Holas.
Aún no termino mi primer fic de Beyblade y ya he comenzado a publicar el segundo. ¡Es que tengo tantas ideas en mi cabeza que necesito desahogarme! Pero casi siempre las historias serán semi AU y la mitad de las veces no habrán beyblades de por medio... ya que me perdería mucho.
Antes de comenzar el fic un par de recomendaciones y aclaraciones IMPORTANTES.
1-. Nada de Beyblade es mío.
2-. Este fic es yaoi y las parejas, pues son varias. Pero quiero que quede claro que las primordiales serán Kai- Taka y Max- Ray. Ya se llevaran unas sorpresitas por ahí, pero no se dejen llevar por las primeras impresiones.
3-. Este fic llevará contenido adulto. Algunos capítulos (iré especificando cuales) contendrán lemon y yaoi gráficos, así que aquellos a quienes no agrada el tema, pues que den media vuelta y busquen algo más cercano a sus gustos. No sé si este capi lo será pero ¡CUIDADO!
4-. Tyson y Max tienen 17 años; Ray y Kai 18 años.
Tres semanas
Pieza primera
A un suspiro de distancia
Labios ansiosos, que por momentos carecieron de la ternura complaciente de amantes jóvenes, rodaron por el cuello cálido, en una fricción de aliento tibio que humedeció en un beso la piel expuesta de Takao. Dedos que se aferraron con necesidad y urgencia al otro, tratando de encontrarse y tocarse, aferrándose para no perderse en la marea de sensaciones diferentes que ya conocían, pero que no por eso resultaban menos desconcertantes.
Las bocas se encontraron con presteza, dedos ágiles que se deslizaron sinuosos por el otro cuerpo arrancando frenéticamente las ropas incómodas que los separaban aún. No se preocuparon de los botones, ya habría tiempo de buscarlos una vez que la pasión se hubiera calmado, una vez que los cuerpos dejaran de exigir cercanía y contacto, cuando las llamas de hormonas adolescentes se calmaran para brindarles aunque fuera un respiro.
Max forcejeó cada vez más molesto con la cremallera indolente de los pantalones, que con la misma terquedad le impedía el acceso, provocando roces molestos que más que contribuir a calmarlo, enardecían aún más la antorcha encendida en su vientre.
- Mal.. ditos... pantalones... – tartamudeó sin abandonar la lucha.
En respuesta le llegó la risa burbujeante, infantil de Tyson, quien se limitaba a jadear en su oído agotado por la lucha de caricias bruscas y apasionadas que antecedían al orgasmo. No pretendía colaborar a la causa, disfrutaba sintiendo esa urgencia desbordante de Max, las manos que sudaban ante la presión de no poder consumar el acto, las palabras altisonantes que dejaba escapar el rubio de vez en cuando.
Se contentó con deslizar sus manos por el pecho conocido, pálido y firme, en donde tantas veces se había dejado abrazar y acunar, arrullado por los besos y por esas caricias que no llegaban a tocarlo en medio de la noche estrellada. Sus dedos surcaron las líneas precisas de los músculos, dibujando la textura, los detalles mínimos que adoraba. Bastaba con esa ambigüedad dorada que los invadía al estar juntos ¿Verdad? Esos murmullos susurrantes que se congregaban en sus gargantas al momento de amarse, la luz blanca y cegadora de sus miradas encontrándose en la multitud.
Eso era amor ¿Verdad?
Pero, en ese caso... ¿Dónde estaban esas célebres mariposas que, decían siempre, se congregaban en los estómagos de los enamorados con sólo verse? ¿Esos nervios cariñosos por el sólo hecho de tomarse las manos o una sonrisa de vez en cuando? ¿Esa timidez que debería de atacarlos al momento de desnudarse y poder mostrarle al otro los miedos y verdades? ¿Dónde estaba todo aquello?
Finalmente, Max había logrado su objetivo, y una sonrisa triunfal se esbozaba en su rostro, curvándose con ternura por la comisura de sus labios hasta alcanzar con un brillo especial los ojos castaños. ¿Eso era amor?
El sillón crujió disimuladamente cuando Max se inclinó a alcanzar los labios de Takao, pero ni el peligro de terminar en el suelo pudo apaciguar un poco el momento. El sabor casi almizclado del rubio se mezcló con el chocolate, se fundió sin precisión en una oleada placentera, al tiempo que las últimas prendas caían o eran arrojadas sin ceremonia al otro extremo de la habitación.
- Max...
Dejó que el camino de besos bajara por su pecho, abdomen, rodeara tiernamente el ombligo y regresara, arrodillándose entre las piernas del desnudo Takao sin prestar atención al nuevo crujido del sofá. Sus erecciones se tocaron en un alcance eléctrico y chispeante, mientras los movimientos se tornaban más desesperados, menos sincrónicos, cada uno tratando de alcanzar su propio clímax.
- Max...
¿Era amor o necesidad? Si no estaba Max, él estaba solo. Eran amigos desde su más tierna infancia, podía recordar el rostro del rubio como quien recuerda ese retrato que desde siempre ha estado colgado en la casa de la niñez. La sonrisa de Max era como del paisaje, la vida no sería lo mismo de no ser porque él estaba ahí. ¿Eso era amor?
Cuando los labios se cerraron en torno a su miembro pulsante, en un abrazo hermético, Takao dejó de pensar. Sólo necesitaba sentir. Y una vez más, ahí estaba la palabra necesidad, una vez más estaba ahí esa sensación etérea de necesitar estar ahí.
- Ty...
Antes de que los gemidos acalorados de Tyson se volvieran los suspiros del final, Max abandonó su posición, apretándose dolorosamente contra el sofá, que por tercera vez amenazó con delatar el ímpetu de su encuentro. Trató de no pensar en el dolor en su espalda a causa del golpe, y se acomodó en el escaso espacio que quedaba, mientras con un solo y violento empellón entraba, penetrando el cuerpo de su pareja que se quejó en un gemido sordo, reconociendo lo que sabía suyo. La estrechez lo detuvo en mitad del movimiento, ondas de placer viajando por su columna vertebral, enviando mensajes a su cerebro.
Volvió a moverse con cuidado, tratando de no dañar al otro, de enseñarle el mismo placer que él sentía para poder reproducirlo en el cuerpo moreno. Sus manos rodearon dolorosamente lentas la erección de Tyson, adecuándose al ritmo que se imponía, adaptándose a la danza primitiva y candente.
Repentinamente, ambos se percataron de que la temperatura en la habitación debía de haber subido varios grados de un golpe.
¿Valía la pena el tener tantas dudas?
Si no estaba Ty, él estaba solo. Con el tiempo, y usando toda esa perseverancia e ingenuidad pura, Tyson había logrado convertirse en un todo en su cabeza, en una criatura que ocupaba toda la extensión de su mente, que con una caricia relajada era capaz de hacerlo olvidar aunque fuera unos momentos. ¿Olvidar qué?
No estaba seguro.
Sólo necesitaba olvidarlo. Y por eso, necesitaba a Tyson.
Y para Max, eso era amor. No necesitaba de mariposas idiotas revoloteando en su estómago, ni nervios tontos a la hora de hacer el amor. Para él, amor era no estar solo.
Y con Tyson a su lado, había conocido la alegría de no tener miedo, de estar acompañado, de poder disfrutar de esas cosas pequeñas que bastaban para sacarle una sonrisa. Comentarios infantiles que eran suficientes para hacerlo olvidar el mundo.
Le bastaba con ese amor.
Enterró los dientes en una caricia brusca en el hombro de Tyson, imponiendo una marca rojiza en la piel suave, dejando hundir sus dientes en la carne firme al tiempo que los cuerpos se acoplaban complejamente, arqueándose con lentitud. Su boca lamió la herida otorgada por la misma, sintiendo las manos húmedas de Takao enterrarse una y otra vez entre los cabellos rubios.
Mientras se venían a la cima, en un gemido compartido y largo que resonó por el salón, la impresión de ingravidez, de libertad volátil los atacó, a pesar de que sabían que sus cuerpos enlazados seguían fijos en el mundo gris. Juntos cayeron exhaustos contra los cojines, sonrisas satisfechas mientras se abrazaban cansados.
Cayeron dormidos sin decir palabras, todo lo que habría sido necesario decir había quedado claro en el acto.
No era amor, pero sí necesidad.
No era amor, pero si placer culpable.
Pero, no era amor.
+++++++++
Kai revisó por tercera vez la calle vacía y soltó un ahogado suspiro. Estaba harto. Ni siquiera sabía que estaba haciendo ahí.
Se había cansado de estar solo en su casa, sentado frente al televisor apagado mirando la pantalla oscura. Ni siquiera se había tomado la molestia de prenderlo, la zumbante intromisión tecnológica de ese aparato en sus pensamientos no era necesaria en el estado atribulado en el que se hallaba.
Había estado sentado solo en su sillón favorito, viendo la televisión apagada, sosteniendo un vaso vacío en su mano derecha. Y así, largos minutos mientras se resistía a la tentación de hacer lo que llevaba bastante tiempo en su cabeza.
Ver a Tyson.
Ir a ver a Tyson, aún corriendo el riesgo de ser lo suficientemente estúpido como para quedársele mirando como bobo.
Como había estado mirándolo los últimos cuatro años, en silencio y como idiota.
Y ahora estaba ahí, de pie frente a la residencia de los Kinomiya, tratando de superar la decepción de enterarse que Ty había salido. Justo aquel día en que había sido capaz de juntar las fuerzas necesarias para ir ahí sin ningún motivo aparente.
Pero el chico de cabello azul había salido con su amigo Max.
Odiaba admitirlo, pero estaba celoso. Esos celos eran una parte inevitable y conocida de su ser, Kai Hiwatari era una persona celosa hasta los extremos más insospechados, aun sabiendo que no tenía porque sentir esa posesividad hacia Tyson.
Ty no era suyo. Y no lo sería nunca. Pero ese simple y verídico hecho no quitaba que se sintiera tremendamente frustrado y envidioso, sabiendo que su chico moreno estaba en permanente compañía del rubio. ¿Es que acaso no podían pasar un día sin estar juntos?
Pateó sin mucho interés una piedra inocente que osó atravesarse en su camino, tratando de distraerse. Quería dejar de pensar en Tyson. Dejar de imaginar lo que esos dos podían estar haciendo. NO quería saber lo que estaban haciendo.
Deseó con un ímpetu repentino saber que era lo que hacían. Nunca había sido extremadamente curioso, pero no le gustaba estar de pie en mitad de la nada sin saber lo que estaba haciendo su Tyson con Max. Con otro chico. Con alguien que no era él. Y alguien a quien parecía tenerle mucha confianza.
- Hiwatari.
Sólo eso le faltaba. El imbécil de Yuriv estaba frente a él, una sonrisa luminosa emergiendo en el rostro pálido, ojos color cielo centelleando alegres en un contraste que le sonó repulsivo con el momento. Ese pelirrojo estaba de pie junto a un árbol poco interesante, apoyado en el tronco con desenfado mientras dejaba que el viento jugueteara a destajo con los cabellos rojos. Frunció el entrecejo marcadamente y decidió ignorarlo.
- ¿Visitando a Ty- chan?- Tala marcó más su sonrisa al tiempo que se acercaba en un par de zancadas a Kai.- Por tu cara de decepción debo de suponer que no lo has encontrado.
- Jódete, Yuriv.
- ¿Es eso una proposición, Kai?- el pelirrojo alzó una ceja dubitativo mientras soltaba una breve carcajada.
La técnica era no tomarlo en cuenta. Ignorarlo. Hasta un patán como él se cansaba de tanta indiferencia.
Kai soltó el aire que había estado reteniendo y continuó su camino a ninguna parte. No estaba teniendo un buen día y lo que menos quería en esos momentos era ponerse a discutir con Yuriv, le bastaba con la desilusión de saber que Ty estaba en alguna maldita parte con Max y que no tenía nada más que hacer. Agregarle a Yuriv fastidiando como sólo él podía era demasiado.
- Te ves MUY enamorado ¿Sabías?
Ignóralo, Kai.
- Es poco lo que sabes disimular, ya que es bastante obvio que lo ves y comienzas a derretirte.
Ningún idiota se está burlando de ti. Ignóralo.
- Aunque también es evidente que Ty no se ha enterado... con lo distraído e inocente que es.
No estás pensando que a Yuriv le gusta Ty ¿Cierto?
- En cierta forma... podría decirse que te comprendo. Al fin y al cabo yo...
Lo estás haciendo y tienes razón. Mátalo.
La frase murió en los labios de Tala cuando se vio obligado a apartarse ante la amenaza de un puño yendo directamente a su rostro. Observó mezcla sorpresa con indignación y diversión el rostro contraído de furia de Kai y soltó una risita aguda.
- Oh, vamos. ¿No aceptas siquiera un poquito de competencia?
- Vete al infierno, Yuriv. Haz lo que se te venga en gana pero no metas en eso a Ty.
No quería matarlo. Bueno, si quería, pero el punto es que no debía hacerlo. No valía la pena ir encarcelado por un idiota presumido como ese ¿Verdad?
- Lamento tener que llevarte la contra, pero no veo motivos por lo cual no hacerlo. Debo decir que a mí me gusta y...
Tal vez si valía la pena.
Siguiente capítulo: "Si de apuestas se trata..." y ahí se entenderá todo mucho mejor. Nos estamos viendo y ¡Ah! Gracias a Tsuki Black por ayudarme con esta historia.
¿Me dejan un review?
Liz-chan