CAPÍTULO 1: UNA CHICA PELIRROJA
Una noche de invierno, un caballero dorado fue llamado por Shion a la habitación de Atena, pues Saori quería hablar con él.
-¿Me llamó, señorita Kiddo?- preguntó el caballero al estar a solas con ella.
-Sí, Afrodita. Tengo algo muy importante que confiarte...-
-La escucho-
-Necesito que te encargues de entrenar a...- y Saori señaló a una persona que estaba ahí de pie.
-Claro- dijo Afrodita- pero ¿porqué tanto secreto?-
-Shion me lo recomendó. No quiero que nadie se entere de quien está bajo tu tutela, porque es muy peligroso. Ningún otro caballero dorado debe saberlo. ¡Ninguno! Pronto sabrás porque...-
-Entendido-
-Dos cosas más- dijo Saori- una vez que termine de entrenar un día, debes dejar que salga del Santuario, si lo desea...-
-¿Y la otra...?-
Saori miró fijamente al caballero y suspiró antes de responder.
***************
Pasaron varios meses después de la entrevista de Afrodita con Saori. Era un día tranquilo en el Santuario. El cielo despejado de mediodía permitía que el sol bañara los techos de las casas. En ese momento, la mayoría de los caballeros dorados estaban muy ocupados, entrenado a sus discípulos.
En la casa de Aries, Mu estaba de pie en la entrada, observando con cuidado los movimientos de Kiki, mientras este intentaba hacer un Cristal Wall. En Tauro, Aldebarán entrenaba a un chico canadiense que acababa de llegar al Santuario. Muy contrario a su maestro, el chico de nombre Pierre no era muy alto, de piel clara y de cabellos negros. En Géminis, Saga y Kanon perfeccionaban sus poderes, pues ambos compartían la armadura y no tenían discípulos. Máscara Mortal, en Cáncer, entrenaba a su sobrino Dante que acababa de llegar de Sicilia. El chico era exactamente igual a su tío en todos los sentidos (n/a: por desgracia, pobre muchacho). Aioria no estaba en la casa de Leo, sino que se encontraba cerca del recinto de las amazonas. El y su hermano Aioros entrenaban a una chica española de nombre Ana. En la casa de Virgo, un chico rubio de ojos azules llamado Rahula entrenaba bajo la tutela de su hermano mayor Shaka. Milo, por su parte, compartía sus técnicas en la casa de Escorpión con su discípulo Alejandro, un chico griego de cabellos negros y ojos azules. Ni Shura ni Camus tenían discípulos, así que ambos vigilaban a los guardias, asegurándose que estuvieran haciendo bien su trabajo. Afrodita estaba también en su casa, entrenando a su discípulo, pero esa era otra historia muy diferente.
Los caballeros dorados sospechaban que Saori le había encomendado especialmente a Afrodita ese chico, aunque nadie entendía porque. Y nadie lo había visto o hablado con él antes. Afrodita lo acompañaba todos los días a los límites del Santuario por las tardes y lo esperaba en las mañanas. Una vez, Mu y Milo lo alcanzaron a ver desde lejos, mientras conversaban en el templo del primero. El chico era apenas unos centímetros más bajo que su maestro. Tenía la misma ropa de entrenamiento de la mayoría de los chicos del Santuario; usaba una muñequera que tenía colocada a la altura de su brazo izquierdo, casi llegando al hombro, y una pañoleta negra amarrada al estilo de pirata que cubría todo su cabello y la mayor parte de su frente.
A pesar de todo, cuando fue cuestionado por los otros, Afrodita solo les dijo que el chico estaba a su cuidado por orden de Saori y no podía decirles más porque había prometido guardar el secreto. Esta explicación pareció satisfacer la curiosidad de todos: sabían que no debían meterse en los asuntos secretos de Saori o ella misma los hacía papilla.
-Bien, Alejandro, es suficiente por hoy- dijo Milo a su aprendiz- ya puedes irte. Te veo el lunes-
-Gracias, maestro- dijo el chico, y desapareció. Milo suspiró. Que aburrido... toda la mañana practicando con su alumno. El caballero comenzó a idear un plan para su tarde... después de todo, era viernes, y podía desvelarse si se le antojaba. Estaba aún pensando en ir a buscar a Camus y Shura, cuando un chico pasó cabizbajo por su casa... Milo lo reconoció: era el chico que entrenaba Afrodita.
-Hola- dijo Milo, haciendo que el chico levantara la vista. Sus ojos azules se clavaron en los del caballero de Escorpión, antes de volver la vista al suelo- ¿qué haces tu solo? Creí que Afrodita te acompañaba siempre a la puerta...-
-Hoy...no...pudo- dijo el chico con voz ronca- me mandó solo...ya conozco el camino...con permiso- y siguió caminando cabizbajo.
Milo solo se encogió de hombros.
-Bah, que demonios...- murmuró para sí mismo- iré a buscar a aquellos dos para ver que haremos esta noche...-
*****************
-Descansa un rato, Kiki- dijo Mu, satisfecho con el Cristal Wall que acababa de conjurar su aprendiz- lo has hecho muy bien...-
-Vaya, ya era hora- dijo Kiki- parecía que ninguno de mis intentos te gustaba...-
-Pues si los hicieras como deben ser, tal vez me gustarían...- murmuró Mu, un poco fastidiado. Se estiró con ganas y bostezó.
-¿Estás cansado, maestro?-
-¿Tu qué crees?- dijo Mu abrazando a su alumno y casi dejándolo sin respirar- teniéndote aquí toda la mañana haciendo el mismo truco...-
-Mu...Kiki...no...respirando...- dijo Kiki luchando por liberarse del abrazo. Al final, optó por teletransportarse y se alejó varios metros de Mu.
-No seas exagerado, Kiki- dijo Mu, sonriendo- no aguantas nada...-
-Bueno, mejor ya me voy, antes de que quieras probar alguna de tus técnicas en mí...- dijo el pequeño pelirrojo, ya que acababa de ser liberado de sus deberes.
-Bien... te espero el lunes a la misma hora...-
-De acuerdo- dijo Kiki antes de desaparecer.
Mu se levantó de donde estaba sentado, satisfecho. Bostezó de nuevo. Lo pensó bien, tal vez un baño antes de salir a comer le vendría bien. Se dirigió a su casa con esa idea, cuando vio a un chico saliendo cabizbajo por ella. Mu se puso en guardia, pero de pronto lo reconoció. Era el misterioso aprendiz de Afrodita.
A diferencia de Milo, Mu no dijo nada, solo permitió que el chico pasara hacia abajo mientras lo observaba con interés. Había un aura extraña en ese chico. Pero fuera de eso, el joven caballero no podía entender porqué la insistencia de que se guarde en secreto su identidad. Tal vez había otra razón poco evidente.
-Te picó la misma mosca, ¿verdad?- dijo una voz detrás de él.
-¿A qué te refieres, Milo?- preguntó Mu.
-A que también te dio curiosidad el chiquillo alumno de Afrodita-
-Pues... para que te digo que no...- dijo Mu, pensativo. Suspiró.
-¿Ibas a darte un baño?-dijo Milo. Mu asintió- bueno, entonces te espero-
-¿Para?-
-Para ir a comer... me muero de hambre- dijo Milo.
***************
-Hola, Shaka, ¿has terminado con tu hermano?-
-Sí, Camus. Rahula aprende rápido...- dijo Shaka sonriendo ligeramente, orgulloso del desempeño de su hermano menor.
-Oye, ¿de pura casualidad no has visto a Milo?-
-Ahora que lo mencionas- dijo Shaka- no lo vi, pero sentí su cosmo bajar... creo que está en la casa de Aries- Camus lo miró con curiosidad- creo que iba siguiendo al chico, el alumno de Afrodita...-
-Solo espero que ese intento de alacrán no se meta en problemas- dijo Camus- Saori fue muy clara con respecto a dejar en paz a ese chico...-
Shaka sonrió. Meterse en problemas era la especialidad de Milo. Y meterlos en problemas a ellos, de paso... Camus suspiró, adivinando los pensamientos del otro caballero.
-Bueno- dijo Camus- supongo que debo ir a buscarlo antes de que haga una tontería...-
*************
-Muy bien, Ana- dijo Aiorios
-Ya es suficiente -dijo Aioria- vete a descansar por hoy, y te vemos el lunes-
-Gracias- Ana les sonrió. Desafortunadamente, los dos caballeros no la pudieron ver por estar oculta tras la máscara que las amazonas debían usar. La chica se despidió y volvió con las otras amazonas. Aioros suspiró mientras veía a la chica alejarse.
-¿Qué pasa, hermano?-preguntó Aioria. Pocas veces antes había visto a su hermano así.
-Nada- murmuró el otro caballero dorado, algo entristecido- yo...bueno, supongo que debes estar muy feliz ahora que estás con Marín, ¿verdad?-
Aioria asintió, mientras su hermano mayor suspiraba de nuevo.
-Aioros, yo creo que no es tu culpa que aún no hayas encontrado una chica de tu agrado. Tal vez es porque trabajas mucho...-
-Tal vez- murmuró Aioros, aunque su ánimo no mejoró mucho.
-Tengo una idea- dijo Aioria- ¿qué te parece si me dejas a mí el trabajo de entrenar a Ana? Así tú tendrás más tiempo libre, como Shura y Camus...-
-Quizá tengas razón- dijo Aioros, un poco más animado- iré a ver si puedo salir con los otros-
-Genial- dijo Aioria mientras su hermano se alejaba corriendo.
*************
-Listo, Milo- dijo Mu, saliendo a la entrada del templo de Aries, donde el caballero de Escorpión lo estaba esperando.
-Vaya, ya era hora- dijo Milo un tanto impaciente- ni una chica se tarda tanto...creí haberte dicho que me moría de hambre-
-Sí, lo mencionaste...-dijo Mu, fingiendo estar pensativo- aunque no fue necesario, pues tu estómago habló por ti-
Mientras Mu hablaba, se escuchó un fuerte rugido proveniente del vientre de Milo, que hizo que el santo de Aries riera.
-Muy gracioso, Mu, muy gracioso...-dijo Milo- ahora vámonos, antes de que mi estómago se digiera a sí mismo...-
No alcanzaron a bajar ni dos escalones, cuando Camus llegó corriendo.
-Oigan, chicos- gritó el caballero de Acuario- ¿a dónde van?-
-A comer- dijo Milo.
-Antes de que Milo se coma el Santuario...- agregó Mu.
-¿No andarás buscando a ese chico...?- preguntó Camus.
-Ni que estuviera loco- dijo Milo- no me gustaría que Saori me partiera el cráneo en dos con ese báculo desmesurado que tiene...-
-¿Quieres dejar de quejarte?- dijo Mu- creí que estabas 'muerto' de hambre-
-Lo estoy- dijo Milo- ¿vienes, Camus?-
-Yo ya comí- dijo Camus- pero los acompaño...-
Y, ¿qué creen? Bajaron dos escalones más, y otro caballero dorado venía corriendo, llamando a los tres chicos que se disponían a retirarse. Era Aioros.
-Hola, chicos, ¿a dónde iban?-
-A comer- gruñó Milo- ¿quieres venir o te quedas?-
-Uy, parece que el insecto se levantó del lado equivocado de la cama el día de hoy...- dijo Aioros burlonamente.
-Mejor no digas nada, Aioros- dijo Mu- y vámonos todos antes de que Milo nos coma a nosotros...-
***********
Una chica pelirroja caminaba por las calles de la ciudad de Atenas. Sus cabellos, mezcla de mechones rojos y castaños, eran tan cortos que apenas rozaban su cuello. La chica entró al restaurante. No era uno lujoso ni caro. La mayor parte de la gente que concurría ese lugar eran turistas, estudiantes o caballeros. Ella parecía molesta de las miradas que le lanzaban los hombres en aquel lugar. ¿Es que todos los hombres tenían que portarse como cretinos?
-¿Una mesa?- preguntó el mesero que estaba en la puerta. La chica asintió- ¿y para cuántas personas?-
-Solo una- respondió la pelirroja. Un tipejo sucio y panzón le guiñó el ojo mientras se sentaba donde el mesero le indicó. Ella solo se volteó molesta.
-¿Porqué tan sola, muñeca?- preguntó un chico mas o menos de su edad, acercándose a ella por detrás.
-Porque quiero- respondió ella, poniendo cara de pocos amigos- y pobre de ti si me molestas...-
El intruso la dejó y ella pudo ordenar. Mientras esperaba la comida, vio a cuatro chicos que acababan de llegar. Caballeros. Los miró, desganada... era lo único interesante que sucedía por esos rumbos.
Los cuatro chicos se sentaron. La presencia de una chica tan bonita llamó la atención de Milo, y le dio un codazo a Mu para que la notara.
-Mira esa chica- le dijo Milo- la conocí el otro día...-
El caballero de Aries observó a la pelirroja con discreción. Era muy linda, y se parecía a...alguien, pero no atinaba a recordar quien. La chica vestía pantalón de mezclilla y una blusa blanca, que hacía resaltar, si era posible, aún más el color de su cabello. Calzaba unas sandalias color marrón; y llevaba en la frente, un poco arriba de las cejas, una banda color azul oscuro que combinaba perfectamente con el color de sus ojos. Esos ojos...
-Mu, ¿te sientes bien?- murmuró Camus, sorprendido de que Mu se quedara viendo fijamente un punto por tanto tiempo.
-No es nada- dijo Mu con seriedad, volviendo a la realidad, aunque sus mejillas habían cobrado un ligero tinte algo... parecido a los cabellos de la chica.
-Es bonita- dijo Milo- y veo que no somos los únicos que pensamos así...-
Milo tenía razón. Por lo menos la mitad del restaurante, incluyendo los meseros, observaban a la chica como si nunca hubieran visto a una mujer en toda su vida, y esto parecía molestarle mucho a ella, porque se levantó de mal humor cuando el chico que la había llamado 'muñeca' hacía unos minutos volvió a molestarla, junto con otro tipo alto. Al parecer, el chico no planeaba darse por vencido, y la tomó del brazo. Ella trató sin éxito de zafarse. Los caballeros dorados observaron la escena. Mu le hechó a Milo una mirada.
-Sí, ya sé- Milo se levantó y se dirigió a donde estaban los dos.
-¡Que me sueltes! No iré a ningún lado contigo...-
-Por las buenas o por las malas te vamos a llevar, bonita- dijo el chico- así que deja de hacerte la difícil o...-
-¿O qué?- dijo Milo, interrumpiéndolo- ¿qué no escuchaste a la señorita?-
-¡Milo!- dijo la chica con una sonrisa, reconociendo al caballero dorado.
Milo le ofreció su brazo, el que la chica aceptó para alejarse junto con él del chico y del tipo alto. Milo la llevó a la mesa donde estaban sus tres compañeros.
-Gracias, Milo- dijo ella- no sabes cuanto te lo agradezco...-
-No es nada, linda- dijo Milo. Al parecer, estas palabras no molestaban a la chica si venían de parte de Milo- te presento a mis compañeros: Mu, Aioros y Camus, ellos también son caballeros dorados de Aries, Sagitario y Acuario-
La chica los observó con cuidado, pasando la vista de Camus a Aioros y de éste a Mu. Ella lo miró al principio asustada, como si se tratara de un ser extraño, y miró con mucha curiosidad las marcas en la frente del caballero, haciendo que éste se sonrojara. Al parecer, ella se dio cuenta de ello, porque apartó los ojos de él y sonrió.
-Mucho gusto- dijo la chica. -Ella es Sofía- dijo Milo. 'Sofía' pensó Mu 'su nombre es griego, pero sus facciones no lo parecen...'
-La conocí el otro día, cuando salí a una fiesta...- explicó Milo.
-...sin el permiso de Saori- dijo Camus.
-Ay, Camus, te he dicho un millón de veces que no seas exagerado- dijo Milo- por una noche que llegue tarde, nadie se muere...-
-Si solo fuera una noche, pero son casi todas...- dijo Camus.
-¿Y siempre son así contigo?- preguntó Aioros.
-Peor- dijo Sofía, un tanto molesta- odio que me pase esto...a veces, me gustaría ser caballero femenino para usar máscara todo el tiempo...-
-Pues tal vez así te dejan de molestar- dijo Milo con una sonrisa- no porque no te veas bonita, sino porque tendrán miedo a que los mates a golpes...-
-Tal vez- dijo Sofía, riendo.
-O consíguete como novio un caballero que los ahuyente por ti...- sugirió Aioros.
-Para eso tengo a mi amigo Milo- dijo Sofía.
Un rato después, se estaban despidiendo de Sofía y volvieron al Santuario a sus respectivos templos. Camus pasó todo el camino regañando a Milo por su conducta de desaparecer las noches y conocer chicas, tanto, que Milo agradeció cuando llegó a la casa de Escorpión y su amigo siguió de largo. Aioros estaba contento de, por lo menos, cambiar un poco la rutina. Y Mu... no podía dejar de pensar... ¿dónde había visto esos ojos antes?
CONTINUARÁ...
Una noche de invierno, un caballero dorado fue llamado por Shion a la habitación de Atena, pues Saori quería hablar con él.
-¿Me llamó, señorita Kiddo?- preguntó el caballero al estar a solas con ella.
-Sí, Afrodita. Tengo algo muy importante que confiarte...-
-La escucho-
-Necesito que te encargues de entrenar a...- y Saori señaló a una persona que estaba ahí de pie.
-Claro- dijo Afrodita- pero ¿porqué tanto secreto?-
-Shion me lo recomendó. No quiero que nadie se entere de quien está bajo tu tutela, porque es muy peligroso. Ningún otro caballero dorado debe saberlo. ¡Ninguno! Pronto sabrás porque...-
-Entendido-
-Dos cosas más- dijo Saori- una vez que termine de entrenar un día, debes dejar que salga del Santuario, si lo desea...-
-¿Y la otra...?-
Saori miró fijamente al caballero y suspiró antes de responder.
***************
Pasaron varios meses después de la entrevista de Afrodita con Saori. Era un día tranquilo en el Santuario. El cielo despejado de mediodía permitía que el sol bañara los techos de las casas. En ese momento, la mayoría de los caballeros dorados estaban muy ocupados, entrenado a sus discípulos.
En la casa de Aries, Mu estaba de pie en la entrada, observando con cuidado los movimientos de Kiki, mientras este intentaba hacer un Cristal Wall. En Tauro, Aldebarán entrenaba a un chico canadiense que acababa de llegar al Santuario. Muy contrario a su maestro, el chico de nombre Pierre no era muy alto, de piel clara y de cabellos negros. En Géminis, Saga y Kanon perfeccionaban sus poderes, pues ambos compartían la armadura y no tenían discípulos. Máscara Mortal, en Cáncer, entrenaba a su sobrino Dante que acababa de llegar de Sicilia. El chico era exactamente igual a su tío en todos los sentidos (n/a: por desgracia, pobre muchacho). Aioria no estaba en la casa de Leo, sino que se encontraba cerca del recinto de las amazonas. El y su hermano Aioros entrenaban a una chica española de nombre Ana. En la casa de Virgo, un chico rubio de ojos azules llamado Rahula entrenaba bajo la tutela de su hermano mayor Shaka. Milo, por su parte, compartía sus técnicas en la casa de Escorpión con su discípulo Alejandro, un chico griego de cabellos negros y ojos azules. Ni Shura ni Camus tenían discípulos, así que ambos vigilaban a los guardias, asegurándose que estuvieran haciendo bien su trabajo. Afrodita estaba también en su casa, entrenando a su discípulo, pero esa era otra historia muy diferente.
Los caballeros dorados sospechaban que Saori le había encomendado especialmente a Afrodita ese chico, aunque nadie entendía porque. Y nadie lo había visto o hablado con él antes. Afrodita lo acompañaba todos los días a los límites del Santuario por las tardes y lo esperaba en las mañanas. Una vez, Mu y Milo lo alcanzaron a ver desde lejos, mientras conversaban en el templo del primero. El chico era apenas unos centímetros más bajo que su maestro. Tenía la misma ropa de entrenamiento de la mayoría de los chicos del Santuario; usaba una muñequera que tenía colocada a la altura de su brazo izquierdo, casi llegando al hombro, y una pañoleta negra amarrada al estilo de pirata que cubría todo su cabello y la mayor parte de su frente.
A pesar de todo, cuando fue cuestionado por los otros, Afrodita solo les dijo que el chico estaba a su cuidado por orden de Saori y no podía decirles más porque había prometido guardar el secreto. Esta explicación pareció satisfacer la curiosidad de todos: sabían que no debían meterse en los asuntos secretos de Saori o ella misma los hacía papilla.
-Bien, Alejandro, es suficiente por hoy- dijo Milo a su aprendiz- ya puedes irte. Te veo el lunes-
-Gracias, maestro- dijo el chico, y desapareció. Milo suspiró. Que aburrido... toda la mañana practicando con su alumno. El caballero comenzó a idear un plan para su tarde... después de todo, era viernes, y podía desvelarse si se le antojaba. Estaba aún pensando en ir a buscar a Camus y Shura, cuando un chico pasó cabizbajo por su casa... Milo lo reconoció: era el chico que entrenaba Afrodita.
-Hola- dijo Milo, haciendo que el chico levantara la vista. Sus ojos azules se clavaron en los del caballero de Escorpión, antes de volver la vista al suelo- ¿qué haces tu solo? Creí que Afrodita te acompañaba siempre a la puerta...-
-Hoy...no...pudo- dijo el chico con voz ronca- me mandó solo...ya conozco el camino...con permiso- y siguió caminando cabizbajo.
Milo solo se encogió de hombros.
-Bah, que demonios...- murmuró para sí mismo- iré a buscar a aquellos dos para ver que haremos esta noche...-
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-Descansa un rato, Kiki- dijo Mu, satisfecho con el Cristal Wall que acababa de conjurar su aprendiz- lo has hecho muy bien...-
-Vaya, ya era hora- dijo Kiki- parecía que ninguno de mis intentos te gustaba...-
-Pues si los hicieras como deben ser, tal vez me gustarían...- murmuró Mu, un poco fastidiado. Se estiró con ganas y bostezó.
-¿Estás cansado, maestro?-
-¿Tu qué crees?- dijo Mu abrazando a su alumno y casi dejándolo sin respirar- teniéndote aquí toda la mañana haciendo el mismo truco...-
-Mu...Kiki...no...respirando...- dijo Kiki luchando por liberarse del abrazo. Al final, optó por teletransportarse y se alejó varios metros de Mu.
-No seas exagerado, Kiki- dijo Mu, sonriendo- no aguantas nada...-
-Bueno, mejor ya me voy, antes de que quieras probar alguna de tus técnicas en mí...- dijo el pequeño pelirrojo, ya que acababa de ser liberado de sus deberes.
-Bien... te espero el lunes a la misma hora...-
-De acuerdo- dijo Kiki antes de desaparecer.
Mu se levantó de donde estaba sentado, satisfecho. Bostezó de nuevo. Lo pensó bien, tal vez un baño antes de salir a comer le vendría bien. Se dirigió a su casa con esa idea, cuando vio a un chico saliendo cabizbajo por ella. Mu se puso en guardia, pero de pronto lo reconoció. Era el misterioso aprendiz de Afrodita.
A diferencia de Milo, Mu no dijo nada, solo permitió que el chico pasara hacia abajo mientras lo observaba con interés. Había un aura extraña en ese chico. Pero fuera de eso, el joven caballero no podía entender porqué la insistencia de que se guarde en secreto su identidad. Tal vez había otra razón poco evidente.
-Te picó la misma mosca, ¿verdad?- dijo una voz detrás de él.
-¿A qué te refieres, Milo?- preguntó Mu.
-A que también te dio curiosidad el chiquillo alumno de Afrodita-
-Pues... para que te digo que no...- dijo Mu, pensativo. Suspiró.
-¿Ibas a darte un baño?-dijo Milo. Mu asintió- bueno, entonces te espero-
-¿Para?-
-Para ir a comer... me muero de hambre- dijo Milo.
***************
-Hola, Shaka, ¿has terminado con tu hermano?-
-Sí, Camus. Rahula aprende rápido...- dijo Shaka sonriendo ligeramente, orgulloso del desempeño de su hermano menor.
-Oye, ¿de pura casualidad no has visto a Milo?-
-Ahora que lo mencionas- dijo Shaka- no lo vi, pero sentí su cosmo bajar... creo que está en la casa de Aries- Camus lo miró con curiosidad- creo que iba siguiendo al chico, el alumno de Afrodita...-
-Solo espero que ese intento de alacrán no se meta en problemas- dijo Camus- Saori fue muy clara con respecto a dejar en paz a ese chico...-
Shaka sonrió. Meterse en problemas era la especialidad de Milo. Y meterlos en problemas a ellos, de paso... Camus suspiró, adivinando los pensamientos del otro caballero.
-Bueno- dijo Camus- supongo que debo ir a buscarlo antes de que haga una tontería...-
*************
-Muy bien, Ana- dijo Aiorios
-Ya es suficiente -dijo Aioria- vete a descansar por hoy, y te vemos el lunes-
-Gracias- Ana les sonrió. Desafortunadamente, los dos caballeros no la pudieron ver por estar oculta tras la máscara que las amazonas debían usar. La chica se despidió y volvió con las otras amazonas. Aioros suspiró mientras veía a la chica alejarse.
-¿Qué pasa, hermano?-preguntó Aioria. Pocas veces antes había visto a su hermano así.
-Nada- murmuró el otro caballero dorado, algo entristecido- yo...bueno, supongo que debes estar muy feliz ahora que estás con Marín, ¿verdad?-
Aioria asintió, mientras su hermano mayor suspiraba de nuevo.
-Aioros, yo creo que no es tu culpa que aún no hayas encontrado una chica de tu agrado. Tal vez es porque trabajas mucho...-
-Tal vez- murmuró Aioros, aunque su ánimo no mejoró mucho.
-Tengo una idea- dijo Aioria- ¿qué te parece si me dejas a mí el trabajo de entrenar a Ana? Así tú tendrás más tiempo libre, como Shura y Camus...-
-Quizá tengas razón- dijo Aioros, un poco más animado- iré a ver si puedo salir con los otros-
-Genial- dijo Aioria mientras su hermano se alejaba corriendo.
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-Listo, Milo- dijo Mu, saliendo a la entrada del templo de Aries, donde el caballero de Escorpión lo estaba esperando.
-Vaya, ya era hora- dijo Milo un tanto impaciente- ni una chica se tarda tanto...creí haberte dicho que me moría de hambre-
-Sí, lo mencionaste...-dijo Mu, fingiendo estar pensativo- aunque no fue necesario, pues tu estómago habló por ti-
Mientras Mu hablaba, se escuchó un fuerte rugido proveniente del vientre de Milo, que hizo que el santo de Aries riera.
-Muy gracioso, Mu, muy gracioso...-dijo Milo- ahora vámonos, antes de que mi estómago se digiera a sí mismo...-
No alcanzaron a bajar ni dos escalones, cuando Camus llegó corriendo.
-Oigan, chicos- gritó el caballero de Acuario- ¿a dónde van?-
-A comer- dijo Milo.
-Antes de que Milo se coma el Santuario...- agregó Mu.
-¿No andarás buscando a ese chico...?- preguntó Camus.
-Ni que estuviera loco- dijo Milo- no me gustaría que Saori me partiera el cráneo en dos con ese báculo desmesurado que tiene...-
-¿Quieres dejar de quejarte?- dijo Mu- creí que estabas 'muerto' de hambre-
-Lo estoy- dijo Milo- ¿vienes, Camus?-
-Yo ya comí- dijo Camus- pero los acompaño...-
Y, ¿qué creen? Bajaron dos escalones más, y otro caballero dorado venía corriendo, llamando a los tres chicos que se disponían a retirarse. Era Aioros.
-Hola, chicos, ¿a dónde iban?-
-A comer- gruñó Milo- ¿quieres venir o te quedas?-
-Uy, parece que el insecto se levantó del lado equivocado de la cama el día de hoy...- dijo Aioros burlonamente.
-Mejor no digas nada, Aioros- dijo Mu- y vámonos todos antes de que Milo nos coma a nosotros...-
***********
Una chica pelirroja caminaba por las calles de la ciudad de Atenas. Sus cabellos, mezcla de mechones rojos y castaños, eran tan cortos que apenas rozaban su cuello. La chica entró al restaurante. No era uno lujoso ni caro. La mayor parte de la gente que concurría ese lugar eran turistas, estudiantes o caballeros. Ella parecía molesta de las miradas que le lanzaban los hombres en aquel lugar. ¿Es que todos los hombres tenían que portarse como cretinos?
-¿Una mesa?- preguntó el mesero que estaba en la puerta. La chica asintió- ¿y para cuántas personas?-
-Solo una- respondió la pelirroja. Un tipejo sucio y panzón le guiñó el ojo mientras se sentaba donde el mesero le indicó. Ella solo se volteó molesta.
-¿Porqué tan sola, muñeca?- preguntó un chico mas o menos de su edad, acercándose a ella por detrás.
-Porque quiero- respondió ella, poniendo cara de pocos amigos- y pobre de ti si me molestas...-
El intruso la dejó y ella pudo ordenar. Mientras esperaba la comida, vio a cuatro chicos que acababan de llegar. Caballeros. Los miró, desganada... era lo único interesante que sucedía por esos rumbos.
Los cuatro chicos se sentaron. La presencia de una chica tan bonita llamó la atención de Milo, y le dio un codazo a Mu para que la notara.
-Mira esa chica- le dijo Milo- la conocí el otro día...-
El caballero de Aries observó a la pelirroja con discreción. Era muy linda, y se parecía a...alguien, pero no atinaba a recordar quien. La chica vestía pantalón de mezclilla y una blusa blanca, que hacía resaltar, si era posible, aún más el color de su cabello. Calzaba unas sandalias color marrón; y llevaba en la frente, un poco arriba de las cejas, una banda color azul oscuro que combinaba perfectamente con el color de sus ojos. Esos ojos...
-Mu, ¿te sientes bien?- murmuró Camus, sorprendido de que Mu se quedara viendo fijamente un punto por tanto tiempo.
-No es nada- dijo Mu con seriedad, volviendo a la realidad, aunque sus mejillas habían cobrado un ligero tinte algo... parecido a los cabellos de la chica.
-Es bonita- dijo Milo- y veo que no somos los únicos que pensamos así...-
Milo tenía razón. Por lo menos la mitad del restaurante, incluyendo los meseros, observaban a la chica como si nunca hubieran visto a una mujer en toda su vida, y esto parecía molestarle mucho a ella, porque se levantó de mal humor cuando el chico que la había llamado 'muñeca' hacía unos minutos volvió a molestarla, junto con otro tipo alto. Al parecer, el chico no planeaba darse por vencido, y la tomó del brazo. Ella trató sin éxito de zafarse. Los caballeros dorados observaron la escena. Mu le hechó a Milo una mirada.
-Sí, ya sé- Milo se levantó y se dirigió a donde estaban los dos.
-¡Que me sueltes! No iré a ningún lado contigo...-
-Por las buenas o por las malas te vamos a llevar, bonita- dijo el chico- así que deja de hacerte la difícil o...-
-¿O qué?- dijo Milo, interrumpiéndolo- ¿qué no escuchaste a la señorita?-
-¡Milo!- dijo la chica con una sonrisa, reconociendo al caballero dorado.
Milo le ofreció su brazo, el que la chica aceptó para alejarse junto con él del chico y del tipo alto. Milo la llevó a la mesa donde estaban sus tres compañeros.
-Gracias, Milo- dijo ella- no sabes cuanto te lo agradezco...-
-No es nada, linda- dijo Milo. Al parecer, estas palabras no molestaban a la chica si venían de parte de Milo- te presento a mis compañeros: Mu, Aioros y Camus, ellos también son caballeros dorados de Aries, Sagitario y Acuario-
La chica los observó con cuidado, pasando la vista de Camus a Aioros y de éste a Mu. Ella lo miró al principio asustada, como si se tratara de un ser extraño, y miró con mucha curiosidad las marcas en la frente del caballero, haciendo que éste se sonrojara. Al parecer, ella se dio cuenta de ello, porque apartó los ojos de él y sonrió.
-Mucho gusto- dijo la chica. -Ella es Sofía- dijo Milo. 'Sofía' pensó Mu 'su nombre es griego, pero sus facciones no lo parecen...'
-La conocí el otro día, cuando salí a una fiesta...- explicó Milo.
-...sin el permiso de Saori- dijo Camus.
-Ay, Camus, te he dicho un millón de veces que no seas exagerado- dijo Milo- por una noche que llegue tarde, nadie se muere...-
-Si solo fuera una noche, pero son casi todas...- dijo Camus.
-¿Y siempre son así contigo?- preguntó Aioros.
-Peor- dijo Sofía, un tanto molesta- odio que me pase esto...a veces, me gustaría ser caballero femenino para usar máscara todo el tiempo...-
-Pues tal vez así te dejan de molestar- dijo Milo con una sonrisa- no porque no te veas bonita, sino porque tendrán miedo a que los mates a golpes...-
-Tal vez- dijo Sofía, riendo.
-O consíguete como novio un caballero que los ahuyente por ti...- sugirió Aioros.
-Para eso tengo a mi amigo Milo- dijo Sofía.
Un rato después, se estaban despidiendo de Sofía y volvieron al Santuario a sus respectivos templos. Camus pasó todo el camino regañando a Milo por su conducta de desaparecer las noches y conocer chicas, tanto, que Milo agradeció cuando llegó a la casa de Escorpión y su amigo siguió de largo. Aioros estaba contento de, por lo menos, cambiar un poco la rutina. Y Mu... no podía dejar de pensar... ¿dónde había visto esos ojos antes?
CONTINUARÁ...