Nota de autor: Los personajes de Saint Seiya que aparecen en este texto pertenecen a Masami Kurumada y no a mi (sniff) solo son utilizados en esta historia para entretenimiento sin obtener nada más de ellos. Último capítulo, no tiene una gran trama, después de todo fue la primera fanfic que hice.

V

Hugo había llegado cerca de los escombros de la primera base y se dejó caer agotado sobre la nieve, completamente convencido de que jamás alcanzaría a Hyoga, entonces alzó la vista directamente hacia el cascajo que se extendía delante de él y descubrió, medio enterrada entre la nieve, una motonieve que se había salvado por milagro de la pelea de los caballeros, Hugo la tomó y continuó su camino por instinto, siguiendo la especie de rastro que estaba seguro era el paso de Hyoga.

El cisne entre tanto, había llegado a la base principal, dejó su vehículo a un lado y recorrió la montaña de hielo buscando una entrada cualquiera, en una saliente encontró lo que parecía ser una ventana, la abrió y se introdujo en la base. Caminó un buen rato por los pasillos, verificando si no encontraba algún rastro de sus amigos cuando una pequeña luz apareció ante él, al principio le pareció algo extraño, pero la luz empezó a moverse de un lado a otro y a golpearlo ligeramente, obligándolo a moverse hasta un amplio vestíbulo en donde la lucesita desapareció dejándolo intrigado, cuando oyó una voz a sus espaldas.

"Ja, ja, ja… Vaya, vaya, así que el original de Hugo después de todo no ha terminado de morirse."

"¿Quién eres?"

En un instante, apareció frente a Hyoga la figura de uno de los hombres que lo habían atacado anteriormente, más o menos de su estatura, de cabellos rojos y cortos, con los ojos amarillos, solo que ahora llevaba una armadura gris.

"Ja, ja, ja… Mi nombre es Ion. Seguramente viniste a compartir el destino de tus amigos, al que después de todo también estabas destinado tú. ¡Es irónico como todo va saliendo según los planes del doctor!"

"¿Qué es lo que pretenden?"

"Lo sabes, obtener el poder del Santuario, manejar el mundo a nuestro antojo."

"¡Nunca lo conseguirán, es un plan absurdo!"

"No lo creo, tus amigos en este momento están dando comienzo a la última fase del experimento del doctor."

"¿Qué?"

"¡Y tú pronto los acompañarás!"

Al decir esto miles de pequeñas luces aparecieron en todo el recinto y en cuestión de segundos atacaron a Hyoga, quien tuvo algunos problemas al principio, pero pudo hacer el polvo de diamantes y congelar la habitación, junto con las luces. Ion hizo una mueca de desprecio.

"¡No esta mal cisne, pero eso fue solo el principio!"

El sujeto entonces hizo un movimiento extraño y abrió los brazos dejando sentir su cosmo, por lo cual Hyoga adivinó que se encontraba ante un caballero como él, que por alguna razón no había conseguido armadura, preparó su defensa justo a tiempo para evitar el golpe que el caballero lanzó sobre él, pero al mismo tiempo sintió que algo lo golpeaba por atrás y lo arrojaba al piso.

"¡Ja, ja, ja!. ¡Nunca podrás vencerme en tu estado cisne, será mejor que te rindas!

"¡Jamás!"

Hyoga se levantó y elevó su cosmo todo lo que pudo, la pelea entre los dos se hizo más encarnizada pero al parecer sus poderes se hallaban en equilibrio, dentro de poco el enemigo comenzó a desesperarse, en verdad le había sido más fácil terminar con Hyoga cuando tenía a otros 9 más de su lado.

"¡Maldición!"

"¡No es tan sencillo en una pelea de uno contra uno!. ¿verdad?. ¡En realidad me extraña que tus amigos no estén aquí, siendo todos unos cobardes que necesitan atacar en grupo!"

"¡Ja, ja!… ¡No importa que ellos no estén! a decir verdad tuviste suerte porque todos se hallan ocupados con tus amigos en el tercer piso, y nadie más que yo se ha enterado de que estás aquí. ¡Todos te dan por muerto!"

"¡Vaya una sorpresa!"

"¡No creas que puedes cantar victoria aún, todavía no has visto lo que realmente puedo hacer! Aunque debo decir en tu favor que no creí tener que utilizarlo."

Dicho esto volvió a alzar su cosmo nuevamente y esta vez Hyoga sintió que su aura lo envolvía y le impedía moverse, de pronto su armadura abandonó su cuerpo y fue "lanzada" hacia el otro extremo del vestíbulo, Hyoga se quedó atónito y luchaba en vano por liberarse de la fuerza que lo mantenía inmóvil, su enemigo entonces se acercó a él y puso su mano derecha sobre su frente.

"¡Ja, ja, ja!. ¡Esta vez te tengo cisne! Esta técnica es lo más parecido que encontrarás al fantasma del fénix, funciona con la energía de tu propio cosmo ¡y durará hasta que no tengas ya fuerzas para soportarla!"

Hyoga sintió entonces como si una lanceta de acero al rojo vivo atravesara su cerebro de parte a parte, quiso gritar, pero su garganta no le respondió, estaba paralizado por completo, y de pronto, frente a sus ojos, empezaron a pasar todos sus recuerdos a una velocidad sorprendente, como si estuviera ante la pantalla de un cine, y se detuvieron justo en el recuerdo más doloroso para él, el día en que vio a su madre por última vez, sus ojos se dilataron e intentó salir de esa ilusión, pero no podía hacerlo, de pronto le pareció que era un niño de nuevo y que todo lo que existía en el mundo en ese momento era esa escena, tan real que parecía que la vivía de nuevo, de hecho se olvidó de todo lo demás, volvió a actuar y a sentir lo que había sentido entonces, todo se repitió de nuevo paso por paso como si fuera la primera vez, terminó y volvió a empezar, como si el tiempo se hubiera decidido a solo existir en ese momento.

Ion se sentía satisfecho de su técnica, los ojos de Hyoga y las lágrimas que salían de ellos le indicaban que había encontrado su punto débil y concentró todo su poder en hacer aún más fuertes las emociones de Hyoga en ese momento utilizando su propio cosmo. Tan entretenido se hallaba que no se percató de que la armadura del cisne no se encontraba ya donde había caído. Estaba ya por terminar con la energía de Hyoga y a punto de dejarlo inconsciente cuando percibió que la temperatura del cuarto bajaba con rapidez, miró a su alrededor y lo vio todo cubierto de nieve y hielo, incluyendo sus piernas, sin soltar a Hyoga se volteó y dio un grito de sorpresa.

"¿Qué?.¿Tú?. ¡No es posible!"

En realidad no esperaba ni en mil años ver lo que veía, Hugo estaba delante de él, con la armadura del cisne puesta e intentando con todas sus fuerzas hacer su cosmo más grande, como había visto a Hyoga hacerlo.

"¡Miserable!. ¡No creerás que puedes hacer algo contra mí!. ¡Te voy a…!. ¡AAAAH!"

La última exclamación la lanzó al sentir un fuerte golpe en su costado, en efecto, Hugo lo había distraído lo suficiente como para que permitiera a Hyoga volver a tomar las riendas de sus pensamientos y volviera en sí, no totalmente repuesto, pero si lo suficientemente furioso como para querer matarlo, así que reunió las fuerzas que le quedaban para elevar su cosmo al máximo y realizar el rayo de aurora, que lanzó a su enemigo sin que éste pudiera hacer nada para defenderse. Una vez que terminó, Hyoga cayó al piso exhausto, Hugo se acercó a él y trató de reanimarlo.

"¡Ah! Hugo… ¿Qué haces aquí?… Vaya, te queda muy bien."

Hugo se sonrojó y bajó la vista, Hyoga se incorporó y le levantó el rostro sonriendo.

"Sabía que podías hacerlo."

Hugo lo miró y sonrió también, luego se quitó el casco y se lo dio a su amigo.

"¡Es verdad, tenemos que darnos prisa!"


Seiya y Shiryu despertaron en un cuarto alumbrado por un resplandor muy leve, ninguno de los dos tenía ya armadura y estaban de pie, recargados contra una plataforma vertical y asegurados con grilletes en sus muñecas, tobillos y cuellos, Shiryu sentía todavía la cabeza punzándole cuando abrió los ojos y escuchó la voz de su amigo junto a él.

"Shiryu… ¿Te encuentras bien?"

"Parece como si el santuario completo me hubiera caído encima."

"Si,… a mí igual…¿Dónde estamos?"

"No lo sé."

Ambos se esforzaron por distinguir el sitio en que se hallaban, reconociendo con dificultad una especie de laboratorio de hospital con muchos aparatos raros. Frente a ellos se encontraban cuatro cápsulas, del doble del tamaño de un humano normal, no podían ver bien lo que había en su interior por que estaban acostadas y a unos cuantos metros de ellos, además de que la luz no les ayudaba mucho, después de algunos intentos por moverse descubrieron que sus músculos no les respondían, sentían una especie de campo de fuerza inmovilizándolos.

"¡Rayos!. ¡No podremos salir de aquí!" dijo Seiya exasperado

"¡Ja, ja, ja!… ¿Cómo se sienten caballeros?. ¿Preparados a dar su vida a favor de la ciencia?"

Ambos hicieron un esfuerzo inaudito por voltear hacia el sitio desde provenía la voz, pero lo único que alcanzaron a ver por el rabillo del ojo fue un gran vitral que aparentemente estaba en la parte superior de la pared derecha, abarcando todo su largo y la mitad de su ancho, bien hubiera podido ser un piso completo por que el cuarto en el que estaban tenía el techo demasiado alto.

"¿Quién rayos eres?" dijo Shiryu "Y ¿Qué piensas hacer con nosotros?"

"Quien soy es lo que menos importa caballero, lo importante es que van ustedes a presenciar la fase final de un experimento que hará que el santuario sea nuestro."

"¡Es ridículo!" volvió a exclamar el dragón "¿un experimento de laboratorio?. ¿Qué cree que somos?"

"¡Ningún experimento podría jamás superar el poder de Atena y el santuario, es estúpido!" dijo Seiya, bastante molesto con la idiotez general que estaba percibiendo en estas personas.

"¿Lo creen así? Entonces es hora de que conozcan a sus reemplazos caballeros."

Se escuchó el movimiento de una palanca y dos de las cuatro cápsulas cambiaron a posición vertical justo enfrente de ambos amigos, la luz se intensificó y Seiya y Shiryu pudieron ver ante ellos dos seres que se les parecían mucho, solo que eran más grandes, más musculosos y tenían un extraño parecido con hombres – osos.

"!. ¿Ah?"

"¿Qué es esto?" Seiya y Shiryu no sabían que pensar, parecía que los hubieran metido en un cuento de locos. La misma voz, que ahora reconocieron como la del Dr. Malt se dejó oir una vez más.

"La ventaja de saber todos los secretos de la genética es que uno puede combinarla con procesos cibernéticos y crear seres nunca imaginados por nadie."

"¿Es que esta loco?" preguntó Seiya

"¡Nunca logrará que el cosmo de un organismo cualquiera llegue a los niveles de los de un caballero!"

"Hemos encontrado la forma de que incluso los superen, verán, es muy compleja la explicación como para dárselas, pero todos los seres que han sido creados en estos laboratorios están planeados para obedecer únicamente nuestras órdenes, tenemos perfecto control sobre todas sus acciones."

"Eso es jugar con un poder que no conocen, un ser vivo nunca es tan predecible." dijo Shiryu.

"¿Pero quien habló de seres vivos? Los organismos que nosotros creamos no pueden llamarse así, son simples objetos."

"A menos que sean robots, no comparto esa opinión."

"Ja, No, no son robots, se crearon de un feto en desarrollo, como cualquier otro organismo."

"¿Cómo puede decir entonces que son objetos?" dijo Seiya

"Muy simple caballero. ¡Nosotros los creamos, e igualmente podemos destruirlos, solo sirven para nuestros propósitos!"

"¿Para qué nos quiere entonces?"

"Es algo que mejorará aún más nuestro resultado, verán, entre los aditamentos cibernéticos que ellos tienen esta algo que sustituye al sistema circulatorio, en cuanto se le haga la transfusión sanguínea adecuada se alimentará de ella y la reproducirá, aumentando todas sus facultades, la sangre que se seleccione debe darles vitalidad y un poco de cosmo para intensificarlo, eso hará que despierten y que comiencen a funcionar normalmente. Claro está que ustedes que son los donadores, morirán en el proceso. ¡Ahora basta de charla, es hora de que comencemos!"

Entonces se escuchó un ruido extraño y Shiryu vio frente a él los aditamentos necesarios para una transfusión de sangre, manejados por una mano mecánica, hizo una vez más intentos por liberarse pero fue inútil, ambos caballeros tenían la vista fija en la aguja, que estaba ya a punto de penetrar el corazón de Shiryu cuando se escuchó un estruendo horrible y el cristal por el cual les habían hablado saltó en pedazos y cayó un cuerpo humano frente a ellos, llevándose consigo el mecanismo que manejaba la aguja, los dos amigos consiguieron voltear un poco la cabeza con trabajo cuando otro objeto más abultado saltó desde la abertura dejada por los cristales hasta el piso, donde distinguieron a dos hombres luchando cuerpo a cuerpo, los caballeros reconocieron al cisne.

"¡Hyoga!"

"¡Perdonen, ahora no tengo tiempo para explicar!"

Hyoga en efecto luchaba para liberarse de su enemigo que lo tenía contra el piso, esperando poder mantenerlo ahí el tiempo suficiente para que llegaran refuerzos, había muy pocas personas en esa base. El cisne, aunque débil, consiguió por fin utilizar su poder y vencer a su oponente, pero al mismo tiempo, entraron por la puerta los 16 "caballeros" que quedaban y se abalanzaron sobre él, resultando una pelea bastante complicada en un espacio tan pequeño para el caso. Seiya y Shiryu estaban desesperados.

"¡Montoneros!" Seiya hacia lo imposible por desatarse sin éxito. "¡No son más que unos cobardes!"

"¡Hyoga por favor resiste!"

Hyoga en verdad no podría resistir mucho tiempo más, pero entonces comenzó a pasar algo curioso, todos los aparatos del laboratorio comenzaron a moverse en todas las direcciones posibles, incluyendo las cápsulas, una de las cuales quedó tan cerca de Seiya que éste pensó que iba a ser aplastado por ella, los que estaban peleando tenían que poner parte de su atención en esquivar los golpes de las máquinas.

"¿Qué sucede?" preguntó Seiya

"No lo sé, pero si no nos liberamos pronto ninguno de nosotros saldrá con vida."

Lo que pasaba era que Hugo se había quedado en el cuarto de control y estaba probando con todos los botones que Hyoga no había destruido para ver si alguno liberaba a los caballeros. Se encontraba tan distraído que no se percató de que el Dr. Malt, a quien Hyoga había lanzado contra uno de los paneles de control, no estaba más que aturdido y que poco a poco volvía en sí y se incorporaba sacando una pistola de debajo de una silla, al oír el ruido que hizo al amartillarla Hugo volteó y recibió un disparo en el hombro derecho que lo obligó a recargarse sobre el tablero de control y mover una pequeña palanca, la cual dejó libres a Seiya y Shiryu, que reponiéndose y olvidando por el momento su cansancio y sus heridas se apresuraron a ayudar a su amigo, que estaba ya en el piso seminconsciente.

En el cuarto de control, Hugo había caído al piso de rodillas, apoyándose en el tablero, el científico se acercó a él y lo reconoció.

"¿Cómo?. ¡Tú! Creí que todo estaba perdido contigo cuando se derrumbó el laboratorio 2, muy pocos escapamos, no nos preocupamos por el caballero y tú no estabas a la vista, de hecho estábamos buscándote… ¿No será que…?"

El científico se inclinó para ver a Hugo más de cerca, éste solo cerró los ojos y se acurrucó junto a la máquina en la que estaba.

"No puede ser, tú. ¡Fuiste tú!"

Ya no le quedaban más balas, pero eso no le impidió al doctor tomar a Hugo por el cabello y arrastrarlo hasta el centro del cuarto golpeándolo con la culata de la pistola una vez en la cabeza y patearlo otras dos en el estómago, lo iba a hacer por tercera vez cuando el chico, casi por inercia, atrapó su pie y empezó a congelarlo débilmente, el doctor se quedó asombrado.

"¿Qué ocurre?. ¡Suéltame!. ¡Esto no puede ser posible!. ¡Te digo que me sueltes!"

El científico tenía ya su brazo en alto, listo para golpear nuevamente a Hugo cuando recibió un inesperado ataque de cadenas que lo lanzaron hacia los aparatos frente al cristal roto, dejándolo fuera de combate permanentemente. Shun entró en el cuarto y se inclinó sobre Hugo, confundiéndolo con su amigo.

"¡Hyoga! … ¿Hyoga?"

Shun estaba intrigado por el leve cosmo que percibía, ciertamente parecía el de Hyoga, pero no era igual, estaba a punto de asomarse a la ventana para ver lo que sucedía del otro lado cuando sintió que el edificio comenzaba a cimbrarse.

Para entonces, los tres caballeros habían acabado milagrosamente con todos sus enemigos y a pesar de encontrarse fatigados se apresuraron a salir de ahí en cuanto el temblor comenzó a hacerse más fuerte. Hyoga aún estaba aturdido, pero en cuanto sintió que sus amigos lo ayudaban a levantarse y lo apresuraban a salir, él volteó hacia la ventana y se separó de ellos, haciendo esfuerzos por mantenerse en pie.

"¡Hugo!"

"¡Hyoga!. ¿Qué haces?. ¡Vámonos!"

"¡No, esperen, no entienden!. ¡Hugo!"

"¡Ven Hyoga!"

Shiryu y Seiya prácticamente arrastraron a su amigo fuera del cuarto, justo a tiempo para evitar que el techo cayera encima de los tres y se dirigieron a la salida. Shun entretanto decidió que no había tiempo para explicaciones, cargó a Hugo sobre su espalda y también salió como pudo de ahí, esquivando los pedazos de concreto que caían sobre ellos. Shiryu y Seiya salieron con Hyoga en el momento preciso para ver la montaña completa derrumbarse. Los tres quedaron atónitos preguntándose qué había pasado cuando vieron a Ikky caminando sobre los escombros como si nada, Hyoga estaba de rodillas en el piso derramando lágrimas y los demás no se explicaban qué le pasaba.

"Hyoga. ¿qué ocurre?" preguntó Shiryu, empezando a preocuparse, Ikky se acercó a ellos

"¿Dónde está Shun?"

"¿Shun?" el dragón volteó a ver al mayor de los caballeros intrigado "No lo hemos visto. ¿Tú provocaste todo esto Ikky?"

"¿Y quién más? Seguimos a ese científico loco y llegamos hasta aquí. A él lo tienen ya las autoridades de Siberia, Tatsumi se comunicó con ellas, al parecer algo le salió mal puesto que no lo recibieron como esperaba. ¿Qué tiene éste?"

"Hyoga." Seiya puso una mano en el hombro de su amigo sin conseguir respuesta, Ikky frunció el ceño.

"Pero bueno. ¿Dónde rayos está Shun?"

"¡Aquí!"

Todos excepto Hyoga voltearon, Shun había salido de la montaña por detrás y había tenido que dar la vuelta, llevaba a alguien en los brazos y los demás tardaron un poco en reconocerlo.

"¿Qué es esto?"

"Pero…"

"¡Hyoga!"

Shiryu puso la mano sobre la cabeza de su amigo y la hizo girar hasta poner su rostro en dirección a Shun.

"¿Qué qui…¿Hugo?"

"¿Quieres explicarnos qué significa esto?"

Sin responder a la pregunta de Shiryu, Hyoga se puso de pie y se acercó a Shun tomando a Hugo en sus brazos y volteó.

"¡Necesita un médico!"

"Podemos llevarlo en el helicóptero." dijo Shun, todavía algo confundido.

"Si, y en el camino nos explicarán todo lo que ha pasado." dijo Ikky poniéndose en camino.

"Aunque por mi parte creo que ya sé que fue lo que le falló al Dr. Hoffa." Seiya corrió tras sus amigos, procurando partir lo más rápido posible.

A bordo del helicóptero Hyoga se ocupó en atender la herida de Hugo, mientras explicaba al resto de los caballeros lo que había pasado, y esperando llegar a tiempo al hospital, Hugo volvió en sí unos segundos y entreabrió los ojos, el cisne le ofreció una sonrisa alentadora.

"Hugo, no te preocupes, estarás bien, solo resiste un poco más amigo."

Hugo sentía claramente la cercanía de Hyoga, inclinó su cabeza hacia él intentando acurrucarse y entreabrió los labios murmurando:

"G - gracias…"

Luego cerró los ojos y cayó inconsciente una vez más.

FIN