Disclaimer: Odio poner esto. Además, ya os lo sabéis de memoria, pero cumplamos... Nada de lo que reconozcáis me pertenece (es de JK) y lo que no reconozcáis (uséase, la trama) es mi invención.
Advertencia: Este capítulo contiene una escena bastante cruel y violenta (o por lo menos eso es lo que pretendo que me quede). Si te consideras una personal sensible, abstente de seguir leyendo, por favor.
Para los demás ¡buena lectura! .
Como veréis, en este xapi se llega al esplendor de la personalidad de Rodolphus (me ha acabado gustando este personaje jejje). Nos meteremos un poquito en su cabeza y veremos hasta que punto "domina" a Bellatrix, hasta que punto puede ser peligroso. ¿Interesados? Jjeje, eso espero.
Joanne
CONTESTO REVIEWS: (muxas gracias a todos!)
-Marin Black: Wenas Marin! Jaja, asik ya no te imaginas a Bella sin sexo? La verdad es k es difícil... jiji. Me alegro de que te gustase, y tb k t parezca bien la relación sin amor... No me imagino a Bellatrix amando, la verdad. Aunque weno, en el caso de este Rody tan sexy tampoco puede atraerle solo físicamente, verdad? Espero que este xapi no te parezca aburrido... aunque creo q al final he metido menos "psicología" de la k pensaba en un principio. Bss! Y ya me contarás.
-Leonita: Cada vez que pienso en este xapi me viene a la cabeza cuando me dijiste que Rody te daba morbo xD Me gusto ese comentario. Espero que no te decepcione en este xapi... tiene un papel importante, sin duda, pero no sé... se le ve mucho más peligroso. Ya verás lo que te digo si lo lees. Y, x cierto, muxas graxias tb por pasarte por LDP.
-AkashaBennington: "ella es capaz de utilizar el sexo para otros propositos." Me gusto esto que dijiste en el review... No se me habia ocurrido, pero tienes toda la razon. Parece que a todas os gusta que meta sexo... weno, pos seguiré metiendolo, jejje. Parece que no tiene rechazo. En este no hay, pero espero que os guste. Hay varias escenas/frases que me gustan como han quedado. A ver si opináis vosotros igual. Ya estoy deseando leer el bella-sirius (y tranki, pensaré en la propuesta de escribir un bella-sirius, a ver si se me ocurre algo)
Mina: Ahhh no me lo puedo creer! Un review tuyo jejje... Si es k ya me temo yo k Bella tb te ha afectado. Te veo un tanto perver sabes? Solo hay k ver cuando hablamos en las hojas xD
-AnnaTB: Graxias por el review!A ver si te gusta la continuación... Espero que sí. La verdad es que en el primer xapi tuve más opiniones antes de subirlo que en este, pero espero que no me haya quedado demasiado mal.
-Kristen Black: Nah, no soy esa... pero oye, me pregunto como sabes que hay una de ese nombre andando por los chats. Dnd te metes en internet eh? Voy a empezar a pensar mal... Graxias por todos tus reviews, creo que ya los lei todos!
-BellatrixBlackLestrange: Graxias wapisima! Me animaste un montón con tu opinion! Asik te diviertes con las escenas criticas? Weno, el xapi 2 no tiene pero a ver si también te gusta. Compenso escenas de sexo con otras más peligrosas... muahahahaha
OoOoOoOoOoOoO
EL BESO DE JUDAS
CAPITULO 2
Detrás de la conciencia trabajan los instintos. (Nietzsche)
Avanzando en la oscuridad, Bellatrix se tropezó con la alfombra. Se detuvo en seco, deseando que el ruido no hubiese despertado a su marido.
Se reclinó contra el marco de la puerta y cerró los ojos, respirando agitadamente. Se encontraba fatal. Se llevó entonces una mano a la boca, y caminó lo más rápido y silenciosamente que pudo hasta el baño.
Después de vomitar hasta el último resto de la cena se incorporó con dificultad. Aún sentía náuseas y temía que en cualquier momento las arcadas pudiesen volver.
Abrió el grifo y dejó correr el agua. Luego hundió las manos y se enjuagó, mojándose de paso la cara, deseando despejarse.
No sabía qué hora era y, sin embargo, por las rendijas de la persiana del baño podía verse que estaba amaneciendo ya. Rodolphus, madrugador, estaría a punto de levantarse, y ella debía estar en la cama para ese momento.
Ver su reflejo en el espejo del baño la impactó. Estaba sudorosa, muy pálida y con aspecto de no haber dormido nada. ¿Por qué la estaba ocurriendo eso?
Sin hacer ruido, abrió la puerta del baño y salió al estrecho pasillo. Avanzó hasta su habitación y allí, agradecida, vio que Rodolphus aún dormía, respirando profunda y acompasadamente. Se metió en la cama intentando no moverse demasiado y se tapó con las sábanas, cerrando los ojos al instante. Agotada, no tardó mucho en quedarse dormida.
Otro par de ojos se abrieron en ese momento. Eran de un verde amarronado, resplandecientes en la oscuridad. Rodolphus no se movió, pero por su mente pasaban una serie de ideas impactantes. Su esposa llevaba tres días levantándose al amanecer para ir al baño (sí, sabía a donde iba Bellatrix). No obstante, no deseaba que Bellatrix supiese que empezaba a sospechar lo que ni ella misma aún se le había ocurrido pensar.
OoOoOoOoOoOoO
Bellatrix cruzó la biblioteca sin detenerse a mirar a su marido, que leía tranquilamente en el sofá. Le escuchó pasar una hoja.
Odiaba ese hábito suyo. Todas las tardes, sin excepción, se sentaba a leer. Sabía que gracias a eso había adquirido la amplitud de conocimientos que tenía, pero no podía evitar que le repugnase el verle ahí sentado, pasivo, sin hacer absolutamente nada mas que pasar hoja tras hoja durante horas.
¿Pérdida de tiempo? No, pero no lo aguantaba.
Se detuvo antes de llegar a la cristalera, cerrando su mano alrededor del manillar de la puerta. Sentía el ambiente relajado de la biblioteca, cálido y confortable. El silencio.
Ni siquiera lograba estar ahí durante muchos minutos seguidos. Empezaba a encontrarse incluso ya bastante incómoda.
Miró una última vez a Rodolphus y, esta vez, sus ojos sí coincidieron.
-¿Adónde vas?
Bellatrix apartó la vista, abrió la puerta y salió al jardín.
No se reprochaba su comportamiento infantil. ¿Por qué iba a hacerlo? Nunca se había arrepentido de nada en su vida y no iba a comenzar en ese momento. Además, tenía una buena razón –cualquier persona con dos dedos de frente pensaría igual- como para estar enfadada. Furiosa.
Ni siquiera estaba segura de qué ocurría. ¿Por qué Rodolphus se había estado comportando así toda la mañana? No tenía ni idea. ¿Por qué la molestaba con comentarios que no tenía sentido? O aún peor... lo tenían, sabía que lo tenían. Que se hubiese molestado en esconder tanto esa sutil idea que contenían la ponía de verdadero mal humor.
¿Ejemplos? Miles a lo largo de toda la mañana. Apenas detalles.
Se volvió, llevando sus ojos inconscientemente hacia donde debería estar la biblioteca. No logró reconocer la figura de su marido tras la transparente cristalera; se había alejado mucho.
Mostrando una fría indiferencia, continuó andando un trecho más. En cuanto llegó a los límites del pequeño bosque que crecía en sus terrenos se fijó en un extraño árbol. Su tronco se dividía en tres, y crecía tan retorcido que estas primeras tres ramas quedaban prácticamente horizontales al suelo. Se sentó en una de ellas, subiendo los pies y recostándose en el tronco.
A lo lejos podía ver la mansión de los Lestrange. No era propiamente la casa familiar. Rodolphus no la heredaría, como primogénito, hasta que su padre muriese. Sólo con el pensamiento de tener que vivir con sus suegros durante lo que serían posiblemente años hizo que en la mente de Bella surgiera de inmediato la idea de obligar a Rodolphus a irse a otro lugar. Y éste había sido el elegido: una portentosa mansión victoriana.
No le disgustaba. Tampoco la adoraba. Cómoda, bien decorada y elegante. Suficiente para ella.
Disfrutaba sobre todo paseándose por ella como una especie de reina fantasmal y amenazante. Le gustaba la privacidad que lograba en sus amplias habitaciones, frías y acordes a su personalidad.
Normalmente era así.
Normalmente no sentía la presencia de Rodolphus perseguirla allá donde fuese. El sentirse vigilada le hacía sentir la imperiosa necesidad de huir, no importaba dónde. Esa era la principal razón de que estuviese ahora sentada en ese viejo tronco en vez de en su sillón favorito de cuero.
Hubiese dado cualquier cosa por encontrarse en ese sillón, pero sabía que si volvía adentro perdería el poco juicio que se decía que tenía.
No se encontraba bien. Le dolían los ojos, cansada como estaba por las pocas horas de sueño. Aguzas punzantes se le clavaban en las sienes y se sentía impotente para detenerlas. Lo había intentando durante días, todo para luchar contra ese absurdo dolor de cabeza constante.
Incluso estaba más irritable... Bellatrix no pudo reprimir una sonrisa. Más que de costumbre.
Distraída, observó el vuelo de un pequeño pájaro grisáceo. Lo vio descender y volver a subir, ahora llevando un gusano que se retorcía en el pico. Escuchó, más desesperado, el piar de las crías en el nido, en alguno de los árboles que la rodeaban. La madre que llevaba la comida a sus polluelos.
Patético.
Le producía náuseas esa relación de dependencia. La madre, que durante semanas no podía separarse de sus crías. Las crías, que sin su madre estaban condenadas.
Lo que más le jodía era que se podía aplicar al hombre.
Contempló su varita, jugueteando con ella sin hacer nada en especial. Pensaba. Pensaba en lo ridículo de la situación del ser humano, con esa dependencia que se establecía de hijos a padres, en esas obligaciones de los padres para con los hijos.
¿Y qué pasaba si la madre moría?
Bellatrix elevó la vista en un gesto casi depredador, clavando sus ojos en el ave. Antes de que se diese cuenta había pronunciado la maldición y el pájaro estalló en mil pedazos.
Rojo sangre cubrió la hierba.
-Que todos mueren -susurró, tras una prolongada pausa.
Aún con la varita en la mano, Bellatrix se llevó una mano a su vientre.
Por fin había comprendido todo.
Por eso no sonreía.
OoOoOoOoOoOoO
Lo había estado pensando. Si iba a hacerlo, ése era el momento.
En cuanto Rodolphus se desapareció, Bellatrix se levantó de la mesa del comedor dejando el desayuno a medias.
Subió dos plantas y cruzó lo más rápido que pudo las estancias que la separaban de una pequeña puerta oscura y sucia. La abrió y entró.
Retrocedió un paso, sorprendida, al encontrarse a Mraek, el único elfo con permiso para limpiar esa sala. Recordó, recriminándose no haber caído en ello, pues a pesar de que sus sirvientes solían limpiar por la noche, para que no les viesen, Rodolphus solía acudir ahí de noche, a leer. Por tanto, como una excepción, la limpieza de esa sala era durante el día.
Bellatrix se acercó al elfo sin dejar vislumbrar ni un ápice de inquietud en su expresión. Esa máscara, ese rostro impenetrable que había aprendido a llevar.
-Fuera -musitó, pasando a su lado sin mirarlo.
Mraek se apresuró a obedecer. Bellatrix escuchó el ruido de los pasos del elfo al salir y la puerta cerrarse tras él.
Pensó en matarlo. Si Mraek contaba a Rodolphus que ella había estado ahí, éste la acosaría a preguntas. No es que lo tuviese prohibido, pero sí era extraño verla aparecer por esas dependencias.
Al final decidió que no merecía la pena, puesto que perdería un sirviente y, además, estaba claro que Rodolphus ya sospechaba.
Sospechaba... igual que ella. A eso iba ahí: a confirmarlo.
Recorrió las polvorientas estanterías con la mirada. Era una sala oscura, iluminada tan solo por unas velas. Las paredes estaban cubiertas, del suelo al techo, por tomos de aspecto parecido. Todos, sin excepción, eran sobre las Artes Oscuras.
Una buena colección, sin duda. Rodolphus había dedicado mucho tiempo a conseguirla y en verdad lamentaba no poder exponerla con orgullo. Sería demasiado peligroso si llegaba a oídos del Ministerio de Magia.
Bellatrix ya ni sabía la cantidad de hechizos y maldiciones que su marido había llevado a cabo sobre la sala y su contenido. Lo que daba por seguro era que para alguien ajeno a la casa sería bastante difícil entrar, por no decir imposible.
Recorrió con el índice los títulos de varios tomos, llevándose la fina película de polvo que cubría a algunos. Se lamió los labios, nerviosa. No podía quedarse mucho tiempo allí.
Se agacho, fijándose rápidamente pero con atención en los títulos. Sabía lo que buscaba. Sabía que estaba. Ella lo había visto hacía unos meses, una vez que entró.
"Vitae Necisque Potestas" (Traducción: Derecho de vida y muerte")
Perfecto.
Sacó el libro con muchísimo cuidado, intentando que los de al lado no se moviesen. El más mínimo detalle que no dejase como antes y Rodolphus sabría que había estado ahí. Sabría el libro que había cogido.
Era un tomo grueso, muy pesado. Lo apoyó en el suelo y lo abrió por el índice. Su dedo resbaló por la hoja de pergamino amarillenta, siguiendo el listado de nombres, muchos conocidos.
No le costó encontrar lo que buscaba.
Abrió el libro por la página que se indicaba y sus ojos se clavaron fijamente en los dibujos a tinta. Un desagradable temblor le recorrió la espalda. No los recordaba así... o puede que sí, pero tal vez simplemente el saber que iba a tener que hacer sobre ella lo que se mostraba en esos dibujos los hiciese más temibles.
-Binos -dijo, apuntando con la varita al libro.
Varios pergaminos aparecieron a su lado, apilados. Cerró el libro, lo guardó, recogió la copia del encantamiento y salió por fin de la maldita sala.
Esa noche se había dedicado a pensar dónde lo haría todo, así que cuando salió de la biblioteca secreta supo perfectamente a dónde dirigirse.
Entró en un baño grande, limpio, pero tan alejado de las habitaciones principales que nunca nadie pasaba por allí. Se arrodilló en el suelo y dejó caer la pila de pergaminos a su lado. Sacó dos frasquitos de su túnica y los puso a su lado, organizando todo metódicamente.
Sabía que estaba intentando retrasar el momento lo máximo posible, a pesar de no disponer de mucho tiempo.
No quería saber con certeza si estaba embarazada o no.
Miró todo lo que había expuesto delante suyo con atención, valorando fríamente lo que debía hacer a continuación. Decidió que ya bastaba de tonterías.
Se bebió de un trago el contenido de uno de los frascos, sin poder evitar una mueca de asco, pero era necesario. Disminuiría el dolor que iba a sentir, que sería mucho.
Ese encantamiento estaba prohibido por el Ministerio desde hacía años. La prueba de embarazo que realizaban las futuras madres era sencilla, pero no ésta. Bellatrix no sólo quería confirmar si estaba en estado, sino que quería saber con certeza qué día se había concebido el niño. Era imprescindible.
Una vez lo supiese, decidiría qué hacer.
Se pellizcó la piel, dándose cuenta de que ya prácticamente no sentía nada. Entonces se levantó. Se quitó la túnica y se terminó de desnudar, volviendo a la misma posición que antes, de rodillas en el suelo.
Tenía la piel de gallina, pero sospechaba que no era por el frío.
Cogió la varita y se apuntó al vientre.
-Diesscio.
Al principio no ocurrió nada.
Bajó la expectante mirada de Bellatrix, el rayo blanco se detuvo justo antes de rozar su piel. Pero fue sólo un segundo. Cuando empezó a clavarse en su carne, muy lentamente, como si la estuviesen atravesando con un alambre, el grito de dolor salió inconscientemente de sus labios.
Luchaba por no inclinarse hacia delante, doblada por el sufrimiento, pues sabía que perdería todo el control del hechizo y tendría que volver a empezar. Y puede que entonces no tuviese valor para ello.
Sintió el salado sabor de la sangre en la boca, brotando de la herida que se había hecho al morderse el labio.
Intentó olvidarse del dolor, concentrarse en cualquier otra cosa... pero fue imposible. El verse atravesada por un rayo de luz anulaba por completo su capacidad de evasión. Además, debía estar concentrada. Tenía que asegurarse de que todo estaba saliendo bien.
No pasó mucho hasta que empezaron a aparecer diminutos puntos de sangre por todo su vientre, formando una figura sin mucho sentido. Bellatrix aguantó los pinchazos que sentía con cada nuevo punto sin decir nada, sin quejarse.
Cuando pasaron unos segundos sin que nada nuevo ocurriera, soltó la varita, que rodó por el suelo hasta chocarse contra la bañera. Con un último esfuerzo, se apoderó de la toalla blanca que había para secarse las manos y se la apretó lisa contra la tripa, dejando impresos los puntos de sangre aún frescos.
La extendió en el suelo, interpretando con rapidez lo que veía.
Pupilas dilatadas, líquidas. Labios entreabiertos y secos. Leves espasmos que sacudían su espalda.
Odió todo cuando comprendió lo que estaba contemplando.
-Mierda.
Por fin, se dejó caer al suelo, derrotada. En su desnudez sintió el frío de las baldosas contra su cuerpo.
¿Qué iba a decir ahora? O mejor... ¿cómo iba a decirle a su marido que el hijo que iba a tener tal vez fuese de Rabastan?
Por primera vez, miles de dudas la asaltaron. Pálida y sudorosa, cerró los ojos, intentando relajarse para pensar con claridad.
Lo primero era decidir si quería tener ese niño. Se dio cuenta de que ni siquiera sabía eso.
La idea la atraía... Una criatura que poder modelar, que se pareciese a ella y a Rodolphus, que tuviese sus virtudes pero no sus defectos. Una criatura nacida para ser mortífago, para servir al Señor Tenebroso y llegar a ser el más grande a su lado.
Por otro lado, oponía todo su ser a ese nacimiento. Sabía que si quería que sucediese con el niño lo que ella quería tendría que educarle personalmente, constantemente. Voldemort debería pasar a un segundo plano, y no estaba dispuesta a eso. Si renegaba de Voldemort, moriría, pues el Señor Tenebroso era su vida. Ella estaba hecha para hacer todo lo que él ordenase, sin pararse a pensar en moralidad ninguna.
Pero no era sólo eso... Rodolphus no era alguien a quien poder olvidar. Si él descubría que el que decía ser hijo suyo no era tal, su reacción podía ser imprevisible.
¿Debía callar?
Si no decía nada respecto al día, todo seguiría su curso natural. Tendría al niño, un continuador de dos de los linajes más antiguos que existían, un auténtico privilegiado desde antes de su nacimiento.
Ese era otro punto a su favor.
Ahora todo dependía de ella.
¿Elegía una vida de servidumbre o de madre dedicada?
(Nda. Jejje, no lo he explicado. El hechizo que hace Bella me lo he inventado obviamente yo. Está prohibido al ser de AO por el Ministerio. Te dice no solo si estás embaraza, sino también el día en que fue concebido el niño. Los puntos que salen y que Bella interpreta señalan el día... que en el caso de Bella coincide con la noche del xapi 1. No me sentía inspirada con el método de interpretación Espero que sepais perdonarme. De todas formas, creo que me he superado. Este debe ser uno de los xapis en los que más nombres y cosas me he inventado... Con lo que me cuesta, uf!)
OoOoOoOoOoOoO
Había pasado por la habitación y Bellatrix ya dormía.
Era tarde, pero él no tenía sueño. La intensidad del día le haría permanecer en vela gran parte de la noche.
Subía calmadamente las escaleras, sin ninguna prisa. ¿Por qué iba a tenerla?
Entró a oscuras en la habitación, pero el candelabro que había suspendido por la zona del sillón donde usualmente se sentaba se encendió en cuanto él alzó la mano, iluminando todo con una pálida luz.
No dio ni un paso antes de darse cuenta de que algo fallaba. Sus ojos, penetrantes, se dirigieron inconscientemente a la parte baja de una estantería, donde un libro negro sobresalía un poco con respecto a los demás.
La sonrisa que esbozó se perdió enseguida.
Si Bellatrix quería ese libro, si usaba ese hechizo, era porque necesitaba saber el día exacto. Si ella dudaba, puede que la situación que se estaba dando perdiera la gracia que hasta entonces lehabía encontrado.
OoOoOoOoOoOoO
Bellatrix se llevó la copa a los labios y bebió, bajo la atenta mirada de Rodolphus.
-¿Qué has hecho hoy? -preguntó, dejando el tenedor en el plato sin haber probado bocado.
-Nada.
-¿Seguro?
-Sí.
La observó masticar lentamente, intentando aparentar indiferencia. La observó beber un poco más y luego llevarse la servilleta de tela a los labios.
Movimientos elegantes, que adoraba observar... pero no en ese momento.
-Te lo repetiré otra vez, Bellatrix -dijo con suavidad, en cuanto percibió que las pupilas de la mujer se empezaban a dilatar-. ¿Qué has hecho hoy?
-Estuve en la biblioteca.
-Cogiste un libro ¿verdad?
-Sí.
Rodolphus escuchó satisfecho la voz carente de sentimientos de Bellatrix, completamente indiferente.
Empezaba lo interesante.
-¿Hiciste el hechizo Diesscium?
-Sí.
-¿Por qué?
-No sabía de quién era el niño.
-¿Seguro que estás embarazada?
-Sí.
El hombre la miró fijamente. Empezaba a notar que los efectos del Veritaserum remitían. No había usado mucha cantidad, y le quedaba poco tiempo... El suficiente. Tan sólo tenía que hacer una pregunta más.
-¿De qué día es?
-De esa noche.
Rodolphus se mantuvo impasible. Esperó pacientemente a que Bellatrix recobrase su lucidez. Primero sus puños, apretados; los nudillos blancos por la furia.
-¿Qué coño has hecho? -escupió Bellatrix, con la vista fija en el plato. La levantó entonces, para ver que Rodolphus la miraba sin muestra alguna de sentimiento en su expresión-. ¡CONTESTA!
Bellatrix barrió con su brazo los platos que había encima de la mesa, que se destrozaron estrepitosamente contra el suelo. Se levantó de golpe, tirando la silla, sin apartar sus ojos del rostro de Rodolphus.
-¿CÓMO SE TE OCURRE USAR CONMIGO EL VERITASERUM? -explotó, sin poder controlarse.
Levantó la mano, dispuesta a cobrarse esa humillación. A escasos centímetros de su rostro Rodolphus la detuvo, apretando su brazo con tanta fuerza que lágrimas de dolor salieron a los ojos de Bellatrix. Le hizo bajarlo, con una mirada de profundo desprecio.
-No vueltas a intentar hacer eso -susurró entre dientes, amenazadoramente.
-¡Suéltame!
-No voy a hacerlo, porque volverás a intentarlo, y no tendré más remedio que matarte.
La mirada de profundo asco que le dirigió Bellatrix no le turbó lo mas mínimo. Sonrió, apretando incluso más el brazo de la joven.
-Creo que debes entenderlo, Bella. Necesitaba una información que sólo tú podías darme.
-Haber preguntado.
-¿Para qué, si me hubieses mentido?
Bellatrix no repuso nada a eso, pues era completamente cierto.
-Ya sabía que estabas embarazada... lo sospechaba al menos. Eso no me preocupa. Una criatura de Sangre Limpia siempre debe ser bienvenida ¿no crees?
-Entonces ¿por qué...?
-La situación se complica. Tú caíste exactamente en el mismo detalle. ¿Y si la criatura fuese de mi hermano?
-Igualmente Sangre Limpia.
-Tú no me habrías dicho nada; lo sabes tan bien como yo. ¿Por qué? Te lo diré. No sabías cómo iba a reaccionar.
-Sigo sin saberlo.
-Estuve pensando anoche. Si dejaba que naciese, sería Sangre Limpia, sí. ¿Pero estaba dispuesto a que mi mujer tuviese y criase a un niño que no fuese mío?
-Tu honor por los suelos -soltó Bellatrix con ironía.
-Rabastan no iba a decir nada. El ni siquiera se enteraría de esta situación.
-Pero Rabastan no importa, porque eres tú quien sabe que no es tuyo.
-Exacto.
-¿Y bien?
Rodolphus se detuvo. Soltó el brazo de Bellatrix y ésta no intentó nada.
-¿Tú qué quieres, Bellatrix? -preguntó el hombre.
-No lo sé.
-No es propia de ti esta indecisión... Pero bueno, tú misma. Yo sí lo tengo muy claro.
Bella lo miró. Clavó sus ojos en los de Rodolphus, en esos ojos verde amarronado que una vez más no dejaban traslucir ninguna emoción.
-No vas a tener ese niño, Bellatrix. Te doy a elegir: o abortas voluntariamente, o te hago abortar yo. Por las buenas o por las malas, Bella. Tú eliges.
(Nda. Wahhh... jeje, k interesante! Os habeis fijado en esta frase "No voy a hacerlo, porque volverás a intentarlo, y no tendré más remedio que matarte." Esconde un doble significado... no la suelta porque no piensa dejar que su mujer le humille, pero también porque no quiere matarla.)
OoOoOoOoOoOoO
Bellatrix, de pie en medio de la enorme y vacía sala, contemplaba sin fijarse realmente en cómo Rodolphus corría sin prisas las enormes cortinas rojo sangre.
La estancia no tardó mucho en quedar a oscuras, y lo único que pudo hacer Bella fue intentar adivinar la silueta de su marido. Sus pasos eran lo único que resonaba y producían incluso un lejano eco que a Bellatrix no le trasmitía ninguna tranquilidad.
Dos velas solitarias se encendieron, aportando una tenue luz que parecía ser exactamente lo que buscaba Rodolphus, pues se acercó a su mujer con paso seguro.
Se detuvo unos pasos antes de llegar junto a ella. Admiró su cuerpo, el corto camisón azul claro que lo cubría y que dejaba traslucir cada una de sus curvas.
Se la imaginó llevando una criatura en su vientre.
Apretó los dientes y terminó de acercarse a ella. No iba a echarse atrás. No era el momento para arrepentirse por una decisión que ya había tomado.
-Toma -dijo, tendiendo a Bellatrix firmemente un frasco.
La joven se lo quedó mirando inmóvil..
¡Estaba a punto de asesinar a lo que podía ser su hijo y no le temblaba ni el puto pulso!
-Ya hemos hablado de esto, Bellatrix. Coge el frasco -repitió, sin permitir posibilidad alguna de réplica.
Bella alzó la mano, destapó el frasco y se lo bebió de un trago. Estaba helado, como si se estuviese tragando finos cristales y a veces se le clavasen en la garganta.
Los efectos fueron inmediatos. Su mano se abrió y dejó caer el frasco al suelo, que se rompió haciéndose añicos. La sacudida que le recorrió el cuerpo la hizo doblarse, llevarse las manos al vientre, abrazándoselo.
-Dios...
Rodolphus la cogió por los hombros, impidiéndola caer al suelo, impidiéndola doblarse para mitigar ese dolor.
La primera gota de sangre resbaló de entre sus piernas, rodando lenta por su pierna, rodeando su tobillo y mojando el parqué de madera, que se oscureció.
La primera lágrima de Bellatrix cayó junto a ella.
-¿No decías que no querías tenerlo? -preguntó Rodolphus, al ver sus ojos enrojecidos, sus mejillas empapadas por las lágrimas.
-Duele, joder... -masculló Bellatrix, sin aliento.
La joven soltó un grito y una explosión de sangre manchó sus muslos, cayendo al suelo, empapando sus pies sobre los que no se sostenía. Las manos de Rodolphus apretaban con tanta fuerza sus hombros que le hacían daño.
Y de pronto la soltó.
Bellatrix cayó al suelo, con las rodillas dobladas. Contempló horrorizada como su camisón se hundía en la sangre, tomando un siniestro color rojo. Los sollozos empezaron a brotar de su garganta, desesperados, demasiado humanos.
Sentía la sangre caliente mojar su piel.
Hundió las manos, arañando el suelo. Dedos crispados, manos rojas.
Rodolphus se agachó a su lado. Era una simple presencia, una sombra sin rostro, pero Bellatrix llevó sus manos al rostro del hombre, manchando sus mejillas, sus labios. Ella atrajo su cuerpo y besó sus labios. Un beso carente de emoción, desagradable... con sabor a sangre.
N/A¡Y aquí el final del fic! Tengo mucho interés... ¿qué tal me ha quedado la escena final? Si no os gusta la volvería a escribir. Quiero que quede tan "violenta" como me la imagino en mi cabeza.
Ahora en serio. ¿Recordáis que os dije que Bella me parecía inocente en esta historia? Pensaba que a medida que iba avanzando cambiaría, pero lo cierto es que esta vez me parecía que la he dotado de un aire de ingenuidad e inocencia como nunca había hecho. La veo incluso un poco vulnerable en presencia de Rody, no sé si sabéis a qué me refiero. En mis otras historias es como muy mala, muy segura... aquí la siento un poco diferente. Aunque puede que sea solo yo, jejje.
¿Y el beso del final? Lo metí en el último momento... ni yo misma sé cómo interpretarlo. ¿Qué os sugiere¿Qué creéis que pretende Bella con ese beso?
Como podéis ver, la historia es bastante machista. He supuesto que las familias de Sangres Limpias, al igual que son anticuados en muchos aspectos, también lo serían en el cuidado de los hijos. El padre trabaja y la madre se queda en casa. Hay que tener en cuenta que según JK los hijos de magos pueden hacer dos cosas antes de ir a Hogwarts: o que les enseñen sus padres, o aprender en una escuela Muggle. Como está claro que Bella no va a mandar a sus hijos a una escuela Muggle, debe enseñarles ella... digamos que su vida como mortífaga se vería cortada por lo sano. Aunque tampoco me la imagino enseñando el abecedario a sus hijos 3 os imagináis? "niño, muy mal, no has hecho los deberes, toma cruciatus!" xD
Lo siento por los que se hayan leído esta historia y se sientan ofendidos por la "idea del aborto". No quiero meterme en temas morales. Yo avisé que sería desagradable y violenta... y con ello todas sus consecuencias y escenas posibles.
Y ahora sí, os agradecería sinceramente los reviews. Por ahora no tengo más historias pensadas sobre Rodolphus, y me gustaría que opinaseis sobre como llevo su personalidad por el momento.
Bexitos! Joanne Distte