Hacía mucho calor, el sol iluminaba el rostro del shaman que entrenaba en el jardín, a su lado, su mejor amigo le daba ánimos. Dentro de la casa, una jovencita observaba desde lejos, "lo siento tanto..." el sufrimiento se reflejaba en su rostro "es por tu bien..."
Recordó el día que lo conoció, se había enamorado de él perdidamente y él la había salvado. Recordó todas las veces que lo había tratado con dureza y todo el sufrimiento que le había hecho pasar. Recordó también que él debía ser el Shaman King...
"Es por tu bien..."
No importaba cuanto dolor, cuanto sufrimiento, ella cumpliría su promesa, hacerlo fuerte, exigirle cada vez mas. Lo conocía bien, sabía que todo lo solucionaría, pero necesitaba apoyo, la clase de apoyo que solo ella podía darle.
Se sentó en la sala y bebió su té. Sintió celos, envidia de sus amigos por estar siempre con él, pero a la vez sintió odio y rabia por no poder decirle cuanto le amaba. El lo sabía de todas formas, entonces, porqué no podía decírselo así nada más?
El shaman finalmente entró a la casa, estaba muy cansado y solo quería dormir. Se fue a su cuarto y cayó rendido en su cama. Anna lo siguió y lo vio durmiendo apaciblemente, su rostro reflejaba la tranquilidad misma, una tranquilidad que ella no había podido entender. Lo conocía, pero no lo entendía del todo.
Sonrió y pensó susurrarle al oído, pero no se atrevió, temía despertarlo, después de todo lo que había entrenado hoy....
"es por tu bien..."
Salió del cuarto, cerró la puerta suavemente y se recostó en la pared, cerró los ojos y suspiró
"mañana... mañana se lo diré..."