Hola, mi nombre es Elizabeth, aka Silmarwen_Alcarin (eso sucede cuando lees demasiado "El Señor de los Anillos") y esta es la primer historia que publico en Fanfiction.Net, que de hecho no es mía, pero bueno, eso lo diré en el disclaimer. Por lo pronto, espero que les guste y que me hagan saber sus opiniones.

*Disclaimer: Hey Arnold no me pertenece, tampoco esta historia, yo sólo la estoy traduciendo. Hey Arnold es propiedad de Craig Barttlet y la historia original "Arnold's Couch Confessions" es propiedad de DarthRoden.

Ahora sí, a la historia

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Arnold va al psiquiatra

Capítulo 1

¡Este será un largo día!

Esas fueron las palabras exactas que pensó la Dra. Bliss la mañana del Jueves, cuando el Sr. Leighliter prácticamente llevó a Curly a rastras hasta su oficina en el Centro Médico Hillwood.

Esa había sido una sesión algo salvaje, y eso es decir poco.

El Sr. Leighliter estaba montando una representación de la obra de J. R. R. Tolkien, "El Señor de los Anillos", un proyecto ambicioso considerando que el elenco estaba formado por chicos de entre 8 y 12 años de todos los grados de la Escuela Pública 118.

Thadeus "Curly" Gammelthorpe, de la clase de 4º grado del Sr. Simmons, había sido elegido para el papel de Frodo Bolsón, uno de los roles principales de la producción. Se le había otorgado ese papel por ser un buen actor... de hecho resultó ser bastante bueno.

Algunas veces los buenos actores se meten demasiado en su papel. Ese había sido el caso cuando el Sr. Leighliter terminó el primer ensayo de vestuario y Curly (alias Frodo) no estaba dispuesto a regresar ninguno de sus accesorios.

Específicamente, el anillo.

La Dra. Bliss supo desde el momento en que vio a Curly, quien había sido arrastrado hasta su oficina por un iracundo Sr. Leighliter, aún vistiendo el traje de Hobbit de los ensayos, que ese sería un día muy largo. Curly ya había sido mandado ahí antes en muchas ocasiones deferentes.

La Dra. Bliss estaba ahora, de hecho, recostada en su diván, frotando la punta de su nariz y tomando ocasionalmente sorbos de su té, rememorando la hora entera en que el Sr. Leighliter estuvo exigiendo, pidiendo y por último implorándole a Curly que le devolviera el anillo. Curly volteó a verlo con ojos feroces y gritó, "¡No puede tenerlo! ¡Es mío! ¡Vino a mí! ¡ES MI PRECIOSO!" La Dra. Bliss trató entonces de razonar con el trastornado niño sólo para recibir la misma respuesta.

Al final, estuvieron de acuerdo en dejar que Curly se quedara con el anillo hasta que la producción hubiera concluido. Quizás para entonces, razonó la Dra. Bliss, Curly ya hubiera superado esta fase. Después de todo, él no iba a perder el anillo.

Curly había dejado la oficina, acariciando suavemente el pequeño y dorado anillo y diciéndole cosas en un tono meloso.

La Dra. Bliss se recostó en su diván, sorbiendo su té y esperando a que la aspirina hiciera efecto.

'Me pregunto qué otra cosa podría suceder hoy.' Pensó.

Entonces el timbre del intercomunicador sonó. "¿Dra. Bliss?"

La Dra. Bliss se levantó, caminó hacia su escritorio y apretó el botón. "¿Si?"

La voz de su secretaria le respondió, "Hay otro paciente aquí que desea verla, un niño, pero no tiene cita."

"Bueno, no tengo ninguna otra cita acordada para hoy, así que déjalo pasar." Soltó el botón.

Después, fue a sentarse detrás de su escritorio para verse profesional. Ella descubrió que este método siempre hacía que los nuevos pacientes sintieran que estaban en buenas manos.

La puerta de su oficina se abrió, y la Dra. Bliss alzó las cejas, aunque el resto de su cara permaneció serena.

Del otro lado de la puerta había un niño bajito y delgado con cabello rubio y una pequeña gorra azul colocada encima de su cabeza, la cual era notablemente parecida a un balón de fútbol americano.

La Dra. Bliss sonrió para ella misma. Ella sabía muy bien quién era Arnold.

'Bueno', pensó, 'hay mucho qué esperar del resto de la tarde.'