o§o§o

Through time

Todo depende del cristal con que se mire. ¿Es innato el odio?. ¿Qué pasaría si llegas a conocer mejor que nadie a tu peor enemigo?. Draco y Hermione van a tener la oportunidad de averiguarlo.


Disclaimer: las notas son de Rowling, la composición es mía.

Capítulo XII: Recuerdos desde la Oscuridad - Segunda Parte: Ecos

o§o§o

Cuando el mundo volvió a tomar la forma de una mazmorra oscura y fría, rodeada de estanterías llenas de frascos de etiquetas viejas y descoloridas, ellos quedaron cara a cara.

Hermione todavía podía oír la voz de Lucius y su mente trabajaba furiosa tratando de asimilar toda la información que había obtenido del pensadero. Pero para frustración suya, aquellos recuerdos sólo lograron abrir un montón de interrogantes nuevos. Y como bien sabía ella, la respuesta a esas preguntas sólo las conseguiría de la persona que se encontraba delante de ella, fulminándola con sus ojos negros.

Por su parte, Snape estaba absolutamente lívido, conteniendose a duras penas de empezar a lanzar maldiciones y tirar abajo la mazmorra entera.

—Serán cincuenta puntos menos para Gryffindor y un mes de detención para usted —siseó Snape, con una voz engañosamente calma—, y ahora desaparezca de mi vista antes que lo que desaparezca sea esa insignia de su túnica.

—No —contestó Hermione con una voz que sonó mucho más segura de lo que en realidad se sentía—. Vine aquí por respuestas, y no me voy a ir sin ellas.

Snape ya no sabía si estaba más incrédulo o furioso.

—No juegue mi paciencia, Señorita Granger —le respondió con tono glaciar capaz de congelar el mismo Infierno—. Le sugiero que apele al sentido común y vuelva a la Torre de Gryffindor, y deje de exigir cosas que no tiene derecho a saber.

Y fue precisamente esa frase la que logró que Hermione se olvidara por completo de que ella era una alumna y con quien estaba hablando era un profesor.

—¿Que no tengo derecho...?. ¿Alguno de ustedes pensó en lo que pasaría cuando el efecto de la poción terminara?. ¿Lo hicieron?. ¿Se pusieron en nuestro lugar?. ¡Yo no lo creo!. ¡Fuimos sus marionetas todo ese tiempo, y ahora, cuando tenemos mas preguntas que respuestas, pretenden darnos la espalda!. ¡Como si nada hubiera pasado!. ¡Pero sí pasó! —Hermione golpeó el borde del escritorio con la mano abierta, haciendo que unos frascos amenazaran con caer al suelo, pero ninguno de los dos se percató de ese detalle—. ¡Tengo todo el derecho a saber qué demonios está pasando!. ¡Y si esta es la única manera... —señaló con un dedo el pensadero— pues de esta manera lo haré!.

Cuando terminó con su discurso, Hermione se quedó mirando al Profesor de Pociones. Sabía que se había pasado del límite de su paciencia. Lo conocía bien. Pero de todas formas le sostuvo la mirada. Desafiante. Sus cartas ya estaban echadas y ahora sólo le restaba esperar el resultado de su suerte.

Severus Snape la miraba directamente a los ojos, sin expresión alguna en sus ojos negros. Y entonces hizo algo que dejó helada a la Gryffindor.

Le sonrió.

Pero no era una de esas sonrisas que acostumbraba a hacer, que mejor les vendría el nombre de muecas. Era una sonrisa extraña en él. Una sonrisa que sólo se la había visto en muy raras ocasiones, de las cuales ninguna estaba dirigida a ella.

Era una sonrisa de orgullo.

—La conozco desde hace casi siete años, Señorita Granger —dijo mientras caminaba lentamente hacia una de las estanterías, mirando sin ver el sinfin de libros que descansaban allí, dándole la espalda a Hermione, quien no le quitaba los ojos de encima—. Y desde siempre me llamó poderosamente la atención su personalidad... y le diré el por qué.

El Profesor se giró para mirarla.

—En su primer año, el Sombrero Seleccionador la ubicó en Gryffindor aunque ese detalle pasó absolutamente desapercibido para mí. No la conocía en ese entonces —Snape comenzó a caminar nuevamente alrededor del cuarto—. Pero al cabo de un tiempo, empezó a destacarse notablemente del resto de sus compañeros por su inteligencia. Allí fue cuando me pregunté cómo no había terminado en Ravenclaw. Curioso¿verdad?. La única explicación que pude encontrar a tan particular hecho, fue que seguramente era más su valor que su inteligencia. Pero eso era mucho decir. —El hombre hizo una pausa, tanto en su paseo como en su discurso, mientras recordaba los acontecimientos sucedidos hacía tanto tiempo—. El día en que logró pasar las protecciones que poseía la Piedra Filosofal, incluida la que yo mismo puse, fue tanto una demostración de inteligencia como de valentía. Eso me hizo pensar que el Sombrero no se había equivocado después de todo. Tiempo después, incluso llegué a considerar que hubiera hecho un buen papel en Hufflepuff.

Una vez más, el Profesor retomó la marcha, mientras que Hermione fruncía el ceño ante tal observación. Ella nunca se había considerado con cualidades de Hufflepuff.

—El ayudar a Neville Longbottom con sus estudios durante todos estos años es un trabajo arduo y un gran gesto de bondad. Así que, a mi entender, podría haber quedado en cualquiera de esas tres casas. Pero, y no precisamente por su sangre, nunca la he considerado digna de Slytherin... hasta ahora. —Finalmente, y para suerte de la Gryffindor, quien ya se estaba mareando, Severus Snape se sentó en su sillón, justo frente a la chica—. Tome asiento. Hay varias cosas que querrá saber.

Hermione se sentó de mala gana en la silla opuesta a la de Snape.

—Supongo que a esta altura será de su entero conocimiento el hecho de que Draco sufre una enfermedad. ¿Me equivoco? —Hermione negó con la cabeza—. Bien. Esa enfermedad es increíblemente rara. Tal es así que Draco es el único portador vivo en la actualidad. Es una enfermedad mortal, incurable y que ataca desde el nacimiento. El frío baja las defensas del organismo del recién nacido a tal punto que es prácticamente imposible la supervivencia.

—¿Cómo sabían que Draco sufría esa enfermedad? —preguntó Hermione.

—Por la hermana de Draco, Keyran. Ella nació con la enfermedad, y a pesar de que únicamente resistió una semana, al momento del nacimiento de Draco reconocimos los mismos síntomas que había tenido la niña. Usted debe haberlo presenciado hace tan solo un momento —Hermione asintió levemente con la cabeza—. A diferencia de Keyran, y nadie sabe por qué, Draco logró superar la etapa de mayor debilidad física de la vida de una persona, llegando así a la niñez. Pero para que logre llegar a una vida adulta, hay que actuar contra reloj. El único remedio conocido para esta enfermedad consiste en que el enfermo posea en su interior un sentimiento puro.

—¿Un sentimiento puro? —repitió la Gryffindor no sin cierta sorpresa.

—Exactamente. Este sentimiento contrarresta el efecto del frío que provoca la enfermedad, permitiendo una vida casi normal. Por ejemplo, la temperatura corporal de Draco jamás supera los 35 grados. Eso supone muchos riesgos, ya que un descenso de la temperatura en forma abrupta, lo que en cualquier persona produce hipotermia leve, resulta fatal para él. El problema que se le planteó a Lucius Malfoy en ese momento era que tenía que inculcar un sentimiento puro en un niño de seis años, y como se podrá imaginar, eso no es nada sencillo. Sobre todo si se tiene en cuenta el detalle de que el niño no conoce la enfermedad, y no debe enterarse tampoco.

—¿Eso quiere decir que Draco no sabe que sufre esta enfermedad?.

—No. Demuestre su inteligencia, Señorita Granger. Cuando hablo de un sentimiento puro no me estoy refiriendo a un sentimiento fuerte. Que sea puro implica que no debe ser forzado, o por lo menos, eso es lo que tiene que sentir el afectado. Si Draco tuviera conocimiento de que su sentimiento puro fue inculcado por su padre para llegar a un fin determinado, aunque ese fin sea su propia supervivencia, el sentimiento automáticamente dejaría de ser puro. Y moriría. Ésa es la trampa de esta enfermedad.

Hermione se quedó pensativa, asimilando la información que acababa de recibir. Nunca había escuchado hablar de esa enfermedad. Y mientras varias incógnitas de su pasado comenzaban a resolverse en su mente, otras nuevas surgían para reemplazarlas. Y una única se destacaba del resto. ¿Cuál fue el sentimiento que le inculcó Lucius Malfoy a su hijo?.

Snape la miraba en silencio, esperando la pregunta que bien sabía que ella iba a formular. La misma pregunta que formuló Minerva McGonagall al enterarse las características de la enfermedad de Draco.

Pero la chica demostrando su inteligencia, tal y como él le había dicho, lo sorprendió con su deducción.

—Fue el odio a los sangre sucia ¿verdad?. Ése fue el sentimiento puro que le inculcó su padre. —Una extraña sensación recorrió la espalda de la chica al ver el lento asentimiento del Profesor de Pociones.

Él realmente la odiaba... y eso era algo no muy fácil de asimilar. En silencio, se dedicó a escuchar la explicación que le ofrecía el hombre.

—Lucius educó a Draco en la creencia de que por cada hijo mago nacido de Muggles, muere al nacer un hijo de Sangre Limpia —Hermione abrió inmensamente los ojos al escucharlo.

—¡Pero eso no es cierto! —exclamó furiosa, volviendo a golpear el borde de la mesa con ambas manos.

—Pero eso no importa —le contestó calmadamente Snape—–. Lo único que Lucius Malfoy pretendía al hacerlo era salvarlo de morir. Él nunca quiso que Draco se convirtiera en un seguidor del Señor de las Tinieblas.

—Si eso fuera cierto, podría haberlo evitado —Hermione hablaba con un evidente tono de resentimiento en la voz—. Hay otros sentimientos que podría haber utilizado. Yo lo vi. Él realmente quiere a su hijo. ¿Por qué no usó ese sentimiento para salvarlo?.

Snape meditó la respuesta por unos momentos, como considerando si seguir hablando o callar. Mantenía la mirada posada en sus manos cruzadas sobre el escritorio. Justo antes de que la chica comenzara a impacientarse, levantó la vista, y dando un largo suspiro continuó hablando.

—Señorita Granger. Hágame el favor de ponerse en su lugar por un segundo. Lucius Malfoy es un Mortífago, eso no es secreto para nadie, mucho menos para usted. Draco nació el 5 de Junio de 1980. En ese momento, el Señor de las Tinieblas estaba en la cúspide de su poder. Pero al mismo tiempo los Aurores, con la Orden del Fénix a la cabeza, se encargaban de cazarlos a como diera lugar para encerrarlos en Azkabán. Lucius sabía perfectamente el riesgo que corría al hacer lo que hacía, pero él ya había tomado la decisión de luchar por sus ideales. Equivocados o no —agregó al mismo tiempo que levantaba ambas manos en un gesto conciliador, al notar el gesto de indignación que se adueñaba del rostro de la Gryffindor—, son sus ideales. Ahora piense en la posibilidad de recargar la única esperanza de salvación de su único hijo en su propia persona, con todos esos riesgos. ¿Lo hubiera hecho? —preguntó.

Ahora era el turno de Hermione para meditar la respuesta. No había considerado ese detalle. No había considerado el riesgo que significaría para Draco que su vida entera dependa del vínculo con su padre.

Y aunque odiara admitirlo, Lucius Malfoy había hecho lo correcto.

Hermione apoyó los codos en el borde de la mesa, y enterró sus dedos entre sus rizos castaños. Ahora las piezas empezaban a encajar.

—Un sentimiento puro de amor hubiera significado un punto débil demasiado peligroso para el hijo de un Mortífago. Hubiera significado hacerlo vulnerable por ese vínculo con una sola persona —dijo la castaña, con los ojos cerrados—. En cambio, un sentimiento puro de odio que recae en un blanco mas impersonal, como puede ser una raza, no conlleva tal desventaja —concluyó la chica, como si leyera mentalmente una definición de un libro olvidado de la Biblioteca. Snape dibujó en sus labios una sonrisa amarga.

—Precisamente. A partir de la recaída que sufrió a los seis años, Lucius Malfoy cambió la manera de tratarlo a Draco. Tanto Narcissa como él se volvieron mas fríos con su hijo, mientras que a su vez le hablaban sobre su hermana, y la razón de su muerte. El resultado de ello es conocido por usted —Hermione abrió los ojos.

—Pero fue a los ocho años la recaída luego de la poción, no a los seis —la chica frunció el ceño, confundida—. ¿Por qué la diferencia si es la misma enfermedad?.

—Debe entender que no se sabe mucho sobre esta enfermedad. No hay manera de prever un ataque, ni manera de saber si el sentimiento puro que se inculca funciona o no. Es a prueba y error. Lucius había empezado a enseñar a Draco a odiar a los sangre impura desde que el niño pronunció su primera palabra. Pero alrededor de los seis años de Draco, Lucius comenzó a ausentarse con frecuencia de la Mansión, debido a su nuevo cargo en el Departamento de Cooperación Mágica Internacional, y Narcissa no era tan estricta como lo era él. Y Draco se resintió por ello. A partir de ese momento, Lucius renunció al Ministerio para quedarse al lado de su hijo hasta que ingresó a Hogwarts —Hermione se sorprendió al escuchar eso. Nunca hubiera pensado aquello de Lucius Malfoy. Nunca hubiera pensado que un Mortífago pudiera renunciar a todo por cuidar de su hijo.

Pero de todas formas eso no había contestado su pregunta.

—¿Pero eso qué tiene que ver con la edad que Draco tenía cuando sufrió...? —comenzó a preguntar la chica.

—No se apresure, Señorita Granger. Hay algunas cosas que debe entender antes —la interrumpió Snape—. Al parecer, la enfermedad se hacía notar cuando por algún motivo el sentimiento se debilitaba. En este caso en particular, la ausencia de Lucius significó una pausa en la "educación" de Draco, lo que fácilmente pudo haberle costado la vida.

Snape mantuvo el silencio por unos minutos, esperando la pregunta lógica que realizaría la chica. Pregunta que, por cierto, no se hizo esperar mucho.

—Pero el sentimiento puro que le salvó la vida la primera vez no fue el mismo que el de la segunda ¿verdad? —Snape negó con la cabeza sin pronunciar palabra. Era mejor dejar que la chica continuara libremente con la línea de pensamiento—. ¿Y qué lo salvó en esa ocasión?.

—Usted —fue la respuesta del Profesor. Y aunque no se puede decir que se sorprendiera con la respuesta, la chica no pudo evitar que su corazón comenzara a latir más rápido de lo acostumbrado—. Desde el día del accidente con la Poción, hasta que Draco cumplió aproximadamente siete años, me dediqué a observarlo casi constantemente, en busca de algún síntoma visible de su enfermedad. Al no notar nada extraño, y pasada la edad en que Draco había sufrido la recaída, supuse que a pesar de no tener conciencia del sentimiento en contra de los sangre impura, éste aún estaba presente en él, contrarrestando la enfermedad. Pero fue un error pensar eso. Lamentablemente comprendí mi equivocación cuando Draco estaba en la enfermería a punto de morir —Snape hizo una pausa, esperando alguna intervención por parte de la chica, pero ésta se mantenía en silencio—. En contra de lo que había pensado, Draco había desarrollado por su parte un sentimiento muy fuerte, muy puro, hacia usted. Sentimiento que no se debilitó gracias a que convivían juntos todo el tiempo. Fue por eso que, cuando los castigamos en ese momento, Draco enfermó. Aunque todavía no me deja de sorprender que en solo cuatro días sucediera eso —Hermione frunció el ceño nuevamente.

—¿Cuatro días? —preguntó. Ella recordaba perfectamente esa época de su vida, y para nada habían sido cuatro días para ella—. No fueron cuatro días, fue... más, mucho más —Snape entrecerró sus ojos negros.

—¿Puede decirme exactamente cuánto tiempo fue? —Hermione se quedó pensando un momento. Sabía que había sido mas tiempo, pero no lograba precisar un lapso de tiempo determinado.

Al final terminó negando con la cabeza, resignada.

—No —el Profesor de Pociones sonrió.

—¿Lo ve?. Ése es uno de los efectos de la poción. Aunque le cueste creerlo, fueron sólo cuatro días, a pesar de que para ustedes dos significara mucho más. Y fue precisamente ése efecto el que, por un lado, provocó el estado de Draco, y por el otro, el que lo sacó de el —Snape notó la cara de confusión de la Gryffindor, por lo que intentó volverlo a explicar—. El tiempo es clave para luchar contra esta enfermedad. Y no se olvide que los sentimientos son muy subjetivos. La poción ayudó en que en tan poco tiempo, Draco lograra desarrollar un sentimiento puro capaz de salvarle la vida. Pero a su vez fue la misma poción la que, al estar separado de la fuente de ese sentimiento, aunque fueron tan solo unos días, provocó la recaída de Draco. Y una vez más fue la que lo salvó en una sola noche. Pero todas estas conclusiones las pude formular luego de pasar por la experiencia. En ese momento estaba completamente a ciegas.

Hermione ya no sabía que pensar.

Por un lado, estaba el sentimiento puro de odio a los sangre impura, y por el otro lado estaba el sentimiento puro de... ¿amor?... hacia ella.

Ya no era cuestión de valores o enseñanza. Ya no era cuestión de recuerdos o vivencias.

La lucha interna que se había llevado a cabo (¿o se estaba llevando?) en Draco iba mucho mas allá de lo que ella había pensado.

Hermione desvió la mirada del rostro de su profesor, quien la miraba en silencio, esperando su reacción. Se debatía entre preguntar, porque después de todo para eso había ido hasta allí, y no preguntar, simplemente por el miedo a la respuesta.

Al cabo de unos interminables minutos de silencio, volvió a mirar al hombre.

—¿Y ahora... qué lo mantiene vivo? —preguntó por fin.

Severus Snape no respondió al instante. A pesar de creer saber la respuesta a la perfección, debía medir sus palabras. Al fin y al cabo le había tomado cariño a la chica sentada al otro lado del escritorio. Y decirle que Draco había vuelto a su antiguo yo, con todo lo que eso implicaba, hubiera sido demasiado para ella.

Se aclaró la garganta y desvió la mirada.

—Draco todavía no me perdona que haya permitido que vivieran juntos. Y fue precisamente eso lo que me dijo la última vez que hablé con él —Hermione no necesitó más palabras que aquellas para comprender.

Dando por concluida la conversación, ya sin tener fuerzas para seguir escuchando nada más, se levantó del asiento y comenzó a acercarse a la puerta para irse.

Snape no pudo evitar sentir cierta congoja al ver a aquella chica que se salía de la mazmorra, y sin poder reprimir un impulso, la llamó.

—Hermione... —La aludida se volteó algo asombrada por la forma en que su Profesor la había llamado, pero no hizo ningún comentario. Simplemente se limitó a escuchar lo que tenía para decirle—. No tiene sentido que te sigas torturando con esto. Déjalo ya. —Como toda respuesta, la prefecta de Gryffindor asintió lentamente y sin convicción.

Pero aún con la mano en el picaporte, se giró para realizar una última pregunta.

—¿Por qué me dijo todo esto? —Snape se reclinó en su sillón y levantando las palmas de las manos al mismo tiempo que se encogía de hombros, respondió:

—Usted misma lo dijo. Tiene derecho a saberlo.

Hermione salió de la habitación, cerrando la puerta a sus espaldas y se recostó contra la madera. Cerró los ojos y se permitió unos minutos para asimilar toda la información que había recibido hacía tan solo unos momentos.

No había sido muy optimista al pensar en su situación con Draco, considerando la manera en que él había reaccionado al fin de la poción, pero nada la había preparado para aquella realidad.

Las esperanzas que aún conservaba se empezaban a esfumar lenta y dolorosamente como volutas de humo.

Lo único que quería en ese momento era ir a la Torre de Gryffindor y no hablar con nadie durante el resto del día. Ni siquiera Harry o Ron. Simplemente no lo soportaría.

Pero el destino parecía haberse ensañado con ella.

—Miren nada más a quien tenemos aquí. —La voz arrastrada de Draco Malfoy se hizo oír en aquel pasillo desierto de las mazmorras—. Pero si es la sangre sucia Granger. ¿Tú también tomas clases... especiales con el profesor Snape?. ¿O realmente necesitas mejorar tus pociones curativas? —preguntó con ironía. Hermione apretó los dientes, con los ojos aún cerrados, en un intento de controlar sus emociones frente al rubio—. Oh... vamos Granger, si no me contestas no tiene gracia. ¿Acaso te comieron la lengua los ratones... Mía? —dijo de manera burlona.

Eso fue suficiente para colmar la paciencia de la Prefecta, que se incorporó en su lugar, y girándose hacia donde se encontraba él, golpeó con el puño cerrado la pared a su derecha.

—¡Vete al infierno, Malfoy! —le dijo, abriendo los ojos para clavar su mirada en el Slytherin.

Y se llevó una gran sorpresa al hacerlo.

Draco Malfoy se encontraba a unos tres metros de distancia, con un hombro apoyado contra una columna, y una sonrisa ladeada adornando sus labios finos. Sus ojos grises denotaban la satisfacción que sentía al verla alterarse de aquella manera con la simple mención del viejo apodo de su niñez. Pero eso no era lo extraño.

Lo extraño era que no estaba solo.

A su lado se encontraba una chica alta, de largo pelo negro, ojos claros y la misma sonrisa irónica que él en sus labios rojos. Vestía una sencilla túnica negra, en donde estaba bordado el escudo de Ravenclaw.

La Gryffindor miraba alternadamente a las personas que tenía delante, sin lograr pronunciar una palabra.

—¡Oh! Pero dónde he dejado mis modales. No las he presentado aún —Draco miró por un momento a su acompañante, y con fingida amabilidad, dijo—: Granger, te presento a Asil Black... —señalando con una mano a la Ravenclaw— mi prometida.

Las últimas palabras resonaron en la cabeza de Hermione, y su corazón comenzó a latir muy de prisa al darse cuenta por primera vez que la chica tenía un brazo rodeando la cintura del Slytherin, al mismo tiempo que éste la mantenía contra su cuerpo tomándola de un hombro.

Los segundos que tardó en responderle, Hermione los vivió como si fueran horas. Se dio cuenta que no podría seguir así. Se dio cuenta que aquel chico parado delante de ella no iba a dejar de torturarla mientras la tuviera a su alcance, y que ella no podía dejar que eso la afectara. No podría soportarlo. Si él había podido enterrar a Draco, ella haría otro tanto enterrando a Mía.

Y en ese momento salió a relucir aquella Hermione que era capaz de hacerle frente sin esfuerzo. Que era capaz de responderle con la misma ironía que él.

Aquella Hermione que era capaz de odiarlo.

Se acercó dos pasos en dirección al Prefecto de Slytherin, y adoptando una sonrisa maliciosa, le contestó.

—Voy a comenzar a pensar que te gusta rebajarte a explicarme cosas, Malfoy —Hermione pudo ver claramente cómo desaparecía la sonrisa burlona del rostro de quien fuera, en un pasado no muy lejano, su mejor amigo. Y sin darle tiempo a responder, agregó—: Pero ya que estamos hablando de esto, los felicito. Estoy segura que va a ser una ceremonia muy emotiva. Toda la familia Malfoy... reunida en Azkabán —Draco se tensó en ese instante, palideciendo notablemente. Hermione aprovechó nuevamente la sorpresa del chico, y se acercó más aún—. ¿Qué pasa, Draco?. Luces como si hubieras visto a un fantasma.

Sin agregar ni una palabra más, pasó junto a la pareja con la cabeza bien alta y segundos más tarde, su figura se perdía al final del pasillo.

o

oo

ooo

oooo

ooooo

Hasta aquí llegamos.

Hola a todos!!. Espero que les gustara el capi.

Voy a hacer una aclaración (esto se me está haciendo costumbre...): porque ya me veo venir la pregunta... ¿Snape le dijo la verdad a Hermione?. Ok... y ténganlo bien presente: si. Snape no le esta mintiendo a Hermione.

Se que este ha sido un capi bastante pesado de leer. No pasan muchas cosas, pero era un capítulo obligado para comprender un poco más la historia. Es muy importante todo lo que se explica acá. Por mi parte, me gusta mucho este capítulo porque muestra la intimidad de la familia Malfoy. A mi no me gusta que todo sea blanco o negro. Los buenos son buenos muy, muy buenos, y los malos son malos muy, muy malos. A mi me parece que es mas como una escala de grises. Lucius Malfoy es un Mortífago, si, pero por eso tiene que odiar a toda su familia?. Bueno... suficiente, ya me callo y dejo de filosofar acerca de la dinastía Malfoy.

Espero que hayan sobrevivido a las casi cinco hojas de discurso ininterrumpido y que todavía tengan ganas de dejarme algún mensaje. Les prometo que el próximo será un poco mas movido (tiene que serlo ¬¬... se llama "Frente a frente" ).

Como ven a Hermione le duró poco el andar llorando por los rincones. Espero que todos los que se preocuparon por una posible Hermione Magdalena Granger estén conformes con esto.

Y por último, comentario sobre HP7... confieso que literalmente me devoré el libro en unos pocos días. Pero así y todo, esperaba más de JK. No me parece que estuviera a la altura de lo que los fanáticos esperábamos (creo que he leído batallas finales más consistentes en fics ¬¬ ). Y eso que no incluyo el epílogo en el balance (soy de la postura del ECE: ¿Epílogo?. ¿Cuál epílogo? O.o). Pero bueno. Mal que nos pese, es su historia.

Bueno, ahora si, me despido hasta la próxima. Besos!!!

o§o§o

Lakesys, §lytherin Of The §hadows

"Miembro de la Orden Draconiana"

"No es oro todo lo que reluce, ni toda la gente errante anda perdida"

o§o§o