Nda: Hola! Hice este fic con ánimos de crear algo distinto sobre Inuzuka Kiba, ya que todas las historias que me he leído de él son muy semejantes. Aviso que tal y como aparece en el Summary, escribo sobre un antiguo clan inventado y por tanto, aparecen personajes míos. (Hane, Altavis, Joukei...) Pero he puesto todo mi empeño en describirlos... y creo que nos os quedaréis indiferentes cuando los "conozcáis". (¡O eso espero! XD)
A los que después de haber leído el aviso se atrevan a leer... espero q os guste mucho! Y que me dejéis algún que otro review! XD
Saludos,
Layla-scar
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LA SOMBRA DEL HALCÓN
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Capítulo 1 – Los cetreros de Konoha: Hane
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Corrían tiempos de apatía y desgana entre los habitantes de la Villa de la Hoja. Tras años aguantando continuos enfrentamientos entre Akatsuki y el grupo de Orochimaru, la Hokage y los Jounins más importantes de la aldea estaban tan concentrados en intentar solucionar los problemas que amenazaban sus hogares que se habían dejado de lado a los Chuunins y Genins del lugar. Al principio sólo alegaron que se cancelarían las misiones de los pequeños grupos Genins de tres. Pero luego, se suspendieron también las de los Chuunins, dejando a los ninjas en un estado de desconcierto y conmoción.
Pero la situación empeoró, el tiempo pasaba y los espías de Konoha no avanzaban con sus averiguaciones, por lo que los grandes se concentraron tanto en solucionar los múltiples problemas en los que Konoha se hallaba sumergida, que no tardaron en cancelarse los exámenes de ascenso a Jounin.
Ello supuso un impacto entre los que deseaban ascender al honorable rango. Muchos de ellos llevaban trabajando para conseguirlo años, pues ésa era su meta en la vida. Pero al verse privados de la prueba por la cual llegarían a ser lo que siempre habían soñado, algunos abandonaron con tristeza sus entrenamientos
No obstante, un pequeño grupo de ninjas, en concreto los compañeros de Uzumaki Naruto, no perdieron sus esperanzas de poder alcanzar algún día el rango de sus maestros. Se dedicaron a entrenar juntos, al igual que cuando eran más pequeños, para no perder sus facultades.
- Vamos Naruto ¡no te desanimes! Es la primera vez que veo que tienes un plato de ramen y ni siquiera lo pruebas – dijo Shikamaru acercándole más el bol de ramen. Estaba cansado de entrenar todo el día, su ropa estaba sucia y tenía un rasguño en la cara que le escocía. Pero aún así no podía permitir que su amigo entrara en depresión por las buenas.
- Gracias, Shikamaru, pero desde que sé que Neji se hizo Jounin a los quince… antes de que el examen fuera susp…
- Déjalo ya, Naruto. Yo tampoco soy Jounin y no estoy deprimido- mintió Kiba con la boca llena de ramen.
Como cuando era pequeño, Inuzuka Kiba seguía llevando los mismos pelos despeinados, que se revolvía sonriente con la mano una y otra vez. Los tatuajes rojos que le surcaban las mejillas se habían alargado un poco hacia abajo, pues al crecer, su cara se había estrechado ligeramente abandonando la redondez de cuando era pequeño. Pero en definitiva, seguía siendo el mismo de siempre, un chico con cierta actitud chulesca, que a veces miraba al mundo por encima del hombro con sus enormes ojos afilados, pero con el que se podía contar para cualquier cosa.
- Si, pero ya tenemos 18 años y ¡yo quiero ser Hokage!- Gritó Naruto levantándose de la silla y señalando con un dedo al cielo.
-Nuestra edad es lo de menos – agregó Chouji poniendo los ojos en blanco- Todo el mundo sabe que si no somos Jounins aún es porque hace dos años que suspendieron el examen. Hasta que no pasen todos los líos en los que se haya metida Konoha no abrirán ese maldito examen, os lo aseguro.
- Y hasta entonces, a seguir entrenando…- Hinata suspiró desviando sus enormes ojos grises hacia el mantel de la mesa. Con el paso de los años, había perdido parte de su timidez al irse haciendo más fuerte. Aunque su rostro aún se sonrojaba a menudo con las miradas de Naruto. Tras un rato de silencio agregó:
-Hablando de revueltas ¿os habéis enterado de la situación del clan Jintaka?
- ¿Qué clan es ese?- preguntó Kiba con curiosidad incorporándose vagamente en su silla.
-¿No te has enterado, Kiba? – dijo inmediatamente Shikamaru- El clan Jintaka (Jin: gente; Taka: halcón) es conocido por estar compuesto de familias que durante décadas se han dedicado a la cetrería…- empezó a explicar el chico de la coleta.
- Los cetreros están relacionados con los halcones ¿no?- preguntó Chouji.
- Si- respondió Shikamaru y siguió su explicación- se dedican a la cría y educación de esos pájaros, pero no sólo halcones, tienen empatía con cualquier tipo de ave.
- Es parecido a lo que mi clan hace con los perros entonces ¿me equivoco?
- No te equivocas Kiba, es muy similar. Sus pájaros son para ellos sus compañeros y a la vez sus amigos.
- Entiendo…debe ser increíble…- Kiba levantó una ceja pensativo- ¿Y que les ocurre?
- Pues no se sabe con exactitud, aunque es un clan muy respetado en Konoha no se sabe mucho de ellos y la gente los mira con recelo cuando se acercan a la villa. Kiba, tu por ejemplo no tenias ni idea de que existían.- aclaró Hinata- Se ha oído decir que están siendo atacados con frecuencia y llevan ya muchas bajas.
- No lo entiendo ¿están siendo atacados y no piden ayuda a otros clanes?- preguntó Naruto clavando sus ojos azules en Hinata, que se ruborizó al instante.
- Exacto, no han pedido ayuda. Y considerarían una ofensa que ayudáramos si no nos lo han exigido- dijo Shikamaru.
- Pues sí que es un clan raro…- dijo Kiba encogiéndose de hombros- en fin ¿habéis acabado ya el ramen? Ya ha anochecido y estoy muy cansado.
- Yo también- Chouji se levantó de su silla- vayámonos de aquí.
Los cuatro chicos pagaron y se pusieron en camino. Naruto se acercó a Hinata y le dio la mano para caminar.
- Eey, pareja ¿cuanto tiempo lleváis ya juntos?- preguntó Shikamaru.
- Pues… un año y medio ¿no Hinata?- contestó Naruto agarrando con más fuerza la mano de su chica.
- Si – respondió Hinata con una sonrisa y sonrojándose.
- Bien, yo me despido aquí – dijo Kiba al llegar a las cercanías del clan Inuzuka – mañana nos vemos en el mismo sitio para entrenar ¿no?
- Si- dijeron todos- ¡Hasta mañana, Kiba!
Kiba dio media vuelta y dijo adiós con la mano. Echó a correr por la calle para llegar cuanto antes a su casa. Necesitaba acostarse porque apenas se tenía en pie, y además echaba de menos a Akamaru que por culpa de un resfriado no lo había acompañado ese día a entrenar. Pasó al lado de la casa de unos amigos de su madre y el perro de la familia ladró alegremente en forma de saludo. Kiba le levantó una mano desde lejos y continuó su camino.
Se detuvo delante de una casita más bien modesta pero muy acogedora y metió la llave en la cerradura para abrir la puerta con cuidado. Era tarde y si despertaba a su madre sería mortal, con la mala leche que tenía recién despertada…Bueno, recién despertada y cuando ya llevaba siete horas despierta… Su hermana hacía tiempo ya que no vivía con ellos. Se había ido con su novio hacía dos años y compartían una casita a dos kilómetros de su antiguo hogar.
Pasó de puntillas por la cocina y subió las escaleras. Llegó a su cuarto y cerró la puerta pensando "bien, no se ha despertado". Se sentó en su cama y con el balanceo, Akamaru se movió y gimió.
- Shh, no ladres Akamaru.
El perrito se hizo un ovillo y se volvió a dormir. Kiba sonrió al ver la escena y le acarició la cabeza. "¿Cuántos años llevas conmigo, Akamaru?. ¿10 ya? Me alegro de que vivas más que los demás perros y sigas tan fuerte".
Se quitó la camiseta y se dejó caer en la cama. Estaba muy cansado. Su continuo intento de aparentar ante Naruto que no le importaba el examen Jounin le había agotado y además había estado todo el día entrenando. Sintió un poco de frío y se tapó con la manta, los ojos empezaron a cerrársele… estaba tan cansado… tenía tanto sueño…
Aparecía el sol del amanecer sobre el horizonte del campo de batalla. La tierra estaba sembrada de cuerpos ensangrentados sin vida, pero aún se escuchaban gritos de agonía arrastrados por el viento. Kiba estaba allí, mirando horrorizado las heridas de los cuerpos inertes, cuando sintió que unas sombras avanzaban rápidamente. Levantó la vista para comprobar que las sombras provenían de miles de halcones que con las garras abiertas y el pico amenazante estaban dispuestos a desgarrar toda la carroña que quedara con vida. Las aves se acercaban a Kiba cada vez más, estaba rodeado, se dejó caer al suelo y se tapó la cabeza con las manos a la vez que todos los pájaros se lanzaban a por él, para desgarrarlo…
-¡NOO!- Kiba se incorporó en la cama asustado y jadeando. Akamaru saltó de la cama y se puso a ladrar nervioso. Kuromaru, el perro tuerto de su madre al que le faltaba una oreja, entró corriendo en la habitación de Kiba empujando la puerta con la pata.
- ¡GUAU!. ¡ARF! (¿Qué ha pasado?. ¿Te encuentras bien?).
- Si, tranquilo, sólo ha sido una pesadilla – El chico se rió de sí mismo por haberse asustado tanto y recobró la respiración normal.
- Arf (Bien, duérmete otra vez) – gruñó Kuromaru y se recostó en la alfombra para quedarse allí por si el hijo de su dueña necesitaba compañía.
Y mientras Kiba intentaba recobrar de nuevo el sueño intentando colocarse en la postura más cómoda posible y abrigándose bien para estar calentito en su cama, a unas millas de distancia, una chica saltaba rápidamente por los árboles mientras trataba de parar la sangre que salía de una herida de su hombro.
- ¡Vuelve¡No me obligues a perseguirte más!
- ¡Fiiu!
- Joder¡Joukei! (Joukei: vista) ¡Son tres hombres, estamos en desventaja!
El halcón ignoró a su dueña y aminoró su vuelo. Estaba dispuesto a darles caza a los tres intrusos que habían saqueado su casa robando unos objetos y unas cartas de valor.
La chica frenó en seco y suspiró "pero mira que eres cabezota¿acaso no te enseñé a obedecer?". Se encogió de hombros y reanudó la marcha a través de la oscuridad de la noche. "Bueno, después de todo lo hace por mi, se preocupa por nuestro hogar" Metió la mano en su bolsa contando los kunais de los que disponía.
Los tres individuos pararon su carrera y bajaron al suelo.
- Valla, valla, parece que alguien nos sigue. Qué estupidez.
- Jaja, si, me ha parecido notar que sólo es una chica, vamos a divertirnos con ella un rato¿no?- Y sacudió el saco en el que se encontraban los objetos robados de forma que éstos tintinearon en su interior.
Un kunai fue lanzado con fuerza y cortó la superficie de la mejilla del tipo que llevaba la bolsa, éste se llevó la mano a la cara y rápidamente notó como una sombra marrón le arrancaba el saco de las manos. Sus dos compañeros se pusieron en guardia en la dirección desde la que se había lanzado el kunai.
- ¿Pero qué?
La chica bajó del árbol y se cruzó de brazos. Estaba en desventaja, lo sabía y eso la asustaba, pero no debía aparentarlo.
- ¿Qué tenemos aquí¿Ladrones? Ts - chasqueó la lengua- ¿no sabéis que esta muy mal robar?
- ¿Y se supone que tu vas a detenernos? – preguntó uno de ellos mirándola de arriba abajo. – ¡JAJAJA!
- JAJAJA ¡qué gilipollez! Anda, devuélvenos nuestro saco y no te haremos daño.
La chica arqueó una ceja, se llevó dos dedos a la boca y dio un silbido. Joukei salió de entre unas ramas y dejó caer el saco vacío sobre la cabeza de uno de los tipos.
-¡El saco está vacío! .¿Te crees que somos imbéciles?. ¡Devuélvenos las cosas!
- No tengo ni idea de donde las ha escondido mi pájaro, y ahora si me disculpáis, tengo asuntos importantes que atender- y dando otro silbido lanzó un shuriken a cada uno de los ladrones para que se distrajeran en esquivarlo y saltó rápidamente a un árbol esperando que no les diera tiempo a averiguar el rumbo que iba a tomar. Cuando sus pies tomaron contacto con la rama, la herida del hombro le dio una punzada y se tambaleó "Mierda, he perdido mucha sangre".Su cuerpo se ladeó hacia la izquierda y sintió un fuerte impacto en el costado. Se llevó la mano a esa zona de su cuerpo y notó que le habían lanzado una aguja envenenada que le había atravesado el riñón "¡Mierda¿De dónde ha venido esta aguja? Tenía controlada la zona en la que estaban los tres… ¿acaso hay un cuarto?". Y por el dolor calló al suelo.
- Encanto¿no somos muy mayores para que juegues con nosotros?- Dijo el cuarto, que no se trataba más que de un clon de uno de los tres que inmediatamente desapareció.
- ¡Aléjate de mi!- gritó ella.
El hombre más alto se aproximó a la chica y la levantó del suelo agarrándola de sus largos cabellos castaños mientras se reía. A ella la vista se le nublaba porque el veneno de la aguja se le había ido extendiendo poco a poco inmovilizándole de cintura para abajo. El tipo le acercó el filo de un kunai a la garganta pero ella reaccionó a tiempo y le propinó un puñetazo.
-¡Te he dicho que no te acerques!. ¡ No me subestimes!
Sacó rápidamente un pergamino del bolsillo y sin necesidad de abrirlo realizó unos sellos con las manos. Se escuchó un estruendo y un resplandor los cegó a todos. Del suelo surgieron dos enormes buitres de piedra negra que se estrellaron con una increíble fuerza contra los otros dos oponentes dejándolos inconscientes en el suelo.
El que la sujetaba, la maldijo, le dio una patada en el estómago y corrió a recoger a sus dos compañeros para marcharse de allí. Probablemente uno de los que se encontraran en el suelo fuera un líder importante, y como subordinado no podía permitirlo.
Joukei descendió el vuelo hasta donde yacía su ama que había perdido también la conciencia. Le dio suavemente con el pico en una mano instándole a que se levantara, tenía que enseñarle dónde había escondido las cosas. Al ver que no se movía, buscó en el abdomen la aguja envenenada, se la sacó agarrándola con el pico y emprendió el vuelo hasta la aldea con la prueba de que Hane había sido herida. (Hane: pluma, ala)
-Altavis ¿no es ese Joukei?- preguntó un hombre a otro que portaba una hermosa águila do ojos dorados.
El hombre entornó los ojos y su ceño se frunció con preocupación. El halcón dejó caer la aguja ensangrentada nervioso.
-¿Qué ha pasado? Llévanos a donde esté ¡rápido!
Se pusieron en marcha siguiendo al halcón. Al poco tiempo, se habían adentrado en la oscuridad del bosque y tras recorrer una distancia prudente, Altavis encontró el cuerpo de su hija inconsciente en el suelo.
- ¡Hane!
- Está inconsciente…
- Mira esta herida del hombro… no, espera,… la herida causada por la aguja esta en el abdomen- dijo el padre nervioso mientras observaba el extraño color de la herida.
- El veneno le ha paralizado el cuerpo, y fíjate es un compuesto ideado para que la herida no cicatrice.- explicó el acompañante.
- Maldición, no tenemos remedio para esto. ¿Quién puede haberla atacado?
- Deben haber robado los papeles, Altavis- el hombre hizo una pausa dada la gravedad del asunto - y probablemente tu hija intentara recuperarlos.
Altavis apretó los puños y recogió a su hija del suelo con cuidado.
-¡Sabía que mi casa no era un lugar seguro para esos documentos!
- Pero Altavis, tu eres el líder, y además…
- Pues con mayor razón no deberíamos haberlos guardado allí. Tengo que llevar a mi hija al hospital de Konoha.
- ¿Cómo?. ¡Hace siglos que nuestra aldea renegó toda ayuda de Konoha!
- Hermano, no tenemos remedio para esta herida y no puedo dejar que mi hija muera por algo así. ¿Recuerdas a la vieja Tsunade? Ella podrá hacer algo, y tal vez debamos de paso informarles de nuestra situación… auque no me fío… quizás haya llegado la hora de pedir ayuda.
- ¡No! Hermano, resistiremos unos meses más y pondremos todo nuestro empeño. ¡Podemos hacerlo!
Altavis se acarició la barba pensativamente.
-De acuerdo,… mándale este mensaje a todos los del clan, deben saber lo que ha pasado:
"Como lider, confío ciegamente en la prosperidad de los Jintaka y se que su fuerza y coraje se han visto desde nuestros antepasados fortalecidos por el gran espíritu que surca los cielos. No obstante, como seres humanos necesitamos ayuda en esta carnicería que durante décadas nos ha estado martirizando. Bien pues, doy el plazo máximo de dos meses para acabar con las hostilidades. En caso de fracaso, comunicaremos a Konoha nuestra situación e intentaremos entablar amistad con ellos de nuevo."
-Muy bien, hermano. Que el viento vaya en tu favor. Cuida tu espalda en Konoha ¿de acuerdo?
Altavis inclinó la cabeza en señal de despedida y abrigando a su hija para que no perdiera calor, se adentró en la oscuridad del espeso bosque como una sombra.