselo, apretó el vaso, rompiéndolo.

-¡Lo siento! –la joven se avergonzó.

Manta sonrió con gentileza:

-Soy yo quien ha roto el vaso.

-Manta, para nadie es un secreto lo que sientes por Tamao.

-¡¿De qué hablas?!

-Has tratado de ocultarlo, pero me temo que es un secreto a voces.

Manta la miró incrédulo.

-Me sorprende que Yoh esté bailando tan contento con ella, sabiendo que su mejor amigo la quiere.

-Yoh jamás me haría daño.

-Entonces, ¿por qué él…?

Pilika no terminó de hablar, ya que la canción que sonaba anteriormente, había terminado. Por lo tanto, Yoh y Tamao regresaron a su lugar.

-Hola Pilika, ¿divirtiéndote? –Yoh le habló con una gran sonrisa.

-No más que tú –la ainu frunció el ceño.

-¿Manta que haces aquí sentado? ¡Saca a bailar a alguien!-Yoh le dio unas palmaditas en la espalda.

La música había vuelto a sonar, una nueva canción se dejó escuchar.

-Esa canción me encanta…-murmuró Tamao con aire soñador.

Yoh, Manta y Pilika la miraron. La penosa Tamao, se sonrojó. ¡¿Lo había dicho en voz alta?!

Pero, los tres jóvenes no lo notaron, estaban prestando atención a la canción.

Una sonrisa se dibujó en el rostro de Yoh, mientras su mirada se dirigía a Manta, éste tragó saliva… ¡Conocía esa mirada de Yoh! ¡Algo tramaba!

-¿Ya ves, Manta? ¡Baila con Tamao! –Yoh le guiñó un ojo.

-¡¿Qué?! -Manta se puso muy rojo.

-¿Dejarás que se pierda su canción favorita? –Yoh fingió mirarlo con reproche.

-N-no… claro que no… ¿bailas? –Muy nervioso, le extendió la mano a Tamao.

-Con mucho gusto –sonrió gentilmente ella.

Los dos chicos se fueron. Yoh y Pilika no se movieron, hubo un largo silencio, que sólo fue roto por la exclusiva risita de Yoh.

-No te entiendo –soltó Pilika.

-Es una linda melodía –dijo volviendo a reír.

-¡Yoh! –el menor de los gemelos Asakura la había exasperado.

El semblante Yoh se tornó serio, muy serio.

-Oye… ¿A dónde fueron Anna y Ren? –le preguntó sin hacer a un lado su repentina seriedad.

-¿Eh? –la ainu parpadeó.

-Hace unos momentos estaban en la pista y ahora han desaparecido.

-Supongo que Anna fue al tocador…

-¿No estará con Ren, afuera?

Pilika lo miró intrigada, no era normal que Yoh se mostrará tan serio.

La ainu buscó con la mirada al popular entre las chicas, Ren Tao. ¡Y lo encontró! Ren estaba parado frente a la mesa de bocadillos, discutiendo con Horo Horo -el hermano mayor de la joven-: Al parecer el ainu le había arrebatado al chino uno de los bocadillos.

-No. No está con ella –le dijo Pilika sin dejar de ver a los dos chicos discutir.

-¿Cómo sabes?

Pilika no le respondió. Siguió con la mirada a su hermano y a Ren, quienes habían dejado de discutir y se alejaban rumbo a otra parte de la escuela.

-Porque se acaba de ir con mi hermano rumbo a la alberca.

-¡¿Van a nadar en pleno baile de graduación?!

-¡Claro que no! Supongo que buscan un lugar más tranquilo, sin tanto ruido, para poder platicar.

-¡Ah! Ya entiendo… ¿Y tú, Pilika?

-¿Yo qué?

-¿Qué hacías con Manta?

-¿Eh? Pues yo estaba descansando y lo vi aquí solo y pues…

-Es verdad. Esta noche te la has pasado girando y girando ¡Pareces trompo! Todos los chicos de la escuela te han invitado a bailar-el joven soltó otra risilla.

-No todos. Con él que yo quiero bailar, aún no me invita.

El rostro de la jovencita se entristeció. Yoh la miró con asombró y algo de compasión.

-Pilika… no sabía que tú… ¡Con gusto te sacaré a bailar!

Pilika le dio un golpe en la cabeza, haciéndole un chichón.

-¡No me refería a ti!

-Ayyy… era una broma –se quejó, sobándose la cabeza.

Un apuesto joven rubio se les acercó.

-Pilika, prometiste que bailarías conmigo esta noche –el chico rubio le dedicó la mejor de sus sonrisas.

-Ya que –la joven se encogió de hombros.

Aún sobandose, Yoh sonrió mientras veía a la chica y a su nueva pareja de baile caminar hacia la pista.

-Esa niña si que tiene pegue –rió divertido una vez más.

Esa noche Pilika se había esmerado en su aspecto personal. Ya era de por sí, una de las chicas más bellas de aquella generación y esta noche se había propuesto a sí misma lucir mejor que nunca.

Llevaba puesto un hermoso vestido largo, color blanco. De tirantes y con un atrevido escote en "V". Su largo cabello azul, no estaba lacio como de costumbre, tenía unos graciosos rizos.

Nuevamente la música había cesado. Otra canción estaba por empezar a sonar. Yoh se puso de pie.

-Debo buscar a Anna –dijo metiendo las manos en sus bolsillos.


Sin duda alguna, un buen lugar para enterarse de los chismes es el baño.

Y éste en ese momento estaba bastante lleno: Unas retocando su maquillaje, otras esperando su turno de usar alguno de los inodoros, mientras que algunas otras platicaban mientras esperaban a alguna amiga.

-¿Viste con quien llegó Anna Kyouyama? –preguntó una chica recargada en la pared, en su voz hubo indignación.

-¿Qué si lo vi? ¡Claro que lo vi y toda la escuela también lo vio! –le respondió su amiga, mientras se lavaba las manos.

-¡Es el colmo! Todo el año estuvo pegada a él como un chicle, impidiéndonos cualquier acercamiento…Y ahora, hoy que es la última noche ¡También hace lo mismo! ¡Siempre lo acapara! –expresó una tercera chica, cerrando con brusquedad su bolso de mano.

-Eso a mí no me importa. Con Anna o sin Anna… esta noche le declararé mi amor –dijo una cuarta, mientras remarcaba sus labios con un labial rojo.

-¿Y cómo harás eso? ¡Parece su perro guardián! –ahora habló la joven que había iniciado la platica.

-Lo sacaré a bailar y en plena pista se lo diré –respondió ahora utilizando su labial para dibujar un corazón en el espejo del baño.

-¡Que envidia! ¡Quisiera tener el valor para decírselo! Pero, sólo pensar en que me rechace… -dijo la joven del bolso, ahora apretándolo.

-No es culpa nuestra. Esa niña Kyouyama nunca dio oportunidad de que lo tratáramos, si no fuera por ella… tendríamos más esperanzas –la chica que se había lavado las manos, ahora se la secaba con un pañuelo.

-Nada de eso importa, ya. Hoy es nuestra última oportunidad y yo la voy a aprovechar –la joven del labial, ahora escribía un nombre dentro del corazón que había dibujado.

-¡Ojalá tengas suerte!

-¡Sí, dale su merecido a esa pesada de Anna!

-¡Qué vea que él no es suyo!

-Gracias, sabré hacerlo bien –dijo sonriendo desafiante, al mismo tiempo que echaba el labial en su bolso.

Las cuatro chicas salieron del baño, aún cuchicheando.

Dentro, sólo quedaron dos jóvenes, paradas frente al espejo. No habían dicho ningún comentario, pero sí habían escuchado todo.

La más alta y de largo cabello lacio color azul, fijó su vista en el corazón dibujado en el espejo.

-"Ren Tao" -leyó viendo el nombre escrito en el corazón.

Su amiga batallaba con el rímel que se le había escurrido.

-¿Crees que entre él y Anna realmente haya algo? –apartó la mirada del corazón.

Su amiga no respondió, seguía entretenida con el rímel escurrido.

-Es decir… ¿Crees que sí anden?

Volvió a ser ignorada.

-¡Matty, si no lo conquistaste en los tres años que estudiamos aquí, no lo harás en una noche! –soltó su amiga al estar harta de ser ignorada.

-Asssh…en la noche de graduación, todo puede pasar –guardó el rímel.

-Yo lo dudo. Ya estás como esas ñoñas que creen que al decirle a Ren Tao que mueren por él, les hará caso. ¡Como si fuera a dejar a Anna! –sonrió sacando su propio lápiz labial.

-¿Tú crees que sí andan? –le preguntó, polveándose la nariz.

-¡Eso te pregunté yo a ti! –la miró con fastidio.

-¿A que hora? –Matty se ponía algo de sombra.

-Hace unos momentos…

-No te escuché.

-¡Olvídalo! Estás más interesada en pintarrajearte.

-Ah. Entonces, ¿crees que anden? –ahora se echaba un poco más de perfume.

-Francamente…no me importa –dijo mientras escribía otro nombre en el mismo corazón donde estaba escrito el de Ren.

-¿Y por qué lo preguntaste hace rato?

-¡¿No qué no me habías escuchado?! –estaba perdiendo la paciencia.

-Sí te escuché, es sólo que… lo siento, ¡Estoy muy nerviosa! –cerró su estuche de maquillaje.

-Olvídalo –comenzó a limpiar el espejo.

-¿Y… cómo me veo? –dijo mirándola al fin.

-Demasiado decente para ser tú.

-¡KANNA! –se indignó.

-Tonta. Es mi forma de decir… muy linda.

-En ese caso, gracias. –Matty sonrió.

-Pues, a buscarlo ¿no?

-S-sí… -se empezaba a poner nerviosa.

Ambas amigas salieron del sanitario.

El baño ya estaba completamente vacío… o casi vacío. La puerta de uno de los cubículos se abrió y de ahí salió…

¡ANNA KYOUYAMA!

Tenía la mirada perdida y el entrecejo fruncido… obviamente había escuchado todo lo anterior.

Comenzó a lavarse las manos. Al terminar, miró fijamente el espejo, donde antes había estado dibujado el corazón. Tomó una toalla sanitaria y se secó las manos. Después, salió de ahí.

Había dado tan sólo unos cuantos pasos, cuando sintió que tanto la música como las luces la estaban mareando. Apoyándose de la pared, logró llegar hasta una silla.

Al sentarse, clavó la mirada al piso. Su corazón estaba latiendo muy rápido, la piel se le había erizado y su respiración parecía querer detenerse. "Tranquila, Anna" se dijo a sí misma, mentalmente.

-¡Annita!

Alzó la mirada al reconocer aquella voz, sobre todo sabiendo quien era la única persona que le decía así:

Y en efecto, era quien ella creía. De pie, ahí junto a ella y con una gran sonrisa estaba: Yoh Asakura.

-¡Te he estado buscando por todas partes! –el joven se sentó junto a ella.

-¿Qué quieres? –le preguntó, sorprendiéndose de que su respiración volvía a la normalidad.

-Bailar.

-¿Y para eso me buscabas?

-Sí.

-Eso a mí que me importa. ¡Ve a bailar y ya!

Yoh sonrió aun más:

-Contigo.

Anna abrió enormemente la boca.

-¿Sí? –Yoh le sonrió con timidez.

Anna se puso de pie. Al hacerlo, se tambaleó un poco. Yoh se levantó a auxiliarla, muy preocupado.

-¡Annita! ¿Estás bien?

-Sí, lo estoy –la joven se apartó de él sin mucho esfuerzo.

Yoh la miró preocupado.

-No pongas esa cara. Sólo debo sentarme –la rubia se sentó.

-Te ves pálida… más de lo normal ¿estás enferma? –el muchacho volvió a sentarse.

-No. Ya te dije que estoy bien.

-¿Segura?

-No quiero escuchar más preguntas -se puso de pie-. ¿Has visto a Ren?

Yoh frunció el ceño.

-Yo tampoco quiero oír preguntas –soltó enojado.

-¿Qué? No seas idiota… Bien, lo buscaré yo misma –Anna se dio la media vuelta.

-¡No! ¡Anna espera! –Yoh la tomó suavemente del brazo.

-¿Y ahora qué?

-Yo quería decirte algo…

-Ya me lo dijiste… que quieres bailar conmigo, ¿no?

-No… bueno, sí… pero, aparte… es otra cosa…

-Pues dime.

-Yo…

El corazón de Yoh latía muy rápido. ¿Cómo decírselo? Tenerla ahí, frente a él. Con ese hermoso vestido negro y fino envolviendo sus formas femeninas, aquella rubia cabellera recogida con tan sólo unos mechones sueltos. Sus labios ligeramente teñidos de rojo, haciendo contraste con la palidez de su rostro… quisiera sentir esos labios en los míos pensó Yoh suspirando.

-Te quiero Anna.

Anna lo miró asombrada.

La canción que estaba sonando en ese momento iba muy de acuerdo con los sentimientos de Yoh. Una canción que seguramente escucharía para siempre, aunque nadie la estuviese tocando. Una canción que estaría en su memoria eternamente, acompañando el recuerdo de Anna.

-Yo a ti no.

La música se detuvo. De pronto, Yoh ya no escuchaba sonido alguno que no fuera la voz de Anna diciéndole que no lo quería, una y otra vez…

Sin decir nada más, la joven rubia se dio la media vuelta y se alejó de ahí.

Yoh estaba tan perdido que no se dio cuenta de que, la canción había dejado de sonar, y que si la voz de Anna resonaba una y otra vez en su cabeza, era porque lo estaban transmitiendo en una pantalla gigante…. ¡Repitiendo una y otra vez la parte en que Anna lo había rechazado!


Del otro lado de la pista, mirando fijamente la pantalla… se encontraba: Hao Asakura, quien se llevó una mano a la frente en señal de desaprobación por lo ocurrido con su gemelo.

-Yoh, Yoh, Yoh… -susurró negando con la cabeza.

Sentada a su lado, se encontraba una bella joven de largo cabello rubio y ojos color verde.

-¿Por qué lo han transmitido? -también miraba la pantalla-. Es humillante…

-Los organizadores del baile lo avisaron, habría gente grabando… ya sabes, para los que quieran el video de recuerdo… -el mayor de los Asakura se encogió de hombros-. Yoh es un descuidado, lo bueno es que ya no verá más a sus compañeros y por lo tanto se ahorrará la vergüenza.

-No creo que a él le importe mucho la vergüenza… ¡Le han roto el corazón!

-Como sea, fue una situación muy humillante. Pero Yoh es fuerte y eso no lo va a derrumbar. Algo tenía que sacar de mí, ¿no? No por nada es mi hermano.

La pantalla se apagó, hubo un abucheó. Los ahora ex alumnos de esa escuela, querían seguir viendo el espectáculo. Pero, como Anna ya se había ido y sólo quedaba Yoh, sin saber que hacer… pues, ya no era tan interesante como para transmitirlo.

-Hao, ¿y tú que harás?

Ante la pregunta de la joven, Hao se encogió de hombros y cerró los ojos:

-Seguir el ejemplo de mi gemelo.

La joven abrió enormemente los ojos.

-¿Le dirás que te gusta?

-Obviamente –le respondió con mucha seguridad.

La joven de ojos verdes sólo bajó la mirada con tristeza.

-¿La ves por algún lado? –Hao no notó el cambio en su amiga.

Su amiga no respondió. Seguía con la mirada en el piso.

-¡Marion! ¡Te estoy hablando!

Marion levantó la mirada.

-¿En que piensas? -la miró con sospecha- ¿Algún amor secreto?

La joven se sonrojó profundamente.

Hao sonrió, triunfante.

-Es eso, ¿verdad? ¡Eres mala, chica! ¿Por qué no me habías dicho nada? ¡Se supone que soy tu mejor amigo!

Hao cruzó los brazos y movió la cabeza en señal de desaprobación.

Marion no dijo nada, sólo estiró el brazo señalando hacía la pista.

-¿Eh? –Hao se mostró confundido.

-Ella… está bailando ahí.

En efecto. Una hermosa chica de ojos marrones y cabello plateado bailaba alegremente entre un grupo de amigos y amigas.

-Es hermosa… -suspiró Hao.

-Y tonta… -murmuró Marion con rabia.

-¿Dijiste algo? –Hao no alcanzó a escucharla.

-¡Que tienes que acercarte! Ve a la pista y baila con ella.

-Pero… ¿cómo? –el apuesto joven parecía algo nervioso.

-Ay Hao… ¡Hasta pareces nuevo en estas cosas! –rió divertida-. De veras que esa niña te ha afectado bastante…

Hao se puso muy rojo.

-Ven, bailemos cerca de Jeanne y sus amigos…-la rubia lo tomó del brazo-. Así harás contacto visual y la sacarás a bailar…

-¿Y qué harás tú? No pienso dejarte sola en la pista.

-Me quitaré antes de que la saques a bailar, claro. Así tendrás excusa, dirás algo como que te dejaron solo en medio baile.

-¿Y a dónde iras?

-No lo sé. A cualquier lado, quizás con Kanna y Matty… ¡Ese es mi rollo! ¿De acuerdo?

-De acuerdo.

-¡Pues a bailar!

-Gracias, Marion –Hao le acarició suavemente el rostro.

El contacto con el joven la hizo estremecer. Nerviosa, se apartó de él y caminó rumbo a la pista, el chico de cabello castaño se limitó a seguirla en silencio.

Una nueva canción había empezado a sonar. Las parejas bailaban tan tranquilamente, parecía que ya habían olvidado el incidente de Yoh.

Hao tomó a su rubia amiga de la cintura, ella colocó sus brazos alrededor del cuello de él.

Se movían con suavidad, al ritmo de la música. Marion se sentía en las nubes. En ese momento no importaba nada más, no existía nadie más: sólo ella y su amado "amigo" de larga cabellera castaña.

Acomodó su cabeza en el hombro de Hao, dejándose llevar por el momento. Cerró los ojos y se dedicó a escuchar la canción, mientras sonreía para sus adentros por estar bailando en brazos del moreno.

Parecía ser ella quien cantaba… O más bien, su corazón, el cuál por cierto no dejaba de latir rápidamente; ¡Era tan extraño que Hao no lo notará!

Recordó tantas cosas. Cómo lo conoció, la primera vez que hablaron, las noches que estudiaron juntos para los exámenes, la forma en que Hao le había ayudado a superar todas las decepciones que le habían ocasionado varios de sus ex novios, los paseos, los momentos felices, los divertidos, los desagradables, una que otra discusión, los momentos de tranquilidad…

Recordó la vez que Hao le confesó estar enamorándose de aquella chica situada a un costado de ellos en la pista. Recordó como poco a poco se fue dando cuenta de que se había enamorado de él, sin siquiera proponérselo. Recordó el temor que la invadió cuando al fin aceptó sus sentimientos y el dolor que le causó el sentirse no correspondida, tomado la decisión de ocultar su amor, para no perder la valiosa amistad de Hao, que era lo único que él podía ofrecerle…

Instintivamente se aferró con más fuerza al cuerpo de su amigo, él no parecía darse cuenta.

Marion se detuvo, debía salirse de la pista antes de que acabe la música. Lentamente se apartó de él y le sonrió. Hao sólo la miró fijamente.

-Buena suerte –le dijo guiñándole un ojo.

Hao sólo sonrió.

Sin decir nada más, se dio la media vuelta y salió de la pista.

Hao respiró hondo y caminó hacia la joven de cabellera plateada.

Desde el otro extremo, fuera de la pista, Marion lo observaba fijamente.

-¿Bailas conmigo? –dijo Hao con mucha seguridad y hasta algo de autoridad.

La joven de cabello color plata lo miró dudosa, luego sonrió:

-Encantada.

Aunque lo ocultó muy bien y su semblante seguía frío, Hao se emocionó por la respuesta de la chica.

La pareja comenzó a bailar.

Marion sonrió con tristeza:

-Felicidades, Hao.

Éste la pudo ver a lo lejos y le hizo una señal de triunfo con la mano. La joven le devolvió el gesto sonriendo. Aunque su sonrisa era sincera, no podía evitar sentirse triste; Temió reflejarlo en su rostro y que él lo notara. Así que le hizo una seña con las manos de "te veo después", su amigo volvió a sonreírle en señal de "De acuerdo, nos vemos al rato".

Seguidamente, la joven se dio la media vuelta y se perdió entre la multitud de alumnos que aún no se animaban a entrar a la pista.


En el agua de la alberca se podía ver la luna reflejada. Aunque había algo de fresco, a él no le importaba. Sólo podía pensar en lo cerca que estaba de aquel joven de ojos dorados.

No se atrevía a mirarlo, porque si el sólo hecho de tenerlo sentado junto a él lo hacía sentir emocionado, agitado, aturdido y muchas otras cosas más, no quería ni pensar en como se sentiría al verse reflejado en aquella majestuosa mirada.

Sin proponérselo, o siquiera darse cuenta se había enamorado de él. Y aunque sus sentimientos al principio le causaban tanto miedo, al grado de negarlos, finalmente terminó por enfrentarlos y aceptarlos.

Había podido ocultarlo muy bien. Había sabido fingir una sana y cálida amistad -aunque a veces sólo se la pasaban peleando-, pero ya no podía más. El silencio lo carcomía, su propio silencio, su cobardía. Debía decírselo, fuese o no correspondido…

Debía hacerle saber sobre sus sentimientos. Y a la vez, conocer lo que el otro sentía.

Bebió un poco de la botella de champaña que se habían robado de la mesa de los bocadillos.

-Deja un poco…- la voz de su adorado tormento lo hizo casi atragantarse.

Apartó la botella de su boca y con un movimiento nada elegante, se secó los restos de la bebida que escurrían por sus labios.

-Tranquilo, hay suficiente para los dos. No soy como tú, no me lo gastaré todo. Yo sí se compartir, Ren.

El dueño de los ojos dorados lo miró fríamente, luego extendió la mano pidiendo la botella.

Sin vacilar, se la dio. El joven de china bebió un poco, con mucha elegancia.

-Aquí se está más tranquilo –dijo al dejar de beber.

-Es verdad –le sonrió su acompañante.

-Y bien, ¿Qué harás ahora que terminamos la preparatoria, Horo?

-¿Ah? Pues…

¿Qué que haría? ¿Además de pensar en aquellos ojos dorados que lo miraban con curiosidad? Ni él estaba muy seguro, había presentado un examen de admisión en una importante universidad, hoy apenas habían salido los resultados. Con alegría descubrió que había sido admitido. Y después de gritar un rato: "¡Estoy dentro, estoy dentro!" le dio la noticia a su hermana menor, Pilika.

Estaba muy contento con la profesión que había elegido, pero… seguramente al chino le parecería una carrera tonta…

Respiró hondo y en espera de una burla lo dijo:

-Estudiaré una licenciatura en gastronomía.

El joven chino lo miró asombrado.

-Dilo si quieres… crees que es una carrera tonta –Horo se encogió de hombros.

-No iba a decir eso, es sólo que… pensé que estudiarías botánica o algo así.

-Dudé entre ambas, pero…

-Te encanta comer –sonrió Ren, divertido.

Horo se puso muy rojo.

-Bueno, no precisamente por eso… ¿Y tú que harás?

Ren bebió otro trago más. Luego le respondió con simpleza.

-Viajaré a Europa.

Horo Horo palideció. ¡¿Qué viajaría a Europa?! ¡¿Se iría a otro continente?! ¡¿Se alejaría así de repente de él?!

-¿A Europa? –trató de que Ren no notara su desconcierto.

-Sí. Ahí estudiaré.

Nunca habían hablado de lo que harían después de terminar la prepa, por eso no sabía que se separarían así, tan bruscamente. ¡Rayos! Debía hacer algo, y pronto. Pero… ¿Qué? ¿Qué podía hacer él?

-¿No me vas a preguntar que voy a estudiar? –Ren parecía no notar su turbación.

-¿Ah? Este… ¿qué vas a estudiar?

-mmm… -bebió un trago más- Diseño de modas.

-¿Eh? ¿Eso se estudia? ¿Y tan lejos?

Ren sonrió de un modo extraño. Le extendió la botella, Horo la tomó y dio un trago ¡Bien que le hacía falta!

-Es probable que no los vea en mucho tiempo –Ren tenía la mirada fija hacia el frente.

-Pero… Ren… ¿Estás seguro de que te quieres ir?

-No pienso quedarme toda la vida aquí. Me gusta viajar ¿Sabes?

Horo bajó la mirada, parecía que Ren no cambiaría de opinión.

-También te extrañaré –el chino lo miró con… ¿ternura?

-Yo… -no podía ocultar lo perturbado que estaba-. No quiero que te…

-Existe el teléfono, el correo electrónico y tradicional, además de muchas otras formas de seguir en contacto.

-Pero… no será lo mismo.

-No te pongas sentimental, Hoto-Hoto -semi sonrió-. Si así te has puesto tú, no quiero ni imaginar en como reaccionaran los demás.

-¿Los demás?

-Sí, a nadie más le he dicho. No me gustan las despedidas.

El de cabello color azul lo miró fijamente, mientras le daba otro trago a la botella de champaña. Tao miró al cielo.

-La luna es hermosa… -exclamó de pronto.

Horo también miró a la luna. Debía hacerlo ahora, Ren Tao debía conocer sus sentimientos… ¡No podía dejarlo ir sin decirle de su amor!

Dio otro trago más. Tomó aire y se puso de pie. Ren lo miró extrañado.

-Hay algo que quiero decirte… no sé como lo vayas a tomar… de hecho yo lo tomé muy mal cuando me di cuenta… pero… eso ya lo superé, he asimilado bien las cosas, ahora estoy más tranquilo… -apretó los puños-. ¡No! Estoy mintiendo… no estoy tranquilo… porque no sé como vayas a reaccionar y estoy peor ahora que se que te vas…

A pesar de estar fuera de el edifico de la escuela -la alberca quedaba en el exterior-, se lograba escuchar la música.

Usui guardó silencio unos segundos… ¿Estaba seguro de decírselo? No, claro que no lo estaba. Pero sentía que debía hacerlo… porque luego, cuando Ren ya no estuviese se arrepentiría de no haberlo hecho.

Se atrevió a mirarlo, quería ver la expresión de su rostro… algo en su semblante que le indicara si debía continuar o no.

El joven chino lo miraba con atención. No parecía distraído, ni fastidiado.

Horo tragó saliva y apartó sus ojos de Ren. Optó por mirar nuevamente a la luna.

-Yo… tú… me he dado cuenta de que yo… no creo estar confundido, así que no me vayas a salir con que es sólo una confusión… aunque tal vez lo sea… ¡No! ¿Qué estoy diciendo? ¡Claro que no es una confusión! No puede ser una confusión, porque ahora que sé que te vas… todo se me está derrumbando…

-Tranquilo. Respira hondo y dime… ¡Que no te estoy entendiendo nada! –el chino ya se había impacientado.

-Es que Ren… tú… yo… ¡assshhhh! –sacudió la cabeza con rudeza.

Ren parpadeó y semi sonrió, mientras sus ojos se iluminaban de un modo extraño.

-Sólo dime.

Horo lo miró asustado… ¿Acaso él ya lo sabía? Porque esa impresión le dio.

-Ren... ¿Tú lo sabes? –se atrevió a preguntarle.

Nuevamente aquel brillo en la mirada del chico Tao.

-¿Saber qué? –alzó una ceja con elegancia.

Horo se atrevió a mirarlo a los ojos. Aquellos hermosos ojos dorados brillaban de un modo extraño. Sí, podría jurarlo… el chico ya lo sabía. Entonces, ¿Por qué no le había dicho nada? ¡Un reclamo o algo! ¿Por qué fingía no darse cuenta? Y entonces… ¿Aún tenía caso que le dijera?

-Estoy esperando… ¿Me dirás?

Horo Horo respiró hondo. Miró directamente a aquellos ojos dorados… pudo verse claramente reflejado en ellos. Tenía que decírselo… antes de que no vuelva a ver aquella doradez de su mirada.

-Sí. Yo estoy enamo…

¡Un fuerte salpicón de agua los empapó!

-¡¿Qué rayos fue eso?! –dijeron los dos sobresaltados.

En el fondo de la alberca, con una pesa amarrada en el pie estaba…

-¡YOH!

Los dos corrieron en ayuda de su amigo, muy alarmados. Con mucho esfuerzo lograron sacarlo del agua.

Horo le quitó la pesa del tobillo. Ren comenzó a sacarle el agua.

-Nada… no responde –dijo Ren tratando de escuchar el corazón del casi ahogado Yoh.

-¡No digas eso! –Horo estaba muy asustado.

-Parece no tener pulso…

-¡Haz algo! –gritó alarmado.

Ren tomó aire y… ¡Besó a Yoh!

-¡¿Qué estás haciendo?! –Horo lo apartó bruscamente del gemelo menor.

-¡Dándole respiración de boca a boca! ¿Qué no ves?

-¿Ah? ¿Era eso? –se avergonzó.

-Cof, Cof, Cof… -Yoh comenzó a despertar.

-¡Yoh! –Horo se alegró.

Yoh sacó un poco de agua.

-¡¿Estás loco?! –el de nacionalidad china golpeó a Yoh.

-¡Ren, no! ¡Si no se murió ahogado, seguro lo matas tú! –gritó el ainu tratando de detenerlo.

-¡¿Por qué rayos hiciste eso?! –Ren estaba MUY molesto.

Yoh no respondió, tenía la mirada perdida.

-No me digas que reprobaste el examen de admisión a la facultad de medicina –suspiró Horo.

-¡Eres un completo idiota! ¡Ese no es motivo para suicidarse! ¡Puedes intentarlo el año siguiente o si no el siguiente, y si tampoco lo pasas pues el siguiente y si sigues sin pasar…pues, mejor búscate un empleo!

A Horo le salió una gota ante lo dicho por Ren… ¿Qué clase de consuelo era ese? Mejor le hubiese dicho: "Mira, Yoh el año que viene seguro sí pasas el examen…"

Yoh los miró. Y de repente, dos hileritas de lágrimas salieron de sus ojos, corriendo por sus mejillas.

-Es que… ¡Annita me rechazó!

Horo y Ren se fueron de espaldas.

-No puede ser… primero repruebas tu examen de admisión y luego el amor de tu vida te dice que no… con razón te quisiste suicidar –Horo se levantó del piso.

-¡No reprobé el examen! –Yoh se mostró algo ofendido.

-Ahhh, yo pensé –Horo se encogió de hombros, luego reaccionó-. ¡¿Cómo le hiciste para pasar?! ¡Es uno de los exámenes más difíciles! ¡Además había muchos aspirantes y muy buenos estudiantes, todo lo contrario a ti!

-¿Qué no soy buen estudiante? -Yoh sonrió-. No me subestimes.

-Manta te ayudó a estudiar, ¿verdad? –inquirió su amigo de cabellera azul.

-S-Sí… ¡Fueron varios días desde que solicité la ficha! ¡Ni dormía bien! –Nuevamente las hileritas en los ojos de Yoh.

-¡Te comprendo! ¡Así me pasó a mí! –Horo lo abrazó, también con hileritas en los ojos.

Ren le dio un par de golpes a cada uno.

-¡Eso no importa ahora!

Horo e Yoh se empezaron a sobar.

-¿Cómo está eso de que Anna te rechazó?

De los ojos de Yoh volvieron a escurrirse dos hileritas de lágrimas.

-Le acabo de confesar mi amor y ella me dijo que no me quiere… ¡Buah, Buah, Buah! –lloró sonoramente.

-¿Ella dijo eso? –Ren lo miró incrédulo.

-Sí… eso dijo-Yoh no paraba de llorar.

-Cálmate, Yoh. Tampoco es para tanto –Horo se cruzó de brazos.

-¡Pero ella es toda mi vida! ¡Y me rechazó! ¡Y lo peor es que sólo tengo su lástima! ¡La hubieran oído… en su voz se escuchaba lástima a pesar de haberse comportado tan fría! exclamó con voz dolida- ¡SU LÁSTIMA, SÓLO ESO TENGO! –alzó la voz.

-Y ahora también tienes la nuestra –el joven Tao también se cruzó de brazos.

Yoh estaba bastante mal. Su impecable traje verde, había quedado completamente empapado. Su cabello estaba todo revuelto. ¡Todo él era un completo desastre!

-Ven, te acompañaré a secarte…- se ofreció Horo- y de paso me seco yo, ya que me salpicaste con tu "clavado suicida".

-Está bien –dijo Yoh tratando de calmar su llanto.

-¿Y de dónde sacaste esa pesa? –Horo miró la enorme pesa que antes estaba amarrada al pie de Yoh.

-Del gimnasio.

-Me sorprende que un flacucho como tú haya podido cargarla –Horo se rascó la cabeza.

Ambos chicos caminaron rumbo a los vestidores del gimnasio. De pronto, Horo notó el repentino silencio de Ren. Lo buscó con la vista y lo encontró muy pensativo, con la mirada perdida.

-¿No vienes, Ren? –se atrevió a interrumpir sus pensamientos.

-No. Tengo algo que hacer –le respondió dándose la media vuelta.

-De acuerdo –Horo suspiró resignado.

Ren caminó en sentido contrarió, regresando al baile.

Horo lo miró irse. No pudo confesarle sus sentimientos. Aunque, lo más probable es que el chico Tao ya lo sabía. Estaba enterado de su amor.


-¡No puede ser! Lo hemos buscado por todas partes y ni rastro de él –se quejó Matty.

-Relájate, ya aparecerá –le sugirió Kanna.

-¡Es que justo cuando me he decidido a revelarle mis sentimientos se desaparece! ¡Dime si no es frustrante!

-Hmm, pues debe serlo. ¡Oh! Mira ahí viene Ren Tao, preguntémosle si lo ha visto.

Ambas chicas caminaron hacía el joven chino.

-¡Hey, Ren Tao! ¿Has visto a Horo Horo?

Ante la pregunta de Kanna, Ren las miró extrañado.

-¡Responde! ¿Sabes dónde está? –insistió Matty.

-Con Yoh, éste no se siente bien y Horo Horo lo acompaña –les dijo con simpleza.

-¡Ayyy no! De seguro es por lo que pasó con tu novia -soltó Matty decepcionada- ¡Ahora me será imposible hablar con Horo Horo!

Ren quiso soltar un "¡¿Mi novia?!" pero prefirió -por primera y única vez- pasar por alto esa ya monótona forma de referirse a Anna con respecto a él.

Prefirió en cambio hacer uso de su sarcasmo.

-Es una lástima. ¡Ya no podrán hablar de aquello tan importante que le querías decir!

Después de aquel comentario, metió las manos en los bolsillos y se alejó de ellas.

-Es un hígado –exclamó Matty mientras lo veían alejarse.

Kanna no dijo nada. Tenía la vista aún fija en el camino que había seguido el joven chino.

-¿Kanna? –le llamó Matty.

La muchacha no respondió.

-¡Kanna! –le gritó.

-¿Eh?

-¿Qué te pasa?

-Nada. Este… mejor busquemos a tu Horo. ¡Yo me encargaré de Yoh!

-¡Gracias, Kanna!

Ambas chicas caminaron hacia de donde había venido el chico Tao.


-Te traje un refresco, Tamao –sonrió Manta.

-Gracias –dijo la jovencita alejando sus pensamientos.

Manta se sentó a su lado.

-¿Te sucede algo? –el cabezón la miró preocupado.

-No. Es sólo que…

-Es por Yoh, ¿Verdad? –el semblante de Manta se tornó serio.

-Sí… -Tamao bajó la cabeza.

-¿Por lo que transmitieron en la pantalla?

La joven asintió en silencio.

-No te preocupes. Yoh es fuerte y superará el rechazo de Anna. Sólo necesita tiempo.

-Pero… ¿No deberíamos estar con él?

-Necesita estar solo. Tú lo viste, quisimos acercarnos y nos evadió.

Tamao lo miraba con atención. Aunque Manta trataba de tranquilizarla, no podía ocultar la preocupación que sentía por su mejor amigo.

El rostro del cabezón se mostró triste al decir:

-Aún así, me preocupa. ¡Nunca lo había visto en ese estado!

-Y con lo que me dijo… -señaló Tamao.

-¿Ah? ¿Te refieres a lo de…?

-Sí. A cuando me dijo: "Tamao, el destino es cruel. Amaras a quien no te ama por no haber amado a quien te amo".

-No sé de donde sacó eso Yoh. Estaba muy raro.

-Seguramente lo dijo porque sabe que yo lo quiero y como él no me corresponde… ¿estará pensando que si la señorita Anna Kyouyama no lo quiere es por castigo a no quererme?

-No creo que así sea, estate tranquila.

-Pero, en ese caso… ¿A quién no he querido yo, para estar enamorada y no ser correspondida?

Manta bajó la cabeza con tristeza y algo sonrojado.

-¿Sabes, Manta? Yo estoy comprometida.

-¡¿Tú qué?!-alzó la cabeza con brusquedad.

-Sí. Esta mañana se me fue informado. Mis padres acordaron casarme con el hijo de unos amigos y socios suyos. Así nuestras familias estarán unidas…

-¡Es una locura! ¿Cómo es posible que en estos tiempos aun existan los matrimonios arreglados?

-Y lo peor es que ni siquiera conozco a quien será mi esposo…

-¿Y no puedes negarte?

-No. Como hija única y heredera de mis padres, es mi deber acatar sus órdenes… esa siempre ha sido mi obligación.

-¡Pero aquí hay mucho de por medio! ¡Tus sentimientos!

-Manta, no puedo hacer nada… siempre he sido sumisa y lo sabes bien. Además aunque mi corazón ya pertenezca a alguien más… no soy correspondida… ¡Es mejor que cumpla con el deseo de mis padres!

Manta la miró incrédulo.

-¿Entonces, es sólo porque Yoh no te corresponde que te estás negando la oportunidad de ser feliz con alguien a quien en verdad quieras y te quiera? ¿Crees que ya no podrás enamorarte de alguien que no sea Yoh?

-Tal vez… me encariñe de mi prometido.

-¡No, Tamao! ¡Sólo estás escapando! ¡Te duele tanto el desamor de Yoh que has decidido huir cobardemente!

-¡Manta, por favor! ¡Nunca lo entenderías!

-Sólo entiendo que… me has decepcionado -el cabezón apretó los puños, bajando la mirada-. Siempre he admirado aquella fortaleza y coraje que aunque no lo aparentas, tienes. Y ahora me sales con esto…

-Es que yo… entiéndeme, por favor –también miró al piso.

-Lo lamento. No puedo entender nada.

-Cuando cumpla los veinte años, me casaré con aquel que mis padres han dispuesto.

-Si esa es tu decisión… ¿Qué puedo hacer yo?

-Apoyarme. Manta, eres mi único amigo. A nadie más le tengo tanta confianza –lo miró fijamente.

-¿Te refieres a que a todos les hablas de "Joven" o "Señorita" sin importar que tenemos la misma edad y estudiamos juntos, mientras que a mí me dices "Manta" a secas? –Manta seguía sin querer mirarla.

Tamao sonrió con dulzura:

-No. Me refiero a que eres una personita muy especial para mí.

-Pero no tanto como Yoh… -murmuró.

-¿Hum?

-No, nada. Olvídalo. ¿Y cuándo conocerás a tu prometido?

-No lo sé. Tengo miedo de que sea hasta el día de la boda.

-¿Sabes, Tamao? Yo tengo el presentimiento de que él tampoco está enterado de su compromiso.


-¿Ya estás mejor, Yoh?

-Eso creo… -el de cabello castaño tenía la mirada perdida.

-Y yo eso espero. ¡Vaya que nos diste un buen susto! ¡Nunca había visto a Ren reaccionar así! ¡Estaba muy alterado y asustado!

-Lo lamento –rió avergonzado.

-Ah, ya olvídalo. Lo bueno es que no pasó a mayores.

-Horo Horo… yo interrumpí algo, ¿Verdad?

Horo se puso muy rojo.

-¿Le ibas a decir lo que sientes por él?

-Ah… sí, eso iba a hacer.

Yoh abrió enormemente los ojos.

-¡Pero no pongas esa cara!

-Pero, me habías dicho que nunca se lo dirías. Y por más que estuve insistiéndote, te mostraste terco en que no. ¿Y ahora me sales con esto?

-Bueno, es que cambié de opinión… ¡Además él ya lo sabe!

-¿Y cómo? ¿Si le alcanzaste a decir?

-No. Justo cuando iba a decirle, tú nos salpicaste.

-Ah, sí –volvió a reír con vergüenza.

-Sólo es una sospecha que tengo. Tal vez estoy equivocado… pero sentí que él sabía lo que le iba a decir.

-¿Y parecía disgustado o asqueado?

-No. Más bien, parecía ansioso.

-¿Ansioso?

-Aunque eso no significa que me corresponda.

-¿Y por qué no?

-No lo sé. Tiene muchas admiradoras y a lo mejor él ya tiene a alguien más en su mente.

-¿En serio tú crees eso?

-Tal vez. ¿Recuerdas nuestras sospechas? Él y Anna pasan juntos mucho tiempo y ahora ella te rechazó…

El rostro de Yoh se ensombreció.

-No me recuerdes eso.

-¡Perdón!

-Pero eso no significa que entre él y la señorita Kyouyama haya algo –rió tratando de darle animo, cambiando completamente su semblante ensombrecido.

-¿Ahora es "la señorita Kyouyama"?

-Estoy dolido.

-De acuerdo, como tú digas –dijo siguiéndole la corriente.

-Horo Horo, tal vez a Ren le guste alguien más.

-No lo sé.

Se quedaron en silencio durante un par de segundos, ambos con semblante pensativo.

Tras un largo suspiro, Horo decidió romper aquel silencio. Había algo que debía preguntar.

-Yoh, ¿Por qué él y Hao terminaron?

-¿Cómo quieres que yo sepa?

-Pues, Hao es tu hermano… tu gemelo. ¿No te dijo nada?

-Hao jamás me cuenta sus cosas. Ya sabes como es.

-Pero… ¿Algo que hayas notado? ¿Algo que se le haya escapado?

-mmm, no lo creo. Parecían muy contentos, el uno para el otro. Hao estaba muy entusiasmado, aunque lo disimulaba. Y de pronto… todo acabó.

-Ya veo.

-Y ahora, Hao es novio de Marion.

-¡Él no es novio de Marion!

-¡Como si lo fueran! ¡Siempre están juntitos! –exclamó risueño.

-¿Así cómo Ren y Anna?

Yoh dejó de sonreír y volvió a ensombrecerse.

-Ah… ¡upps! –se apenó Horo.

Kanna y Matty por fin los encontraron.

-¿Qué onda, chicos? ¿Qué hacen por aquí? –la más alta de ellas trató de sonar muy natural.

-¡Ah! ¡Kanna, Matty! ¿Disfrutando la fiesta? –les sonrió Yoh.

-¿Y a ti qué te pasó? –Kanna notó que el menor de los Asakura seguía algo mojado a pesar de tener una toalla.

-Es una larga historia –contestó sin dejar de sonreír.

-Yoh resbaló y cayó a la alberca –les explicó o mejor dicho mintió, Horo.

-Ah… ¿Resbaló?-Kanna lo miró incrédula.

-Soy un poco torpe –y soltó una risilla para sí mismo.

-Bueno, eso ya no importa. Horo Horo, Matty tiene algo que decirte.

-¡Kanna! –Matty se puso muy roja.

-¿Ah si? ¿Y qué es? –Horo parpadeó.

-Este… yo… -la joven estaba muy nerviosa.

-Vayan a otra parte. Yoh y yo no tenemos porque escuchar su plática.

-¿Y por qué no? –Yoh la miró confundido.

-¡Porque no es de nuestra incumbencia! –le dio un cocotazo al Asakura.

-¡Auch! Está bien… - aceptó mientras se sobaba el golpe.

Horo y Matty caminaron rumbo al pasillo de los casilleros.


La joven no podía ocultar sus nervios. Horo Horo estaba intrigado, ¿Qué sería eso que tenía que decirle?

Matty no podía hablar, temía que al hacerlo su voz sonara como un graznido. Sólo se quitó uno de los guantes y lo apretó con fuerza. Fue entonces que Horo notó su nerviosismo.

-¿Qué ocurre? –le preguntó el ainu ya preocupado.

Matty no respondió. Miraba al piso tratando de juntar valor.

El joven se dedicó entonces a verla. La joven llevaba un vestido verde, de tirantes, largo con una abertura que dejaba al descubierto demasiada piel de su pierna derecha. Y lo entallado del vestido le daba un toque sensual. "Tiene lindo cuerpo" pensó Horo mientras posaba su mirada en el escote de la chica, descendiendo lentamente por la cintura hasta llegar a la abertura. Sacudió la cabeza con rudeza, seguramente el alcohol bebido con Ren comenzaba a hacerle efecto. ¿O por qué otra razón se sentiría tan acalorado de repente?

-Entonces, ¿qué me ibas a decir? –preguntó nuevamente, apartando cualquier pensamiento atrevido de su mente.

-Es que… no sé si sea buena idea decírtelo.

-¿Por qué no? Matty, es cierto que no somos grandes amigos; pero nos llevamos bien ¿O no? ¡Puedes decirme lo que sea! ¡Con toda confianza!

-Me da pena.

-¿Pena? Que yo sepa no eres penosa.

-¡Pero en esto sí! –dijo alzando la voz, mientras lo miraba directamente a los ojos.

Horo Horo miró entonces su rostro. Vaya que era muy linda. Sus pestañas, la nariz tan perfilada, lástima que traía algo de exceso en el maquillaje. "La prefiero al natural" pensó, para sí mismo otra vez. Sus ojos se posaron en los labios de Matty cubiertos por el lápiz labial, tan delgados y antojables… ¡Un momento! ¡¿Y eso de dónde salió?! ¿Era él quien había pensado eso? De veras que esa botella de champaña le había afectado. Él no es de beber mucho, sólo bebe en compañía de Ren y no tan a menudo. Pero esa noche era especial y querían brindar… ¡Maldito Ren, ahora por su culpa estaba ebrio! ¿O tal vez no? ¿Por qué el alcohol se le había subido tan rápido? ¿O es qué nunca había notado lo que sexy que es Matty? "¡Ay no! Otra vez lo volví a hacer." Se recriminó mentalmente. "Deja de pensar en cosas sucias" se pidió a sí mismo.

-¿Entonces qué? ¿Me dirás o no? –soltó, desesperado por lo confuso de sus pensamientos.

-Te lo diré. Pero no sé que pase después… -dijo mientras se volvía a colocar el guante quitado.

-En ese caso, soy todo oídos –Horo la miró serenamente.

Al iniciar aquella nueva canción, las chicas en la pista de baile comenzaron a gritar de emoción.

Matty sintió deseos de gritar, también. Pero no tanto por la canción, sino por lo que estaba a punto de hacer.

-Horo Horo, tú me gustas mucho.

Horo alzó una ceja.

-Y no hablo de cualquier gusto… me refiero a ese tipo de atracción que te quita el sueño.

Aquel sentimiento que te hace sentir mariposas en el estomago. A eso que llaman… ¿Amor? Sí, es eso. Yo estoy enamorada de ti, Horo Horo.

El joven abrió enormemente los ojos y la boca.

Matty tragó saliva, lo había hecho. Se lo había dicho… ¿Y ahora qué pasaría?

Ambos chicos estuvieron mirándose en completo silencio, Horo aún no cerraba la boca. Matty se sentía bastante nerviosa.

-¿No vas a decir nada? –la voz de la chica lo sacó del trance ocasionado por la sorpresa.

-Eh… sí…

¿Qué podía decirle? Jamás se imaginó que Matty sintiera algo así por él. Es cierto que se llevaban muy bien, pero… nunca se le había cruzado la idea de que la chica estuviese enamorada de él. Al menos que… ¡Sí, eso tenía que ser!

-¡Que bromista eres, no tienes remedio! –dijo con una gran sonrisa y dándole una palmada en la espalda.

Matty se fue de espaldas ante lo dicho -y hecho- por el joven.

En la pista la gran mayoría de las chicas coreaba la canción. Marion estaba sentada en un rincón, aún con un aire de tristeza en su mirada.

A pesar de estar tan sumida en sus pensamientos, pudo escuchar claramente la conversación que una pareja tenía a su lado derecho.

-Y entonces, ¿Qué has pensado? –preguntó el chico rubio.

-¿Sobre qué? –la joven que estaba junto a él lo miró con curiosidad.

A Marion le pareció conocida aquella voz. Sí, ya la había escuchado antes: Pilika Usui, la hermana menor de Horo Horo.

-Ya sabes… vente a vivir conmigo. ¡Se mi esposa!

Pilika abrió enormemente los ojos.

-¿Tu esposa? Pero si apenas hoy supe tu nombre…

-Yo en cambio sé todo sobre ti. Desde el primer momento en que te vi… supe que eras mi destino.

-¿Ah sí? ¿Tu destino? Eh… lo dudo mucho.

-Por favor, cásate conmigo. Haz terminado la preparatoria… ¿Qué más esperas?

Pilika frunció el ceño. ¿Qué que más esperaba? ¡Pues muchas cosas! El terminar la preparatoria era apenas el inicio… ¿Qué le hacía pensar a este tipo que dejaría todo sus planes sólo para irse con él? ¡Que gran tonto!

Marion se sintió incomoda. No debía estar escuchando aquella conversación. ¿Pero a dónde más iría? Kanna y Matty estaban desaparecidas, Hao seguía bailando con Jeanne. La rubia de ojos verdes no se llevaba con nadie más.

-Estoy esperando tu respuesta –insistió el rubio con una sonrisa deslumbrante.

-De ninguna manera. Yo tengo otros intereses que van más allá de convertirme en la esposa de algún inútil.

-¡¿Inútil?! ¡¿Pero cómo te atreves?! ¡Yo soy Abner Augusto IV! ¡Uno de los herederos más ricos del mundo!

-¿Herencia? ¿Herencia de presunción? No gracias, yo paso –sonrió con sencillez.

Marion estaba asombrada. Ella sabía quien era aquel chico. Y aunque no era de su agrado, sabía que Kanna había mostrado interés económico en él. No era que su amiga estuviese enamorada de él ni nada por el estilo. Es sólo que la enorme fortuna de aquel chico era bastante atractiva, claro que el chico también era apuesto y cualquier niña tonta -como les decía Kanna- era capaz de hacer lo que estuviese a su alcance para satisfacerlo y lograr así un futuro económicamente estable. Marion también sabía que los Usui no contaban con una muy buena estabilidad económica, a decir verdad tenían bastantes dificultades económicas. Pilika tenía una beca, por lo cual debía mantener un excelente promedio. Y la jovencita bien que había sabido conservar ese promedio… incluso hasta llegar a la exageración -en palabras de Matty-. Y la prueba estuvo en que Pilika había sido adelantada un año. Era esa la razón por la cual la menor de los Usui también se estaba graduando esa noche.

-Te vas a arrepentir, Pilika. Yo pude haber solucionado tus problemas financieros.

-Lástima, no me interesa.

El joven se levantó. Sin decirle nada más, se alejó de ella, llevándose su enorme ego pisoteado.

Pilika rió bajito.

-Eres admirable –exclamó Marion.

-¿Eh?

Pilika observó a la joven. Trató de hacer memoria, la había visto antes…Pero, ¿dónde? ¡Ah! De pronto lo recordó. La había visto una o dos veces en compañía de su hermano, de Ren y de aquella chica llamada Matty. Agudizó más la memoria y supo con certeza de quien se trataba: Marion Phauna, la mejor amiga de Hao Asakura.

-Gracias. Pero, ¿por qué dices eso?

-Creí que eras una más del montón. Ya sabes, de esas niñas tontas y bonitas que piensan que su destino es casarse y tener hijos.

Pilika frunció el ceño.

-¿Esa impresión doy?

-Sí. Pareces algo tonta. Dudaba de que tu inteligencia fuese genuina y que si te avanzaron de grado fue por otras razones muy… distintas.

-¡¿Qué?! ¡Yo jamás! ¡Eso sería tan sucio! ¡Yo no soy así!

-Ahora ya lo vi. No eres como las demás.

-¡Claro que no!

-Me agradas –le sonrió.

Pilika se sintió muy incomoda. Era raro ver a aquella chica sonreír. Incluso en compañía de Hao, eran pocas las veces que se le veía sonreír.

Además, "esa chica Phauna sí que es bonita" pensó algo embelesada. Aquel vestido azul celeste -que curiosamente era del mismo color que el cabello de la joven ainu-, le quedaba perfectamente. Era largo, pegado; de tirantes y con corsé. La cintura de la rubia lucía aún más ceñida que de costumbre y eso que de por sí era diminuta. De pronto recordó una conversación con Tamao: "Estoy muy contenta con lo que tengo, es decir me agrada mi cuerpo pero… ¡Como me encantaría que mi cintura fuese como la de Marion Phauna!" se ruborizó al recordarse a sí misma hacer ese comentario.

Sin decir nada más, Marion se puso de pie y se retiró. Pilika la vio partir, tenía el rostro sonrojado y se sentía de un modo extraño.

La canción había finalizado. Anna estaba en un rincón. Después del alboroto por lo ocurrido con Yoh, lo que menos quería era seguir siendo el centro de atención. Así que en la primera oportunidad que tuvo, se había ido a refugiar en aquel sitio.

Fue ahí donde Ren la encontró.

-Anna.

Anna lo miró sin ninguna expresión en su rostro. Ren se acercó más a ella.

-¿Rechazaste a Yoh? –le soltó sin rodeos.

Anna sólo alzó una ceja. ¡Vaya! ¡Todos vieron eso! ¡La pantalla gigante sí que había servido al objetivo por la que fue puesta!

-¿Por qué…? –Ren suavizó el tono de voz.

Anna no respondió. Tenía la mirada perdida.

-Tú me dijiste… que te estabas enamorando…

-Y tú supusiste que de Yoh –la rubia por fin habló.

-Y tú no me negaste eso. ¡No me salgas ahora con que no era Yoh!

Anna cruzó los brazos.

-Sí salgo con eso. No era Yoh.

-¿Eh?

-Me estoy enamorando… o más bien ya lo estoy… pero no de Yoh.

-¿Y entonces? ¡No me digas que de su hermano!

-Tampoco. ¿Para qué quieres saberlo?

-Somos amigos. ¿Desde cuándo nos ocultamos cosas?

-Lo mismo te pregunto.

-¿Cómo?

-Los últimos meses estuviste saliendo con Matilda Matisse, Marion Phauna y Horokeu Usui.

-¿Y eso qué? ¡Tú lo sabías!

-Salían porque…

-Tú sabes lo que Horo Horo siente por mí.

-Y también sé, al igual que tú… que Matty está muy interesada en él. ¿O no?

-Sí… ¿Y eso qué? ¡No sé a donde quieres llegar!

-Buen triangulo amoroso… ¿O debería decir cuadrado?

-¿Qué?

-Matty quiere a Horo Horo, Horo Horo te quiere a ti y tú quieres a…

-Ya sé a donde quieres llegar.

-Te advertí que no jugarás con fuego.

-Pero, ¿y todo eso qué? No te lo oculté… tú sabías perfectamente bien lo que hacía y porque lo hacía.

-Yo sabía sobre la chica Phauna… pero Ren, ¿desde cuándo comenzaste a ver a Horo Horo de otro modo?

Ren tragó saliva. La rubia había dado en el clavo.


-¿Piensas qué es una broma? –Matty logró sobreponerse de su primera impresión.

-Sí. ¿Qué no lo es?

-¡Claro que no! ¡Estoy hablando en serio! –la joven estaba muy molesta.

-¡No te creo! ¡Apuesto a que entre tú y Kanna han ideado esta jugarreta para burlarse de mí! –dijo divertido, pues creía que era una broma.

-¡No lo es! -gritó Matty- ¡Eres un tonto!

Matty golpeó al pobre Horo Horo, tumbándolo en el piso.

Yoh y Kanna parecieron, atraídos por el escándalo de la chica.

-¡¿Qué pasa?! –preguntó Kanna alarmada.

-¿Horo Horo estás bien? –Yoh lo ayudó a levantarse.

-¡El muy torpe cree que es una broma! –Matty se quejó con Kanna.

-¿Y no lo es? –preguntó Horo aun aturdido por el golpe.

-¡Claro que no! ¡Kanna dile!

-No es broma. Matty está muy enamorada de ti.

-¡Wow! ¡Quien lo hubiese pensado! –Yoh estaba muy asombrado.

Horo Horo parpadeó muy rápido:

-Discúlpame… es que… nunca me imaginé que tú… no parecía…

-¡Vaya que eres bruto! –exclamó Kanna.

-¿Por qué otra razón teníamos aquellas citas dobles? –soltó Matty

-¿Citas dobles? –ni Horo, ni Yoh entendían nada.

-¡Sí! ¡Las salidas entre Marion, Ren, tú y yo!

-¿Esas salidas? Pero… ¿qué no eran salidas entre Ren y yo? -de repente se sonrojó ante lo dicho- ¡Quiero decir que yo siempre creí que nosotros nos las encontramos por casualidad!

-¡¿Qué?! -Matty abrió enormemente los ojos- ¡Pero si Ren y tú arreglaban la cita! ¡Ustedes nos decían donde encontrarnos!

-¿Qué? Eso no es cierto… ¡Al menos yo no sabía nada!

-¡Pero Ren sí! ¡Kanna, explica!

Kanna suspiró resignada, era hora de decir toda la verdad.

-Resulta que… Ren y yo hicimos un trato.

-¿Un trato? ¿Cuál trato? –Matty se mostró confundida

-Sí… las citas… aquellos encuentros

-Tú me dijiste que Horo Horo y Ren se ponían de acuerdo en donde vernos, luego te decían a ti y tú nos decías a nosotras.

-Fue mentira. Verás… el trato era que Ren te llevaría a Horo Horo si yo me aseguraba de que Marion estuviese presente.

Horo Horo sintió que en ese momento el mundo dejaba de girar, Yoh lo miró con preocupación.

-¿Por qué haría eso Ren? –preguntó el ainu con voz ronca.

-Porque a él le gusta Marion; él ayudaba a Matty contigo y yo lo ayudaba a él con Marion. Ése fue el intercambio.

El corazón del chico Usui se hizo pedazos. ¡Ren lo había utilizado! Aquellas salidas... ¡Realmente no estaba interesado en salir con él! Si aceptaba sus invitaciones o si él mismo lo invitaba, era por otro motivo. Esos encuentros "casuales" con las dos chicas fueron una farsa… Ren lo había usado. Se había aprovechado de sus sentimientos, porque ahora ya estaba seguro: Ren sabía que estaba enamorado de él.

-Horo Horo… -lo llamó Yoh.

-¡¿Cómo pudiste, Kanna?! –Matty se mostró muy dolida.

-Lo hice por ti…

-¿Y Marion lo sabe?

-No… ella sólo iba porque te daba mucha pena estar con Horo Horo a solas… eso tú misma le dijiste ¿o no?

-Sí… ¡Pero, era porque yo no sabía del plan tuyo y de Ren Tao!

-Matty… yo sólo quería ayudarte…

-¡No! ¡Ahora me siento tan tonta! ¡¿Cómo fuiste capaz?!

La joven Matisse se echó a correr, con lágrimas en los ojos.

-Matty… -Kanna se mostró afligida.

Yoh sólo frunció el ceño. Horo Horo apretó los puños, tratando de evitar que alguna lágrima se le escapara.


Ya era muy noche. Marion se encontraba en la entrada de la escuela, Hao estaba a punto de retirarse del baile. Llevaría a Jeanne a casa.

-Nos vemos luego, Marion.

-Que te vaya bien.

Hao suspiró mientras veía a Jeanne despedirse de sus amigas.

-Esta noche fue fantástica. Pero es sólo el comienzo –sonrió.

-Conduce con cuidado, es época de accidentes –le pidió Marion con su semblante inexpresivo de siempre.

-¡No me desees tanta suerte!

Hao le dio un beso en la mejilla:

-Después te hablo para contarte como me fue.

-Esperaré ansiosa –murmuró la rubia, con sarcasmo.

Hao no lo notó. Y si acaso lo hizo, prefirió hacerse el desentendido.

Jeanne se acercó, había terminado de despedirse de sus amigas. Saludó a Marion con cortesía y ésta no tuvo más remedio que contestar al saludo. Después de un: "¿Nos vamos, Hao?" La pareja se despidió de Marion. Hao abrió la puerta del coche a Jeanne y la joven subió con delicadeza. Hao agitó la mano en señal de despedida a Marion, ésta sólo hizo un movimiento con la cabeza. El coche arrancó y el carro se fue.

Marion, aún sin expresión alguna…se sintió desvanecer. ¿Cuánto tiempo más podría ocultar aquel amor?

-¡Marion! –era la voz de Matty

Marion se giró hacía la recién llegada. Y no pudo evitar abrir los ojos con asombro y preocupación: los ojos de su amiga estaban llenos de lágrimas, con todo el rímel escurrido bajo los parpados.


Ren se había separado de Anna. Se sentía demasiado vulnerable al haber sido descubierto por su rubia amiga. ¡Increíble! ¿Anna lo sabía? ¿Y cómo? Si él apenas hace unos días lo había descubierto… vaya que esa señorita lo conocía muy bien.

A él siempre le había gustado Marion Phauna, Kanna lo descubrió y llegaron a una tregua. Él ayudaría a Matilda Matisse con Horo Horo, a cambio Kanna le ayudaría con Marion.

Y el plan se puso en marcha, y todo parecía marchar bien. Hasta que, sin darse cuenta… comenzó a disfrutar demasiado de la compañía del Usui. Tanto, que en una u otra ocasión lo había invitado a salir, con o sin Matty y Marion presentes.

Sin darse cuenta, el ainu lo había conquistado. Sin darse cuenta dejó de verlo como un amigo. Sin darse cuenta el chico le había empezado a gustar demasiado, sin darse cuenta… se había enamorado de él.

A pesar de aquel descubrimiento, decidió callarlo. Ni siquiera a Anna se lo había confiado. Era algo tan privado, para él era estrictamente necesario mantenerlo en secreto. No tanto por el hecho de que ambos fuesen hombres, después de todo ya había tenido una relación con Hao Asakura. Era más bien, por el hecho de que fuese de Horokeu Usui de quien se había enamorado, ¿Qué tenía eso de raro? Tal vez era cuestión de orgullo… Fuese lo que fuese, sólo Ren lo sabía.

Se encontraba en la alberca, con la mirada fija en el agua de ésta. De repente su corazón comenzó a latir muy rápido al recordar que apenas hace poco, Horo le iba a confesar sus sentimientos, ¿Por que eso iba a hacer, verdad? ¿Y él que iba a responderle? Mentalmente había agradecido al cielo que Yoh les haya interrumpido, aunque también estaba ansioso de que el chico de cabellera color azul le dijera finalmente lo que sentía.

-Ren Tao.

Sus meditaciones fueron interrumpidas por una voz femenina. El Tao se giró hacía la dueña de la voz.

Era una joven bastante atractiva, de rizos castaños y ojos verdes. Sus labios estaban muy marcados de un tono rojo. Su vestido demasiado entallado y corto, "Muy corto…" pensó Ren mientras la examinaba de pies a cabeza. Se le hacía conocida… ¿Pero de dónde? ¡Ah sí! Era del grupo de teatro, él no pertenecía ahí pero Horo Horo y Hao sí.

Al principio el chino iba a las presentaciones por el mayor de los Asakura, cuando terminaron dejó de asistir, pero Horo había insistido en que lo fuese a ver actuar; Ren -después de hacerse del rogar- accedió a ir a verlo en escena, a pesar de que al pobre Usui nunca le tocó un estelar y siempre le daban los papeles secundarios o en su mayoría los extras.

-Soy Goretti Hanasanai.

-Sé quien eres.

La joven se sonrojó.

-¿Qué se te ofrece?

Ren estaba siendo demasiado amable… aunque la verdad, no tenía el menor interés en hablar con nadie.

-Yo… yo…

La seguridad que la joven había mostrado en el baño, frente a las otras tantas admiradoras de Ren, se había esfumado por completo.

-¿Qui… qui… quieres bailar?

Ren alzó una ceja, algo fastidiado.

-No tengo ganas –le soltó en seco.

La joven bien pudo haberse ido llorando o bastante frustrada. ¡Pero ella era Goretti Hanasanai, jamás haría una cosa así! ¡No se rendiría tan fácilmente! Además, con o sin baile debía alcanzar su objetivo.

-Entonces… charlemos un rato –se mostró más segura.

Ren se encogió de hombros. Que ella hable, él fingiría escucharla.

-¿Qué piensas estudiar ahora que terminamos la preparatoria? Porque vas a seguir estudiando ¿verdad?

-Diseño.

-¿Grafico? ¡Que interesante!

-No. De modas.

-¿Ah? ¡Todavía mejor! Entonces, te contrataré como mi diseñador de imagen… jojojo.

-"¿Y ésta qué acaso tiene complejo de Santa Claus?" -Pensó Ren al escucharla reír.

-Eh… ¿Y dónde vas a estudiar eso?

-Europa.

-¡¿Te irás de Japón?!

-Y del continente.

Ren estaba fastidiado. Ni siquiera su hermana o sus padres estaban enterados de aquella decisión, como para tener que estar diciéndole a esta "pitufa" lo que tenía planeado hacer. Bueno, de hecho no importaba ya a quien le decía y a quien no… A quien realmente necesitaba decirle ya lo sabía… y con eso se daba por bien servido.

-Entonces, tengo que hacerlo antes de que te vayas.

-Ajá –Ren no le estaba prestando atención.

-¿No me vas a preguntar que es lo que tengo que hacer?

-Ajá, sí.

-Ren…

-¿Hum?

-Me gustas mucho.

La muchacha se le había arrojado a los brazos. Ren ante el contacto se sorprendió bastante.

-O… oye… -el chino se había sonrojado.

La joven lo abrazó con más fuerza, haciendo al joven Tao enrojecer. Se sentía TAN incomodo.

-¡Ren Tao!

Una segunda voz femenina se escuchó. Ren conocía a la perfección aquella voz. Hace apenas algún tiempo, aquella voz lo hacía suspirar y más si por casualidad aquella voz era usada para pronunciar su nombre.

Goretti se separó de Ren y miró de un modo fulminante a Marion Phauna.

La rubia la ignoró, tenía la mirada clavada en Ren. Matty se encontraba detrás de ella.

Sin decir nada, la joven Phauna caminó hasta el chico Tao y…

¡PLAFFF!

Lo abofeteó.

Matty se llevó ambas manos a la boca, Goretti lanzó un gritito. Ren sólo atinó a llevarse la mano en la mejilla abofeteada.

-¡¿Pero qué te pasa?! ¡Maldita lunática! –gritó Goretti.

-Eso no es asunto tuyo. Déjanos solos –dijo Marion con voz firme.

Goretti estaba por lanzarse sobre ella, pero la voz de Ren la detuvo:

-Haz lo que ella dice. Después hablamos.

-¡Pero Ren!

-Después –el chico le lanzó una rápida mirada que la hizo sonrojar.

La joven de los rizos castaños se marchó. Dejando solos a una llorosa Matty, una enfadada Marion y un desconcertado Ren.

-¿Qué clase de personas son tú y Kanna? ¿Cómo pueden jugar así con sentimientos ajenos? ¡Lo que han hecho no tiene nombre!

Ren la observó… ¿De qué hablaba Marion? Miró a Matty y vio en la mirada de la pelirroja, dolor y rabia a la vez. Entonces comprendió todo: El trato entre él y Kanna había sido descubierto.

-Escucha… -Ren trató de buscar alguna explicación razonable que dar.

-¡No escucharé nada! ¡No comprendo como se atrevieron a algo así! ¡Y lo peor es que me siento cómplice!

-Tú no estabas enterada… -la trató de calmar el Tao.

-¡Eso no importa! ¡Directa o indirectamente también soy culpable!

-Nuestra intención no era lastimar a nadie.

-¡A mi me ilusionaron! –Matty había dejado el llanto y se unió al enfrentamiento.

-¡Babeabas por Horo, Kanna sólo quiso ayudar! –lanzó el chino

-¡Así como tú babeas por Marion! ¡¿No?! –en la voz de la chica había amargura.

Ren se sonrojó.

-Sí… lo admito –le lanzó una breve mirada a la rubia de ojos verdes.

-¡¿Y por eso me utilizaste?! –esa voz… Ren tragó saliva.

¡Oh cielos! ¿Horo Horo también se había enterado? Ren lo miró con desesperación, el ainu estaba ahí parado, con Yoh atrás de él. Por primera vez vio al menor de los Asakura con el ceño fruncido, mientras que Horo se notaba demasiado dolido.

Ren sintió la enorme necesidad de correr a abrazarlo y desaparecer junto con él.

El bullicio proveniente de la alberca había alertado a todos los presentes en el baile, ya no se escuchaba la música; nuevamente la pantalla gigante proyectaba un nuevo escándalo.

-¡Hermano!-exclamó Pilika con la vista en el plasma.

Tamao y Manta se acercaron a ella.

-¿Qué está pasando? –preguntó el cabezón.

-No lo sé… -Pilika reflejaba la preocupación en su rostro.

En el otro extremo se encontraba Anna. Tenía su semblante serio de siempre, los brazos cruzados y la mirada fija en la pantalla. Lanzó un suspiro: "Ay Ren…" Se dio la media vuelta y caminó rumbo al escenario del nuevo espectáculo.


-Horo Horo, escúchame… -el chico chino no sabía ni que decir.

Debía dar una explicación, ¿Pero que explicación podría darle? Todo era cierto, él había utilizado a Horo.

-No hay nada que explicar, Ren. Lo hecho, hecho está –Kanna hizo su aparición.

-¿Kanna cómo pudiste prestarte para algo así? –Marion la miró con reproche.

-Fue por Matty… todo lo hice por ella.

-¡Pero yo nunca te pedí que hicieras algo así! –Matty estaba muy alterada.

-¡No fue necesario que lo pidieras, yo quise hacerlo! –Kanna también hablaba muy alto.

-¡¿Por qué?! –gritó Matty.

-¡Por que yo…! –Kanna se detuvo.

¿Por qué ella qué? Kanna no sabía que es lo que iba a decir. De hecho, ni sabía porque lo había hecho. Matty era su amiga, al igual que Marion. Y a pesar de su carácter algo rudo, Kanna las quería mucho y haría cualquier cosa por ellas dos.

-¡¿Y tú no tienes nada que decir?! –Horo se dirigió a Ren.

-Horo Horo… -Yoh lo miró con preocupación.

-¡Baja la voz! ¡Todos nos están mirando! –Ren notó la presencia de varios curiosos alrededor de la escena.

-Y grabando… -a Yoh le salió una gota al ver a los encargados del "video recuerdo".

-¡Eso a mí no me importa! ¡¿Cómo pudiste Ren?! ¡Tú sabías lo que siento por ti! ¡Siempre lo has sabido! ¡Rayos, que tonto soy!

Los curiosos exclamaron un: "¡Oh!" llenos de sorpresa. Ren se puso muy rojo, no se sabe si por la ira o la pena.

-¡¿Quieres callarte?! ¡¿Toda la escuela debe enterarse de tus tonterías?!

-¡¿Tonterías?! ¡¿Lo que siento por ti es una tontería?!

-¡Pues claro que lo es! ¡Todo lo relacionado a ti es una tontería!

Y nuevamente un "¡Oh!". Horo Horo apretó los puños con rabia y dolor.

-Tal vez lo sea… es cierto soy un completo imbécil… un imbécil por haberme enamorado de alguien como tú.

Ren abrió enormemente los ojos, no esperaba que el ainu dijera eso.

-Esto es lo que me merezco… por amar a alguien que no vale nada. No vales nada Ren, para mí lo eras todo... pero en este momento, siento que ya no vales absolutamente nada.

Y otro: "¡Oh!". La quijada de Ren comenzaba a temblar.

-No quiero volver a verte… desde este momento, tú ya no existes para mí.

Dicho esto, el de cabello celeste se dio la media vuelta con intención de marcharse.

-¡Hasta que al fin lo entendiste! –Ren estaba dolido y sintió la necesidad de que el ainu estuviera igual.

Horo Horo se detuvo. Se giró para ver de frente al chino.

-Es cierto, siempre he sabido lo que sientes por mí. Y aunque esos sentimientos eran una molestia para mí… luego logré sacarles algo útil -Ren miró a Horo y luego a Kanna.- Fue que hicimos el trato.

Horo sonrió con amargura. Volvió a girarse en sentido contrario y se abrió camino entre los curiosos, éstos murmuraban a cada paso que el ainu daba entre ellos.

Del mismo camino por el que Horo se había marchado, alguien había llegado: Era Anna.

A paso firme caminó hacia Ren y sin decir nada… ¡le dio una bofetada!

Nuevamente un: "¡Oh!", por parte de los espectadores: tanto los que estaban ahí, como los que veían la escena desde la pista de baile a través de la pantalla gigante.

-¿Anna…? –Ren la miró muy confundido.

-Eres un completo imbécil –fue lo único que dijo la rubia.

-Debemos tranquilizarnos. Esto es algo que se debe hablar con calma y no a gritos –Yoh se puso en medio de los cinco chicos.

Los murmullos volvieron a escucharse: "¿No a él lo rechazó aquella chica?" "¿Cómo pretende solucionar problemas ajenos cuando él no ha podido con los suyos?" "¡Buen consejero sentimental va a ser!"

Yoh comenzó a ponerse rojo de vergüenza.

-BASTA -La voz de Anna se escuchó tan autoritaria como siempre- Esto no les incumbe a ninguno de ustedes, así que… ¡LARGO!

En cuestión de segundos todos los curiosos habían corrido rumbo a la pista de baile, incluyendo a los encargados de transmitir aquel escándalo por la pantalla.

Matty, Marion, Kanna, Ren, Anna e Yoh se miraron unos a otros en completo silencio.


Horo Horo estaba en la pista, tenía una botella de licor en la mano y bebía lentamente. La gran mayoría de los presentes -incluyendo a los recién llegados/correteados por Anna- lo miraban y murmuraban.

-¡Hermano! –Pilika se le acercó, bastante preocupada.

De tras de ella estaban Manta y Tamao.

-Nunca le importé… -la voz de Horo se escuchó ahogada-. Sólo… me usó…

-Hermano… -Pilika colocó una mano en el hombro del ainu.

Ni Tamao, ni Manta se atrevieron a decir algo.

Los murmullos comenzaron a aumentar cuando vieron cruzar a Kanna con paso veloz. De tras de ella iba Marion, al parecer la rubia de ojos verdes la estaba persiguiendo.

Yoh y Matty hicieron su aparición. Con una seña, Yoh indicó a Pilika, Tamao y Manta que debían dejar solos a Horo y Matty.

-Horo Horo… yo… lo siento mucho.

-¿Sentir qué? -Horo sonrió con tristeza-. No es tu culpa… de hecho, creo que no es culpa de nadie.

-Aún así… -Matty bajó la cabeza.

Horo la tomó de los hombros con dulzura.

-Tranquila –sonrió tiernamente.

Matty se sonrojó ante el contacto con el chico.


Anna tenía los brazos cruzados y el ceño fruncido. El semblante de Ren era inexpresivo.

-¿Y bien? –la rubia fue la primera en hablar.

-Eso quisiera saber yo… ¿Por qué apareces de repente y me golpeas llamándome imbécil?

-Por que eso eres. Tú quieres a ese chico, ¿o me equivoco? –Anna alzó una ceja.

Ren no habló, sólo movió la cabeza en señal de afirmación.

-¿Y entonces? ¡Ve y díselo!

Ren tragó saliva ¿Qué se lo dijera? ¿Después de todo lo que pasó? ¿Después de el alboroto ese? Además… Horo Horo había dicho que no quería volver a verlo. El corazón del chico chino se estremeció al recordar aquellas palabras salir de los labios del ainu.

-¡Ren!

Se sobresaltó ante el llamado de Anna.

-Hazlo –le dijo casi en una orden.

Ren sonrió algo temeroso. Se dio media vuelta y a paso veloz fue en busca de Horo Horo.

Anna lo miró alejarse y una leve sonrisa curvó sus labios.


Horo Horo y Matty reían abiertamente, las mejillas del ainu tenían un leve color carmín, producto del alcohol ingerido anteriormente.

A lo lejos, Pilika lo miraba muy angustiada.

-Nunca lo había visto tan tomado…

-Calma Pilika, él estará bien. Sólo necesita desahogarse –le dijo Yoh con su aire despreocupado de siempre.

-Yo creo que ha bebido demás –Manta cruzó los brazos.

-Yo opino lo mismo –Tamao también estaba preocupada.

Los tres lanzaron un suspiro resignado. Aunque quisieran, no sabían como ayudar a Horo Horo. Tal vez Yoh tenía razón y el joven sólo necesitaba desahogarse, bien dicen que el tiempo lo cura todo ¿No?

-Ren… -murmuró Yoh de pronto.

Sus tres acompañantes dirigieron la mirada hacia el mismo sitio que estaba mirando el menor de los Asakura.

En el otro lado de la pista, se encontraba Ren. Era fácil verlo, ya que aunque aún habían algunas parejas bailando; por lo tarde que ya era, el número de bailarines habían disminuido mucho.

Los ojos dorados de Ren estaban fijos en Matty y Horo Horo. Frunció el ceño al ver que Horo se acercaba peligrosamente a la joven, dejando muy poca distancia entre ambos.

Empuñó las manos y caminó a paso firme hacia la pareja que parecía muy divertida.

-Horo Horo tenemos que hablar.

Horo lo miró algo aturdido, tardó en reconocerlo… el alcohol sí que le había hecho efecto.

-¿Me escuchaste? Tengo algo que decirte.

Horo sonrió con ironía.

-No Ren… vete, yo no quiero –le dijo casi en un puchero.

-Pero yo sí. Ven conmigo –trató de sujetarlo del brazo.

-¡No me toques! –Horo se alejó de él violentamente.

Matty veía la escena con asombro, sin atreverse a meterse. Lo mismo ocurría con Yoh y compañía.

-Horo Horo… -Ren suavizó un poco el tono.

-Déjame. Te dije que tú ya no existías para mí.

-No digas estupideces.

-No son estupideces… quiero que me dejes en paz.

-¡Pero Horo Horo!

-Ya me escuchaste. Ahora… con tu permiso –Horo se puso de pie.

-Escúchame… tengo que decirte...

-¿Vienes Matty? –Horo ignoró a Ren y le extendió un brazo a la chica.

La joven algo sonrojada lo tomó y ambos se alejaron, dejando a Ren ahí solo.

CONTINUARÁ...


N/A: ¡Ufff! Me quedó bastante largo. Espero que haya sido de su agrado. La verdad es que a mí me gustó mucho, mucho. (Eh… pues obvio, yo lo escribí así que me tiene que gustar, jeje). Este capítulo fue como un prologo, los demás capítulos se van a situar unos 12 años después de la noche de graduación. Por lo tanto, creo que estarán algo lentos ya que se verá que ha ocurrido con cada uno de los personajes.

No se dejen llevar por el nombre, no es un songfic y como se habrán dado cuenta aquellas personas que habían leído este capítulo anteriormente, lo he editado: ¡Le quité las canciones! ¿Los motivos? Bueno, reglas de la página. ¡Y las reglas hay que respetarlas, aunque no nos parezcan!

.Próximo capítulo:

"Periodista y Mujer"

No sé cuanto me tarde en actualizarlo, todavía no actualizo mis demás fanfics y pienso dejar a este en lista de espera, al menos mientras inicio la otra ronda de actualizaciones de mis demás fanfics.

¡Metí demasiados enredos amorosos! Todavía no sé bien quien se va a quedar con quien. Porque además, en los siguientes capítulos van a aparecer más personajes (incluidos el lindo inglesito y el buen chocolatín). ¡Ah, a propósito! Como ya notaron habrá algo de shonen ai (aún no estoy muy segura si llegará al yaoi total o no) pero eso será a partir del tercer episodio. Si tienen algunas sugerencias de quien debería quedarse con quien, ¡Son bien recibidas, es en serio!

¡AH! El título del fanfic ("Subidón") lo tomé de una canción de Fey, dicha canción ya tiene algún tiempo... ¡Pero a pesar de eso me encanta y no me canso de escucharla! Es una canción preciosa (al menos para mí) y si tienen oportunidad de escucharla, escúchenla. Además creo que queda muy bien con la historia, en especial con los sentimientos de cada uno de los personajes.

Bueno, ya mejor le corto. Porque si de por sí este capítulo quedó largo, con las notas del autor me va a quedar aún más enorme.

Me despido, agradeciéndoles por leer mis fanfics. ¡Mil gracias! Sus comentarios me motivan a seguir escribiendo.

Hasta el próximo episodio… el cual por cierto, trataré de que ya no esté tan largo.