TRES DESEOS: NOTAS DE AUTOR

Disclaimer no me pertenece nada ningún personaje, aunque no me importaría quedarme con Ryoga y su adorable colmillito... o con Mousse, previa compra de lentillas de 20 dioptrías... o con Kuno, cuando no se comporta como un hentai... o con...

Warning esta historia contiene yaoi(relación amorosa hombre/hombre), muy ligero, poco ofensivo, apenas si se aprecia. Pero si rechazas este género, o te da asco... ¿qué haces aquí? En serio, luego no vengan con que no lo sabían y pidiéndome daños morales... Mi seguro médico no cubre daños mentales irreversibles a terceros...

TRES DESEOS

Ranma se sentó, con las piernas cruzadas, y apoyó uno de sus codos en una rodilla, al tiempo que reposaba su cabeza sobre esa mano. Decidió ignorar por el momento el hecho de que no estaba realmente sentado sobre nada, sino que más bien flotaba en éter. Desconcertante. Además, esta decisión era importante. Mucho. Probablemente la decisión más importante que había tenido que tomar nunca y quería hacerlo bien. Sólo hay una oportunidad, se recordó a sí mismo. Tres deseos. Hay que tener cuidado de no decir nada por el estilo de 'deseo tener un poco de tiempo para pensarlo', porque esas cosas también cuentan. Tres. Sólo tres.

Pero hay tantas cosas que Ranma querría hacer… Según las reglas, sus defectos deberían afectar solamente a una persona, nada de frases del estilo 'deseo que toda mi familia sea feliz'. Oh¿y 'que sea feliz'? Tampoco vale.

Primero… ¿Qué podría pedir en primer lugar?

Su padre. Genma no era el padre del año, no. Pero pediría por él. Que dejara de ser un panda y que dejara de humillarle públicamente, que fuera un padre un poco más normal. No demasiado normal, porque nadie remotamente cuerdo podría convivir con el circo que es su vida, pero en fin.

Después, pediría por Akane. Su dulce Akane. No era su culpa estar tan enfadada. Al fin y al cabo, nadie la había enseñado cómo controlar un poco sus emociones, como encauzarlas. Al morir su madre, Soun… bueno, pasó a ser un llorón y un poco… bueno. Digamos que inútil emocionalmente. Kasumi simplemente ignora (o hace como que ignora) las cosas que no le gustan, para mantenerse siempre se tan buen humor. Nabiki simplemente no muestra sentimientos, excepto aburrimiento y avaricia. Y Akane… Akane está completamente perdida y no sabe nunca cómo actuar.

Sí, pediría por Akane. Ranma adoraba a Akane. La quería con locura, y lo daría todo porque ella fuera feliz. Sin embargo, y por más que lo intentaba, no podía quererla de la manera que ella deseaba. Simplemente, no podía enamorarse. Y no es que no lo intentara, no. Es que su corazón… ya estaba tomado. Había sido tan lentamente que no lo había notado hasta que un día sus sentimientos le golpearon violentamente en mitad de una pelea, y desde entonces… Bueno. Akane. Que se 'desenamorara' de él. Akane merecía a un buen hombre que la apreciara y la quisiera y cocinara para ella, que le hiciera regalos y le recordara lo guapa que es todos los días. Que la sacara en citas y no tuviera que enfrentarse con un travesti y la locura que es su vida. Su segundo deseo sería apra Akane.

En cuanto al último… Tantas posibilidades. Estaba curar a Mousse, a Shampoo, a Ryoga, a todo el mundo con una maldición de Jushenko. Estaba que Tofu se atreviera al fin a tratar de sacar Kasumi en una cita. Podría pedir que Kuno y Kodachi se volvieran cuerdos. Podría pedir que Nabiki fuera rica, que su madre olvidara aquél estúpido pacto.

Debería pedir que su maldición se rompiera. Volver a ser un hombre todo el tiempo.

Sí.

En ese momento, pudo oír la voz de Ryoga, que sonaba muy lejana, casi inaudible, y se inclinó hacia delante en un fútil intento por oírle mejor.

– ¡Ranma, despierta, Ranma, no te mueras, pedazo de imbécil¡Despierta¡Vas a dejar a quién sabe cuántas viudas¡Y te tengo que matar yo! - por su voz se notaba que estaba llorando, detrás oía la voz de su padre, que luchaba por contener las lágrimas.

Pero estaban muy lejos, no podía verles. Ya no regresaría con ellos. Probablemente.

Ryoga, su voz expresaba mucho dolor. Él no quería ver sufrir nunca más a Ryoga. No por él, al menos.

Además¿qué sentido tenía pedir volver a ser hombre si iba a morir de todas maneras? Estúpida manera de gastar un deseo perfectamente válido. Mejor pedir algo por alguien que realmente fuera a vivir el tiempo necesario para disfrutar de ello¿no?

Miró a la bella mujer vestida de sacerdotisa medieval japonesa que tenía delante y le comunicó, al fin:

– Ya tengo escogidos los tres deseos. –afirmó un poco tembloroso.

– ¿Cuál es el primero? – La mirada era compasiva, como si ella supiera lo que Ranma había agonizado ante la decisión.

– Mi primer deseo es para mi padre. Que se invierta su maldición y que deje de humillarme. Básicamente, que todas sus neuras, obsesiones y traumas personales pierdan relevancia.

– Buen deseo. Sobre todo para tu padre. ¿Y el segundo?

– Mi segundo deseo es para la única prometida que reconozco tener oficialmente, Akane Tendo. Deseo que ella me deje de amar, me vea simplemente como a un amigo, para que pueda volverse a enamorar de alguien que la pueda querer como se merece y pueda ser feliz. Yo no puedo darle eso. Se merece algo mejor que yo.

– ¿Y el postrer deseo? Personalmente, creo que deberías reservar este para ti. – Ranma frunció el ceño. ¿Para él? Si. ¿Por qué no?

– Lo haré.

"¡Ranma, despierta, travesti pervertido!" La voz de Ryoga se oyó lejana, y Ranma entonces formuló su último deseo, sin vacilar, sabiendo que nunca se arrepentiría de hacerlo.

– Deseo que la maldición de Ryoga se invierta, al fin y al cabo, yo sigo siendo humano, pero ser un cerdito… y también su pésimo sentido de la orientación, que siempre pueda encontrar el camino de regreso… a casa. Básicamente, que toda maldición sobre Ryoga sea levantada. – Concluyó con voz firme y decidida.

– Ya han sido formulados y concedidos los tres deseos. Ahora debes continuar tu camino. – La sacerdotisa le informó, deslizándose a través del aire (¿volando?) hacía él y posicionando su mano sobre el pecho de Ranma. Su mano pareció acariciar la desnuda piel sobre el corazón, y Ranma combatió la instintiva reacción, no echándose para atrás, recordándose que no, la sacerdotisa no estaba intentando meterle mano. Um… Pezón?

– Bien. – Ranma se puso en pie y miró a la sacerdotisa, mientras la mano de ella se deslizaba hacia debajo, recorriendo su estómago, hasta que finalmente rompió el contacto. La piel de Ranma se sentía especialmente cálida por donde sus manos había pasado, y era como si una pequeña corriente eléctrica, cosquilleante, recorriera su piel. – Gracias.

– Por el contrario, gracias a ti, es la primera vez que se me solicitan deseos para otros. Eso demuestra el alcance de tu bondad y nobleza. Te recordaré siempre, Ranma Saotome. Como última gracia, y debido al hecho de que tu gesto me ha conmovido, te permitiré regresar a la vida, para que puedas disfrutar de los efectos de tus tres deseos.

– ¡Gracias! – pero no pudo seguir agradeciendo, porque entonces comenzaron a ser envueltos por una luz y Ranma perdió el conocimiento.

Cuando se despertó, estaba tumbado en el suelo, sostenido por Ryoga y su padre, que a la sazón le daban ya por muerto y lloraban (sin pudor alguno) desconsolados. Esperó un poco para que la mayor parte del pico de dolor pasara y pudiera controlarse un poco, y abrió los ojos un poco, cerrándolos inmediatamente cuando la luz le hirió. Sonrió ligeramente.

– Sois unos llorones – les espetó a sus compañeros de viaje, todavía con los ojos cerrados.

– ¡Imbécil¡Subnormal¡Engreído patán idiota! – Ryoga le arreó una fuerte bofetada, y se puso en pie, dejándole caer al suelo, todo su cuerpo temblando con furia y emoción contenida, pareciendo que fuera a explotar de un momento a otro.

– ¡Ouch!

– Hijo mío, me has decepcionado.

– Sí, bueno, y qué más. – respondió con un tono orgulloso, mientras trataba inútilmente de ponerse en pie. El mundo entero daba vueltas y oscilaba peligrosamente. ¿No sería mejor su cabeza?

– ¿Y qué te ha pasado? – SU padre le increpó.

– Nada.

– ¡No vuelvas a hacer eso¿Me entendiste? – Ryoga estaba furioso, gritaba y hacía volar todas las rocas que se encontraba, y como estaban en lo alto de una escarpada cima, la montaña entera corría peligro de vaporizarse, con ellos arriba y todo. Ranma sonrió más ampliamente, lo que sólo hizo que Ryoga se enfadara más.

– ¿Y has pedido los deseos? – Genma continuó presionando.

– Digamos que sí.

– Seguro que has sido un egoísta y no has pensado en tu pobre padre. – Genma recriminando a su hijo, como siempre.

– ¡Déjame en paz! – Ranma espetó. Todo le daba vueltas, estaba cansado, le dolía todo, tenía naúseas y mareos, estaba hambriento y sospechaba que necesitaba una infusión de sangre.

Perdió el conocimiento.

Unos días después, de vuelta a Nerima… En el aeropuerto.

Ryoga fue hacia donde las maletas y volvió con ellas. Ranma sonrió de una forma bastante maníaca al verle tornar, sin perderse, sin dudar en el camino.

– ¿Se puede saber de qué te ríes?

– Nada, sólo pensaba en que no te has perdido por el aeropuerto, cuando partimos hacia China, tardamos dos días en encontrarte ¡y no habías salido de la tienda!

– ¿Y qué? Alguna vez tendría que empezar a no perderme¿no? – Ryoga preguntó defensivamente.

– ¡Ranma! – Shampoo estranguló a Ranma en un fuerte abrazo, a Akane se le puso la expresión típica de "esta-me-la-pagarás-caro-tonto-pervertido". Nabiki miraba al grupo con desinterés, mientras Kasumi sonreía y preguntaba si tenían hambre, seguro que no habían comido bien, con lo del viaje y todo eso…

Happosai no había venido, gracias a Dios, pero en cambio, todas las prometidas de Ranma, sí. Y Ranma estaba más que agobiado. Sólo quería que le dejaran en paz. El nivel de ruido continuó aumentando cuando Mousse llegó, y se puso a atacarle por tratar de robarle a Shampoo, y Akane a gritarle que era un pervertido, mientras que Ukyo y Shampoo trataban de meterle mano.

Kasumi se dio cuenta de que Ranma parecía un poco cansado, como para soportar a tanta gente gritándole, queriendo pegarle, abrazándole, estrujándole e insultándole, todos al mismo tiempo.

– Muchas gracias a todos por venir. Pero acaban de regresar de un largo viaje a China y necesitan descansar. ¿Podríais venir a verles mañana?

El resto miraron a Kaumi, imposible negarle nada cuando ella te lo pedía, porque pedía muy poquitas cosas, realmente.

Se fueron en silencio.

– Gracias Kasumi, yo nunca hubiera logrado librarme de todos ellos. – Ojos muy cansados, y enrojecidos por la falta de sueño, el dolor, la medicación y la tensión, se enfocaron hacia ella agradecidos.

– No te preocupes Ranma. No las merecen. Yo también me estaba empezando a agobiar. Jiji – rió tímidamente y caminaron todos hasta la casa, en silencio. Kaumi entendía la necesidad de Ranma de que hubiera silencio. Nunca había reparado en cuanto ruido había alrededor de Ranma hasta el momento en que éste se fue y todo el mundo dejó de pasar por la casa.

Una vez llegaron, y Kasumi les hubo convencido para tomar algo, darse un relajado baño, y ordenar las cosas de las maletas, Ryoga se preparó para despedirse, argumentando que se estaba haciendo tarde.

– ¡Hibiki! – la voz de Ranma se oyó desde arriba, desde su cuarto, donde se estaba dando un baño para relajarse. - ¿Por qué no te quedas esta noche? Mejor aquí que en una tienda de campaña ¿no?

Akane sonrió desde la puerta y le tomó la pesada mochila, que se le cayó al suelo, no esperaba que pesase tanto.

– No te molestes, Akane, ya la cojo yo. – Ryoga la levantó sin el más mínimo esfuerzo y le dedicó una amplia sonrisa.

– Ve a darte un baño tú también. Dentro de media hora para cenar y contarnos lo del viaje ¿vale?

Ryoga asintió y se dirigió al baño, donde estaba totalmente sumergido Ranma, en la bañera. Paró un segundo ante la vista. Ranma se veía cansado, a pesar de la cara de pura felicidad mientras él descasaba tumbado dentro de la vaporosa bañera, con los ojos cerrados y sus defensas mentales totalmente suprimidas por el momento. Se desvistió y se fue a meter, al fin y al cabo Ranma lo había visto desnudo muchas veces (recordad, cada vez que era un cerdito, la ropa se le caía, y Ranma lo convertía en hombre, pero sin la ropa puesta, claro, así que…)

En eso Ranma sacó la cabeza de dentro del agua caliente y descubrió a Ryoga.

– ¿QUÉ HACES AQUÍ!

– Tomar un baño¿tú qué crees?

– ¡Fuera! Ranma largó a Ryoga del baño, así que éste se quedó envuelto con una toalla en mitad del pasillo, confundido y muy embarazado de estar semi desnudo en mitad del corredor, hasta que Ranma salió y le dijo fríamente:

– Ya puedes entrar.

– ¿Qué te pasa ahora?

– Nada, necesitaba un poco de intimidad, para variar.

Ryoga puso un gesto de extrañeza y entró a lavarse. Ranma era raro. Había estado actuando raro desde que casi se muere, y había reaccionado de forma realmente extraña cuando por fin se levantó en el hospital. Sus pensamientos y reflexiones le acompañaron durante todo el baño, y suspiró decepcionado cuando el agua comenzó a enfriarse. Era hora de salir.

Estaba debatiendo entre gritar a Ranma para que le acercara su mochila, ya que él la había olvidado, o salir escurridizamente hacia ella, cuando Ranma apareció de la nada y le extendió un poco de ropa suya.

– Toma.

– Gracias, pero tengo mi ropa.

– Estaba sucia y rota por el largo viaje y le he pedido a Kasumi que te la lavara y remendara, hasta entonces, puedes ponerte la mía, te vendrá un poco justa de pecho, eres más corpulento, pero creo que te valdrá.

Ryoga miró la ropa y la cogió dubitativo. ¿Qué pretendía Ranma¿La ropa tenía algo? La examinó con cuidado, y finalmente la aceptó, tomándola de las manos de Ranma.

– Gracias.

Entró de nuevo al baño y salió vestido con unos vaqueros azul oscuro, de aspecto desgastado a propósito, que le marcaban muy bien, y una camisa negra, estaba muy atractivo.

– ¿Se me ve bien? – Preguntó. Se había acostumbrado tanto a sus ropas usuales que se sentía extraño con la áspera tela de los vaqueros. Sus pantalones era muy suaves, por tantos lavados.

Ranma le miró de arriba abajo y musitó:

– Sí. Nos esperan abajo.

– ¿Y la bandana?

– Toma esta en sustitución, la tuya también está lavándose. Daba un poco de asco la verdad. Acaso no las lavas?

Le extendió una cinta roja intensa, Ryoga la contempló unos segundos, dubitativo, pero al final se la puso.

Bajaron abajo, donde ya estaba Genma. Nabiki le dirigió una mirada a Ryoga y silbó por lo bajo.

– ¡Fiuuuu! Estás mejor así, Hibiki, mucho mejor.

Ryoga se puso incandescente, no se distinguía la bandana del resto de su cara. Se sentó a la mesa.

– Gra-gracias, Nabiki Tendo.

– ¿Me pueden decir qué ha ocurrido en el viaje? – Kasumi entró en ese momento con una enorme fuente de comida para los tres viajeros.

– Nada, que mi hijo Ranma se murió y luego resucitó.

– ¿Qué?

–No es nada de lo que preocuparse, Kasumi. – la tranquilizó Ranma, el resto no parecían ni remotamente afectados.

– ¿Y lo la leyenda de la miko de las cumbres, que concede 3 deseos cada 100 años, es cierto?

– No la vimos. Fue un viaje en balde. – Ryoga y Genma afirmaron, no molestándose en disimular su decepción. Tanto viaje y tanta pelea para nada.

– Sí, es cierto, me concedió tres deseos. – Ranma replicó conversacionalmente, a lo qur todas las cabezas se giraron para mirarle.

– ¿Y por qué no lo dijiste?

– No lo preguntasteis. – Sonrió para sí mismo ante las caras de furia y descrédito. Ooooh, sí.

– ¿Y ha tenido efecto? – Akane miró a Ranma y a Genma, pero a Ryoga no, creía que él había ido para entrenar y de paso ver si se podía hacer algo con su sentido de la orientación. Gracias a Dios, Ranma pensó para sí mismo, o Akane habría encontrado la forma de mantener a Ryoga como in cerdito incluso en agua caliente y Ryoga sería ahora mismo el ingrediente principal de uno de sus guisos.

– Ahora que lo dices, no lo sé, desde entonces no nos hemos bañado con agua fría. – respondió Genma. En ese momento cogió a Ryoga y a Ranma por el pecho de la camisa y los lanzó al lago.

– ¿Por qué tiras a Ryoga también? – Akane preguntó.

– Por nada, sólo para ver la cara que ponía, jejejeje – Genma de rascó la nuca disimulando.

En ese momento, del agua salieron dos cabezas. Una cabeza pelirroja se dirigió con la mirada en llamas a la mesa, agarró un jarro de agua fría y se lo lanzó a su padre por la cabeza.

Del lago salió un grito, y de debajo de la chica pelirroja otro.

– ¡ARGGGGGGGG¡SOY UN HOMBRE, SOY UN HOMBRE!

Ranma contempló a Ryoga con una sonrisa, la cara de felicidad del joven ex - eternamente perdido, mientras se palpaba todo el cuerpo con asombro, sin salir del lago. Genma hacía lo mismo.

En eso Kasumi hizo la pregunta que Ranma deseaba evitar a toda costa.

– Ranma-chan, dime¿por qué te has convertido en chica? – Sip, ahí estaba. La pregunta del millón de dólares. La pregunta que Ranma realmente no quería responder. Uh oh. Debería haber empezado aplanear mentiras dentro de su cabeza.

– Esto… yo… eran tres deseos…. –"Piensa en una excusa creíble, piensa" -Pedí dos deseos y el tercero fue… -"No digas que Akane se olvide de ti, y se enamore de otro, te matará su padre, y después lo hará ella, piensa Ranma, piensa"- fue volver a la vida, como estaba muerto… Pues pedí volver a la vida, pero no deshacer el hechizo. Y además ser mujer tiene sus ventajas, te invitan a helado y todo eso… JAJAJAJA – intentó parecer creíble, y lo consiguió, todos se creyeron la mentira. Afortunadamente.

– Eres un pervertido, Ranma. – Akane le contempló con furia.

– Mejor, te prefiero así que muerto. Me alegro tanto de que estés bien. – Kasumi lloraba un poco.

– Oye, pero, queda un deseo¿no? Tu padre, tu vida y…

– Ryoga ha recuperado parte del sentido de la orientación. – eso, una media-verdad. – No confiaba en que mi padre me llevara a un hospital, y conociendo a Ryoga, pasarían cerca de 3 semanas antes de que lograra salir del bosque, ni miento encontrar un hospital.

Ryoga desde el lago, trataba de disimular las lágrimas de emoción.

"¡Nunca más volveré a ser un cerdo. ¡Este es el mejor momento de mi vida!"

Tras dar muchas explicaciones sobre el viaje y todo lo demás, se fueron a dormir, Ryoga compartiría la habitación con Ranma y su padre, obviamente. Estaban acostados, mirando el techo débilmente iluminado por la luz de la luna que se filtraba por las ventanas abiertas, y todo estaba en silencio excepto por los ronquidos de Genma, unos metros para allá.

– Oye Ranma. – Ryoga susurró, no queriendo despertar a nadie.

– Sí Ryoga.

– Gracias, te debo un enorme favor.

– No te preocupes, ser cerdo es peor que ser chica, yo al menos soy humano cuando me transformo. – Ranma sonrió débilmente.

– Pero quiero preguntarte algo.

– Lo que quieras Ryoga, - musitó Ranma en un suspiro.

– ¿Cuál fue tu tercer deseo?

– No entiendo.

– Mentías cuando dijiste que volver a la vida. No lo niegues, podrás engañar al resto, pero no a mí.

– Bueno, digamos que el tercer deseo también fue para ti. De alguna manera.

– No entiendo.

– No importa, lo que importa ahora es que ya te puedes declarar a Akane, ya eres totalmente digno de ella, ella será muy feliz contigo, seguro, tú al menos la podrás amar como ella se merece, y la tratarás bien. Seguro que seréis muy felices juntos.

– ¿Qué dices? – Ryoga no acababa de entender bien. ¿Ranma renunciando voluntariamente a Akane¿Y en su favor? Las almas en el infierno deben estar practicando su técnica de ski, seguro.

– Que espero que Akane y tú seáis muy felices juntos. Os lo merecéis.

Ranma se giró a la pared, para que Ryoga no viera las lágrimas que corrían por sus mejillas, impúdicamente.

– ¿De qué estás habl-?

– Calla – Ranma le tapó la boca con la mano y se volvió a girar. – Tengo sueño. Y mañana será un laaaaargo día.

Ryoga se quedó preocupado, especialmente ante el extraño comportamiento de Ranma, pero una vez había visto en un programa de televisión que las personas que tenían experiencias cercanas a la muerte, o que habían muerto por un segundo, como un coma o un ataque al corazón, cambiaban radicalmente en ocasiones, y hacían cosas raras. Eso era probablemente lo que estaba molestando a Ranma. Al fin y al cabo, Ryoga había sentido su corazón pararse varias veces mientras lo intentaba reanimar con cuidado de no usar demasiada fuerza y romperle alguna costilla.

O tal vez el circo que era su vida le estaba empezando a afectar.

Finalmente Ryoga se durmió, con una sonrisa de felicidad, al recordar que tanto su sentido de la orientación como su maldición de Jushenko ya no existían.

Ranma, a un metro de distancia, miraba a Ryoga y la pequeña sonrisa en su cara. Era extraño no sentir esa aura de depresión y furia a su alrededor, pero era igualmente reconfortante.

Le deseó mucha felicidad en su nueva vida, ahora que podía para suficiente tiempo en un sitio como para tener una.

Al día siguiente, y durante las siguientes semanas, todo continuó como hasta entonces, las mujeres acosaban a Ranma – hombre, y algo similar a Ranma – mujer. Pero Ranma estaba algo más taciturno que de costumbre, todos le seguían malinterpretando, y él seguía ejecutando su papel de chico que molesta a todo el mundo. Además, se sentía ansioso todo el rato, como si estuviera malgastando su vida, y lo único que quería hacer era escapar y esconderse en algún rincón del mundo donde todos le dejaran en paz. Además, Ryoga, tras pasar unos breves días, había decidido ir a la montaña a entrenar, y de paso apreciar el paisaje ahora que realmente sabía dónde estaba.

Esa vez tardó tres meses, pero no porque se hubiera perdido, estaba asombrado de sí, mismo, ahora siempre sabía donde estaba, así que había ido a viajar un poco, por el placer de saber DONDE ponía los pies, donde quedaba el norte y el sur, y distinguir la derecha de la izquierda. Pero echaba de menos Nerima, y quería volver a luchar contra Ranma. Además, su dulce Akane seguía allí. Y Kasumi probablemente le invitaría a cenar.

La cocina de Kasumi. Mmmmmmmm.

Así que una mañana cogió sus cosas y se volvió a Nerima. Una vez allí, decidió pasear por el parque, conocer un poco mejor el lugar, y distraerse.

El parque estaba vacío, siendo día de colegio y lo suficientmente pronto como para que los niños no hubieran salido todavía. Así que le sorprendió oír unos sollozos.

Guiado por el suave sonido, llegó junto a una chica, sentada en un parque. Llevaba un vestido blanco que le quedaba un poco grande de hombros, y su pelo rojo brillaba cuando el sol reflejaba en él.

Se machacó a sí mismo por pensar en esas cosas. Él quería a Akane, y no debería pensar en el pelo de las demás mujeres.

Pero la chica estaba llorando. Él sabía de sentirse deprimido, y además, como la mayor parte de la raza masculina, no soportaba ver llorar a una chica, a pesar del hecho de que no sabía cómo calmarla. Se acercó sigilosamente y se colocó donde ella podía verle, si miraba de reojo, pero a una suficiente distancia como para no imponer. O para evitar un ataque, si fuera necesario. En Nerima, uno nunca sabe, y había visto suficientes veces a Shampoo, Ukia y Kodachi utilizar lágrimas para conseguir lo que querían que no deseaba arriesgarse.

Finalmente, y dado que ella no daba muestras de haberle visto, decidió hablarle bajito.

– Hola. Estooooo… ¿Estás bien¿Puedo ayudarte en algo? – Preguntó preocupado. Se acercó un poco a ella, y respiró aliviado cuando no hubo movimiento de ser atacado.

Iba a intentar volver a hablar cuando ella se giró rápidamente y le abrazó por la cintura, su rostro escondido en su pecho. Ryoga se quedó totalmente inmovilizado hasta que notó humedad en su camisa, justo donde la cara de la chica estaba. Se sonrojó lo más que pudo, y pensó en qué hacer para salir de ésta.

¿Cómo consolaba uno a una mujer? En las películas para chicas que Akane y sus hermanas preferían – y no había sido eso un shock, viendo a Nabiki gritarle a Leonardo di Caprio que la besara de una vez, pedazo de imbécil – el chico siempre abrazaba a la chica que lloraba. Por las caras de las tres hermanas (y sus aww¿no es tierno?), él suponía que eso era una buena cosa.

Realmente necesitaba haber pasado más tiempo con su familia, si películas romanticonas era su única referencia en cómo ofrecer consuelo.

Cautelosamente puso un brazo alrededor de los hombros de la chica. Muy cautelosamente, porque esto todavía era Nerima, y aquí las chicas eran más peligrosas que los artemarcialistas.

Ahora tocaba decir alguna tontería con el fin de calmarla un poco.

En las películas esa parte no estaba incluida, simplemente se veía al chico murmurar, nunca se oía lo que murmuraba.

– Sshhhh, calma, no pasa nada, puedes confiar en mí.

Bueno, no era Shakespeare, pero la chica tembló en sus brazos. ¿Era eso bueno o malo¿Iba a ser atacado?

La chica le abrazó más estrechamente, pero sin hacerle daño.

Eso era bueno, Ryoga decidió. No había amenazas, o golpes, o venenos.

La chica le trasmitía una sensación cálida, su cuerpo tembloroso dejaba filtrar el calor de su cuerpo hacia el suyo, en una sensación agradable.

Al cabo de un rato, la chica se empezó a calmar, separándose entonces del cuerpo del chico del colmillo.

– Gracias Ryoga, necesitaba desahogarme.

Ryoga paró. ¿Conocía él a alguna chica pelirroja? No, sólo la forma de mujer de Ranma. Pero a Ranma no se le vería en un vestido blanco, mucho menos llorando.

Miró hacia abajo y tomó con savidad la barbilla de la chica, levantando su cara para verla mejor.

– ¡Ranma!

– ¿Quién si no? – Ranma miró extrañada a Ryoga, - ¿No me has reconocido? – Ryoga miró hacia otro lado. No. Ahora que lo apreciaba, el chi era completamente Ranma, y ¿cómo había podido ignorarlo?

– No. ¿Qué haces vestido así¿Y tu trenza, tu ropa china y masculina? – y no, no estaba dándole un repaso, simplemente se estaba asegurando de que era Ranma, y no una impostora vestida de Ranma. Al fin y al cabo, existen tintes para el pelo. Y además, la situación era demasiado surrealista.

– Estamos en temporada de lluvias, lo más probable es que me moje con agua fría tres o cuatro veces hoy, así que me evito tener que ir reajustándome pantalones y camisa, para que no se me caigan. Es práctico. Y Kasumi me ha obligado.

Ryoga pensó que tenía sentido.

– Ahora dime qué te pasa. Nunca te he visto llorar.

– Nada, que tengo hoy el día un poco tonto. ¿No vas a obligarme a luchar ni nada? – trató de desviar la conversación hacia otro aspecto.

– No hasta que me cuentes qué te pasa.

– Nada, no me pasa nada, es sólo cansancio.

– Tú no te cansas Saotome, no me mientas. Soy tu amigo, puede contármelo.

Ranma suspiró. Ryoga no lo entendería, nadie le entendería nunca, le volverían a malinterpretar y acabarían peor que antes.

– No me iré ni te dejaré marcharte hasta que me lo cuentes.- Tenía a Ranma-chan fuertemente abrazada e inmovilizara para que no se escapara. A veces ser fuerte es bueno, musitó.

– Está bien. Pero no lo entenderás.

– Prueba.

– El mundo entero me odia.

– No lo entiendo. ¡Si tienes montones de prometidas!

– ¿Lo ves? Es inútil.

– Era broma, sigue.

– Estoy cansado de que me usen, me utilicen, me hagan sentir de menos, me desprecien e intenten matarme antes de preguntar. De que nadie me escuche, o tenga en cuenta mis sentimientos, de que me malinterpreten y no me dejen explicarme, de intentar ser amigo de todos y que me rechacen. Estoy harto, Sólo quiero que me dejen de prejuzgar.

Ryoga observó a su amigo largamente.

– Continúa.

– Ninguna de mis prometidas me quiere en realidad, no me quieren a mí, sólo ven un reflejo del Ranma que les gustaría que fuera. Shampoo no le da ninguna importancia al hecho de si soy feliz si me caso con ella o no, con tal de que a ella la haga feliz. Lo mismo Kodachi y Ukyo. Akane ni me soporta. De hecho, hemos roto nuestro compromiso. Tienes vía libre, como ya te dije. No hables, por favor. Mousse, Happosai, Cologne y el resto ni me pueden ver. Cuando intento hace un cumplido, Akane me lanza al lago, me disculpo, y Akane me lanza al lago, intento ser cortés al separarme de Ukyo y Shampoo, y me pegan Cologne y Mousse. Mi padre ni hablemos, además de que ya estoy cansado de que me persigan, para obligarme a casarme o para matarme por si acaso accedo. Nadie tiene en cuenta mis sentimientos, qué es lo que pienso, siento u opino, a quién amo de verdad. Nadie se da cuenta del daño que me hacen porque nadie me quiere realmente. Nadie se preocupa realmente por mí. ¿Ya estás contento?

Ranma volvió a sollozar.

Ryoga desasió de su abrazo a Ranma.

– Lo siento Ranma, yo soy el peor de todos, debes odiarme por no haber intentado entenderte nunca.

– No te puedo odiar, Ryoga, al igual que tampoco puedo odiar al resto, si tan sólo dejaran de pensar que todo lo hago con malas intenciones…

– Perdóname, por favor.

– Tú eres el único que de vez en cuando se preocupa por mí, no tienes por qué disculparte, Ryoga. Eres mi mejor amigo.

Ryoga se sintió mal, muy mal, Ranma sufriendo todo ese tiempo, y él tan ciego como para añadir más leña a su dolor.

– ¿Te vas a quedar mucho tiempo, Ryoga?

– Tal vez. ¿Quieres un helado? Invito yo.

Ranma le dedicó una sonrisa, secó su cara, y se puso en pie de un ágil salto.

– ¿A qué estás esperado? Helado!!

Ryoga sacudió su cabeza. Ranma tenía que ser bipolar a la fuerza.

– Un helado triple de chocolate con nata y sirope de caramelo. ¡Y un batido!

Ryoga sonrió. Ranma nunca le diría que no a un helado gigante. En ese momento, en la barra, dos chicos miraban muy poco disimuladamente a Ranma, y Ryoga se sintió incómodo.

– Ranma, entiendo que te vistas de chica. Pero… ¿era necesario acicalarte tanto?

– Kasumi me obligó. Te lo he dicho. Ahora, cuando salgo como mujer, me peina y decide que me pongo ella. Y no tengo otra que obedecerla, me hace chantaje con sus pastelillos de crema, esos que tienen azúcar glas por encima…

Ryoga sonrió. Mmm. Pastelillos de crema. Ya se le estaba haciendo la boca agua.

– ¿Me disculpas? voy al baño.

– Claro, ve, pero a la vuelta no esperes que tu helado siga ahí. – Ranma le dedicó una perfecta sonrisa y volvió a concentrarse en comer.

Ryoga, a la salida del baño, vio a Ranma rodeada de tres chicos que parecían muy fuertes, los había visto luchar en otro pueblo, Ranma-chan era fuerte, pero al estar en su cuerpo femenino, no podría fácilmente con los tres a la vez.

Ranma estaba muy incómodo, y trataba de quitárselos de encima educadamente.

– Por favor, me estáis poniendo nerviosa¿podríais iros? No deseo tener que destrozar la heladería de esta amable señora.

– No te preocupes, bomboncito, después se te pasarán los nervios.

Ryoga se puso furioso al descubrir las miradas libidinosas que le estaban dirigiendo a Ranma. ¡Nadie tenía derecho a hacerle sentir mal por el mero hecho de ser una mujer guapa! Ni a ella, aunque fuera un hombre, ni a ninguna otra mujer en el planeta (u hombre del planeta). Eso era de ser lo más bajo y lo más…

Se acercó con una expresión asesina en el rostro.

– ¿No han escuchado a la señorita? Váyanse.

– ¿Y tú quien eres?

Ryoga se paró. Si les decía que era un amigo, no le tomarían en serio.

– Ella está conmigo. ¿De acuerdo? Y al primer que le ponga la vista encima no vivirá para contarlo.

Ranma se puso súbitamente muy roja. Ryoga no sabía si de furia, de vergüenza, de rabia o de qué.

– Eso habrá que verlo.

– Lo veremos. Afuera.

– Ni hablar, no va a pegar aquí nadie, estos chicos se irán y tú y yo nos iremos a casa ya, hoy dormirás también en mi cuarto. Estoy seguro de que estos chicos podrán pagar a alguien para que lo haga. Dudo que consigan que alguna chica les haga caso, por supuesto, en vez de llamar a la policía.

Los otros la miraron con furia.

– La zorra tiene narices¿no?

Ranma se levantó rápidamente y aplicó su técnica de 100 puñetazos en un solo golpe, de manera que el chico cayó inconsciente. Los otros dos la miraron, congelados.

– Y yo soy la chica. Imaginaros lo que puede hacer mi guardaespaldas, entonces.

Agarraron al otro chico y se largaron con la cola entre las piernas.

Ranma sonrió triunfal y miró asesinamente a Ryoga. Una proeza, el hacerlo al mismo tiempo.

– No necesito que nadie me defienda.

– Lo sé, pero no tienes por qué luchar sólo siempre, yo estaré allí si me dejas.

Ranma aclaró su mirada. Ryoga estaba intentando ayudar. No estaba implicando que era débil, simplemente fue una reacción inconsciente. Atacan a alguien, debo proteger. Trató de calmar en su rabia y tranquilizó su voz. Ryoga se preocupaba por ella. Simplemente eso. Lo haría por cualquier otra chica o chico en la misma situación.

– Gracias Ryoga, eso ha significado mucho para mí.

– Me quedaré una temporada ¿de acuerdo? Así te podré ayudar con la legión de prometidas que tienes.

– No olvides a los babosos, tipo Kuno y éstos. – De esos sí que no le importaría que le librara, mira por dónde, pensó Ranma.

– No te preocupes, de esos me encargo yo. ¿Has visto la cara que han puesto cuando han creído que éramos novios? Jajaja, eso no se lo traga nadie.

– Es verdad, nadie creerá que estás conmigo. Jejeje. Pensarán que te doy pena o algo así.

Ryoga acarició la cabeza pelirroja de su amigo. ¿No sería más bien al revés? Ranma-chan era muy guapa, y Ranma-kun también… pero claro, diferentes. Tenía muchos admiradores de ambos sexos, además de sus tropecientas futuras esposas. Y él, bueno, nunca había conseguido gustarle a nadie…