Nop. Detective Conan y todos sus personajes no me pertenecen. La verdad es que en Japón vive un tipo conocido como Gosho Aoyama y es fue el que lo creo, así que ir a comprar los derechos de autor a él. ( ¡Y me prestáis a Heiji, Shinichi y Kid, por favor!)
Advertencia: Universo alternativo. Todo personaje fuera de su orbita habitual es totalmente aposta.
Capítulo 1: Hace mucho tiempo, en un lejano lugar…
Paseaba por el castillo con prisas. Estaba segura de haber oído la puerta levadiza abrirse. Su largo cabello oscuro se movía al compás de su caminar. No pudo aguantar las ganas y, perdiendo toda compostura, se arremangó los dobles de su vestido de seda azul y corrió todo el camino que le quedaba, manteniendo el precario equilibrio que le proporcionaba sus zapatos de tela con esa alto e incomodo tacón.
Cuando salió al patio del palacio, vio como él bajaba de su caballo. Llevaba un pantalón ancho, botas y una ligera armadura, que solo le cubría los hombros y parte del pecho. Su espada colgaba en su vaina, como siempre.
-¡¡Heiji!!- Gritó emocionada. El muchacho tuvo el tiempo justo para girarse y agarrarla, puesto que se le había tirado encima literalmente.
-Vamos, Ran. Tranquilízate un poco. Ni que hubiera pasado tanto tiempo desde que nos vimos por última vez.
-¡4 meses!. ¡¿Te parece poco?!
-Perdona- Dijo mientras le acariciaba la cabeza- Pero tenía que atender unos asuntos.
-Si, ya sé, ya sé- Dijo ella burlona mientras agarraba el brazo que él le ofrecía y se dirigían al interior –El príncipe de Oeste está siempre muy ocupado.
-¿Noto cierto tono de reproche, princesita del Reino del Sur?
Ella le saco la lengua. Después ambos se pusieron a reír escandalosamente.
-¿Y como es que hoy llevas un vestido?. ¿Quien se ha tenido que morir?.
-Muy gracioso. Mamá ha insistido, como venias de visita. Pero a cambio la convencí para que me dejara entrenar con el cayado en vez de dar mis clases de latín hoy.
-La Reina Eri debe de estar ya muy desesperada contigo.
-A diferencia de mi padre, ella aun no se da cuenta de que yo no voy a hacer lo típico de una princesa solo por que sí. Y tienen muchas discusiones por culpa de eso.
-El Rey Kogoro siempre te ha mimado bastante. ¡Así has salido!
-¡¡Ah, pero como te atreves!!- Gritó Ran, para luego perseguirlo para darle una buena paliza.
El gran árbol escondía una casa tallada en sus raíces. Una casa que conocía muy bien.
La chica se acerco aun más al tronco, hasta que apoyó la frente contra la madera y sonrió. La sombra del gigantesco ser la cubría totalmente.
Vestía un pantalón no muy ajustado que le llegaba por debajo de las rodillas y una camisa que se abotonaba a un lado, con mangas cortas y ligeramente acampanadas. Todo en colores amarillos con detalles en morado. Llevaba el pelo recogido en una cola de caballo, adornada con un par de margaritas.
Respiro hondo unas cuantas veces. Levanto la vista y se dirigió a la ventana tallada en la raíz más grande. La abrió y salto por ella.
Sus pies, enfundados en unas zapatillas de suela blanda, no hicieron ningún ruido. Bajó con el mismo sigilo por unas escaleras hasta llegar a una inmensa habitación. La luz solar entraba a parciales por unas cristaleras dispersas en el techo. Las mesas estaban repletas de todo tipo sustancias, plantas, alfeñiques y varios objetos de cristal que no estaba segura de que servían, a parte de destilar. Las estanterías estaban a rebosar de libros, pergaminos y mapas de todo el mundo de Zafiro.
Y él se encontraba al final, dándole la espalda. Llevaba unos pantalones grises verdosos y encima una túnica azul marino, rajada por ambos lados, con runas grabadas en los filos y en los puños. Parecía muy concentrado en aplastar unas hojas de mandrágora. Seguramente ni la había visto. Estupendo.
Se acerco por detrás, dispuesta apegarle un buen susto, cuando…
-Hola, Kazuha- Saludó sin darse la vuelta siquiera.
-¡Oh, ¿cómo has sabido que estaba aquí?!- Preguntó molesta. Tanto esfuerzo para nada.
Él la miró a los ojos celestes y sonrió con prepotencia.
-Soy yo, Kazuha el…
-…mejor mago del Reino de Zafiro, Shinichi.- Terminó ella. –Si, me conozco tu discursito.
-Es que eres a la única persona que veo para decírselo –Comentó burlón para luego añadir- aunque el calificativo de persona no se si debería dártelo.- Ella lo miró furibunda.
-Pero esta vez ni siquiera he volado para no hacer ruido.- Gruñó. Acto seguido se elevó en el aire para mirar por encima del hombro de su amigo. Al instante un ligero sonido a cascabeles llegaron a los oídos del chico -¿Qué haces?- Preguntó.
-Termino la poción que me pediste para la vieja Emi- Contestó mientras vertía las hojas a un caldero pequeño, que estaba al fuego. Al instante el líquido se volvió lila. –Muy bien. Ya solo queda una cosa. ¿Te importaría ponerte bajo uno de los rayos de sol?
-Por supuesto- Contestó ella. Ya había hecho eso antes.
Cuando la clara luz se poso sobre el pequeño cuerpo, sus alas se hicieron visibles. Era como si infinitos rayos de todos los colores inimaginables se entretejieran en la espalda de la chica con forma de alas de mariposa.
Aunque Shinichi había visto las alas de su amiga infinidad de veces, le seguía pareciendo fascinante e impresionante.
Por lo que le había explicado Kazuha, las alas de las hadas eran como el alma de esta exteriorizada. Se podían ver y oír, pero no tocar ni oler. Además, era una clara señalización del estado de salud del hada. Si eran muy brillantes, transparentes y de muchos colores demostraba que se encontraba en perfectas condiciones físicas. Si eran opacas, grises y sin brillo, daba a entender que el hada estaba enferma o bastante anciana.
Shinichi acercó el líquido, para que la luz que traspasaba las alas de Kazuha lo bañara completamente. La poción brillo y se volvió de un blanco plateado.
-Bueno, ya esta. Espero que esto alivie a la vieja Emi.
-Muchas gracias.
-Sabes que no puedo negarte un favor- Dijo él, medio en broma, medio en serio.- Eres mi amiga.
-Tu única amiga.- Recalcó pretenciosa. Shinichi le mandó una mirada furibunda mientras vertía la medicina en un tarrito de cristal tallado.
Entonces Kazuha sintió un dolor en el pecho, como si le hubieran clavado una aguja en el corazón. Duró solo un segundo, pero fue tan insoportable que se tambaleó y cayó de rodillas.
-¡Kazuha, ¿qué pasa?!- Preguntó el chico asustado, inclinándose junto a ella. Durante un momento, las alas de la chica habían perdido su brillo y sus colores.
-Lo siento, pero la pócima ya no es necesaria- Murmuró, con la vista fija en el suelo. Una lágrima solitaria surcó su mejilla. –Emi ha muerto.
NdA: Hola, ¿que tal?. ¿Les ha gustado?. Espero que sí, porque es una historia que llevo planeada desde hace mucho y me gusta. Dentro de poco saldrán todos los personajes de Conan.
Esta historia surgió después de ver un fanart de una pagina de Detective Conan japonesa (ahora mismo no recuerdo cual, pero tiene unos dibujos preciosos. Si alguien quiere visitarla que me lo diga y le busco la dirección). En el salía Kazuha de Hada y Heiji de Guerrero. Ahí fue cuando se me ocurrió. Los papeles de mago y princesa se los di a Ran y a Shinichi por que creo que les pega bastante.
Bueno, dejo de enrollarme. ¡¡Hasta otra!!