LOS PELIGROS DE LLEVAR PUESTAS LAS OREJAS

Capítulo 1: Lo que Hermione escuchó

Durante el quinto curso en Hogwarts, la amistad entre Harry Potter y Hermione Granger se había hecho mucho más fuerte. Hermione cada vez era menos sabelotodo y cada vez tenía las ideas más claras y estaba más segura de sí misma. Harry estaba dejando atrás definitivamente la infancia, aceptando sobre sus hombros la pesada carga de una profecía pronunciada años atrás y sufriendo en silencio la muerte de Sirius. Ron, sin embargo, seguía teniendo aquel carácter despreocupado y divertido que ayudaba a que sus amigos viesen la vida con un poco de sentido del humor.

Durante el sexto curso, las personalidades de los tres se fueron definiendo y diferenciando todavía más. Y aunque pudiese parecer lo contrario, Ron se convirtió en un elemento cada vez más imprescindible en el trío, porque le quitaba seriedad y trascendencia a todo lo que les ocurría... y mira que les ocurrían cosas. Vold... ups... el-que-no-puede-ser-nombrado fue derrotado una vez más durante el sexto curso. Sin embargo, todo el mundo (y el trío maravilla todavía más) se daba cuenta de que los mortífagos tenían cada vez más poder y que las cosas empezaban a ponerse feas. De modo que las locuras de Ron eran muy de agradecer por parte de un cada vez más agobiado Harry y una Hermione entregada en cuerpo y alma en hacer lo que fuese para ayudar a su amigo.

El sexto curso terminó muy bien para Ron, a quien se le había pasado su fijación con Hermione. Tantas horas de entrenamiento jugando al quidditch le habían obsequiado con un cuerpo musculado y... bueno, vamos a dejarnos de tonterías, lo único que le había proporcionado el quidditch habían sido unas hemorroides rápidamente solucionadas por madame Pomfrey. Seguramente, Ron era más alto y más fuerte que Harry gracias a la genética y a una alimentación abundante desde pequeñito, pero el caso es que un encontronazo durante un partido de quidditch contra la cazadora del equipo de Ravenclaw, Mandy Brocklehurst, le hizo ver a ésta que Ron no estaba nada mal, y terminó en noviazgo. Harry se olvidó completamente de Cho Chang, quien parecía realmente feliz desde que salía con Michael Corner y hasta volvió a hablarse de forma normal con Harry. Éste parecía haber abrazado una especie de celibato espiritual durante la primera mitad del curso para terminarlo con un cierto frenesí saliendo, en los últimos dos meses, con Hannah Abbott, de Hufflepuff, Georgia Faraway, de Ravenclaw, e incluso una estudiante de cuarto de Slytherin, Ariel Cornerstone, quien, para alivio de Ron y Hermione, parecía un claro ejemplo de que a veces al sombrero seleccionador se le iba la mano con el licor de mandrágora de lo maja que era. Con cada cambio de novia, Hermione se encogía de hombros y le comentaba a Ron que parecía que la adrenalina que le producía a Harry pensar en su enfrentamiento final con Voldemort tenía que salir por algún lado.

Durante las vacaciones de Navidad de sexto, Viktor Krum se había personificado por sorpresa en Hogwarts para visitar a Hermione, quien parecía realmente contenta de volver a verle. A Harry le había encantado, porque Viktor había aceptado practicar con él el "amargo de Rosi", como le llamaba Hermione. Durante la visita, a ella le brillaban especialmente los ojillos y se mostraba más abierta y extrovertida que de costumbre. Los tres amigos lo lamentaron cuando Krum tuvo que volver a Bulgaria.

Es decir, que parecía que los tres amigos eran un ejemplo de amistad platónica y sin corromper por otro tipo de intenciones, digamos, ocultas... Que se apoyaban con sus respectivas parejas, que convivían todos en paz y armonía.

Qué bonito, ¿verdad?

Pues no, hombre. Eso no pasa ni en las películas.

La verdad es que Hermione se había dado cuenta en quinto de que estaba colada por Harry hasta la médula. Su extraordinaria intuición se lo había sugerido cuando empezó a tener fantasías despierta en las que le arrancaba la melena a Cho. Pero aún así, tuvo las agallas de hacer todo lo posible para facilitarle a Harry su relación con Chang. Y todo ello sin despeinarse (metafóricamente).

Durante todo aquel duro año, Hermione estuvo apoyando a Harry en todo momento, y se dio cuenta de lo importante que era ella para él. Tan importante que había antepuesto su amistad con ella a su noviazgo con Cho. Pero no importante en el sentido sentimental de la palabra. No parecía que Harry sintiese ningún tipo de emoción romántica por Hermione. Así que Hermione se dio de plazo hasta acabar séptimo. Si por entonces Harry no había dado muestras de cambio, lo olvidaría.

Séptimo empezó muy bien para todos. Ron y Mandy estaban tan enamorados que sólo con verlos aparecer por un pasillo podía darte un ataque agudo de diabetes; Mandy era, además, un verdadero encanto, y sumamente divertida. Harry había dejado a Ariel, que había sufrido bastante y le había hecho sentir bastante culpable, y de momento no tenía pareja, así que pasaba la mayor parte de su tiempo libre con Hermione, quien veía día a día cómo cada vez se compenetraban y se conocían mejor, hasta leerse el pensamiento con sólo mirarse a los ojos. Hermione, quien había tenido un breve affaire con Krum en quinto como única experiencia amorosa de su currículum vitae, empezaba a verlo todo de forma optimista, hasta que un día sucedió el desastre.

Hermione volvía a la sala común acompañada por Ginny y otros miembros de Gryffindor que estaban en la biblioteca. Dentro de la sala común se oían frases dichas en voz alta, y las voces parecían pertenecer a Harry y a Ron. La mala suerte quiso que la señora gorda estuviese visitando a una prima suya que colgaba del pasillo que llevaba a la enfermería, y, como tardó un rato en llegar, se formó un pequeño embotellamiento a la entrada de la torre de Gryffindor. Las voces, mientras tanto, cada vez subían más de volumen, así que Hermione y Ginny se miraban preocupadas, preguntándose qué podía ser lo que hacía discutir a Harry y a Ron. Cuando la señora gorda regresó, la puerta de la sala común se abrió de golpe, a tiempo para que todos pudiesen oír la frase pronunciada por Harry en tono muy alto y con un considerable cabreo:

"¡Por Dios, Ron! ¡Te he repetido un millón de veces que jamás tendría el estómago de enrollarme con Hermione!"

Lo que ocurrió a continuación parecía ser la consecuencia de un hechizo "Inmovillus": Ron se puso pálido al tiempo que abría y cerraba la boca sin pronunciar ni una sílaba, mirando fijamente a la puerta de entrada de la torre. Los alumnos de Gryffindor, incluyendo a Hermione y Ginny, se habían quedado petrificados sin saber cómo reaccionar, y Harry, intuyendo que la palidez de Ron no parecía deberse a una bajada de tensión, se giró bruscamente para encontrarse de narices con la expresión impávida de Hermione.

En aquel momento, Harry hubiese preferido ver a Voldemort acompañado de la selección nacional de mortífagos de primera división.

Durante unos segundos, nadie se movió ni dijo nada. Finalmente, Hermione tragó saliva y sacó a flote la estupenda actriz que había en ella. Avanzó hacia Harry y, sonriendo, le dio unas palmaditas en el hombro.

"Oye, Harry, guapo, todo el colegio sabe que tú y yo somos sólo amigos, pero tampoco es para decirlo así, que tampoco eres Brad Pitt, ¿eh?" -le dijo con voz despreocupada. "Es un actor muggle que está como un queso" -aclaró para el resto de los Gryffies que estaban detrás de ella, preparados para asistir a una escena de violencia entre ex-amigos.

"Sí, yo lo he visto en "Troya"" -explicó Lavander con ojos soñadores. "Está para mojar pan"

"Pues eso" -concluyó Hermione. "Así que no vayas ahora de Casanova, ¿eh? Yo voy a darme un baño y dentro de una hora esperadme aquí para ir a cenar, ¿vale?" -le espetó a Harry y Ron, que sólo pudieron asentir en silencio. Viendo la reacción de Hermione, los Gryffindors le quitaron importancia a lo que habían visto y siguieron hacia sus habitaciones, mientras que Harry, que se había quedado solo con Ron de nuevo, se dejó caer en uno de los sofás, apoyó los codos en las rodillas y dejó caer la cara sobre las manos, en un gesto de desesperación.

"Mierda..." -murmuró. "Ron, voy a matarte..."

El pelirrojo se sentó a su lado y le dio unas palmaditas en la espalda.