Broken Family
By: Zoe Wittgenstein or "Witt"
Capítulo I:
La familia se quiebra
¿Cómo negarle la entrada a un nuevo miembro de la familia? Y mucho menos a alguien tan dulce como mi hermano. Al principio me sentí un poco extraño al recibir la noticia de la llegada de un bebé, sentí un poco de celos al pensar que tendría que compartir el cariño de mis padres, pero mi abuela, a pesar de ser tan despistada y descuidada me dio un consejo muy importante que comprendí a pesar de mi corta edad: "Será una gran responsabilidad para ti —dijo con una voz tierna —, en cuanto llegue a casa te convertirás en su hermano mayor, deberás cuidar de su bienestar y seguridad, pero no pongas esa cara triste —comentó al ver mi rostro lleno de preocupación —, no es tan difícil como parece, además tendrás en él un compañero, un buen amigo, quizá el mejor de todos Matt".
Justo en ese momento, mi madre y mi padre entraron por la puerta del apartamento, habían regresado del hospital. Mi padre abrazaba por la cintura a mi madre, quien entre sus brazos traía un bulto envuelto con una pequeña manta de color azul.
—Matt —dijo mi madre con una dulce sonrisa en el rostro mientras se aproximaba a mí y se hincaba en el suelo —, te presento a tu pequeño hermano, Takeru, Tk Ishida —mi madre apartó la cobija del rostro de mi pequeño hermano.
Tk dormía profundamente, seguro el viaje del hospital a casa lo había fatigado bastante, luego dio un pequeño bostezo y me hizo sonreír inconscientemente.
—Matt —llamó mi atención mi papá —, Tk te ha traído un regalo —sonrió mientras sacaba de su bolsillo una caja envuelta con un papel plateado y un moño azul.
Abrí aquel paquete con gran emoción y me sorprendí mucho al darme cuenta de que se trataba de una harmónica. Llevaba varias semanas insistiéndoles a mis papás que me compraran una y por fin la recibí aquel día tan especial.
No piensen que realmente Tk la había traído para mí, el hecho es que una vecina del apartamento, le contó a mi mamá que había visto en televisión que, para evitar los celos de hijo único al recibir un nuevo miembro en la familia, era un buen detalle simular que el bebé le traía un regalo a su hermano mayor. Así se anularían los rencores y existiría una buena relación entre ambos hermanos. Superstición o coincidencia, funcionó.
En ese momento una sonrisa se dibujó en mi rostro, supe entonces, mi hermano sería un gran amigo, sería mi compañero de juegos, no me robaría el cariño de mis padres, sino que lo compartiría con él. A decir verdad no hubiera sido necesario que Tk "comprara" mi cariño con un regalo, después de todo yo lo adoré desde el primer momento en que lo vi. Ayudaba a mi madre a cuidarlo cuando ella se encontraba en la cocina preparando su biberón. Incluso, cuando lloraba mucho, yo tocaba mi harmónica, mi melodía lo calmaba y lo hacía dormir con tranquilidad; ni siquiera los arrullos y cantos de mi mamá lograban calmarlo tanto como mi habilidad en la música.
Un día, mi madre salió al mercado de compras para preparar la cena de ese día; encargó a Tk conmigo, mi mamá confiaba en mí a pesar de que tenía sólo 6 años, me consideraba alguien muy responsable y cuidadoso cuando se trataba de mi hermano menor. Tk estaba en la sala jugando con sus cubos de plástico, le gustaba construir toda clase de cosas; mientras tanto, yo estaba tocando mi harmónica, era una forma muy tranquila de pasar el tiempo. De pronto escuché el llanto de Tk, no dudé ni un instante en levantarme e ir hacia donde él se encontraba. Lo hallé junto a sus cubos, al parecer se había caído y mi pequeño hermano se había asustado mucho por el ruido, "No te preocupes" le dije con una amplia sonrisa intentando que él se calmara y, como por arte de magia, su llanto desapareció por completo. Siempre recuerdo esa imagen con cariño, siento que es el momento en el que hemos estado más unidos, pero no sé si Tk también lo recuerde, seguramente no, en ese entonces él era muy pequeño, sólo tenía 3 años.
Las cosas en mi familia comenzaban a cambiar poco a poco, aún vivíamos en Hikarigaoka, mis padres se veían cada día más y más distantes, ya no sonreían, no se abrazaban ni se demostraban cariño. Una noche, salí de mi habitación, necesitaba ir al baño o me ocurriría un lamentable accidente. De pronto, escuché algo de ruido en la sala, tuve curiosidad y me dirigí hacia allá, mi padre estaba intentando dormir sobre el sillón.
—¿Papá? —dije con curiosidad al notar que mi padre no podía encontrar una posición cómoda —¿Qué haces aquí?
—Ah… Ma-Matt —pronunció nervioso al verme frente a él —, es que me quedé dormido viendo televisión hasta tarde —excusó mientras tallaba sus ojos —. No quise despertar a tu madre así que me quedé aquí.
—Ah —intenté comprender a mi padre, quizá era cierta su disculpa, pero yo tenía un mal presentimiento.
Esa noche, no pude dormir tranquilo.
Al día siguiente, ocurrió algo muy extraño en el distrito; había mucho ruido afuera, pero los adultos parecían no darse cuenta de ello, seguían con sus deberes, incluso mi mamá. A veces los adultos no saben ver más allá de sus narices, suelen ser tan ciegos, testarudos, inconscientes…
—Bestias —susurró mi hermano tratando de llamar la atención de mi madre.
—¿Qué ocurre, Tk? —le preguntó sin siquiera mirarlo, mi mamá estaba un poco apresurada para hacer la cena de aquel día.
—Vi dos bestias afuera —pronunció con su tierna y dudosa voz.
—Tk, las bestias no existen —respondió un poco seria —, no digas mentiras.
—Pero yo las vi.
Yo estaba escuchando detrás de la puerta, sabía que lo que Tk decía era verdad, yo mismo había visto a esas grandes criaturas desde el balcón del apartamento, pero tenía miedo de confrontar a mamá, últimamente estaba muy irritable, se enfadaba mucho con Tk cuando lloraba y se molestaba aún más conmigo cuando intentaba defenderlo.
—Vete a tu cuarto, Tk —ordenó mi madre —, ahora estoy muy ocupada.
Los adultos por fin comenzaron a darse cuenta de los estragos que habían causado aquellos terribles monstruos gigantes, un puente fue destruido y, ante tal fenómeno, los noticiarios inventaron que había sucedido un atentado terrorista. No hubo muertos, sólo unos cuantos heridos y mucha, mucha gente asustada al no entender lo que ocurría.
Los habitantes de Hikarigaoka tenían mucho miedo de volver a sufrir un ataque de tal magnitud, muchas familias comenzaron a mudarse a distintos distritos de la ciudad. Mis padres también consideraron prudente mudarse de casa, pensaron que no sería muy seguro permanecer en esa región; mi papá, por un lado, había conseguido que lo trasladaran a la televisora Fuji, cerca de Odaiba, él consideraba ese distrito como uno de los mejores y más seguros de Tokio. Sin embargo, mamá deseaba mudarse a Kawada, una región lejana al centro de la ciudad, un bello y tranquilo distrito en donde había conseguido un pequeño trabajo; mamá deseaba continuar con su profesión de reportera de televisión, el cual había sido postergado para realizarse como madre de familia.
Comenzaron a hacerse algunos preparativos, mamá y papá aún no podían ponerse de acuerdo. Mamá mantenía la esperanza de podernos mudar a Kawada, era uno de sus más grandes deseos. De hecho, nos contó a Tk y a mí que durante su infancia había vivido ahí, mucho antes de que mi abuelo Michel regresara a Francia. Mamá tenía mucha ilusión por volver a aquel barrio en el que tuvo una infancia muy feliz, de hecho, su hermano mayor vivía cerca de ahí, en Shibuya, así que la emoción era doble. Pero papá rompió sus ilusiones en mil pedazos aquella noche.
—Les tengo buenas noticias —entró emocionado mi padre —, conseguí un departamento en Odaiba.
—¿Odaiba? —cuestionó mi madre —Masaharu, no hemos quedado en nada aún.
—Natsuko, Odaiba es el mejor lugar a donde nos podemos mudar. No entiendo por qué quieres ir a Kawada, es un distrito aburrido y alejado, además, ahí no podría conseguir un trabajo tan bueno como el que me ofrecen en Odaiba.
—Pero yo conseguí un trabajo ahí.
—Vamos Natsuko, no me vas a decir que piensas dejar la casa. Tú misma dijiste que aquel era un pequeño trabajo.
—Estás denigrándome, soy capaz de conseguir un buen trabajo, no soy sólo tu servidora personal.
Yo no quería oír más, mi mamá lloraba con tristeza, mi papá se notaba muy serio. Ambos gritaban muy fuerte, no lo soportaba, no lo soportaba ni un instante más. Tomé a Tk de la mano y lo llevé a mi cuarto, nos ocultamos en el clóset, le dije a Tk que se trataba de un nuevo juego, no quería que escuchara a nuestros padres discutiendo, así que le tapé los oídos con mis manos. Tenía un mal presentimiento, nada de esto podría salir bien, nada iba bien en nuestra familia y de pronto escuché esa terrible palabra "Divorcio", retumbó en mis oídos como el rechinido de un gis en el pizarrón. Y al mismo tiempo, me di cuenta de que comenzaban a salir lágrimas de mis ojos además de unos cuantos sollozos reprimidos. Intentaba ocultar mi dolor, de lo contrario preocuparía a mi hermano, que ya de por sí estaba confundido ante mis tontas excusas del "nuevo juego dentro el clóset".
De ningún modo lo permitiría, no me separarían nunca de Tk, él era lo más importante para mí, tal como lo dijo mi abuela: Sería más que un hermano para mí, era un compañero, un amigo, el mejor de todos. La decisión estaba tomada, ya no quería estar con mis padres, con ninguno de los dos. Así que tomé de la mano a Tk, le rogué que no hiciera ningún ruido, ni tampoco preguntas, estaba demasiado confundido y nervioso como para responderlas. Nos acercamos a la puerta sigilosamente y la abrimos despacio.
Al salir del departamento corrimos hacia la planta baja. "Vamos a la tienda Tk", pretexté, mi hermano menor no podría negarse a la posibilidad de conseguir una rica golosina del minisúper, así que salimos del edificio. ¿Por qué lo hice? No lo sé… sólo sé que ya no quería escuchar más los gritos de mis padres y tampoco quería que Tk, a sus tres años de edad, se enterara de lo que pasaba en casa, aunque… ni yo mismo lo entendía.
No sé por cuanto tiempo vagamos por la calle los dos solos, Tk me tomaba fuertemente de la mano, soplaba un viento terrible, mi hermano tenía frío. Cruzamos el pequeño parque de Odaiba, la calle estaba completamente sola, no había ni una sola persona a kilómetros a la redonda. No, sé que exagero pero, eso pensaba en esos momentos, yo también era un niño, un niño demasiado pequeño como para comprender esa situación.
Caminamos sin rumbo hasta topar con un pequeño puente que cruzaba el riachuelo en medio de la arboleda del parque, ahí nos detuvimos. Le sugerí a Tk que nos sentáramos en medio del puente, yo sabía que a mi hermano menor le encantaba mirar las estrellas y la Luna, cada vez que tenía oportunidad tomaba mi pequeño telescopio de juguete y salía al balcón a descubrir nuevas constelaciones, es sólo un decir.
Mientras mirábamos al oscuro cielo que embelesaba la noche, yo, concentrado, intentaba olvidar todos esos gritos de llenos de odio y rencor tocando mi harmónica, ese sonido que tranquilizaba mi alma y aclaraba mis pensamientos. Ese sonido tan bello logró tranquilizar al pequeño Tk, quien, aunque trataba de disimular alegría, en sus ojos reflejaba el dolor y la pena que le causaba lo que ocurría entre mamá y papá, como si presintiera lo que nos iba a pasar.
—Estamos solos, Tk —susurré al terminar mi melodía.
—¿Qué pasa, hermano? —preguntó con su vocecita.
—Mamá y papá —titubeó un poco —… ellos pelean —Tk me miraba con angustia, yo no quería verlo así —¿No te das cuenta Tk?
—No entiendo…
—Mamá y papá gritan mucho —tomé de los hombros a mi hermanito y lo miré fijamente a los ojos, sabía que esto sería duro para él, por eso quería que sintiera mi apoyo incondicional —. Nos van a separar.
—No-no —negó con lágrimas en los ojos —, no quiero Matt.
—Eso no depende de nosotros, Tk.
—¡Matt, Tk¿Dónde están? —llamó la voz de nuestro padre, sin duda se encontraba cerca.
—¡Es papá! —exclamé sorprendido.
—Hermano —susurró Tk.
—Aquí están, Natsuko —señaló mi padre al encontrarnos junto al puente.
—Matt, Tk —nos llamó mi madre —¿qué hacen aquí? —se hincó y cargó entre sus brazos a Tk —Matt¿qué hiciste?
Simplemente evadí la mirada de mi madre, estaba angustiada por nosotros, pero sin duda me reprendería fuertemente llegando a casa.
—¿Por qué quieren separarnos?
Mi padres permanecieron en silencio al oír mis palabras.
—Pregunté ¿por qué quieren separarnos?
—Tu padre y yo ya hemos decidido, Matt —respondió mi mamá con angustia en su mirada.
—¿Por qué no nos preguntaron a nosotros?
—Hermano —corrió y se refugió atrás de mí.
—Esperaremos hasta mañana —señaló mi madre entre un suspiro mientras miraba a mi padre —, las cosas estará más tranquilas para entonces.
—¿Piensas que se me va a olvidar para mañana?
Papá me tomó de la mano y cargó a Tk entre sus brazos.
—Ya es hora de dormir, han gastado muchas energías por hoy.
—Él me odia —susurró mi madre —, mi hijo me odia —a penas alcancé a escuchar, me dolió mucho escuchar sus palabras pero, sin duda, no estaba equivoca en ese momento.
Continuará…
Hola-hola!
Antes tenía los dos primeros capítulos unidos en uno, he decidido separarlos con el fin de convertirla en una historia con secuela, a veces eso hace más interesantes las historias, en fin… continúen leyendo el fic y se enterarán de lo que sigue.
Les agradeceré sus comentarios.
.: Zoe Wittgenstein :.or