Capitulo 10 "Viajar solo"

De no haber sido por los haces de luz que le dieron en el rostro, Harry no se hubiera despertado tan temprano aquella mañana, la razón no era, para nada, que estuviera teniendo un sueño placentero, sino, sencillamente, que el cansancio mental y los temores de aquel incidente, habían provocado que no consiguiera dormir hasta altas horas de la noche, horas en las cuales aquel torbellino de incertidumbre y malestar, se habían hecho con él, aprisionándole, y ocasionándole un continuo retumbar de culpabilidad que lo mantuvo largo tiempo entre el sueño y la vigilia, mientras su mano agarraba cada vez con menos fuerza la de Ginny, y su cabeza se dejaba caer sobre la cama. Se quedaba lentamente dormido, con un sueño inestable y poco reparador, a los que se suele sucumbir cuando la mente se encuentra saturada, y desea ordenarse en sueños, y es por eso, que se paso las pocas horas que sus ojos se cerraron, viendo pasar imágenes en su cabeza sin aparente conexión.

Poco a poco, fue incorporándose, a la par que sentía un dolor pesado aprisionarle las vértebras del cuello. Era natural que su músculos estuvieran contraídos y sus huesos agarrotados, natural después de haber pasado varias horas semitumbado en una cama, con la mitad de su cuerpo postrado en el suelo de rodillas, y la otra mitad malamente acomodado sobre el colchón. Harry hubiera creído algo más probable que al abrir los ojos todo hubiera resultado una mala pesadilla, de no haber sido lo primero que su mirada se encontrara, los mismos líquidos del día anterior, recorriendo un circuito invisible, y colándose en el cuerpo de su novia, a través de los orificios de su pequeña nariz pecosa.

Harry sintió como se apoderaba de él una angustia difícil de catalogar, que le dificultaba la respiración, y le acongojaba. En innumerables ocasiones habría tenido muchas más razones para sentirse así, por ejemplo, en aquellas en las que su propia vida había corrido peligro, sin embargo, aquella preocupación ajena a su propio ser era diferente, la preocupación por Ginny desembocaba en él sensaciones desagradables que nunca antes había sentido, era como una seguridad cínica y punzante, la seguridad de que algo malo ya había ocurrido, y de que, habiendo podido pasarle a él, no había sido así. Era una sensación de no poder hacer nada, de estar a merced total de otros, era algo tan intenso, que, a pesar de que él jamás había rogado a nadie, estaba seguro de que podía implorar a cualquier sanador que hiciera todo lo posible, aun sabiendo, que ya lo hacían.

Eran quizás todos aquellos sentimientos y sensaciones los que hacían diferente aquel amor hacia Ginny de cualquier otro amor, del amor hacia el recuerdo de sus padres, del amor por sus amigos, del amor a ciertas cosas, o de la pasión del quiditch, era tan diferente, que ni siquiera podía definirlo.

Harry, con la pequeña mano de Ginny todavía entre las suyas, observó como el circuito de líquidos se paralizaba y después cambiaba de dirección, separándose cada ramificación levitante de cada color, y depositándose cada una de ellas, en una probeta diferente; Harry pensó, alarmado, si aquello había sido un fallo o si estaban hechizadas para hacer lo que hacían en un momento determinado.

Alertado, se dispuso a avisar a cualquier sanador que encontrara, ya que Ron no aparecía por la habitación, sin embargo, antes de que se pudiera levantar un tacto suave rozó sus dedos. Dirigió una esperanzada mirada a su espalda, y pudo ver a Ginny con una sonrisa leve en el rostro.

-¡Ginny!- Exclamó el mago volviendo a clavar sus doloridas rodillas en el suelo, acarició el rostro de la muchacha sin poder dejar de sonreír -¡Ginny…! ¿Cómo… como estas?- inquirió nervioso.

-Estoy bien, solo que tengo frío, ¿No hay ninguna manta en esta habitación?- Harry tardó en reaccionar, estaba tan alegre porque ella hubiera despertado que ni siquiera había escuchado lo que la bruja le decía. –Harry…- le llamó esta con suavidad -¿…Puedes buscar una…que te pasa?- Lo ojos de Harry brillaban profundamente sin que pudiera evitarlo, sentía la tentación de decirla lo mal que lo había pasado, pero cogió aire, se levantó, y disimuladamente se secó las mejillas mientras buscaba una manta en un amplio armario.

Ginny le miraba con los ojos muy redondos y la cejas alzadas.

-…Harry- dijo en un hilo de voz –Harry…estas…?- Harry imploraba para sus adentros que no formulara tal pregunta, mientras revolvía cada vez más frenético las sábanas y las batas de aquel armario. -¿…Estas llor…?

-¿Tiene que ser una manta?- inquirió el muchacho algo tenso -¿O puede ser una sábana?- la voz del mago denotaba su nerviosismo y cierta congoja que no podía disimular, carraspeó y repitió la pregunta.

-¿Estas bien, Harry?

-¡Estoy bien! No hay mantas- Harry se quito el jersey con vigor, se sentía acalorado, y se lo prestó a Ginny sin mirarla. Tras esto el mago se sentó en una silla junto a la ventana dándola la espalda. Entonces, mirando el horizonte, notó como sus ojos ardían y tenía un nudo en la garganta, pensó que aguantando la respiración y no dándose la vuelta podría controlar aquella angustia, pero lo único que consiguió fue que no pudiendo resistir más conteniendo el aliento, una ansiosa bocanada de aire revelara su mal estado.

A penas había agradecido el breve silencio de la bruja y la ausencia de preguntas, cuando notó la mano de la joven sobre su hombro, deslizándose hacia su pecho hasta abrazarle y apoyarse sobre su espalda. Harry sintió como sus lágrimas se derramaban lentamente, y comprendió que no lloraba solo por Ginny, y que tenía miedo.

-No hay nada de malo en llorar, de vez en cuando… Perdona, creo que no te gusta que te den consejos, y quizás interpretes mal mis palabras.

-…Tampoco me gusta que me vean llorar- murmuró Harry

-Todavía no te he visto- susurró Ginny

-No creas que suelo, que suelo ser así…

-¿Así como? Todo el mundo es así Harry, somos personas. La gente llora, y no es malo.-el silencio volvió a hacerse entre ambos –Sigo esperando que me mires…- Harry bufó

-¿Para qué? –exclamó algo alterado- ¿Es que quieres ver al "gran" Harry Potter llorar, acobardarse como un niño? –inquirió con cierta sorna.

-No Harry, no es eso… yo…

-Parece que todos estáis esperando una muestra de debilidad para venir con vuestros estúpidos consejos ¡No tenéis ni idea de nada!

-No quiero ver al "niño que vivió" ni al héroe, ni al mito, solo quiero ver a mi novio…- Harry se llevó las manos a la cabeza.

-Si lo que quieres es verme llorar, pues vale, como quieras. –Harry miró a Ginny con los ojos húmedos y sus pupilas negras y contraídas atravesando a la pelirroja como una estocada en el corazón. –¿Ahora qué? ¿Me vas a preguntar si lloro por ti? ¿Eso te hará sentir mejor, más importante?- Ginny, afligida, suspiró y afirmó entre dientes.

-Si, me haría sentir más importante que me dijeras algo así, de hecho, me harías sentir bien. –Harry tardó en contestar.

-Creía que te perdía- admitió acongojado –y sentí de repente que si eso fuera así, querría perderme contigo. Porque… porque no tendría sentido salvar un mundo que ya no te dice nada. –el mago titubeó con nerviosismo –es inútil, no vas a entender… no se como explicar…

-Inténtalo- Ginny acarició el mentón del mago –Intenta decir lo que sientes.

-Nunca he sentido tanto en tan poco tiempo, como en estos días, nunca nada en mi vida se había reducido a una sola cosa, a una sola persona. Es como si… es como sí todo en mí de repente se volcara hacía esa… única cosa, y ayer… sentí que la perdía, y que todo se desmoronaba porque, porque Ginny… ¡Mírame! ¿No te has dado cuenta? ¡Ya no se pensar en nada que no tenga que ver contigo! ¿Qué voy a hacer ahora? Te quiero, pero estar junto a mí no es bueno para nadie, no debería de haberme enamorado de ti, ni tu deberías tener ese poder. Si pudiera Ginny, si pudiera, huiría cualquier noche lejos de todos, lejos de ti, e impediría por todos los medios que me alcanzarás, que te implicarás… No quiero que te pase nada Ginny, yo no te convengo. –La pelirroja rió vagamente.

-Así que tu no me convienes… ¿Y porque tienes que ser tú el que me convenga o no? Quizás se te esta subiendo la fama a la cabeza. Eres egocéntrico, tu tienes la culpa de todo, tu eres la causa de todos los males, tu, tu, tu. Deja un poco de culpa para los demás Harry. Podrías aprender a compartir.

-No soy egocéntrico.

-No Harry ¡Por supuesto! ¿Quieres saber lo que eres? Eres exasperante, enfadica, susceptible, no tienes autoestima y pareces empeñado en ser tu peor enemigo. Tu peor enemigo eres tu mismo, es como si cada día te abofetearas para sentirte vivo, siempre te atormentas con esa modestia apabullante con la que lo llevas todo. Si haces algo bien, has tenido suerte, y si lo haces mal eres un desastre, te irritas y te auto condenas. ¿Qué diablos te pasa? No valoras nada. –Harry, que esperaba cualquier cosa menos una reprimenda en aquel momento, no supo que contestar. –Te quiero, todos los que te damos estúpidos consejos, te queremos, y vas a tener que aguantarnos, nos jugaremos el pellejo por ti, y eso tu no lo decides.

El mago estaba tan sorprendido que no se percató de que sus ojos estaban, ahora, secos. Mientras su corazón parecía haberse paralizado en su pecho, su mente intentaba asimilar que Ginny, aquella pequeña bruja de aspecto frágil, era en realidad la persona con más fuerza que él había conocido jamás. Aquellas palabras no solo habían dejado al mago en su sitio, sino que le había hecho calmarse y deshacerse de aquel enfado. Estaba tan fascinado que no era capaz de acertar en pensar si aquello había sido una reprimenda o una declaración de amor.

Cuando Harry logró volver en sí, los labios de Ginny rozaban los suyos, y Harry Potter solo alcanzó a dejarse besar unos minutos que quiso hacer eternos.

-Eres fascinante Ginny- susurró el muchacho cuando sus labios se separaron unos centímetros.

-¿Sabes?- le contestó ella- pensaba que te enfadarías conmigo si te decía lo que pensaba pero… pero creo que debo ser sincera, que tengo la obligación de serlo.

-Desde luego, lo has sido…

-Si…- Ginny volvió a acercarse a él y continuaron besándose pausadamente

-Ginny, creo que deberías volver a la cama, y descansar.

-No me estoy cansando, sigue besándome… por favor- Harry se acercó a la bruja e hizo caso a lo que le pidió. Suavemente la dirigió hacia la cama.

-No insistas, tumbate. Voy a buscar a Ron, y al sanador, y todavía no me has explicado que es lo que ha ocurrido. –Ginny evitó mirar al mago -¿Me ocultas algo?

-Prefiero que sea el sanador y mi hermano quien te lo expliquen, a mi me da… vergüenza. –Harry frunció el ceño dubitativo.

-Como quieras- ayudó a Ginny a tumbarse y la dio un beso en la frente. Cuando se disponía a salir la voz de la joven le retuvo en el rellano.

-Harry, ¿No necesitas tu jersey?- el mago la sonrió

-No, no tengo frío. –de nuevo se dispuso a salir.

-Harry- volvió a irrumpir la voz de la joven -¿Me lo regalas?- Harry desde el marco de la puerta la contempló, su cuerpo menudo dentro de su ropa, provocaba en el una sensación extraña a caballo entre la ternura y la pasión.

-Por supuesto, pero eso no es regalo, te mereces algo mil veces mejor. –Ginny le devolvió la sonrisa.

-Pues no intentes buscarlo, porque ya lo tengo- La bruja le señaló con el dedo y el mago se alejó ruborizado.

-¿Cómo que un capricho o una niñería?- preguntó Harry al anciano sanador.

-Lo que oyes muchacho- le contestó este mientras parecía abrillantar una serie de instrumentos de aluminio. –Lo que le ha ocurrido a Ginebra no es más que las consecuencias de una niñería, una de esas locuras que hacéis los jóvenes, pero Ginebra no posee un poder con el que se deba jugar.

-Discúlpeme, pero no lo comprendo.

-No esperaba que lo entendieras… Vamos a ver, tu vienes de una familia de muggles, ¿No es así?- En ese momento Ron interrumpió al viejo.

-En realidad Harry viene de una familia de magos pero convivió con sus tíos durante…

-Si, si, muy bien, esa historia nos la sabemos todos, bastante han explotado ya su vida los medios. Lo que quiero es explicártelo a través de algo sencillo, y que ejemplo puede ser más simple que el que pongas con un muggle… En fin, ¿Qué crees que ocurrirá si se fuerza un músculo, corriendo o haciendo demasiado ejercicio? Que si no paras no aguantará, ¿No crees? Ginebra ha forzado tanto su poder, que no ha aguantado. Quizás los músculos sean fuertes, pero no se pueden someter de una manera continua, de esta forma, todo sigue las mismas reglas, el más grandioso de los hechizos no podría usarse una y otra vez sin parar, y Ginny estableció una conexión contigo demasiado prolongada para su condición de bruja, además Harry, si estas bien informado, sabrás que el poder que tiene Ginny no se ha catalogado como magia, porque hay muggles que jamás sabrían utilizar una varita, y lo tienen, no obstante, esos muggles encuentran refugio en la comunidad mágica porque su sociedad los utilizaría como conejillos de indias.

-¿Lo que esta diciendo es que Ginny casi se muere por meterme en sus sueños?

-Exactamente. ¡Vaya muchacho, dicho así queda muy romántico!- Ron rió, pero a Harry no le hizo ninguna gracia. –Bueno, ahora comprendes porque lo llamo niñería.

-Y… biológicamente… ¿Qué se supone que ha ocurrido?

-¡Que gracioso! ¿Quieres que te hable de cómo ha reaccionado su cuerpo? Creo que eso lo viviste tu y no yo chico. Pero creo entender lo que me estas preguntando. Es difícil de explicar, lo que sucede es que la mente no soporta una capacidad como la telepatía, es como un fallo del sistema, no lo acepta, y se produce algo así como un bloqueo. La mente no concibe lo que ocurre porque algo ajena a ella la esta manejando ¿El alma quizás? Verás, se supone que es la mente la que nos dirige, todo en nosotros, hasta la felicidad, es producto de segregaciones de hormonas y mensajes de nuestro cerebro, los sueños son producto por entero de la mente, y Ginebra te metió en sus sueños, ella puede meterse en ti o llamarte, eso no es magia, y tampoco es algo neuronal ¿Qué es? No lo sabemos, y por eso debe de llevar cautela, porque no sabemos como afectara a su cerebro.- Harry, sin tener la certeza de haberlo comprendido todo, se sintió atemorizado.

-¿Ginny esta poniendo en riesgo su salud…?

-Ginebra arriesga su salud simplemente al levantarse cada mañana, ha nacido con ese poder, ignorarlo o utilizarlo puede conllevar las mismas consecuencias, quien sabe… pero la moderación nunca esta demás, y sabe que tiene que llevar unas pautas. –Harry quedó cohibido, y Ron se dirigió al sanador.

-¿Cuánto tiempo pasará en el hospital?

-No puedo decírtelo con exactitud, quizás solo unas semanas, pero la recuperación debe de continuar en casa.

-¿Pero no podrá establecer ningún tipo de contacto… ya sabes de los psíquicos o como se llamen, con Harry?

-Si, claro que puede, ella sabe donde esta su límite, otra cosa es que no lo respete. En todo caso, todo esfuerzo intelectual o preocupación debe ser la mínima, y la única razón por la que no volverá a la escuela con vosotros es porque debe estar bajo vigilancia, y porque así lo ha querido la Orden del Fénix.

Harry y Ron salieron del despacho del sanador, y se dirigieron al hall del hospital para reunirse con la orden y los padres de Ginny, que venían a visitar a su hija.

-Harry, no fue culpa tuya, es que Ginny cree que puede hacer lo que le venga en gana.

-No me lo puedo creer Ron, no puedo creerme que Ginny se arriesgara por una tontería…

-Quería demostrarte lo que es capaz de hacer, te admira demasiado, y hace todo lo que puede por atraer toda tu atención.

-¡Pero si ya la atrae! –Ron alzó los hombros

-No te preocupes, la Orden la pondrá los puntos sobre las ies, tiene que estar viva para salvarte a ti- En ese momento Ron y Harry divisaron a Hermione a lo lejos, y se apresuraron a reunirse con ella.

Al alcanzarla, Ron se acercó a ella y la besó en la mejilla.

-¿Cómo esta Ginny?- Inquirió la bruja dirigiéndose a ambos.

-Seguro que mejor que Harry- contestó Ron

-¿Dónde habéis pasado la noche?

-En el hospital, Harry se quedó dormido en la habitación y decidí dejarlo allí, yo fui a la sala de espera, lo cierto es que yo no he dormido prácticamente nada- Hermione se mordió el labio inferior -¿Y mis padres?

-Llegaran de un momento a otro, estaban hablando algo con la Orden. Y tú, Harry, ¿Has dormido algo?

-Algo- contestó el mago

-Deberíais ir a casa y descansar al menos un par de horas antes de coger el tren- Harry dio un respingo.

-¡El tren! Se me había olvidado por completo que hoy volvíamos a Hogwarts.

-Pues por eso debéis de ir a descansar, luego nos encontraremos en la estación, yo quiero ver a Ginny antes de…

-No me puedo ir, tengo que quedarme con ella hasta el último momento.

-Bueno Harry, pero ella ya esta bien, no deberías de preocuparte, sube después de las visitas, despídete de ella y ve a casa a descansar.

-No, no podría descansar.

-Como quieras… Pero tu Ron deberías subir ahora, después de tus padres, y después ir a tu casa, dormir un poco y coger las cosas, Tonks y Moddy te ayudaran a llevar los baúles a la estación.

-Bien- dijo Ron después de dar un gran bostezo –mirad, por allí van mis padres, voy a ir con ellos.

-Vale, luego nos vemos. –Ron acarició brevemente la mejilla de Hermione y le dio una palmada en la espalda a su amigo.

-Ánimo Harry, todo irá bien. –Harry sonrió al mago, y este se alejó dirigiéndose hacia sus padres.

Ginny caminaba lentamente de uno a otro lado del cuarto abrazada al jersey de Harry que la cubría hasta rozar sus rodillas. Se había recogido el rojo cabello en una diminuta cola de caballo de la que se escapa el flequillo y varios mechones.

El cristal de la ventana estaba frío, Ginny pegó en él ambas manos pensando en lo que había ocurrido, se sentía como una idiota, se había arriesgado demasiado solo por hacer realidad un sueño que había tenido demasiado a menudo.

Contemplando su reflejo pálido y pecoso en el cristal, y sus ojos celestes devolviéndola la mirada, recordó los ojos verdes de Harry llorar, y empezó a remontarse a todos los momentos felices de ambos, aquellos que se habían sucedido en el poco tiempo que llevaban saliendo juntos y que parecía paradójicamente breve. Empezó a sentir las piernas débiles y un punzante dolor de cabeza palpitarle en las sienes, se sentó en la cama y se llevo las manos a la frente, preguntándose si sería capaz de ayudar a Harry.

Ginny se dejó caer hacia atrás mirando fijamente al techo, se llevó las manos cubiertas por las mangas del jersey a la nariz e inspiró, y eso la hizo relajarse.

Se estaba quedando dormida entre preocupaciones cuando la puerta de la habitación se abrió despacio y su hermano Ron asomó tras ella. Entonces la muchacha se incorporó.

-¡Ron!

-Vaya, lo siento, creo que te estabas quedando dormida.

-Si, un poco, pero solo de… aburrimiento- Ron se acercó a Ginny y se sentó junto a ella, Ginny también se sentó. Ambos se sostuvieron la mirada.

-¿Cómo estas?- La bruja sentía que no podía contestar, empezó a temblarle ligeramente el labio inferior.

-Bien- dijo con la boca pequeña

-¿Bien? ¿Por qué hablas tan bajo? ¿Te pasa algo?

-Jum- Ginny negó con la cabeza, sentía como su estomago se contraía, y se formaba un nudo en su garganta.

-Ginny, seguro que estas bien…?

-¡No!- finalmente la bruja se desplomó sobre su hermano abrazándolo del cuello.

–Oh, bueno, no… no llores… No ha pasado nada, Ginny…- Ginny gimoteaba mojándole el cuello del jersey, Ron pasó un brazo tras su espalda y la dio unas palmaditas. –Solo ha sido un susto.

-Lo siento

-Oye, no pasa nada, en serio… no es para… ponerse así… pero si te sientes mejor después de llorar, no te preocupes…

P le tomó la palabra y lloró hasta desahogarse, mientras la puerta se abría por segunda vez y tras un gran ramo de flores aparecía Hermione a punto de estornudar y tras ella, Charlie y Bill con sendas cajas de bombones y dulces, tras estos el Sr. y la Sra. Weasley con un amasijo de mantas y trapos revolviéndose en los brazos del Sr. Weasley.

P se separó de su hermano para mirar algo avergonzada a los visitantes, X sonrió a su familia.

-¡Oh cielo! ¿Qué te pasa, te duele algo? ¿Llamo al sanador?

-No mamá, no hace falta… ya estoy bien- Ginny miró brevemente a Ron y se limpió los ojos, Hermione se sentó junto a Ginny en el lado opuesto al de Ron.

-¿Estas bien?- La pregunto la bruja después de abrazarla brevemente, Ginny asintió –Me alegro. –las chicas se sonrieron y Hermione dejó las flores a los pies de la bruja. Bill y Charlie se acercaron a Ginny, y la llenaron de regalos.

-¡Bill, Charlie! ¿Qué hacéis aquí?

-Bueno, sabíamos que habías tenido un pequeño accidente, y fue una excusa perfecta para adelantar nuestras vacaciones- Bill le guiñó un ojo a la pelirroja y le colgó algo al cuello.

-¡Es tu garra de dragón!

-Si, ahora puedo tener todas las que quiera, estamos criando dragones del Tíbet, son pequeños y están mudando las pezuñas.

-Pero esta es tu primera garra Bill…

-¿Cómo estas pequeña?- Preguntó Charlie al acercarse –toma, te hemos comprado algunas chucherías, y algo de música para que no te aburras.

-Gracias…- La puerta de la habitación volvió a abrirse tras escucharse un sonido como de pistoletazo, eran Fred y George que acaban de aparecerse.

-Si, bien, dejen ese surtido a este lado y ese otro a este… ¿Los caramelos crece-pelo?-Decía Fred

-Dentro de esa caja, gracias- continuaba George. Dos hombres cargados de paquetes llenaron la habitación en cuestión de segundos.

-El resto llevenlo a esta dirección. Si, si, La Madriguera, correcto. –Los hombres de uniforme salieron de la habitación, y Ginny muy asombrada miro a sus hermanos.

-¡Pero que es esto?- Exclamó la Sra. Weasley muy enfadada

-Es nuestra pequeña gama de instrumentos de "Confecciona tus propias formulas y bromas" todavía no lo hemos sacado al mercado Ginny, vas a ser la primera en criticar nuestros nuevos productos. –Ginny sonrió a los gemelos.

-¡Pero vosotros creéis que se permite tener todo esto en el hospital!- la Sra. Weasley continuaba disgustada, los gemelos se miraron y alzaron los hombros. -¡Ya tengo suficiente con que vuestro padre halla traído al perro para que…!- Ginny miró el amasijo de mantas que su padre llevaba en brazos, y extendió los brazos hacia Sarko.

-Nosotros creemos que ya que el abuelo es uno de los que mueve los hilos…-comenzó Fred

-Haría la vista gorda…- continuó George. Hermione frunció el ceño y miró a Ron y a Ginny respectivamente, en ese momento entro un aciano de barbas cobrizas, era el sanador, pero no tenía la bata característica, y pasaba con Harry a su lado.

-Buenos días Ginebra, no he podido traerte ningún regalo, acaban de relevarme. Sin embargo, me he encontrado a este jovencito por el camino.- Ginny sonrió

-Gracias abuelo.

-¡No me puedo creer que estés tan mimada! ¡Mira todo lo que te han traído!

-Ron, ¿Estas celoso?- inquirió la pelirroja con Sarko sobre sus rodillas -¿Cómo puedes ser tan envidioso?

-No soy envidioso, solo digo que eres una consentida. Cualquier otra persona que quisiera meter todo esto en su habitación no podría, pero tú no solo tienes enchufe, sino un montón de chorraditas a tu alrededor.

-¡Eres un envidioso!- rió Ginny -¡Nunca cambiaras! ¡Además, te estas comiendo todas las chucherias!

-¡Faltaría más! Eres una consentida y encima egoísta. Por cierto suelta a Sarko, le estas asfixiando. –Ron fue a coger al perro, que por su parte solo intentaba alcanzar todas las cosas comestibles o que pudiera destrozar, que estuvieran a su alcance.

-¡Suelta! ¡El perro es mío y no lo tengo agarrado, esta conmigo porque quiere!

-¡No seas estúpida! Sarko, ven mira, una rana de chocolate.

-¡No vale! ¡No hagas eso! No, Sarko, ven conmigo. ¡Ron eres un imbecil deja al perro! ¿Por qué no maduras algún día?

-Harry- Hermione se dirigió al mago aprovechando la discusión de los hermanos -¿Tu ya sabias que el sanador es abuelo de Ron y Ginny?

-No- negó Harry- no tenía ni idea, pero hemos hablado en el pasillo, por lo visto no tienen mucho contacto.

-Vaya… Oye, ¿No crees que alguien debería avisar a Percy de lo ocurrido?

-¿A Percy? No, no creo que Ginny… no lo se, quizás habría de preguntárselo a ella. –Hermione jugueteaba con la falda de su vestido con un gesto indefinido –Hermione- dijo el mago seriamente- …no te habrás puesto en contacto con él- Hermione se mordió el labio y asintió lentamente.

-¿Por qué has hecho eso?

-A veces los momentos críticos vuelven a unir a las familias.

-Pero Hermione, esto es algo en lo que no debemos interferir, los problemas familiares son…- Harry vio que Hermione se encontraba verdaderamente intranquila, y decidió no presionarla más. -¿Cuándo va a venir?

-No lo se… ni siquiera dijo si iba a venir.

-¿Le contaste todo?

-Se lo conté por encima.

-¿De que habláis?- interrumpió Ron. Pero Hermione miró su reloj y se apresuró a cambiar de tema.

-¡Es muy tarde! Ron, no ibas a ir a tu casa a descansar?

-No, ya no estoy cansado, he tomado un "tónico para el juego eterno"

-¿Pero que diablos es eso?

-Pues una pócima que quita el sueño, es de Fred y George, dicen que puede utilizarse para aguantar varias noches seguidas jugando o haciendo gamberradas, y que también puede utilizarse para estudiar los exámenes la noche anterior sin sufrir el típico cansancio por falta de sueño.

-¡Pero por todas las blugers! ¡Eso es una droga!- Ron alzó los hombros

-Creo que exageras.- Hermione bufó con exasperación

-Bueno, en todo caso ya discutiremos sobre ello, deberíamos de despedirnos de Ginny e ir avisando a la orden de que nos marchamos, tienen que cubrirnos hasta la estación, es el protocolo de seguridad, ya sabes.

-Bien- Ron se acercó a su hermana, la dio unas palmaditas en el hombro y dijo: -Hasta pronto mimada, y no te metas en líos.

-Cuídate idiota, y aprueba por lo menos dos asignaturas.

-Cuídate Ginny, nos veremos en Hogwarts, recuperate rápido, ¿Vale?- Ginny asintió y las chicas se abrazaron- Harry, te esperamos abajo. –Hermione y Ron se despidieron con la mano en el umbral y cerraron dejando a Ginny y Harry solos en la habitación. Harry suspiró.

-Bueno…

-En fin…

-Vaya navidades, ¿No?

-Jum- Ginny asintió

-No se si decir que han sido las mejores o… las peores de toda mi vida.

-Yo creo que las mejores, después de todo.

-Si…- dijeron ambos al unísono

-¿Cuándo volverás?- susurró Harry cogiendo la mano de Ginny

-No lo se- contestó ella –lo cierto es que no tengo ni idea, de momento- Ginny entrelazó sus dedos a los de Harry –de momento estaré un mes en el hospital, después tengo que seguir en mi casa, es todo más por seguridad que otra cosa, después de lo ocurrido mi mente es vulnerable, en cualquier momento Voldemort podía introducirse en ella, ya lo hizo en mi cumpleaños, pero no te preocupes Harry, no se me da mal la oclumancia. –Ginny le guiñó el ojo, pero Harry no dio ninguna muestra de tranquilidad -¿Estas asustado?- inquirió la pelirroja. Harry asintió.

-No quiero que te suceda nada.

-No te preocupes, no me va a ocurrir nada, todo este tiempo lo aprovecharé para entrenarme, quizás no sea demasiado buena en artes oscuras o en duelos, pero a esto no me ganará ni Voldemort. –A Harry le costó sonreír.

-Vaya, te veo muy convencida.

-Bueno Harry, si queremos vencer, nosotros tenemos que ser los primeros en creer que podemos hacerlo, ¿No crees? –Harry asintió, y se inclinó hacia la bruja abrazándola.

-Te voy a echar de menos Ginny

-Yo también a ti. Escríbeme, ¿Vale? Y cuéntamelo todo.

-Si, claro.

-Venga, es tarde, tienes que marcharte, ya sabes que el tren no espera a nadie. –Ginny empujó suavemente al mago- vamos, vete…

Harry, Ron y Hermione corrían hacia la estación todo lo rápido que sus piernas les permitían, la última de los tres era Hermione, a la que habitualmente tenían que esperar.

-¡Harry, Ron, no puedo más! ¡Frenar un poco por favor!- Ron, que iba en cabeza a pesar de llevar su equipaje de mano y el de Hermione, se giró y exclamó:

-¡Hacer ejercicio es tan bueno como estudiar! Ahora compruebas para que sirven los entrenamientos de quiditch.

-¡Ron, no seas cruel!- Ron aminoró un poco la marcha y Harry logró alcanzarle, pero Hermione todavía seguía a un tramo de distancia.

Finalmente llegaron a King Crosh y atravesaron el muro entre el andén nueve y diez, y aparecieron en el andén nueve y tres cuartos.

-¡Venga vamos Hermione!- Ron tiró de la mano de su novia hacia el tren -¡Venga Harry, tiene que darnos tiempo a colocar el equipaje antes de partir!

-¡Espera! ¿No habéis oído algo?

-Harry, no es tiempo para sufrir alucinaciones, ¡Vamos!- El trío subió al tren, y colocaron en el compartimiento sus bolsas. Harry se asomó a la ventana, estaba seguro de que alguien lo llamaba, el tren comenzó a emanar más vapor, cuando Harry la divisó entre la muchedumbre.

-¡Harry!

-¡Ginny!

-¡Toma, coge a Sarko, quiero que te lo lleves! Percy ayúdame. –Harry miró a Percy, sorprendido, acercarle al cachorro a la ventana.

-¡Pero Ginny, como…?

-No hay tiempo para preguntas, cojéelo- Harry cogió al animal que se encontraba muy atemorizado.

-Ginny, vete a casa, vete con tus padres- Harry miró fijamente a Percy, algo en sus ojos no le gustaba nada, aunque quizás solo era que Percy hacia tiempo que no le inspiraba confianza.

-No te preocupes Harry, estaré bien- El silbato del tren retumbó en la estación, y acto seguido comenzó a moverse -¡Hasta pronto Harry!- Ginny se puso de puntillas y tocó la yema de los dedos del mago.

-¡Cuídate Ginny!- pronto los dedos de ambos dejaron de tocarse, y el tren aceleró alejando a Harry de Ginny. -¡Ginny!- la voz de Harry era a penas perceptible entre el sonido del tren. -¡Te quiero!

-¡No te oigo, Harry!- exclamaba la pelirroja corriendo tras el tren.

-…Te quiero…- Finalmente el tren se alejó más y más hasta que Ginny pareció una simple mota, y hasta que la misma estación pareció un punto lejano. –Te echaré de menos.

Continuará…