Disclamer: CCS no me pertenece, todos sabemos que es de las CLAMP. Yo solo me dedico a jugar un poco con las mentes de sus personajes.



Un Gran Secreto III

Epílogo

Confesiones del Alma "Seguir, vengarse, sentir"

Londres no le gustaba. Era una ciudad sin alma, sin vida, sin colores… sin magia. Sus antiguos edificios y la seriedad de su gente la desesperaban. Nada le gustaba. Ni el odioso frío, ni el tierno otoño, tampoco la suave primavera.

Nada le gustaba. Aunque si había que ser sinceros… No había ciudad en el mundo que le gustara… porque ellos ya no estaban en ninguna de ellas.

Con la inercia que ahora era su rutina, caminó por el enorme departamento hasta el último bastión de esperanza que existía para ella en el mundo.

Las ventanas de la pequeña habitación estaban justo frente a la plaza, en donde la gente solía caminar en silencio y con algo parecido a un orden inconciente que seguían ciegamente. Londres le parecía una ciudad tan mecánica…

El sol entraba por la ventana, alumbrando la pequeña cuna. Con sus ojos vacíos de vida intentó amar al niño que veía en ella, pero no logró. Y al notarlo –otra vez –lloró. Todo, incluso su capacidad de amar, había muerto ese día, en medio del fuego y la destrucción. Su corazón había explotado tal como su mansión lo había hecho. Su alma se había quemado como los cerezos que él había plantado para ella en los enormes jardines.

-Hieng…

Un segundo llanto le hizo desviar la vista. Una segunda cuna, más hacia la pared, tan iluminada por el sol como la primera, en suaves colores castaños y arenas con un enorme lobo de peluche en una de sus esquinas.

-Mao… no llores…

Junto a su hermana, el niño –llamado Hieng –despertó, comenzando a llorar. Sakura les miró a ambos, recordando el último abrazo que había dado a su amado…

Hieng si es niño… Mao si es niña…

Rota por el dolor, comenzó a llorar de nuevo, en medio de ambas cunas. Estaba sola y con el alma muerta… ¿Cómo podría ser capaz de cuidar de esos pequeños que necesitaban de una madre fuerte en esos momentos?

-¡Lo siento¡Lo siento tanto¡No puedo Syaoran!... Sin ti no puedo…

Sus lágrimas llamaron la atención de Nakuru, que cruzó rápidamente los pasillos para abrazarla y consolarla con palabras de aliento. Acto seguido apareció Spinel en la habitación, para apoyar a su compañera. Con el paso mas lento y sin alas, Kerberos arribó después, solo para dirigirse lentamente hacia la cuna de Hieng y comenzar a mecerla, ayudado de sus enormes patas. Al verlo, la Bestia Negra del Sol le imitó en la cuna de Mao.

Akitsuki observó en silencio la escena, oprimida por el dolor y la angustia de no poder hacer nada. Tanto la Card Master como la Bestia del Sello se consumían lentamente, sin ver la nueva razón de vivir que lloraba en sus cunas color arena, con enormes peluches de lobos pardos en sus esquinas.

-Por favor Sakura-chan… Mao y Hieng te necesitan… Debes ser fuerte…

Kerberos se mantuvo dando la espalda a ambas mujeres, de frente a la cuna, empujándola suavemente con su pata derecha, con la enorme cabeza apuntando el suelo, llorando sus invisibles lágrimas por el hermano que había perdido, por la mitad de su vida que le habían robado. No había podido despedirse de él… las chicas habían salido rápidamente de la casa para la venta nocturna, y apenas y le vio cuando salió volando por la ventana del segundo piso. Por el rabillo de su ojo dorado vio su melena plateada en la puerta, despidiendo a su maestra…

Ni siquiera dijo un: "Nos vemos luego, Yue"

¿Cómo iba a saber que nunca más lo vería¿Cómo podía saberlo?

Eriol apareció poco después, sin decir palabra. Ni siquiera entró a la habitación. Había prometido frente a la tumba de su mejor amigo que hasta que el culpable no fuera castigado, no se acercaría a sus hijos, aunque velaría por ellos como si fuera su propio padre.

-Aún no lo logro Syaoran… Yue… Pero juro que lo haré…

Finalmente, el llanto de los niños cesó.

Y el tiempo siguió pasando.


-Permíteme hacerlo Sakura…

-¡No lo haré¡Me corresponde!

-No te desgastes en una cosa como esa… deja que yo lo haga…

-¡Claro que no Eriol¡Es una cosa de honor!

El inglés hizo un gesto de impaciencia mientras miraba a Kinomoto ¿Porqué no quería entender?

-No es necesario que te ensucies las manos, Sakura. Yo lo haré.

-Me ensuciaré tanto como sea necesario¡la venganza me pertenece¡No es tuya!

-¡Estamos hablando de Tomoyo!

-¡La que era mi mejor amiga¡Mi madrina de bodas¡Yo la conocí mucho antes que tú!... ¡Para colmo es mi prima¡Si hablamos de derechos yo tengo muchos más que tú para acabar con ella!

¡Por todos los dioses¡¿Quién era esa mujer con la que estaba hablando¿Honor, derechos, venganza¡Esa no podía ser Kinomoto Sakura, Card Master de la Esperanza!

-Solo quiero evitarte un escándalo… -susurró, cansado ya de la situación.

-¿Escándalos¿Quién va a hacer un escándalo? Lo único que haré será arreglar cuentas… como la dama que soy…

Hiragizawa bufó, molesto consigo mismo por haber dicho a Sakura la verdad.

Finalmente había descubierto al asesino de Li y Yue. Y, por alguna extraña razón, no se sorprendió tanto como pensaba.

Tomoyo… su adorable y dulce esposa. La delicada mujer que hacía alucinar el mundo de la moda…

Tomoyo…

-¡Papá¿Podemos ir al parque con Mao y Hieng?

Alice, su pequeña hija de cinco años, acababa de irrumpir en el estudio con sus ojos de sol de mediodía y sus coletas azul oscuro. Los gemelos le esperaban en el pasillo, mirando con ojos anhelantes la afirmación.

Eriol les observó con ansiedad. Esos pequeños no tenían padre y por las venas de su madre solo corría el odio. Habían nacido contaminados por la tristeza que Sakura respiraba durante el embarazo y por el rencor hacia un enemigo desconocido, que solo ahora se develaba. Sus pequeños y brillantes ojos resplandecían en extraños sentimientos cada vez que veían a su pequeña prima junto a su padre.

-¿Cómo pudiste hacerle esto a esos pequeños Tomoyo?

Kerberos apareció también junto a los niños. Hablaron unas pocas palabras, y Mao se colgó del grueso cuello mientras Hieng le acariciaba la nariz. La tristeza eterna que les acompañaba parecía disiparse cuando se acercaba el dorado guardián, iluminándoles como un sol personal.

-Claro que pueden. Pero digan a Nakuru y Spinel que les acompañen.

-¡Gracias!

Finalmente, la pequeña salió hacia sus primos, quienes le recibieron con inocente envidia, y juntos corrieron hacia el parque, dispuestos a jugar hasta el atardecer.

-Eriol… si no me dejas hacerlo sabes que terminaré acabándola de todos modos… -sentenció la castaña, mirando el pasillo con aires ausentes –Sabes que terminaré destruyendo la vida de mis hijos… Permíteme mi última salvación a la locura que me consume…

Hiragizawa bajó la cabeza, seguro de que Sakura jamás en su vida había hablado tan en serio.

-De acuerdo –respondió, finalmente, entre rendido al cansancio y a la comprensión y resignado a los inevitables hechos –Después de todo, tienes razón… Es tu derecho.

Con una lágrima por su mejilla y una sonrisa en sus labios, Kinomoto se adelantó hacia el pasillo y desapareció por él, rumbo a su departamento, diciendo antes de alejarse mucho…

-Cuida a los niños hasta que regrese…

No debes estar triste. Mamá había hecho algo muy malo. Por eso Alice, tu no debes hacer cosas malas. Porque siempre habrá alguien que vendrá a castigarte por eso…

Sakura observaba sus manos mientras el sacerdote hablaba. La familia de Eriol había insistido en un funeral en camposanto, regidos por estúpidas tradiciones que a él no le importaban.

Alice lloraba junto al féretro café, acompañada por Hieng y Mao, quienes la resguardaban a ambos lados, como intentando que el dolor que ellos, sin querer, conocían tan bien no la tocara. Nakuru estaba junto a ellos, con Spinel en los brazos. Kerberos se escondía en el bolso de su ama, con los ojos cerrados y la mente ausente. Nada tenía él que hacer ahí.

Por favor Sakura, es mentira¡juro que es mentira!

La Card Master se sintió lejos, ausente de ese lugar. ¿Qué estaba haciendo ella ahí?

¡El debe haberlo hecho!

¿Él¿Quién era "él"¿Yue, Eriol? Cualquiera podía ser "él", pero ella sabía que no era ninguno de ellos.

Finalmente se dio la vuelta, pidiéndole a Eriol que se encargara de sus niños. Ella necesitaba caminar un poco. Mao y Hieng ni siquiera se extrañaron de no verla. Últimamente era frecuente estar más con Eriol que con su madre.

Al atardecer, se reunieron de nuevo, preparando las maletas para partir a China. Ieran-san –de la solo sabían que era su abuela –exigía su presencia en el Concilio. "Era hora de retomar las cosas en donde su padre las había dejado" había dicho por teléfono.

Su último día en Londres lo pasaron en medio de juegos y risas. Eriol había dicho que pronto partirían también hacia el país de oriente, así que no estarían separados por mucho. No bastaron muchas palabras para que Kinomoto entendiera la segunda intención de Hiragizawa. La verdad era que, con venganza consumada y honor reestablecido, su capacidad de sentir amor no había vuelto. Alguien debía amar a sus hijos por ella, y eso era algo que Ieran no haría.

-Finalmente las cosas están en su lugar. –dijo, solo por decir algo.

-Así es. Solo lamento el costo que tuvimos que pagar.

-Eriol… Lamento todo lo que ocurrió. Aunque no creas que te he perdonado lo que te corresponde de culpa.

-Lo sé. Es algo con lo que tendré que cargar.

Y mientras ellos hablaban, los niños corrían cerca de ellos, perseguidos por Nakuru, que intentaba en vano mantenerles bajo control.

-Pasaré a Japón a ver a Touya. Me pidió que fuera con los niños.

-Dale mis saludos.

-Gracias.

Finalmente, el avión partió, alejándose de Londres en su rutina de vuelos diarios. Alice gritaba sus despedidas y buenos deseos mientras su padre miraba el aparato sonriendo con cierta pena.

-Ya me tocará pagar a mí también…

Y hasta que ese día llegara, se dedicaría a ser padre y madre de su propia hija y de los hijos de su mejor amigo.

Nada es eterno, pero puede durar mucho tiempo…

Mucho tiempo había durado su juego…

Mucho tiempo duraba el odio de Sakura…

Mucho tiempo habitaría el desamparo en los herederos Li…

Pero nada era eterno… Y bajo esa esperanza, Eriol cerró los ojos esa noche, rogando con toda su alma que no estuvieran cometiendo otro mortal error…

Owari

+Fin+

Sábado, 03 de septiembre de 2005

Notas: Bien. Este es mi regalo (con tres años de retraso) para mi koi, Mary-chan (Tsuki no youkai). Sé que no es exactamente lo que debes esperar de mi como regalo de cumpleaños Mary (no yaoi, no lemon, no Li, no nada) pero creo que como mi fic más largo y más costoso de hacer, el final debía hacer honor a la susceptibilidad de la trama. Después de todo lo que hice, no me pidan un final feliz. No me pidan hijos felices o justicia humana para Tomoyo. Después de todo, Sakura también es humana, y con el poder de los dioses en sus manos, es perfectamente comprensible que sea Abogado, Fiscal y Juez en el único juicio que quería presenciar. El perdón no tenía lugar.

Gracias a todos los que leyeron este fic a Aguila Fanel, #17, Onii-chan, Yaoi-hunter, Mari, zephyr hb, Escila, SaritaKinomoto, perla almodobar y por supuesto, a Nabichan Saotome, mi fikera favorita de CCS.

Bai bai, nos vemos en mi siguiente desvarío.

Rio.