La recta final comienza... Las cosas más difíciles ocurren y los personajes llegan al límite de sus personalidades. Nueva etapa del fic, nueva y última. ¿Cuánto me tardaré en terminarlo? Realmente no lo sé, talvez la etapa dure mucho jajajajaja. Ya en serio, realmente no lo se... Sólo se que seguramente muchos y muchas nos arrepentiremos de haberle deseado lo peor a ciertos personajes y nos sentiremos mal al ver a otros caer o desaparecer... Los dejo con el capítulo y me disculpo por no haberlo continuado antes. Ehh... para ser sincera, no lo hubiera continuado de no haber sido por los posts que me dieron aquí, así que... muchas gracias :)

Lo de los caballeros de plata y de bronce, fue como si me hubieran leído la mente nn. Por cierto he actualizado porque se me descompuso la compu... ¿que irónico no? Tuve un tiempo libre y lo aproveché. Debo advertir que este capítulo no es el mejor de todos y no tiene mucha emoción, pero espero retomar el hilo pronto. Muchas gracias por el apoyo que me dan, que se que lo digo mucho pero... en verdad han hecho la diferencia. Gracias a mi esposa por apoyarme jajajajajaja, y ya leí el perfil y SI, si me dio risa :) . Lamento haberme enfocado en mis otros fics y dejar este de lado, pero ya terminé uno y el otro ehhh no pienso continuarlo hasta acabar este...


"Sin duda Dios escoge a sus siervos al nacer, o quizá incluso antes de nacer."

Epicteto

XXXVI

Un joven de cabellos cortos y negros cruzó la estancia, que constituía todo el espacio de la cabaña, y abrió unos destartalados cajones de color cedro sin lijar. Tomó todas las prendas que encontró y volvió a cruzar la estancia, esta vez hacia su cama. Sus manos estaban casi ocultas por las ropas que sostenían, pero en el pequeño trayecto las examinó un poco.

Su mano izquierda estaba llena de ampollas y callos. Lo cual era normal dada su nueva afición a cortar árboles en rabia, impaciencia o frustración (según el momento...) para después sentirse culpable ante la mirada de los pequeños (especialmente la de cierto rubio que resultó ser, en sus propias palabras "... aquel que viene a proteger a las criaturas, chicas o grandes, de los puños y ojos de los desalmados..."). Por todo lo anterior Shura terminaba por hacer algo con la madera de los árboles que tumbaba. La primera vez fue un escritorio que había terminado por romperse, luego fueron aquellos cajones y la lista continuaba. Lo extraño, pensó Shura, era que su mano derecha estaba como cualquier otra mano inútil que cumple ninguna tarea. No había cortes, astillas, ampollas o callos en ella...

Sobre una colcha verde y vieja descansaba un pequeño morral que Shaka y Mu habían conseguido para la ocasión. Aunque talvez es más certero decir que el excéntrico rubio "sonsacó" () al pequeño carnero para que se tele transportara a una tienda del pueblo, y "tomara prestado"el morral. Shaka le indicó a Mu que no se detuviera a pedirlo, que sólo lo tomara. Al fin y al cabo, como bien se lo explicó el virgo, estaba implícito que lo estaban tomando prestado... ¿no?

Tales argumentos no hacían mucho eco en la mente del lemuriano que miraba renuente a su mejor amigo. Después de todo, robar era robar y él no quería ser un ratero. Pero cuando con ojos brillosos, Shaka le explicó la "tragedia" de Shura ("¡Quieres mandarlo a España con una caja de cartón como maleta!") y cómo él, Mu, sería un egoísta si no utilizaba su talento para ayudarle un poco a su futuro compañero de armas; no hace falta decir que el niño Aries no tardó en acceder a seguir el plan.

Y siendo ahora atiborrado de calcetas y camisas, que en circunstancias normales no cabrían, estaba el morral que había sido prestado por aquella tienda y regalado por los dos pequeños con una gran sonrisa.

-¿Bonito morral no? -comentó Aioros desde su cama donde permanecía sentado, viendo como Shura iba de un lado a otro e intentaba por todos los medios que todas sus cosas cupieran en aquel pequeño bolso.

El español asintió secamente antes de añadir:

-Se por qué sigues aquí... –lo miró significativamente y dio otro viaje hacia los cajones.

El arquero abrió la boca algo indignado y suspiró fuerte:

-¿Qué se supone que quisiste decir con eso? -dijo entre suspicaz y molesto.

-Te volviste a pelear con Saga -afirmó Shura, en vez de preguntar, que volvía a su cama y miraba al otro con cara de superioridad.

-Primero que nada pequeño niño cascarrabias -hizo una pausa en la que capricornio lo miró enfadado-, déjame decirte que NO, no estoy aquí porque me haya peleado con Saga. Y segundo...

-Sólo faltas a los entrenamientos cuando peleas con él.

-Sólo me he peleado con él una vez así que no me vengas con esas cosas... como sea... –se acomodó la banda roja que lucía su frente- Y SEGUNDO, a ver si ahora me dejas terminar, estoy aquí por ti.

Shura se volvió sorprendido por la afirmación anterior:

-Ehh... ¿Por mí?

-Sí... y aunque te sorprenda niño incrédulo, estoy preocupado por ti.

-No seas ridículo piojoso.

-¡No me llames así!

-Entonces no me llames niño.

Aioros comenzó a reír en carcajadas que Shura no supo descifrar o entender el motivo particular de ellas.

-Ehh... ¿Se podría saber de qué te ríes o es un chiste local para ti y... ehh... tú?

-¿Te crees muy astuto verdad Shura? -preguntó sagitario.

-Ahora que lo dices pues... sí. Sí, soy muy astuto. Pero¿qué...

-¡Pues no lo has conseguido!

-¿De qué estás hablando Aioros? -preguntó el español con cara de fastidio.

-¡Trataste de cambiarme el tema!

-Ahh... eso...

-¡Siempre haces lo mismo! –acusó el arquero.

-¡Es tu culpa! Tú siempre quieres hablar de cosas de las que yo no quiero. No me dejas más remedio que cambiarte el tema...

-¿Y por qué no quieres hablar de esto?

-¡Porque ya sé lo que me vas a decir y no lo quiero escuchar!

-¡No soy tan predecible!

-¡Si lo eres!

-A ver, niño que todo lo sabe... ¿Qué iba a decirte?

-¡Ya te dije que no me llames niño!

-¡ES ALGO ESPONTÁNEO QUE NO PUEDO CONTROLAR! Además... ¡Eres un niño!

-¡No lo soy!

-Sí lo... –Aioros hace una pausa y sus ojos se iluminan-. ¡Volviste a hacerlo!

-¿El qué?

-¡Trataste de cambiar el tema de nuevo!

-Yo...

-No creas que se me olvidó. Estabas a punto de decir lo que YO supuestamente te iba a decir. ¡Anda, dilo!

-Como quieras... –Shura se amarró un calcetín blanco en la frente y sus ojos se abrieron mucho, provocando que en su rostro se viera una mirada bonachona e intensa... que en capricornio parecía, por el carácter que tenía, la mirada de un lunático.

-No eres gracioso -dijo Aioros, con media sonrisa dibujada en sus labios.

-¡Te estoy imitando! Si te parece gracioso, pues ríete de ti mismo... –el de cabellos claros abrió la boca para decir algo pero el español lo interrumpió-. Y NO... NO te estoy cambiando de tema.

Con expresión risueña, alegre... con la expresión de Aioros realmente y con el calcetín que fingía ser la banda roja que este usaba, Shura lo imitó:

-Shura, eres un niño -el joven sagitario dejó escapar una pequeña carcajada al ver como capricornio hacía los gestos que él mismo hacía-, y como tal no te sabes cuidar. Habla con tu padre y... y -por un instante los ojos del español perdieron su brillo-, y... visita al otro en aquel lugar. Arregla las cosas y no dejes de hacer lo que desees, el "hubiera" no existe y Shion no te dará otro permiso para salir. –Shura se quitó el calcetín y se tumbó con pesadez en la cama dando por finalizada su imitación.

-Pues... sí... sí te iba a decir eso, pero te faltaron algunas cosas. –el arquero abandonó su cama y se sentó al pie de la de capricornio, dándole la espalda-. ¿Recuerdas las cosas que me contaste hace tiempo? -el de la mano callosa dejó escapar un pequeño "sí" de sus labios-. No dejes que te afecten. Vas allá a ver a tu padre y a tratar de arreglar las cosas. Pero si por alguna razón, las cosas no salieran del todo bien, no te angusties ni te sientas culpable. Habrás hecho todo lo posible y todo lo que está en tus manos por arreglarlas, eso para ti debe ser suficiente... Debes dar vuelta a la hoja cuando regreses. –Aioros giró su cuello y encaró con una mirada comprensiva al joven que reposaba en la cama-. ¿Estamos? -Shura asintió, y sagitario se puso de pie nuevamente. Comenzó a dar pasos hacia la puerta cuando la voz de capricornio lo detuvo.

-Aioros... –llamó el de cabellos oscuros que ahora ya estaba sentado.

El aludido se giró- ¿Sí?

-Tengo... ehh... algo de miedo... –fijó su mirada en el suelo, avergonzado.

-¿Por qué? -el arquero se acercó un poco al niño.

-Sabes que mandé una carta a mi padre...

-Sí, lo sé. Me lo dijiste. –dijo en tono serio. El comportamiento de Shura estaba siendo todo menos normal, así que decidió tomarse la cosa sin bromas o risas.

-Pero no sabes, que recibí una respuesta y que ha sido por ella mi urgencia de viajar a Cádiz.

-No... no lo sabía.

-Mi padre... él... está algo enfermo y... no puedo dejarlo solo. No puedo ser tan egoísta, después de todo es mi padre y él no ha tenido la culpa de nada...

-Lo entiendo pero... ¿Qué es lo que me quieres decir?

-Me quedaré allá el tiempo que sea necesario.

-Shura...

-No puede ser de otra forma, lo siento mucho...

-¡Pero Athena ya está aquí!

-Lo sé, pero es mi padre... y he sido un ingrato con él...

-¿Hablaste de esto con Shion?

-No, y te pido que tú tampoco lo hagas.

-¡Qué quieres que le diga entonces? Yo fui quien te estuvo apoyando en todo esto y...

-Aioros... regresaré. Sólo necesito algo de tiempo...

Una larga pausa se hizo presente en el ambiente durante la cual, el niño de la mano callosa miraba implorante a sagitario que parecía molesto y apenado por la situación en la que se encontraba.

-... y lo tendrás. Ya veré que puedo inventarle a Shion... –Shura sonrió-. ¡Pero no tardes demasiado!

-No lo haré, lo prometo...


La tarde estaba en su apogeo, el cielo estaba totalmente despejado y el sol amenazaba apenas con ocultarse. Cinco niños se encontraban tumbados en el pasto, dejándose acariciar por el movimiento que el viento provocaba en este. Todos se encontraban agotados y aprovechaban el pequeño descanso del que gozaban, reponiendo fuerzas y guardando silencio.

Todo había cambiado con la llegada de aquella bebé que oían llorar pero que nunca habían podido ver. Shion, con una máscara horrorosa que ocultaba la totalidad de sus facciones, aparecía siempre y les impedía el paso. Ver a la niña Athena estaba prohibido para todos, menos para él. Desde aquella noche gloriosa y extraña, nadie había vuelto a ver el rostro del patriarca. Sólo Athena podía hacerlo, según explicó el hombre de cabellos verdes.

La realidad era que Mu sí había visto a su maestro sin aquella máscara, pero ambos guardaban el secreto y no hablaban de ello. Sus entrenamientos especiales eran cada vez más duros pero, como todo en el santuario, habían cambiado. Shion ya no sólo le enseñaba técnicas especiales o cómo pelear; ahora al principio, final o hasta durante todo el entrenamiento, el patriarca entablaba conversación con el niño lemuriano. Le hablaba de la misión particular del caballero de Aries, de cómo debería comportarse y actuar, del control de uno mismo y del respeto por la vida.

Después comenzaban a hablar del futuro y ahí era cuando Mu comenzaba a sentir escalofríos. Algo terrible ocurriría, de eso podían estar seguros. Al ver la silueta de su maestro con la claridad del ocaso, al ver esos ojos tan familiares teñidos de tristeza y resignación y al ver al hombre que respetaba e idolatraba de una manera tan vulnerable, sentía una impotencia tremenda y un temor que a cada día que pasaba crecía.

A pesar de sus pocos años, Mu era muy sabio y sabía ver más allá de los rostros o de las situaciones. Como Shaka, podía ver el color del alma. Y es por ello que dentro de su corazón, el pequeño niño Aries comprendía. Inconscientemente sabía que algo ocurriría y que él no tendría a su maestro para soportar ese mal rato. Por ello no existían réplicas en los pequeños labios de Mu; quería estar con su maestro el mayor tiempo posible y aunque eso significara que todos los días terminara desmayado por el agotamiento, no importaba...

-¿Han pensado alguna vez en la muerte? -la voz del niño rubio sacó a todos de sus respectivos ensimismamientos.

Hubo un largo silencio. Todos deseaban decir que no ó "sólo a ti se te ocurre preguntar semejante tontería Shaka", pero ninguno de los presentes pudo pronunciar aquellas palabras. De alguna forma habían sido tocados por la muerte o el espectro de esta rondaba en sus mentes.

-¿A qué te refieres? -preguntó Camus con los ojos fijos en el cielo.

-Me refiero a... ¿qué pasaría si muriéramos ahora? -al escuchar la voz de su amigo decir esto, Mu sintió un retortijón en la boca de su estómago. Se giró lentamente y les dio la espalda a sus compañeros. Fingiría que dormía, no quería escuchar aquello y no quería opinar de aquello.

-No seas ridículo, no podemos morir ahora. Sólo somos unos niños. –dijo algo inseguro Aioria.

-Los accidentes ocurren... –se escuchó la voz amarga de Milo que pensó en su hermano de dieciocho años. La muerte no perdonaba al joven o al viejo; al bueno o al malo... Sólo venía y te llevaba, lejos de todo lo que quieres y conoces. ¿Viviría él sólo hasta los dieciocho años también?

-Pero... –la voz de Aioria iba a replicar pero se vio interrumpida.

-Milo tiene razón... los accidentes ocurren. –acuario habló, pensando a su vez en aquellos padres que vio por última vez en la cama de un hospital. Se vio abandonado en el coche, pidiéndoles que se levantaran, que le hablaran, que le ayudaran. Se quedó horas junto a ellos, gritando, que no lo dejaran solo... Y solo había estado durante horas... Llegó una camioneta con luces rojas y sonidos agudos. Lo llevaron al hospital con una manta sobre los hombros y estuvo solo de nuevo. Solo y llorando, hasta que Aioros llegó...

-Estoy de acuerdo pero, no me refería a eso. –tres cabecitas se giraron al mismo tiempo, fijando sus miradas en el virgo-. ¿Qué pasa si nosotros morimos? -todos volvieron a sus posiciones reflexionando en la pregunta-. No habría caballeros suficientes para proteger a la niña...

-Yo no soy un caballero y no me importa no serlo. Puedo pelear como cualquiera de ustedes y apuesto a que hay muchos en el mundo como yo... –dijo algo sentido Aioria por la mención de "caballeros". Odiaba ese término, esa palabra que lo alejaba de todo lo que ocurría a su alrededor. Todo era místico y especial... menos él.

-Te equivocas. Sólo hay doce caballeros dorados y tú has visto cómo nos han encontrado. Nacimos para esto, sólo nosotros podemos hacer frente a lo que viene. Podrás pelear como nosotros físicamente hablando, pero eso es porque como bien has dicho... sólo somos unos niños. Habrá cosas que tú no podrás hacer... o despertar... –dijo muy sereno el rubio, lo cual no restaba cierta arrogancia a sus palabras.

Lo que ocurrió después fue muy rápido y difícil de explicar. Al escuchar el "hacer frente a lo que viene", Mu se giró y miró a su amigo sorprendido. Como siempre, podía confiar en que podía hablar con Shaka... comprendía y veía lo mismo que él. Pero hubo más reacciones. Aioria, furioso por lo que el rubio había dicho (cierto o no) se levantó de golpe y se le hubiera ido encima al virgo si no hubiera sido por el niño Aries que, agradecería siempre, ponía ya atención a la conversación y vio venir la rabia del hermano de Aioros.

El pequeño carnero se tele transportó frente a Shaka, dándole la espalda a este, que aún seguía recostado en el pasto. Aioria se detuvo sorprendido al ver a Mu impidiéndole el paso hacia la silueta del rubio que, viendo ya a Mu y Aioria, se puso de pie.

-¡Muévete Mu! -exigió el moreno.

-No me moveré Aioria... –el carnero bajó la cabeza y cerró los ojos avergonzado.

Ninguno de los dos se imaginaba que en algunos años la situación se repetiría, pero en trágicas condiciones. El hermano de Aioros le exigiría al caballero de Aries que le permitiera pasar para abrirse el camino y llegar a tiempo con el caballero de Virgo, sólo que esa vez para auxiliarle... y el caballero de Aries se negaría, no se movería y no le dejaría pasar...

Pero ahora eran sólo unos niños, un par de niños peleando por una tontería, no por sus vidas o por la vida de Shaka...

Camus y Milo, al notar lo que estaba ocurriendo, se pusieron de pie. El niño de ojos turquesas se acercó a Aioria y comenzó a tratar de regresarle cierta tranquilidad y calma.

-Vamos Aioria, ya sabes cómo es Shaka... –lo jaló del brazo tratando de alejarlo del carnero y del virgo-. No lo dijo con mala intención.

-¡Ya estoy harto de todos ustedes! -dijo, luciendo en sus ojos un brillo que delataba las ganas que tenía de echarse a llorar-. ¡Siempre lo disculpan! Nunca nada es su culpa y nunca nada es su intención hacer. –suspiro y añadió en un susurro para él mismo, pero que fue escuchado por todos-. No importa lo que haga o diga, a quien lastime o a quien insulte... y mucho menos cuando soy... yo.

Se soltó del agarre del pequeño escorpión y ya iba cinco pasos lejos cuando se escuchó de nuevo la voz de Shaka- La verdad no debería lastimarte, y mucho menos quien te habla con ella.

Instintivamente Mu dio unos pasos atrás protegiendo más de cerca al virgo. Pero Aioria no se volvió. Como siempre, el rubio se las ingeniaba para hacerle llorar con sus palabras o su proceder... Avergonzado por las lagrimas que delataban su dolor, no quiso girarse y se marchó de aquel lugar.

Se dio un breve silencio en el que todos los presentes (exceptuando a cierto niño excéntrico...) se sintieron mal consigo mismos. Lo que Aioria había dicho era cierto, todos siempre protegían al virgo. Y es que, estaban tan acostumbrados a lo que decía, hacía o pensaba que lo veían como algo natural...

-He decidido que no puedo morir. -anunció Shaka.

Todos, incluido Mu, se le quedaron viendo incrédulos.

-¿Qué haremos con lo de Aioria? -preguntó Camus, ignorando la afirmación de Shaka que en esos momentos calificaba de intrascendente e improbable...

Milo y Mu se quedaron pensativos, tratando de idear algo que reanimara a Aioria y disculpara el comportamiento de todos (incluido el rubio aunque no quisiera...). Pero se vieron interrumpidos:

-Ustedes también deberían pensar en lo que dije. Ninguno de nosotros puede morir.

-¿No acabas de ver lo que has provocado! -el pequeño escorpión estalló-. Seguramente has hecho llorar a Aioria y no dices nada de ello... ¿No te importa acaso? -preguntó Milo, horrorizado por la falta de interés que el virgo mostraba hacia el hecho de haber sido cruel con el moreno de ojos verdes.

-No le dije nada fuera de la realidad, ni hiriente. No le dije que fuera feo o gordo, o que fuera un tonto sin cerebro... –se excusó el rubio-. Sólo le dije la verdad y de buena manera.

-Pero tú sabías bien antes de que se lo dijeras, que eso lo iba a lastimar. Sabes como se pone a la mención de NUESTRO "papel"... Lo dejas fuera constantemente y no tienes por qué hacerlo. –dijo Camus, tomando el lado de Milo y Aioria. Él también se había sentido culpable al escuchar lo que este último había dicho.

-Él estaba equivocado. Yo sólo lo corregí. Y lo que dije es cierto, así que no me arrepiento. –Shaka habló como un típico niño chiflado y buscó apoyo en Mu, pero este bajó la cabeza y guardó silencio.

-Como quieras... –Milo le dio la espalda y se marchó en otra dirección, siendo momentos después seguido por Camus.


El mosaico gris brillaba y el Patriarca, sentado en su trono, le miraba hipnotizado. El calor de Grecia acompañado de cerca con una sensación de cansancio e impotencia le tenían fijo en su asiento. Se encontraba reflexionando en ciertas cavilaciones de vital importancia, cavilaciones que le daban pánico.

Sintió una gota de sudor deslizándose por su barbilla y deslizó su mano para retirarla, pero sus yemas se encontraron con la superficie de aquella horrible máscara que no debía retirar. Todavía no se acostumbraba a ella y sabía que no podría hacerlo jamás. Se sentía como un preso tras los barrotes...

Miró por fin hacia el frente y divisó a su hermano, Arles, que venía caminando hacia él.

-¿Me has llamado?

-Te he llamado Arles.

El hombre de cabellos grises apoyó una rodilla en el suelo.

-¿En qué puedo servirte?

Shion sonrió indicándole así que se pusiera de pie, pero algo tarde recordó que su hermano no podía ver ni una sola parte de su rostro.

-Hazme el favor de ponerte en pie hermano.

Arles fue ahora quien elevó la comisura de sus labios y dejó escapar una pequeña sonrisa. Se puso de pie y siguió algo curioso a Shion, que caminaba ya hacia un ventanal. Ambos guardaron silencio durante un buen rato, mirando las doce casas zodiacales que la vista mostraba.

-Faltan los guardianes de Tauro, Cáncer, Leo y Piscis. –la mirada del patriarca seguía fija en las doce casas-. El caballero de Libra se encuentra en los Cinco Picos de China, -hizo una pausa en la cual recordó con alegría a su antiguo compañero de armas-, y de los siete muchachos que hemos encontrado, sólo dos han conseguido la armadura... –añadió con amargura.

-No deberías decirlo en ese tono Shion... sólo lograrás amargarte.

-¿No te preocupa acaso nuestra situación?

-Claro que me preocupa, pero no puedo ir y regalarles las armaduras a los niños. Porque eso son hermano: niños. –suspiró-. Es una suerte que Saga ya haya conseguido la armadura, y que en la noche bendita en la cual nuestra Señora llegó, Aioros también haya conseguido la suya.

-Pero siguen siendo sólo dos armaduras. Estoy preocupado por lo que hemos estado vislumbrando del futuro...

-No son sólo dos, tenemos la de Dohko y la tuya.

-Yo ya no puedo portar la armadura de Aries. Al convertirme en Patriarca, abdiqué.

-Pero..

-Es un "trámite" para este puesto Arles. Así se asegura que la armadura tenga un dueño seguro.

-Entiendo. –el de cabellos grises bajó la mirada.

-A nuestros pies tenemos docenas de problemas... y es el momento de hablarlos, discutirlos y decidir. –habló muy serio Shion.

-Estoy de acuerdo.

El patriarca asintió y se dirigió de nuevo hacia su trono. Se sentó y esperó a que Arles se colocara frente a él.

-Athena necesita más caballeros para su protección, no hay suficientes.

-Cierto. –confirmó el hermano del antiguo caballero de Aries.

-No podemos presionar a las estrellas para que encuentren al resto de los caballeros dorados y mucho menos podemos obligar a las armaduras a vestir a los aspirantes, ellos deben merecerlas y ganarlas.

-Cierto. –confirmó de nuevo.

-Creo que es momento de reclutar y preparar a los caballeros de plata y bronce. –dijo con voz grave Shion.

-¡Qué!

-Lo que oíste. La señora necesita más caballeros.

-Pensé que esperaríamos a encontrar a todos los caballeros dorados, que habíamos acordado dejar ese asunto por la paz.

-Sí, y ahora lo estoy retomando.

-Shion...

-¡Es necesario! Sabes que no estaré yo para cuidarla... y tú tampoco. –giró su cabeza y enfocó de nuevo la mirada al ventanal-. Algo va a ocurrir, y ese algo nos arrastrará a ambos.

-No debes confiar sólo en estos presentimientos y señales. Es improbable que...

-No es así... –murmuró tristemente el de cabellos verdes.

-¿Qué dices? -preguntó asustado Arles.

-No es así... –dijo esta vez más fuerte-. No son sólo señales o presentimientos como has dicho. –una lagrima invisible para quien mirara, cruzó el rostro del patriarca-. He tenido visiones, que me han atormentado desde hace años. –hizo una larga pausa-. Una constelación brilla y yo la sigo, buscando al futuro portador de la armadura de ese grupo de estrellas. Y cuando lo encuentro, cuando lo miro... mis ojos ven imágenes del futuro, de ese joven...

-¿Qué... qué es lo que has visto?

-Fue desde el primer momento, desde el primer instante en el que todo esto empezó...

-¿Aioros...

Shion asintió débilmente y habló, con un tono tan triste, que su hermano no pudo menos que sentirse igual. La niebla había caído sobre los ojos de aquellos dos hermanos y sólo les quedaba dar pasos en la oscuridad...

-Le vi... se veía justo como ahora, con aquella banda roja que utiliza, colgándole sobre la frente a punto de caerse y sangraba... sangraba tanto. –la voz del patriarca se rompió por unos instantes, recordando la imagen agonizante de aquel al que quería como un hijo-. No había sonrisa en sus labios, que estaban rotos... no portaba camisa y pude ver heridas en su tórax... heridas profundas. Sus ojos luchaban por permanecer abiertos y su rostro era una máscara de dolor. Sufría... –su mano izquierda se cerró formando un puño, que dio un fuerte golpe al respaldo que le sostenía-. Y no sólo eso... en sus brazos sostenía un manto blanco que ocultaba a un bebé, una niña...

-No...

-Los cabellos de la niña eran... eran cortos y lilas... Yo he visto a Athena, Arles, y sus cabellos son, iguales. Ella es el bebé que Aioros sostiene...

-No puede ser cierto...

-Cada día que ha pasado desde entonces viene a mi mente LA pregunta. –y ya no fue una sola lágrima invisible, fueron muchas más las que brotaban de aquellos ojos ocultos-. ¿Cómo pude permitir que aquello pasara¿Dónde estaba yo para auxiliar a Aioros¿DÓNDE¿QUÉ RAYOS ESTABA HACIENDO? -hizo una pausa en la cual retomó el aliento e intentó tranquilizarse-. Yo procuraría estar ahí, yo lo impediría, yo... yo nunca hubiera permitido que Athena estuviera en brazos de Aioros. Debiera haber sido YO quien sostuviera a la niña y la protegiera... ¿POR QUÉ ÉL? -el patriarca ocultó la visión de la máscara que portaba al sostener su cabeza con ambos brazos-. Y, tristemente, llego a la conclusión de que, yo no estuve ahí... ¡Yo no pude estar ahí! Aioros tomó mi lugar porque, -guardó silencio-, yo... yo ya no estaba... ni ahí, ni aquí, ni allá. –miró al frente-. Yo ya no estaba en ningún lugar... porque morí.

Arles lloraba...


-Me lo imaginaba. No la has visto¿cierto? -Kanon esbozó una sonrisa de burla que provocó a su hermano.

-No, no la he visto. –dijo algo enojado, para después dar unos pasos hacia algún lugar lejano, donde no tendría que escuchar a dos voces a la vez... Le daba dolores de cabeza aquello.

-Seguramente Aioros ya vio a la niña. Ya sabes como es el patriarca...

Saga se volvió sobre sus pasos.

-¿Qué has querido decir con eso?

-Pues, exactamente lo que dije. Y no me vas a decir que estoy mintiendo. Ese viejo siempre ha preferido a Aioros sobre ti, -hizo una pausa, en la que se detuvo a observar el rostro de Saga, buscando una reacción pero su hermano era tan hermético como él y no la notó-, y sobre todos. –dijo con resentimiento.

-Ese viejo, como tú le dices, es el hombre que nos sacó de un basurero, que nos ha dado ALGO a lo que aspirar y que nunca ha hecho el menor movimiento para separarnos. Nómbrale con el respeto que se merece. –Saga miró fríamente a su hermano.

Kanon se sintió como un niño regañado, como un niño que acababa de decir algo muy malo. Y lo odiaba, odiaba eso. Odiaba que Saga lo tratara como si fuera alguien inferior. ¡Eran iguales (en todos los aspectos...)! No tenía porque tratarlo de esa forma, ni darle instrucciones. Además, él, Kanon, podía hacer lo que se le viniera en gana. Y si quería decirle viejo o estúpido a Shion, lo haría.

-Ese viejo, como YO escojo llamarle, es el hombre que nos sacó de un basurero para meternos a otro, que te ha dado ALGO a lo que aspirar a ti, NO A MI, y que siempre ha hecho todo lo que ha estado a su alcance para despreciarme.

"Bonita escena ha montado tu hermano. Deberían darle un premio por su actuación."

"¿Actuación?"

"Lo que has visto es sólo el inicio del peligro que él representa."

"Cállate. He escuchado suficiente de ti sobre esto."

"¿Y por qué no has hecho nada entonces?"

"¿Hacer¿¡Hacer qué!"

"Ponerle en su lugar. Tú eres un caballero, cuentas con tu armadura y él viene a retarte cada vez que tiene la oportunidad. No deberías permitirlo."

"Él es mi..."

"... ¿Tú hermano¿Y qué¿Acaso, eso le da derecho de pasar por arriba de tu autoridad y hablar de tu superior como si no lo escucharas?"

"No, pero..."

"Tiene que aprender una lección y ¿quién mejor que tú para dársela? Podríamos tomar su cabeza y azotarla contra la pared; mirar como la sangre se derrama con cada impacto y como esos cabellos azules se tiñen de rojo..."

"¡CALLATE!"

"Me callaré cuando zanjes este problema y cuando cumplas con lo que te he indicado."

"No pienso subir a Star Hill. Está prohibido, el patriarca me lo dijo. Sólo él puede subir ahí."

"Entonces, sigue escuchando mi canción:

Dos hermanos, juntos estaban

Hasta que uno pereció

El otro vivía y feliz se encontraba

Pues su carga desapareció

Por las noches lamentos y gritos se oían

Pues el alma de aquel joven sufría

Por las mañanas él soñaba y cantaba

Pues el alma de aquel joven descansaba

Un buen día, el joven subió a una ladera

Y su destino halló

Pues el cuerpo de su hermano encontró

Se dice que el joven enloqueció

Pues la cabeza del muerto no pudo hallar

Desmembrado y desfigurado estaba..

-¡SAGA! -gritó Kanon extrañado por el comportamiento de su hermano.

El aludido sostenía una roca en su mano derecha y se encontraba frente a una pared. Escuchó como algo tenue caía al suelo y dirigió sus pupilas hacia abajo. Encontró pedazos de roca deslizándose de su mano al suelo y comprendió horrorizado, que había tomado aquella roca entre sus manos y la había azotado contra la pared infinidad de veces hasta... ¿recuperar el conocimiento?

Horrorizado por lo recién hecho y asustado por lo que pudo haber hecho, le dio la espalda a su hermano y se marchó de allí, mientras la voz de sus adentros reía satisfecha a carcajadas...

Kanon se mantuvo fijo en el suelo que sus pies tocaban. Había visto absolutamente todo y no entendía... Fue su imaginación o¿el cabello de su hermano había cambiado un poco de tonalidad? Y¿por qué golpeó, con tanto vicio, a aquella roca contra la pared?

-Interesante... –fue la palabra que el viento arrancó de los labios del menor de los gemelos...


CONTINUARA...

() "sonsacó", para quienes no entiendan este término, esa palabra quiere decir mas o menos, que ehh... alborotó, convenció, influenció...

Bueno, eso ha sido todo... Me disculpo de nuevo por la demora. Unas gracias muy grandes a quienes me han seguido y a quienes, todavía, me seguirán.

Pd1) NO, no olvidé que Milo estaba enfermo y que Camus comienza a enfriar cosas.

Pd2) NO, no olvidé que el capítulo anterior lo dejé con la constelación de sagitario brillando... (o sea que Aioros consiguió armadura...)

Pd3) NO, no olvidé que Mu y Shaka están algo distanciados...

Una última referencia a los "Pd's". No me gusta explicarme claramente (jojo) en los capítulos. Es decir, aclarar dudas vilmente ahí... con preguntas obvias o cosas así. Las conversaciones fluyen y ahí descubriremos algunas cosas. En el próximo capítulo aclararé o hablaré de los asuntos mencionados en los "Pd's".

Un beso y un abrazo muy grande a todos :)

Aurora