Capítulo 16: 'Destinos cruzados, no entrelazados'

Un hacha había atravesado su cráneo, y le había cortado por la mitad el cerebro. Lo último que recordaba era que se encontraba en su departamento bebiendo hasta que… Movió los ojos ya preparado para abrir los párpados, pero tuvo el presentimiento que si lo hacía se arrepentiría por el dolor de cabeza y de todo su cuerpo, básicamente. Dio un respingo sintiendo su nariz congestionada. Al parecer sí había demasiado. ¿De qué huyes? La mano la estiró aguantando un quejido y palpó en lo que debería ser su colchón, encontrándose con algo alfombrado, muy parecido al suelo. ¿Por qué me tuve de enamorar de ti? Se atrevió por fin a abrir los ojos. Un débil rayo de sol le dio en la cara, pero al ser tan poco intenso no fue tan traumático. Observó un techo blanco invierno y la luz entraba por un enorme ventanal que mostraba un cielo nublado, en donde poca luz se filtraba por las nubes. Parece que los cupidos hicieron otro enamoramiento más… Se sentó con dificultad y bostezó largamente. Se desperezó y vio en donde se hallaba.

Tú sólo eres el mejor amigo de mi hermano. Yo la hermana menor de tu amigo. No somos nada más… ¿o si?

Enrolló las frazadas con cuidado. Se levantó sintiendo que sus días irían de mal en peor. Suspiró tristemente al quedarse admirando la vista que ofrecía el departamento y dejó las frazadas y la almohada junto a las cajas arrulladas en la esquina, donde antes estaba una pequeña mesita, donde siempre ella tenía un florero y una caja. Jamás había descubierto el contenido de esa cajita. Cuando vives el momento no le tomas importancia, pero al saber que lo has perdido hasta los más mínimos detalles pasan a ser trascendentales de tu conocimiento.

Era lunes. Ya debía estar en el ministerio hacía rato, pero no tenía ganas de volver. Quería irse a dormir para creer que todo había sido una pesadilla. Quizás no se acordaría de todos los acontecimientos, pero le era tan doloroso que estaban grabados en su memoria. Ni le servía de consuelo saber que el sentimiento era recíproco. Si de verdad los cupidos hubieran hecho otro enamoramiento más, aquellos enamorados se amarían con la misma intensidad y serían capaces de asumir riesgos… Ya no podía hacer nada.

OoOoO

-Ginny… por última vez… - La señora Weasley entró a la cocina con su varita en alto. Detrás de ella venía una gran madeja de lana siendo tejida con unos palillos. Parecía que hacía otra de sus bufandas – Ordena tu cuarto.

-¡Pero mamá! – se quejó la muchacha dejando de lado su revista – Es mi cuarto, en él se demuestra mi forma de ser y si lo ordeno no sería una extensión de mi personalidad. Deberías estar contenta que tengo personalidad definida y no sea una rarita que no sabe nada. Te has ahorrado varias visitas al los sicólogos.

-Los sicólogos son sólo para muggles… Y no me interesa. No puedo creer que aunque casi todas tus pertenencias quedaron en el departamento, sigues siendo un desastre.

-Según los derechos constitucionales impuestos en el sigo XIX, la gente tiene total derecho de…

-¡Ginny, sube o sino ya verás cómo te quedas sin comer hasta que te vayas! – dijo señalando con autoridad la escalera. La muchacha se levantó y se fue amurrada – No sé para qué estudió derecho, siempre sale con sus leyes y derechos de no sé qué siglo… - musitó viendo que ya tenía cinco de las siete bufandas que haría para sus hijos.

La noche del domingo… ¿o la madrugada del lunes? No sabía cómo llamar a esas horas. En fin. Llegó al departamento de Hermione. Su amiga se despertó casi de un ataque al sentir ruidos raros y por poco quedaba en San Mungo por la cantidad de hechizos que le lanzó. Ginny le pidió disculpas por aparecerse a esas horas y tan repentinamente, pero necesitaba con urgencia que la alojara por esa noche. La castaña no le puso reparos, le preparó en el sofá una cama y le dio un vaso de leche caliente para que conciliara el sueño rápido. Se sentó a su lado y le preguntó qué había pasado.

¿Por qué su madre se quejaba tanto del desorden? Lo único catastrófico era que la tarde anterior había desenterrado recuerdos de su adolescencia y de un baúl encontró todas esas revistas de muchachitas con los típicos consejos de belleza, tests, reportajes y cómo saber si de verdad está enamorado de ti o sólo es enamoramiento. Al estar tan entusiasmada dio vuelta el baúl y por todo el suelo quedaron desparramadas las revistas… Vale, sí, era un desastre y hasta ella misma pensaba que era asqueroso dormir allí.

-Si llegaba a esta hora mis padres se hubieran alarmado. Gracias… Mañana, bien temprano, ya llegaré donde mis padres. Lo único que te pido es que no les digas que estuve acá. Haz como si mañana llegará a La Madriguera, como era el plan inicial – le dijo hundiendo su nariz en el vaso de leche.

-De nada, Ginny. Sabes que cuentas conmigo para lo que sea – Le acarició dulcemente la espalda – Intuyo que viste a Harry y por eso has huido. ¿No es así? – se aventuró a decir y lo único que obtuvo como respuesta fue el ruido que de las burbujas que hacía su amiga - ¿Qué te dijo?

Vio con ternura un fajo de cartas que le habían escrito a lo largo de Hogwarts sus amigas de infancia. Se cercioró que ninguna revista quedará por allí y guardó el baúl debajo del escritorio. Sonriendo desató el nudo de la cinta y abrió la primera. Se la había escrito Tracy, una chica que conoció cuando se subió a aquel tren escarlata que la llevaría al lugar donde la vida le cambiaría.

-Ya tomé una decisión. Me iré. Me tengo que ir, me debo ir, me quiero… - musitó evadiendo la mirada inquisitiva de su amiga y se recostó en el sofá.

-Me quedaré contigo hasta que duermas. Me preocupa que por todo el estrés te quedes en vela – dijo acariciándole maternalmente la espalda y le quitó el vaso de las manos. No quería presionarla para que le comentara la verdad, porque sabía casi con exactitud lo que pasó en su departamento. Ginny estaba tomando la peor decisión – Vamos, duerme… Todo estará bien – agregó cuando la pelirroja lloraba.

Guardó la carta pensando que a los once años la ortografía de su antigua amiga de infancia no podía ser peor. De todas formas no criticaría tanto porque hasta los catorce ella misma tuvo errores que podrían haber matado de un infarto a su madre. El fajo de cartas lo volvió a amarrar con la cinta y lo dejó en su mesita de noche. Se lo quería llevar como recuerdo y así deprimirse cuando estuviera en aquellos desconocidos países de habla hispana…

Se apoyó en el marco de su ventana y apoyó su frente en el cristal. Suspiró preguntándose si pronto volvería a ver ese hermoso jardín en donde montó su primera escoba, en donde le dio su primer puñete a Ron, donde aprendió a caminar… E inevitablemente se pregunto si él estaba bien. Ya era jueves, hacía días que no lo veía y no había tenido ninguna noticia de él. Eso era algo positivo, pero aún así se sentía triste. La primera vez que Ron le había dicho que se había hecho amigo de Harry y de una tal Hermione Granger, fue en ese jardín. Eran vacaciones y abrazaba a su hermano diciéndole que lo extrañaba, que ahora ella podría ir a Hogwarts… Las pocas veces que había mantenido un acercamiento digno de llamarse "acercamiento físico" era en ese jardín cuando jugaban Quidditch entre los gemelos, Ron, Hermione, Harry y ella misma.

Golpeó su frente con la ventana repetidas veces para que todos esos pensamientos y sentimientos se acabaran. ¿Por qué tenía que seguir pensando en Harry? Era algo imposible. La última vez que lo vio le dijo que la quería y borracho… Quizás sus destinos nunca hubieran estado entrelazados y no había que darle más vuelta al asunto. Se estaba haciendo más daño con esos pensamientos, y, si él aún pensaba en esas cosas, también lo estaría.

-Ginny…

-¿Ron? – preguntó girándose al oír que tocaban nuevamente a la puerta.

-Sí, acabo de llegar de la empresa. Con Hermione y los gemelos hemos venido a hacer una visita rápida – dijo abriendo la puerta – Anda abajo.

-Claro - asintió sonriendo para que no notara que su rostro había palidecido y sus ojeras se habían marcado. Cada vez que iba a llorar se ponía así.

-¿Estás bien? – Caminó hasta ella y la miró bien – No te ves nada bien, Ginny.

-Nada. Ay, Ron, te juro que eres lo mejor – Lo abrazó agradecida de la preocupación de su hermano y por primera vez sintió que era algo bueno que Ron la protegiera, no en exageración, pero era la forma de demostrarle su cariño – Ahora vamos… ¿Cómo te fue en el trabajo? Apuesto que ganas millones haciendo lindas y fraudulentas frases para que la gente compre escobas en mal estado.

-¡Yo no me vendo para que estafen a la gente! – replicó frunciendo el ceño.

-Eres publicista, creo que así es la base de tu vida…

-Si sigues le diré a… mamá que me estás molestando.

-Oh, que miedo me da – se burló entretenida.

-Te dará miedo si cumple su amenaza sin dejarte comer hasta el lunes – Sonrió al ver que su hermana se apretaba los labios sabiendo que su vida sin comida sería el peor castigo que le podrían dar.

La cena fue muy tranquila. Los señores Weasley estaban contentos que sus hijos hubieran venido, aunque sabían que se trataba más porque querían pasar el mayor tiempo posible con Ginny antes que se fuera. Aún así Molly Weasley preparó un delicioso estofado y atendió como a una verdadera princesa a su hija menor. Ginny sólo sonreía por lo amables que estaban todos con ella, le daba algo de pena saber que estos serían sus últimos días en aquella casa destartalada donde había pasado toda su infancia.

Ron se sentó en el sillón pensativo mientras bebía su café. Su hermana hablaba misteriosamente con los gemelos en una esquina. Él sólo los observaba divertido, recordando todos los planes que hacían cuando niños; Ginny siempre era la ayudante y seguidora de Fred y George, la fiel copia de los revoltosos gemelos. Pero esas bromas no serían más que un recuerdo. Ella siempre participaba con los gemelos en los desastres, en especial las bromas que le hacían a él por ser… simplemente Ron.

-Termínate el café o se te enfriará – Una delicada mano le acariciaba el hombro. Inclinó la cabeza para ver que Hermione se encontraba de pie, detrás suyo – No me habías comentado que le escribiste a toda tu familia que salíamos – dijo para que se distrajera.

-En realidad fue un mensaje horrible – comentó Fred acercándose a ellos – A nuestro hermanito le faltaba casi escribir un poema y una Oda a la de cabello castaño.

-Sí, creo que fui a vomitar después de leer esa carta… - asintió George haciendo gestos de asco.

-Lo que pasa es que están celosos que yo esté con alguien que no sea mi gemelo – Ron sonrió satisfecho por la cara de sus hermanos.

-Ron… hermanito… - Ginny fingió llorar – Me siento tan orgullosa que hayas aprendido el arte de insultar a las personas. Diste en el clavo. Oh, soy la mejor profesora del mundo.

-¡Ginny! – Fred se enrojeció avergonzado y le lanzó una mirada asesina.

-Perdónenme, pero tiene la razón… Ni yo misma lo hubiera dicho mejor – Se levantó de su asiento y se encaminó a la cocina – Oye, Fred, préstame tu agenda telefónica… ¡Cierto que sólo tienes el número de George!

-Enana idiota – musitó George mientras la risa de Ginny se escuchaba desde la cocina.

Hermione suspiró melancólica al ver que los tres hermanos Weasley se miraban tristes. Los tres habían hecho, previamente en la entrada de La Madriguera, una plegaria a Merlín para que la estación de trasladores fuera atacada por locos encapuchados e hicieran explotar todo lo que encontrarán a su paso, justo el día lunes en la mañana.

-Estoy segura que el único que puede hacerla cambiar de opinión es Harry – dijo la castaña dejando de acariciarle el hombro a su novio y se sentó en las piernas de éste.

-Pero después de ese día… Él está raro – Ron sonrió vagamente – Después de esa carta pidiéndome disculpas por haberse ido de mi casa tan repentinamente, no he sabido más. ¿Pasó algo que no sepamos?

-En realidad no entiendo nada, pero creo que lo que le pasa es que está enamorado de nuestra hermanita – intervino Fred pensativo. Hermione decidió omitir el detalle que Ginny había tenido un encuentro con Harry que la había dejado muy mal, hasta el grado de ir entrada en la noche a su casa a pedir que la alojara. Tenía que callar por el bien de su amiga, ninguno de sus hermanos, en especial Ron, podían saberlo – Y por fin el cuatro ojos se dio cuenta que tenía una buena candidata muy cerca suyo.

-Podríamos regalarle otras gafas con más aumento para la navidad – dijo George sentándose en el sillón – Por primera vez en mi vida estoy rogando para que un hombre se le declare a mi hermana y ésta lo acepte y sean felices y… se hagan arrumacos.

-Sería al primero que no golpearía – Ron rió al recordar la paliza que le dio a Dean Thomas en los vestidores del equipo a la semana de enterarse que salía con Ginny.

-¡Son unos trogloditas! – Hermione le dio un golpe en el pecho y miró duramente a los gemelos – Sólo porque es Harry no lo matarían.

-En realidad… - Los tres se miraron asustados por la reacción de la castaña.

-Sólo porque esa sería la única razón que haría que Ginny se quedara – dijo George tomando el valor para decirlo.

-Sino hubiéramos matado a Harry igual – completó Ron.

-¡Bestias prehistóricas! – Se levantó tan bruscamente que Ron sintió un tirón en la espalda, mientras que a los gemelos les dio un buen empujón para que quedaran en una masa de brazos, piernas y dos cabezas pelirrojas en el sillón - ¡Espero que mediten muy bien su afición de matones antes que siquiera vuelvan a pensar de nuevo en esa faceta!

OoOoO

Nunca había experimentado que gracias a ese vacío en su estómago fuera tan inestable emocionalmente hablando. Sus compañeros de trabajo tenían que soportar sus grandes saltadas de gritos por haber echo el peor informe de toda su vida. Siempre, cada mañana, después del almuerzo y antes que todos se fueran a sus casas –y eso no libraba de otro escándalo para los del turno de noche- que Harry Potter les dijera al punto de escupirles en la cara que no podían ni salvar a una mujer de una escoba encantada por la ineptitud de unos holgazanes, buenos para nada.

¿Y dónde se había quedado? Ah, sí en la inestabilidad emocional. Luego de ese período de cuatro días donde tuvieron que sobrevivir con los gritos desagradables del superior de los aurores de grado menor, tuvieron que sobrevivir con… el silencio. Sí, silencio. Cuando nadie habla, cuando ni una mosca se atreve a volar por el lugar al sentir que es el momento equivocado para molestar con su zumbido incesante. Ahora Harry atravesaba una fase de total hermetismo, donde actuaba como antes, antes que se enterara que Ginny se iría del país: Por la mañana revisaba los informes de las misiones que estaban en proceso, bebía un café mientras paseaba por los cubículos pidiendo detalles a los aurores encargados en cada misión de rastrear a los sospechosos geográficamente y les ofrecía ayuda por si tenían dificultades siguiéndole la pista a los objetivos, almorzaba junto con sus superiores y otro tipo de quehaceres normales.

A grandes rasgos esto se vería como un cambio positivo, pero Harry Potter casi ni reía, hablaba con una voz carente de emoción y se mantenía largos minutos pensativo antes de revisar si tenía una misión o no. Cualquiera que entraba a su despacho, luego salía cansado y lento. Lento en el sentido que le costaba reaccionar, pensar y hacer cualquier tarea. Es que irrevocable e imperceptiblemente, la tristeza del muchacho se le contagiaba al que estuviera a solas con él. Entrar en su oficina era ir a la boca de la cueva del demonio y salir luego de haber escapado de las llamas del diablo, sin energías porque se las habían robado. ¡Y lo peor era que Harry Potter no absorbía la energía, si no que seguía con su inquebrantable silencio de pena! Al final del día ya nadie hablaba en aquella enorme zona del ministerio, porque casi todos los aurores eran víctimas de Harry y quedaba en silencio. Debían ahora sobrevivir a su silencio.

-¿Estás muy ocupado o vengo después?

Ese maldito vacío no se llenaba con nada. Ni con comida, ni con recuerdos alegres, ni con un buen café cargado, ni hasta con pensamientos indecorosos con cuanta mujer bella viera por el ministerio. Porque toda comida deliciosa le recordaba a Ginny, sus recuerdos alegres era su sonrisa blanca y sus pecas juguetonas, el café cargado le traía a la mente ese día en que se juntaron en aquella cafería para hablar de las cartas que habían recibido de sus desesperados amigos, y los pensamientos indecorosos transformaban a cualquier mujer en la que no quería pensar y no le recordaban ni más ni menos cuán imaginativo podía ser de imaginarse por completo el cuerpo de esa pelirroja…

Se encontraba revisando un pergamino que le había escrito el jefe. Le decía que habían repetidos casos de robo de tiendas de pociones en pequeños pueblos mágicos y que los testigos de los asaltos no pueden hablar porque se encontraban con serias secuelas de maldiciones imperdonables. El jefe le solicitaba que él se hiciera cargo de la misión y contaba con el permiso de usar a otros dos de menor rango para que trabajen con él. También le adjuntaba varios papeles que contenían fotos, y otros datos detallados de casa asalto. Pensaba que debía ver la lista de asaltantes sin atrapar para cerciorarse que no había ningún patrón entre los extraños robos y alguno de los criminales buscados. Y en eso hacía cuando le preguntaron si estaba muy ocupado o venía después…

-No tanto – le dijo a Ron cerrando la carpeta con los antecedentes de los asaltos – ¿Qué haces por aquí?

-Pues, como una persona que tiene conciencia que trabajar tanto, no se queda en la oficina un sábado y pensaba qué era de la vida del extraño que desapareció de mi departamento.

-Creo que pasas mucho tiempo con Hermione, empiezas a hablar como ella… - comentó sonriendo y Ron sólo se alzó de hombros sin disimular lo contento que era porque fueran novios – Ya te expliqué en la carta que te mandé que estaba algo… turbado. Pero me encuentro bien y sano a salvo.

-En lo de que estás a salvo te creo, pero si me dices que sano y bien… Dudo un poco – Se acercó a una de las repisas de la oficina y sacó una esfera que contenía una planta extraña dentro – Si no viniste un día al trabajo, está bien que trates de recuperar el tiempo, pero no exageres.

-Parece que siempre les gusta conversar de lo que hago y dejo que hacer – Bufó y recordó algo – Apuesto que Tonks. Vino a hacer una visita rápida antes de irse a su misión en Francia.

-Sólo pregunté si sabía tu paradero y ella soltó lo demás.

-No sé por qué todos le dijeron que no vine el lunes. Y seguro le comentaron que el domingo no regresé al trabajo – dijo cansinamente tratando de no pensar en ella de nuevo - ¿Y cómo está Hermione?

-Bien, aunque con mucho trabajo. Supongo que sabes del accidente que hubo ayer en el Callejón Diagon con la exhibición de escobas.

-¿Ella se está haciendo cargo de los heridos? – preguntó sintiendo compasión por todo el trabajo que debía tener su amiga. Ron asintió – Vaya, es una lástima que cargue con tanta responsabilidad por ser la jefa de urgencias de San Mungo, pero ella es la indicada para curar a toda esa gente.

-Y ni te imaginas el escándalo que hubo ayer en la empresa cuando pasó. El gerente estaba más que feliz porque las escobas eran de la marca de la competencia, así que adelantó el lanzamiento de la campaña… ¡Mañana saldrá mi eslogan en primera plana de 'El Profeta'! – Dejó la esfera con la planta y caminó hasta la mesa de Harry.

-¡Felicitaciones, Ron! – Harry se puso de pie y le dio un abrazo a su amigo - ¡Es genial! Aunque… los heridos y Hermione…

-Digamos que ella prefirió omitirse opiniones. Sólo me felicitó y no me habló más del tema. Creo que como ella atiende a los heridos del accidente y que yo me beneficié de ello, es bastante raro – admitió pensativo – Lo que también me hace pensar que vamos tan bien juntos, que este problemita no nos causará daños serios en la relación.

-Me parece bien, ya que no siempre tendrán a cupidos para ayudarlos…

Harry dejó inconclusa la oración al darse cuenta que inconcientemente había dicho algo que la traía a ella de vuelta. Miró a Ron esperando una reacción de su amigo. ¿Sabría él que el domingo había ido a la casa de Ginny? En la carta que le mandó para disculparse por su actitud, se inclinó por no decir nada al respecto. Sabía que Ginny no iría corriendo a decirle a su hermano lo que había pasado, pero Ron siempre tenía la suerte de oír cosas que no debería… Y como Ginny era amiga de Hermione, y Hermione novia de Ron… Todo podía pasar por aquellas casualidades de la vida. Pero el imaginarse la cara de Ron cuando supiera que él había osado visitar borracho a su hermana, que se había atrevido pedirle explicaciones y hasta la había besado; el imaginarse su cara en ese momento era una sentencia de muerte.

Es por eso que cuando vio que la expresión facial de su amigo se tornaba algo relajada, pero lo miraba expectante le pareció extraña. Ciertamente no tenía intenciones de matarlo o romperle la nariz a golpes, pero Ron lo veía esperando que dijera algo más… o hiciera algo más.

-Espero que dejes de trabajar. O al menos que mañana te tomes el día libre. Podríamos salir a almorzar con Hermione para celebrar mi victoria publicitaria.

-Lo pensaré… pero creo que podré. Tienes razón, estoy al borde de convertirme en un trabajólico – asintió agradecido por el gesto de su amigo. De verdad necesitaba distraerse para mantener su mente libre – Gracias.

-Oye, no me agradezcas nada. Bueno, te dejaré trabajando y mañana ven a mi departamento al mediodía. Si no vas me avisas antes – Le dio un golpe de camarería en el brazo a Harry y se despidió – Nos vemos mañana.

-Sí, y mándale mis saludos a Hermione y a tu familia, si los ves después – Rodeó el escritorio para sentarse y seguir viendo el caso de los asaltos repetidos, pero la voz de Ron lo hizo quedarse mudo.

-Mañana es la última oportunidad que tienes para hacerla desistir… Estoy seguro que eres el único que puede hacer que se quede. El lunes a primera hora toma el traslador – Y cerró la puerta.

¿Valía la pena intentarlo si ella no sentía lo mismo por él? Su pregunta fue rápidamente respondida por uno de los últimos recuerdos que tenía de aquel domingo en la noche, entre el olor a tequila y los ojos cafés de la pelirroja: -Parece que los cupidos hicieron otro enamoramiento más… - musitó con la voz entrecortada.

Pero el efecto de los cupidos era diferente para cada uno. Ella se iría de todas formas.

OoOoO

Sabía que muchas veces ocultaba sus emociones para hacer lo que creía correcto y para tranquilizar los demás, y por primera vez le había salido tan bien el papel de actriz. En general cuando descubría un detalle importante de algún sueño o relato de Harry, trataba de aparentar serenidad sin mucho éxito cuando la veían muy orgullosa por su descubrimiento o aterrada por las falta de conciencia de Harry al exponerse a tantos peligros. Esta oportunidad había sido diferente porque Ginny no era Harry.

Hundió su rostro en el pecho de Ron para sentirse más protegida y aliviada. Contener tantas emociones a la larga le hacía mal, y como había acabado, era el momento perfecto para decirle al mundo que odiaba el maldito destino. Eso del momento perfecto no se sabía si estaba bien o no, pero que debía el tiempo de explotar lo era.

Él sólo le acariciaba el cabello silenciosamente. Ya casi no sentía las lágrimas de su novia mojar su camisa ni el ruido de la copiosa lluvia que caía. ¡Hasta el día se puso de acuerdo con la casualidad para anunciarle las malas nuevas! Cuando despertó se extrañó que lloviera, siendo que en el periódico, decían que se mantendría nublado por el fin de semana. Sin darle mucha importancia vio el anuncio de la nueva escoba con su eslogan en primera plana. Se veía bastante lejano el día en que estaba tan contento, y eso que había sido hacía unas cuatro horas atrás.

Un "crack" familiar se escuchó justo al lado de Ron y él giró la cabeza para encontrarse con Harry.

-Vaya, parece que me aparecí en un momento cariñoso… - comentó el muchacho viendo con ternura y algo de diversión cómo Ron estaba acostado en el sofá y Hermione reposaba encima suyo, con el rostro en su pecho - ¿Hermione?... Estás llorando. ¿Qué pasó? – inquirió frunciendo el ceño al escuchar los ahogados sollozos de su amiga.

-Vienes bastante arreglado – le comentó la castaña sacando su rostro de su escondite – Me gusta verte aquí. Parece que seguiste el consejo de Ron y te diste un día libre.

Las mejillas sonrosadas de Hermione hacían una buena pareja del pelo de Ron, que se veía más pelirrojo que nunca por la palidez del muchacho. Hermione se secó las lágrimas y le sonrió tristemente a Harry para quitarle importancia al asunto, aunque Harry pudo notar cómo Ron le dirigía una mirada de enojo.

-Sí, me invitó a almorzar para celebrar la publicidad de la nueva escoba, pero eso no importa ahora. ¿Qué les pasó? – volvió a preguntar dirigiendo rápidamente su mirada a Ron interrogante.

-Nada serio. No deberías preocuparte – La muchacha se levantó – Pues vayamos a celebrar. ¿Tienes algún buen lugar para ir, Harry? No sé qué restaurante sería apropiado para la ocasión y la verdad es que…

-Quisiera saber si ibas a impedir que Ginny se fuera – dijo Ron subiendo la voz para interrumpir a Hermione de una sola vez.

-¿Perdón? – preguntó Harry muy serio.

-Ron… por favor…

-No, Hermione, déjalo hablar. ¿Por qué te interesa saberlo precisamente ahora? – Se acomodó las gafas con una severa mirada.

-Sólo por curiosidad. Juro que no te haré nada si me dices que no o si me dices que sí. Prometo mantenerme ajeno a darte alguna respuesta a tus palabras – dijo con la voz tan profunda, que Harry y Hermione supieron que se encontraba más triste que enojado - ¿Ibas a detener a Ginny?

Sus miradas se cruzaron por un largo periodo de tiempo, o eso le pareció a Harry y Ron, aunque no fueron más de seis segundos. El primero meditaba la pregunta de su amigo tratando de saber qué decisión haría, aún cuando se encontrara confundido en el momento. Al ir donde Ron tenía toda la idea que Ginny volvería a su mente y que su mente divagaría en perseguirla o quedarse en el ministerio. El segundo evaluaba con atención el semblante de su amigo para detectar algún indicio que Harry sí la amaba, que Harry sí iría detrás de ella.

-Yo me enamoré de tu hermana, pero es una situación muy difícil. Creo que es algo casual e imposible – respondió sintiendo como aquel vacío en su estómago crecía poco a poco. Hermione volvió a romper en llanto y miró nuevamente a Ron dándose cuenta de un detalle - ¿Dijiste "ibas" a detener a Ginny?

-Sí. Por más que no quisiera decirlo, pero es la realidad – contestó el pelirrojo sentándose en el sofá y juntó sus manos mientras los codos los apoyaba en sus rodillas flexionadas.

-A última hora el subsecretario del ministerio, quien se encarga de los medios de transporte mágicos oficiales, supo que llovería torrencialmente hoy día, pero que el lunes sería casi una aluvión; por lo que los trasladores de mañana fueron suspendidos – explicó Hermione secándose las lágrimas con el puño de su chaleco – Por lo tanto, Ginny tuvo que elegir entre viajar hoy o el miércoles, cuando la lluvia fuera menos copiosa. El problema es que la requieren en el ministerio de Argentina el martes.

-Hace media hora llegamos de la central de trasladores – agregó Ron viendo su chaqueta mojada en el colgador junto a la puerta de entrada.

¿Valía la pena tratar de detenerla cuando no sentían lo mismo?

-¿Ya tomó el traslador o…?

-¿Cómo lo vamos saber si sólo estuvimos con ella en la sala de espera hasta que la llamaron para el sector de identificación? – preguntó Ron desesperándose por no haber podido hacer nada. Pensaba que tenía un día más, en donde un milagro podía ocurrir, pero la maldita lluvia se presentó – Puede que haya tomado el traslador o aún esté esperando.

Harry desapareció rápidamente.

-¡Harry! – gritó Ron poniéndose de pie por la repentina desaparición del muchacho.

-Ellos hicieron tanto por nosotros, tenemos que al menos rezar por ellos. Los milagros pueden ocurrir… - dijo Hermione sonriendo angustiada y suspiró – Por favor que no haya abordado el traslador aún. Por favor que esté sentada esperando que llamen al abordaje.

-Si Harry no logra detenerla, me suicidio – dijo determinado Ron mientras se cruzaba de brazos.

-Hay que pensar en positivo y mandar buenos augurios… No amenazas de suicidio. ¿Crees realmente que tu muerte le importe a Harry y Ginny en este momento? – inquirió lanzándole una mirada burlona – Además no quiero quedarme sin ti – agregó sonriendo – Tenemos que esperar y ver cómo llega. O llegan, en el mejor de los casos.

OoOoO

Nunca le había fallado. Desde que quiso llamar la atención de un chico al ingresar a Hogwarts dio sus resultados. El único que no había sucumbido a su cuenta regresiva era él. Sonrió amargamente dándose cuenta que hasta en ese momento pensaba en él, en ese preciso instante donde ya todo estaba dado.

-Déjeme entrar, por favor – Sabía que estaba abusando de su poder de auror, ya que podía entrar a casi cualquier sitio sin ningún problema – Soy… - dijo Harry sacando su varita para que el oficial de seguridad la examinara.

-¡Es Harry Potter! – gritó exaltado el oficial y miró con interés la cicatriz de Harry - ¿Qué lo trae por aquí? – Le dio la mano y se la estrechó entusiasmado – No puedo creer que esté aquí. ¡Usted es un héroe! Gracias por haber salvado el mundo mágico… Por favor, pase sin complicaciones, pero no le diga a nadie que lo dejé pasar sin el permiso de viaje.

-Eh… iba a decir que era auror, pero eso me sirve igual… – murmuró algo turbado y le sonrió al oficial - ¡Gracias! – Y saltó corriendo la barrera.

La central de trasladores se encontraba conectada a King Cross. A unas diez calles de la estación de trenes londinense, había un terreno algo descuidado, cercado con grandes rejas de alambre y un gran letrero que decía: Extensión línea 5 de trenes. Los que vivían por el barrio no sabían si algún día iban a extender la línea 5 de trenes, para que no tuvieran que caminar diez calles a la estación más próxima, King Cross, así que ya no tomaban en cuenta ese terreno con una entrada subterránea ya olvidada.

Sin embargo, abajo se encontraba la central de trasladores. Había sólo tres formas de llegar al lugar: La entrada del terreno baldío y atenerse a una revisión de varita, por polvos flu y a través de la estación 10 ¾ en King Cross. Era un procedimiento muy parecido al cruzar el pilar para ingresar a la plataforma 9 ¾ para ir a Hogwarts, pero esta plataforma nunca se sellaba. Por aparición no podía hacerse, ya que la central contaba con más de veinte trasladores legales y el nivel de magia era inestable y peligroso para las apariciones.

-Identificación, por favor – pidió una mujer extendiendo su mano desde un cubículo, junto a la barrera para ingresar a la zona de abordaje.

-Soy auror. Tengo que hacer una investigación – dijo dándole la varita y esperando impaciente que se la etiquetara - ¿No podría apurarse?

-No tan rápido, caballero. Necesito que me de su nombre, su número de identificación de auror y…

-Harry Potter. Número: 12595-IZ – respondió impaciente y pensando que saltar esa barrera se veía muy tentador.

-Oh… Harry Potter… - musitó ella terminando de pegarle una etiqueta a su varita – Suerte en su investigación y cualquier situación, nos llama.

-Ah, sí. ¿Ya salió el traslador a Argentina?

-El traslador con destino a Buenos Aires, Argentina; está a punto de partir. Los pasajeros toman posiciones para…

-¡Gracias, señora! – Tomó su varita y saltó la barrera dejando a la señora boquiabierta por sus malos modales.

En realidad no sabía qué hubiera pasado si Ron no le hubiera dicho que se había adelantado el viaje. Ese vacío seguía intacto, no había crecido ni había disminuido. No podía imaginarse cómo sería su vida con ella lejos; quizás muy parecida a como era antes de la carta de Ron pidiéndole ayuda para juntarlo con Hermione. Tampoco sabía cómo sería su vida con ella… en el sentido romántico de la frase. Jamás se la había pasado que Ginny fuera algo más para él. Aunque… hubo un tiempo cuando él iba en su quinto curso, cuando Ginny lo confrontaba o lo apoyaba que se sentía tan bien a su lado. Pensó en ella como buena compañía y no como la hermana menor de su amigo.

¿Qué perdía con intentar detenerla?

Era estúpido el pensarlo, pero… Por más que lo supiera, siempre existiría esa pequeña esperanza en su corazón. Si tan sólo hubiera conseguido trabajo, si tan sólo fuera más competente para el mercado laboral, si tan sólo él le dijera sin borrachera que la quería. Eso haría que no estuviera caminando hacia el traslador. Las cosas serían tan diferentes… ¿Por qué se había tenido que enamorar de nuevo del mismo tipo? Cometía el mismo error otra vez. 'Y decían que con los errores se aprende' pensó sonriéndole al mago encargado de ver que todos los pasajeros sujetaran bien el traslador.

¿Y qué perdía con intentar esperarlo?

-10… 9… 8… 7… - Los músculos de todo su cuerpo se tensaron por el nerviosismo.

Harry miró a todos lados buscándola. Unas personas estaban sentadas en unas sillas mientras tomaban café o jugo, en la esquina de la habitación un mago les decía a todos que se sujetaran bien y que llegarían a Italia rápido, lo misma escena y esta vez era con paradero a Japón, lo mismo y eran personas que llegaban de Egipto. ¿Por qué siempre cuando se buscaba algo no se podía? Todo iba en contra de sus deseos. Buscó desesperado y por un momento pensó que odiaba a Ron por haberle dicho que el viaje se adelantaba porque, quizás, si ella hubiera viajado mañana, no iría a buscarla y no se encontraría tan angustiado. Miró nuevamente y…

-6… 5… 4… - Pusó su mano en el traslador y agarró más fuerte su bolso – 3…2…

-Bien. A la cuenta de tres saldremos. Por favor, traten de mantener la calma y aguanten las ganas de vomitar, si es que se marean – dijo el mago – Uno, dos...

-¡Ginny! – Aquel grito parecía venir de tan lejos, que se sentía ajeno al lugar.

-… 1 – concluyó Ginny mientras su corazón latía con fuerza. Cerró los ojos.

-… Tres – Y el traslador empezó a pescarlos uno a uno, como una caña de pescar en sus ombligos mientras todos daba vueltas y vueltas.

Aminoró sus pasos, hasta detenerse. Su mano la bajo y vio incrédulo que el lugar donde esa melena pelirroja estaba, estaba completamente vacío. El vacío en su estómago se agrande mil veces. Bajó la mirada sintiéndose la persona más estúpida e ingenua del mundo por pensar que no perdía nada con intentarlo… Claro que perdía algo, la perdía a ella. Cuando la vio estaba tan seguro que podría lograrlo. ¡Qué mentira tan apetecible!

-¿Qué estás haciendo aquí? – Su corazón dio un vuelco y un hormigueo recorrió todo su cuerpo al escuchar su voz – Quizás no lo sepas, pero es de mala educación interrumpir a una persona cuando está casi por irse.

-Lo que es de mala educación que dejes el traslador por un maleducado como yo – contestó viéndola sorprendido y con una gran sonrisa.

-No te hagas el importante… No lo hice por ti, idiota. ¿Qué haces aquí? – repitió manejando muy bien el sonrojo que quería asomarse en sus mejillas. Al terminar la cuenta regresiva, escuchó su voz y pensó que estaba loca o era la verdad. Nunca le había fallado su método, así que se soltó del traslador y cerró los ojos esperanzada.

-Vine a convencerte por qué no debías irte. Parece que con sólo verme ya cambiaste de opinión…

-Dirás, que no decidí irme ahora. Hay otro traslador a las cuatro, así que perfectamente puedo pensar que quiero estar en Latinoamérica que escuchando tus estupideces – dijo cruzándose de brazos y su voz se relajó un poco - ¿No tuviste consecuencias serias después de tu borrachera?

-Nada peor como despertar en el departamento de cierta persona, recordando muy bien lo que había pasado… - Se acercó a ella y Ginny sólo dirigió su mirada al puesto de comida, detrás de Harry – Tenemos una conversación pendiente.

-Tengo una conversación pendiente con el Harry borracho, no con el Harry súper auror salvavidas de damiselas en peligro – comentó con una sonrisa – Pero en vista y considerando que has prolongado mi estancia en Inglaterra por unas horas, me gustaría empezar una conversación contigo… retomando lo que me dijiste esa noche… - agregó deseando con todas sus ganas que le pidiera que se quedara. ¿Aceptaría si se lo pedía? Todo dependía de lo que él le proponía a cambio.

La pelirroja caminó pasando por el lado de Harry sin dirigirle la mirada. Fue hasta el puesto de comida, donde un señor vendía galletas y otros dulces, donde compró una porción de galletas y se sentó en una de las bancas de espera.

-Lo que dije esa noche es completamente cierto. Lo que no entiendo es por qué estás huyendo – dijo tranquilamente quedándose de pie a su lado.

-¡Yo no estoy huyendo! – replicó con la voz ahogada a causa de la gran cantidad de galletas que mascaba, pero Harry no pudo ver lo graciosa que se veía porque se tapó la boca – Te expliqué que el trabajo lo necesito. No quiero ser otra desempleada más, que luego se hace dueña de casa y no hace más que vivir su vida entre ollas y escobas, y sus sueños los proyecta en sus hijos – explicó arrugando con cuidado el cucurucho de galletas, para que no se quebraran las que quedaban – Es patético. Quizás te suene ridículo, pero… no quiero ser como mamá… Yo la adoro y la admiro. Nos ha criado con mucho esfuerzo y es una mujer luchadora… Pero jamás podría verme reflejada como ella. No quiero tener tantos hijos, no quiero sólo ser dueña de casa y ciertamente no quiero ser tan aterradora como ella cuando nos reta – concluyó sonriendo tristemente.

-Te entiendo, pero eso no es suficiente. Tu familia te va a extrañar mucho y también… yo. Estoy seguro que aún puedes conseguir trabajo aquí – dijo dándose cuenta que Ginny ya tenía un plan de vida.

-¿Para qué seguir con esto si ya tengo trabajo? Ni que tuviera algo que me retenga a este país… - Comió otra galleta y sintió el impulso de hablarle con más sinceridad aún – Nada me retiene aquí para estar contigo.

Miró con sorpresa a la joven y parpadeó por unos segundos pensativo. ¿Por qué nada la retenía para estar con él? Le había dicho que la quería, y eso no bastaba. ¿Qué esperaba? No podía prometerle darle el mundo entero o que estarían juntos por siempre, sería una mentira. Ni él mismo tenía seguridad si durarían tiempo estando juntos, si se diera la posibilidad, pero quería intentarlo. Eso le decía su corazón: Valía la pena intentarlo por Ginny.

Se puso de cuclillas y esperó que la pelirroja terminara de comer su última galleta. El cabello le cubría casi todo el rostro, ya que inclinaba también la cabeza hacía abajo, por lo que no podía descifrar qué pensaba en ese momento.

-No sé por qué huyes… Sé que quizás no sea una gran razón de vital importancia para cambiar tus planes, pero no sabes con seguridad si te quedas te hará más feliz a como serías si te vas – Suspiró y juntó las manos lentamente – Te quiero. Te quiero más de lo que podría decirte ahora mismo.

-Sí sé que me quieres. Dudé en un principio porque por experiencia propia, no se puede confiar en un borracho. Casi siempre digo idioteces cuando se me pasan las copas y no me acuerdo que hice el ridículo – contestó con la voz quebrada y Harry se acordó de la fiesta de cumpleaños de Parvati, en donde había encontrado a Ginny borracha y le dijo que aún lo amaba. Sonrió por breves instantes hasta que escuchó nuevamente su voz – Pero no me quiero confiar. Sólo pasaste conmigo un par de semanas y te gusté, eso es todo. Es una consecuencia por pasar tiempo con alguien a quien apenas veías… Quizás te sorprendí, en cierta medida. ¿Es fiable confiar en un enamoramiento casual a estas alturas de nuestras vidas?

-Fue casual, pero no quita el hecho que nos queremos.

-No puedo creer que no me entiendas – comentó arrugando el cucurucho y rió.

-¿Cómo quieres que te entienda si eres tan terca? – preguntó fastidiándose.

La pelirroja se puso de pie y casi lo hizo caerse de espaldas por la impresión. Botó el cucurucho en un basurero junto a la banca y se ordenó sus cabellos enredándolos en sus dedos y dejándolos detrás de su rostro, para que pudiera verla bien.

Harry se sorprendió de verla con los ojos llorosos.

-Piensa en todo lo que te dije teniendo en cuenta que tú fuiste mi maldito amor infantil. Pasaste de ser mi ídolo, a un amor platónico hasta convertirte en un amor real. Pasé varios años en la escuela enamorada de una persona que jamás se dio la molestia de mirarme… Fue un encaprichamiento inmaduro, lo admito, pero no quita el hecho que me hizo sentirme pésimo por mucho tiempo – Lo miró enojada y se limpió con rapidez las lágrimas que salían de sus ojos. No quería que la vieran llorar y que el maquillaje se le corriera, si no él vería su rostro demacrado - ¿Crees que me da seguridad esto casual cuando lo prolongado se esfumó cuando me di cuenta que no debía amar a un héroe como tú? Créeme que yo también me siento atraída a ti, y me siento agradecida por el hecho que tú me veas como alguien diferente en tu vida… No pido que me ames apasionadamente ni me prometas que estarás a mi lado en todo momento… ¿Qué puedes decirme a eso? – preguntó desafiante y puso sus manos en las caderas dándose por ganadora.

Lo que no esperó es que él sonriera y la mirara con la mirada más dulce que jamás nadie le había dirigido. Aguantó un poco la respiración preguntándose qué pasaba por la mente de Harry y se mordió el labio inferior impacientándose. ¿Qué iba a hacer el famosísimo Harry Potter ante su confesión hormonal de adolescente dañada? Oh, le había salido un discurso muy cursi anteriormente, pero no pudo evitar decírselo… Era lo que sentía y de una forma extraña presentía que había hecho algo bueno.

Se le acercó en silencio y tomó su pecoso rostro entre sus manos. Ginny hizo un ruido de sorpresa cuando él dejó reposar su frente en contra de la suya con lentitud. Cuando sus ojos se encontraron, Harry pudo percibir la confusión y la comodidad de la muchacha por estar tan cerca.

-Nuestros destinos siempre han estado cruzados, pero jamás entrelazados… Me di cuenta muy tarde que eres con quien quiero estar en este preciso momento. Por eso me tienes aquí. No soy dueño de mi futuro, ni tampoco del tuyo, por eso no puedo decir si de verdad vale la pena que dejes tu trabajo por Inglaterra, por seguir buscando trabajo, por tu familia y por mí – dijo saboreando el olor a flores que desprendía el cabello de Ginny.

-Yo… no sé qué decir… - musitó tentada en besar a Harry.

-Sólo dime si estás dispuesta a arriesgarte por algo que nosotros mismos hicimos. ¿Después de todo somos los cupidos, no? – inquirió dudoso si sus palabras la harían cambiar de opinión.

-De errores se aprende. Tropecé con la misma piedra dos veces y no quiero que me duela de nuevo por tu culpa – Cerró los ojos y Harry creyó que Ginny le iba a mandar un maleficio por intentar hacerle quedarse – Bah, aunque me da lo mismo cuántas veces tenga que cometer el mismo error para aprender… Quiero cometer el maldito error de quererte – Abrió los ojos y acortó la distancia.

Harry recibió sorprendido su beso. Le respondió lentamente y la abrazó con todas sus fuerzas. La pelirroja dejó caer su bolso y llevó sus manos al pelo de Harry. Se puso de puntillas para que fuese más fácil el contacto y se entregaron a la plena tarea de disfrutar de sus labios.

Abrieron los ojos después de unos momentos luego de separarse. Harry sonrió al ver que la muchacha entrelazaba su mano con la suya.

-Esto quiere decir que no te vas – dijo feliz.

-No soy tan maquiavélica para besarte y después irme… Admito que soy una heredera de los gemelos, pero no tengo mal gusto en bromas – Rió divertida y le dio un travieso beso en la mejilla – La verdad me hiciste una buena pregunta. Si me arriesgaba o no. Creo que eso era lo que necesitaba que me ofrecieras para inclinarme por esto.

-¿Sabes que me has hecho la persona más feliz del día? – preguntó pasándole un brazo por los hombros.

-¿Sabes que esa frase de "Nuestros destinos siempre han estado cruzados, pero no entrelazados" viene del fondo de pantalla de mi celular? – preguntó lanzándole una mirada suspicaz.

-Eh… Pero te convenció¿eh? – dijo sonrojándose.

-Sí. En realidad me sorprendió que dijeras algo tan cursi… No es de tu tipo. Me hubieras convencido de todas formas sin eso, pero me gustó. Una declaración a lo más tipo película de chicas – comentó apoyando su cabeza en su hombro. Harry disfrutó del aroma a flores nuevamente – Me muero por comentárselo a Hermione…

-¡Oye, no me digas que le dirás todo esto!

-Es mi amiga. A ella le contaré todo y con lujo de detalles. A los demás les diré que sólo me diste buenas razones para quedarme y que me besaste – Dio unos saltitos de alegría.

-Tus hermanos me van a matar – murmuró imaginándose a los gemelos con un hacha, a Ron con su varita preparada y a los demás Weasleys con cuchillos esperando obtener un pedazo de su carne cortada en mil pedacitos.

-Harry, sólo por el hecho de haber hecho quedarme en Londres, ellos te amarán y te estarán agradecidos. No matarían al salvador de su indefensa y débil hermanita – dijo recogiendo su bolso – Supongo que ya nada tenemos que hacer aquí… Tendré que deshacer todos los movimientos y obtener el arriendo de mi departamento de nuevo.

-Y mientras aprovechas de estar conmigo – Sonrieron.

Se besaron nuevamente y Ginny se empezó a reír de lo contenta que estaba. Salieron de la zona de abordaje casi sin ningún problema, porque hacía quince minutos ningún traslador llegaba con viajeros. La señora en el puesto de identificaciones le lanzó una mirada despectiva desde su cubículo y Harry sólo se alzó de hombros cuando Ginny le preguntó por qué parecía que lo quería matar. ¿Quizás por decir que tenía una misión y salía junto a una despampanante pelirroja? Podía ser cualquier tipo de misión, jamás le dijo a la señora cuál era.

Mientras se acercaban a un enorme pilar de ladrillos que tenía un limpio letrero en donde reposaban las palabras Andén 10 ¾, Harry rompió el beso y miró a Ginny interrogante.

-¿Dijiste que tus hermanos no me matarían sólo por haber logrado que te quedarás? – preguntó confundido – Creo que no me matarían por el simple hecho de ser yo.

-¡Qué inocente eres! Si supieran que ando contigo así nada más, tendrías una agradable conversación con ellos – dijo y rió por la cara de miedo que puso - ¿De verdad creías que por ser nuestro Harry te iban a hacer las cosas fáciles?

-Pues… sí… Esto me hace pensar que tus hermanos son peores que Voldemort.

-Mejor cállate, resolveremos lo de mis hermanos después y bésame – le pidió y Harry no perdió el tiempo en juntar sus labios. Se quedaron así por un largo tiempo – Total, gracias a nosotros Ron no se va a morir solo y amargado… así que si te pone una mano encima, créeme que los cupidos harán una buena movida para demostrarle que nadie se mete con ellos.

-¡Ginny, me encantas! – La atrajo más a su cuerpo y aprovecho de besarle el cuello.

-Y tú me alocas, Potter… - dijo riendo por las cosquillas que le causaban los besitos que le daba en el cuello.

Jugueteando de esa manera salieron de la plataforma. Los muggles no prestaban atención que entre ellos pasaba el famoso Harry Potter junto a Ginny Weasley y a ellos poco les importaba que estuvieran rodeados de gente cuando necesitaban recuperar el tiempo perdido. Ginny miró a Harry divertida y le preguntó:

-¿Cómo sorprenderemos a mi familia que no me fui?

-La verdad no lo sé… Podría meterte en una enorme caja y dárselas en la cena.

-Eso o podrías presentarme como la mejor misión cumplida que has tenido – Se le acercó y lo besó.

FIN


Notas de la autora: Así termina el fic. ¡Muchas gracias por el apoyo, sus reviews que siempre nos dieron! Creo que este fic se hubiera quedado inconcluso por mucho tiempo más, si no supiera lo importante que son los lectores… Gracias a ellos este fic se pensó, siguió. Y no soy la única en decirlo así. Todos los que escribimos fics lo podemos afirmar. ¿Por qué creen que hay tantas historias, de todo tipo y género, en este sitio? No sólo para vaciar la imaginación, si no por el apoyo de las increíbles personitas que leen esto.

Desde un principio pensamos con Ubis que el final del fic sería así. De hecho ambas pensamos en el final y de allí desarrollamos el principio… Este fic es de ambas, quizás por circunstancias extrañas de la vida no pudimos seguir juntas esta maravillosa historia, pero nos pertenece por igual.

Y, pues, aprovechando la circunstancia… Por los próximos días subiré un nuevo fic. Será un DG. Sí, sí, Draco y Ginny. ¿Me quieren matar? Es que es mi pareja prohibida y al fin me decidí a hacer algo de ellos xD! No sé, les aviso por si tienen ganas de leerlo cuando lo publiquen… De todas formas les recuerdo que sigo con mi fic 'Yo soy tú y tú eres yo' que es un HG y RHr puro.

Sin más los dejo. Creo que es suficiente con todo lo que he dicho y más palabras arruinarían mis intenciones.

Mucha suerte a todos ustedes y espero que estén muy bien, au revoir mes amours!