Prólogo

France Whitworth levantó la mirada al oír el ruido de pasos elásticos en la lujosa alfombra oriental que se extendía sobre el piso de su oficina de presidente del directorio. Se echó atrás en su silla giratoria tapizada en cuero marrón y observó al vicepresidente de la firma que se dirigía hacia él.

-Y?-Preguntó con impaciencia-Ya han anunciado quién se presentó con el precio menor?.

El vicepresidente apoyó los puños sobre la superficie lustrada del escritorio de France.

-Li fue quién ofertó la suma menor-Ladró-National Motor le adjudica el contrato de fabricación de todas las radios de los autos de esa marca, y todo porque Shaoran Li nos venció por unos asquerosos treinta mil dólares-En un acceso de furia, respiró hondo y soltó el aire con un ruido sibilante-¡Ese cretino nos quitó un contrato de cincuenta millones de dólares con una simple oferta un uno por ciento menor que la nuestra!.

Sólo el leve endurecimiento del aristocrático mentón fue lo único que traicionó la expresión de indiferencia, mostrando así parte de la furia que ardía dentro de France Whitworth

-Es la cuarta vez en el año que nos quita un contrato de importancia! ¿Qué coincidencia, verdad?

-¡Coincidencia!-repitió el vicepresidente-¡No es ninguna coincidencia y lo sabes, France! Shaoran Li le está pagando a alguno de los hombres que integran mi división. Algún cretino debe de estar espiándonos para averiguar la suma que va en nuestras ofertas cerradas y pasándole la información a Li para que pueda reducirla en algunos dólares. Sólo seis de los hombres que trabajan para mí conocían la suma que íbamos a ofertar en este contrato; uno de esos seis hombres es el espía.

France se echó hacia atrás en el sillón hasta que su cabeza plateada tocó el alto respaldo.

-Has hecho investigar cuidadosamente a esos hombres, y lo único que has descubierto es que tres de ellos engañan a sus mujeres.

-¡Eso quiere decir que las investigaciones no han sido suficientemente exhaustivas!-El vicepresidente se irguió, se pasó una mano por el pelo, y dejó caer el brazo-Mira, France, comprendo que Li es tu hijastro, pero tendrás que hacer algo para detenerlo. Está decidido a destruirte.

En los ojos de France Whitworth apareció una expresión gélida.

-Nunca lo he reconocido como "mi hijastro", y mi mujer tampoco lo reconoce como hijo suyo. Y ahora concretamente, qué propones que haga para detenerlo?.

-Que pongas un espía dentro de su compañía para que averigüe quién es el contacto que tiene aquí. No me importa lo que hagas, ¡Pero por Dios, haz algo!

Cuando France iba a responder, se oyó el agudo zumbido del intercomunicador, y oprimió el botón que lo comunicaba con su secretaria.

-Si? Qué sucede Helen?

-Lamento interrumpirlo, señor-Dijo la secretaria- Pero ha llegado una señorita de apellido Kinomoto. Dice que tiene una entrevista para hablar con usted, sobre la posibilidad de un empleo.

-Es cierto-Dijo France, suspirando irritado-Dije que la entrevistaría para ver si hay algún trabajo en la empresa. Dígale que la atenderé dentro de unos minutos-Apagó el intercomunicador y volvió a fijar su atención en el vicepresidente de la compañía, quién, pese a su preocupación, lo miraba con curiosidad.

-Desde cuándo entrevistas a posibles empleados, France?

-Se trata de una entrevista de cortesía-Explicó France con un suspiro de irritación-El padre de es a muchacha es pariente lejano mío, creo que primo en quinto o sexto grado. Kinomoto es uno de esos parientes que mi madre desenterró hace años, cuando se dedicaba a investigar nuestro árbol genealógico. Cada vez que localizaba a un grupo de posibles pariente, los invitaba a pasar un "agradable fin de semana", para poder sondearlos con respecto a sus antepasados, averiguar si realmente éramos parientes y decidir si valía la pena mencionarlos en el libro que estaba preparando.

"Kinomoto era profesor en una universidad de Chicago-Siguió diciendo- Como él no pudo aceptar la invitación, en su lugar envió a su mujer, que era concertista de piano y a su hija. Algunos años después, la señora Kinomoto murió en un accidente automovilístico y desde entonces nunca volví a tener noticias de él, hasta la semana pasada, cuando me llamó por teléfono para pedirme que entrevistara a su hija Sakura, que anda en busca de empleo. Me explicó que no hay nada conveniente para ella en Fester, Missouri, el pueblo donde vive ahora.

-Fue bastante presuntuoso de su parte el atreverse a llamarte, no crees?

La expresión de France era de aburrida resignación.

-Le concederé algunos minutos de mi tiempo a esa chica y luego la enviaré con la música a otra parte. Aquí no hay empleo para nadie con un título universitario de música. Y aunque lo tuviéramos, jamás emplearía a Sakura Kinomoto. En mi vida he conocido a una criatura más irritante, atroz, mal educada y fea que ésa. Cuando la conocí, tenía alrededor de nueve años, era regordeta, pecosa y con un montón de pelo castaño rojizo que daba la impresión de estar siempre despeinado. Usaba horribles anteojos de armazón de carey y, que Dios me perdone, esa criatura nos miraba a todos con altanería...

La secretaria de France Whitworth dirigió una rápida mirada a la joven sentada frente a ella. Vestía traje sastre azul marino y blusa blanca. Llevaba el pelo castaño claro dorado anudado con un moño en la nuca, y suaves mechones sueltos sobre las mejillas; su rostro era de vívida belleza. Sus pómulos levemente altos, la nariz pequeña, el mentón decididamente redondeado, más sin embargo todo esto palidecía frente a la belleza absoluta de sus ojos. Bajo las cejas bien cinceladas y arqueadas, largas pestañas enmarcaban un par de ojos luminosos de un sorprendente tono verde esmeralda.

-El señor Whitworth la recibirá dentro de unos minutos-anunció la secretaria con tono amable, cuidándose de no mirar fijo a la recién llegada.

Sakura Kinomoto levantó la vista de la revista que simulaba leer y sonrió.

-Gracias-contestó, y enseguida volvió a clavar la vista en la revista, mientras hacía un esfuerzo por controlar los nervios que le daba enfrentar cara a cara a France Whitworth

El paso de quince años no había logrado borrar el penoso recuerdo de aquellos días pasados en la magnífica mansión de Groise Point, donde toda la familia y hasta los sirvientes trataron a Sakura y a su madre con insultante desprecio...

El teléfono de la secretaria sonó, sobresaltando a Sakura

¿Cómo habré venido a parar a esta situación tan difícil?- se preguntó con desesperación.

De haber sabido de antemano que su padre pensaba llamar por teléfono a France Whitworth, lo habría disuadido. Pero cuando se enteró, el llamado y había sido hecho y la entrevista ya estaba arreglada.

Y cuando trató de oponerse, su padre le dijo con toda calma que France W. P, les debía un favor y que, a menos que ella pudiera darle algún motivo lógico para no ir a Detroit, esperaba que cumpliera con la cita que le había concertado.

Sakura depositó sobre su falda la revista sin leer y suspiró. Por supuesto que podía haberle dicho cómo se comportaron los Whitworth con su madre y con ella catorce años atrás. Pero en ese momento la principal preocupación de su padre era el dinero, cuya carencia le marcaba arrugas de angustia en el rostro pálido. Poco tiempo antes, los ciudadanos de Missouri, atrapados por la recesión económica, habían votado un necesario aumento en los impuestos dedicados a la educación. El resultado fue que millares de maestros y profesores quedaron desocupados, incluyendo el padre de Sakura. Tres meses antes, su padre regresó de otro inútil viaje en busca de trabajo, esa vez a la ciudad de Kansas. En cuanto depositó el portafolio sobre la mesa, dedicó una sonrisa triste a Sakura y a su madrastra.

-Creo que, hoy en día, un ex profesor ni siquiera conseguiría empleo como portero de un colegio-Dijo extrañamente pálido y con expresión extenuada. Se masajeó distraídamente el pecho con el brazo izquierdo mientras agregaba con aire sombrío- Y tal vez eso sea lo mejor, porque no me sentiría con fuerzas ni para empuñar una escoba- Y sin otra palabra se desmoronó, víctima de un infarto.

Y a pesar de que en ese momento su padre se estaba recuperando, ese episodio modificó el curso íntegro de la vida de Sakura...

-No-, se corrigió Sakura, ella misma había estado a punto de modificar el curso de su vida. Después de años de estudio y de extenuantes prácticas de piano, después de obtener su Master en música, había decidido que le faltaba la necesaria ambición, la dedicación total que eran necesarias para obtener éxito como concertista de piano. Había heredado el talento musical de su madre, pero no su incansable devoción al arte.

Sakura esperaba más de la vida y no se conformaba con lo que podía depararle la música. En cierto sentido la música le había dado satisfacciones, pero también la había engañado. Entre estudiar, asistir a clase, practicar y trabajar para poder pagar a los profesores, nunca tenía tiempo de relajarse ni de divertirse. Cuando cumplió dieciocho años, empezó a viajar a ciudades de todo el país para tocar en concursos, pero lo único que conocía de esos lugares eran los cuartos de hotel, las salas de ensayo y los auditorios. Conoció incontable cantidad de hombres, pero nunca tenía tiempo para más que un brevísimo intercambio de palabras. Ganó becas y premios, pero nunca había dinero suficiente para pagar sus gastos a menos que además trabajara durante parte del día.

Sin embargo luego de haber invertido tantos años de su vida en la música, le parecía mal, un verdadero desperdicio hacerla a un lado por otra carrera. La enfermedad de su padre y las cuentas increíblemente abultadas que le llegaban la obligaron a tomar la decisión que estaba postergando.

En abril su padre perdió su empleo y su seguro médico; en julio también perdió la salud. En años anteriores, él le había brindado una generosa ayuda económica para sus clases y los gastos que exigía su carrera. Ahora había llegado el turno de que lo ayudara ella.

Al pensar en esa responsabilidad, Sakura tuvo la sensación de que todo el peso del mundo descansaba sobre sus hombros. Necesitaba un empleo, necesitaba dinero, y los necesitaba enseguida.

Miró a su alrededor, estudió la elegante sala de recepción donde esperaba, y se sintió extraña y desorientada cuando trató de imaginarse trabajando en una enorme corporación fabril como aquella.

Pero nada de eso importaba...Si el sueldo era interesante, estaba dispuesta a aceptar cualquier trabajo que le ofrecieran. Los buenos empleos, con posibilidades de progresar, prácticamente eran inexistentes en Fester, Missouri, y los pocos que había, pagaban sueldos miserables en comparación con lo que se podía ganar en grandes ciudades como Detroit.

La secretaria colgó el tubo y se puso de pie.

-E señor Whitworth la recibirá ahora, señorita Kinomoto.

Sakura la siguió hasta una puerta de caoba tallada. Mientras la secretaria la abría, Sakura elevó una breve plegaria pidiendo que France Whitworth no la recordara de la visita que su familia había hecho a la casa de él tantos años antes.

Después entró en la oficina…

Los años de tocar el piano en público le habían enseñado a ocultar su turbulento nerviosismo y le permitieron acercarse a France Whitworth con una apariencia tranquila y enorme aplomo. Al verla, él se puso de pie con una expresión de asombro en sus facciones aristocráticas.

-Supongo que usted no me recuerda, señor Whitworth-dijo ella, tendiéndole la mano sobre el escritorio-pero soy Sakura Kinomoto.

El apretón de manos de France Whitworth fue firme, y cuando habló, en su voz había un tono levemente divertido.

-En realidad, te recuerdo muy bien, Sakura; fuiste una criatura bastante...este...inolvidable.

Sakura no pudo menos que sonreír, sorprendida por el humor de Whitworth.

-Le agradezco porque ha sido muy amable. En lugar de inolvidable pudo haber dicho que era una criatura atroz.

Y con esas palabras ambos declararon una tregua y France Whitworth señaló la silla tapizada en terciopelo dorado que había frente a su escritorio.

-Siéntate, por favor.

-Le he traído un currículo-anunció Sakura, sacando un sobre de la cartera mientras se sentaba.

Whitworth tomó el sobre, lo abrió y extrajo las hojas mecanografiadas que había en su interior, pero no apartó los ojos marrones del rostro de Sakura. La estudiaba minuciosamente.

-Eres sorprendentemente parecida a tu madre-Dijo instantes después-Ella era italiana, verdad?

-Mis bisabuelos nacieron en Italia-Aclaró Sakura- Mi madre nació en Japón y yo nací aquí.

France asintió.

-Tu pelo es mucho más claro que el de ella, pero aparte de eso y de ciertos rasgos orientales heredados de tu padre, eres idéntica-Miró el currículo que Sakura acababa de entregarle y agregó desapasionadamente-Era una mujer de una belleza extraordinaria.

Sakura se apoyó contra el respaldo del sillón, algo sorprendida por el giro que había dado la entrevista. Resultaba desconcertante que, a pesar de la actitud exterior fría y distante que había asumido catorce años antes, France Whitworth por lo visto consideraba hermosa a Nadeshiko Kinomoto. Y en ese momento le estaba diciendo que ella también lo era.

Mientras él leía el currículo, Sakura estudió el esplendor de la inmensa oficina desde donde France dirigía su imperio financiero.

Luego lo estudió a él.

Considerando que tenía más de cincuenta años, era extremadamente atractivo. A pesar que de su cabello encanecía, su rostro bronceado no tenía prácticamente arrugas y no había rastro de exceso de peso en su cuerpo alto y bien proporcionado. Sentado detrás de su inmenso escritorio, vestido con un traje oscuro de corte impecable, se lo veía rodeado de un aura de riqueza y poder, que sería muy impresionante para muchas mujeres.

Visto ahora a través de los ojos de un adulto, no parecía el esnob frío y presuntuoso que ella recordaba.

En realidad era extremadamente distinguido y elegante. Su actitud hacia ella era extremadamente cortés, y además, tenía sentido del humor. En definitiva, Sakura no pudo más que pensar que los prejuicios que abrigó en su contra durante tantos años, tal vez hubieran sido injustos.

France Whitworth volvió la página de su currículo y comenzó a leer la segunda hoja; Sakura se hizo un llamado de atención.

¿Exactamente por qué estaré cambiando de idea acerca de él?- Se preguntó con incomodidad.

Era verdad que en ese momento se mostraba cordial y amable con ella, ¿Pero, por qué no iba a serlo? Ella ya no era una chiquilla poco agraciada de nueve años; era una joven cuyo rostro y figura hacía voltear a los hombres para mirarla.

¿Habría juzgado mal a France Whitworth durante tantos años? ¿O se estaría dejando influenciar inconscientemente, por la riqueza de ese hombre?

-Aunque tus notas en la universidad son sobresalientes, espero que comprendas que tu título como musicóloga no tiene valor en el mundo empresario-dijo France.

Instantáneamente, Sakura fijó su atención en el asunto que la había llevado hasta allí.

-Ya lo sé. Me recibí de musicóloga porque es algo que me encanta, pero me consta que en eso no hay ningún futuro para mí-Con tranquila dignidad, explicó brevemente las razones que la movieron a abandonar su carrera de concertista, sin dejar de mencionar el infarto de su padre y los problemas económicos de la familia.

France la escuchó con atención, luego volvió a leer el currículo.

-Veo que en la universidad también seguiste varios cursos de finanzas.

Al ver que hacía una pausa expectante, Sakura empezó a creer que tal vez estuviera pensando en un trabajo para ella.

-En realidad me faltan pocas materias para recibirme de analista en finanzas.

-Y mientras asistías a la universidad, trabajabas como secretaria después de horas de clases y durante las vacaciones de verano-continuó diciendo France, pensativo-Eso es algo que tu padre no mencionó por teléfono ¿Tus conocimientos de taquigrafía y mecanografía son tan buenos como dice tu currículo?

-Si-contestó Sakura, pero ante la mención de sus antecedentes como secretaria, su entusiasmo comenzó a decaer.

France se relajó en su asiento, y luego de un par de instantes de meditación, pareció llegar a una decisión.

-Te puedo ofrecer un puesto como secretaria, Sakura. Un trabajo de responsabilidad en el que encontraras muchos desafíos. Pero no te puedo ofrecer nada más hasta que te recibas de analista de finanzas.

-Lo que pasa es que no quiero ser secretaria-dijo Sakura.

Al notar la desilusión de la muchacha, France esbozó una sonrisa burlona.

-Me acabas de decir que en este momento, tu principal preocupación es el dinero, y da la casualidad que hoy en día hay una escasez de secretarias de alto nivel. Debido a eso son muy buscadas, y ganan sueldos particularmente importantes, mi propia secretaria, por ejemplo, gana casi tanto como mis ejecutivos de alto nivel gerencial.

-Pero aún así...-comenzó a protestar Sakura, sabía lo que era ese tipo de trabajo, aburrido mortalmente; lo único que hacías era sentarte en un escritorio nueve horas seguidas y contestar llamadas e inventar excusas si el que tenía que recibirlas, no quería hacerlo.

El señor Whitworth levantó una mano para hacerla callar.

-Déjame terminar, hasta ahora has trabajado para el presidente de una pequeña compañía. En una empresa así, todo el mundo sabe lo que están haciendo los demás y por qué lo hacen. Por desgracia, en grandes corporaciones como esta, tan sólo los ejecutivos de alto nivel y sus secretarias tienen conciencia del cuadro total. ¿Quieres que te dé un ejemplo de lo que intento decirte?

Sakura asintió y Whitworth continuó.

-Digamos que eres contadora en nuestra división de radios, y se te pide que prepares un análisis del costo de cada radio que producimos. Dedicas semanas a preparar ese informe, sin saber por qué lo estás haciendo. Tal vez estemos pensando en cerrar nuestra división de radios; o tal vez porque estemos planeando una campaña publicitaria que nos ayude a vender más radios. Tú ignoras lo que pensamos hacer, y también lo ignoran tu supervisor y el supervisor de tu supervisor. Los únicos que conocen ese tipo de información confidencial son los gerentes de división, lo vicepresidentes y-Concluyó con una sonrisa enfática- Sus secretarias. Si empiezas a trabajar con nosotros como secretaria, estarás bien informada y podrás hacer una elección correcta con respecto a las futuras metas que te propones alcanzar dentro de la empresa.

-Habría algo más que yo pudiera hacer en una corporación como la suya donde pudiera ganar tanto como siendo secretaria?.

-No-contestó con tranquila firmeza-No hasta que obtengas tu título universitario.

Sakura suspiró interiormente, pero sabía que no le quedaba alternativa. Tenía que ganar tanto dinero como le fuera humanamente posible.

-No pongas esa cara tan trágica-Dijo France-; el trabajo no será aburrido. Te aseguro que mi secretaria sabe más acerca de los planes futuros de la empresa que la mayor parte de mis ejecutivos. Las secretarias ejecutivas se enteran de toda clase de informaciones altamente confidenciales. Ellas son...

Se interrumpió y miró a Sakura en un sorprendido silencio; cuando volvió a hablar, en su voz había un tono a la vez triunfante y calculador.

-Las secretarias ejecutivas se enteran de toda clase de informaciones altamente confidenciales-repitió, con una sonrisa inexplicable en su rostro aristocrático-¡Una secretaria!-susurró-¡Jamás sospecharían de una secretaria! ¡Ni siquiera la someterían a una investigación de seguridad! Sakura-dijo con suavidad, y sus ojos marrones brillaban como topacios-, estoy por hacerte una propuesta muy poco habitual. Por favor, no me discutas hasta haberla oído en todos sus detalles. Dime: ¿Qué sabes sobre espionaje industrial o en corporaciones?

Sakura tuvo la incómoda sensación de estar al borde de un peligroso precipicio.

-Lo suficiente como para saber que hay gente que ha acabado en la cárcel por ese motivo y que no quiero tener nada que ver con algo así, señor Whitworth.

-¡Por supuesto que no quieres tener nada que ver con algo así!-Dijo France con toda tranquilidad-Sakura, por favor, llámame France. Después de todo somos parientes y yo te he estado llamando Sakura-Ella asintió, incómoda-No te estoy pidiendo que espíes en otra corporación, sino en la mía. Permíteme explicarte.

En los últimos años una compañía llamada Sinco se ha convertido en nuestro mayor competidor. Cada vez que nosotros hacemos una oferta para ganar un contrato en una licitación, Sinco parece saber cuánto vamos a ofertar y hacen una oferta un poco menor que la nuestra. De alguna manera se enteran de lo que ofrecemos en sobres cerrados, y ellos se reducen el precio de su propia oferta para que sea un poco menor que la nuestra, y así nos roban los contratos.

Hoy mismo volvió a suceder-Siguió diciendo-Aquí sólo hay siete hombres que estaban en condiciones de informar en Sinco el monto de nuestra oferta, y uno de ellos debe ser el espía. No quiero despedir a seis ejecutivos leales para poder librarme de un hombre ambicioso y traicionero. Pero si Sinco continúa robándonos negocios de esta manera, voy a tener que empezar a despedir gente. Tengo doce mil empleados, Sakura, doce mil personas que dependen de Whitworth Enterprises para su sustento. Doce mil familias que dependen de esta corporación para tener un techo sobre sus cabezas y comida en sus mesas. Existe la posibilidad de que tú pudieras ayudarlos a conservar sus empleos y sus hogares. Lo único que te pido es que hoy mismo te postules como secretaria en Sinco. Dios sabe que tendrás que aumentar su personal para poder manejar el trabajo que nos han robado en el día de hoy. Teniendo en cuenta tu capacidad y tu experiencia, es más que probable que te ofrezcan el puesto de secretaria de algún alto ejecutivo.

Pese a que todo aquello iba en contra de sus principios, Sakura preguntó:

-Y si consigo el empleo?...Después qué?

France se inclinó hacia delante y entrelazó las manos sobre el escritorio.

-Entonces te daré los nombres de los siete hombre que puedan ser espías, y lo único que tendrás que hacer es mantener los oídos bien abiertos para ver si alguien de Sinco los menciona-La miró con intensidad- En realidad es una posibilidad bastante improbable, Sakura, pero con toda franqueza, estoy tan desesperado que intentaría cualquier cosa. Y ahora te explicaré mi parte del trato: pensaba ofrecerte un empleo de secretaria a cambio de un sueldo muy atractivo...

La cifra que nombró; asombró a Sakura, y France se dio cuenta de ello. Era bastante más de lo que ganaba su padre como maestro. Hasta el punto de que, si vivía con frugalidad, con ese dinero podría mantener a su familia y así misma.

-Noto que la cifra te satisface-Dijo France con una risita- En las grandes ciudades como Detroit, los sueldos son mucho mayores que lugares más pequeños. Bueno, si te presentas en Sinco esta misma tarde para postularte como secretaria, y te dan el empleo, quiero que lo aceptes. Si allí el sueldo fuera más bajo que el que acabo de mencionar, mi compañía te hará un cheque por la diferencia. Y si llegas a averiguar el nombre de nuestro espía, o cualquier otra cosa que tenga que verdadero valor para mí, te daré una bonificación de 10.000 dólares. Dentro de seis meses, si no has podido averiguar nada más importante, podrás renunciar a Sinco y venir a trabajar como secretaria con nosotros. Y en cuanto completes tu carrera y te recibas de analista en finanzas, te daré cualquier otro puesto que te interese dentro de la empresa. Por supuesto, siempre que estés en condiciones de desempeñarlo-Recorrió con la mirada el rostro de Sakura y observó su expresión preocupada- Algo te preocupa-dijo en voz baja- Qué es?

-En realidad me molesta todo- Confesó Sakura- No me gustan las intrigas, señor Whitworth

-Por favor, llámame France, aunque sea en eso podrías darme el gusto-Con un suspiro de resignación, se recostó sobre el respaldo del sillón-Me consta que no tengo ningún derecho a pedirte que te postules en Sinco. Seguramente te costará trabajo entender cuanto comprendo lo mal que lo pasaron tu madre y tú hace catorce años. Mi hijo, Carter estaba pasando por una edad difícil, mi madre estaba obsesionada por el armado del árbol genealógico, y mi mujer y yo... bueno en fin, lamento que no hayamos sido más cordiales.

En situaciones normales, Sakura se habría negado, pero su vida estaba trastornada por las presiones que la difícil situación económica le estaba creando. Y ya no sabía lo que estaba bien y lo que no, y no podía distinguir bien si había algo que pudiera causarle problemas a futuro en todo eso.

-Esta bien-Dijo finalmente- Lo haré.

-Magnifico-exclamó France, enseguida marcó el teléfono y pidió que lo comunicaran con el jefe de personal de Sinco, luego le dio el teléfono a Sakura.

Las secretas esperanzas que ella albergaba, de que no le concedieran la entrevista, se esfumaron rápidamente. Según el jefe de personal, acababan de ganar un contrato de gran envergadura y necesitaban con urgencia secretarias de alto nivel ejecutivo, y ya que él iba a trabajar hasta tarde, le preguntó sino le gustaría pasar ese mismo día por la oficina.

Cuando cortó la comunicación, France le tomó una de las manos entre las suyas.

-Gracias-dijo con sencillez, luego pareció pensar acerca de algo y dijo- Te aconsejo que cuando llenes la forma del trabajo, dejes tu dirección de Missouri; pero cuando te pidan un teléfono, les des el de esta oficina o el de casa, para que puedan ponerse en contacto contigo de inmediato, además en casa los sirvientes contestan con un simple "Hola".

-No-dijo Sakura cortante, y sin vacilar- Preferiría mil veces alojarme en un hotel... no quiero molestar.

-No te culpo por no querer volver a casa-Replicó él, y Sakura se sintió grosera y mal educada-, pero me gustaría tener la oportunidad de echar por tierra la mala impresión que te causamos hace tantos años.

Sakura se dio por vencida.

-Está completamente de que a la señora Whitworth no le molestará?.

-Al contrario, Carol estará encantada.

Cuando la puerta se cerró tras de Sakura, France Whitworth tomó el teléfono y marcó el interno que lo comunicaría con su hijo, luego de unos segundos; escuchó la voz del joven al otro lado del teléfono.

-Carter?-Esperó a que su hijo le contestara afirmativamente- Te acuerdas de Sakura Kinomoto...?

Notas de la autora:

Buenoooo...la verdad es que siguiendo el consejo de una amiga, me decidí y como tardé taanto en actualizar, decidí subir nuevamente todos los fics, desde el capi uno...en realidad creo que no voy a cambiar grandes cosas...pero bueno...es más que nada porque nadie se debe acordar de nada, y además me cambie el nombre...cosa que tenía ganas de hacer hace ratito, pero que no sabía que podía hacer sin renunciar a mi cuenta...jejejej...bueno, espero con esto ganar más lectores y seguir contando con el apoyo de los de siempre!

Esta vez, empecé al revés…el próximo en subir desde el principio va a ser SVAM, y por último VIDAS PASADAS ENCUENTROS FUTUROS…pero lo que si puedo prometer es que en un mes voy a actualizar un capitulo de cada uno…eso espero al menos, si no me pasa nada con los disquetes o cosa asi…nos vemos!

suerte!

nos vemos prontito!

byes!

Nadeshiko-Luna

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