El final, el final, el final por fiiiin se que os dije que este capítulo iba a ser largo y eso, pero al final ha salido como los otros, eso es porque en principio pensaba hacer 6 y al final el ultimo lo dividí en dos. Bien, un saludo a todas las personas que me dejaron review y me animaron a continuar, probablemente sin vosotras lo hubiese dejado a medias. Rinoax, Edward Elric, Balucita, sanneechan, Tigresita, Sheyla K-chan lenitaflame, NatyTuk (gracias por hacerme de crítico ;) ) HimeNeko y lore-anime. Sin más os dejo con el final del fic. Espero que os guste. ¡Besos!

Capítulo 7. You light up my life

El sábado por la mañana, toda la ropa de Roy se encontraba tirada por el suelo. Las sillas estaban volcadas y las sábanas hechas un lío nuevamente. Pero Roy seguía buscando la entrada.

"No puede habérsela llevado" –pensó.

Pero cuando hubo registrado 5 veces la casa milímetro a milímetro, empezó a hacerse a la idea de que la entrada no aparecería. Exhausto, se tiró al suelo. Mira cómo había quedado todo de nuevo. Si viniera Riza y lo viera todo como antes… si lo viera ahí tirado rodeado de lo que varios días antes se había encargado de doblar y colocar en su sitio, seguro que le caía una buena bronca.

Es más tenía el pelo desordenado, porque hacía dos días que no se peinaba, y la barba, que no afeitaba desde el domingo, empezaba a hacerse notar. Parecía un vagabundo que había entrado a una casa abandonada en busca de cobijo. ¿Cómo podía ser posible que llegase a este extremo? Estaba metido en un túnel. Avanzando por encontrar una salida que parecía no llegar nunca. Y todo por unas malditas vacaciones.

"Soy un inútil, nunca sabré apañármelas solo, me fui de mi casa para meterme en este sitio apestoso, no se ni fregar un plato y encima las mujeres de mis amigos se ríen de mí…"

Y en ese instante se dio cuenta de lo vulnerable que era, de lo mal que se sentía estando todo el día solo. Se levantó, fue al cuarto de baño, se miró al espejo y empezó a peinarse. No importaba cuan de enfadada estuviese Riza con él, pensaba ir a su casa, y tirar la puerta abajo si se empeñaba en no abrirle. Quizá a Hughes le quedase otra entrada por ahí. Se la pediría. Sería su modo de disculparse.

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Conforme se acercaba la hora, Riza se iba poniendo cada vez más nerviosa. No paraba de mirar el reloj. Había decidido hacerse un recogido, pues cuando llevaba el pelo suelto, se le alborotaba demasiado. Cuando estuvo vestida del todo, se asomó a la ventana. Una pequeña florecilla había brotado en uno de los tallos de la planta. Riza sonrió y con suma delicadeza la arrancó y la colocó sobre su cabello. No se arrepintió de habérselo recogido, estaba empezando a hacer un poquito de viento. Entró otra vez y se acordó que no había caído en lo más importante. ¿Cómo iba a saber Roy que iba a ir si no se habían visto desde aquel día? Pensó en pasarse por su casa en coche, aunque eso arruinaría su idea de no dar el primer paso en la reconciliación, pero de todos modos, tarde o temprano iban a verse. En ese instante llamaron a la puerta. Riza se asomó al balcón.

-¡No lo puedo creer! –Exclamó.

Roy estaba allí mirando hacia arriba. Llevaba puesto su mejor traje y en la mano llevaba un ramo de rosas.

-¿Dónde vas tan bonita? –Dijo sonriendo.

Riza se hizo la enfadada, aunque en realidad, por dentro saltaba de alegría.

-¿Y tú? ¿Dónde vas así? –Contestó.

-Iba a invitarte a un baile, pero no se cómo… perdí una de las entradas, así que me temo que no va a ser posible.

Una sonrisa se dibujó en su rostro.

-Ah, ¿Al final era para mí? Hice bien en llevármela.

Roy perplejo empezó a comprenderlo todo.

-Baja. Tienes una cita con el hombre más tonto del mundo.

Y dando un paso hacia atrás dejó ver un letrero con tiza que había escrito en el suelo en el que ponía "SORRY". Roy alzó un brazo y Riza vio que llevaba puestos sus guantes, con un suave chasquido de dedos, las letras se iluminaron y ardieron durante unos instantes.

Emocionada salió del balcón y lo cerró. Roy la oyó bajar las escaleras y abriendo la puerta se echó a sus brazos. El coronel, que no se esperaba esta reacción, la cogió por la cintura, tímidamente.

-Estás perdonado –Le susurró al oído.

-Te prometo que nunca más volveré a hablarte así. Pero también podrías haberme abierto la puerta estos días que he estado viniendo.

-¿Viniste? Lo siento, todas estas tardes no he estado en casa.

Roy le quitó la pinza que sujetaba su pelo.

-¿Qué haces? –Preguntó.

-Me gusta más este peinado.

Ella le cogió las manos y le quitó los guantes.

-Pues quítate tú los guantes, no creo que hoy los vayas a necesitar.

-No los necesitaré. Hoy no necesito fuego, porque mientras tú estés conmigo, mi camino estará iluminado.

Riza le miró sorprendida.

-No tienes ni idea de en lo que se ha convertido mi vida estos días. Me he dado cuenta de que mientras no vaya una chica detrás de mí arreglando todo lo que desordeno viviré en el más absoluto de los desastres.

-No me digas que has vuelto a desordenarlo todo.

Roy se llevó una mano a la cabeza y miró al suelo. Con lo cual se llevó una colleja bien merecida de la teniente. Se sintió algo abochornado y ella debió notarlo porque cogió la flor de su pelo y la colocó en el bolsillo izquierdo de su chaqueta.

-Déjalo, otro día te ayudaré a ponerlo todo de nuevo.

-Vamos dando un paseo.

Tendió su brazo a Riza, esta lo rodeó con el suyo y ambos marcharon. El viento que desordenaba su melena había quedado ya en segundo plano y caminaron juntos por la calle hasta que se perdieron de vista.

Muchas veces no podemos avanzar sin la luz que ilumina nuestro camino. Esa luz, a la que estamos tan acostumbrados que ni siquiera notamos su presencia. Pero está ahí, sin pedirnos nada a cambio, y no nos damos cuenta de que la hemos perdido hasta que se apaga. Sin ella, probablemente, no seríamos nada. Dejad que guíe vuestros pasos, y os sentiréis mejor con vosotros mismos, y así, cuando el sol os falte y el cielo esté nublado, esa luz seguirá iluminándoos, y haciéndoos compañía para que no estéis solos. Tal y como le sucedió a cierto coronel, cierto día de primavera, en el que cometió la desfachatez de tomarse unas vacaciones.

FIN