VIEJOS CONOCIDOS

Pareja: Tonks/Lucius

Porque ponerlos juntos: Sara Meliss me dejó este reto hace una eternidad, y ahora que estoy de regreso...


Eran aquellos tiempos de la guerra. Lucius y Narcissa no eran abiertamente partidarios del Señor Tenebroso, y sin embargo, se les miraba con cierto recelo. Nymph era muy pequeña para entender el porqué.

«Nymph, pequeña, hola» Le dijo Narcissa, abrazándola. Lucius le acarició la mejilla.

«Hola. ¿Que han hecho?» Su madre jaló a Nymph a un rango aceptablemente lejano de Narcissa y su marido. Parecía temer que se le contagiara algo

«Acabamos de volver de vacaciones en Amsterdam» Mentira. Como Tonks averiguó después, habían vuelto hacía casi dos semanas de una misión fallida en Irlanda, y el Lord los tuvo bajo guardias de castigo todo ese tiempo «Luego recordamos que fué cumpleaños de Nymph, y le trajimos esto» Lucius le extendió, sonriendo, una preciosa muñeca de hada a escala. Sus alitas azules, de cristal, batían al acariciarle la espalda. Estaba vestida de una pequeña túnica de hojas rosadas, y su piel parecía la de una persona, pero mucho más blanca que la gente normal. Tenía un largo cabello esmeralda. A pesar de no haber sido nunca muy dada a los juegos "propios de niña", Tonks pensó que era la muñeca más bonita que jamás hubiera visto. Deseó con todas sus fuerzas tenerla entre sus brazos para jugar a que volaban juntas en la escoba, y en la noche prepararle una camita con un joyero y un pañuelo. A pesar de no tener hijos, los Malfoy eran, a su ver, personas estupendas.

Pero Andrómeda le detuvo las manos antes de que pudiera rozarla. Ted la subió en brazos para evitar que se acercara. Y ella lloró. No entendía como su padre era tan cruel como para pensar que podría vivir en delante sin la muñeca. Aún no controlaba muy bien las transformaciones, pero su cabello se volvió gris de dolor.

«No. No podemos» La sonrisa de Lucius se borró. El ambiente se volvió tenso. Nymph era muy pequeña, pero no tanto como para no notarlo. Lloró con más fuerza.

«¡Pero Andrómeda! Es un regalo de cumpleaños. Puedes examinarla si crees que es peligrosa, pero te aseguro que esta tan limpia como cuando se fabricó" Narcissa aún sonreía, como si no creyera la escena.

«No, Narcissa. Lo siento, Lucius. Es muy bonita pero no podemos» Muy poca gente puede precisar cuando fue que su familia dejó de llevarse bien. Para las Black, fué en ese exacto instante. Los Malfoy se fueron, ni contentos ni ofendidos. Solo se fueron.

Pasaron los años Los juicios a los mortífagos eran ya un recuerdo que se jugaba a ignorar. Sus padres nunca le permitieron volver a ver a los Malfoy, ni siquiera cuando nació su primo Draco. De cualquier manera, se siguieron el rastro. Tendría quizá quince años.

No le agradaba desperdiciar sus vacaciones en inaguraciones de arte, pero la idea de pasear por el jardín del museo le pareció tentadora. Eligió su vestido rosado, y mutó su cabello a rubio platinado. Esa tarde paseó por los jardines del museo, hasta encontrar un sitio solitario para sentarse. Eran sus tiempos de locura, de comerse al mundo, y sentía que las otras personas le robaban energía.

Una voz difusamente conocida le habló detrás de ella

«Narcissa¿donde has estado?»

Volteó rapidamente. Su tío Lucius

«¿Nymph?»

«Si» Rió de una manera estúpida. Los hombres la ponían nerviosa. Lucius se acercó a examinarla, como si no lo creyera. Tomó un mechón de su largo cabello entre las manos

«No te imaginas como te pareces a tus tía» Lucius la tragaba con los ojos. Nymph ya sabía distinguir cuando los hombres la veían así, pero no prestó atención al detalle por confiar en que se trataba de alguien de la familia

« Pero nunca tendré el porte de Narcissa. Creo que soy algo torpe»

«Es de familia. Ya lo tienes. El deslizamiento al caminar, el modo de hablar...»

Lucius dió un par de vueltas a su alrededor. Parecía que había un tema atorado en la conversación, que ambos deseaban sacar

«Siempre quise preguntarte¿te explicó alguna vez tu padre lo de la muñeca?»

«No. Son cosas que solo se hacen» De pronto, Tonks sintió de nuevo la urgencia de ese algo complementario que nunca le permitirían tener entre las manos.

«Dobby» Un elfo apareció a la llamada de Lucius «Hay una muñeca de hada en el gabinete de Narcissa. Traemela» En segundos, el elfo trajo la muñeca a su amo, y se despidió con una reverencia «¿Y la tomarías ahora?»

Tonks extendió las manos, en un gesto casi trece años pospuesto. Tenía la muñeca, aunque ya no podía jugar con ella a volar en escoba. Tal vez sería la edad, pero seguía con esa sensación de estar siendo privada de algo que quería con todas sus fuerzas y no se le consentiría tocar.

Bajando por los escalones de la tenebrosa prisión, Nymphadora Tonks trató de imaginar lo que sería la expectativa de pasar el resto de su vida ahí. No pudo. A pesar de ser una de las aurores más eficientes, a veces sentía dolor por la gente que no vería más paredes que esas, hasta la muerte.

Uno de los guardias la condujo a la crujía de los mortífagos. La zona de los más veteranos, los capturados en el ministerio, la recibió con aullidos y blasfemias. Tonks se encogió un poco. Tampoco se sentía muy a gusto con el asunto. Al fin, llegó frente a la celda de su tío.

Lucius Malfoy, aún con el cabello rapado, seguía dando la apariencia de una vieja esfinge examinando el desierto. Lo habían pasado a una celda de confinamiento solitario, para presionarlo a hablar. Sin embargo, tal vez estuviera más cómodo así. El resto de sus compañeros no dejaban de atacarlo. Era la primera vez que el comandante de la operación del ministerio pisaba la cárcel, a diferencia de sus camaradas, veteranos de la última fuga.

«Te pidieron que hablaras conmigo¿verdad?» Le preguntó el rubio sin siquiera voltear a verla. Los aurores también tenían sus "métodos y costumbres" para sacar la información a los mortífagos, que se ponían a la par de las Imperdonables. Pero Lucius había resistido.

«Tío. Por favor. Solo necesitaría confirmar a algunos compañeros. Podrían dejarlo ir, con un arresto domiciliario»

Tonks se sentó frente a él. A pesar de los esfuerzos de Andrómeda y Ted, Narcissa y Lucius eran sus ejemplos por excelencia de todo lo que un mago debe ser. Al menos, hasta antes de entender plenamente lo que "mortífago" significaba. Cuantas veces, de niña, ambicionó ser algún día como ellos. Cuantas veces en su edad adulta pensó en que aquel día no quería la muñeca, sino el hombre que se la ofrecía.

Lucius se dignó a mirarla. Su expresión seguía siendo orgullosa, pesada

«Es una lástima» Le dijo, con una voz cansada, rastrera «Que hoy no te sientas rubia»


Listo! No crean que he olvidado la saga. Gracias a todos, respuestas a rrs en rrs

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