Atención: Este capítulo contiene escenas consideradas M por violencia. Así que estáis avisados.

Capítulo 26: Dragon's Knight

Después del día en que Severus había aceptado y correspondido los sentimientos de Harry, todo había sido un poco más fácil: el joven se instaló definitivamente en las habitaciones del profesor porque como Caballero gozaba de unas leyes especiales creadas antaño para él, una de las cuales era poder vivir con su protector, fuera quien fuera, y donde fuera. Porque al final lo habían contado: Severus era su Guardián, y cualquiera que pretendiera dañarlo debería enfrentarse a la ira del Caballero, algo no muy inteligente.

Harry subió a la enfermería, Draco Malfoy llevaba ahí más de 2 semanas, con unas heridas físicas que parecía que no iban a sanar nunca. Se había despertado algunos días antes y el Gryffindor era la primera vez que lo vería. Iba solo, Severus subiría más tarde. Al fin y al cabo Draco era su ahijado y el chico no sabía nada del profesor, o eso suponía el joven mago.

"Que haces aquí?" -siseó la voz del rubio desde la cama en la que estaba instalado. Harry no dijo nada, solo tomó asiento en la silla que había dispuesta para ello. Estuvieron en silencio, el chico no tenía muy claro porque había decidido ir a verle, quizá tan solo para saber si se encontraba mejor, porque no todo el mundo sobrevive a la ira de Voldy- "Por qué has venido? Para reírte de mi?" -Harry lo miró con el ceño fruncido

"No" -dijo suavemente- "no lo se" -le aguantó la mirada- "para saber si estabas bien, supongo" -Draco acabó apartando la mirada.

"Tu me encontraste?" -Harry asintió, mirando con aire ausente por la ventana que tenían al lado.- "Por qué?"

"Por qué?" -repitió sin acabar de creérselo- "¿Por qué, me preguntas? No hubiera permitido que murieras a manos de ese bastardo" -Draco no lo miraba, pero no mostraba ninguna emoción.

"No te lo voy a agradecer"

"Tampoco lo necesito"

Volvieron a caer en un incómodo silencio. Ninguno de los dos hablaba, ni siquiera se miraban.

"Por que?" -Volvió a repetir

"Ya te lo he dicho" -sentenció

"No eras tu quien decía que iba a ser un mortífago?"

"Lo decía, si" –callaron- "Piensas que lo serás?" -preguntó con suavidad

"Lucius así lo desearía" –empezó- "pero no es lo que yo quiero"

"Entonces¿por que te empeñas en ser uno?" -preguntó una nueva voz, mas profunda. Severus apareció en escena.

"Se-Severus" -tenía los ojos tan abiertos, que si Harry lo hubiera estado mirando habría podido ver la circunferencia entera del iris plateado del chico

"Hola Draco" -se acercó hasta la cama y se inclinó hasta poner un beso sobre su frente, algo que el Slytherin pareció aceptar con normalidad- "Como te encuentras?"

"Como es… posible…" -pareció entrecerrar los ojos, algo que hizo con mucho esfuerzo- "eras el Dumbledore?" -solo recibió un leve asentimiento, algo que provocó que el joven Malfoy se incorporara de repente, agarrando el brazo del hombre- "Tienes que esconderte!! El Señor Tenebroso lo sabe!! Lo sabe!!" -Severus solo le sonrió, algo extraño, y obligó al joven a volver a tumbarse en la cama

"No te preocupes" -le puso una mano en el pecho para evitar que volviera a levantarse- "no me pasará nada"

"Pero… pero…" -empezó de nuevo. Era extraño verle en ese estado de exaltación y preocupación.

"No me pasará nada" -susurró sencillamente

"Por que?! Por que no te pasará nada?!"

"Porque yo lo protejo" -dijo Harry de repente, quien se había mantenido al margen de la conversación entre los dos Slytherins

"Y quien te crees que eres para hacer algo así?!"

"Soy el Caballero del Dragón" -una simple verdad, una increíble realidad.

Y quedaron en silencio, sobretodo Severus y Draco, que vieron refulgir el fuego de la decisión en esos brillantes ojos verdes.

"El Señor Tenebroso no se detendrá hasta matarte" -habló de nuevo el rubio, dirigiéndose a su padrino.

"Entonces tendré que matarlo yo antes" -contestó Harry

"Y si eres tan poderoso, porque no lo has hecho ya?"

"Porque aun no puedo hacerlo" -apartó la vista, aunque si hubiera seguido mirando a los dos hombres habría visto la mirada de advertencia que le lanzó Severus a Draco.

"Harry, no empecemos de nuevo" -susurró Ilfirin

"No, no pienso hacer nada. Al menos no por ahora, pero como se atreva a hacerme algo a mi o a quienes aprecio, no se si podré aguantar las ganas de hacerle mucho daño"

"Lo se, yo tampoco podré" -le sonrió.

Harry sintió como Severus le pasaba un brazo por los hombros y lo obligaba a acercarse más a él, algo que por supuesto no pasó desapercibido por el rubio, que frunció el ceño. La mirada del profesor pareció reprimir las preguntas del joven.

"Harry y yo estamos juntos" -sentenció como aceptando la realidad por primera vez- "así que empieza a acostumbrarte a la idea" -y constatando este hecho, se inclinó hacia su protegido y lo besó, algo que dejó sorprendidos tanto a Draco como a Harry. Sin decir nada más, con tan solo una leve inclinación de cabeza, salieron de la enfermería.

"Por que lo has hecho?" -susurró el mas joven- "por que me has besado?" -giró el rostro para mirarlo, mientras un leve rubor cubría sus mejillas

"Porque? Tenía derecho a saberlo, además, quizá así deje de insultarte y de meterse contigo" -ni siquiera lo miró, siguió andando.

"Lo has hecho por mi?" -lo miró con los ojos muy abiertos

Severus le lanzó una mirada cómplice y curvó suavemente las comisuras de sus labios, pero no contestó, aunque tampoco le hizo falta. Harry sintió una gran alegría, mucha más de la que había sentido hace tiempo. Podría haber derrotado a cientos de dementores con ese recuerdo, tendría que conservarlo para usarlo. Sonrió mientras andaban en silencio.

Y así continuó el curso: Draco se incorporó más o menos una semana después de que Harry y Severus lo visitaran, y realmente su actitud hacia el chico había variado, bastante a decir verdad, había pasado a ignorarlo en clase, aunque cuando se encontraban solos en los pasillos de las mazmorras, se saludaban, y cuando el rubio iba a ver a su padrino, incluso cruzaban frases y palabras que se podían considerar "normales". Ambos estaban haciendo un gran esfuerzo.

Aunque Harry provocaba ataques de miedo y solían apartarse a su paso, los alumnos parecieron comprender que si no lo hacían enfadar, era el chico tímido de siempre. Seguían sin acostumbrarse al hecho de que Severus pudiera hablar con él con total amabilidad, aunque en la mayoría de casos las conversaciones quedaban relegadas a sus propias mentes, algo que dejaba algo desconcertados a quien les veían mirarse fijamente en algún corredor, sin decir ni media palabra, como si estuvieran compitiendo de alguna manera.

Los días pasaban rápidamente, sin que ningún hecho se sucediera ni perturbara la tranquilidad, pero era precisamente eso lo que preocupaba a Harry. Sabía, o al menos podía suponer, que Voldemort estaba preparando algo. Su silencio no era normal, aunque a decir verdad, mientras no atacara el colegio…

"Si te preocupa la seguridad del castillo podemos reforzar las barreras" -sonó Ilfirin esa mañana en su cabeza

"Podemos?"

"Sip, solo que nos vamos a cansar un poco, las barreras son algo grandes" -a Harry no le importaba- "y tendremos que hacerlo desde fuera, así que vamos a estar al descubierto"

"Da igual, prefiero que los alumnos estén más seguros"

"Si así lo quieres" –sonrió- "podemos ir esta noche, cuando la actividad en el castillo sea menor."

El día siguió como si no hubiera sucedido esa conversación, estaban a viernes, así que el ED debía tener lugar. Muchos habían tenido miedo de seguir, pero al final, la mayoría habían comprendido que no podrían tener un profesor mejor, en realidad, debían sentirse privilegiados! No todo el mundo puede decir que ha dado clase con una leyenda!

Los días en los que Harry no había podido dar clase, Remus y Tindómiel eran los que solían sustituirlo, aunque el hombre-lobo lo hacía más que nada para controlar a la elfa (aunque no lo iba a reconocer) así que los alumnos no habían perdido el ritmo.

La clase se desarrolló con total tranquilidad, practicando los hechizos de defensa que llevaban haciendo durante las últimas semanas. Pronto Harry despidió a los alumnos, que sonrientes, se dirigían a sus correspondientes salas comunes. Daban las clases después de la cena, así que tampoco importaba mucho si terminaban algo mas tarde. Los estudiantes se marcharon mientras Harry terminaba de recoger lo que habían usado esa noche, en realidad, con un leve movimiento de la mano todo desapareció, mientras devolvía las mesas a su lugar habitual. Severus lo esperaba en la entrada del Comedor; solía ir a las clases, no para controlar a su protegido, si no más bien para controlar al resto: Harry no podía imponer castigos ni quitar puntos, aunque no le hacía falta. Él si podía.

"Que te ha parecido?" -preguntó mientras iban camino de las mazmorras

"Suficiente" -entre líneas, el chico entendió que le había parecido bastante bien

"Gracias" -susurró, y siguieron andando con un confortable silencio.

Ilfirin le comentó que no le contara a Severus que esa misma noche iban a reforzar las barreras, por dos razones: primero: no le dejaría ir, y segundo: cuando consiguiera convencerlo, querría bajar con él, y no tenía ganas de sentir sus ojos sobre sus movimientos; era un rito algo extraño que suscitaría demasiadas preguntas, que no tenía sentido contestar. Harry estuvo de acuerdo, y pactaron que a media noche saldrían a hurtadillas, porque desaparecer sobresaltaría al hombre y lo despertaría. Tendrían que ir con cuidado.

Cuando llegaron a las habitaciones, Harry se bañó y se relajó. Estaba algo cansado, y eso que parecía que cada vez tenía mas energía! "Es porque te estoy transfiriendo mi poder" le había contado el Caballero una vez "Mas poder implica tener mas energía, y por lo tanto, cansarte menos" había seguido "Cuando te lo haya pasado todo, todo lo que poseo, prácticamente no necesitarás descansar". Quería decir que no necesitaría dormir? Si, se había referido a eso, aunque había puntualizado que ciertos esfuerzos físicos, iban a requerirle el dormir. Seguía sin comprender la lógica de algunas de las frases de Ilfirin.

Salió y después de dar las buenas noches a Severus, que leía un libro mientras estaba recostado en la butaca de respaldo alto, fue hacia su habitación, la del piano, y se metió en la cama, mas para sentir su comodidad que para dormir, al fin y al cabo en un par de horas tendría que volver a levantarse.

"Duerme un rato" -oyó en su mente- "ya te despertaré cuando podamos salir" -entonces Harry cerró los ojos. Ilfirin lo obligó a abrirlos de nuevo.

"Dejame dormir. No han pasado ni cinco minutos!" -se quejó

"Has dormido dos horas y media!" -le explicó riéndose- "es la una de la madrugada"

"Que?! Ya?" -abrió perezosamente los ojos, mientras inconscientemente encendía un par de velas. Consiguió, más bien con poco éxito, reprimir un enorme bostezo. Mecánicamente se quitó el pijama y se puso una de las túnicas del colegio. Se echó un poco de agua en el rostro para intentar despertar mas rápido.- "Tengo hambre"

"Está bien" -se rió el Caballero- "podemos pasar por las cocinas, aun debe quedar algún elfo despierto".

"Gracias"

Entonces y tan silenciosamente como pudo, salió de su habitación, no había ningún indicio de Severus, quien tenía la puerta abierta, se hubiera despertado. Así que echó una mirada al interior de la habitación; y ahí estaba él, durmiendo de lado con sus largos cabellos cubriéndole parte del rostro. Sonrió antes de girarse y salir sigilosamente. Pasó por las cocinas, donde un par de elfos domésticos parecían estar haciendo guardia. Encantados por la visita, les ofrecieron (sabían que Harry Potter era el Caballero del Dragón y por tanto debían referirse a "ellos") mas comida de la que podían engullir, así que Harry eligió lo que se le antojaba mejor en ese momento y, después de darles las gracias, salió en dirección a los terrenos del castillo, comiendo por el camino. No encontró a nadie, ni tampoco vio ninguna ventana que tuviera iluminación. No debía preocuparse por si lo veían. En el cielo, una luna nueva dejaba que las estrellas brillaran a su antojo, pero aun así, una capa de oscuridad inusual lo cubría todo; pero tampoco necesitaba luz, se conocía bien el sitio. Pronto llegó a la verja guardad por sendos cerdos alados y no dudó en plantar los pies fuera. Sintió una leve sensación de estar atravesando algo, las barreras eran más densas de lo que había esperado Ilfirin.

"Bueno, manos a la obra"

Ilfirin le preguntó a Harry si le dejaba tomar el control de su cuerpo sin transformarlo, ya que así irían más rápido. Después de darle su aprobación, empezó con el ritual: primero se descalzó, luego invocó una pequeña daga, y sin pensarlo dos veces, se hizo un corte en la palma de la mano izquierda, desde la base del dedo índice, hasta casi la muñeca; cerró el puño y derramó algunas pequeñas gotitas al suelo, mientras cerraba los ojos.

"Con nuestra sangre aceptamos el pacto. Mientras en este cuerpo haya un solo aliento de vida daremos energía y poder a estas barreras, para proteger al castillo y a todos sus habitantes." -Entonces las palabras se tornaron en una suave canción en la lengua de sus padres, de forma que prácticamente les estaba hablando, para que hicieran lo que les pedía. Del sitio en el que había caído la sangre, brotaron unas pequeñas flores rojas que brillaban con la luz de las estrellas. Una suave brisa sopló en ese momento y sintieron como la tierra, bajo sus pies desnudos, se estremecía. Ilfirin cantó la última nota y sintieron un fuerte tirón en su cuerpo, como si les hubieran quitado algo. En realidad así era, las barreras habían aceptado la unión y lo habían sometido a una fuerte descarga de energía, para poder nutrir y reforzar cuan anchas eran. Pero Harry no pudo aguantarlo y pronto estaba su cuerpo desmayado en el suelo, fuera de las barreras.

Severus se despertó con un sobresalto, había sentido algo extraño en el pecho. Frunció el ceño. Pocas cosas podían despertarlo de su sueño, y todas eran igual de peligrosas. Se levantó sin siquiera encender una vela, se conocía demasiado bien su habitación. En la chimenea de la entrada aun crepitaba el fuego, esa no estaba conectada a la red flú, solo la de su propia habitación lo estaba, y solía permanecer apagada. Sin perder ni un segundo más, se dirigió a la habitación del piano, pero su ocupante habitual, no estaba. La cama estaba deshecha, puso una mano encima y la sintió fría, hacía mucho rato que se había ido, porque incluso se había podido cambiar de ropa. Un leve pánico empezó a recorrerlo, y él era capaz de conservar la calma en las situaciones más difíciles. Se cambió de ropa con un simple movimiento de varita y salió del sitio. No tenía ni idea de donde había podido ir, ni siquiera sabía si eso era un comportamiento habitual, quizá lo hacía cada noche. Salió de las mazmorras, pero… donde debía dirigirse?

Oyó unos pasos que se acercaban con presteza, su propietario debía tener prisa. Pronto, de una esquina apareció el Director, con sus ropas brillantes de siempre ¿Es que ese viejo no dormía nunca? Al parecer la respuesta era obvia: No.

"Severus" -parecía ¿extrañado?- "ahora me dirigía a tus aposentos. Que ha pasado?" –preguntó de sopetón.

"Que ha pasado?" -repitió la pregunta, algo desconcertado

"No has notado las barreras?" -Severus frunció el ceño. Debía ser eso lo que lo había sobresaltado. Y estaba mas que claro quien debía haberlo hecho- "Donde está Harry?" -Preguntó de repente el 'viejo chocho'. El silencio del profesor, pareció responder al hombre- "Ha sido él, verdad?"

Pero no era eso lo que le preocupaba al más joven, la cuestión era¿donde estaba el chico?. No lo sentía en el castillo, y SIEMPRE lo sentía. Sin decir nada al hombre que tenía delante, fue en dirección los terrenos del castillo; todo el mundo sabía que la entrada de los cerdos alados, era donde empezaban y terminaban las barreras. Caminaba mas rápidamente que de costumbre, pero acabó corriendo. No temía por la vida de su protegido, pero la verdad es que prefería saber donde estaba.

Lo había estado llamando inconscientemente desde que había descubierto que no estaba en su cama, pero no había recibido ninguna respuesta, eso era lo que lo preocupaba de verdad. Pronto llegó a la entrada de las susodichas figuras aladas, y buscó. No solo lo buscaba a él, también intentaba encontrar cualquier cosa o pista para saber donde podía haberse ido, porque antes de salir de las habitaciones, tenía claro que no iba a encontrarlo en los terrenos, ni en los límites de éstos, pero aun así, sentía como si lo protegiendo en esos mismos momentos. Sabía que las barreras habían sido reforzadas, y parecía ser que el chico se había ligado a ellas. Frunció el ceño de nuevo y miró el suelo de la entrada; para ligarte a algo así, necesitas entregar algo, para poder sellar el pacto, y ese 'algo' solía ser sangre. Unas flores rojas, extrañas, brillantes aun sin la luz de la luna, captaron su atención al momento. Se arrodilló a su lado, sus suposiciones eran ciertas, pero ¿donde estaba Harry? El sitio era peligroso sin la protección que suponían las barreras, así que con un paso, se adentró de nuevo a las densísimas defensas del castillo. Le debía haber costado un esfuerzo enrome.

OoOoOoO

Harry se encontraba en una posición algo incomoda, así que parpadeó para abrir los ojos que parecía que tenía pegados con cola. Lo primero que vio fue: nada. Suponía que tenía abiertos los ojos, porque solo podía ver oscuridad. Absoluta y pura negrura. Intentó mover la mano para pasarla por encima de sus ojos, pero algo se lo impedía, y ahora que se daba cuenta: sus muñecas, sus tobillos y su cuello parecían estar rodeados por algo fuerte, muy fuerte, que no le permitían moverse. Suponía que estaba contra el suelo; sentía la frialdad de la piedra contra su espalda, pero no le dolían las articulaciones, simplemente estaba "atado". Debía estar fijando la vista en el techo, no sabía si estaba cerca o lejos. Movió la cabeza, de forma que la ladeó. Un pequeño resquicio de tenue luminosidad se filtraba por una pequeñísima grieta. Debía haber una puerta ahí.

"Ilfirin?" -susurró en su mente

"Que? Ah… Harry, ya te has despertado…" -parecía preocupado- "estaba intentando descubrir donde estamos"

"Y lo sabes?"

"No, lo siento" -susurró apenado- "aunque estamos a muchos metros bajo tierra: el aire está muy cargado y parece algo húmedo… quizá estamos en una cueva o algo parecido, es todo lo que he podido descubrir".

"Como hemos llegado aquí?" -preguntó de nuevo. Tener los ojos abiertos pero no poder ver nada era una sensación realmente perturbadora.

"Supongo que cuando nos desmayamos por la bajada repentina de energía, alguien debía estar por ahí parapetado, esperando el momento…"

"Pero como podía saberlo? No lo habíamos contado a nadie!!"

"Quizá era una acción lógica que en algún momento teníamos que realizar. Lo siento Harry, no puedo contestarte lo que no se"

"Una última pregunta" -cuando sintió que el Caballero lo escuchaba con atención, la pronunció- "Como vamos a salir de aquí?". -El silencio que siguió a esa pregunta, dejaba más que claro que ninguno de los dos, lo sabía en absoluto.

"Esta especie de grilletes parece que no permiten el uso de la mágica, y ni siquiera con la fuerza de ambos podríamos romperlos".

"Y que hacemos?"

"De momento creo que es mejor esperar, aunque está claro que no va a ser nada bueno" -al fin y al cabo estaban atados con grilletes- "pero al menos podemos descansar un poco, las energías de las que disponemos están casi al límite, posiblemente ni siquiera podríamos mantenernos en pie" -se calló unos momentos- "duerme un poco mas, esta noche casi no has descansado nada. Yo haré guardia, te despertaré si es necesario"

"No se si podré dormirme. Y creo que pronto ni siquiera sabré si tengo los ojos abiertos o cerrados. Esta oscuridad es demasiado opresiva"

"Lo se. Por eso debes intentar crear imágenes mentales que te tranquilicen. Será bueno para ambos"

Harry lo intentó: empezaba pensando algo, aunque pronto su mente derivaba hacia un punto del que parecía no tener control. No dormía pero a la vez sentía que su mente descansaba, aunque fuera muy poco. En algunos momentos ambas mentes se sincronizaban, eran una, y la cabeza de Harry, por pequeñísimos intervalos de tiempo, se llenaba de imágenes que no había visto nunca, y de palabras de las que no comprendía su significado, pronunciadas en lenguas extrañas.

"Harry, no te muevas, no abras los ojos" -hablaba frenéticamente- "que parezca que estás dormido"

"Por que? Que pasa?"

"Solo hazlo"

Harry sentía que no podía, sabía que quien fuera, los iba a descubrir, aun así, lo intentó. Su rápido palpitar, posiblemente fuera lo que los iba a revelar.

La verdad era que lo que había supuesto una puerta, en realidad no lo era, porque los pasos del que se acercaba, retumbaban en lo que parecía una enorme cavidad. Realmente debían estar al fondo de una cueva y la luz que había vislumbrado al fondo, debía ser la salida.

Los pasos eran bastante ligeros, quien fuera, no debía pesar mucho. No pareció dar señales de saber que Harry estaba despierto, aunque el chico notó como una mano fría se posaba sobre su frente. No pudo evitar apretar más los ojos y pudo escuchar como bufaban irónicamente. Entonces ya no aguantó más y abrió los ojos: todo lo que vio fue lo que parecía una mascara blanca que le cubría el rostro a su captor. Era un mortífago, pero no parecía que fuera a atacarlo en breve. Poco después recogió la vela que había iluminado la estancia levemente y se marchó con la misma presteza con la que había llegado. Oyó a Ilfirin farfullar, y no era una cosa que hubiera hecho nunca.

"Que te pasa?" -preguntó

"Nada" -soltó de malas maneras- "solo que tenemos un problema. Uno muy gordo"

"Que problema?"

"…"

"Ilfirin…" -lo amenazó.

"Si te lo digo, podría empeorarlo, así que digamos que tenemos que salir de aquí, como sea" -realmente parecía preocupado, algo que hizo que el ceño del joven se profundizara.

"Sabes que me molesta mucho que me escondan las cosas¿verdad?" -se calló un momento- "No lo hagas tu también"

"Por mucho que intentes hacerme sentir mal, no lo conseguirás. Aunque creo que posiblemente al final me arrepienta"

"Pues dímelo"

"No". -Silencio.- "Puede que incluso sea beneficioso"

Los pasos volvieron a escucharse, mientras a la vez, una luz más potente se acercaba a ellos. Pronto pudieron escuchar la risa que soltaba quien quiera que fuera el que se aproximaba. La verdad, ahora que se paraba a pensarlo, sus manos no eran ásperas, sus pasos denotaban ligereza y su risa, aunque algo macabra, era suave. Parecía más bien una mujer. Y tenía claro que era un mortífago. No conocía muchas mortífagas que sirvieran a Voldemort. Su mente, pareció conectar todas las piezas. Además, Ilfirin no quería que supiera quien era, decía que tenían un problema, y en caso que fuera quien creía que era, realmente lo tenían: empezaba a sentir de nuevo las ganas de vengarse. Se le había escapado una vez, pero no iba a tener tanta suerte ahora.

"Harry Potter" -habló la mortífaga, definitivamente era una mujer- "Volvemos a encontrarnos" -su voz crispaba los nervios del joven mago- "la última vez no pude darte el pésame. Oh espera!" -se rió violentamente- "deberías ser tu quien me lo diera, al fin y al cabo era mi primo" -su crueldad resonó en toda la cueva.

"Harry" -susurró el Caballero- "tranquilízate un poco" -también se notaba que él no quería hacer lo que decía.

"No piensas decir nada?" -susurró a escasos centímetros del rostro del chico que mantenía los ojos cerrados, intentando controlar el deseo de matar con sus propias manos a la asesina de Sirius Black.- "Bueno, quizá es mejor que no veas lo que quiero hacerte. Aunque disfrutaría viendo el terror de tus ojos" -esa mujer era la crueldad personificada, quizá incluso podría decirse que era la versión femenina de Voldemort.

Cuando sintió las manos de la mujer sobre su pecho, abrió los ojos de repente para fijarlos en Bellatrix Lestrange: aunque estaba inclinada, seguía siendo alta, aunque con los hombros caídos. Su rostro, aunque seguía estando tan demacrado y marchito como una calavera, debido a su estancia en Azkaban, había recuperado algo de viveza, al igual que le había pasado a Sirius. Le dolió el pecho pensar en él. En los ojos de la mujer brillaban la locura y la maldad.

"Oh!! Fíjate!" -se burló- "Si el chico está vivo!!"

"No… todavía no… aguanta un poco… mas" -oía a Ilfirin, pero también escuchaba la despótica risa de la mujer.

Con movimientos bruscos, la mortífaga fue quitando la ropa al chico, hasta que lo tuvo totalmente desnudo. Tan sorprendido estaba Harry, que ni siquiera había intentado resistirse. Que estaba pretendiendo?!

"Si… me encanta esta mirada" -susurró sentada sobre su estomago- "no se ve todos los días este terror en los ojos de Harry Potter" -se rió de nuevo. Estaba loca. Lo rozó con las uñas, y se le erizó todo el vello, debido a la sensación.- "Eres virgen, verdad?" -Harry abrió los ojos tanto como fue posible, algo que pareció complacer a la mortífaga de sobremanera, que lucía una sonrisa macabra- "es que Snape aun no te ha probado?" –susurró. Y Harry fue cubierto por un violento rubor- "Mejor, así se lo que sucederá cuando te tome" -se inclinó de forma que su horrible rostro estaba a poquísimos centímetros del joven- "querrás morir"

Con un movimiento de la varita, ella quedó desnuda encima del chico, que giró el rostro para no tener que ver a esa horrible mujer. Algo captó su atención: se oían pasos que se dirigían hacia donde estaban ellos, eran muchos e iban corriendo; eran el resto de Mortífagos. De repente un "plop" se escuchó a pocos metros de su cabeza, seguido de un "Crucio!", que impactó en el cuerpo de la mortífaga y la tumbó contra el chico.

"Como te atreves a desobedecer una orden directa?!" -no alzó la voz, pero era como si gritara.

"Lo… siento" -Harry escuchó su voz cerca de su pelo, en su oreja derecha- "pensé que querría capturarlo"

"Cuando doy una orden, es para que se cumpla" -Harry vio como la mano del viejo agarraba el cabello de Bella y tiraba de él. Hasta que levantó su rostro- "Si vuelves a desobedecerme, te mataré" -dijo simplemente. Entonces posó la vista sobre el chico.- "Bueno, bueno… que tenemos aquí" -se dejó escuchar- "Señor Potter"

"Mi señor" -Bella aun estaba jadeante por la maldición, pero inclinó la cabeza ante el viejo, por lo que sus largos y lacios cabellos acabaron encima del pecho de Harry- "Siento que el traidor no esté aquí"

"Si, es una lastima" -siseó mientras llegaban el resto de mortífagos y rodeaban al par de cuerpos desnudos- "hubiera sido divertido que Severus viera lo que le harás a su 'amorcito'" -escupió con fuerza- "puedes empezar cuando quieras Bella"

"Si, mi amo". -Harry miró a la mujer, y vio como tenía la vista clavada en algo por encima de su cabeza, con una mirada llena de admiración, y algo más que no pudo reconocer.

"Harry!! Tenemos que salir de aquí!! Y ahora!!" -gritó Ilfirin en su cabeza.

Pero el chico empezaba a perder el sentido, cualquier control sobre su cuerpo parecía haber desaparecido. Bella pasaba sus uñas por cualquier trozo de piel disponible que tuviera al alcance, mientras se iba desplazando lentamente hacia abajo.

Harry no podía controlar sus acciones: empezaba a arquear inconscientemente la espalda, de forma que pudiera sentir a la mujer encima suyo, quien empezaba a rozar sus pechos contra su piel.

"Apártate" -apenas fue un susurro- "Apártate" -dijo esta vez mas fuerte. Pero Bella pareció espoleada por estas palabras, porque se sentó a horcajadas sobre sus caderas… muy cerca… demasiado cerca.- "APÁRTATE!! ME DAS ASCO!! NO ME TOQUES!!"-se removía frenéticamente, aunque los grilletes se le clavaban con fuerza.

Parecía haber recuperado el sentido, por fin comprendía lo que iba a suceder, no que antes no lo supiera, pero algo había cambiado en su mente, pues no sentía a Ilfirin. Entonces la mano de la mujer se cerró alrededor de su sexo y él perdió el control.

Su cuerpo se convulsionó varias veces, con una fuerza que hizo que la mujer se apartara. Un grito mudo escapaba de sus labios, mientras ponía los ojos en blanco, arqueando en el mismo momento la espalda. Y entonces, los grilletes se rompieron. Así, tan simple como eso. Aunque también era posible que se debiera a que se estaba transformando y todo su cuerpo estaba mutando en una nueva forma: sus extremidades engordaron, al igual que su cuello y empezaron a aparecerle verdísimas escamas. Aumentó tanto su tamaño, tanto, que parecía que iba a destrozar la cueva; el techo de la cual, no se podía ni vislumbrar con la poca luz que había en esos momentos. Los mortífagos comenzaron a tener ciertas dificultades para escapar, no podían desaparecerse en el interior de la cueva. El enorme dragón, que no parecía que fuera a dejar de crecer nunca, empezaba a tapar cualquier resquicio de salida que pudiera haber.

Un tremendo bramido hizo que las paredes de la cueva temblaran, mientras pequeños montones de escombros caían sobre los que estaban ahí dentro. El dragón arremetió rápidamente contra cualquiera que tuviera al alcance, empezando con Bella, la cual acabó entre las fauces del enorme animal: la descuartizó cruelmente; pero entre los monumentales colmillos, también estaban otros mortífagos, muertos e irreconocibles. La cabeza de Lucius Malfoy cayó al suelo separada del cuerpo, con un golpe sordo que terminó de romper el cráneo. Otros sirvientes del Señor Tenebroso quedaron reducidos a montones de vísceras, sin nombre ni propietario. Las garras del dragón despedazaban, mientras su cola golpeaba el suelo y las paredes, además de arrasar con cualquier cosa que tuviera al alcance.

Tenía los movimientos algo limitados, por lo que cuando se giró, una enorme masa de escombros cayó encima de los cuerpos desmembrados, o sobre cualquiera que aun siguiera vivo. Un espeso polvo cubría el lugar, revelando que había algunos que seguían vivos, y no podían evitar el toser. El implacable animal no dejó que volvieran a ver la luz del día. Eso ya no era una simple cueva, se había convertido en una tumba para todos los cuerpos irreconocibles de los hombres y mujeres que se habían atrevido a provocar la ira del Caballero del Dragón.

Entre las fauces del dragón, seguían algunas extremidades y vísceras de los mortífagos que habían terminado su vida en ese horrible sitio. La sangre cubría las verdes escamas, tiñéndolas de color carmesí. Movió un par de veces las alas y provocó que cayeran aun más escombros. No podía salir de ahí, estaba atrapado en ese nicho!

Otro alarido retumbó en la cueva mientras parecía concentrarse. Hundió las uñas en el durísimo suelo de piedra y se impulsó hacia arriba, saltando con fuerza. No sabía lo lejos que se encontraba el techo, pero sino podía salir tendría que quedarse con los cuerpos, mejor dicho, con los trozos que quedaban de ellos.

Parecía que no fuera a llegar al límite con el techo. Además, no podía abrir las alas, porque rozaban contra las paredes que cada vez se estrechaban más y más. Bajó la cabeza y el cuello, de forma que cuando se golpeó contra la cubierta, lo hizo con los hombros. Entonces fue en sentido opuesto, bajando a toda velocidad debido al monumental peso de la bestia; las potentes patas y los enormes brazos recibieron lo peor, e hicieron temblar la cueva de nuevo, que empezó, ahora si, a desplomarse a grandes trozos.

El dragón gruñó con fuerza, frustrado, mientras meneaba la cabeza. El vigoroso animal, cerró varias veces las mandíbulas, provocando un ruido hueco al chocar los colmillos los unos contra los otros.

No tenía espacio para maniobrar con facilidad, así que lo único que podía hacer era golpear las paredes con la fuerte cola. Las escamas lo protegían de los rasguños y de los golpes que los escombros le podrían haber hecho, simplemente lo sentía como una leve llovizna. Empezaba a desesperarse, y un dragón desesperado, era un dragón peligroso. Se alzó de nuevo sobre las patas traseras, y volvió a elevarse con fuerza hacia el techo, procurando plegar las alas a sus flancos, para poder subir más rápidamente y a la vez no rasgárselas mas, puesto que ya lucían agujeros del tamaño de un baúl. El nuevo golpe contra el techo pareció provocar algunas grietas, así que cuando lo golpeó por tercera vez, una enorme placa del techo cayó a la vez que el dragón, el cual recibió el impacto directamente sobre la espalda, hundiendo ligeramente sus escamas protectoras, lo que le provocó un horrible dolor.

Cuando alzó la cabeza pudo divisar la luz del día, aunque el agujero que se había hecho no permitía salir al animal. Sin preocuparse del daño que se había hecho, ni del que podía hacerse, volvió a saltar con aún más fuerza que las anteriores. El agujero que había hecho antes solo le permitía sacar la cabeza y parte del cuello, así que cuando saltó la cuarta vez y aporreó de nuevo la pared de la cueva con los hombros. Un montón de escombros, trozos de dura piedra y el propio dragón, salieron al exterior. Un bramido de triunfo dejó que escapara de su garganta, mientras por fin podía extender las enormes alas. Las batió varias veces cuando subía directamente hacia el cielo, girando varias veces sobre si mismo. Llegó a las blanquísimas nubes en un abrir y cerrar de ojos, y con un par más de sacudidas de las alas, consiguió deshacerlas como si estuvieran hechas de humo, pero le había servido para refrescarse un poco. El dragón entonces bajó en picado, sobrevolando los bosques que había debajo suyo. No debían estar muy lejos de Edimburgo. Miró hacia atrás y pudo divisar que el sitio en el que lo habían tenido encerrado empezaba a derrumbarse poco a poco; era una pequeña montaña, en medio de un gran valle. Rugió mientas sacudía violentamente la cabeza, viró un par de veces en el cielo y se dirigió hacia la dirección en la que sabía que estaba su casa.

Batía suavemente las enormes alas pero volaba a gran velocidad; pasó por encima de grandes ciudades que parecieron ignorar la presencia del animal, hizo carreras con pájaros de metal, a los cuales casi igualaba en tamaño, y paró en un lago para refrescar sus patas, cuyas escamas habían quedado algo dañadas al golpear tantas veces el duro suelo de la cueva; ahí, los humanos que había les sorprendió el verlo, aunque parecían extasiados. Entonces reprendió el camino, y en poco más de veinte minutos, divisó el valle en el que se escondía Hogwarts. Voló a ras del agua del lago, provocando la extraña sensación de que el lago se abría con su travesía y dejaba que enormes olas murieran contra las orillas. Sobrevoló un par de veces el castillo, hasta que decidió un sitio más o menos aceptable para tomar tierra; aunque con eso provocó poderosas corrientes de aire, haciendo que los árboles del bosque prohibido, los cuales estaban a cientos de metros, se removieran y perdieran algunas de sus hojas. Estaba en el límite de uno de los acantilados del colegio, mirando hacia el lago, aunque de vez en cuando giraba la cabeza para observar peligrosamente a cualquiera que intentara acercársele.

OoOoOoO

Severus estaba muy preocupado por el chico, pero no podía hacer nada al respecto. Esa noche había intentado establecer contacto con él, pero había algo que se lo impedía. Pasó lo que le quedaba de horas de sueño, despierto y dando vueltas por el castillo: sabía que no podía morir, pero no era normal que desapareciera en medio de la noche, sin rastro alguno. Quizá se lo había pensado mejor y lo había dejado para siempre. Pero era un pensamiento demasiado cruel, incluso para él. Sabía que Harry no era así.

Esa mañana no pudo ausentarse de dar clase, sabía que hubiera sido peor. Pero a medida que se acercaba el mediodía un nuevo sentimiento fue creciendo en su interior; algo que sentía cada vez que su protegido perdía el control. Después de comer, supo que Harry volvía, aunque fuera en forma reptil. Por Merlín generoso, esa tarde no tenía ninguna clase, daba gracias a las horas dobles de pociones con dos de las casas. Así que subió a la torre de astronomía, vacía a esas horas, para poder ver si el dragón se acercaba, no sabía que forma había adoptado, aunque por la sensación que tenía, debía ser bastante grande, no sabía si tanto como el último, que había tenido crines de fuego. Un extraño viento empezó a soplar, y sus cabellos se soltaron de su lazo de cuero, para volar libres. Entonces lo vio: grande como el campo de quidditch, de un profundo color verde; las alas se hinchaban al batirlas, mientras la cola daba chasquidos contra el viento. Estaba muy lejos, pero ya era una enorme bestia. Lo vio 'abrir' el lago con solo su paso, y como daba un par de vueltas al castillo, dejándolo en las sombras varias veces, además de provocar potentes corrientes de aire, que un poco mas y lo hacen volar del suelo de la torre. Se posó suavemente sobre uno de los acantilados, y así se quedó, mirando el lago, como una bestial estatua que siempre hubiera estado ahí. No dudó en bajar las escaleras que lo conducían a la entrada y entonces echar a andar hacia donde se encontraba el animal. Desde el suelo, era mucho más grande, demasiado grande. Nunca había visto algo tan enorme. Qué había provocado que tomara esa forma? Algo horrible, sin duda. Cuando consiguió llegar hasta las patas delanteras, donde las garras eran tan altas como él mismo y miró hacia arriba, hacia la cabeza, frunció el ceño. Tenía el morro lleno de sangre, pero él no parecía estar herido, algo mas captó su atención, parecía tener algo entre los colmillos. Como si entendiera lo que le pasaba al profesor, el dragón inclinó la enorme cabeza para acercarla al hombre. Entonces la sorpresa del Guardián pasó al horror: entre los colmillos, había trozos de carne, y tenía todo el aspecto de ser humana.

"Que has hecho?" -le susurró mientras pasaba la mano por las bonitas escamas, del tamaño de puños. Eran tan calientes. Con cada respiración que soltaba por la nariz, una potente corriente de aire le hacía ondear el cabello y las túnicas. Los ojos lo seguían sin descanso, esa enorme pupila vertical lo ponía algo nervioso. No parecía muy dispuesto a volver a su forma humana, así que se sentó a su lado mientras el dragón se estiraba cuan largo era y lo protegía con el cuello. Remus se acercó varias veces para ver como estaban ambos, y por la noche, le trajo la cena a Severus, que no quería apartarse del 'chico'. Nadie mas podía acercarse, así que cuando el dragón sentía alguna presencia extraña, daba un latigazo con la cola para asegurarse que no se aproximara más de lo que debía. Todas las clases que debían hacerse en el exterior lógicamente quedaron anuladas, e incluso Hagrid fue obligado a estarse dentro del castillo. Cuando empezaba a oscurecer, el reptil obligó a levantarse al profesor y lo empujó suavemente con el morro, para que entrara al colegio a descansar. Pero Severus no estaba dispuesto a dejarlo solo ahí fuera, así que, aunque pillara una pulmonía, pensaba quedarse a su lado. El animal pareció resignarse, mientras lo cubría con una de las alas, aun agujereada.

Mas allá de la media noche el dragón dejó de serlo, pero tomó el aspecto de Ilfirin, quien cargó a su protector en brazos, y se desapareció para llevarlo al interior del castillo. Lo dejó en su cama, mientras él tomaba prestada una de sus túnicas y se sentaba en los comodísimos sillones delante de la chimenea, en la sala de estar. Él no iba a dormir, y oír llorar y lamentarse a Harry, tampoco lo iba a ayudar en absoluto.

OoOoOoO

Peter Petigrew cambió su forma de animago por la humana y entró, con algo de temor, en la cueva que el chico Potter había destruido. Suerte había tenido de poder transformarse y escapar cuando aun había tenido ocasión. La visión lo trastornó enormemente, esa cueva era de las más profundas y oscuras de las que había estado nunca, y no eran precisamente pocas las que había visto. Pero en ese momento era una sala luminosa: la luz del sol entraba directamente, haciendo relucir incluso el tosco suelo de piedra, que en esos momentos estaba hecho trozos. Pero no era eso lo que lo había perturbado, sino más bien los grotescos trozos de carne y hueso que se esparcían por doquier, y el suelo que estaba bañado en sangre, que seguía brotando de los cuerpos. Algo captó su atención, y es que bajo una enorme piedra de proporciones desmesuradas, podía verse lo que sin duda era su amo. Lord Voldemort seguía vivo, había escapado por los pelos, manteniéndose muy quieto para no revelarse, aunque su silencio le había causado varios huesos rotos, y cortes varios que sangraban profusamente. Colagusano se dirigió rápidamente hacia él para intentar ayudarlo. Levitó la piedra, temblando en el proceso, y lo sacó de ahí. Le daba mucho miedo, pero no iba a permitir que muriera ahora. Quien lo iba a proteger sino?

OoOoO Fin Capítulo 26 OoOoO

Disclaimer: Los personajes pertenecen a J.K.Rowling, excepto el Caballero del Dragon (Ilfirin) que es total y absolutamente mío. No lo uséis sin mi permiso explícito.

Ehm, hola. Después de 2 años de no seguir con la historia he decidido que necesitaba un final. A decir verdad este capítulo (y otros 2 más) ya estaban escritos cuando dejé de actualizar, pero es que necesitaba un descanso. No me pidáis que actualice rápido, haré lo que pueda, aunque espero terminar la historia de una vez por todas, pq de todos los fics que he escrito, este es mi favorito.

Aun así, me gustaría que dejarais reviews para saber si aun hay alguien que lee esto.

Besos,

Silver.