CAPITULO 1: EL ANGEL CAIDO

En el Olimpo

-No, hija mía- dijo Zeus.

-Pero padre...- dijo la diosa de largos cabellos rubios, que usaba un vestido blanco.

-Nada de peros- dijo Zeus- me hecho de la vista gorda por mucho tiempo, pero las reglas son las reglas-

-Pero yo se lo prometí, padre- exclamó Artemisa- una diosa no puede romper una promesa-

Zeus lo meditó un momento. Acarició su larga barba blanca, pensativo. No le gustaba la idea de Artemisa, pero la joven diosa tenía razón. Sus ojos azules se posaron en la mirada de su hija. Dejó escapar un suspiro, y cruzó los brazos.

-Lo pensaré. No te prometo nada- dijo Zeus al mirar el asomo de una sonrisa en el rostro de Artemisa- y tu humano tendrá que vivir en la tierra hasta que me decida-

-Pero, ¿dónde?-

-Ese- dijo Zeus- es tu problema...-

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Santuario de Atena

Era un día normal en el Santuario. Los caballeros dorados hacían lo mismo de siempre, como pasearse por las doce casas y entrenar a sus aprendices.

Esa mañana, Marín se levantó estirándose como un felino. Se bañó y se vistió. La mañana estaba fresca, pero prometía ser muy agradable. Cuando pasó cerca de la entrada del recinto de las amazonas, vio a Shaina y June, quienes se dedicaban a golpear a un par de guardias que se atrevieron a intentar espiarlas.

-Buenos días, Marín- dijo June, aplastando la cabeza de uno de los guardias con su pie.

-Buenos días- dijo Marín, alzando una ceja, pero ninguna de las otras dos amazonas pudo ver su gesto, por la presencia de una máscara de plata- ¿otra vez?-

-Así es- dijo Shaina- no entendieron que no debían acercarse aquí por las buenas, ahora lo harán por las malas...-

Marín suspiró, aburrida de golpear a los tontos guardias que siempre hacían lo mismo, salió del recinto y se paseó por el Santuario. Sin embargo, no estaba sola, pues tres pares de ojos la observaban desde lejos.

-¿Y bien?- dijo Aioros, dándole un codazo a su hermano- ¿hoy es el día?-

Aioria tragó saliva ruidosamente antes de responder.

-Debería- dijo Aioria, tratando de aparentar seguridad- ya pasó mucho tiempo-

-Bueno, ve- dijo Milo- ¿qué demonios estás esperando?-

-Em...-

-¿Qué?-

-¿Les importa?- dijo Aioria entre dientes, frunciendo el entrecejo. Aioros sonrió, y Milo se rascó la nuca.

-De acuerdo, de acuerdo, ya me iba...- dijo Milo guiñando un ojo a su amigo. Aioros sonrió a su hermano menor y ambos caballeros se fueron del lugar. Con un hondo suspiro, Aioria salió de su escondite y alcanzó a Marín.

-Hola, Aioria- dijo Marín alegremente.

-Hola- dijo éste- ¿qué hacías?-

-Nada en especial- dijo la amazona- me aburrí y salí a pasear, ¿y tú?-

-Eh, yo... nada- dijo Aioria algo nervioso.

Después de pasear un rato, Marín se sentó en el césped, y Aioria hizo lo mismo. El caballero se aclaró la garganta, mientras la amazona miraba las flores, muy entretenida.

-Nos conocemos desde hace mucho tiempo, ¿cierto?- dijo Aioria.

-Sí- dijo Marín, mirando hacia el cielo, como recordándolo- recuerdo cuando apenas entrenábamos...-

-Y yo recuerdo cuando Seiya se escapó del entrenamiento...-

-...y tú lo convenciste de volver- terminó Marín- es muy agradable tener un buen amigo como tú-

"Golpe bajo", pensó Aioria. Estas palabras de Marín fueron una dura pedrada para el caballero, pues éste no pensaba precisamente en solo ser su amigo. Al parecer, Marín notó que algo andaba mal.

-¿Acaso dije algo malo?- preguntó Marín.

-No, nada- dijo Aioria- también eres una buena amiga...-

Marín cruzó los brazos. El tono de voz del caballero le indicó a Marín que Aioria DEFINITIVAMENTE tenía algo.

-Aioria, ¿hay algo que quieras decirme?-

-Marín, yo...- pero se interrumpió de pronto, abriendo los ojos desmesuradamente- ¿sentiste eso, Marín?-

-Sí, claro que lo sentí- dijo Marín- un cosmo muy extraño, y muy poderoso...-

-Parece que se dirige hacia las Doce Casas- dijo Aioria, levantándose- iré a ver- y se fue. Una vez que Aioria desapareció, Marín sintió una presencia muy cerca de ella. Se volvió. Había alguien detrás de un árbol.

-¿Quién anda ahí?- dijo Marín.

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En las Doce Casas, todos los caballeros dorados estaban ya alertas, todos reunidos en la casa de Aries. También habían sentido ese extraño cosmo.

-¿Qué demonios será eso?- dijo Milo.

-Ni idea- dijo Saga- pero parece que viene hacia acá-

En ese momento llegó Aioria, seguido de Seiya y del resto de caballeros de bronce.

-¡Aioria!- dijo Mu- ¿no viste algo extraño?-

Éste sacudió la cabeza. De pronto, el día se tornó noche, y la luna apareció delante de ellos. Todos los caballeros dorados miraban esto, impresionados.

-¿Qué demonios está pasando?- dijo Camus.

Una hermosa mujer de cabellos rubios y vestido blanco apareció ante ellos en ese momento, delante de la luna. Otros dos hombres estaban detrás de ella, en ambos lados, y cada uno llevaba una extraña armadura. Uno era rubio, y otro de cabellos morados. Los caballeros dorados no se movieron, pero los de bronce se pusieron en guardia.

-No la dejen pasar- dijo Seiya, reconociéndolos- son Artemisa y dos de sus ángeles-

Uno de los ángeles, el rubio, puso los ojos en blanco. El otro ángel cruzó los brazos con una sonrisa burlona.

-No pretendemos hacerles daño esta vez- dijo Artemisa- tengo que pedirle ayuda a Atena-

-No confío en ti- dijo Seiya.

-Ese es tu problema, caballerito de bronce- dijo el ángel de Odiseo, el rubio- ya Atena juzgará si recibir a mi señora o no, así que no te metas en asuntos ajenos-

A Seiya le dio un tic en el ojo, y estuvo a punto de golpearlo si Shun y Hyoga no lo hubieran detenido.

-Ya oyeron a mi señora, caballeros dorados- dijo el otro ángel, el de Teseo- ¿no le dirán a Atena?-

-Eso no será necesario- dijo Saori apenas llegando.

-¡Saori, vete!- dijo Seiya- es peligroso-

-Hola, hermanita- dijo Artemisa, ignorando a Seiya.

-¿A que has venido, hermana?- preguntó Saori.

-A pedir tu ayuda- dijo Artemisa- como sabes, todos mis ángeles son de naturaleza divina, excepto Icaro, que es humano-

-Touma- dijo Saori.

-Exactamente- dijo Artemisa- Zeus ha ordenado que ningún humano viva en el Olimpo, ni siquiera él-

-¿Y que puedo hacer para ayudarte?- preguntó Saori.

-Que te quedes con Icaro hasta que logre convencer a nuestro padre de que haga una excepción con respecto a él-

Saori lo meditó unos segundos. Artemisa esperó pacientemente hasta que Saori asintió.

-Está bien- dijo Saori- pero debes advertirle que tendrá que atenerse a las reglas de este Santuario-

-De acuerdo- dijo Artemisa- él es obediente, y estoy segura de que no te dará problemas...-

-Por cierto, ¿dónde está?- preguntó Seiya. Artemisa miró a su alrededor, y volvió la vista hacia los dos ángeles, alternadamente, y ambos se encogieron de hombros.

-Ya está dentro del Santuario- dijo Artemisa- gracias, Atena- y con estas palabras, la diosa y sus dos ángeles desaparecieron.

-Ya huelo problemas- dijo Shion en voz baja.

-Necesito hablar con Touma- dijo Saori- Milo, Aioria y Saga, vayan por él, y díganle que venga a verme-

Los tres caballeros asintieron y salieron a buscar al chico.

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-¿Quién anda ahí?- repitió Marín, encendiendo su cosmo- muéstrate o...-

-Vaya que tienes un pésimo humor- dijo una voz masculina desde atrás del árbol- ¿así me saludas después de tanto tiempo?-

-¿Quién es?-

Como respuesta, un chico pelirrojo, de ojos azules y que llevaba una armadura color plata se presentó ante ella, con una enorme sonrisa.

-¡Touma!- exclamó Marín, y corrió a abrazarlo.

-Te extrañé mucho, hermanita- dijo Touma, abrazando también a su hermana mayor.

-Yo también- dijo Marín- pero... ¿qué has venido a hacer aquí? ¿qué no eres un ángel de Artemisa?-

El rostro de Touma se ensombreció ligeramente, pero volvió a sonreír.

-Luego te cuento- dijo Touma y, juguetonamente, le arrancó la máscara a su hermana.

-¡Oye!- exclamó ésta, molesta- devuélveme eso-

-Ni lo sueñes- dijo Touma- no me gusta verte detrás de esa cosa, es muy aburrido-

-Así son las reglas en el Santuario- dijo Marín- así que devuélvemela-

-Toma- dijo Touma, entregando la máscara a Marín- pero aún pienso que es aburrido-

Marín mostró una sonrisa astuta antes de esconder su rostro tras la máscara de plata.

-¿Qué?- dijo Touma.

-Yo te enseñaré lo que es aburrido- dijo Marín, saltando sobre su hermano. Los dos tropezaron y rodaron colina abajo. Cuando se detuvieron, ninguno de los dos podía parar de reír.

Aioria se acercó a ese sitio, atraído por las risas de ambos, y se sorprendió mucho de ver a Marín riendo así con otro chico, más o menos de la edad de Seiya. Sintió que los celos lo invadían y saltó junto a Marín.

-¡Aioria!- exclamó Marín al verlo llegar-¿todo está bien?-

-¿Quién eres y que asunto tienes en este lugar?- preguntó Aioria a Touma, muy bruscamente.

-Eso no es de tu incumbencia- dijo Touma, irguiéndose y frunciendo el entrecejo, aunque aún así era más bajo que Aioria.

-Pues yo creo que sí- dijo Aioria- estoy buscando a Touma de Icaro, de parte de Atena-

-Yo soy Touma de Icaro- dijo el chico pelirrojo- soy un ángel de la diosa Artemisa, y vine a escoltarla a este sitio...-

-Pues no te veo con ella- dijo Aioria.

-Aioria, está bien- dijo Marín- Touma es mi hermano menor, y se detuvo para saludarme-

Aioria parpadeó, sorprendido. ¿El hermano de Marín? Luego parpadeó de nuevo.

-Está bien, Touma- dijo Aioria, suavizando un poco su tono- pero Atena ordena que vayas a hablar con ella-

-Atena no ME ordena nada- dijo Touma algo testarudamente- yo solo obedezco a la señora Artemisa-

Aioria asomó una sonrisa astuta.

-Tu señora te ha puesto bajo las órdenes de Atena-

Touma hizo una mueca.

-Ya voy, demonio de caballero- murmuró el ángel entre dientes, pero solo Marín alcanzó a escucharlo.

-¿Qué sucede, Touma?- dijo- ¿porqué te puso...?-

-Zeus quiere expulsarme del Olimpo- dijo Touma- y mi señora me ha pedido que me quede en este sitio hasta que convenza a su padre de dejarme...-

Marín asintió, y tomó a su hermano por el brazo.

-Vamos con Atena, Touma- dijo Marín- si te vas a quedar aquí un tiempo, al menos trata de llevarte bien-

-Si tú lo dices- dijo Touma, poniendo los ojos en blanco.

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Si Touma pensó que era malo ir a presentarse ante Atena, se equivocó: fue mucho peor. No contaba con que su señora Artemisa y sus dos compañeros ya se habían marchado, dejándolo completamente solo. Además, los caballeros dorados no quisieron perderse la vista del ángel de Artemisa, y menos aún, cuando Seiya les dijo que era el hermano menor de Marín.

-Touma- dijo Saori- eres bienvenido en este Santuario. Pero como le dije a mi hermana Artemisa, puedes quedarte con la condición de que sigas las reglas de este sitio- Touma asintió- bien, después de mí, están Shion y los caballeros dorados. Puedes ir a cualquier sitio del Santuario, excepto el templo principal y el recinto de las amazonas-

Touma arqueó una ceja. Ni en sueños se acercaría al templo principal, no fuera a ser que Saori lo partiera en dos con ese horrible báculo. Pero se preguntaba que sería el recinto de las amazonas, y se volvió hacia Marín. Ésta aclaró un poco su garganta, dándole a entender que ya le explicaría más tarde. Touma asintió y se volvió a Saori.

-Está bien, Atena- dijo Touma.

Saori volvió a su templo, seguida por Shion. Touma pasó sus ojos por los caballeros dorados, pues ya conocía a los de bronce.

La mayoría de ellos le sonrió amablemente, excepto por un par de gemelos de cabellos azulados, que solo lo miraron con seriedad. Un caballero de cabello azul muy oscuro lo miró con frialdad, tanta que Touma casi sintió el frío en el ambiente. Otro caballero, de cabello azul corto, lo miró con una sonrisa llena de crueldad y malicia, y el ángel se preguntó que hacía un hombre así entre los caballeros de Atena.

Por fin, su vista encontró al caballero que lo había encontrado con Marín. El caballero de cabellos castaños estaba junto a otro muy parecido a él, y que al parecer era su hermano mayor. Touma notó que éste le devolvía una mirada con una expresión muy cercana al odio. El ángel arqueó una ceja de nuevo, y se volvió a Marín, dando a entender al caballero que no le importaba su mirada. Aioria, por su parte, parecía aún más fastidiado.

-Ven, Touma- le dijo Marín, tomándolo del brazo- te mostraré el lugar-

-Claro- sonrió Touma y, tras una última mirada desafiante a Aioria, siguió a su hermana.

-¿Y bien, Aioria?- preguntó Milo, cerrando un ojo y dándole un codazo al caballero de Leo cuando todos los caballeros dorados ya se habían dispersado. Aioria le dedicó una mirada furiosa.

-No preguntes- dijo entre dientes, y se fue rumbo a su casa. Milo pasó su mirada de Aioria a Aioros, pero el caballero de Sagitario solo se encogió de hombros.

-Parece que al león dorado no le agradó mucho su...- en voz baja- cuñado-

-Para nada- agregó Aioros, cruzando los brazos y sonriendo. Esto sería interesante después de todo.

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CONTINUARÁ...

¡Hola!

Este es el primer fic de una serie. Como vieron, el primero se trata de Aioria. Touma y los ángeles son personajes de la película Tenkai hen. Espero que les guste el fic. Sigan leyendo, y no olviden mandar reviews!

Abby L. / Nona