Hola a todos y todas, lamento haberme tardado con la actualización de este capítulo pero quería estar totalmente satisfecha con él, nosé en realidad si les agrade pero e disfrutado escribiéndolo mucho más que cualquier otro. Una razón por la que me he tardado en actualizar es porque he estado leyendo últimamente una novela de Ken Follett, Los pilares de la Tierra ("The Pillars of the Earth" es su título original) lo tengo ahora mismo en mis manos y no se imaginan lo maravilloso que es, si pasan por una librería les recomiendo comprarlo, les aseguro que no se van a arrepentir. Y por eso he estado ocupando todo mi tiempo libre en leer y dejé de escribir. Pero ya estoy de vuelta con este capitulo que es, en algo, distinto a todos los anteriores, organizado en tres tiempos diferentes y cada uno formado por sentimientos distintos donde la importancia radica no en el que experimenta el sentimiento sino en quien lo provoca. Here with me se acaba de convertir en mi capítulo favorito jajajaja es por eso que espero, les cautive el leerlo como a mi el escribirlo.

PD: Escrito bajo la inspiración, como siempre, de mi muso y de la canción Here with me de Dido. Así es como quisieras que estuvieras, aquí conmigo.

Chapter12: Here with me

1

Snape lo guió escaleras abajo hasta su despacho. Conforme avanzaban Harry formulaba hipótesis en su cabeza sobre lo que el profesor querría decirle, llegando a la conclusión de que debía tratarse de Draco o de Cail. Una ves dentro Snape le señaló una silla y Harry se apresuró a sentarse impaciente por escuchar lo que tenía que decirle.

-Existe algo que debes saber, Potter, sobre los efectos de la poción que ingirió Draco que no te dije ayer – declaró sin rodeos Snape. Harry enarcó las cejas en sorpresa, no esperaba eso, creía más bien que le amenazaría de alguna forma para que aligerase el tratamiento de Draco o para que no confesara la naturaleza de Cail.

-Qué… profesor…

-Era imposible que te lo dijera frente a Draco, si él lo supiera su recuperación se entorpecería – el profesor mantuvo la mirada fija en los ojos esmeralda de Harry mientras continuaba – es posible que a estas alturas te sientas atraído por Draco – su voz sonaba fría y aplastante en el silencio de la habitación. De inmediato Harry se preguntó como podría haberlo sabido y más confusión revoloteó sus pensamientos. A duras penas sostuvo la mirada de Snape, demasiado avergonzado. Sintió un calor vaporoso subir a sus mejillas y viró su mirada hacia el suelo al tiempo que mordía su labio inferior con nerviosismo. Un instante después oyó nuevamente la voz de su profesor. Las siguientes palabras fueron crudas y resonarían en el inconciente de Harry por mucho tiempo para convertirse en su mayor temor, aún más que su propia muerte o el fracaso en su lucha contra Voldemort.

-Nada de lo que sientes por él es real, es todo originado por la poción – Harry sintió las palabras como una bofetada, dolorosa y palpitante – es simplemente un agregado para que la poción cumpla su propósito, mejor dicho, para que tú lo cumplas – Harry se levantó con celeridad arrojando la silla a un lado, sus labios se separaron para dejar escapar un gemido angustioso.

-No puede ser, usted miente – las esmeraldas se encendieron furiosas – es real, yo sé lo que siento – sus puños se cerraron con fuerza. Snape se mantuvo impasible frente a él.

-Ciertamente esperaba una reacción un poco más violenta de un niño que se cree todopoderoso – respondió entornando la mirada con desgano – pero esta situación es enteramente tu culpa, Potter, y negar la realidad no la cambiará. Lo que sientes por Malfoy es una ilusión creada por la poción y se desvanecerá. Cuando Malfoy se recupere ambos volverán a la normalidad – terminó Snape dándole la espalda a Harry con indiferencia – ya lo sabes, ya puedes irte.

Harry quedó petrificado a un lado de la silla tirada en el suelo. No podía ser cierto, se negaba rotundamente a aceptarlo. Cómo podía ser una simple ilusión? Si cada segundo que pasaba lo sentía más y más verdadero, más seguro de que su lugar era al lado de Draco, de pronto su visión comenzó a nublarse, sintió un líquido inundar su pupila al recordaba la piel pálida y su textura suave de terciopelo. Ya había imaginado antes como sería el poseerla pero al tenerla se había maravillado reconociendo cada pedazo exacto como era en sus sueños. Como si ya hubiera amado aquella piel antes. La mirada gris oscureciéndose de deseo y su voz llamándolo.

De pronto un dolor como un aguijón en su frente le dobló las piernas y terminó arrodillado en el suelo con una mano sobre la cicatriz mientras el dolor iba en aumento. El sufrimiento, comparable al de un cruccio, lo obligó a jadear y a aullar como un perro herido. A lo lejos oyó el sonido de un cristal romperse al tiempo que unas gruesas gotas saladas resbalaron por sus mejillas, no supo diferenciar si por el dolor en su frente o por las palabras de Snape. Después todo se oscureció.

2

Un joven pelirrojo atravesaba apesadumbrado pasadizos y escalones. Un sentimiento de inferioridad que crecía en su pecho le hizo perder el rumbo de lo que en un inicio era solo un tranquilo paseo. "Harry practica defensa contra las artes oscuras con Snape, por eso es que se ausenta tanto, pero si no quieres creerme, eres libre de pensar lo que quieras" le había dicho Hermione tajantemente.

Tal ves no era muy observador pero era bastante obvio que Harry y Hermione le ocultaban algo, ya los había pescado más de una ves conversando en susurros con expresión muy seria, pero cuando él se acercaba, callaban o ensayaban una excusa demasiado incoherente. Había intentado hablar con Harry pero el Gryffindor al que consideraba casi su hermano le había eludido más de una ves.

Toda la situación causaba en él una inmensa confusión y frustración, pero sobre todo un sentimiento muy doloroso de traición. Harry y él habían compartido todo desde aquel acuerdo de amistad en el expreso de Hogwarts pero ahora se sentía minimizado, olvidado y hecho a un lado.

Sus pensamientos ahogaban el eco de sus pasos. Dio vuelta a la izquierda para encontrarse con una escalera en espiral que ascendía, comenzó a subir lo que parecía una torre abandonada. Iba recordando todos aquellos momentos que solo compartía con su mejor amigo, desde una buena partida de ajedrez mágico hasta el simple apoyo moral cuando Hermione le obligaba a adelantar deberes. Una sonrisa cruzó fugazmente por su rostro, sin embargo, desde hacía varios días había notado en Harry un cambio y sentía que su amistad se iba deteriorando de la misma forma.

Decepcionado se encontró el fin de la escalera en un descansillo estrecho ocupado solo por una ventaba en la pared noreste. Las estrellas a través de ella se veían tan cerca que por un instante sintió el impulso de tomar una, volvió a sonreír ante semejante idea. Se centró luego en la Luna plateada, el cuarto menguante era su favorito, la torrecilla debía de encontrarse muy alta porque también a ella la percibía muy cercana. El apreciar semejante belleza solo lo hizo sentir más miserable aún, al darse cuenta de que no tenía con quien compartir aquello.

Se preguntó porqué nunca había encontrado aquel lugar, hasta que sintió un cosquilleo en la mano derecha la cual había apoyado en el alfeizar de la ventana. Desvió su vista de la hermosa Luna para encontrarse con seis pequeños y brillantes ojos negros acompañados de ocho patas peludas. Soltó un grito al tiempo que sacudió con pánico la mano enviando a la araña a la pared opuesta.

El insecto del tamaño de un puño permaneció quieto, aferrado a la pared frente a Ron. El pelirrojo se pegó a la ventana paralizado por el miedo. Sintió un escalofrío recorrer su cuerpo pero intentó acortar el espacio hacia las escaleras. Dio un paso con las rodillas temblorosas pero el arácnido saltó con aterradora destreza hacia su pecho. Nuevos alaridos escaparon de su boca mientras intentaba con manos trémulas apartar a la araña que trepaba rápidamente su camisa. Ron sintió un sudor frío sobre su frente y luego las ocho patas peludas sobre la piel desnuda de su cuello antes de oír una voz extraña, que solo pudo calificar como oscura.

-Illic, vesti – la araña detuvo de repente su incursión para descender aceleradamente nuevamente hasta su pecho y abandonarlo por fin, saltando hacia el alfeizar de la ventana para finalmente atravesarla.

Ron jadeó aliviado al tiempo que se tomó la frente para limpiar su sudor antes de virar hacia quien había pronunciado aquellas raras palabras que parecían haber hecho huir despavorida a la araña.

Cual no sería su sorpresa al encontrarse con Snape, no su profesor, sino la hija de éste. Con su negrísimo y grasoso cabello cono el de su padre pero con aquellos ojos celestes que tanto sobresalto habían causado en Hogwarts. Todos lo cuales estaban demasiado acostumbrados a ver los ojos negros acompañando el cabello grasoso. La insignia de Slytherin adornaba ya la túnica de la joven que lo observaba impávida y con expresión cansina.

Se observaron un momento en silencio, después la joven se giró y comenzó a descender las escaleras.

-Mi… mi nombre es Ron… Weasley – se atrevió a soltar Ron, lo cual hizo a la Slytherin detener su descenso. Adoptando, luego, una expresión como si dudara de hacer algo – Qué hechizo dijiste para alejar a la araña? – preguntó Ron intrigado al ver que ella no sostenía una varita. El rostro de la joven reflejó un gesto adusto y Ron se sorprendió por lo parecida que se le veía a su padre.

-Si no te gustan las arañas, no debes venir aquí, tienen un nido muy cerca – le respondió con una voz algo gruesa para una joven de su edad y en un momento continuó su marcha.

Ron se precipitó a la escalera descendiendo raudamente pero la Slytherin ya no estaba.

3

Las risas de James y Sirius habían resonado estruendosas en el pequeño y vacío salón de encantamientos. Peter boca abajo y suspendido por el tobillo izquierdo en medio de la habitación había rogado que lo bajaran.

-Relájate colagusano! por aquí debe estar el contrahechizo…

-No debiste robar su libro, James! Snape se enfurecerá! – chilló colagusano adoptando un tono rojo brillante en su rostro.

-Y qué nos va a hacer el grasiento si se entera? Somos cuatro y él ni con Malfoy cuenta, que solo lo busca para que le "limpie la varita" - Sirius había reflejado un gesto de asco en su rostro al tiempo que James se había llevado un dedo a la boca como queriendo vomitar.

-Tú los viste, verdad Canuto?

-Sep, uno encima de otro, enredados como las serpientes que son, en el caso de Snape una serpiente especialmente grasosa… "No Lucius…no!…nos van a ver!" – le había imitado Sirius la voz a Snape entre acalorada y excitada para tirarse precipitadamente sobre un pupitre con las piernas abiertas – "está bien Lucius! jodeme todo lo que quieras!" – había terminado su semi actuación entre las carcajadas de James. Sirius se había incorporado de la mesa con una sonrisa traviesa y ojos vivarachos pero su mirada se había oscurecido al fijarse especialmente en uno de sus amigos.

-Te pasa algo Luni?...

Los pulmones se le habían estrechado dificultándole la respiración. Nada le había sido sencillo en la vida. Desde su nacimiento, el rechazo había traído consigo a la soledad y con él a la resignación. Pero la mordida lo había catalizado todo. Temía tanto al rechazo que prefería pasar desapercibido, mejor que ni lo notaran, que miraran a través de él, antes de que lo descubrieran y lo marginaran.

Era cierto que había encontrado camaradas. Sirius, James y Peter le habían enseñado de a pocos que no tenía que encontrarse solo frente a su "pequeño problema peludo" como lo llamaba James y por esa razón los tres habían practicado duramente para convertirse en animagos y poder acompañarle.

Ellos le acompañaban, pero no le entendían. Y no los culpaba, cómo comprender lo que siente una bestia? Solo otra lo sabría, lo acompañaría y le entendería por fin, sin palabras, solo con una mirada un "lo siento, no quise lastimarte" sin remordimientos como ahora los sentía al atacar a sus amigos en las noches en que perdía la razón al convertirse en lo que más odiaba pero, al fin y al cabo, era.

Alguien que sea como yo, murmuraba cada noche desde la Torre de Gryffindor, adormilado mientras contemplaba la Luna, como si ésta le debiera un favor y solo esperara que se lo demandara.

Un día había contemplado unos profundos ojos negros, sensibles tras una máscara esquiva. Un cardenal había oscurecido la delicada piel de su pómulo izquierdo y se notaba que a duras penas podía mantenerse en pie. Un segundo le bastó para reconocer en esa mirada el ansioso deseo por recobrar una libertad arrebatada violentamente, como un cachorro de león que intenta huir de una trampa con una pata desgarrada. Ese atisbo nostálgico tan semejante al suyo. Había recogido su varita y se la había devuelto con una sonrisa embobada. Demasiado pronto la mirada y su dueño lo habían abandonado.

Los días siguientes le habían parecido demasiado largos, únicamente esporádicas miradas furtivas le habían mantenido despierto durante las clases. Él lo observaba también. Fuera de clases era casi imposible encontrarse, Snape era siempre el primero en salir y, aunque era empujado de un lado a otro por los estudiantes que se encontraban en su camino, desaparecía muy rápidamente.

-Toma, el próximo mes tendrás que traerme tú la Luparia – Snape le extendió una botella de cuello largo con una poción color nuez.

-Gracias – recibió la botella cabizbajo. Los recuerdos se desvanecían y la realidad le golpeaba. Parecían tan lejanos los tiempos cuando aquella mirada oscura le sonreía.

Había sido una obsesión febril y demandante, eras tu, en todas partes, a todas horas, en la alacena de los calderos, en la mesa de Gryffindor, en el techo de mi habitación, en el suelo, en los candelabros, en las llamas danzarinas de las velas que alumbraban nuestro secreto, en mis pasos, en mis manos, tú.

Fueron muchos sus intentos por evitar sentir, pero la sonrisa cordial lo perseguía, lo acorralaba hasta que ya no existía más en su mente que aquellos ojos dorados. Muchas veces la intensidad del sentimiento lo asustaba, temía ser rechazado o aún peor, utilizado, como le sucedía con Malfoy. Estaba demasiado cansado de eso.

Entonces un día aquel ángel de ojos dorados le había encontrado, consolado, acompañado y comprendido, la oscuridad que todos veían en él se había transformado misteriosa e inesperadamente en luz, a los ojos de aquel ángel, una luz cautivadora, capaz de atraerlo. Una noche en el frío salón de Pociones donde siempre había aceptado resentido su naturaleza solitaria Remus le había sonreído de aquella manera cordial tan suya y le había ofrecido su amistad.

Inmediatamente algo en su interior sonrió también, no recordaba la última ves que le había sucedido pero no le importó. Como tampoco los años de burlas e humillaciones, ni el maltrato, ni las frustraciones. De pronto todo era nuevamente Remus Lupin. Tomó su mano extendida, pero ante la sorpresa de éste lo haló hacia sí. Terminaron tan cerca que la punta de sus narices se rozaba por momentos. El Gryffindor, avergonzado, bajó la cabeza, sus respiraciones se mezclaron en un cálido y dulce céfiro, y sintió su corazón acelerarse tanto que por un momento creyó que se le saldría del pecho. Un ligero estremecimiento de Remus le indicó que debía decidirse pronto y así lo hizo. El nerviosismo fue derrotado por el corazón y aún titubeando acercó de a pocos su boca a la del Gryffindor, ambos temblaban, mas dejaron de hacerlo al encontrarse sus labios.

Solo fueron suaves roces pero a ellos les supo a éxtasis, una ternura desconocida hasta entonces, hallada dentro de unos labios tan suaves que parecían irreales. Remus le rodeó, entonces, el cuello con sus brazos pegándose más a él, haciéndolo retroceder levemente. Se encontró con la mesa donde hasta hacía breves momentos habían estado limpiando calderos. Respondió acariciando el cabello caoba y acelerando los besos. Había sido su primer beso real y de alguna forma supo que también de él. Jamás una noche le volvió a parecer tan corta ni unos labios tan suaves. Nunca volvió a sentir aquel hormigueo en la piel ni ese vacío en el estómago por otra persona.

Los días siguientes fueron maravillosos, los recuerdos más hermosos de su juventud, la vos dulce de Remus leyéndole una novela bajo la sombra de un olmo y su pacífica sonrisa al despuntar el sol para darle los buenos días. Hasta que se enteró de la verdad.


Espero les haya gustado y puedan dejarme aunque sea un review de tres palabritas para saber que les pareció. Como se habrán dado cuenta solo la respuesta a algunos de los reviews esta aquí ya que de ahora en adelante les mandaré el reply a su correo como debe de ser, les pido también de favorcito que los que no están registrados en la pagina me puedan dejar su correo para enviarles allí también su respuesta, pero por adelantado muchas gracias por el apoyo y la confianza al dejarme su comentario! Nos leemos en el proximo capiii!

Murtilla: Mi querida murtilla no importa q no tengas mucho tiempo y el review sea cortito te agradezco muuuuuuucho el apoyo! Te imaginabas que si era vampira sería más bella? Jajajaja bueno mucha gente tiene diferentes conceptos sobre los vampiros, algunos los presentan como seres horribles y otros con estilisadísimas bellezas. Pero más adelante verás la razón por la apariencia cansina y pálida de Cail. Tampoco es que se alimente de Severus, como leiste en el capi él realizó un conjuro para que su hija pudiera controlar su sed y más adelante verás de qué se alimenta muajajajaja. En cuanto a Draco ya viste q no sabía nada de ella pero no sé tampoco si en su estado podrá hacer algo por eso… ya lo verás también más adelante. Espero que este capi te haya gustado también y que me puedas dar tu opinión! y no olvides dejarme tu correo para poder responderte!

MMTXDMB: Muchas gracias por el apoyo! Siempre me sonrojo cuando leo tus reviews, me das grandes ánimos para continuar, de verdad! Espero que este capi, aunque es un poco diferente, te haya gustado también! Espero que me puedas dejar un review y tu correo para saberlo, nos leemos en el prox capi!