Mirage

Autora: YukaKyo
Serie: Inuyasha le pertenece a su Autora.

Pareja: SesshoumaruxSango, un poco de InuxKag tambien

Categoría: T. Romance, acción, aventura, drama, angst.

Sumary: Desde cuando la exterminadora se convirtió en la presa? Tal vez desde que esta le robo su corazón.

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Ah, si pudiésemos contar

Las vueltas que da la vida

1— Emboscada

Los largos cabellos castaños cayeron libres por sus hombros al soltarse de aquella cintilla que inútilmente los había aprisionado. Las menudas manos de la joven alejaron aquellos mechones, tratando de que no le dificultaran mirar la respuesta que ese joven le daría. Trato de quedarse en aquella posición por varios segundos mas.

Sumisión...

Debía mostrarla al igual que respeto si es que quería que la dejara partir.

— Esta bien, pero solo por tres días— gruño el joven dándose vuelta para encontrase con la dulce sonrisa de aquella otra joven que había acompañado a la que seguía inclinada en aquella plegaria.

— Gracias Inuyasha... No tardare mas de dos días— Musito la joven de cabellos castaños, sonriéndole en agradecimiento al hanyou que la observaba molesto, pero un leve dejo de preocupación podía ser percibido en su rostro. Kagome sujeto lentamente la mano del joven, deslizando sus dedos por la suave palma para luego entrelazar sus dedos con los suyos apretándolos un poco haciéndole ver que todo estaría bien.

— Cuídate Sango-chan— murmuro Kagome observando como la joven ajustaba el enorme boomerang en su espalda y se cercioraba de que aquel envoltorio de telas verdes tras su espalda no se cayera.

— Si, ustedes también y por favor despídanme de su excelencia y del pequeño Shippo— Inuyasha y Kagome asintieron para ver como la gata de dos colas ascendía por los cielos siendo montada por la exterminadora.

— ¿Crees que se encuentre bien estando sola? — Kagome sonrió ante las palabras del hanyou.

Se preocupaba...

A pesar de que muchas de las veces les había dicho que no le importaba lo que les pasara, aquello era una mentira.

Inuyasha les apreciaba y protegía con sumo recelo.

— Claro que si, Kirara esta con ella y sabe defenderse, además si algo ocurre iremos a ayudarla... estoy segura que nunca dejarías que algo malo le sucediera... como a ninguno d nosotros— el hanyou se sonrojo de golpe.

— ¡No es eso! Solo lo digo por que... porque... Miroku me reclamaría por ella—

Kagome volvió a sonreír, si al menos no le costara tanto aceptar sus sentimientos. Pero si no fuera si, ese rebelde hanyou perdería todo su encanto.

— Lo que tu digas— murmuro la joven al momento que se recargaba sobre el hombro de Inuyasha cerrando los ojos. Inuyasha iba a decir algo mas pero se contuvo, en aquel momento solo necesitaba sentir aquel suave contacto, disfrutar del momento y seguir sintiendo aquella dulce calidez que ascendía de esa mano que aun era sujetada con suavidad por la fina mano de la joven.

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Aquella fresca mañana era tan cálida y alegre como la mayoría de aquellos días de primavera. Los suaves rayos dorados del sol, bañaban de color las recién nacidas flores sobre el campo y la fresca brisa llevaba en sus brazos el sutil aroma de las mismas. La joven aspiraba aquel aroma deleitándose con el mismo, Kirara bajo un poco mas hasta que sus patas rozaron aquellas flores, deshojándolas y haciendo que subieran rozando las blancas mejillas de su dueña.

Sango sonrió ante el acto de la felina, el viento golpeo con fuerza su cuerpo, agitando sus cabellos castaños que aun seguían sueltos, llenándose con aquellos pétalos, que lentamente se iban haciendo mas rozados. Los ojos miel de la exterminadora que hasta aquellos momentos estaba cerrados, se abrieron brillando con fascinación al ver aquellos árboles en flor que lentamente soltaban todos y cada uno de los pétalos de aquellas florecillas.

— ¡Sakuras!... Kirara... que sakuras tan lindas— dijo con jubilo sujetando con mas fuerza el suave pelaje de la gata haciendo que esta dejara de moverse con velocidad, disminuyendo su paso hasta detenerse justo en medio de aquel rosado bosque donde solo cerezos florecían.

Kirara camino despacio entre el suave follaje que sus patas pisaban, llevando a su dueña por aquel bello camino, dejándola contemplar embelesada la majestuosidad de aquellos árboles. Los blancos dedos de Sango atraparon algunos de aquellos pétalos, sintiéndolos contra su piel, la suave textura de terciopelo le encantaba, una sonrisa sincera adorno sus delgados labios.

Cuando regresara de su aldea le contaría a Kagome de aquel lugar tan hermoso. Estaba segura que aquella chica haría lo que fuera para contemplar de la misma manera en que ella lo hacia aquel paraje.

Las manos de la exterminadora sacudieron los pétalos que se habían quedado sobre la cabeza de la gata, para luego acariciarla con ternura. Kirara emitió un leve ronroneo antes de girar su cabeza nuevamente. Sango se desconcertó por la actitud de la gata, pero claramente pudo sentir como esta se tensaba y el pelaje de la misma se erizaba.

—¿Que sucede Kirara? — pregunto la exterminadora bajándose de la misma, mientras tomaba con decisión el hiraikotsu. La gata como respuesta solo gruño, volviendo a erizar su piel, para después empezar a correr en la dirección que veía. Sango la miro extrañada.

Tal vez se trataba de un monstruo... tal vez fuera...

—Kohaku— dijo con fuerza mientras corría y llevaba una de sus manos a su ropa, alejándola para quedar solamente en su traje de batalla.

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Lentamente su garra fue recorriendo aquella piel que sangraba, la herida fue alcanzada por la larga uña, alejando de ella la sangre, dejándola expuesta por un segundo antes de que nueva sangre volviera a cubrirla. Los dorados ojos vieron con interés aquellas gotas acumuladas en su garra, para después mirar directamente a los ojos a esos demonios que se atrevieron a dañarlo.

La mirada fría se volvió sádica por un momento infundiendo temor en aquellos monstruos, pero aun así no se movieron de donde estaban, no se retirarían, si iban a morir lo harían, pero servirían hasta el ultimo momento a su amo. El ser de los ojos dorados llevo sus garras hasta su rostro lamiendo un poco de sus propia sangre para luego con un movimiento arrojar la restante, haciendo que también un delgado hilillo verde abandonara sus dedos.

—Jaken—

El sirviente empezó a correr llevándose al dragón y a la pequeña niña lo mas lejos posible. La sola mención de su nombre era una orden clara para él. A su señor no le agradaba que estuvieran presentes en sus batallas. No por que temiera por ellos, sino porque le estorbaban para moverse con facilidad.

El látigo fue agitado con fuerza haciendo que, el ruido del mismo golpeando con el suelo, fuera una clara advertencia para aquellos demonios. No valían la pena de matar y si les daba una oportunidad para escapar seria esta. Después ya no tendrían lugar donde esconderse. Algunos de los monstruos se alejaron, dando vuelta por donde habían venido, los demás se quedaron ahí, retando al dueño del látigo a continuar con su advertencia.

Finalmente uno de los monstruos decidió atacar, la sonrisa del youkai se ensancho cuando el látigo rompió la carne del monstruo, cortándola en grandes trozos quedando desperdigados entre el follaje que pisaba. Ligeras sakuras fueron tiñéndose de rojo al entrar en contacto con la sangre que empezaba a formar un charco. Pequeñas gotitas rojas mancharon las blancas ropas del youkai de cabellos blancos.

Será una divertida cacería, pensó siniestramente, hacia demasiado tiempo que no gozaba de una.

Se arrojo contra aquellos que lo esperaban, el largo látigo ondeando al aire, destrozando y despedazando a cuanto demonio tocara, pero no supo en que momento el numero de youkais aumento considerablemente y lentamente fueron hiriendo su cuerpo. Su mano soltó el látigo que había formado con su veneno para tomar entre ella el grueso y firme mango de Toukijin, haciendo brillar su poder maligno, que era suficiente para eliminar de un solo tajo a la mayoría de aquellos insensatos.

Nuevos pedazos de carne se unieron a los otros, apilándose unos contra otros, ensanchando la marca circular rojiza que segundo a segundo se hacia mas extensa. Sus dorados ojos miraron sin interés la misma.

No había disfrutado en absoluto aquella...

No... ni siquiera podía llamarla batalla.

Giro su rostro cuando aquel aroma nuevamente volvió a ser percibido por su olfato, ese niño había estado ahí, pero ahora solo podía percibir su olor y aquellos monstruos solo eran la distracción que necesito para poder escapar con facilidad.

—¡Maldito mocoso! — Murmuro el tai youkai con desprecio. Todo aquello había sido una gran perdida de tiempo y energía.

La fresca brisa movió sus cabellos agitándolos con fuerza, mientras las sakuras seguían cayendo. Bien ahora solo tenia que buscar a sus acompañantes para irse de allí. Tanta flor lo mareaba.

Despacio giro su cuerpo en dirección a donde el youkai sapo había partido, solo esperaba que no estuvieran demasiado lejos.

—¡Sesshoumaru-sama! Auxilio! —

Sesshoumaru frunció el entrecejo al percibir el aroma, aquellos bastardos que se habían ido antes de empezar aquel espectáculo, estaban de vuelta, pero buscando a la compañía del youkai.

Apresuro su paso, adentrándose ahí donde la sakura era mas sofocante y donde seguramente aquellos monstruos le esperaban con sus rehenes.

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—¡Kirara... ARRIBA! — Grito la joven mandando a la gata a los cielos para que atacara aquellos youkais que sobrevolaban sobre ellas. Mientras ella se encargaba de exterminar a los otros que acababan de llegar.

El hiraikotsu cruzo rápidamente por los vientos atravesando uno a uno los demonios, cortándolos, para luego regresar a esa mano de donde había salido disparado. Sango arrojo con fuerza aquella pequeña bomba con humo venenoso para youkais, haciéndolos caer sin fuerzas en un intento por seguir respirando para luego, con la espada que llevaba en la estilizada cintura destrozar sus cuerpos.

Kirara bajo hasta quedar junto a ella, una pequeña herida en su pata derecha sangraba profusamente y batallaba para apoyarse sobre ella. La exterminadora poso sus ojos en la herida e iba a curarla cuando el grito de una niña la hizo ponerse nuevamente en guardia lista para atacar.

No estaba lejos, a algunos cuantos metros y la vería. Giro sus ojos para ver a Kirara una vez mas. La gata se había echado mientras lamía la herida con insistencia.

Nuevamente aquel grito y después algunas palabras mas aunque no las había entendido del todo.

Tenia que hacer algo rápido ahora, sino personas inocente morirían. Empezó a correr dejando a la gata atrás, después se encargaría de ayudarla. La larga coleta en su cabeza se agito con fuerza, al detenerse de tan inesperada manera. Los acompañantes del hermano de Inuyasha estaban ahí, solos con cuatro monstruos rodeándoles. Un dragón y una pequeña niña estaban tras un pequeño sapo youkai, que hacia enormes esfuerzos por no caer del terrible miedo que lo embargaba.

Un momento

Si los sirvientes de Sesshoumaru estaban ahí

Significaba que el youkai también

Y si Kirara se había alterado por algo... era por Kohaku... entonces

Sesshoumaru buscaba a su hermano

Pero

¿Para que?

No tuvo tiempo de pensar mas, su cuerpo actuó por si solo cuando ese monstruo se abalanzó contra el indefenso grupo. El hiraikotsu salió de su mano haciendo ruido, cortando el aire con fuerza y de paso al demonio para luego volver nuevamente a su mano que lo recibió situándolo tras su espalda. Colocándose nuevamente en posición de ataque protegiendo tras de ella a los ayudantes del youkai.

Nuevamente otro monstruo quiso atacarla y el hiraikotsu salió despedido con un rápido movimiento, matando de un solo golpe al youkai, pero se quedo clavado en uno de los mas frondosos árboles de cerezo lejos de ella.

Sango maldijo por lo bajo, para luego desenfundar la espada que llevaba sobre su cintura, clavándola en el vientre de ese monstruo enorme de un solo ojo, no tuvo tiempo de sacarla del monstruo cuando otro la ataco, sus manos rápidamente buscaron entre su traje, necesitaba aquellas bombas venenosas, solo una...

Mas ninguna le quedaba y Kirara no llegaría esta vez para salvarla...

Moriría... por segunda vez sentiría como la vida lentamente la abandonaría...

Solo fue necesario hacer un corte profundo y termino...

—Muerto —

Los ojos de la exterminadora miraron con asombro el corte hecho en el cuerpo del monstruo, perfectamente separado por la mitad, la sangre goteando, la piel aislada con maestría. Un intachable trabajo. Dejo de verlo cuando una sombra se interpuso frente a ella, la mirada castaña de Sango se pasmo al darse cuenta de quien ahora la protegía y le había salvado la vida.

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¿Que demonios hacia ahí esa mujer que viajaba con Inuyasha?

No tenia ni la menor idea. Sus ojos recorrieron rápidamente, los cuerpos putrefactos de aquellos demonios que se descomponían aprisa, de algo estaba seguro, aquella mujer fue la causante de aquellas muertes, todo por proteger a aquellas tres indefensas criaturas.

Bueno al menos ahora le había pagado aquel favor, salvando la de la mujer...

Sintió claramente la mirada de escudriño que la mujer le brindaba, bueno tenia que aceptarlo, tenia alguna que otra herida en el cuerpo y rara vez permitía que algo así le sucediera. No las había ganado por confiarse, sino al contrario, las había buscado apropósito para alimentar su deseo de muerte. Aunque lamentablemente no le duro demasiado el placer de matar demonios de clase tan baja.

Tal vez era por eso

Insignificantes demonios que no alentaban el espíritu violento que poseía...

Tal vez fuera solo eso

Tal vez se estaba volviendo demasiado suave, tal vez...

—Tonterías—Gruño irritado, destrozando los últimos dos demonios con sus propias garras, humedeciéndolas con aquella sangre que inmediatamente se hacia negra.

Herir, mutilar, arrebatar la vida, justo lo que hacia que se sintiera tan vivo...

Los dorados ojos del youkai recorrieron las formas de la mujer, que eran resaltadas por aquellas entalladas vestiduras, grabando en su memoria todos y cada uno de los rasgos de su rostro, su mirada, su cabello, su cuerpo.

Sesshoumaru emitió un leve y bajo gruñido cuando esta se giro para ver si sus acompañantes de encontraban bien. Poso sus ojos en aquella diminuta gata que llegaba hasta ella cojeando de una pata. Volvió a mirar a la mujer, deteniéndose en cada una de las heridas que aparentaban no molestarle pero le dolían, tal vez hechas en la batalla. El youkai frunció el entrecejo.

¿Tendría que decirle algo en aquel momento?.

No, favor con favor se paga y él ya había pagado el suyo.

Volvió a girarse sin prestarle atención a nada. Solo empezando a caminar esperando que su sirviente, el dragón y esa niña le siguieran, pero sucedió todo lo contrario, la pequeña niña y el youkai sapo se quedaron ahí.

—Gracias por su ayuda exterminadora—murmuro con respeto el youkai sapo dando una reverencia.

—Lin le da las gracias y Ah-Un también—dijo con alegría la pequeña mientras señalaba al dragón y una enorme sonrisa adornaba su rostro.

Sango sintió como claramente su mejillas enrojecían, pero leve escalofrió la recorrió, levanto su mirada para observar como Sesshoumaru la miraba de reojo, con cuanta furia contenida, seguramente estorbaba en sus planes por marcharse.

—Sesshoumaru-sama estaba buscando a ese mocoso que ayuda a Naraku, pero nos engaño mandándonos esos monstruos—si el escalofrió la había asustado, aquella confesión hecha por Jaken la dejo helada. Sus castaños ojos miraron como los de la pequeña Lin lentamente perdían su brillo para entristecerse.

—Buscan... Buscan a Kohaku... ¿por qué? —Murmuro con voz quebrada la exterminadora, acercándose hasta Jaken arrodillándose a su lado mientras sujetaba el viejo kimono café, arrugándolo, estrujándolo. Sango lo soltó al darse cuenta en lo que hacia.

—Sesshoumaru-sama lo busca para cobrar venganza—Sango lo observo intrigada dándole a entender que no comprendía del todo bien sus palabras—Trato de matar a Lin y además ha osado retar a Sesshoumaru-sama y.. —

—Jaken—

La helada voz del youkai hizo que Jaken dejara de hablar, volteándose para correr con fuerza hasta donde su amo esperaba. Lin hizo lo mismo despidiéndose de la exterminadora agitando su mano.

Lentamente cuatro personas fueron alejándose, sin voltear a ver a la exterminadora que aun seguía ahí confundida. Kirara maulló entre sus brazos haciéndola reaccionar, la exterminadora, comenzó a correr en la misma dirección que aquellos llevaban.

Sesshoumaru buscaba a Kohaku

Tarde o temprano lo encontraría y entonces le mataría

Y era algo que ella debía evitar a toda costa.

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Ahí. Detrás de todos, donde la matanza había ocurrido y que lentamente era dejada atrás por el ahora nuevo grupo, una sombra les observaba con interés, pero su interés fijado en una sola persona en especifico que se acercaba hasta el youkai, caminado ahí unos pasos alejada de él, mientras los otros tres los seguían.

La nariz pecosa del jovencito se sonrojo por el llanto que bajaba libremente por sus mejillas húmedas, por su culpa ella volvería a sufrir...

—Discúlpame... hermana—

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