Capítulo 5

Los personajes de Gundam Wing pertenecen a sus creadores.

Nota de Autor: Al cabo el final de esta historia... los que aún siguen pendientes... les admiro, yo ya la hubiera abandonado... ejem. Gracias de todas formas.


Heero despertó temprano en la mañana para descubrir un muy dormido Shinigami sobre su pecho. Sin pensarlo una pequeña sonrisa se coló hasta sus labios. Aquella era una hermosa visión a la cual, pensaba, podía acostumbrarse fácilmente. Los cabellos castaños reflejando la luz de la mañana como hilos de oro, formando un manto sobre la espalda desnuda de Shinigami. Aquel rostro sereno descansando sobre su pecho en completa lasitud. Por unos instantes recordó aquellos labios sobre los suyos y un leve rubor coloreó sus mejillas. Ciertamente no le había pasado por la mente lo que significaba reclamar a su mitad. Ahora sabía con exactitud para qué servía el ungüento perfumado. El rubor se profundizó con sólo recordarlo.

Por impulso se acercó y le dio un suave beso en la cabeza. El movimiento hizo que Shinigami despertara. Por unos instantes se quedó en el mismo lugar sin moverse, luego con lentitud y rozando deliberadamente el pecho de Heero con la mejilla volvió la cabeza para mirarlo. Heero contuvo el aliento con la intensa mirada semi dormida. Shinigami repitió el roce de su mejilla contra el pecho de Heero a la vez que sus manos le acariciaban las caderas lo que hizo que el joven ladrón cerrara los ojos en éxtasis mientras tomaba una respiración forzada.

Shinigami se enderezó lentamente, reacio a terminar el contacto, pero decidido de todas formas. Heero dejó escapar el aliento con suavidad al sentir la separación de ambos cuerpos. Vio al joven de largos cabellos ponerse en pie, los cabellos castaños velando su desnudez del escrutinio de Heero. Lo que sí pudo ver fue que el joven levantaba la palma de la mano y la observaba con detenimiento. Fue entonces que recordó lo que había sucedido en el bosque. Volvió su propia mano y observó la cortadura que aún no terminaba de sanar en su propia palma y sobre la cual había trazado apenas unos días atrás las marcas que simulaban torpemente el sello que había visto en el resto de los aldeanos.

Escuchó la puerta de la habitación abrirse y levantó la vista de inmediato para ver cómo el joven salía de la habitación con una expresión algo sombría. Abrió los ojos desmesuradamente y se apresuró a seguirlo, no sin antes envolverse como podía en la sábana. Apenas alcanzó a ver los cabellos desaparecer tras una esquina del pasillo. Corrió pasillo abajo sintiendo el frío del mármol rojo bajo sus pies. Luego de que el joven doblara aquella esquina lo perdió de vista.


Shinigami llegó hasta la masiva puerta que indicaba que había llegado a los aposentos del líder de los aijin y empujó con firmeza pero sin azotarlas dejándolas abiertas. Se arrimó a una segunda puerta que separaba el área de descanso del cuarto, con reverencia las empujó. De inmediato miró hacia la masiva cama en cuyo centro, disminuido por el tamaño del mueble y envuelto en blancas sábanas vio al rubio. Se puso de rodillas.

"Quatre-sama." Susurró. El rubio en la cama se estremeció levemente y se despertó al sentir una presencia cerca suyo.

"¿Duo-kun, qué sucede?" Dijo desperezándose. Al no recibir respuesta buscó al joven en la habitación y despertó por completo al verlo desnudo y arrodillado frente a su cama. "Por los ancestros. ¿Qué pasó?" Dijo al tiempo que saltaba de la cama y se acercaba al joven arrodillado.

"¿Qué has hecho?" Susurró Duo y Quatre se detuvo. "Me has condenado a un desconocido. Te pedí que me unieras con mis ancestros." Levantó las acuosas pupilas. "¿Qué has hecho?" Demandó en un susurró desesperanzado. Aquella nota de dolor en la voz de Shinigami hizo que Quatre se estremeciera y meditara realmente en lo que había sucedido. Se acercó a Duo y lo envolvió en un suave abrazo.

"Lo siento. En verdad lo siento, pero no quería perderte. Nadie en el pueblo quería perderte, Duo-kun." Se levantó y con él hizo levantar al joven, llevándolo hasta la cama y cubriéndolo con una de las sábanas. "¿Acaso te hizo daño?" Duo negó con timidez. "¿Entonces?" La suave voz de Quatre le instaba a hablar… le suplicaba que vertiera lo que sentía en su alma.

"Es una unión a medias, Quatre-san. No importa lo que suceda seré como un esclavo, como un perro siguiendo a su amo a cambio de unas cuantas caricias. Nunca seré correspondido y eso me hará enloquecer poco a poco." Susurró mientras Quatre comenzó a acariciar los dorados cabellos. "Los ancestros me han condenado. Ya no podré ser el mensajero de los aijin, tendré que seguir al forastero a donde quiera que vaya. Como quiera me han perdido." Gimoteó por lo bajo.

"Los ancestros no se equivocan, Duo-kun. Todo saldrá bien, ya verás." Así fue como los encontró el ladrón de cabellos obscuros. Duo envuelto en una sábana, metido en la cama del joven de cabellos rubios quien lo abrazaba con ternura. Su cuerpo se tensó de forma visible. Por encima del hombro de Shinigami el líder de los aijin levantó los ojos y los fijó en Heero con expresión seria.

"Los ancestros nunca se equivocan." Volvió a susurrar mientras le hacía señas para que se acercara. Heero vaciló por un momento antes de acercarse, su rostro reflejaba confusión, temor y celos y Quatre podía sentirlos perfectamente. "No cometas un error, Heero-san. Un aijin jamás podría traicionar a su elegido, moriría al instante." Heero se sorprendió con el comentario, más por haber tocado sus propios sentimientos que otra cosa. Decidió acercarse y el rubio empujó al joven a sus brazos. Duo se acurrucó de inmediato en su pecho, acariciándolo suavemente sin poder evitarlo. Pero Heero podía ver en aquellos ojos de color índigo un profundo dolor y algo de terquedad.

"Ya te acostumbrarás." Musitó el rubio y Heero no supo si las palabras iban dirigidas a él o al joven de largos cabellos. Con una corta reverencia salió de la recámara y recorrió el camino de regreso. Cerró la puerta con el hombro y depositó la forma de su recién reclamada pareja en la cama. Duo no lo soltó y con algo de incomodidad se sentó a su lado permitiéndole continuar el abrazo.

"Shinigami…"

"Duo. Mi nombre es Duo. Shinigami es el mensajero de los aijin y dudo mucho que pueda continuar con esa empresa." Respondió con amargura y Heero intentó verle el rostro.

"¿Por qué no podrías?" Preguntó confundido sin saber si lo decía porque era ley de su pueblo o por alguna otra razón.

"Seshh, estoy unido a ti, no puedo separarme por más de un día de tu lado."

"No lo sabía." Murmuró el ladrón. "Hay muchas cosas que no sé de ti. ¿Podrías contarme, i junbi /i ?" La ternura con la que susurró las últimas palabras hizo que Duo se aferrara más fuertemente y dejara escapar un suspiro tembloroso. ¿Por qué los ancestros tenían que ser tan crueles? Pensó Duo sin poder evitarlo. Pero cómo podía sacarle en cara a los ancestros sus decisiones si él mismo se había encargado de rechazar todas las oportunidades anteriores. Una parte de su mente susurró que se lo merecía mientras la otra gritaba con vehemencia que no se dejaría dominar por un extranjero y sin embargo aquella voz… dulce y serena, fuerte y precisa a la vez.

Quitó la sábana que cubría el pecho del i gaijin /i y pegó su rostro contra la cálida piel. Al menos no sentiría vergüenza por saberse atraído inexorablemente a estar en contacto con aquella piel. Esa era la única forma de evitar sentirse completamente perdido. Sintió que el joven le acariciaba la frente quitándole unos mechones que se habían pegado. Al sentir que los dedos bajaban a su mejilla reclinó el rostro a la caricia. " i Junbi /i ." Susurró el joven en su oído. "Cuéntame."

"¿Qué quieres saber?" Le dijo finalmente pero sin mirarle aún.

"Todo."

"¿Realmente te interesa?" Heero comenzó a trazar cálidos círculos con la punta de los dedos en la espalada del joven mientras con la otra mano lo tomaba por la nuca y lo pegaba a su pecho con cuidado haciendo que todo pensamiento de rebeldía abandonara su mente. Suspiró, así sería el resto de su vida, queriendo rebelarse pero incapaz de siquiera pensarlo.

"Sí, me interesa. Pero si estás cansado puedo esperar." Pero en esos momentos Duo no hubiera podido contestarle de todas formas ya que las caricias le habían hecho cerrar los ojos. Heero continuó acariciándole suavemente, envolviéndolo cuidadosamente en el sueño interrumpido unos minutos atrás antes que le dejara sólo en la habitación y fuera a refugiarse en el rubio de ojos claros. El cuerpo del aijin se fue desmadejando bajo sus manos hasta quedar dormido y Heero lo acomodó con cuidado en la cama.

No se acostó sino que se dedicó a estudiar el suave rostro que dormía plácidamente. Recordaba los ojos suplicantes cuando le aseguraba que era tan sólo un mensajero y deseó haberle creído en aquella ocasión. ¿Qué era lo que lo había obsesionado a seguir al aijin desde la primera vez? Ya no estaba seguro si había sido curiosidad o qué. Sólo recordaba el deseo de descubrir el misterio de aquella sombra que cruzaba velozmente el bosque algunas noches.

La mañana pasó con relativa tranquilidad luego del suceso. Les fue llevado el desayuno por una hermosa doncella que se sonrojó apenas verlos y luego un doncel les llevó la comida, sonrojándose de la misma forma. Heero los observó con estoicismo mientras Duo sonrió levemente al reconocerlos y hasta intentó embromarlos al ver sus sonrojos pero los jóvenes escaparon tan pronto dejaron los alimentos.

Más tarde Duo lo llevó por el lugar para que lo conociera y pudiera admirar la belleza de aquel monolito que había sido convertido en el templo y que el moreno no había tenido tiempo de admirar la primera vez.

"Cómo se nota que nadie les ha dicho lo que sucede aquí." Dijo con cierta ironía el i aijin /i luego de que ver un par de sonrisitas ocultas tras las manos de algunos de sus conocidos. No se lo tomaba a mal, aquella era la naturaleza de los i aijin /i . Pero no estaba seguro de cómo se lo tomaría su flamante compañero.

El ladrón parecía no interesarse en nada de lo que sucedía a su alrededor en realidad porque cuando Duo volteó a verlo los ojos azul cobalto estaban fijos en él y no en los demás. "¿Heero, sucede algo?" Preguntó temiendo lo peor, que se hubiera ofendido por la actitud de los habitantes de la aldea.

"Ie."

"¿Entonces?"

"Tus compañeros son felices porque estás con ellos. Pero yo quiero saber qué es lo que te haría feliz a ti, porque cada vez que te miro, tus ojos están tristes y me siento culpable." Duo parpadeó confundido, intentando descifrar lo que el moreno parecía decirle.

Se volteó para mirar los jardines, evitando que Heero viera las emociones que pasaban por su rostro. Estuvo jugando con la idea de quedarse callado y guardar lo que sentía. Pero sabía que si lo hacía en ese momento tendría que callarlo el resto de su vida. Fue eso lo que le hizo decidir.

"No debes sentirte culpable por algo que no pudo evitarse." Comenzó a decir al tiempo que una suave brisa traía el perfume de los jardines hasta donde se encontraban. "Para yo ser feliz… necesitaría la certeza de un amor sin tiempo, ni condición. Estar seguro que mi amor es correspondido de la misma forma en que yo lo doy."

"Pero no elegiste a quién amas¿cómo puedes decir que tu amor es sin tiempo ni condición?"

"Porque así somos los i aijin /i . Es la única forma en que sabemos amar." Heero consideró sus palabras mientras se acercaba a su lado y miraba también el jardín.

"Entonces el amor que me profesas no es como el de tus compañeros puesto que no has elegido mientras que ellos sí lo han hecho." Duo volteó a verlo demasiado sorprendido como para responder pero Heero no lo imitó sino que continuó mirando al jardín. "Yo me ofrecí voluntariamente para amarte. Salvarte la vida no iba a ser suficiente o al menos eso fue lo que entendí. Ahora…"

El moreno se volteó finalmente, con los ojos a media asta, como si no quisiera ver la respuesta en el rostro del i aijin /i . "…yo me ofrezco para que me ames… si quieres." Susurró muy quedamente. "Voluntariamente por el amor que te ofrecí al reclamarte para mí." Había bajado tanto la voz, temeroso de ser rechazado por aquel i aijin /i que ahora sería su compañero que no sabía si le había escuchado al final.

Duo abrió los ojos cuan grandes eran, sorprendido nuevamente por las palabras del moreno y de pronto, una sonrisa suave iluminó sus labios con comprensión. Con lentitud acercó su pecho al de Heero y con mayor delicadeza reposó su mejilla con la del moreno. "Hai, Heero-kun, acepto tu ofrecimiento." Susurró a su oído, sintiendo un leve bullicio en su pecho que no podía ser otra cosa que felicidad. Un corto suspiro escapó de los labios del moreno y de pronto Duo lo abrazó con fuerzas, casi haciéndole perder el balance. "Prometo ser cuidadoso." Y sólo entonces los ojos asustados del moreno se tranquilizaron y subió los brazos con algo de timidez para devolverle el abrazo, escondiendo el rostro en el cuello de Shinigami.


Esa noche Heero se recostó suavemente sobre la mullida cama mientras era seguido de cerca por un castaño que le sonreía brevemente. Su respiración podía decirse que era algo trémula y cuando ambos cuerpos previamente desnudos entraron en contacto las sensaciones amenazaron con abrumarlo. Intentaba con todas sus fuerzas dejarse hacer. "Estás tenso." Susurró Duo antes de besarle largamente, ondulando sobre su cuerpo para provocarle.

Heero cerró los ojos y dejó que sus sentidos fueran inundados por aquellas sensaciones. Suaves caricias recorrían su cuerpo por completo, provocándole con sutileza, dirigiéndole por el camino correcto hasta pensar que nunca más volvería a tocar el suelo porque se sentía volar.

Como lo había prometido, Duo entró cuidadosamente en su cuerpo, de a poco y sin prisas. Haciéndole desear tanto la unión que era imposible arrepentirse en ese momento.

Cuando ambos comenzaron a moverse en sincronía los jadeos y gemidos de ambos comenzaron a colorear la habitación con matices tan íntimos que amenazaban con sonrojar a las rosas que descansaban en un florero de blanco mármol sobre la mesa.

Dejo ir la cabeza atrás cuando sintió que su cuerpo ya no le permitiría continuar y que pronto aquel extraño nudo de placer que comenzaba en su vientre y terminaba en su pecho estallaría deliciosamente hasta cada una de sus extremidades.

"Duo." Gimió roncamente intentando quedarse quieto y moverse a la vez mientras su cuerpo se sujetaba precariamente de los segundos antes de derramarse. Duo se mantuvo quieto también, prolongando la desquiciante sensación hasta que no pudiendo más el cuerpo del moreno se arqueó perfectamente y Duo le siguió, revolviendo sus largos cabellos al aire en un grito de placer antes de derramarse en el interior del moreno mientras le sentía contraerse sobre su carne y humedecer sus vientres.

Al cabo de unos segundos más se dejó caer con lentitud sobre el cuerpo del moreno para recuperar la respiración y Heero aprovechó para abrazarle. "Quiero acompañarte siempre, Duo… Shinigami. A dónde quiera que vayas." Le dijo con un sentimiento que no había sentido antes y que le llenaba de ternura.

Duo entonces dejó escapar un corto suspiro sintiendo que sus ojos se humedecían con sentimiento. "Gracias." Susurró. "Y yo ir sólo a dónde tú puedas acompañarme."

La mano de Heero entonces le acarició la espalda antes limpiarse un poco con una de las sábanas y cubrirse con otras. "Entonces amarnos será lo más fácil." Se relajaron uno en brazo del otro, con gemelas sonrisas mientras compartían el calor bajo las sábanas y, finalmente, en sus corazones.


Owari


Gracias por leer.