CAPITULO 1: LA AMENAZA
Era un día normal en la mansión Kiddo, donde Seiya y Shun se habían quedado a vivir después de la batalla de Hades. Mejor dicho, era una noche normal. Seiya, en su habitación, escuchaba los gritos de Tatsumi dirigidos a su amigo. Shun aún le tenía miedo, a pesar de que ya había crecido y era más fuerte, y por eso Tatsumi se aprovechaba y lo ponía a trabajar cuando Seiya no estaba a la vista.
Entre los gritos de Tatsumi, Seiya recordaba a sus otros amigos: Shiryu, Hyoga e Ikki.
Shiryu de seguro estaría con Shunrei y con el maestro Dokho en China...sí, de seguro Shiryu estaría sentado cerca de la cascada de Rozan, hablando con su maestro... y Shunrei estaría preparando algo de comer...
Hyoga había partido a Siberia de nuevo, pues parecía que no se sentía a gusto lejos del hielo y la nieve. Tal vez estaría nadando hacia el barco naufragado...
Ikki...bueno, ni Seiya ni nadie podían tener idea de dónde estaría el fénix, pues siempre se iba sin previo aviso, y esto hacía sufrir a Shun. Pero cuando volvía, la alegría del pequeño era enorme. Seiya nunca se llevó muy bien con Ikki, y se la pasaba peleando con él cuando llegaba, pero por cariño a Shun se contenía para no golpearlo...
Un sonido interrumpió los pensamientos de Seiya. Tocaban a su puerta.
-Pasen-dijo Seiya, y tras la puerta apareció Seika, su hermana.
-¿Qué pasa, hermana?-
-Tatsumi. Otra vez está gritándole a Shun... no me parece justo...Shun hace lo posible por ayudar, y ...-
-Seika, ya te lo dije...- dijo Seiya- no puedo estar defendiendo a Shun. Él ya es un hombre, y ha vencido peores enemigos-
-Pero él detesta la violencia, y no quiere pelear...-
-Tatsumi no va a entender con palabras, Seika-
-Si tu lo dices...- dijo Seika.
En ese momento, Shun entró también a la habitación de Seiya. Éste y su hermana se callaron de inmediato, al ver que Shun se sostenía su brazo derecho con la mano izquierda, como cubriendo algo, y una de sus mejillas se encontraba más roja que la otra
-Ay, Shun, no me digas que ahora...- dijo Seika quitando la mano de Shun y examinando su mejilla y su brazo, que sangraba ligeramente.
-Shun, esto no puede seguir pasando... tienes que defenderte...-dijo Seiya- nosotros teníamos un poder increíble...-
-Seiya, ese poder ya ha desaparecido- dijo Shun- recuerda que después de la batalla de Hades, Atena nos quitó a los cinco nuestros poderes y armaduras...para que viviéramos con normalidad hasta que ella nos necesite otra vez...-
-Vivir con normalidad no es dejar que te maltraten, Shun- dijo Seika.
-No permitiremos que te vuelva a lastimar- dijo Seiya.
-No, Seiya, no es necesario- dijo Shun- no quiero ocasionar problemas...-
-Ya es tarde- dijo Seika- hablaremos de esto mañana, ¿les parece? Ahora vamos a dormir. Vamos, Shun, te acompaño a tu cuarto...-
-Hasta mañana, Seiya- dijo Shun.
-Hasta mañana, Shun... Seika- dijo Seiya.
-Que duermas bien, Seiya- dijo Seika con cariño, cerrando la puerta.
Seiya se tendió sobre su cama, mirando al techo. Ya habían pasado dos años desde la batalla de Hades. Dos años llevaba viviendo ahí con su hermana y su amigo Shun. Y a veces llegaba Ikki. No había tenido ninguna noticia de Shiryu o de Hyoga. Seiya suspiró, y cerro los ojos pensando en sus aventuras pasados.
-Aquí es-
-¿Estás seguro?-
-Si, aquí fue donde trajeron a Atena hace 18 años...-
-Pues entremos. Tenemos una misión que cumplir-
Dos hombres entraron a la mansión Kiddo por la puerta de la cocina. Encendieron una luz y miraron a su alrededor. Ambos eran enormes, de raza negra.
-¿Cómo sabremos quien es Atena?-
-Pues supongo que será la única mujer de la casa, ¿o no?-
Shun, quien se había levantado a tomar un vaso de leche, escuchaba la conversación y miraba lo que estaba sucediendo, escondido tras una puerta.
-Oh, no- pensó Shun- Seika...-
Antes de que los hombres subieran las escaleras, Shun corrió al cuarto de Seika y cerró la puerta por dentro.
-¿Qué pasa, Shun?- preguntó Seika, despertando asustada
-Shhh- dijo Shun con calma- han entrado dos hombres a la casa. Creo que vienen por Saori, y no saben que ya no vive aquí... pero pueden confundirla contigo. Después de todo, las dos son de la misma edad-agregó.
-Pero, ¿y Seiya?-
-Él estará bien- dijo Shun- tu eres quien corres peligro-
Se oyeron golpes en la puerta. Al parecer, los hombres estaban tratando de entrar al cuarto de Seika.
-Espero que Seiya se despierte por el ruido- dijo Shun- porque yo no podré solo contra los dos-
-Eso espero yo también- dijo Seika- ¿cómo son?-
-Son enormes- dijo Shun- tanto, que dudo que Tatsumi sea más alto que ellos-
El rostro de Seika se tiñó de un pálido mortal. Shun lo notó, y la tomó de la mano, diciéndole con cariño:
-No te preocupes, yo también te cuidaré, porque también eres mi hermana-.
Afuera del cuarto, se comenzaron a escuchar golpes y gritos de Tatsumi y de Seiya. Shun se dirigió a la puerta.
-Seika- dijo- cuando salga, cierra la puerta con llave de nuevo. No la vayas a abrir por ningún motivo, ¿de acuerdo?-
-¿Tienes que irte?- preguntó Seika.
-Tengo que ayudar a Seiya- dijo sencillamente Shun- no temas-
-De acuerdo- dijo Seika.
Shun abrió la puerta y salió, y tras él la puerta se cerró de nuevo. A Shun le pareció escuchar los sollozos de Seika. Frente a él, Tatsumi y Seiya peleaban contra los dos hombres que habían entrado.
-Alto- dijo Shun, y la pelea se detuvo. Seiya estaba sangrando de un labio- ¿qué buscan?-
-Buscamos a Atena- dijo uno de los hombres- a Saori Kiddo. Sabemos que hace 18 años, el caballero dorado de Sagitario la sacó del Santuario de Grecia, y desde entonces está aquí-
-Te equivocas- dijo Seiya- ella vive en el Santuario desde hace dos años-
-Demonios- dijo el segundo hombre- ¿entonces a quien protegen así?-
-A nuestra hermana, Seika- dijo sencillamente Shun. Seiya se cruzó de brazos y afirmó con la cabeza.
-Ya veo- dijo el primer hombre- pero ya no podemos ir al santuario...-
-Le mandaremos el mensaje con ustedes. Díganle que Faraón declara la guerra al Santuario y a todos los caballeros griegos- dijo el segundo hombre- Díganle que en cinco días irá un mensajero de Faraón para que se rinda ante él. Y que las consecuencias serán terribles si se niega... Denle esto- dijo tirando un objeto dorado al suelo; y con estas palabras, los dos hombres se convirtieron en humo que se disipó.
Seika abrió la puerta, y miró a Seiya, Shun y Tatsumi.
-¿Qué haremos ahora?- preguntó Seika.
-Ir con Saori-dijo Seiya- lo más pronto posible-.
-Estoy de acuerdo-dijo Shun, recogiendo el objeto dorado que había caído en el suelo. Era una pequeña estatua de madera, cubierta de oro, con la forma de un hombre con cabeza de lobo.
-Recuerden que la señora les prohibió ir al Santuario- dijo Tatsumi.
-No nos tratarás de detener, ¿o sí?- preguntó Shun, envolviendo la estatua en un pañuelo blanco y guardándola en su bolsillo
-Claro que sí- dijo Tatsumi.
-Tatsumi, tenemos que salvarla...- dijo Seiya.
-No importa- dijo Tatsumi testarudamente.
-Vamos, Shun- dijo Seiya- Seika, volveremos pronto-.
-Lo sé. Cuídense mucho...-
-No te preocupes, hermanita- dijo Seiya.
-Esperen- dijo Tatsumi- ¿qué creen que estoy pintado?-
-Pues parece- dijo Seiya- porque no estas haciendo nada para ayudar a Saori. Nos vamos. Y más te vale que trates bien a mi hermana, si sabes lo que te conviene-
-Como si te tuviera miedo, Seiya- dijo Tatsumi- ustedes ya no son caballeros, ni poderes tienen...-
-Tal vez no- dijo Seiya- pero tal vez Saori nos los regrese para pelear por ella-.
-Hay que avisar a Hyoga y Shiryu- dijo Shun.
-Cuando estemos en el santuario, podemos mandar a Kiki a avisarles- dijo Seiya.
-Vamos- dijo Shun.
E ignorando los gritos de Tatsumi, los dos jóvenes salieron de la mansión en dirección al puerto.
-Dos días- dijo Shun, bajando del barco, mirando la bella ciudad de Atenas.
-Si, y aquel hombre nos dijo que el mensajero llegaría en cinco, así que nos quedan tres días...-dijo Seiya.
-No perdamos más el tiempo- dijo Shun- tenemos que avisarle a Saori-.
Llegaron al santuario.
-Oh, no- dijo Seiya- se me olvidaba que primero tenemos que pasar por las Doce Casas...-
-¿Y que tiene eso de malo?-dijo Shun.
-Máscara Mortal...-dijo Seiya- no lo soporto...-
-Con suerte, va a estar dormido, o en otra parte...- dijo Shun.
-Bueno, vamos- dijo Seiya- oye, ¿qué tienes en las manos?-
-No lo sé- dijo Shun mirando sus manos. Sus palmas estaban enrojecidas y sangraban ligeramente.
-Si no supiera que no puede ser, le echaría la culpa a Tatsumi- dijo Seiya.
-No sé que sea esto, Seiya- dijo Shun- ayer solo estaban un poco enrojecidas-
-Tal vez es por el frío. Aquí en Grecia es más frío que en Japón-.
-Puede ser- admitió Shun.
-Pues vamos, no perdamos más el tiempo- y subieron hacia la casa de Aries.
CONTINUARÁ...
No dejen de mandar sus Reviews!!! Abby L.
Era un día normal en la mansión Kiddo, donde Seiya y Shun se habían quedado a vivir después de la batalla de Hades. Mejor dicho, era una noche normal. Seiya, en su habitación, escuchaba los gritos de Tatsumi dirigidos a su amigo. Shun aún le tenía miedo, a pesar de que ya había crecido y era más fuerte, y por eso Tatsumi se aprovechaba y lo ponía a trabajar cuando Seiya no estaba a la vista.
Entre los gritos de Tatsumi, Seiya recordaba a sus otros amigos: Shiryu, Hyoga e Ikki.
Shiryu de seguro estaría con Shunrei y con el maestro Dokho en China...sí, de seguro Shiryu estaría sentado cerca de la cascada de Rozan, hablando con su maestro... y Shunrei estaría preparando algo de comer...
Hyoga había partido a Siberia de nuevo, pues parecía que no se sentía a gusto lejos del hielo y la nieve. Tal vez estaría nadando hacia el barco naufragado...
Ikki...bueno, ni Seiya ni nadie podían tener idea de dónde estaría el fénix, pues siempre se iba sin previo aviso, y esto hacía sufrir a Shun. Pero cuando volvía, la alegría del pequeño era enorme. Seiya nunca se llevó muy bien con Ikki, y se la pasaba peleando con él cuando llegaba, pero por cariño a Shun se contenía para no golpearlo...
Un sonido interrumpió los pensamientos de Seiya. Tocaban a su puerta.
-Pasen-dijo Seiya, y tras la puerta apareció Seika, su hermana.
-¿Qué pasa, hermana?-
-Tatsumi. Otra vez está gritándole a Shun... no me parece justo...Shun hace lo posible por ayudar, y ...-
-Seika, ya te lo dije...- dijo Seiya- no puedo estar defendiendo a Shun. Él ya es un hombre, y ha vencido peores enemigos-
-Pero él detesta la violencia, y no quiere pelear...-
-Tatsumi no va a entender con palabras, Seika-
-Si tu lo dices...- dijo Seika.
En ese momento, Shun entró también a la habitación de Seiya. Éste y su hermana se callaron de inmediato, al ver que Shun se sostenía su brazo derecho con la mano izquierda, como cubriendo algo, y una de sus mejillas se encontraba más roja que la otra
-Ay, Shun, no me digas que ahora...- dijo Seika quitando la mano de Shun y examinando su mejilla y su brazo, que sangraba ligeramente.
-Shun, esto no puede seguir pasando... tienes que defenderte...-dijo Seiya- nosotros teníamos un poder increíble...-
-Seiya, ese poder ya ha desaparecido- dijo Shun- recuerda que después de la batalla de Hades, Atena nos quitó a los cinco nuestros poderes y armaduras...para que viviéramos con normalidad hasta que ella nos necesite otra vez...-
-Vivir con normalidad no es dejar que te maltraten, Shun- dijo Seika.
-No permitiremos que te vuelva a lastimar- dijo Seiya.
-No, Seiya, no es necesario- dijo Shun- no quiero ocasionar problemas...-
-Ya es tarde- dijo Seika- hablaremos de esto mañana, ¿les parece? Ahora vamos a dormir. Vamos, Shun, te acompaño a tu cuarto...-
-Hasta mañana, Seiya- dijo Shun.
-Hasta mañana, Shun... Seika- dijo Seiya.
-Que duermas bien, Seiya- dijo Seika con cariño, cerrando la puerta.
Seiya se tendió sobre su cama, mirando al techo. Ya habían pasado dos años desde la batalla de Hades. Dos años llevaba viviendo ahí con su hermana y su amigo Shun. Y a veces llegaba Ikki. No había tenido ninguna noticia de Shiryu o de Hyoga. Seiya suspiró, y cerro los ojos pensando en sus aventuras pasados.
-Aquí es-
-¿Estás seguro?-
-Si, aquí fue donde trajeron a Atena hace 18 años...-
-Pues entremos. Tenemos una misión que cumplir-
Dos hombres entraron a la mansión Kiddo por la puerta de la cocina. Encendieron una luz y miraron a su alrededor. Ambos eran enormes, de raza negra.
-¿Cómo sabremos quien es Atena?-
-Pues supongo que será la única mujer de la casa, ¿o no?-
Shun, quien se había levantado a tomar un vaso de leche, escuchaba la conversación y miraba lo que estaba sucediendo, escondido tras una puerta.
-Oh, no- pensó Shun- Seika...-
Antes de que los hombres subieran las escaleras, Shun corrió al cuarto de Seika y cerró la puerta por dentro.
-¿Qué pasa, Shun?- preguntó Seika, despertando asustada
-Shhh- dijo Shun con calma- han entrado dos hombres a la casa. Creo que vienen por Saori, y no saben que ya no vive aquí... pero pueden confundirla contigo. Después de todo, las dos son de la misma edad-agregó.
-Pero, ¿y Seiya?-
-Él estará bien- dijo Shun- tu eres quien corres peligro-
Se oyeron golpes en la puerta. Al parecer, los hombres estaban tratando de entrar al cuarto de Seika.
-Espero que Seiya se despierte por el ruido- dijo Shun- porque yo no podré solo contra los dos-
-Eso espero yo también- dijo Seika- ¿cómo son?-
-Son enormes- dijo Shun- tanto, que dudo que Tatsumi sea más alto que ellos-
El rostro de Seika se tiñó de un pálido mortal. Shun lo notó, y la tomó de la mano, diciéndole con cariño:
-No te preocupes, yo también te cuidaré, porque también eres mi hermana-.
Afuera del cuarto, se comenzaron a escuchar golpes y gritos de Tatsumi y de Seiya. Shun se dirigió a la puerta.
-Seika- dijo- cuando salga, cierra la puerta con llave de nuevo. No la vayas a abrir por ningún motivo, ¿de acuerdo?-
-¿Tienes que irte?- preguntó Seika.
-Tengo que ayudar a Seiya- dijo sencillamente Shun- no temas-
-De acuerdo- dijo Seika.
Shun abrió la puerta y salió, y tras él la puerta se cerró de nuevo. A Shun le pareció escuchar los sollozos de Seika. Frente a él, Tatsumi y Seiya peleaban contra los dos hombres que habían entrado.
-Alto- dijo Shun, y la pelea se detuvo. Seiya estaba sangrando de un labio- ¿qué buscan?-
-Buscamos a Atena- dijo uno de los hombres- a Saori Kiddo. Sabemos que hace 18 años, el caballero dorado de Sagitario la sacó del Santuario de Grecia, y desde entonces está aquí-
-Te equivocas- dijo Seiya- ella vive en el Santuario desde hace dos años-
-Demonios- dijo el segundo hombre- ¿entonces a quien protegen así?-
-A nuestra hermana, Seika- dijo sencillamente Shun. Seiya se cruzó de brazos y afirmó con la cabeza.
-Ya veo- dijo el primer hombre- pero ya no podemos ir al santuario...-
-Le mandaremos el mensaje con ustedes. Díganle que Faraón declara la guerra al Santuario y a todos los caballeros griegos- dijo el segundo hombre- Díganle que en cinco días irá un mensajero de Faraón para que se rinda ante él. Y que las consecuencias serán terribles si se niega... Denle esto- dijo tirando un objeto dorado al suelo; y con estas palabras, los dos hombres se convirtieron en humo que se disipó.
Seika abrió la puerta, y miró a Seiya, Shun y Tatsumi.
-¿Qué haremos ahora?- preguntó Seika.
-Ir con Saori-dijo Seiya- lo más pronto posible-.
-Estoy de acuerdo-dijo Shun, recogiendo el objeto dorado que había caído en el suelo. Era una pequeña estatua de madera, cubierta de oro, con la forma de un hombre con cabeza de lobo.
-Recuerden que la señora les prohibió ir al Santuario- dijo Tatsumi.
-No nos tratarás de detener, ¿o sí?- preguntó Shun, envolviendo la estatua en un pañuelo blanco y guardándola en su bolsillo
-Claro que sí- dijo Tatsumi.
-Tatsumi, tenemos que salvarla...- dijo Seiya.
-No importa- dijo Tatsumi testarudamente.
-Vamos, Shun- dijo Seiya- Seika, volveremos pronto-.
-Lo sé. Cuídense mucho...-
-No te preocupes, hermanita- dijo Seiya.
-Esperen- dijo Tatsumi- ¿qué creen que estoy pintado?-
-Pues parece- dijo Seiya- porque no estas haciendo nada para ayudar a Saori. Nos vamos. Y más te vale que trates bien a mi hermana, si sabes lo que te conviene-
-Como si te tuviera miedo, Seiya- dijo Tatsumi- ustedes ya no son caballeros, ni poderes tienen...-
-Tal vez no- dijo Seiya- pero tal vez Saori nos los regrese para pelear por ella-.
-Hay que avisar a Hyoga y Shiryu- dijo Shun.
-Cuando estemos en el santuario, podemos mandar a Kiki a avisarles- dijo Seiya.
-Vamos- dijo Shun.
E ignorando los gritos de Tatsumi, los dos jóvenes salieron de la mansión en dirección al puerto.
-Dos días- dijo Shun, bajando del barco, mirando la bella ciudad de Atenas.
-Si, y aquel hombre nos dijo que el mensajero llegaría en cinco, así que nos quedan tres días...-dijo Seiya.
-No perdamos más el tiempo- dijo Shun- tenemos que avisarle a Saori-.
Llegaron al santuario.
-Oh, no- dijo Seiya- se me olvidaba que primero tenemos que pasar por las Doce Casas...-
-¿Y que tiene eso de malo?-dijo Shun.
-Máscara Mortal...-dijo Seiya- no lo soporto...-
-Con suerte, va a estar dormido, o en otra parte...- dijo Shun.
-Bueno, vamos- dijo Seiya- oye, ¿qué tienes en las manos?-
-No lo sé- dijo Shun mirando sus manos. Sus palmas estaban enrojecidas y sangraban ligeramente.
-Si no supiera que no puede ser, le echaría la culpa a Tatsumi- dijo Seiya.
-No sé que sea esto, Seiya- dijo Shun- ayer solo estaban un poco enrojecidas-
-Tal vez es por el frío. Aquí en Grecia es más frío que en Japón-.
-Puede ser- admitió Shun.
-Pues vamos, no perdamos más el tiempo- y subieron hacia la casa de Aries.
CONTINUARÁ...
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