Dedicado a: Mep. Sé que no es mucho, pero... es mi presente ante tu cumpleaños. :) Siempre serás mi pequeña; mi dulce, paciente y espontanea Mep. :)

Capítulo II: No me mires.

Ya casi es hora, sí, ya casi. Está comenzando a amanecer, lo noto porque los matices grises de enrededor se van aclarando: lo negro se vuelve gris, lo gris casi blanco. Hago que mis pies, específicamente mis dedos, se levanten, y tamborileen en la cama; ya que estoy con las piernas juntas y flexionadas, de modo que mis rodillas den apoyo a mi rostro, consigo que todo mi cuerpo se balanceé, un tanto.

Sí, ya casi, más y más claro, todo, cada vez. Va a venir Nancy, va a preguntarme cómo amanecí y proceder a asearme. Ya lo sé, ya lo sé todo.

Es lo mismo, todos los días, cada día. Desde que llegué: recuerdo blanco, blanco... Cambiando de cuartos, hasta que llegué aquí, y nunca más me fui. Te lo explican todo, todo, tal cual niña chiquita, y, en verdad, desespera. Porque lo entiendes, sí, sólo que no tiene importancia lo que dicen, y te abstraes. Todo es así, monótono. Tienes que seguir las reglas, se contentan con que tan sólo comas lo que debes, te dejes hacer y, sobre todo, tomar esos dichosos brebajes. Si te portas bien, te dejan salir al jardín, que es grande, enorme, con un tipo de arroyuelo, cerca, y un par de árboles. Sólo pocos tienen acceso al parque, y uno de ellos soy yo...

Y es que, es desesperante estar dentro todo el día, encerrada, oyendo trivialidades, a personas gritar, o correr, o reír tontamente. Me gusta estar fuera, en verdad me agrada, el silencio, el aire fresco, la mañana, la tarde... pero no la noche.

No. La noche no. Porque vienen ellos, sí, vienen ellos. Vienen y me acuchillan, sin tener el arma entre las manos, de lejos, pronunciando palabras ininteligibles e ilógicas. Vienen por mí, me torturan, me acaban, me destruyen, lenta y dolorosamente, y voy cayendo, y voy muriendo...

Unas lágrimas se me escapan ante tal recuerdo, me llevo una mano a la boca, y me mezo más, con los cabellos cayéndome como cortina en el rostro.

Da miedo, mucho miedo. La noche, esos seres, extraños y aterradores, el dolor, el dolor, punzante, agudo, total...

Pero, en ocasiones, cuando no llega a tiempo Narcy y los demás, puedo sentirlo, esa mano, ese abrazo, por detrás. Me levanta, me acoge en su regazo, me empapa con sus lágrimas, y me suplica perdón, en casi susurros. Y puedo abrir los ojos, a penas, lo suficiente para ver algo rojo, algo azul... unas motitas marrones, con puntitos cristalinos en ellas... Y el dolor se va.

Y no es que pare de llorar, ni que me calme en seguida, porque aún tiemblas, por lo acontecido, por el ataque, sólo que... No sé, algo pasa, algo me apacigua. Siento un calor, curioso y agradable, que me envuelve, y luego... Nada.

No sé qué es, no sé quién es, pero lo voy a encontrar. Lo estoy buscando, desde la 1° noche que me atacaron, desde siempre.

Me limpio las lágrimas, porque Nancy hará un berrinche si me ve así. Ellos no entienden, ellos sólo dicen que son pesadillas, que no es real. ¡Pero cómo no va a ser real si hay tanto dolor! Si siento desgarrarse cada punto sensible de mi ser, si el miedo hace presencia cada que ocurre, si el pánico cunde. Es real, es real, y esa persona, por tanto, también lo es.

'Rojo y azul, rojo y azul' me repito, mientras tanto. 'Motitas marrones salpicadas de cristal'

'Rojo y Azul...'

'Rojo y...'

- ¿Despierta ya? – Me sobresalto, pero me doy cuenta de que es Nancy quien habla, y lo hace sonriendo.- ¿No has tenido pesadillas, no?-

Mi rostro, que levanté, para verla, vuelve a su posición, sin responder.

'Motitas marrones...'

Se dirige hacia mí, con una túnica blanca en su regazo, y algunos accesorios.

- Mmm... Parece que hoy va a ser un lindo día. – comenta, dirigiendo su vista, brevemente, hacia la ventana.

Me paro y que me dejo hacer, mientras me muda las ropas.

'... salpicadas de cristal...' ¿Cómo rayos puede saber que hará un buen día, si apenas se ve desde la pequeña ventana de mi cuarto? Qué tonta. 'Rojo y Azul...'

Termina de vestirme y me sienta en la cama, casi al filo, mirando hacia la puerta; ella se sienta detrás de mí, y comienza a peinarme.

'Rojo y Azul...'

Quizás lo encuentre hoy, quizás...

- Listo. – exclama, y me levanto, automáticamente. – Ahora, ponte la chompa. – ordena, mientras la saca, de entre el único estante que se encuentra en mi habitación (que posee, entre otras cosas, ropa mía, propiamente, mis artículos de aseo y demás).

Paso una mano por entre una manga, luego la otra, sin que Nancy intervenga. Me sonríe, al finalizar. Me toma de la muñeca, o, mejor dicho, tira de mi camisón. No permito el contacto físico en demasía.

'Motitas marrones, salpicadas de cristal'

Ernie, de la habitación de al lado, también sale, justo en ese momento, junto con otros. Me sonríe, pero yo sigo mordiendo la manga de mi camisa, y dirijo mi vista hacia el camino.

'Rojo y az...'

Ahí esta él, esperándome, como siempre, con la misma bolsa en la mano, con el mismo contenido, y con la misma sonrisa que sus ojos no comparten.

- Ve. - me dice, pues desde hace un tiempo acá, está dejando que yo me guíe sola, poco a poco.

La miro, lo miro, a lo lejos (ni tanto, pues él logra verme). Muerdo más mi camisa, y doy pasitos, cortos y dubitativos hacia él, mientras vuelvo mi mirada, de cuando en cuando, hacia Nancy.

Miro el camino, gris, tan gris, y cruje el pasto a mis pies. Llego y, ya lo sé, se levanta y me ayuda con la silla, vuelve a sentarse, a mi enfrente, y me pregunta que cómo estoy.

Gris, pero algo más claro, el arroyuelo, a mi derecha, algo distante. Giro mi vista hacia la izquierda, y, en el trayecto, hago un alto, pequeño, para ver que su sonrisa disminuyó, ante mi ausente respuesta. Me acomodo en la silla, a su vez que él saca los pastelitos de la bolsa, y me los ofrece.

Hoy vino la señora ésa, algo vieja, que suele visitar a Ernie, aunque en ocasiones lo hace un señor, también viejo, o los dos.

Me está mirando, lo sé, lo siento, tan agudo y penetrante, tan... ¡Que deje de hacerlo! Me mezo más en respuesta, y vuelvo a tararear, tan bajito, que ni yo me escucho.

'Motitas marrones...'

No me mires, deja de hacerlo, cómete los benditos pasteles si deseas, pero deja de...

Nancy aparece a mi lado, con una taza en sus manos y otras cosillas más en una pequeña bandeja plateada. El joven, en cuestión, ha escondido los pastelitos, desde hace mucho.

- Tómatelo todo, ¿eh? Sino el joven aquí me avisará.- Me sonríe, y lo hace también para el joven, dispuesta a retirarse, pero antes de hacerlo agrega. – Ah, y prueba algunos de esos pastelitos que tan amablemente te han traído.- guiña, por último, un ojo.

- Parece que me descubrieron. – comenta, con algo de pena, lo noto en su voz.

Nancy desde siempre lo ha sabido, no es tonta.

Acomoda todo en la mesa, los panecillos en la bandeja, la bebida a mi centro, y me lo ofrece. Veo como el humo desaparece de mi taza, pues no está muy caliente. Tan negro, negro.

Cojo algo de la bandeja, y, mientras lo como, cambio mi vista de Ernie, hacia el lago, de nuevo.

'Rojo y azul...'

Quizás venga hoy.

'Motitas marrones...'

Qué cosa más rara me estoy comiendo, se deshace en mi boca.

'Salpicadas de cristal'

Quisiera ir al arroyuelo, cómo se me apetece hoy.

Mis manos vagan en la bandeja, pues cojo sin ver, y esta vez ya no hay nada.

- ¿Estuvo rico? -

Se está aclarando todo, cada vez más, quizás Nancy si tuvo razón, y hará un buen día.

Me apoyo en el respaldo, con las manos cruzadas, pero luego saco una, y muerdo la manga, y sigo mirando el arroyuelo.

'Salpicadas de cristal'

¿Ya se va? Ya se tiene que ir, no sé qué tanto se demora. A Ernie no lo visitan a diario, como él a mí.

'Motitas...'

- Hermione... -

Es un susurro, fue para él, fue casi un suspiro, o un viento de sus labios, pero me llegó, y le entendí.

'Hermione... Hermione...', mi mente repite la frase incesantemente.

No, no, ¡no! No quiero oírlo, no.

Me mezo más raudamente, y las lágrimas van siendo más y más.

'Hermione... Hermione... Hermione...'

¡Noooo! ¡No quiero escucharte, noooo!

Me hago una bolita en la silla, con mis manos en cada oreja, y gimiendo un No, muy agudamente.

- Herm... Er... Oye, ¿estás bien? – ya se ha parado, y está a mi lado, tratando de abrazarme, de que gire mi rostro hacia sí, para comprobar que estoy bien, pero no le dejo.

'Hermione... Hermione... Hermione'

¡Nooo...! No quiero oír, no quiero oír, ¡no quiero! Ese nombre, ese nombre...

- Oye, yo... lo siento, no fue mi intención... en serio... – ya está en cunclillas a mi enfrente.- Lo lamento, en serio... – Me está tocando, ¡me está tocando! Lo aparto bruscamente, pero él no se deja. – Espera, no... yo... Por favor, sólo... – su mano surca mi rostro, y dejo de zarandearme; en un movimiento hábil, y lentamente, logra que alce mi rostro, y le mire...

- Cualquiera que sea la casa que me toque, espero que ella no esté. –

No...

- Disculpen... –

- ¿No se puede comer en paz en este lugar? -

- No pude dejar de oír lo que tú y Malfoy estaban diciendo...-

- No esperaba otra cosa. -

- ...y no debes andar por el colegio de noche. Piensa en los puntos que perderás para Gryffindor si te atrapan, y lo harán. La verdad es que es muy egoísta de tu parte. -

- Y la verdad es que no es asunto tuyo. -

- Adiós. -

¡Nooo...!

- No es raro que nadie la aguante. Es una pesadilla, te lo digo en serio.-

- Te ha oído.-

- ¿Y qué? Ya debe haberse dado cuenta de que no tiene amigos.-

¡Nooo! ¡NOOOOoooo...!

Mis manos presionan fuertemente mis mejillas, enrojeciéndolas, logrando que mi rostro se distorsione. Y sigo presionando y sigo presionando, mis ojos cerrados con fuerza, y sigo presionando, y sigo presionando, se me escapa un gemido, tratando de captar aquello y no la voz de mi cabeza, y sigo presionando, y sigo...

Me aparto lo más posible, e iba a caer de la silla, si no fuera porque Nancy ya estaba a mi lado, y me sostuvo en su regazo, alejándome de él.

No quiero, no quiero recordar que me odian, que nunca me quisieron, que sólo pedía un poquito de cariño... Me sentía sola, tan sola...

Llegan otros ayudantes más, los cuales auxilian a Nancy en su labor de calmarme y llevarme dentro, quién sabe dónde. Sigo gritando, y sigo llorando, y sigo golpeando mi cabeza con mi mano, impidiendo que oiga las disculpas del muchacho, y su petición que lo dejen entrar conmigo.

No quiero recordar, no quiero volver a pasar por lo mismo, nunca. Nunca.

Me han inmovilizado, no sé cómo, y ninguna de mis extremidades responde. Me obligan a tomar un brebaje extraño. No puedo impedirlo, pues mis músculos no reaccionan.

No quiero recordar, no quiero volver a esa vida, donde yo los quise tanto, y nunca recibí nada a cambio. No quiero que vuelvan aquellas imágenes, donde destruyen mis sentimientos, donde extinguen mis sonrisas, y matan mi cariño con su indiferencia. Aquellos abrazos que me rechazaron, o que no me dieron, aquella compañía que se esfumó... Yo hice todo, ¡todo!, porque me quisieran, por un poquito... de atención, por unas cuantas palabras, consuelo... pero nunca me lo dieron.

No quiero... No... Mis párpados pesan, cada vez cuesta más abrirlos...

No quiero recordar, nunca. Nunca...

...Que yo quise, y nunca me quisieron.

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Notas de la Autora: No me ha terminado de gustar, a decir verdad, pero bueno... es todo lo que pude sacar, en mis 'vacaciones' (de medio año �), estando enferma.

Por si no ha quedado claro (lo cual creo), Hermione ve todo en blanco y negro. Excepto en sus recuerdos, pero, valga aclarar (y explicar, de paso), todo su enrededor era blanco y negro (inclusive los mortífagos, con su clásica vestimenta negra), excepto él, Ron. Y, ya que se cierne a sólo malos momentos (debido al maleficio que sufrió), prima el entorno oscuro, y los colores fueron obviados. Es extraño, ¿no? Pero... ¡estamos en el Mundo Mágico! ¡Si una maldición puede controlar tus acciones (Imperius), porqué otra no podrá tener como efecto el que veas en blanco y negro! Después de todo... hasta una persona se convierte en animal, libremente (léase: animagos).

Karla.