Título: Creo que me quedo con el chibi... capítulo 1

Autora: Azdriel

Categoría: humor, misterio, shonen ai (a lo mejor), yaoi (sólo en vuestra retorcida imaginación, ¡panda de hentai!), Tsuzuki transformándose en 'chibi–Tsuzuki' de vez en cuando...

Disclaimers: Los usuales. YnM no me pertenece (pero si queréis regalarme a Hisoka y Tsuzuki, no voy a decir que no...) Sólo soy la dueña de este fic y no saco ningún dinero de ello (¡porras!)

Nota de la Autora: Ya sé que el prólogo es una estupidez, pero esperad y veréis... ¡luego se pone aún peor!

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CAPÍTULO 1

Él la miró con arrobo y ella le devolvió la mirada. Era dulce y absolutamente perfecta, con aquella superficie dorada y brillante que escondía un cremoso interior. Le volvía loco. Hasta su aroma era embriagador. Se lamió los labios y se inclinó hacia ella. El primer beso era el más importante. Ya casi podía sentirla sobre su lengua, deshaciéndose en su boca...

—¡Tsuzuki!

—¡¡AH!!

El shinigami de ojos violetas soltó un grito, sobresaltado, y la porción de tarta de manzana que tenía en la mano salió volando por encima de su hombro. Hisoka, plantado detrás de él, tuvo que apartarse rápidamente para que no se le estampara en la cara.

Tsuzuki se giró hacia su compañero, con un mohín de disgusto.

—Eres malo, Hisoka. Menudo susto me has dado. ¿Crees que era necesario acercarte a escondidas y gritarme en toda la oreja?

Hisoka frunció el ceño, molesto.

—No seas ridículo. Yo no he hecho eso. Si no estuvieras tan concentrado en tu pasatiempo favorito, hartarte como un cerdo, te habrías dado cuenta de que llevo un buen rato en la habitación.

El mohín de Tsuzuki se hizo aún más evidente. Sus ojos se convirtieron en dos enormes y lacrimosos orbes de amatista y su labio inferior tembló un poco. Hisoka resopló y le dio la espalda, dirigiéndose hacia la ventana para no tener que presenciar otro numerito de «todoelmundoesmaloconmigonadiemequiere» de su compañero.

A veces Tsuzuki podía ser irritantemente infantil... Aunque sólo aparentaba unos 25 años, llevaba vivo (o sea, muerto) 70 años, lo que debería haberle proporcionado la madurez y experiencia propia de un anciano de 95. En teoría, porque su compañero se comportaba como un crío de 5 años.

Tal vez, pensó Hisoka, ahí radica el problema. Tsuzuki es demasiado viejo y sufre Alzheimer. Dicen que el Alzheimer convierte a los ancianos de nuevo en niños.

Hisoka soltó otro suspiro de exasperación. Al menos, durante los siguientes días no tendría que soportar a Tsuzuki a todas horas. No es que no le gustara estar con él, pero Tsuzuki era como un cachorro juguetón e hiperactivo y sólo pasar cinco minutos con él ya era agotador.

El muchacho oyó un ruido a su espalda y se volvió.

Tsuzuki estaba arrodillado en el suelo, lloriqueando sobre su "difunta" tarta, mientras trataba de rescatar lo que aún pudiera resultar comestible.

—He venido a decirte que me voy —anunció Hisoka. El efecto que sus palabras hicieron en Tsuzuki fue asombroso. El shinigami de ojos violetas abandonó de súbito toda su atención por la tarta y levantó la cabeza hacia el chico. Su mirada y su expresión poco tenían que ver ya con el desdichado "chibi" de hacía un momento.

De hecho, parecía un poco alarmado.

—¿Cómo que te vas? ¿Adónde?

En la voz de Tsuzuki también había miedo. Hisoka  tardó un par de segundos en darse cuenta de qué era lo que había cruzado por la mente de su compañero. Tsuzuki creía que se marchaba de Meifu... para no volver.

Pero, en lugar de apresurarse a tranquilizarse, Hisoka se dedicó a disfrutar un rato del Tsuzuki "serio", al que prefería bastante más que al dibujo animado ambulante que solía tener como compañero.

Además, su preocupación le hacía sentir un calorcillo especial por dentro, algo a lo que no estaba habituado y que resultaba —aunque jamás lo reconocería en público, y menos ante Tsuzuki— bastante agradable.

Borrando las palabras "¡repugnante mocoso egoísta!" que acababan de aparecer en un letrero imaginario dentro de su cabeza, Hisoka decidió que era el momento de darle un respiro a su compañero.

—A una misión —aclaró Hisoka—. En Tokio. Salimos dentro de veinte minutos.

Tsuzuki parpadeó una vez. Y otra. Su expresión era de total y absoluto desconcierto.

—¿Una misión? ¡Pero si tenemos el día libre! —protestó—. El jefe dijo que...

tienes el día libre —le interrumpió Hisoka—. Yo no.

Tsuzuki se levantó, se sacudió los pantalones y se acercó a su compañero. Hisoka tuvo que levantar la cabeza para seguir mirándole a los ojos, lo cual detestaba. Tsuzuki era mucho más alto que él —en realidad era mucho más alto que cualquier persona que Hisoka hubiera conocido nunca salvo, tal vez, Muraki—, y eso le hacía sentirse como un niño, diminuto e insignificante. Dio un paso atrás y se sentó en el antepecho de la ventana, para acortar un poco la diferencia de alturas.

—¿El jefe te envía a ti solo a una misión? —se extrañó Tsuzuki—. Pero los shinigami trabajamos en parejas. Es para que no...

—Sí, sí, ya conozco las reglas. Nos toca repetirlas en cada maldito manga, como si los lectores no estuvieran ya hasta las narices de oírnos decir siempre lo mismo

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[Eh, soy yo, la autora. Si fuera posible, ahora estaríais viendo un montón de dibujitos en miniatura de patitos, pajaritos, espirales de colores... Ya sabéis, el típico fondo que aparece en los manga cuando algún personaje dice algo... en fin, surrealista. Pero como no es posible poner aquí esos dibujitos, tendréis que usar vuestra imaginación... ^_^ Fin de la pausa]

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-Pero no voy solo –continuó Hisoka-. Voy con Tatsumi.

Tsuzuki abrió la boca, atónito. Si hubiera sido realmente un dibujo animado, su mandíbula hubiera chocado contra el suelo.

—¿Con Tatsumiiiii? Pero, pero, pero, pero...

Siguió repitiendo "pero" durante un rato, hasta que Hisoka volvió a cortarle.

—Me estás escupiendo...

—Lo siento... –se disculpó Tsuzuki, sinceramente avergonzado.

Hisoka volvió el rostro hacia la ventana y contempló el jardín de cerezos del exterior. Las flores rosas de los árboles se agitaban bajo la suave brisa estival que siempre reinaba allí.

—Aún no conozco los detalles de la misión –dijo-, pero tendremos que quedarnos en la lujosa residencia de una familia británica, en Tokio. Son enormemente ricos y distinguidos, la flor y nata de la sociedad.

-Sí, ya pillo la idea.

-Además, el jefe quiere que nos hagamos pasar por unos amigos lejanos del difunto hijo. Ya sabes, el plan imaginativo de costumbre. Aunque, en realidad, es Tatsumi el que se hará pasar por el amigo en cuestión. Yo sólo haré el papel de su hijo.

Una amplia sonrisa iluminó el rostro de Tsuzuki.

-¿Tú? ¿El hijo de Tatsumi...?

Hisoka se negó a prestar atención a su risueño (de hecho carcajeante) compañero y siguió hablando:

-Sí. Este amigo en cuestión es un ilustre armador de barcos que vive en Edimburgo, Escocia. No tiene hermanos, así que no puedo hacerme pasar por uno, pero es viudo y tiene un hijo de mi edad. Así que, necesitamos a alguien que parezca lo bastante mayor para ser mi padre. Y tú eres demasiado joven para eso, por no mencionar que no tienes precisamente una pinta muy ilustre, que no sabes una palabra sobre construir barcos y, por encima de todo, el jefe cree que no harías más que meter la pata desde el primer momento y que acabarías por arruinar nuestra tapadera y harías que nos echaran a patadas de allí antes de que pudieras decir "tarta de manzana".

Esto era, más allá de toda duda, la parrafada más larga que Hisoka había hecho en toda su vida. De hecho, estaba agotado. Pero aún no había terminado. Respiró hondo y siguió:

-Se necesita a alguien formal y culto, y tú no eres ninguna de las dos cosas. Tatsumi sí. Por eso va él y tú te quedas.

Tsuzuki tardó varios segundos en cerrar la boca. Pero, para horror de Hisoka, sus ojos volvieron a agrandarse y a llenarse de lágrimas.

-...No... –murmuró Hisoka, alarmado.

Su labio inferior empezó a temblar de nuevo —con una violencia propia de un 6.0 en la escala de Richter.

-Tsuzuki... no hagas eso...

Y, antes de que Hisoka pudiera detenerlo, el "chibi-Tsuzuki" rompió a llorar a pleno pulmón.

—¡No, esper...!

—¡¡¡BUAAAAHHHH!!! ¡No tenías por qué ser tan directo! —se dejó caer sobre su escritorio y siguió gimoteando—. ¡Nadie me quie...e...e...reeee...! –hipó-. ¡Todos son malos conmigo...!

Hisoka se llevó una mano a la frente.

Cuando antes se marcharan a Tokio, mucho mejor.

FIN DEL CAPÍTULO1

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NA: Bueno, tranquilos. No voy a abusar del "chibi-Tsuzuki". Me gusta más cuando es "normal". (Pero es tan mono como "chibi" en el manga...) Aunque, creo que ha sido divertido, ne? ......... ¡Eh! ¡Que alguien diga algo! ¡Eh, chicos! ¡¿Estáis ahí?!