Segunda Parte
"CENIZAS DE FÉNIX"
El rasgar de las plumas inundaba la sala, era reconfortante sentir esa música. El fregar de la punta con el duro pergamino, el tintineo cuando sumergías la pluma en el tintero. Hipnótica y tranquilizadora música que sonaba en horas tardías en una sala casi vacía.
"Los sentimientos… Son una curiosa espada de doble filo. Tienen un filo negro como la noche, negro como la muerte, es ese filo que daña, que mata, que te lleva a sentir las peores cosas de este mundo en tu propia carne: dolor que te desgarra el alma, rabia que te ciega de toda realidad, pena que te inunda el corazón, miedo que te hiela la sangre, desesperación que te lleva al pozo del no vivir… Girando la espada tenemos el otro filo, blanco como la nieve, puro y brillante como el primer rayo de sol, es ese filo que no corta sino que cura las peores heridas: felicidad que llena de brillo los ojos apagados, esperanza que hace brillar tu alma, ilusión que ilumina las mañanas, confianza que te llena las dudas, amor que devuelve la vida al corazón…
Todo ser humano empuña esa espada, todo ser humano es cortado por esa espada. Cuando es el filo negro el que te corta una y otra vez, sin piedad, sin descanso, sin remedio, deseas dejar de ser humano para no sentir… Te olvidas de que existe el otro filo, te olvidas de girar la espada y empuñar orgulloso el filo blanco, te olvidas de buscar otros filos blancos y brillantes en la oscuridad del dolor. ¡Recuerda que eres humano! ¡Recuerda que también hay felicidad! ¡Levanta, empuña el filo de la esperanza y busca en la oscuridad! A estocada negra su sonrisa. A estocada negra su mirada. A estocada negra su calidez. A estocada negra su amor…"
Harry levantó los ojos de su propia letra y contempló a sus dos amigos. Estaban sentados en una pequeña mesa, apartados de la cómoda butaca donde él escribía en su preciado libro verde, terminando los deberes de verano. Miró como su amigo pelirrojo se desesperaba intentando comprender lo que leía, y sonrió viendo como pasaba páginas del libro que ojeaba. Desvió la mirada para concentrarse en su amiga. Allí estaba con el ceño fruncido, mordiéndose un labio y agitando rítmicamente la pluma mientras, al parecer de Harry, formaba una idea mental sobre lo que tenía que escribir en el pergamino. El libro que le regalo por navidad estaba abierto al lado de Hermione, sonrió viendo como dedicaba una última ojeada al libro. Se acomodó en su butaca y observó maravillado como su amiga se ponía a deleitarle con su escritura perfecta y musical.
¿Cómo clasificar esa música, ese escribir? Harry lo definiría como un constante allegro. Pero si escuchaba bien podía diferenciar pequeñas partes en ese concierto. Partes de allegro assai, donde Hermione plasmaba con rapidez su torrente de ideas. En otras se escuchaba un andante gracioso, donde se dulcificaba el ritmo para que nuevos pensamientos lleguen a una mano cansada después de un divertimento. Y al final, se remataba con un allegro appassionato, para concluir un concierto, para dejar caer las conclusiones de una mente maravillosa a un pergamino portador, sin saberlo, de una gran partitura musical.
Silentio. Harry estaba absorto contemplando a Hermione. Tan absorto que no se dio cuenta de que su amiga ya no escribía, su amiga ya no tenía la mirada puesta en el pergamino, su amiga había dejado de tocar para dejar sólo un trémulo silentio en la sala. Su amiga, ahora, le miraba con sus ojos del color de la miel, unos ojos que le observaban y le preguntaban mientras sonreía divertida.
Harry podía leer esos ojos como el libro abierto que tenía en su regazo, y ahora mismo le decían "No es que me moleste pero ¿por qué me miras así?". Una sonrisa mayor apareció en los labios de Harry cuando se dio cuenta de la situación, puso su mejor cara de niño bueno para decirle "¡Me pillaste!". Sabía que se había quedado mirando fijamente a su amiga maravillado… Maravillado por ella… Dulcificó su mirada como diciéndole: "No puedo evitarlo… En estos días negros sólo tú has conseguido hacerme vivir, hacerme sentir vivo. Eres…" Los dedos de Harry jugaban con las páginas del libro verde, acariciaban las palabras que expresaban sus sentimientos, sus pesares y su esperanza…Y así se quedó, mirando a Hermione.
La mirada rodeada por la suave iluminación de las danzantes llamas duró lo que un crepitar puede durar en un ambiente mágico: unos eternos segundos… Eternos segundos rotos por la voz de una persona…
- ¡No aguanto más! - gritó Ron desesperado ajeno a todo lo que había pasado momentos antes.
- Ron, no hace falta que grites… - contestó Hermione aún mirando de reojo a Harry.
- ¡Yo me voy a la cama que tantos deberes me matarán!- se levantó bruscamente de la silla sin hacer caso a lo que le había dicho su amiga, con grandes zancadas llegó a la puerta del salón y justo cuando iba a abrirla se dio cuenta de que estaba trabajando con Harry y Hermione, se giró para encontrarse la cara divertida de su amigo y el ceño fruncido de su amiga - ¿Vamos?
- Ve tú, Ron - le contestó Harry tapando el bufido que había soltado su amiga - Yo quiero terminar algo… - terminó acariciando el libro.
- Escribir supongo… - contestó desdeñoso Ron y se giró para hablar a su amiga - ¿Y tú?
- Me quedaré un rato más, quiero pulir el trabajo de Aritmancia - le contestó removiendo algunos papeles que tenía encima de la mesa.
- Cómo queráis… - contestó Ron levantando los hombros y tras unos segundos de vacilación desapareció tras la puerta.
Hermione se levantó de su silla y se dirigió al sofá que estaba al lado de la cómoda butaca donde Harry la estaba observando.
- Este Ron nunca cambiará… - comentó Hermione mientras Harry giraba su butaca para estar bien encarado a su amiga.
- Tanto trabajar le afecta demasiado - contestó sonriendo - ¿Trabajarás un rato más? Creo que te vendría bien un descanso, que hoy has hecho mucho…
Hermione rió ante el comentario de su amigo.
- Descansaré, tranquilo… - sonrió Hermione - Ahora quería tejer un poco pero a Ron no se lo podía decir, siempre se ríe de mí - acabó con una mueca.
- No sabe lo que se pierde - Harry intentó animar la cara de Hermione - Me gustaría tejer contigo un rato, pero quiero terminar algo… - y señaló las pocas paginas en blanco que quedaban en su libro verde.
Hermione contempló las pocas páginas que su amigo le mostraba, y no pudo reprimir una sincera sonrisa. Harry había escrito mucho en todos estos días y eso sólo quería decir una cosa: estaba saliendo poco a poco del pozo.
- ¿Te ha servido? - preguntó temerosa.
Harry suspiro profundamente. Sabía que el momento llegaba, que cada vez se sentía más preparado para abrirse a su amiga, buscar un apoyo en ella. Lo necesitaba… Pero faltaba poco, muy poco…
- No sabes cuánto… - le contestó dejando fluir las palabras como un suave viento pasa entre los árboles, levantó la mirada para añadir - Tranquila, faltan unas páginas…
Hermione asintió con la cabeza. Sabía que había ayudado a su amigo y eso era suficiente para ella. Y por la última contestación de Harry ahora también sabía que pronto escucharía la verdad, incluso podía ser esa noche… Decidió cambiar de tema.
- Voy a la cocina por un vaso de leche, ¿quieres que te traiga uno? - le preguntó risueña - Siempre van bien para pasar estas horas…
- ¡Me encantaría! - le contestó Harry - Creo que la noche será larga - añadió pensando que quizás hoy escribiría el último punto a su libro.
--------------------
"Aquí, sentado, veo pasar todos los días de este verano que ya llega a su fin. El encierro en mi isla negra, allí en medio del dolor amargo, todos los intentos de llegar hasta mí no sirvieron de nada hasta que tú llegaste a mis manos, hasta que comprendí que ella había llegado a mi corazón…
Recuerdo las palabras: No estás solo, siempre me tendrás a tu lado porque mi corazón ya te pertenece… Llegaron al fondo de mi alma, arraigaron en mi corazón despedazado y des de entonces has sido mi esperanza, mi aliciente para seguir adelante, para sobrevivir…
Ese abrazo que curó mis heridas, que me dio aliento para salir al encuentro de una nueva vida. Cierro los ojos y aún siento tus brazos alrededor mío, mis lagrimas brotar a mares y tu calidez… ¡Qué sorprendidos se quedaron todos!
Los días siguientes fueron un alivio para mí, y qué decir para los demás. Nadie me dijo nada pero sabía que…"
Aunque fuera verano las noches en Grimmauld Place eran frescas y por eso se agradecía que el fuego estuviera encendido y también tener en las manos un vaso de leche caliente. Hermione podía escuchar los suaves golpes de las dos agujas de tejer que ella misma provocaba en cada punto mezclado con el armonioso escribir de su amigo que estaba a su lado llenando el libro verde de pensamientos.... Estaba tejiendo una bufanda de color escarlata con unos finos reflejos dorados, en los extremos se podía apreciar un león y un fénix jugando entre ellos. Tenía tanta experiencia que podía tejer mientras su mente volaba hasta otros temas. Y ahora mismo su mente correteaba por los días que siguieron al cumpleaños de Harry…
Recordó, con una sonrisa en el rostro, el primer desayuno después de la noche del abrazo cuando todos los presentes le preguntaron por el regalo que le había dado a Harry. Ella contestó la verdad. Un libro. Nadie supo cómo un libro pudo cambiar tanto la vida de Harry, pero estaban contentos de tenerlo de vuelta.
A partir de ese día era más habitual verlo por la cocina, o por los salones hablando un poco con la gente que estaba en la casa. Puede que en los primeros días no hablase mucho, sobretodo escuchaba, pero al menos estaba allí. También se hizo habitual verlo sentado en la butaca donde ahora estaba escribiendo en ese libro verde, verde ojos de Harry…
"Es curioso cómo consiguió un diario con las tapas del color de mis ojos. El color es exactamente igual. Sonrío al pensar en los rumores de la gente cuando me veían en esta butaca escribiéndote, Hermione, pero esto es un secreto entre tú y yo.
Me costó un poco volver a la vida diaria después del encierro en mi habitación. Poco a poco fui entrando en la vida de la casa, en las conversaciones soñolientas de los desayunos y en las comidas bulliciosas… Pero sobretodo guardo especial cariño de las noches en que tejíamos, aquí en el sofá, los dos juntos, rodeados por lo que yo llamo mi familia.
Entre punto y punto podía hablar contigo y, a veces, cuando Ron se sentaba con nosotros hablábamos los tres como en Hogwarts. También podía escuchar a los Weasley hablar con Lupin y tus padres.
Tus padres, eso me hace pensar en cierta noche…"
En el fondo, aunque no lo quería reconocer, tenía un buen recuerdo de lo que pasó esa noche. Sobretodo porque después de mucho tiempo pudo escuchar la risa de Harry otra vez…
Habían terminado de cenar, y el salón estaba lleno de conversaciones. Aquí y allá había grupitos de gente que charlaban animadamente. Al lado del sofá donde ella estaba tejiendo con Harry se encontraban sus padres y Lupin hablando, cómo no, del mundo mágico. Por razones obvias salió a la luz Hogwarts y Lupin les explicó sus aventuras de Merodeador, cosa que provocó las risas de todos y la atención de Harry. Siempre le gustaba escuchar historias de su padre y, aunque fuera duro, de Sirius…
Pero la curiosidad de la madre de Hermione pudo más y preguntó por las aventuras de su hija y sus amigos, y Lupin contó lo que sabía… Tercer año salió a la luz con todo su esplendor y con él los centenares de normas que rompieron… Los padres reían, y comentaban que no se imaginaban a su hija rompiendo normas siendo tan estricta. Ella estaba replicando pero la risa de Harry le impidió continuar…
"Creo que no reía así des de hacía muchos meses. Hermione estaba avergonzadísima y no pude evitarlo. Escuchaba como decía que ella sólo doblaba las normas cuando hacía falta y no pude evitar reírme…
Me fulminaba con la mirada, pero no me reía de ella. Era de la situación. Sin su, como decía ella, habilidad para doblar las normas yo ya estaría diez veces muerto, y aún así se avergonzaba de lo que hacía, cuando tendría que sentirse orgullosa. Poca gente se arriesgaría como ella por las personas que quería…
Expliqué a sus padres como me había salvado la vida en innumerables ocasiones con sus normas dobladas, que era una amiga fiel hasta los últimos extremos, una persona maravillosa y que indudablemente era la mejor bruja sobre la faz de la Tierra…"
Fue una de las manifestaciones de agradecimiento más abiertas que le habían hecho en su vida, aunque discrepaba en algunas cosas: él también le había salvado la vida en muchas ocasiones y él, como le había dicho en primer año, era el mejor mago. Él le había enseñado lo que convierte a un mago en un mago de verdad.
También en estos días Harry había mostrado buscar apoyo y cariño en ella, como si lo necesitará con toda su alma. Suponía que alejar el dolor por el que pasaba Harry no era fácil. Recordaba la primera vez… Estaban desayunando acompañados por Lupin cuando salió el tema del entierro de Sirius… Aún podía sentir la mano de Harry apretar la suya… Harry había buscado debajo de la mesa su mano y se la cogió con fuerza, como si eso le diera fuerzas por hablar, aunque fuera por unos segundos, de ese tema. No volvió a hablar de Sirius, pero sí que volvió a cogerle la mano, y a…
"¿Cómo puede un gesto tan sencillo llenarte tanto? En muchos momentos de estos días la bruma del dolor ha vuelto para perseguirme, pero entonces mi salvación llegaba de la mano de Hermione. Y no lo digo como frase hecha, mi salvación era su mano. Cuando la cogía esa bruma, esos instantes de dolor, desaparecían…
Después, aunque no pasará por un momento delicado, me gustaba sentir a Hermione. Una pequeña caricia en la mano, abrazarla por detrás cuando estaba sentada en el sofá para saludarla, un pequeño beso de buenas noches en la mejilla cuando no me veía nadie…
Creo que al principio le sorprendió, pero ahora es un pequeño ritual que seguimos ella y yo. Pequeños gestos que me llenan el día. Recuerdo haber leído por alguna parte que la felicidad se encuentra en los pequeños detalles de cada día… Y ella me da esos pequeños detalles que me hacen feliz…
Nunca antes me habían dado tanto cariño…"
Si no le fallaba la memoria, por alguna novela había leído que la felicidad se encuentra en los pequeños detalles de cada día. Y podía decir con toda satisfacción que sus días estaban llenos de pequeños detalles. Claro que se habían abrazado antes, y cogido de la mano, pero esta vez era diferente: no estaban en mitad de una aventura mortal, esta vez tenían plena consciencia de lo que hacían. Le quería dar a Harry lo que tanto tiempo se le había negado. A decir verdad, después de tantas semanas siguiendo este ritual, no podía vivir si se lo quitaran. No lo negaría más tiempo, ella también necesitaba sentir a Harry…
Y también necesitaba saber que le pasaba por la cabeza… Sabía que había hecho todo lo posible, que el regalo dio sus frutos y Harry había vuelto, poco a poco, al mundo. Pero ella necesitaba saber que había atormentado, y atormentaba, a su amigo de tal forma que había querido dejar de vivir… Necesitaba saber toda la verdad para estar preparada para ayudarle en todo momento. Porque había decidido que iría con Harry hasta el mismísimo infierno…
"¿Qué te puedo decir, última página, que no sepan tus hermanas que te han precedido…? Creo que ya lo sé…
A tus hermanas les he contado todos mis miedos, todos mis pesares… Hemos hablado de la muerte de Sirius, como me persigue la culpabilidad… Sí, sí, ya sé lo que me dirás… También hemos hablado de la verdad, de la verdad que se me había ocultado todos estos años… Ya no culpo a nadie. Sí, pequeña página, también de la profecía y de Voldemort… Toda tu vida orientada para matar a alguien… Sólo de pensarlo se me corta la respiración… Matar… Pero a ti no te quiero contar eso, no…
Eres una página especial, y como tal quiero que lleves escritas unas palabras únicas para mí. ¿Por qué eres especial? Eres especial porque como última página significas el final de una etapa y el comienzo de una nueva. Te diré que etapas son con una analogía…
Si yo fuera un fénix en estos momentos me estaría consumiendo en el fuego, en realidad mi fuego tendría llamas negras porque ha sido el dolor lo que me ha reducido a cenizas… El final de una vida, está es la etapa que concluyo. Y el siguiente paso es renacer, esta es la etapa que empezaré cuando te escriba el último punto. Como un fénix me tocará renacer de mis cenizas, de mi dolor, para empezar de nuevo. No sé que motivos puede tener un fénix para volver a la vida, pero yo te puedo contar mi motivo… Son estás palabras las que quiero que guardes como un tesoro…
Renazco de las cenizas por ella, vuelvo a la vida por ella, sobreviviré por ella…
Por ella…"
--------------------
Harry cerró el libro verde suavemente, dejó la pluma encima de la mesa y levantó la vista. Allí estaba Hermione tejiendo una magnífica bufanda con la vista fija en las agujas, apostaría toda su fortuna a que su mente no pensaba en puntos ni en hilos, sino que pensaba en otras cosas…
Se levantó de la butaca, lo acababa de decidir: ya era momento de decir la verdad. No pudo reprimir una sonrisa al ver el fuego en la chimenea, las cenizas brillaban aún debajo de las llamas que le saludaban con su danza. Cenizas… Ya era hora de dejarlas…
- ¿Aún quieres saber la verdad? - le preguntó Harry, sentado ya al lado de su amiga, con voz decidida.
Hermione levantó la cabeza sobresaltada, no se había dado cuenta de que su amigo había dejado de escribir y que en estos momentos estaba a su lado con una expresión serena a la cara. Tardó en contestar, su mente no se había recuperado de la repentina pregunta.
- Sí… - contestó con un susurro poco audible.
- A veces la verdad es el arma que más daño te puede provocar - Harry quería asegurarse de que Hermione estuviera preparada - ¿De verdad lo quieres saber?
- Sí, Harry. Quiero saber, quiero ayudarte… - le contestó casi suplicante.
- Ya me has ayudado, y no sabes cuánto… - le sonrió Harry - La verdad… Algunas vidas se hubieran podido salvar si lo hubiese sabido antes, pero… - se revolvió el pelo nervioso y suspiro - No sé por donde empezar…
Hermione contemplaba el rostro nervioso de Harry y decidió anular la distancia que quedaba en el sofá entre ellos dos. Le cogió la mano y la apretó con fuerza, diciéndole que estaba allí.
- Por el principio, Harry - le contestó Hermione - No tenemos prisa.
- Supongo que tendré que explicar algunas cosas del curso pasado que no sabes… - la miró como pensando en las siguientes palabras que diría - Creo que el curso pasado me dejé llevar por las cosas, y pensé poco… Supongo que estaba enfadado por muchos motivos. Ya sabes: el sapo, los castigos, Snape, lo que descubrí sobre mis padres y Sirius cuando estaban en el colegio… - y mirándola añadió - Pero eso no tenía que ser motivo para gritarte, no te lo mereces…
- Harry, te entiendo. Te pasaron muchas cosas y no debía ser fácil llevarlas a hombros… - intentó tranquilizar a su amigo.
- No es fácil, no… - suspiró - como te decía hay algunas cosas que no sabes. Por ejemplo me molestó muchísimo que Dumbledore ni me mirara a los ojos, ni me hablara en todo el curso… Hasta ese día… - se quedó sumido en el silencio durante unos segundos - Me lo tomé como si no confiara en mí después de tantas cosas que había, que habíamos, hecho… Pensaba que me consideraba un niño que no era digno de saber la verdad… Ahora sé que lo hacía porque sabía que Voldemort podía poseerme…
- Por eso la Oclumancia - continuó Hermione - Para evitar que vieras a través de Voldemort y evitar los sueños…
- Si sólo fuera eso… - contestó con un deje de amargura en la voz - Era para evitar que soñara con el Departamento de Misterios, con ese pasillo… Para evitar que me engañara… Te mentí, te dije que no soñaba más y cada noche era más claro… Lo siento tanto…
Hermione apretó con más fuerza la mano de Harry y con la que tenía libre le acarició suavemente una mejilla.
- Harry… ¿Dumbledore sabía que te intentarían llevar al Departamento de Misterios? - preguntó cuando notó que Harry ya estaba más tranquilo.
- Lo sabía, todos lo sabían… - levantó la mirada para encontrarse a los ojos de Hermione - La Orden vigilaba la entrada porque allí se encontraba la profecía y esa profecía sólo la pueden coger los implicados, es decir, Voldemort y yo… Como él no se arriesgaría a ir por ella me engañó para que fuera yo.
- Entonces, ¿por qué no te dijeron nada de buen principio? - preguntó sorprendida Hermione.
Harry rió un poco, y empezó a hablar con una sonrisa triste en la cara.
- ¿Si te dijeran que existe una profecía sobre tu vida… no querrías saber qué dice? - preguntó pensando en la actuación del director.
- Tienes razón… - contestó Hermione.
- El director pensó que ya había sufrido bastante en mi infancia - su mirada estaba perdida
en el fuego, recordando aquellos momentos - Me dijo que me veía feliz en Hogwarts, con vosotros, y que la verdad podía esperar… - suspiró - Me quería como a un nieto y no deseaba atormentarme…
- Así que - Hermione intentó recapitular la información - como no quería decirte la verdad decidió protegerte de otra forma: la Oclumancia…
- Pero no sirvió de nada… - añadió con amargura - No me esforcé y todo acabó mal…
- Se perdió la profecía y… - la mirada de Harry se posó en ella - perdimos a Sirius…
- Sirius… - suspiró Harry y mientras daba un ligero apretón a la mano de Hermione - ¡Cuánto dolor que sentí! Cuando llegué al despacho del Director después del duelo entre ellos me quería morir… Cuánta rabia que sentía hacia mí mismo, me habían engañado… Por mi culpa Sirius había muerto…
- Harry… - le interrumpió Hermione - Sabes que no es verdad, tú también arriesgaste tu vida por salvarle a él, porque pensabas que estaba en peligro. No tienes que culparte…
- Lo sé, Hermione, lo sé… - la miraba con intensidad - Ahora lo he entendido, pero no puedo dejarme de sentir responsable de tantas muertes - y añadió viendo que le interrumpiría - No me puedes decir que no porque no sabes toda la verdad…
- ¿Toda? - se sorprendió Hermione - ¿Te dijo algo más Dumbledore?
- Todo, Hermione, todo… - cogió aire para continuar - ¿Nunca te has preguntado porqué intentó matarme Voldemort cuando yo era pequeño?
- Bueno, él fue a matar a tus padres y supongo que como también estabas tú tenía que… - se quedó en silencio al comprender una cosa.
- ¿Lo has entendido? - Harry lucia su expresión más triste - Yo tampoco lo había visto así hasta que me lo contaron…
- No puede ser… - Hermione parecía nerviosa - ¿No me estarás diciendo que Voldemort fue a matarte a ti?
- Sí, Hermione… Me quería a mí, no a mis padres…
- Su objetivo eras tú… - se quedó en silencio - ¿Por qué…?
- Por la profecía, Hermione - le contestó Harry.
- ¿Cómo? Si esta rota. Nadie, ni Voldemort, sabe el contenido… - Hermione no se lo podía creer.
Harry cogió aire para serenarse, el momento había llegado. En unos instantes diría en voz alta esas palabras que le habían atormentado noche tras noche, palabras que en sus sueños aparecían escritas en el aire con letras de fuego…
- ¿Estás segura? La profecía la dijo cierta persona delante de otra…- Harry miraba los ojos de su amiga mientras le cogía la mano - …nosotros conocemos a las dos personas - ante la cara de sorpresa de su amiga prosiguió hablando - El profesor Dumbledore estaba haciendo una entrevista a nuestra profesora Trelawney cuando ella entró en trance y dijo las palabras que han marcado mi vida…
- ¿Dumbledore sabe el contenido de la profecía? - preguntó lentamente Hermione como si intentara encontrar algún sentido oculto a sus palabras.
- Sí, lo sabe y yo también… - su amiga se sobresaltó al sentir estas palabras pero Harry continuó hablando - El día en que murió Sirius, el profesor Dumbledore me explicó el contenido de la profecía perdida… - antes de decirla en voz alta preguntó - ¿Estás segura de que lo quieres saber?
- Harry, cuéntamelo… - le costaba hablar a Hermione, estaba aturdida por todas las revelaciones y pensaba que esta podía ser la más impactante.
Harry alargó la mano libre y atrapó entre sus dos manos la mano de su amiga. Tras una serie de apretones para coger fuerza recitó, por primera vez en voz alta, la profecía.
- La profecía - cogió aire - dice lo siguiente: "El único con poder para derrotar al Señor Tenebroso se acerca... Nacido de los que lo han desafiado tres veces, vendrá al mundo al concluir el sétimo mes... Y el Señor Tenebroso lo señalará como su igual, pero él tendrá un poder que el Señor Tenebroso no conoce... Y uno de los dos debe morir a manos del otro, pues ninguno de los dos podrá vivir mientras el otro siga con vida... El único con poder para derrotar al Señor Tenebroso nacerá al concluir el séptimo mes..."
La voz de Harry se apagó. No se atrevía a mirar a su amiga, no sabía si estaba preparado para cualquier reacción que ella pudiera tener, así que esperó en silencio a que ella dijera algo. Pero la voz de su amiga no se escucho en la sala, en lugar de eso sintió como la mano de Hermione temblaba. Levantó la vista y lo que vio le dejó aturdido: su amiga lloraba silenciosamente…. Lágrimas amargas brotaban de los ojos miel de Hermione, recorrían su mejilla y se perdían en los labios que temblaban mientras intentaban dejar ir palabras incoherentes…
Tardó en reaccionar, su mente se había quedado en blanco. Tardó unos segundos en comprender que tenía que hacer algo. Sabía que las palabras ahora no servirían de nada, así que hizo lo único que podía hacer: la abrazó con fuerza.
Hermione sintió unos brazos rodearla, unos brazos que la atraparon contra un cuerpo que conocía muy bien, unos brazos que la abrazaron dándole una calidez que necesitaba como el aire… Sólo después de unos largos minutos empezó a tranquilizarse y pudo hablar…
- No es justo, no es justo…. - las palabras salían cada vez con más fuerza y acabó gritando - ¡No es justo que todo te pasé a ti!
Harry no pudo reprimir una sonrisa ante la reacción de su amiga. No quiso dejar de abrazarla pero se separó un poco y liberó un brazo para coger con su mano la cara de Hermione. Le acarició la mejilla durante un buen rato, intentando que su amiga se recobrara de la impresión. Sólo cuando vio que ya estaba mejor prosiguió.
- La verdad puede hacer mucho daño… - le secaba las lágrimas con sus dedos - Y no todo me hubiera podido tocar a mí…
- ¿Qué quieres decir? - preguntó con la respiración entrecortada mientras se recobraba de sus lágrimas.
- La profecía - se separó un poco y volvió a buscar el contacto de la mano de ella - dice que el único nacerá al concluir el séptimo mes de los que lo han desafiado tres veces… Pero había dos candidatos…
- Tú, ¿y…? - preguntó entre curiosa y sorprendida.
- Neville, Hermione. Neville era el otro bebé…
- Neville… - se quedó muda intentando comprender todo lo que había escuchado hasta ahora. Parecía que su mente se había recobrado después de unos minutos. Había cosas que no le encajaban, se decidió a preguntar - ¿Y te escogió a ti…?
- Sí, me marcó como a un igual… - con tristeza añadió - y de paso mató a mis padres, aunque creó que se llevó una buena sorpresa después… - la mirada de Hermione le pedía más, así que explicó los detalles - El profesor Dumbledore cree que me escogió a mi porqué se vio a él mismo en mí: los dos hijos de muggles… Pensó que yo era más amenaza que Neville…
- Si te escogió a ti, ¿quiere decir que Voldemort conocía la profecía? - Ahora las cosas ya tenían más sentido para ella.
- Sí, la conocía en parte… - aquí Harry se permitió una sonrisa - …y eso le condenó.
- ¿Cómo que le condenó?
- Un espía de Voldemort que corría por la taberna donde se hizo la profecía, escuchó sólo el principio, la primera frase… - su mirada se perdió como cada vez que intentaba recordar esas palabras - Voldemort pensando que lo sabía todo se precipitó, vino a mi casa e intentó matarme… Pero sólo consiguió marcarme como a un igual, como a su enemigo. Por eso ahora que ha vuelto intentó recuperar la profecía para saber exactamente todo lo que decía…
- ¿Tienes alguna idea del poder que dice que tienes? - le preguntó Hermione.
- No lo sé con seguridad… - suspiró nervioso y habló como si se estuviera debatiendo interiormente - Según el director… Pero yo no tengo un poder especial, soy un mago normal, ¡incluso me cuesta hacer algún que otro hechizo! Pero Dumbledore dice que hay una sala del Departamento de Misterios… - paró pensando en las palabras que utilizó su director - …siempre cerrada. Una sala que está llena del poder más misterioso e increíble, el cual dicen que yo poseo y que Voldemort no posee nada…
- ¿Cuál puede ser? - se preguntó su amiga.
- Aún no lo entiendo, pero me dijo que era esto… - y con la mano señalo el corazón de su amiga - Esto es lo que me ha salvado tantas veces…
Se quedaron en silencio durante unos instantes. Los dos intentaban serenar sus ideas y sacar alguna conclusión de sus palabras, pero no conseguían nada. Fue Hermione quien rompió el silencio.
- ¿El final de la profecía dice lo que no quiero pensar que dice? - preguntó Hermione con miedo en su voz.
Harry lanzó un largo suspiro, se permitió unos segundos de silencio.
- Dice lo que dice - y con amargura añadió - Si quiero vivir tengo que matarle. Tengo que matar, Hermione… - acabó con voz desesperada.
Hermione no dijo nada, se acercó a él y lo abrazó con ternura. Le susurraba pequeñas palabras de apoyo en el oído. No quería imaginarse el calvario por el que estaba pasando su amigo.
- ¿Lo entiendes ahora, Hermione? - le preguntó Harry aún abrazado.
- No lo sé Harry, no lo sé… - era todo tan doloroso - Cuéntame…
- Todas las muertes… Todas… Por mi culpa, Hermione… - pequeñas lagrimas salían de sus ojos - Cedric y Sirius murieron porque estaban en el camino que une a Voldemort y a mí… Sé que me dirás que no es mi culpa pero sus muertes las llevaré a cuestas toda mi vida… - se calló para recobrar el aliento - Cómo me dolió perder a Sirius… ¡Era el padre que nunca tuve!
Hermione intentó tranquilizar a Harry, para conseguirlo tuvo que estirarlo en el sofá y recargar la cabeza de su amigo en su regazo. En un extraño abrazo. Acariciándole el cabello consiguió que se tranquilizara y que siguiera hablando. Era bueno que expresara su dolor…
- El mundo desapareció delante de mis ojos - estirado podía ver como su amiga le acariciaba el pelo mientras le escuchaba como si le fuera la vida en ello - Me quería morir, Hermione… Demasiado peso, demasiada culpa… ¡Pensé que te morías delante de mis ojos! - hablaba rápidamente y hacía saltos en el tiempo - Caí en un pozo sin fondo, el dolor me ahogó y perdí las ganas de vivir… Nunca me había sentido tan solo… - aquí sintió como su amiga le apretaba la mano con fuerza - Hasta que llegaste tú…
- Nunca te dejaré solo, Harry, nunca… - dijo las palabras con una convicción absoluta.
- Lo sé, Hermione - le dedicó una sonrisa sincera y miró el fuego que se consumía - He de volver de las cenizas, no puedo rendirme ahora… Gracias a ti lo he entendido, escribir me ha ido muy bien… - su amiga sonrió ampliamente - Puede que mi vida este llena de dolor, y seguramente me tocará sufrir más, pero tengo que vivir. Tengo que vivir por mis padres, por Sirius, por vosotros y por ti… - le dedicó una fugaz caricia - Miro atrás y queda tan lejana aquella vida despreocupada, y delante sólo tengo incertidumbre… Tengo miedo, mucho miedo de lo que pueda pasar, pero lo tengo que hacer. Venceré, con la carga que conlleve, no porque una profecía me lo diga sino porque no dejaré que os pase nada…
Hermione abrazó con más fuerza a Harry, quería transmitirle con más intensidad la sensación de que ella estaba allí, que le quedará grabado en el corazón que ella siempre estaría allí. Ahora podía comprender, bueno nunca llegaría a saberlo del todo pero podía llegar a intuirlo, todo el sufrimiento que había sentido su amigo en su propia carne. Suspiró pensando en la carga que llevaba Harry en los hombros y pensó, sin saberlo, en la misma analogía que había hecho su amigo en el libro: Harry parecía un fénix que hubiera renacido de sus dolorosas cenizas y que ahora intentaba sobrevivir a una vida llena de incertidumbre… Nunca había estado tan decidida…
- Te ayudaré a sobrevivir a tu vida, Harry, aunque sea lo último que haga… - Hermione sonrió al ver el porqué del silencio de su amigo tras la pregunta.
Harry se había quedado profundamente dormido en su regazo, lucía un rostro tranquilo, casi angelical. Con sus gafas caídas, sus ojos cerrados con dulzura, su pelo azabache viviendo a su aire y sus labios entrecerrados… No pudo resistirse a sus impulsos más arraigados y acercó su rostro al de Harry y suavemente lo besó. Duró unos breves segundos pero que para ella fueron eternos. Sorprendida levantó la cabeza y con una sonrisa en la cara hablo en un susurro.
- Te quiero, Harry…
Inconsciente de todo, Harry notó como una calidez le recorría todo el cuerpo, desde la cabeza a los pies. Algunos lo describirían como una suave descarga de electricidad, otros como unos cosquilleos en el estomago… Pero eso, realmente, era la magia más antigua y más poderosa que una persona podía sentir en su cuerpo. No hacían falta varitas, incluso no hacía falta ser mago, sólo hacía falta amar en lo más profundo de tu corazón… Entonces, sólo entonces, la verdadera magia aparecía dentro de ti…
En estos momentos Harry era el mago más poderoso del mundo. Lo era porque amaba con toda su alma, con todo su corazón… Y entre sueños lo hizo saber provocando la sonrisa más maravillosa de Hermione…
- Yo también te quiero…