VELO NEGRO
Crónicas de una muerte en vida.

El ministerio ha caído. La muerte es el destino de los muggles. La esclavitud, el dramático fin de los impuros. La oscuridad y la angustia no dejan lugar a una sonrisa.

I. Whiltshire

La oscuridad de aquel carruaje tan sólo era un pequeño preámbulo de la que les envolvería en la mansión más temida y respetada de Inglaterra, en Whiltshire, la mansión de los Malfoy. Ella, en un extremo y con las manos arregladas en su regazo, se dejaba caer sobre la ventana, de forma que, a pesar de las espesas cortinas corridas, podía vislumbrar la penumbra de una furiosa tormenta. Tan sólo el resplandor de algún rayo le dejaba ver por esa fina rendija, la infinidad de campos que les rodeaban.

El silencio reinaba entre los pasajeros y apenas se escuchaba su respiración. A todos se les grabó en la memoria el constante repiquetear de la lluvia intensa contra las ventanas y el sonido de los cascos de las bestias contra la húmeda tierra de ese día maldito. La seguridad y el orgullo que siempre caracterizaban a Hermione se habían esfumado por completo, dejándola como una auténtica muñeca de trapo. Completamente ida, con la mente en blanco y aparentando no sentir nada, únicamente unos imperceptibles espasmos involuntarios en sus dedos delataban una amarga descomposición interior.

El trayecto fue demasiado corto. En la oscuridad escucharon el relinche de los horrendos caballos al detenerse. El trapiqueteo constante cesó y muchos abrieron los ojos expectantes. Las puertas se abrieron con brusquedad y una figura encapuchada con su varita les hizo bajar con un gesto seco. Fue entonces, al notar cómo el frío se colaba por su túnica roída y cómo la lluvia le golpeaba la cara a martillazos, cuando la chica de los cabellos castaños, empezó a reaccionar.

Sus ojos se abrieron desorbitados ante tal espectáculo atroz. Fue como si el peso de todo un viaje al infierno cayera sobre ella en un segundo. Los ojos le escocían de la impresión y lloró sin querer. Sin pestañear, vio como de otra decena de carruajes idénticos al suyo, otras personas eran obligadas a descender y a caminar entre el lodo. También vio como un edificio espectacular se alzaba ante ella mientras la empujaban obligándola a caminar, una mansión gigantesca coronada por la luz eléctrica de los rayos.

De aquel día recordaba colores grisáceos, gárgolas y rostros de terror. Olvidó sin embargo como sus pies la traicionaban al caminar y como cayó sin desearlo al rasposo suelo. Después, cuando le permitieron sentarse en un lugar que no reconoció ni se preocupó en investigar, cerró los ojos y creyó dormir.

oooooo

Despertó cuando un afortunado rayo de sol se le clavó sin preguntar en uno de sus ojos. Fue más consciente que nunca de si misma, de su pelo encrespado, de las heridas de sus piernas, del dolor de su columna y de los martillos que golpeaban sus sienes.

Estaba tumbada en una austera cama de una habitación cubierta de polvo que no tenía puerta, tan sólo una simple arcada que daba a un pasillo. Una ventana y un mueble con un caldero de agua era el único mobiliario de la estancia. Se esforzaba por enfocar las cosas y descubrió que le habían quitado la túnica y sólo vestía una camiseta además de su ropa interior. Al ponerse en pie se mareó y notó como sus doloridas piernas estaban cubiertas de arañazos y rozaduras.

Con la túnica enrollada en el cuerpo, caminó por el estrecho pasillo de cemento y madera hasta...aquello eran...unas cocinas. Aún intentando definir las líneas de los objetos y recordar cómo había llegado allí, descubrió a una figura que, frente a una de las mesas, amasaba algo. Se frotó los ojos y cuando los abrió, una sonriente mujerona le hablaba.

-¡Ah! ¿Ya te has despertado cariño? Pensaba que dormirías hasta más tarde, Cuando llegaste anoche casi estabas inconsciente, ¡pobrecita! – La mujer la miraba con ojos expresivos y cariñosos, y sin previo aviso la abrazó. Olía fuertemente a harina.

Cuando la soltó la guió hasta una mesa y le sirvió leche y pan mientras continuaba hablando y andando de un lado para otro.

-Me llamo Corbella, aquí tienes algo de comer...te parecerá poco pero tendrás que acostumbrarte, no todos los días nos permiten comer sólido. Siempre con las gachas. Te he sacudido un poco la túnica, ahora te zurciré un poco los agujeros...aún no sé que tarea te asignarán así que no puedo garantizarte ropa limpia. ¡Me alegra de que alguien me haga compañía! ¡Aquí sólo se ven elfos! Y elfos que nos dan órdenes...- Corbella continuó hablando más para si misma que para Hermione. Sin embargo se detuvo cuando la chica empezó a hablar.

-Estoy...en la Mansión de los Malfoy ¿no? – dijo en un tono inaudible. Corbella se acercó y la miró con ojos asustados.
-Si cariño...llegaste ayer con los demás...
-Los demás esclavos. – Hermione hablaba sin inmutarse y sin mirar a la señora que la atendía. Corbella no tenía palabras.

Durante un largo momento se hizo silencio. Cuando Hermione volvió a hablar nada cambió en su tono de voz ni en sus ojos.

-Prefiero morirme antes que someterme. –"Someterme a unos asquerosos asesinos" pensó.
-¡Cariño! Te ruego que mantengas la sangre fría...los Malfoy son más que unos simples asesinos con el cerebro lavado, son unos torturadores. Ellos ansían el poder y lo tienen a un paso. No dudarán en hacerte pasar las peores calamidades...he visto a la gente morir e...e...
-Hermione
-Tienes un nombre hermoso Hermione. Y no puedes morir tan joven.

Sin embargo, Hermione no la escuchó. En su mente sólo existía la imagen de la venganza. Una venganza fría y dura, sin remordimientos. Antes hervía cuando mencionaban el apellido Malfoy. Pero ahora, era capaz de hablar de su enemigo como de una presa. Jamás movería un dedo por esa familia. La familia que había destrozado su vida y la de su mundo. El odio la invadió fríamente en aquella, y gracias a él, evitó pensar en la miseria que la rodeaba, sus familiares y amigos muertos, y el incierto futuro que la esperaba.

-¡Hermione Granger! ¡Hermione Granger! ¡Hermione Granger! ¡Hermione Granger! ¡Hermione Granger! ¡Hermione Granger! – chillaba una voz aguda desde las amplias puertas de las cocinas.
-¡Está aquí! – contestó Corbella añadiendo un "cállate ya estúpida criatura" por lo bajo.

Hermione se dirigió a la salida. Un elfo doméstico la esperaba. En otro momento su cabeza se habría inundado de indignación hacia el mundo mágico por consentir la esclavitud. Tenía gracia, alo mejor ahora alguno se replanteaba sus comentarios, al encontrarse en su misma situación.

-Dirígete a la entrada principal con los demás. – dijo sin mirarla antes de salir disparado.
-Ahora te encontrarás con los Malfoy... – le dijo Corbella por detrás - Te hablarán...no hagas ninguna locura, recuerda el hechizo que...

No escuchó las últimas palabras de la señora. Se dirigió con paso firme entre la hierba hacia las puertas de la Mansión, dónde una decena de magos tan harapientos como ella esperaban. Ni siquiera se dignó a mirar la fachada del edificio o a admirar el espléndido sol posterior a las grandes tormentas o a oler el maravilloso aroma a mojado. Cuando se unió al grupo suscitó algunas miradas curiosas. Pero nadie le dirigió la palabra, de hecho, nadie hablaba. Se respiraba miedo.

Poco tiempo después, Hermione pudo mirar a los ojos a ese hombre. Su enemigo. Lucius Malfoy. Llegaba acompañado de dos personas que no conocía, pero que identificó por otros esclavos más antiguos. El trío vestía íntegramente de negro y en el centro Malfoy destacaba con su melena plateada. Lucía una sonrisa cínica, que más tarde clasificaría en "gestos para dirigirse a los esclavos". Con una parsimonia fuera de lo normal, especial para los esclavos que se estrenaban, Lucius Malfoy se quitó los guantes y tendió la mano esperando a que uno de sus acompañantes le ofreciera su bastón.

-Poneos en línea - ordenó el último a los magos, que no tardaron mucho en obedecer.

Malfoy se relamía. Para él era un exquisito placer poner por fin en su lugar a aquellos que se habían permitido llamarse magos. Esta sería su última recepción de esclavos, así que se preocuparía en disfrutarla al máximo. Y con aire altivo de superioridad aplastante, se acercó al primero de la línea: un muchacho adolescente que no se atrevía a aguantarle la mirada. Malfoy le cogió el rostro duramente, inspeccionándolo.

-Estás demasiado sano chico – le dijo sin soltarle y golpeándole las rodillas con su bastón - ...te vendrán bien los establos.

A continuación le soltó con brusquedad mientras uno de sus acompañantes se acercaba con la varita para pronunciar un hechizo que, sorprendentemente, Hermione desconocía. El chico empezó a quejarse a gritos, y una marca roja apareció en su cuello como si estuviera grabada con fuego. La atrocidad no podía ser peor, entre la carne dolorida Hermione distinguió una M y un número.

La mayoría de los magos eran desconocidos socialmente y temerosos de los mortífagos. La presencia del hombre intimidaba y su bastón golpeaba a menudo. Muchos no podían soportar el dolor del hechizo que marcaba y gritaban. Aullidos de dolor en plena mañana. Entre dientes y como si le produciera un profundo asco mirarles, iba pronunciando el trabajo que desempeñarían.

Lucius Malfoy estaba deprimido. De entre las decenas de esclavos que había recibido gratuitamente, no había podido encontrarse con ningún antiguo enemigo conocido. Su mayor ansía era poder dominar a alguien como Arthur Weasley...verle descomponerse entre el dolor y la angustia. Pero claro, ese tipo de gente prefirió morir antes que dejarse atrapar. No sabía si reír o llorar. Sus esclavos eran sangres mestizas vulgares. Ninguno de altas esferas o conocido socialmente. Sus ansias de humillar se estaban viendo frustradas. Conforme avanzaba en su examen, empezó a fijarse en una joven que se distinguía de los demás por mirar estar erguida y mirar al frente. Se preparó para la diversión.

Se trataba de una joven que rondaría la veintena de años que a pesar de estar deshecha, sucia y descalza, mantenía la mirada fija y sin pestañear en la nada. Lucius sonrió mientras la escrutaba con la mirada. Tenía unas sensuales formas femeninas y un rostro fino que se distinguía entre las manchas. Un rostro que le era familiar, extrañamente familiar.

-¿Y tú como te llamas? - preguntó frívolamente.

La joven reaccionó y le dirigió una mirada desafiante. Pupila contra pupila.

-Es de mala educación preguntar sin presentarse. - soltó sin más miramientos.

Malfoy levantó una ceja unos milímetros y se acomodó sobre su bastón.

-Bien...¡05!- el hombre que marcaba se acercó hasta ellos. - simplemente, encárgate de que diga su nombre.
-¡Crucio! - gritó el acompañante.

Hermione cayó irremediablemente de rodillas mientras notaba como sus extremidades se rompían en mil pedazos. Sufría una presión en el cuello que le impedía respirar y sentía como si los ojos se le estuvieran saliendo de las órbitas. De repente, el dolor cesó. No había gritado.

-¿Le dirás ahora tu nombre al señor?

Al no obtener respuesta, empezó una nueva tortura. Ahora Hermione gritaba involuntariamente y su cabeza chocó contra el suelo. Se detuvo y volvió a empezar.

De repente, en la cabeza de Hermione, aparecieron sus últimos recuerdos. La cara de Ron angustiada, sus graciosas la había obligado a permanecer escondida. Sonrió en su interior. Cómo le había birlado su varita...ese Ron..."Ron deseaba que viviera", se dijo. Que viviera por él y por Harry. Hasta ese momento, retorcida en el suelo frente a la Mansión Malfoy no había comprendido lo que sus amigos esperaban de ella.

-Hermione Granger – dijo en un suspiro.

Lucius Malfoy dio un respingo. ¿Hermione Granger? ¡Por supuesto! Una alegría retorcida le inundó. ¡La inseparable de Harry Potter! Jajajajajajaja, también Premio Anual juntó a su hijo. La sangre sucia por excelencia. Complacido, sacó su varita y el mismo se encargó de grabar la marca de esclavo en ella. Hermione notó como le quemaba el pecho, pero agotada por el crucio, apenas pudo quejarse.

"La M-49"...pensó.

-Tú...tendrás el honor de convivir con los Malfoy.

oooooo

Notas de la autora: Ejm. Esta es la primera vez que termino un capítulo de un fic. Sí, es el primero que escribo U. No me gusta mucho. Creo que me ha salido espeso y tostón. La historia del primer capi no daba para más. Los siguientes serán más animados (o eso espero).

Gracias.

Lenguadeplata