CAPÍTULO UNO

CAPITULO 54: CONSERVA MI RECUERDO.

La buena y muy sorprendente noticia de que Andrea había despertado trajo al hospital a muchos miembros de la Orden que habían luchado con ella y que sabían quién y cómo era en realidad. Los chicos también habían pasado por allí acompañados de Sophie que en cuanto entró se tiró en la cama de su madre y no consistió separarse de ella hasta que se marcharon un par de horas después. La visita más inesperada había sido la del Jefe del Departamento de Aurores, un hombre de mediana edad con el que ella había estudiado, y que después de decirle que el Ministerio había reconocido públicamente su inocencia y que su departamento ya no la perseguiría, le ofreció su antiguo puesto entre los aurores, cosa que ella rechazó sin pensárselo y sin ofrecerle ni una simple sonrisa cordial.

-Lo más probable es que el hecho de que tu magia saliera de ella, le ayudó a estabilizarse, era demasiado poder para lo débil que estaba.- le dijo Dumbledore a Remus mientras Andrea se preparaba para marcharse de allí.

-En mi opinión, él me salvó- puntualizó ella.-No lo digo por los golpes que han dejado mi pecho lleno de moratones sino porque pasé algo por alto cuando tomé su magia.- Los dos hombres la miraron interesados- Yo creo que para Remus su magia ha sido siempre tan importante que su ser estaba ligado a ella, así que tomar su magia significó tomar parte de él. Digamos que tuve un poco de alma extra. Además juré que le querría incluso después de mi muerte. En el fondo no quería irme y me alegro de no haberlo hecho.

Después de tanto tiempo, dejar el hospital y volver a Grimmauld Place era todo un alivio. La puerta se abrió con un puñado de confeti y pitidos de los chicos que la recibían con una fiesta improvisada en un intento de demostrarle que se alegraban de que estuviera viva. Sophie repartió gorritos para todos y la imagen de Dumbledore con aquel gorrito de cumpleaños provocó la risa de todos incluido el propio director.

La fiesta pasó divertida para todos, incluso para Sirius, que se dignó a gastar un par de bromas de bienvenida a Andrea. Hablaron de forma distendida, sin preocupaciones, riendo a cada poco como hacía mucho que no hacía ninguno de ellos. Algunos miembros de la Orden se fueron uniendo al festín y con ellos la familia Weasley que encabezada por Molly traía para Andrea algunos dulces caseros.

Harry se descubrió a sí mismo solo en un rincón, Ron acababa de ir a coger un par de cervezas de mantequilla y desde su posición podía verse perfectamente el ajetreo del salón. Sus padres hablaban con Andrea y Remus adultos y se profesaban gestos de cariño, al otro lado era Sirius quien hablaba con los otros Remus y Andrea y con Ginny. Todos parecían disfrutar de aquello, como si aquella fuera su vida, lo que debía ser siempre y Harry se sintió feliz, feliz por haberlo conseguido. Tenía a su familia: a los Weasley, a Dumbledore, a sus padres, a Sirius; no podía creerse su buena suerte.

La tarde fue pasando hasta oscurecerse cada vez más y aunque el ambiente seguía festivo dentro de Grimmauld Place cada vez eran menos los que iban quedando hasta que sólo sus ocupantes habituales terminaron tirados por sofás y sillas, demasiado cansados para seguir con la parranda. Dumbledore también se había quedado y aunque durante toda la tarde había estado jovial y alegre ahora parecía muy serio, casi tanto como lo había estado en los días más duros de la guerra.

-Tengo malas noticias. No he querido decíroslo antes porque quería que aprovecharais este buen rato, pero… ha llegado el momento. No podemos retrasar más vuestro regreso al pasado.

-¡No!- exclamó Ron- ¿No se pueden quedar unos días más?

-No, Ron, me temo que mañana tendréis que despediros.

Remus, Andrea, James y Lily no se movieron, se miraron entre sí con gesto sorprendido y preocupado pero no dijeron una palabra. Sirius, por su parte, se levantó y desapareció corriendo de la habitación.

Harry tuvo algo menos de prisa, una vez que había asimilado que sus padres se irían en cuestión de horas, se levantó del sofá algo confuso y se fue sin decir nada a nadie. Media hora después Ginny, Ron y Hermione entraban en su habitación para encontrárselo, una vez más, tirado sobre la cama mirando hacia el techo.

-¿Podemos pasar?- sin esperar respuesta entraron y se colocaron por la habitación a una distancia prudencial- ¿Qué tal te encuentras?

-No estoy seguro.- los tres amigos intercambiaron miradas y dejaron que Harry continuara- Hace una hora era el hombre más feliz del mundo, tenía a mi familia, a mis amigos, una vida por delante y de repente ¡zas! ¿Cómo voy a sacarlos de mi vida de la noche a la mañana?

-Bueno, no van a desaparecer del todo- le intentó animar Hermione- tú vas a recordar cada momento de este año y eso ya es mucho más de lo que tenías.

-Sí, pero mucho menos de lo que tengo.

Harry se sentó en la cama con pesadumbre y miró a sus amigos con cariño por intentar animarle. Ginny se sentó a su lado y apoyó la cabeza en su hombro.

-¿Recordáis el día que llegaron?

-Todo el mundo confundía a James contigo- respondió Ron.

-Sí, y Sirius se empeñó en ligar conmigo.- agregó Ginny.

-Ya había olvidado ese pequeño percance con mi padrino.

-Yo recuerdo especialmente la broma de Snape- los ojos de Hermione brillaron con algo de malicia y los cuatro empezaron a reírse con ganas.

-Se hará raro no tenerles aquí, pero bueno, supongo que Hermione tiene razón. Apenas tenía recuerdos de mis padres y ahora tengo muchísimos, con mi padre la mayoría son peleas pero también tengo momentos buenos.

-El quidditch.

-Sí- se quedó unos segundos mirando a un punto fijo y asintiendo con la cabeza, después añadió en voz baja- y su cuerpo interponiéndose entre la maldición asesina y mi muerte.

Poco después llegaron los demás (excepto Sirius) y siguieron un rato recordando batallitas y riéndose de cosas que creían que habían olvidado hasta que se fueron a dormir.

Sirius dormía en la que había sido la habitación de su hermano, o al menos pasaba allí las noches porque dormir, dormía poco. Aquella noche había tomado una decisión y había llegado el momento de llevarla a cabo. Se vistió en silencio y salió con cuidado para no despertar a nadie. De puntillas entró en la habitación de James, que dormía bocabajo tan sólo con unos boxer abrazado a Lily.

-¡Cornamenta!- susurró, pero no hubo reacción- ¡ey, James!- Le dio unos golpecitos en el hombro

James abrió un ojo y vio la figura borrosa de Sirius zarandeándolo para despertarle. Sin pensárselo, movió ligeramente la mano y Sirius quedó petrificado. James intentó volver a dormir, pero le pudo la conciencia y con gran esfuerzo salió de la cama bostezando tanto que su mandíbula estuvo a punto de desencajarse. Sirius volvió a su estado normal y se sorprendió mucho al ver que su amigo ya no estaba en la cama sino a su lado, apoyado en la pared a punto de volver a quedarse durmiendo.

-Te he dicho mil veces que no me congeles.

-Son la cuatro de la mañana, da gracias de que aún no sigas así. ¿Se puede saber qué quieres?

-He quedado- James lo miró con cara de "y a mí qué"- Y no voy a volver. Me quedo en este tiempo.

La cara de James era un poema, entre el sueño que tenía y las noticias absurdas de Sirius no daba crédito a sus oídos.

-¿Estás sonámbulo o simplemente te has vuelto gilipollas?

-Mira… lo he pensado mucho y…

-Ven conmigo.- James cogió de la oreja a su amigo y le arrastró fuera de la habitación donde Lily ya había dado signos de empezar a despertarse. Sin mucho decoro y sin llamar a la puerta entraron con la misma estampa en la posición de Harry que estaba acostado en la cama en la misma y exacta posición en la que Sirius había encontrado a James.

-¡Ostias! Sois tal para cual. ¡Auch! Suéltame ya.

James meneó a Harry hasta que éste se despertó con bastante mala leche, intentó echarlos pero al ver que no se iban optó por levantarse y salir de la habitación para no despertar a Ginny.

-¿Os habéis vuelto majaras? No es que no quiera aprovechar las horas que me quedan con vosotros, pero es que son ¡las cuatro de la madrugada!

-Cuéntaselo.

-Olvídame.

-He dicho que se lo cuentes.- James hizo el amago de volver a tirarle de la oreja y Sirius se rindió- vale, vale, no voy a volver al pasado. Me voy a quedar aquí.

-¿Tú te has vuelto gilipollas?

-Si es que cuando yo digo que sois tal para cual- refunfuñó Sirius- y no, simplemente piénsalo. Vuelvo, hago de nuevo los EXTASIS que no me apetece nada, vivo un par de añitos de guerra, me meten trece años en Azkabán, salgo y muero. No es una vida muy deseable ¿sabes? Y aquí… pues tengo cosas que merecen la pena.

-Cosas con las que no te hablas ¿recuerdas?- apuntilló James.

-¿Y adónde te crees que voy a las cuatro de la mañana? ¿A daros un besito de buenas noches?

-Mira, Sirius, tienes que volver, si tú no vuelves, todo cambia y yo acabo muerto. Tú me salvaste hace cuatro años ¿recuerdas?

-Y si vuelvo el muerto soy yo.- contestó encabezonado.

-Tienes que volver y punto. Así que o te marchas por las buenas o te mando yo de una patada en el culo ¿te ha quedado claro? Todo este mundo depende de que tú vuelvas, quizá si no lo haces, la guerra no habría terminado en la forma que lo ha hecho, hay muchos acontecimientos relacionados contigo y si eres un poco responsable sabrás aceptar que tu muerte, como la de mis padres, ha podido tener tanto valor como tu vida.

Sirius no dijo ni una palabra, con un fuerte crack despareció allí mismo dejando a los dos Potters algo enfadados y confusos.

La noche era oscura y plagada de estrellas en el parque del barrio residencial de Peterborough donde Sirius se apareció, caminaba nervioso con las manos metidas en los bolsillos buscando entre las sombras a la persona con la que había quedado aquella noche. Las palabras de Harry rondaban en su cabeza y se mezclaban con las que se había propuesto decirle a Patricia.

Allí estaba, sentada en una rueda enganchada a dos cadenas que funcionaba como columpio, no se balanceaba, sólo miraba sus pies con aire ausente.

-Hola- ella le contestó con una sonrisa apagada- ¿tú vives aquí?

-En aquella calle.

-¿Te han dicho algo tus padres por la hora que es?- Sirius no había esperado que ella se tirara a su brazos después de cómo la había tratado pero tampoco esperaba aquella reacción tan fría.

-Creen que estoy en la cama.

-Bueno… yo… te mandé la carta porque tenía que decirte dos cosas- Patricia se levantó del columpio y lo miró de frente. Iba en chándal y no se había preocupado ni si quiera en peinarse pero a Sirius le pareció que en aquel momento estaba más guapa que nunca.- Lo primero, quería pedirte perdón.

-Es un buen comienzo.

-Me ha costado mucho asimilar mi muerte y tuve la sensación de que durante todo este tiempo me has dejado hacer el tonto haciéndome creer que seguía vivo, además…

-¡No es fácil decir una cosa así!- interrumpió ella algo enfadada- Además sólo habría cambiado las cosas para peor, tú te habrías obsesionado y seguramente habrías tenido esa misma reacción y yo no tengo la culpa.

-Ya lo sé, pero yo he confiado en ti como en nadie en mi vida. Ni si quiera en James he confiado tanto y me sentí… raro, como traicionado. Además se me juntó todo, yo sabía que el fin de la guerra significaba mi vuelta a casa y, como dice James, tenía miedo de despedirme de ti.

-Parece mentira que seas un Gryffindor.- bromeó ella con una sonrisa- Los dos sabíamos que algún día tendríamos que despedirnos.

-Dumbledore ha dicho que mañana tenemos que volver al pasado.- la cara de Patricia se alargó de golpe, esperaba haber tenido algo de más tiempo para asimilarlo, pero ahora entendía la urgencia de su cita- Yo, la verdad, traía buenas noticias.

-¿Y ya no?

-Creo que después de un tirón de orejas y una charlita de Harry… ya no son tan buenas ¡Es convincente cuando quiere!- Patricia no se rió, se le habían quitado las ganas de bromear- Pensaba quedarme, he salido de mi casa diciendo que no iba a volver al pasado.

-No puedes hacer eso, todo cambiaría.

-Eso mismo dice Harry, pero aquí te tengo a ti. No he querido a nadie como te quiero a ti y sé perfectamente que me pasaré el resto de mi vida añorándote. En el pasado sólo me espera el dolor, la cárcel y la muerte y aquí podríamos tener una vida para los dos.

-No digas esas cosas, por favor.- Patricia había empezado a parpadear rápido esperando que las lágrimas que amenazaban con brotar se quedaran quietecitas en sus ojos, pero le estaba costando.- Tú volverás a tu verdadera vida y no recordarás nada de esto, sólo una pequeña sensación de vacío. No sabrás la vida que te espera y estoy segura de que disfrutarás cada momento al máximo. Tú y yo no estábamos destinados a estar juntos.

-Yo creo que sí- Sirius extendió la mano para acercarla, se moría por abrazarla y sentir el calor de su cuerpo.- Creo que tú eres el sentido de mi viaje al futuro.- Patricia le sonrió con cariño, se moría por abrazarle y sentir que nada podría separarles nunca, ni si quiera el tiempo- Anda, ven aquí-la atrajo hacia sí y la abrazó con más fuerza que nunca y se dejó perderse en el olor de su pelo que le encantaba- Sé que no te gustan las cursilerías, ni a mí tampoco, pero tengo que decirte esto- ella le sonrió divertida- ¿la ves? – Sirius miró al cielo señalando su estrella homónima, ella asintió- Sirius siempre brillará para ti, sólo para ti.

Patricia se abrazó a él y hundió la cara en el pecho, llorando desconsoladamente; ella recordaría cada instante, cada beso, cada palabra con él. Sintió que el corazón se aceleraba y que le costaba respirar, pero las caricias de Sirius la tranquilizaban como si solamente su tacto pudiera rozar su alma.

-Escúchame- Sirius, haciendo un intento por mantenerse fuerte le cogió la cara con ambas manos- Quiero que seas feliz, que te construyas una vida y que sonrías cada día. Quiero que estudies transformaciones, eso está bien, me gustas más cuando sonríes y quiero… quiero te enamores de un hombre que te haga feliz, pero a ser posible que sea dentro de mucho tiempo ¿vale?

-Vale- había dejado de llorar pero seguía teniendo los ojos muy irritados y el corazón en la garganta- Te diría que no me olvides, pero va a ser complicado.

-Haré lo que pueda. Tú no cambies nunca.- volvió a estrecharla entre sus brazos y de nuevo se planteó si realmente no sería mejor quedarse a su lado, pero algo en el fondo le decía que tenía que volver y que cuanto antes lo hiciera mucho mejor para todos- Será mejor que vuelvas a casa, ya empieza a clarear y tus padres se despertarán pronto.

-Te quiero.

-Y yo a ti, más de lo que puedes imaginar.

En el salón de Grimmauld Place James y Harry se habían quedado durmiendo sentados en el sofá, apoyados cada uno en un brazo. Sirius entró sin hacer mucho ruido pero con el estado de ánimo que llevaba olvidó evitar el paragüero y montó un estropicio que despertó a los Potter.

-El enamorado ha vuelto.- saltó con sorna Harry mientras Sirius se afanaba en recoger el paragüero.

-Déjame en paz, no estoy de humor.

-¿Te encuentras bien?

-No, pero tampoco quiero hablar de ello.

Sirius subió y se cruzó en la escalera con Ron y Hermione que bajaban ya a desayunar. Poco a poco todos los chicos fueron despertando y sumándose al desayuno en la cocina, el último que harían todos juntos. Como si hubieran hecho un pacto entre ellos, no hubo ni una cara triste en el desayuno, ni si quiera Sirius que bajó más tarde, se mostró ausente o silencioso.

La mañana estaba pasando tranquila y amena, pero a las doce llegaría Dumbledore para llevarlos a Hogwarts ahora que la parte donde ellos debían volver estaba restaurada, así que los cinco chicos se fueron a sus habitaciones para ponerse los uniformes. Tendrían que dejar en aquel tiempo las cosas que habían ido acumulando durante aquellos once meses y lo peor tendrían que dejar a personas muy importantes para ellos que simplemente desaparecerían de su memoria.

Sophie quiso ser la primera en decirles adiós a los chicos. Se abrazó a cada uno de ellos como lo que eran: sus primeros amigos en aquel mundo mágico que se presentaba ante ella como una nueva aventura. Escuchó con atención los consejos de Lily sobre cómo encajar el primer día de clase, recordó con James cada uno de los trucos de Hogwarts que éste le había enseñado y Sirius le explicó cómo conocer las contraseñas de cada casa y la forma para entrar en las cocinas. No supo muy bien si decirle adiós a Remus y Andrea, pero en el fondo para ella eran diferentes personas, no se parecían mucho a los adultos que ella tenía como padres, pero también se abrazó a ellos como si le hubiesen dado la familia que siempre había estado esperando.

Para Andrea y Remus las cosas no eran tan fáciles. Se habían pasado la noche despiertos, hablando entre susurros de James, Lily y Sirius. Cada uno había recordado para el otro las cosas más significantes de su pasado con ellos, habían evocado con cariño diferentes anécdotas durante ese año. La evolución de James, el amor de Sirius, la maternidad de Lily, cosas que Andrea nunca había podido vivir con ellos.

-¿Se puede?- cuando Remus y Andrea entraron en la habitación de sus respectivas versiones de juventud los encontraron besándose con una dulzura y un cariño que les dejó asombrados, como si ellos mismos no se hubieran dado cuenta de hasta qué punto podían llegar a quererse- Perdón. Veníamos a despedirnos.

-Es raro despedirse de uno mismo.- bromeó Remus separándose de Andrea y acercándose a los adultos.

-Realmente no somos los mismos- Andrea pensó en voz alta mirándose a sí misma y lamentándose de lo que le ocurriría en los años siguientes.

-No me mires así. Al final todo saldrá bien. He visto mi propia boda, mi nombre en los periódicos llamándome heroína y a una hija preciosa que me quiere muchísimo. No me importa lo que venga, al final todo encaja.

Andrea se sonrió a sí misma con los ojos aguados. Se emocionó de su propia inocencia y de su optimismo. Hizo a la joven un pequeño gesto en la cara y se dirigió a Remus, al que de verdad quería despedir. No le dio tiempo a decirle ni una palabra, le abrazó con fuerza como si él hubiese sido el detonante de todo y un millar de sensaciones de recuerdos que nunca había vivido la invadieron como si algo en su pasado quedase más claro cuando estaba con él.

-Gracias. A los dos. Me enseñasteis quién era cuando yo misma me había olvidado, me recordasteis lo que de verdad importaba en mi vida: la magia y el amor. Y… no sé, tendría muchas cosas que deciros pero hoy es un día largo para nosotros y los pensamientos se me agolpan así que no sé que más decir.

Remus también abrazó a Andrea con mucha fuerza y al igual que ya le había ocurrido a su mujer un río de sensaciones le recorrió cada centímetro y sonrió.

-Yo también quería daros las gracias. A ti por asomarte aquella noche al espejo y decirme que me esperarías siempre, por recordarme lo mucho que significabas para mí y a ti por enfadarte conmigo, por recriminarme haber abandonado y no luchar por ella. Por suerte, os terminamos haciendo caso.

-Sed felices- les dijo Andrea joven abrazándose a su novio- A nosotros nos queda poco tiempo de pareja formal así que os damos el testigo. No lo soltéis nunca.

Andrea y Remus salieron de allí para despedirse ahora de James y Lily. Aquello sería mucho más difícil, mucho peor para Andrea que jamás había tenido la oportunidad de decirles adiós, que se había sentido culpable toda su vida de no haber podido hacer nada desde su posición privilegia por proteger a los que más quería.

-No me gustan las despedidas- Fue lo primero que dijo Lily cuando les vio entrar, tenía los ojos llorosos como si se estuviera preparando para lo que le esperaba ese día.

Remus se acercó a James que estaba asomado a la ventana mirando tras ella con gesto triste. Le puso la mano en el hombro y sintió que quería esconderlo para que nadie pudiera llevárselo otra vez de su vida. Le había echado tanto de menos que ahora que volvía a estar no sabía cómo podría superarlo de nuevo.

-¿Seguirás cuidando de Harry?- Fue James quien rompió el hielo, seguía mirando por la ventana, como si no fuese capaz de girarse para decirle adiós al último merodeador vivo- Tenías razón, es un gran chico.

-No te preocupes por eso, Harry es mi familia, como tú.

Remus no aguantó más y lo trajo hacia sí abrazándole con fuerza, quería recordar eso, su fuerza, su peso, todo. Como si así pudiera mantenerlo con vida por más tiempo. Luchó contra sí mismo por no llorar.

-Ha sido un honor ser tu amigo, James. Has influido en nuestras vidas más de lo que tú puedes imaginar y te echaré de menos. Otra vez.

Andrea también abrazó a James con mucha fuerza, sentía que antes que despedirse de Lily quería hacer cualquier cosa que retrasase ese momento. James le devolvió el abrazo como si supiese que ella lo necesitase más que los demás y le sonrió al ver que estaba a punto de llorar.

-Lo siento. Siento no haber podido estar para ayudaros y siento no haber descubierto al traidor a pesar de que yo era la que más posibilidades tenía. Me habría gustado estar en tu vida hasta el final y cuidar de Harry pero…

-Vamos Andrea, no digas tonterías, te he visto cuidar de él y de mí todo este año. He visto cómo has superado todos tus miedos para ayudarnos, así que no tienes nada por lo que pedir perdón.

Lily mientras tanto se acercó a Remus y dejó caer la cabeza sobre su brazo.

-Ya te dije cuando te vi lo que quería decirte. Has cuidado de mi hijo como si fueras su padre. Es lo más bonito que podías haber hecho por nosotros.

Remus la abrazó fuerte pero vio a Andrea esperando para decirle adiós a la que había sido su mejor amiga y los chicos prefirieron dejarla sola. Remus fue a la habitación de Sirius y James subió con prisas al desván como si quisiera salir de allí lo antes posible.

-Llevo toda la noche pensando cómo despedirme de ti, pero no puedo. Quería pedirte perdón pero sé que vas a decirme lo mismo que James. También quería darte las gracias, tú aún no has vivido ese momento pero para mí fue muy importante que confiaras en mí cuando nadie lo hacía, que vieras más allá de la imagen que te daba y me encomendaras a tu hijo. No pude cuidarlo cuando era un niño, pero haré lo que pueda de ahora en adelante.

Lily no tenía palabras, había empezado a llorar como apenas lo había hecho en todo aquel tiempo. Se abrazó a Andrea como siempre lo hacía, sabiendo que ella era la fuerte de las dos, la que la sacaría del último lugar en el que se hubiera escondido.

-Si sigues aquí vamos a terminar las dos muy mal.-bromeó Lily intentando quitarle hierro al asunto.

-Tienes razón y todavía me queda despedirme de Sirius

Cuando Andrea entró en la habitación de Sirius, Remus y él se estaban abrazando con fuerza. Vio a Remus estrujarlo como le hubiese gustado hacerlo para que no cayera por el velo de la muerte y no fue capaz de interrumpirles.

-Te echaré de menos. Prométeme que te cuidarás.

-Ahora entiendo tu reacción del día que nos vimos en el despacho de Dumbledore.- Sirius se sentó en la cama, llevaba un día muy malo.- Me dijiste que no hiciera el loco, te referías al día que morí ¿verdad?- Remus resopló luchando contra sí mismo y sus sentimientos, le asintió de manera pesada y Sirius, para su sorpresa sonrió de forma parecida a como lo hizo la noche que murió- ¿Cómo fue? Aún no me he atrevido a preguntarte.

-En el departamento de Misterios está el velo de la muerte- a Remus le costó arrancarse, se sentó pesadamente en una silla junto a la cama- es una puerta directa entre el mundo de los vivos y de los muertos. Harry había ido allí engañado porque creía que tú estabas en peligro así que en cuanto te enteraste, no escuchaste a nadie y saliste corriendo hacia allí. Yo iba contigo, luchaste con tu prima y en cuestión de segundos caías a través de aquel velo de una forma elegante, sonriendo.- Sirius se sorprendió- Tú eres un luchador y llevabas mucho tiempo encerrado.

Andrea al ver que aquello estaba siendo demasiado para Remus se acercó y se sentó en la cama junto a Sirius. Le gustaba hacer eso cuando vivían juntos. Se llevaban un paquete de galletas de chocolate y las devoraban mientras se contaban miles de cosas.

-Me ha gustado verte enamorado- Andrea le acarició la mano y la apretó- creo que es lo único que me quedaba ver de ti. Me gustaría decirte cuánto te he echado de menos pero no creo que alcances a comprenderlo, Sirius. Me gustaba llegar a casa y verte, que me despertaras a las tantas de la madrugada para contarme una batallita. Fui muy feliz contigo y me dolió tener que dejarte y traicionarte.- Sirius la miró con sorpresa- La primera vez que te enfrentaste a mí, sólo había decepción en tus ojos. Eso me dolió mucho más que la herida que me hiciste. Lo que quiero decir es que he sentido mucho perderte y me ha encantado volver a tener la oportunidad de tenerte en mi vida.

Andrea había empezado a llorar así que Sirius la abrazó hasta que se calmó un poco. Después de aquello, Remus y ella se marcharon y dejaron a Sirius tirado en la cama solo, estaba siendo un día de pérdidas y despedidas y él hasta aquel momento no había sufrido nunca una pérdida que lamentara.

Harry se hizo de rogar, merodeó por la casa hasta que vio que el momento estaba peligrosamente cerca y que si no empezaba a decir adiós quizá no podría hacerlo nunca. Empezó su ronda de despedidas en la habitación de Remus y Andrea, habían almacenado en una caja apuntes, recortes, regalos y demás recuerdos que seguramente Remus y Andrea adultos estarían encantados de conservar, sin embargo, cuando Harry entró en la habitación, pudo ver cómo Andrea sacaba disimuladamente de la caja la pequeña flor de azahar que Remus le había regalado por su dieciocho cumpleaños y la guardaba en el bolsillo.

-No sé si decir que os echaré de menos- empezó Harry- es difícil teniendo vuestras versiones adultas en la habitación de al lado, pero ha sido todo un placer conoceros a ambos antes de que todo os cambiara.

-Para nosotros también ha sido estupendo conocerte, Harry- le dijo Remus dándole un abracito- es una lástima no recordarte, pero viendo lo importante que eres para mi versión adulta, creo que nos espera una gran vida juntos.

-Yo… podría decirte muchas cosas, pedirte perdón por lo que voy a hacer, pero supongo que eso es algo que ya ha hecho la otra Andrea, así que espero que ahora que ha terminado todo, también podamos tener una vida juntos.

Harry también la abrazó y le dijo: Tú me has ayudado a conocerte de verdad o a conocer a la otra Andrea en eso que ella no quiere que nadie conozca. Espero que estos años pasen pronto para ti y puedas encontrar la felicidad con nosotros.

Ginny, Hermione y Ron entraron para despedirse de los chicos, con ellos iba Sophie que no quería perderse aquella oportunidad. Harry, sin embargo, prefirió marcharse, era el turno de despedirse de Sirius, algo de lo que nunca había tenido oportunidad.

-¿Estás mejor?- Sirius estaba también metiendo algunas cosas en una caja, la mayoría de ellas relacionadas con Patricia, fotos, cartas, recuerdos al fin y al cabo.

-No mucho mejor, pero hago lo que puedo, falta poco para que se me olvide.- Harry cerró la puerta al entrar y se acercó un poco a su padrino.

-Me alegro de que hayas entrado en razón, sé que ha sido algo muy difícil para ti, pero…

-Sí, sí, es lo correcto- le cortó con voz cansina- ¿me harás un favor? Dale estas cosas a Patricia cuando me vaya, dile que ésta no la ha leído, la he escrito esta mañana.

-Claro no te preocupes.

-Y cuida de ella ¿vale? No le pierdas mucho el hilo y dile a Ginny que le eche un ojo en el colegio y que le ayude con transformaciones, se le da muy mal.

-Sirius- el chico reaccionó después de haberse sumido en sus sentimientos y miró a Harry- yo venía a decirte adiós.- las palabras le salieron entrecortadas, como si tuviera un enorme nudo en la garganta que no le dejara hablar.

-¿Sabes? Me ha gustado conocerte, supongo que me volveré a alegrar cuando nos encontremos de nuevo, pero puede que yo no sea el mismo.

-El día que moriste, yo me quedé destrozado; eras la única familia que tenía, lo más parecido a un padre que había tenido en mi vida y no dejaste que te dijera adiós. Fue muy duro asumir que no recibiría ninguna carta tuya o que no te volvería a oír hablarme como si lo estuvieras haciendo con James. – Sirius se frotó los ojos para quitarse las lágrimas que estaban apareciendo pero Harry ni si quiera se molestó, sentía que nunca había llorado lo suficiente su muerte, que había rehecho su vida porque eso era lo que él quería- De todos vosotros, ha sido a ti al que más he echado de menos, no conocía a mis padres así que no había nada que añorar. Bueno lo que quiero decir es que aunque tú vayas a olvidar esto, necesito decirte lo que no le dije al otro Sirius antes de que se marchara. Fuiste la mejor noticia que me habían dado en mi vida, fuiste mi padre y te quiero mucho.

Sirius no le dejó que siguiera hablando, lo abrazó con mucha fuerza, como si realmente hubiera sido su hijo, como si ya hubiera vivido aquellas sensaciones a las que él se refería. Ya estaba lo suficientemente triste como para que Harry le dijera esas cosas, así que acabó llorando como lo estaba haciendo su ahijado.

Les costó un rato reponerse y lo hicieron dándose unas palmaditas en la espalda como si quisieran decirse que ninguno de los dos hablaría de aquel pequeño incidente tan sensible. Sirius siguió recogiendo sus cosas y mirando aquella casa a la que acabaría regresando incluso después de jurar que nunca lo haría. Las cosas que tiene la vida.

A Harry le quedaba el peor trago, lo más duro que había hecho en su vida y que tendría que hacer según pensaba en ese momento. Cada paso al dormitorio de sus padres se le hacía un abismo, un calvario que no quería padecer, un final al que no deseaba llegar. Lily estaba sentada en la cama, de espaldas a la puerta. Aún no había terminado de recuperarse de la despedida de Andrea y sabía que el único que le quedaba por decirle adiós era Harry. Escuchó la puerta y supo que era él, que había llegado la hora de despedirse.

-¿Dónde está papá?

-Por ahí, siempre se escabulle cuando algo le perturba.- Lily empezó a llorar sin ni siquiera haber tenido que oírle decir más que aquella pregunta. Algo tan mundano y corriente como eso, pero ella jamás lo oiría.

-Se hace muy difícil deciros adiós.- Harry se sentó junto a Lily en la cama y la miró, llorando de una forma parecida a como lo hizo en la boda de Remus y Andrea cuando de golpe asumió que ella no estaría en la vida de Harry- No sé muy bien que decir. Todo este año ha sido algo increíble en mi vida. De repente llegasteis, os colasteis en mi vida y me disteis el lujo de conoceros y tú… tú has sido conmigo desde el primer día la madre que debías ser, así que… ¿qué podría decirte?

Harry se apretó los ojos para intentar no llorar pero le estaba costando muchísimo, desde que había entrado en aquella habitación sentía la absoluta necesidad de llorar como un bebé y aferrarse a su madre para que no volviera a irse. Podía haberse convertido en un hombre para toda la comunidad mágica, incluso él mismo podía haber asumido su madurez, pero ahí estaba su madre a punto de decirle adiós y él no quería que se fuera.

-Siento mucho la vida que has tenido- Lily intentó recuperarse pero tampoco podía parar de llorar- siento no verte crecer, no abrazarte, ni llevarte al colegio. Me habría gustado estar contigo en cada uno de los momentos que has vivido y en todos los que te quedan por vivir.

Harry se abrazó a ella como si la vida le fuese en ese abrazo, como lo que era, la última oportunidad de tener a su madre de carne y hueso, sintiendo su calor y su cariño.

-Ojalá no tuvieras que irte. Te voy a echar tanto de menos, es como si con este año te hubiera tenido toda mi vida y ahora… ahora no sé muy bien cómo voy a vivir sin ti. Te quiero mucho.

-Y yo a ti, cariño, y yo a ti.

Después de un rato abrazados Lily se levantó y empezó a buscar algo en un cajón. Al poco tiempo volvió y colocó un paquete liado con papel de regalo en el regazo de Harry que seguía con los ojos llorosos.

-Tú padre dice que te lo dé yo, a él no le gustan mucho las despedidas así que supongo que quería escaquearse.

-¿Qué es?

-Es tu regalo de cumpleaños. Será dentro de poco y bueno sólo pudimos hacerte un regalo en tu primer año, así que no queríamos irnos sin comprarte algo.

-No era necesario.- sonrió Harry abriendo el paquete con algo de ansiedad. Dentro había una cinta parecida a la que Remus y Andrea habían usado en su boda, pero esta tenía bordados lirios y un par de ciervos saltando.

-Algún día te casarás y obviamente ni tu padre ni yo podremos estar así que se nos ocurrió que podría ser un buen regalo, así en tu boda también nos tendrás presentes de alguna manera.- A Harry le volvieron a caer lágrimas por las mejillas, así que Lily se acercó a el y se las secó como si apenas tuviera dos años- Adiós cariño. Estoy muy orgullosa del hombre en el que te has convertido.

Harry no pudo soportarlo más, salió de allí casi a la carrera intentando buscar el aire que le faltaba, la cordura que estaba perdiendo. Aún le quedaba despedirse de James y sentía que no podría hacerlo si no se recuperaba un poco del golpe de Sirius y Lily. Respiró hondo y enfiló hacia el desván donde sabía que nunca había nadie y donde podría poner sus ideas claras antes de hablar con James. Abrió la puerta con prisas y se coló como si alguien le persiguiese.

-¡Mierda!- la expresión salió de James y Harry al mismo tiempo. Padre e hijo con la misma cara de ¿y tú qué haces aquí? Pero no dijeron nada más, asumieron que había llegado el momento de ser valientes y decirse adiós.

Harry intentó distraerse entre las cientos de miles de cosas que sin saber muy bien cómo había terminado acumulando en aquel desván mientras que James, sentado en a la mesa estaba rodeado de pergaminos rajados y arrugados como si llevara horas intentando escribir algo que no le salía.

-Veo que tu madre ya te ha dado nuestro regalo ¿te gusta?- Harry sonrió antes de darse la vuelta por la forma tan natural con la que James había hablado de "su madre" y no de Lily- Lo elegí yo.

-Muchas gracias, me ha gustado mucho y tened por seguro que lo utilizaré, aunque no puedo decir cuando.- ambos sonrieron- Mamá me ha dicho que no te ibas a atrever a dármelo.

James se sintió cazado, como al niño que pillan haciendo una travesura, pero intentó aparentar y buscó entre los bolsillos de su túnica de Hogwarts y sacó un viejo pergamino algo arrugado.

-No, es que yo tenía que darte esto y le dejé a Lily el otro regalo que sé que le hace más ilusión- Harry lo miró con suspicacia pero no lo puso en duda- Ya no te servirá de mucho y lo cierto es que Hogwarts ha cambiado un poco, pero al fin y al cabo es tuyo y quizá haya alguna generación a la que se lo puedas pasar.

Harry cogió el mapa del merodeador y lo mantuvo en sus manos observándolo como si aquello fuera un amigo más al que debía decir adiós, gracias a él se había librado de muchos castigos y lo más importante, había descubierto la verdad sobre Peter y Sirius; pero ahora, tal como decía James ya no serviría de nada.

-Por lo que ha dicho Dumbledore habrá que hacer algunos retoques, pero estoy seguro de que siempre habrá alguien que agradecerá el trabajo de los merodeadores.- Harry se sentó junto a James mientras intentaba echar un vistazo por los pergaminos que le rodeaban, pero antes de que pudiera ver una palabra James los habían recogido todos- ¿Qué escribes?

-Nada- contestó rápidamente, pero en vista de que Harry insistiría, terminó confesando- No sabía cómo despedirme de ti así que tenía la esperanza de poder escaquearme con una carta, no soy muy bueno expresando cosas.- Harry se sintió ofendido y al mismo tiempo conmovido por el miedo de su padre a decirle adiós, al fin y al cabo él sentía algo parecido.

-Preferiría que te despidieras de mí en persona.

-Es que tengo mucho que decirte y al mismo tiempo no me sale nada. Creo que debería pedirte perdón por cómo te he tratado todo este tiempo, he sido un mal padre y me arrepiento mucho. De verdad que me gustaría que hubiéramos sido buenos amigos, para compensar… para compensarlo todo.

-No tienes que pedir perdón, tú eres como eres y no sabías nada de lo que te ocurrirá en el futuro. No voy a decirte que disfrutara con tus desprecios pero te he conocido con todas tus cosas malas pero también con todas las buenas y eso es mucho más de lo que he tenido en mi vida, así que no hay nada que lamentar.

-Bien, pues entonces… - James se puso de pie pesarosamente, como si no estuviera seguro de lo que debía hacer- adiós.

Harry se sorprendió de aquella miserable despedida, había esperado mucho más de aquel encuentro y ahora James huía, se dirigía a la puerta con tan sólo un adiós.

-Papá- Harry se acercó a él hasta ponerse a su altura, le hizo girarse y por primera vez vio en James lágrimas de tristeza que amenazaban con salir- no te he dado las gracias por salvarme la vida.

James no pudo más, le abrazó tan fuerte que en un primer momento Harry se sorprendió y no supo reaccionar pero en seguida le devolvió el abrazó con la misma intensidad, queriendo decirle todo lo que no había podido en aquellos años, lo mucho que le había echado de menos el día que montó por primera vez en escoba, lo que sentía cada vez que veía una familia feliz y miles de momentos que había pasado en los que él no había estado.

-Lo siento- empezó James con la cara totalmente empapada de lágrimas- siento haber muerto y desaparecer de tu vida. Siento no haber podido verte crecer hasta convertirte en el hombre que eres y que me ha demostrado que es mil veces mejor que yo.- Harry intentó hablar pero la emoción no le dejó, tenía un nudo en la garganta y sólo podía mirar a su padre abrirle el corazón- Harry, estoy muy orgulloso de ti, de cómo has sabido afrontar una vida que no se ha presentado fácil, de haber sabido conservar el encanto de tu madre. No puedo explicar muy bien todo lo que siento, pero supongo que algún día tú tendrás un hijo y sabrás lo que yo siento ahora.

A Harry le costó recuperarse y poder hablar pero de repente, todo aquello que había querido decirle a su padre durante dieciocho años se había esfumado de su cabeza. Sería la última vez que lo tendría delante y no encontraba nada que decir.

-Tenerte en mi vida ha sido una de las cosas que me ha hecho tener los sentimientos más contradictorios que jamás había sentido, pero en todo momento fuiste mi padre, incluso cuando deseaba golpearte o tirarte de la escoba, pero siempre fuiste James Potter y siempre te he querido igual, siempre has sido una de las personas más importantes de mi vida, influyendo sin estar y este año mucho más estando, así que no sientas no haber estado en mi vida, porque lo has estado, en cada cosa que he hecho y en cada cosa que haré. Además quería decirte que yo también estoy tremendamente orgulloso de ti porque has sabido defender a tu familia siempre, tanto vivo como muerto.

No tuvieron mucho más tiempo para hablar pero tampoco tenían más cosas que decirse, la voz de Sirius sonó desde abajo llamando a James que tenía que ir a Hogwarts donde Dumbledore les esperaría para devolverlos a su tiempo. Harry no quiso estar en aquel momento, no quería verles desaparecer entre las llamas verdes para no regresar nunca más, así que se quedó en aquel desván polvoriento y oscuro, recordando, sumido en sus pensamientos y en su tristeza.

El uno de septiembre llegó casi sin apreciarlo, Harry había celebrado su cumpleaños y aunque se esforzaba por poner una sonrisa todos sabían que le faltaba algo. De hecho todos echaban mucho de menos a los chicos, pero la vida seguía y aquel estaba siendo un verano estupendo, con la única excepción de que Hermione, Harry y Ron tuvieron que pasar algún tiempo hincando los codos para enfrentarse a los EXTASIS que les quedaban en septiembre. La noticia del ministerio no había caído muy bien entre los chicos que tenían la esperanza de haberse librado de aquellos exámenes aunque Hermione pareció disfrutar con que su vida académica en Hogwarts se alargara un poco más y así entre momentos buenos, recuerdos tristes y ratos en familia, Harry, Ron y Hermione y Ginny llegaron juntos a King Cross en el coche que la primera conducía al más puro estilo muggle.

Remus y Andrea llegaron con Sophie diez minutos después cargando con el baúl de la chica y un hurón del que se había enamorado en cuanto entró en el Callejón Diagón, lo que no sabían sus padres era que dentro del baúl también iba bien cargada de productos Weasley que habían sabido recuperarse de la crisis que había traído la guerra contra Voldemort. Atravesar el muro que le llevaría al andén nueve y tres cuartos fue una experiencia más para la sobreexitada Sophie, que no paraba de hablar y andar para un lado y otro, preguntando a todos cosas que quería saber del tren, del colegio y sobretodo de la ceremonia de selección.

Harry vio a Patricia entre la gente de Ravenclaw y se acercó con Ginny para cumplir el último cometido de Sirius. La chica sonrió al verles pero parecía triste como si aún no hubiese podido superar la marcha de Sirius.

-Me dio esto para ti- Harry le extendió una pequeña caja, que ambos sabían que debía aumentar tras un pequeño encantamiento- y también me dijo que esta carta no la habías leído.

-Gracias- la voz le salió rota después de ver la letra de Sirius estampada en el sobre- debo irme, me alegro mucho de verte otra vez, Harry. Espero que no perdamos el contacto. A ti te veo pronto, Ginny.

Harry le cogió la mano antes de que se marchara y ella se giró.

-Yo también le echo de menos. Pero el tiempo lo cura de todo, de verdad. Te lo digo yo que es la segunda vez que lo pierdo.

-Supongo que tienes razón.

-Oye, si quieres podríamos estudiar juntas, charlar de vez en cuando. Este año me han dejado sola los graduados y creo que tú necesitas ayuda en transformaciones ¿no?

-Eso esta hecho. Hablamos luego ¿vale?

Sophie subió al tren con Ginny, pero mientras la primera estaba loca por dejar a sus padres y encontrar un sitio para su nueva vida, Ginny no se separaba de Harry ni dos centímetros diciéndose frase que sólo ellos podían oír y mirándose como si allí no hubiese nada más, pero el tren pitó con fuerza y todos supieron que o subía a aquel tren o tendría problemas así que Ginny acompañó a Sophie a buscar un sitio entre los vagones de los chicos de primero mientras ella iba en busca de sus compañeros de curso.

Por su parte, Ron, Hermione y Harry salieron de King Cross con Andrea y Remus que parecían algo tristes después de haber despedido a su pequeña. Los chicos tenían que estar dos horas más tarde en Hogwarts para hacer el examen y habían conseguido convencer a Hermione de que ese día no estudiaran y se tomaran una cerveza de mantequilla en Las tres escobas antes de ir al colegio. Andrea y Remus desistieron de la oferta y prefirieron volver a su nueva casa cerca de Ottery St. Catchpole, a apenas unos minutos de la madriguera.

En Hogsmeade todo estaba igual que antes de la guerra, la gente abarrotaba las calles y el ambiente era estupendo, aunque a Harry le habría gustado pasar más desapercibido. Llegaron a Hogwarts poco antes del comienzo de los exámenes y empezaron a tomar asiento en el gran comedor, donde las hileras de sillas se habían colocado para tal fin. Muchos asientos estaban vacíos y los chicos, al entrar, se lamentaron de que apenas unos meses antes en aquel lugar que ahora parecía el de siempre se hubiera librado la última batalla en la que muchos de sus compañeros fallecieron. Otros muchos llegaban mutilados pero con una expresión de orgullo en sus rostros, casi contentos de volver a aquel lugar en el que habían conseguido vencer al peor mago de todos los tiempos.

Mientras repetían el examen de Transformaciones, que habían tenido que dejar a medias por la irrupción del patronus de Andrea, Harry recordó aquel momento que parecía haberle ocurrido en otra vida y se fijó en el número de asientos vacíos. Miró la silla en la que debía haberse sentado James y delante de él Sirius, pero ninguno de ellos estaba ya, ni ellos ni el resto de compañeros que tampoco volverían.

Terminaron los exámenes que les quedaban mucho antes de lo que hubieran podido imaginar y todos se miraron entre sí, contentos y al mismo tiempo con algo de melancolía pues sabían que aquella vez sería la última que estarían juntos en Hogwarts, pero aquel sentimiento común fue roto de repente por la entrada de la ministra seguida de varios funcionarios del ministerio que cargaban con montones de cajas y las apilaban junto a la mujer que en ese momento hablaba animadamente con Dumbledore.

-Buenas tardes a todos- empezó la ministra con solemnidad- desde el ministerio me gustaría comunicaros lo orgullosos que nos sentimos por vuestra disposición a defender Hogwarts que ha sido el hogar de todos nosotros en algún momento de nuestras vidas. Por eso, a muchos de los que estáis aquí, se les hará entrega de la Orden de Merlín. Al resto de alumnos merecedores de este título, se les hará entrega durante el banquete de bienvenida.

Los murmullos de sorpresa y alegría cruzaron el gran comedor. Ron, sentado detrás de Harry, le zarandeó por los hombros como si acabasen de ganar la copa de Quidditch pero Harry no se inmutó, miró de nuevo los lugares en los que debía estar la gente que se había ido, aquellos para los que la Orden de Merlín sólo sería algo con lo que compensar el dolor de sus familias.

Mientras la ministra nombraba a los galardonados, éstos iban subiendo a recoger una pequeña medalla en la que estaba inscrito, su nombre y la razón del otorgamiento. De los chicos, Hermione fue la primera en recogerlo, Orden de Merlín Segunda Clase, por su valerosa actuación en la defensa de Hogwarts. Volvió a sentarse como si hubiese conseguido la máxima nota en un examen de Pociones y la observó orgullosa, Harry le sonrió porque sabía que para ella aquello era importante. Muchos de los alumnos de Ravenclaw, Hufflepuff y Gryffindor recogieron también medallas en las que se les otorgaban la Orden de Merlín de segunda o de tercera clase pero cuando la Ministra acabó el listado, no había nombrado a Harry. Todos cuchicheaban entre sí y miraban a Harry como su fuera un bicho raro.

-Harry James Potter- Harry se levantó mirando al suelo, habría preferido salir en dirección a la puerta que hacia aquella mujer que le esperaba sonriendo- Orden de Melín Primera clase por enfrentarse a la muerte y liberar a la comunidad mágica de una insufrible guerra. Enhorabuena chico.- La ministra le colocó la insignia en su camiseta y le ofreció una caja. Con un gesto le invitó a abrirla y pudo ver tres nuevas insignias, una igual que la suya, de primera clase para James, y las otras dos de segunda clase para Lily y Sirius, en las tres rezaba "A título póstumo. Por una valentía que cruza el tiempo".- A Remus y Andrea se las daré personalmente- le susurró con una sonrisa.

-Muchas gracias.

-Pásate por mi despacho antes de marcharte.- le comentó Dumbledore al pasar junto a él- La contraseña es caramelos de toffe.

Harry no volvió a abrir la caja ni siquiera cuando Ron y Hermione se lo pidieron. Soportó estoicamente las alabanzas y felicitaciones de todos sus compañeros en la entrada del castillo mientras dentro preparaban el gran comedor para la llegada de los alumnos que no tardarían mucho en estar en Hogsmeade. Cuando todos los alumnos de séptimo, excepto Ron y Hermione se habían marchado, Harry les enseñó las insignias de sus padres y Sirius y ellos se emocionaron casi tanto como lo había hecho Harry ahora que las observaba con detenimiento.

-Deberías ir a ver a Dumbledore.- le apremió Hermione- pronto llegarán todos los alumnos y él tiene que estar en la cena.

Harry estuvo a punto de perderse de camino al despacho. Intentó atajar por un pasadizo que al parecer ahora llevaba a la otra punta del castillo, así que en vista de que llegaba tarde y estaba sólo prefirió hacer trampas y emplear el viento para trasladarse hasta la puerta del despacho del director.

Dumbledore estaba sentado en su sitio habitual en un despacho que parecía no haber cambiado en absoluto. En su mesa, delante de él reposaba su pensadero en el que estaba introduciendo en ese momento un nuevo recuerdo. Harry entró con cuidado y se sentó, dejando que dejara tranquilamente sus pensamientos como ya le había visto hacer en muchas ocasiones.

-Enhorabuena por tu Orden de Merlín, ya veo que te la has quitado del pecho.- Harry asintió con la cabeza- Nunca te ha gustado mucho alardear, algo sorprendente para quien ha hecho lo que tú has hecho.

-¿Querías decirme algo? Ron y Hermione me esperan para volver a casa.

-Quería enseñarte algo, es una especie de encargo, un mensaje- Harry le miró suspicazmente pero al ver que el profesor se ponía de pie y le indicaba con un gesto que se pusiera a su lado, lo hizo sin rechistar.

Ya había sentido otras veces esa sensación de caer entre la niebla sin saber muy bien si tenía o no los pies en el suelo. El aterrizaje fue suave, estaba en un lugar que nunca había visto, una especie de sótano iluminado de forma mágica. Se fijó en la decoración en la que proliferaban los globos, serpentinas y una piñata de payasos y se sintió perdido, sin entender muy bien porqué Dumbledore había querido que viese aquel recuerdo.

De repente todo cobró sentido. De la escalera empezaba a bajar gente, en cabeza Sirius con a penas veintidós años iba hablando con Remus de forma animada mientras cargaba un paquete enorme. Ambos mostraban una sonrisa ilusionada aunque en ese momento Remus llevaba la mano vendada y mostraba en la cara algunas heridas con mal aspecto. Tras ellos Lily cargaba un bebé de un año al que iba haciendo carantoñas mientras se reía y en último lugar, cuando los demás ya habían puesto música y atacado los aperitivos bajaron Dumbledore y James. Ambos parecían algo preocupados, hablando seriamente en voz baja, pero dadas las alturas de aquella guerra a Harry no le sorprendió en absoluto. No obstante, su enorme curiosidad le pudo y le llevo a escuchar aquella conversación.

-Algún día se convertirá en un gran chico.- dijo James mirando a Harry en la distancia que ahora estaba subido a los hombros de Sirius mientras éste le hacía chocar con todos los globos de la habitación- Lo sé, será responsable y maduro y tendrá la sensibilidad de su madre.

Harry se sorprendió de que James estuviera diciendo aquello. En un primer momento creyó que era una predicción de padre orgulloso, pero luego recordó que Remus le había dicho que cuando él nació James también debió tener flashes de su viaje al pasado.

-Vamos James, claro que será un buen chico. Será como tú.- le respondió Dumbledore en tono jovial, algo descolocado por la melancolía con la que James hablaba.

-No, como yo no. Tendrá una paciencia infinita.- James sonrió como si estuviera recordando algo- Será como si me mirara a un espejo pero con los ojos de Lily.

-¿No crees que eso es mucho suponer?

-No son suposiciones. Lo sé.

-Tengo la sensación de que me ocultas algo.- Dumbledore le observó con detenimiento intentando encontrar en James algo que le dijera qué le estaba pasando por la cabeza.

-Tú siempre nos has ocultado cosas. En concreto, creo que me ocultas algo desde nuestro último año. ¿no?

-James, ¿tienes algún recuerdo que me quieras comentar?

-Prométeme que ayudarás a Lily a convertirlo en un gran hombre.

-Tú harás eso. Verás a tu hijo convertirse en un gran hombre y todos veremos el fin de esta guerra que nos va a terminar volviendo locos.

-Lo cierto es que sí- James volvió a meterse en sus pensamientos- El fin de esta guerra lo veré, eso lo veré en primera fila junto a Harry pero me perderé otras muchas cosas.

-Me tienes desconcertado.

-Cuando crezca dile que lo quiero con todo mi corazón, que nunca he estado más orgulloso de algo que haya hecho en mi vida que he estado este año y dile que quiera mucho a su pelirroja.

-¿A Lily?

-Él lo entenderá cuando se lo digas.

El sótano volvió a llenarse de humo y en pocos segundos Harry volvía a estar en el despacho de Dumbledore donde él le esperaba con una mezcla de impaciencia e incertidumbre en el rostro. A Harry le costó reponerse de aquello, tuvo que sentarse un rato y meditar sobre las palabras de James, muy parecidas a las que le había dicho la últimas vez que las había visto pero ahora en aquel escenario, donde podía volver a ver a Lily y a Sirius todo volvía a hacerse más difícil.

Pensó un rato en aquella posición y llegó a la conclusión de que aquel día James le había dicho a Dumbledore que vería a Harry acabar con Voldemort y que sabía cosas del futuro de Harry, lo que significaba que Dumbledore sabía, como siempre, mucho más de lo que decía.

-¿Desde cuando sabías cómo devolverlos al pasado?- Harry miró a Dumbledore con decisión y él hombre no pudo hacer otra cosa que sonreír- Lo sabías, sabías que vendrían del pasado. Por eso nunca me habías enseñado este recuerdo hasta ahora.

-Sí tienes toda la razón. Después de aquello empecé a atar cabos y supe que en tu séptimo año James vendría y juntos acabaríais con Voldemort, por eso podría haberlos devuelto a casa al día siguiente, pero no lo hice.

Harry abrió la boca sorprendido con aquella confesión. A Dumbledore no le importaba lo más mínimo haber jugado a las marionetas con todos ellos, haber puesto en peligro a su padre y toda la línea temporal con la única finalidad de acabar con aquella guerra.

-Te voy a decir algo- Harry se puso de pie con calma, a pesar de todo, no estaba enfadado, no sentía nada. Se había sorprendido tanto que aquello le estaba resbalando- Y te lo voy a decir no como un alumno, que ya no lo soy, sino como un amigo que es lo que me considero. La gente ha luchado a tu lado por lealtad a ti y a lo que tú defendías y yo el primero de todos ellos. Has puesto en peligro la vida de mis padres y todo el pasado. Destrozaste la vida de Andrea e hiciste lo que estaba en tus manos para traerla. Y has tenido suerte porque todo ha salido bien, pero has jugado con tus amigos, con gente que te quiere y te respeta y nos has tratado a todos como personajes de un teatrillo.

-Todo ha sido por un buen fin.- le reprochó Dumbledore.

-Los fines no son buenos, si los medios no lo son. Tú me has dado muchas lecciones; deja que yo te dé ésta.- Harry se fue hacia la puerta sin ninguna contestación por parte del profesor.- Por cierto, Andrea y Remus te invitan a comer el domingo en su casa.

Ron y Hermione le estaban esperando sentados en la gran escalinata de mármol mientras cientos de alumnos pasaban delante de ellos para entrar en el gran comedor. Algunos les saludaban e intentaban pararse a charlar con ellos, pero el profesor Snape había llegado a poner orden y Ginny sólo pudo hacer un pequeño gesto con el que preguntaba por Harry.

Cuando Hary llegó, ya habían entrado todos y sólo quedaban los alumnos de primero que pronto aparecieron con caras asustadizas mirando a su alrededor como si en cualquier momento algo fuese a saltar y a comérselos vivos.

-¿Qué quería Dumbledore?- le preguntó Ron

-Luego os lo cuento. ¿Dónde creéis que caerá Sophie?

Los tres chicos se asomaron disimuladamente a la puerta desde donde pudieron ver que Dumbledore ya había llegado a su asiento y que un chico estaba sentado con el rostro pálido para someterse a la selección.

-¡Sophie Markins!- pronunció la profesora Macgonagall en voz alta lo que hizo saltar las alarmas entre los alumnos que levantaban las cabezas para ver quién era la hija de aquella famosa mortífaga-heroína.

Tras unos momentos bajo aquel sombrero, el andrajoso trapo gritó: "Ravenclaw" y Sophie se dirigió contenta a la mesa de las águilas donde al menos la cara conocida y sonriente de Patricia le estaba esperando.

-Bueno, chicos, es hora de abandonar definitivamente Hogwarts.- exclamó Harry pasando un brazo por encima de los hombros de cada uno de sus amigos.

-Se hará raro no volver.- dijo Ron.

-Es que ha sido nuestro hogar mucho tiempo.- añadió Hermione.

-Sí, pero ya no. Ahora la vida sigue fuera de este castillo.

Y los tres salieron sonrientes de lo que había sido su casa durante muchos años para enfrentarse a la nueva vida que se les presentaba.

FIN

Nota de la autora:

Parecía que jamás llegaría el día en el que esta historia pudiera tener un final y ese era un pensamiento que me gustaba, porque James vs Harry ha estado conmigo tres años. En 2004 subía los dos primeros capítulos de una historia que en ese momento no era ni la cuarta parte de lo que ha llegado a ser, pensando que quizás pudiera gustarle a la gente, pero nunca hasta el punto que os ha gustado.

Es difícil poner el punto final en algo que ha significado tanto en mi vida. Me acompañó en cada paseo hasta la facultad en una ciudad que me era extraña y me sirvió de conducto para conocer a personas increíbles, personas que por suerte han seguido en mi vida. Me enseñó que puedo escribir, comunicar y aprendí a hacerlo con cada capítulo con cada noche en vela pensando en un diálogo especialmente importante.

Pero esta historia no habría significado nada si vosotros, anónimos y desconocidos, no hubieseis estado ahí, animando y apoyando como si fuéramos amigos, unidos a través de las palabras que de alguna u otra forma hemos hecho parte de nuestras vidas, así que gracias en este adiós, una despedida amarga porque echaré de menos a James mucho más de lo que lo hará Harry.

No quiero ponerme más melancólica así que sólo deciros que suelo estar en el foro de merodeando hogwart y si alguien tiene ganas puede pasarse por allí, además está a punto de inaugurarse una nueva página: pluma de merodeador, donde podréis seguir practicando el fantástico "vicio" de los fics.

Espero volver a escribir algún día y quizá todos, incluida yo, podamos sorprendernos pronto, pero lo dudo mucho, así que mejor digo hasta luego.

Un beso muy fuerte a todos y muchas gracias.