EL QUINTO ELEGIDO
"En un Sábado"
Un perfecto sábado, el sol brilla, los pájaros cantan, la brisa es cálida.
Absolutamente perfecto...
HAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA!
- "¡Voy a llegar tarde!"- la joven se levantó en un salto de la cama - "¡No puede ser!, Tomoyo va a matarme" - ropa, zapatos, y toda clase de accesorios volaron en medio de la amplia habitación.
A pesar de que era una mansión bastante grande, desde el comedor se podía escuchar el escándalo de la joven.
- "Rayos, siempre es lo mismo con ella" - balbuceaba el joven, preparado para desayunar con otras dos personas. El hombre y la mujer que estaban a su lado mostraban una sonrisa de satisfacción al comprobar que algunas cosas nunca cambian.
La atolondrada muchacha bajó a toda velocidad y se encontró con su familia reunida.
- "Oye, cuando vas a aprender que la gente decente no se comporta como un monstruo".
- "¡Hermano!"- la chica reflejaba un aire ofendido, cambiando el semblante en cuestión de segundos cuando se dirigió a los adultos - "Buenos días papá, buenos días mamá" – saludó, para luego dirigirse a la fotografía de una bella mujer que se encontraba en un estante cerca de la mesa - "Buenos días a ti también mami".
- "Buenos días, Sakura" – Fujitaka sonrió.
- "Buenos días hija, parece que se te hizo un poco tarde. Tomoyo se fue hace mucho" - afirmaba la mujer.
- "Sí, lo sé, ayer me dijo que se adelantaría pero que no me demorara en alcanzarla así que me voy antes que se me haga más tarde".
- "¿Vas a desayunar?"
- "No, pero no te preocupes, desayunaré algo en el Campus"
Como un relámpago, la chica tomó sus cosas, le propino un beso en la mejilla a su madre, un pequeño abrazo a su padre, y corrió buscando la salida mientras le decía adiós con la mano a su hermano.
Cerrando la puerta tras de sí, notó inmediatamente a una pequeña figura intentando cruzar a uno de los jardines principales.
Una niña de largos cabellos negros ondulados y hermosos ojos café claro, también advirtió la presencia de Sakura, y entre bostezos, y una mirada que reflejaba perfectamente que no había pasado demasiado tiempo desde que abandonó su cama, se acercó a la joven.
- "¿Adónde vas? Hoy no hay escuela. Es sábado" – dudó, al tiempo que aseguraba contra su pecho el peluche que cargaba.
Sakura se inclinó frente a la pequeña y le acarició la cabeza.
- "Tengo que ir a arreglar algunos documentos para mi ingreso a la universidad".
- "¿Puedo ir contigo?" - preguntó con inocencia.
- "Lo siento, Yui, creo que Tomoyo y yo estaremos muy ocupadas para poder cuidar de ti".
La niña de aproximadamente cinco años se acongojó ante sus palabras.
- "Pero no te pongas triste, te prometo que en cuanto Tomoyo y yo terminemos nuestros asuntos vendremos por ti para dar un pequeño paseo, ¿de acuerdo?".
El rostro de la niña se iluminó ante las palabras de su hermana mayor.
- "¡Es una promesa!".
- "Claro que sí" – la de ojos verdes rio cuando la pequeña se abalanzó complacida a sus brazos, enlazando sus manitas alrededor de su cuello.
- "Sakura, pensé que ya ibas tarde a tu cita" – su madre, que se había acercado al jardín buscando a la chiquilla, sonrió al toparse con la escena.
La aludida alzó a su hermana en brazos sin perder la sonrisa - "Yui quería acompañarme a la universidad, pero ya le prometí que saldríamos a dar un paseo más tarde" - observó su reloj de pulsera una vez más – "¡Ay no, es muy tarde!" – depositó con delicadeza a su hermana en los brazos de su madre y corrió con un poco más que desesperación hacia la salida.
- "¡Cuídate!"- gritó la mujer desde su lugar - "Bien, me parece que ya es hora del baño" - replicó, posando los ojos sobre su hija y acomodándola mejor en su cadera.
Pareciera que a Yui acababan de sentenciarle él más espantoso de los suplicios. Su carita se deshizo en un gesto de horror mientras se quejaba.
- "¡¿Baño?!, ¡No, no, no, no me gusta esa palabra!".
Sonomi pareció más que divertida ante la expresión de pánico en su pequeña hija.
- "A mí tampoco me gusta mucho, pero si no lo haces temo que no podrás ir a ese hermoso paseo que te prometió tu hermana".
- "¡Eso no es justo! Ayer también me bañé" – replicó en berrinche total cruzando sus bracitos.
La madre amplió la sonrisa. Sin duda, Yui se parecía mucho a Touya cuando se enfadaba.
- "Vamos, ya no protestes tanto" - empezó su camino de regreso a la casa - "sabes que, aunque lo niegues, termina por encantarte jugar con las burbujas de la tina".
- "Está bien me baño, pero con una condición" - rogó Yui.
- "De acuerdo, ¿qué condición es esa?" - fingió impaciencia arrugando la nariz.
- "Que te bañes conmigo. Es que es más divertido cuando tú estas".
- "Mmmm... tendría que pensarlo"- mintió.
- "¡MAMI!"
La hermosa mujer contemplaba su escritorio con un poco de pesar, recordando como el día anterior se había quedado hasta muy tarde intentando terminar algunas cosas pendientes y las terribles ganas de ir a descansar, la hicieron desistir de recoger el papeleo regado de manera poco organizada.
Y el encontrarse recluida en la oficina en fin de semana gracias a un proyecto extraordinario que la institución llevaba a cabo con un grupo de estudiantes y docentes, no ayudaba para nada a su ánimo.
- "Que desastre" - suspiró - "tendré que ordenar esto antes que empiecen las clases"- repuso cansada.
Un leve toque a la puerta advirtió la visita a su oficina, para dar paso a un apuesto joven con gafas y una gran sonrisa antes de saludar.
- "Muy buenos días"
- "Buenos días, Yukito"
- "Vaya" - se sorprendió al ver la torre de papeles y libros en el escritorio de su joven amiga - "parece que anoche dejaste más pendientes de lo que planeabas"
- "Sí, y lo peor de todo es que no adelanté mucho en mi investigación".
- "Pero no te preocupes" - sonrió - "sé que lo hemos hablado poco, pero sabes que puedo ayudarte en lo que necesites" - se ofrecía el muchacho tan afable como siempre.
- "Muchas gracias, pero quisiera hacer esto sola" - respondió amablemente - "es que aun no estoy muy segura de lo que busco" – sonrió - "y no quisiera que dejes a un lado tus responsabilidades por mi culpa".
Sin imaginar más, el joven aceptó la decisión de la muchacha.
- "Muy bien, como tú digas" - sonrió de nuevo - "pero ya lo sabes, cualquier cosa que necesites puedes acudir a mí".
- "Claro que sí".
El leve golpeteo en la puerta les advirtió la presencia de otra persona.
- "Señorita, Kaho" – un hombre de la misma edad que Kaho y Yukito se dirigió a la joven antes de notar la presencia de este último, y después de lanzarle una mirada despectiva, regresó su atención a la mujer esbozando una sonrisa, pensando en lo hermosa que se veía esa mañana, antes de agregar en voz alta - "acaban de informarme que la reunión de esta mañana se ha adelantado y la necesitan con urgencia antes de que hable con los alumnos".
- "Entiendo. Muchas gracias por venir a avisarme, en un momento me reúno con ustedes, solo quiero organizar un par de cosas más en mi escritorio antes de retirarme".
- "Entonces yo me adelantaré" – Yukito se dirigió a la salida – "te espero en la sala de maestros, Kaho"- miró al hombre sin perder la sonrisa, agregando un saludo – "muy buenos días, Inamoto".
El aludido pareció molesto, conteniendo la expresión de fastidio que siempre le inspiraba la presencia del de ojos claros - "Buenos días, Tsukishiro" – respondió, tratando de devolverle la sonrisa.
- "Pensé que tardarías un poco más" - Tomoyo trataba de contener la risa.
Sakura estaba muy apenada, había tardado por lo menos media hora en llegar.
- "Ya, perdóname, lo que pasa es que por alguna extraña razón no pude despertarme a tiempo esta mañana" - dudó.
- "¿No será que se te olvidó poner el despertador?".
Ante el silencio de la de ojos verdes, una gota resbaló por la cabeza de ambas jóvenes.
- "No te preocupes, Sakura, como te comentaba los maestros tuvieron problemas con el sistema y el examen para ingresar a la universidad fue pospuesto hasta mañana".
- "Que suerte" – la joven se mostró aliviada – "supongo que podríamos aprovechar este tiempo e ir por Yui, le prometí que daríamos un paseo después de terminar nuestras obligaciones aquí, y luego también, a la hora del almuerzo podríamos ir a visitar a Kaho y a Yukito a la escuela".
- "Buena idea" – Tomoyo celebró el plan, antes de recordar – "¿Y qué hay de Kero? Estoy segura que él también querrá acompañarnos".
- "Por supuesto, iremos por Yui así que tendremos la oportunidad de esconderlo en nuestro bolso. Además, no quisiera lidiar con el enfado de "La Gran bestia del sello" si descubre que decidimos abandonarlo a una salida que incluye comida" – rio junto a Tomoyo.
- "Pues en marcha" - dijo animada la joven de ojos azules.
- "¡Sakura, Tomoyo!".
Escucharon el grito a sus espaldas, parpadeando confundidas cuando reconocieron a la niña corriendo hacia ellas.
- "¿Yui?" - dudaron al unísono.
- "¿Mamá?" – replicó Tomoyo cuando también distinguió a la mujer que se apresuraba a alcanzar a la chiquilla.
- "Yui, ya te he explicado muchas veces que tienes que espérame" – Sonomi reprimió a su hija con paciencia – "sé que no estamos cruzando una calle, pero en este espacio abierto podría perderte entre la multitud si te alejas demasiado".
- "Perdóname, mami" – repuso apenada.
La mujer suspiró con paciencia para luego sonreír.
- "Supongo que puedo entender tu entusiasmo por unirte a tus hermanas" – dirigiéndose esta vez a las dos muchachas – "Que bueno que las alcance a tiempo. Su padre recibió una notificación de parte de un colega informándole que la universidad "Amano" pospondría el examen de ingreso hasta mañana, y aprovechando que pude convencer a Yui de arreglarse temprano, pensé que sería buena idea que la trajera, así no tendrían que regresar a casa a buscarla" – mostró el teléfono móvil en su mano – "estaba a punto de llamarles cuando Yui las reconoció".
- "Muchas gracias por traerla" – Tomoyo sonrió – "¿Tú también nos acompañarás?".
- "No en esta ocasión hija, tengo algunas cosas que hacer con tu padre" – súbitamente recordó algo - "por cierto, esta mañana te llegó correspondencia proveniente del extranjero, me parece que es la respuesta que has estado esperando durante semanas, he dejado la carta en tu habitación".
- "¿De verdad?" – Tomoyo dudó, intentando recordar si esperaba algo con suma urgencia.
- "Oigan, quiero ir a pasear" – Yui tiraba de la falda de Tomoyo, temiendo que los adultos se hubieran olvidado de su presencia – "Ya vámonos, hermana".
Tomoyo le sonrió con dulzura, cediendo a la impaciencia de la niña y despidiéndose de su madre - "Te veremos luego en casa, mamá".
La pequeña Yui tomó las manos de sus hermanas y prácticamente tironeó de ellas para empezar la marcha.
- "¿Y adonde quieres ir Yui?" – la de ojos verdes preguntó.
- "¡Al parque de diversiones!".
- "Es una buena elección, ¿no lo crees Sakura?" – Tomoyo apoyó la idea.
- "Claro, me encanta el parque de diversiones".
Entre risas y más jaloneos, el trío se dispuso a disfrutar de un muy buen día.
- "¡Este día no podía ser peor!" – el hombre estaba muy irritado, además de que contaba con poca paciencia, acababa de salir de una reunión espantosa donde la mitad de sus malditos colegas pusieron toda clase de tontas excusas para evitar que él fuera el nuevo jefe de residentes – "¡Me lleva! ¿por qué la gente tiene que ser tan ambiciosa?" - su teléfono móvil detuvo sus quejas un instante, suspirando e intentando controlar su mal humor - "¿Diga?".
La voz del otro lado sonó un poco nerviosa al reconocer el tono del muchacho - "Buen día, joven Kinomoto, llamaba para informarle que los socios aún esperan por usted para comenzar la reunión".
- "Lo había olvidado, aún tengo que domar a las otras bestias" – balbuceó irritado.
- "¿Perdón, dijo algo señor?".
- "Que voy para allá".
- "Como usted diga... y si me permite el comentario" – intentó sonar lo más profesional posible – "le aconsejo apresurarse, por la cara de los socios creo que empiezan a cuestionarse haber convocado esta audiencia en fin de semana".
- "Y me lo dices a mí" – gruño el muchacho, recordando que la única razón por la que aquellos hombres habían decidido reunirse ese día era para fastidiarlo.
Touya tardó unos veinte minutos en llegar a la empresa, entrando como alma que lleva el diablo e ignorando toda clase de saludos. Temía que de no apresurarse, les daría a los malditos socios una excusa más que alegar frente a Sonomi sobre como su joven hijo no estaba apto para formar parte de la compañía, agregando a las razones que ellos ya habían expresado al declarar que fue un error elegirlo como colaborador dentro de la empresa, sobre todo cuando atendía otras obligaciones en el hospital donde trabajaba, que es muy joven, que no tiene los estudios adecuados, y todas las excusas habidas y por haber con tal de quedarse ellos al frente de todo y con el dinero de su madre. Ciertamente, él tenía otra carrera, pero eso no intervenía para nada con sus obligaciones en la compañía, no pasaba tiempo completo ahí, más que para reuniones y otros pequeños compromisos, además, acababan de nombrarlo nuevo jefe de residentes y aunque eso significaba más responsabilidad también traía consigo más privilegios, algunos que podrían conseguirle un poco de tiempo libre para la empresa. Igualmente, Sonomi seguía al mando como siempre, siendo la dueña de todo con la única diferencia de que ahora también su hijo mayor estaba a su lado ayudando a tomar decisiones e impidiendo que esos ambiciosos hombres se aprovecharan de su familia.
- "Buenas días, señor" – anticipando lo que venía, la secretaria cogió en el aire el abrigo antes que cayera al suelo, como cada vez que el hombre entraba con prisa y lo tiraba tratando de acertar al perchero sin éxito alguno.
- "Buenos días, Mikki ¿cómo están?".
- "Aun esperando y escuché que estaban a punto de llamar a su madre".
El hombre rodó los ojos con fastidio - "Vaya que son insoportables esos sujetos".
- "El joven Tsukishiro llamó hace un rato, dijo que como usted apagó su teléfono lo más seguro es que tendría reunión aquí, así que me pidió que le informara de su invitación a almorzar" – repuso lo más rápido que pudo antes de que el joven ingresara al salón de juntas – "¿Qué hago señor, me excuso por usted alegando que la reunión se prolongó?".
- "No es necesario, dudo que esto vaya tomarme más de dos horas" – respondió muy seguro de sí ingresando a la sala.
Sakura y Tomoyo recorrieron buena parte del parque de diversiones, atendiendo a las exigencias de su pequeña hermana por subirse a todos los juegos posibles.
Cuando la niña pareció rezagar un momento su energía, Tomoyo señaló la perfecta sugerencia – "Oye Yui, ¿quieres un helado?" – apuntó a la heladería más cercana.
- "¡Sí, sí quiero vamos!" – corrió feliz en dirección al local – "Sakurita, ¿puedo pedirlos yo?".
- "Claro".
- "¡Gracias, hermanita!" – la pequeña se subió a la silla más cercana al mostrador para poder dirigirse mejor a la chica que los atendía – "Quiero tres helados dobles, de chocolate por favor" – luego se dirigió a sus hermanas – "Y ustedes ¿cuántos quieren?".
Las dos chicas contuvieron la risa.
- "¿Cómo que cuántos? Tú sola no podrás comerlos todos, ¿qué tal si compartes con nosotras?" – Sakura intentaba, de la manera mas dulce, persuadir a la niña.
- "Está bien, les daré de mis helados" – la pequeña repuso con resignación, gesto que causó mucha gracia a la vendedora.
- "Dime Tomoyo, ¿ya recordaste que correspondencia estabas esperando?, esa que te mencionó mamá esta mañana" – preguntó la ojiverde.
- "Para nada, pero dudo mucho que sean malas noticias" – la chica sonrió tan optimista como siempre.
La pequeña Yui jugaba con el monedero que Sakura le había ofrecido para pagar los helados cuando en un descuido un par de monedas cayeron al suelo, haciendo que la niña bajara de la silla intentando cogerlas antes de que rodaran lejos. Logró tomar la más cercana pero la otra rodó rápidamente hasta la entrada del local; al tiempo que Yui iba tras ella, pasando desapercibida por Sakura y Tomoyo.
Cerca de la heladería dos muchachos de no más de 18 años paseaban, discutiendo por enésima vez su decisión por visitar el parque de diversiones.
- "No sé porque quisiste venir aquí" – renegaba el primero.
- "¿No entiendes? Este es el mejor lugar para conseguir chicas" – el otro intentaba explicar, al tiempo que acortaba la marcha, mirando alrededor con la esperanza de encontrar a una chica linda.
- "No tienes remedio, Takato. Hay cosas más importantes que deberían preocuparte" – se pasó la mano por el cabello con fastidio, justo antes de sentir un golpeteo en su zapato.
Yui, que había corrido hasta la entrada del lugar, vio como el joven notó la moneda que chocó contra su zapato y como este se inclinada para recogerla del suelo, por lo que, en un acto desesperado y creyendo lo peor, corrió hasta quedar frente a él mientras lo miraba con ojos a punto de estallar en lágrimas.
El adolecente advirtió enseguida la presencia de la niña y sonrió – "Que linda, ¿cómo te llamas pequeña?".
- "¿Quién es linda?" – al instante que escuchó la declaración, el joven Takato reaccionó, dirigiéndose a su amigo – "Ah, es solo una niña" – pareció decepcionado.
- "¡Eso es mío!" – Yui gritó con todas sus fuerzas.
Los muchachos casi saltaron de espanto.
- "¡Devuélvemela, abusivo!".
- "¿Qué.. qué es tuyo?" – balbuceó confundido.
- "¡Es míaaaa!".
- "Por favor, no grites pequeña" – el joven notaba como las personas a su alrededor empezaban a observarlos – "Mira, explícame que es lo que quieres" – intentando lograr que la niña se tranquilizara, se inclinó sobre ella para tomarla del brazo, acción que solo empeoró las cosas pues el pánico de Yui tomó un nuevo aire cuando aumentaron sus gritos.
Mientras tanto en la heladería, Sakura y Tomoyo esperaban su pedido, ajenas a lo que sucedía afuera del local.
- "¿Qué no es Yui la que está gritando?" – Tomoyo reconoció, un poco confundida.
- "¿Ah?, eso no puede ser porque ella..." – miró a su izquierda encontrando la silla frente al mostrador vacía – "¡No está!".
- "¡No puede ser!" – Tomoyo, que emprendió una salida frenética en dirección a los gritos, señalaba horrorizada como un hombre tiraba de su pequeña hermana al mismo tiempo que la niña gritaba desesperadamente.
Sakura también corrió en auxilio del infante – "¡Suelte a mi hermana, abusivo!" – le gritó al agresor.
- "Si no la suelta llamaré a la policía" – Tomoyo también hizo su amenaza.
- "¿Cómo dice?, disculpe, pero yo no soy ningún abusivo y no tienen por que llamar a la policía, ni siquiera estoy seguro de lo que está pasando aquí" – el joven alzó las manos defensivamente – "esta pequeña empezó a gritar repentinamente sin siquiera darme tiempo de reaccionar" – explicó.
Mientras tanto, sin ser de absoluta ayuda, el joven Takato estaba demasiado ocupado contemplando a las chicas que amenazaban a su amigo. Y es que, ciertamente, eran hermosas. Una lucía un brillante cabello castaño que caía sobre sus hombros, aunque no lo suficientemente largo para alcanzar su cintura, con un par de ojos verdes que le hacían pensar eran capaces de lanzar un sortilegio a todo aquel que los mirara, y una combinación perfecta de tez blanca y una figura delgada. Mientras que la otra chica, con un hermoso y largo cabello negro –que parecía de seda-, y que, podría jurar, se movía en perfecto compás con el viento, le daban a sus ojos azules, a su tez de porcelana y a su porte de princesa, la ilusión de ser una deidad delicada e intocable.
- "Disculpen, señoritas" – Takato salió de su trance, sacudiendo la cabeza a tiempo para ayudar a su compañero – "No hay necesidad de llamar a la policía, mi amigo dice la verdad, la pequeña repentinamente empezó a gritar y nosotros solo intentábamos ayudarla".
- "¡No es cierto hermanita, no le creas, ese hombre quiso robarnos!" – Yui intervino, negando con inocencia.
- "Eso no es verdad, pequeña, te juro que yo no he intentado quitarte nada".
- "¡Mentira! Yo vi como tomaste la moneda que se me perdió con la intención de quedártela, ahora ya no podré comprar mi helado" – sus ojitos se dilataron llenos de lágrimas hasta que ya no pudo contener el llanto, corriendo hacia Tomoyo.
- "Claro, ahora lo entiendo" – el problema se registró en un instante en su cerebro – "Te refieres a esta moneda que tomé" – alzó el objeto de la disputa.
- "Sí, es esa" – aceptó entre sollozos.
El joven suavizó su expresión y se acercó a Yui, ahora resguardada en los brazos de su hermana – "No llores pequeña, mira yo no quise tomar tu dinero, cuando esta moneda chocó contra mi zapato llamó mi atención y solo quise saber que era, te prometo que nunca fue mi intención quedármela" – Yui escuchó atenta la explicación y pareció calmarse ante las palabras del muchacho, quien parecía dulce y sincero – "En verdad lo siento..".
- "No, por favor, es claro que nosotras nos equivocamos" – Tomoyo replicó apenada, entendiendo al instante el malentendido.
- "Si, es verdad, disculpe las molestias y las acusaciones" – Sakura también se inclinó contrariada.
- "No se preocupen, lo entiendo perfectamente. Ustedes solo trataban de proteger a su hermana, cualquiera en su lugar hubiera hecho lo mismo".
Las muchachas intentaron sonreír y agradecieron la comprensión del joven.
- "Bueno, ahora que ya hemos resuelto este pequeño malentendido" – una chispa apareció en los ojos de Takato, que intervino dispuesto a no desperdiciar la oportunidad de introducirse a esas dos bellas señoritas – "Permítame presentarme, mi nombre es Takato Suzuki y mi amigo es Koji Nakata".
- "Mucho gusto, mi nombre es Sakura Kinomoto, mi hermana Tomoyo Daidouji y nuestra hermana menor Yui Kinomoto" – señaló la castaña con una sonrisa.
- "¿Nakata y Suzuki?" – Tomoyo repuso pensativa, pues estaba segura que los apellidos le eran bastante familiar – "¿De pura casualidad tienen alguna relación con el director y subdirector, respectivamente, de la universidad Amano?" – lanzó la conjetura más rápida que le dio su cerebro.
- "De hecho sí, mi padre es el director de esa universidad" – contestó Koji.
- "Y el mío es el subdirector, ¿acaso son estudiantes de la universidad?" – Takato asintió
- "A decir verdad, Sakura y yo pretendemos ingresar y la información que recibimos listaba los nombres de las personas que conformaban la directiva, por eso me llamó tanto la atención sus apellidos, que son los mismos del director y el subdirector" – sonrió – "es una gran coincidencia".
- "Así que estudiarán en la universidad Amano" – los ojos de Takato Suzuki brillaron con deleite - "Da la casualidad que nosotros estudiamos ahí".
- "¡Es una gran coincidencia!" – Sakura juntó sus manos sin poder detener un regocijo casi infantil – "Nos alegra conocerlos. Espero que seamos buenos amigos" – la hermosa chica declaró con su dulzura innata y una sonrisa que provocó un sonrojo en su interlocutor.
- "Bue.. bueno, que les parece si les invitamos un helado, supongo que esa era su intención antes de que ocurriera todo este malentendido" – sugirió algo nervioso.
- "No quisiéramos molestarlos con eso" – replicó Tomoyo
- "No es molestia, ¿verdad Koji?" – Takato le propinó un codazo a su amigo.
- "¿Eh? Sí, claro no tenemos problema" – terminó aceptando, y es que Takato siempre se comportaba de la misma manera cuando de chicas lindas se trataba, a pesar de que en otras ocasiones seguirle el juego le resultaba molesto, esta vez no tuvo más remedio que aceptar que la dulzura de las muchachas no era poco menos que encantador, y quien sabe, tal vez en esta ocasión una bonita amistad pudiera surgir entre ellos.
- "¡Sí, aceptemos, hermana! Tengo muchas ganas de un helado" – Yui intervino con convicción.
Ante el entusiasmo de la pequeña, Sakura y Tomoyo consintieron la invitación y regresaron al local para hacer su pedido, acomodándose en una de las mesas del lugar y disfrutar de una conversación amena.
- "Hermanas con distintos apellidos es extraño ¿no lo creen?" – Takato hizo el comentario sin el afán de incomodar a las muchachas, pero ante la mirada que le dio su amigo no pudo más que arrepentirse al instante – "Disculpen, por favor, no quise ser inoportuno".
- "No te preocupes, no es un secreto o algo así" – Tomoyo no dudó en tranquilizarlo – "Somos hijas de diferente padre, el mío murió en un accidente cuando yo acababa de cumplir los 11 años, luego mi madre se casó con el papá de Sakura, al que ahora consideró y quiero como a un padre".
- "Lo siento" - Takato se lamentó.
- "Descuida. Recuerdo que él siempre se la pasaba viajando, no se quedaba mucho tiempo en casa y por lo mismo no lo conocí muy bien; por eso cuando murió, aunque fue doloroso pude tener más resignación." – continuó – "Pero aun así era mi padre y lo menos que podía hacer era conservar el apellido que me dio".
- "Aunque puedo ver que ustedes se llevan muy bien, su confianza y cariño es notable, como si hubieran sido hermanas toda la vida" – afirmaba Koji.
Las dos chicas sonrieron ante el comentario.
- "Tomoyo y yo nos conocemos desde la primaria, estudiamos juntas y nos convertimos en las mejores amigas, luego por casualidad descubrimos que también éramos primas, ya que mi mamá era prima de la mamá de Tomoyo".
- "¿Pero, y tu mamá?".
- "Ella murió cuando yo era muy pequeña".
- "Lo siento" – ahora era Koji quien se apenaba por haber preguntado.
- "No, esta bien. Al igual que Tomoyo, yo también llegué a querer a su madre como si fuera la mía, incluso nuestro hermano mayor que es de las personas que aparenta ser duro y no demuestra mucho sus sentimientos la quiere y la ha aceptado como tal" – sonrió – "Y con la llegada de Yui todo terminó por equilibrarse en nuestra familia".
- "Es refrescante ver hermanos que se llevan tan bien. Lo digo porque los míos, a pesar de ser mayores y tener ya una vida propia, siempre se la pasan robándose mis golosinas cuando nos visitan" - bromeó el joven Suzuki.
Sakura y Tomoyo rieron ante el comentario. Fue notorio que la observación fue hecha solo para intentar desaparecer un poco la atmósfera de melancolía al recordar cosas del pasado.
- "¿Yo no soy así, verdad hermanita?" – Yui preguntó a Tomoyo atenta a la conversación – "me gustan mucho los dulces, pero siempre los comparto con ustedes".
- "Así es, tú eres una linda y tierna hermanita que comparte sus golosinas" – la joven abrazó a la pequeña con cariño.
- "También los comparto con mi hermanito, aunque a él no le gustan tanto" – agregó Yui con solemnidad.
- "¿Su hermano mayor no es fanático de los dulces?".
Koji preguntó en son de broma, pero una media sonrisa forzada y una gota sobre las cabezas de las jóvenes evidenciaba que su hermano era más complicado que eso, él más bien era... especial.
- "¡Mi hermanito Touya es muy lindo!" - la menor de los Kinomoto en cambio, gritaba con emoción.
- "Maldición, que día" - Touya Kinomoto mascullaba por lo bajo, mientras esperaba en el estacionamiento del Clamp de Tokyo a su mejor amigo.
- "Hola, Touya ¿cómo te fue en la reunión?" - Yukito no hizo esperar mucho al doctor, saludando con una amable sonrisa.
- "Ni me lo preguntes".
- "¿Tan mal?" - detrás del maestro, la hermosa faz de Kaho Mizuki también sonrió – "¿Qué tal, Touya?".
- "Hola, Kaho" – el joven no pudo evitar una media sonrisa ante su aparición.
- "¿Está bien que los acompañe a almorzar?" - la maestra preguntó, no queriendo importunar a los muchachos.
- "Sabes bien que tu compañía es más que reconfortante y que siempre estás invitada a comer con nosotros, pero has preguntado lo mismo prácticamente por cuatro años ¿qué no te cansas?" - decía algo fastidiado.
Ella no pareció ofenderse ante su tedio – "Lo que pasa es que me gusta escucharte decirlo" – repuso divertida.
- "¿Qué cosa?" - preguntó confundido.
- "Que te reconforta mi compañía" – la ex profesora de primaria acentuó más su sonrisa.
- "¡Señorita, Kaho!"
Un hombre la llamaba a la distancia corriendo en su dirección.
- "¿Ryu?".
- "Que bueno que pude alcanzarla... olvidó esto en la sala de reuniones esta mañana" - le extendió unos documentos.
La mujer echó una rápida ojeada a los papeles reconociéndolos enseguida - "Oh, muchas gracias, pensé que los había perdido, de hecho, pensaba regresar más tarde a buscarlos" - sonrió.
- "No hay nada que agradecer, lo hago con mucho gusto" - contestó algo sonrojado.
Touya rodó los ojos ante el gesto de Ryu Inamoto, el maestro compañero de Kaho que como siempre se mostraba demasiado "servicial", sobre todo con ella. Era bastante obvio que el sujeto se había enamorado de la bella mujer prácticamente desde que empezó a trabajar en la escuela.
Ryu, por otro lado, no pudo evitar observar a Touya lanzándole una mirada de esas que muy a menudo fulminaban a Yukito, aunque agregando un poco más de hostilidad, por supuesto. Si de por sí ya le chocaba que el amable maestro pasara todo el tiempo con Kaho, tenía un mal presentimiento respecto a Touya, un instinto que le decía que él era el verdadero enemigo, y es que el doctor hacía "nada" para ganar el corazón de la maestra y eso le parecía muy sospechoso. Ryu no entendía cómo alguien podía resistirse a la belleza de la señorita Kaho, cuando ella era tan linda, amable, dulce, inteligente, atractiva, madura, y se veía tan bien con esa falda y blusa blanca que se ajustaba a sus perfectas curvas, casi lo podía ver, ella acercándose para darle un beso...
- "¿Ryu, te encuentras bien?" – la preocupada maestra se aproximó al hombre notando que tenía la mirada perdida y le salía sangre por la nariz.
- "¿Eh? Sí, sí estoy bien" – salió rápidamente de su ensoñación.
- "Ya vámonos que se nos hace tarde" – Touya abrió la puerta del asiento del copiloto y tomó el brazo de Kaho guiándola al automóvil, al tiempo que Yukito se subía en la parte de atrás con una sonrisa de oreja a oreja – "Y tú... toma" – el doctor se dirigió a Ryu tirándole un pañuelo – "te ves ridículo con sangre en la nariz" – no perdió el tiempo en arrancar el automóvil y alejarse rápidamente.
- "Me parece que no tenías por qué ser tan duro con Inamoto, hasta pareciera que no lo soportas" - Yukito bromeaba astutamente.
- "Lo que no entiendo es como ustedes lo hacen" - contestaba aún más fastidiado, mientras Kaho reía.
- "No sé de qué te ríes." – le acusó el doctor – "No le encuentro ninguna gracia a lo que discutimos".
- "Me río porque es gracioso tu desagrado hacía alguien que no conoces" – se defendió ella.
- "Aunque no debería sorprendernos tanto. Por si no lo recuerdas, a Touya le desagradan casi todas las personas y sobre todo aquellos que pretenden "quitarle" a sus tres hermanas menores o a alguien más que según él le pertenece" – replicó Yukito.
- "Quieres callarte Yuki, creo que ya he tenido suficiente aguantando a los estúpidos hombres que mi madre tiene por socios para que también mi mejor amigo termine por colmarme la paciencia".
- "Está bien, no te enojes" – el aludido no dejaba de sonreír.
- "Cambiando de tema, hoy saliste muy temprano de la casa, papá me dijo que llevabas mucha prisa y hasta parecías preocupado ¿pasó algo malo?" - el semblante de Touya cambió a uno mucho más serio.
- "No te preocupes, no es serio" – Yukito trataba de tranquilizar a su amigo - "lo que sucede es que me avisaron que uno de mis mejores estudiantes había sufrido un accidente".
- "Pero puedo ver que te inquieta más de lo normal" – comentó Kaho.
La buena observación de la mujer terminó por delatar al maestro, quien había preferido averiguar más sobre el asunto antes de preocupar a otros, sobre todo cuando llevaban años de tener una "vida normal" que no involucraba la manifestación de seres o sucesos sobrenaturales provocados por energías mágicas.
Pero al observar el semblante de sus amigos, Yukito supo que ninguno aceptaría mentiras o evasivas respecto al incidente.
- "Es verdad que me preocupa el estado físico en el que se encuentra después del accidente, pero son las circunstancias que lo provocaron lo que me preocupa aún más" – suspiró cansado.
- "¿Cuáles circunstancias?".
- "Fue magia" – dijo sin rodeos - "y no solo eso... fue magia muy poderosa y parecía que su objetivo era matar al muchacho, aunque no entiendo por qué".
- "¿Cómo sabes que fue magia la que utilizaron para atacarlo?" - Kaho tenía sus dudas.
- "Lo sé porque en el momento que se me avisó del accidente fui inmediatamente a la casa de mi alumno, y al llegar aún podía sentir la presencia de alguien poderoso alrededor de la propiedad, además que por el estado que presentaba la casa daba la impresión que el agresor estaba buscando algo, tal vez importante" – continuó pensativo – "todo estaba revuelto, pero al mismo tiempo no se llevaron nada de valor. Finalmente, disipé mis sospechas al ver el estado en el que se encontraba mi alumno, no es posible que un ser humano común y corriente como un ladrón, si ese hubiera sido el caso, sea capaz de realizar ese tipo de heridas en alguien y en tan poco tiempo".
- "¿Poco tiempo?" – el doctor dudó interesado.
- "La madre de mi alumno estaba presente en el momento que el agresor lo atacó. El asalto ocurrió mientras ella llamaba a la policía así que en realidad no pudo ver nada de lo que pasó, solo escuchó gritos y sonidos extraños antes de ir por su hijo e intentar ayudarlo, encontrándolo en el suelo muy mal herido" – explicó – "todo esto en cuestión de segundos".
- "Está claro que ese joven no tuvo oportunidad de defenderse, sobre todo habiendo magia involucrada" – Kaho razonó con inquietud.
- "La mujer quedó conmocionada con su hijo en brazos y lo único que pudo atestiguar fue que el agresor empezó a buscar como loco por todas partes algo que ella aún no se explica. Gracias a la llegada de la policía a lugar que ahuyentó al hombre, este sujeto no pudo agredir a la madre de mi alumno".
- "Esto es preocupante" – Touya no ocultaba su mal presentimiento.
- "Totalmente de acuerdo contigo, amigo" – Yukito parecía ser el más inquieto.
- "Me esperaba algo como esto" – Kaho repuso en un susurro que fue inaudible para los dos hombres.
La ansiedad era evidente en el rostro de los tres, considerando que desde hacía muchos años que no se veían involucrados en desequilibrios o pruebas donde tuvieran que utilizar su poder –más que para entrenamientos-, pero esto parecía ser mucho más serio y no se asemejaba en nada a todas aquellas hazañas y aventuras que pasaron tiempo atrás. Por supuesto que ellos tampoco eran los mismos de aquel entonces, Touya había recuperado en forma natural sus poderes y Kaho y Sakura habían incrementado sus habilidades considerablemente, pero eso no sacudía el inquietante pensamiento de la enorme casualidad que conllevaba este tipo de accidente en relación directa con un conocido de ellos como lo era el alumno de Yukito.
Continuando con esa línea de pensamiento, todo tipo de cosas cruzaba por la cabeza de Touya Kinomoto, todo, menos aquello que presenció al doblar en una esquina en la salida de lo que parecía un parque de diversiones, encontrándose con sus tres hermanas y un par de tipos que jamás había visto.
Claro que el escándalo no se hizo esperar.
- "¡¿Qué demonios hacen ellas con esos tipos, que no se suponía que estaban en la universidad haciendo un examen de admisión?!" – Kinomoto reventó.
- "¿De qué hablas?" – Kaho preguntó, adoptando la misma confusión que reflejaba el rostro de Yukito.
- "¡De eso estoy hablando!" – el hombre, al borde de un ataque de nervios, señaló el lugar en donde sus hermanas hablaban muy animadamente con dos apuestos muchachos.
Touya frenó en la acera frente a los jóvenes, consiguiendo que Sakura y Tomoyo reconocieran el deportivo enseguida, y le dieran paso a una expresión nerviosa y a una enorme gota sobre sus cabezas.
- "¿Qué sucede?" – para Koji Nakata no había pasado desapercibido el semblante de "preocupación" en el rostro de sus nuevas amigas.
- "Al parecer están a punto de conocer a nuestro hermano Touya" - Sakura sonreía nerviosa.
- "¡Genial!" – para Takato la idea era más que bienvenida, sobre todo porque si en el futuro se decidía a conquistar a alguna de las muchachas, y si todo salía bien, podría decir que ya tendría puntos ganados con un miembro de la familia.
En segundos un malhumorado Touya, una sonriente Kaho y un divertido Yukito se bajaron del automóvil.
- "¡Hermanito!" – Yui no pudo evitar su entusiasmo al reconocer al doctor, corriendo a su encuentro.
- "Hola, Yui" – el doctor pareció serenarse un instante ante la alegría de la niña – "Mira quien me acompaña" – intentó distraerla con sus acompañantes.
- "¡Kaho, Yukito!" – como era costumbre se tiró a los brazos de la mujer.
- "Hola, pequeña ¿cómo estás?" – Kaho sonreía feliz con Yui en brazos.
- "¡Muy bien! Mis hermanitas y yo estuvimos toda la mañana en el parque de diversiones, hasta comimos un helado" – confesó inocentemente.
- "Eso suena muy divertido".
La niña asintió entusiasmada antes de preguntar - "¿Y tú adónde ibas?".
- "Pues pensaba ir a almorzar con tu hermano y Yukito, pero probablemente habrá un cambio de planes".
- "¿Por qué?" – preguntó confundida.
Kaho no respondió, sin abandonar su sonrisa para Yui y suspirar con paciencia mientras presenciaba el interrogatorio del médico a sus hermanas.
- "¿Que están haciendo aquí, que no tendrían que estar en la universidad haciendo un examen?" – preguntó.
Extrañamente, Sakura y Tomoyo notaron cierto control en el muchacho, y la última se adelantó a responder de la manera más dulce e inocente que pudo para no tentar la suerte.
- "Lo que sucede es que el examen se canceló por unos problemas técnicos y bueno..." – continuó serena - "Sakura y yo decidimos dar un paseo con Yui".
- "¿Y ellos también quisieron acompañarlas?" – Touya señalaba a los dos hombres que estaban a su lado.
Antes de que Tomoyo pudiera responder, Takato se adelantó con una sonrisa que él catalogaba como la mejor en su repertorio de su acto "encantador".
- "Disculpe nuestros malos modales, mi nombre es Takato Suzuki".
- "Y yo soy Koji Nakata, señor" – el muchacho se presentó automáticamente al sentir la mirada de su amigo y entender la rutina que intentaba desplegar. Aunque Koji no podía evitar notar que el doctor parecía... ¿molesto?
- "Yo soy Touya Kinomoto" – se presentó sin cambiar su semblante.
Sakura y Tomoyo observaban un poco incrédulas la respuesta tan civilizada en la que su hermano respondía, comparado a otros momentos en el que el doctor había sido mucho más cortante.
- "¿Y ellos son amigos de tu hermano?" – Takato le susurró a Tomoyo invadiendo un poco su espacio personal, gesto que no pasó desapercibido por el mayor de los Kinomoto.
La joven se apresuró a presentar a las personas notando la reacción de Touya.
- "Ah sí, disculpa, él es Yukito Tsukishiro, es el mejor amigo de mi hermano".
- "Hola, mucho gusto" – el maestro saludó amablemente.
Luego se volvió hacia Kaho - "Y ella es..."
- "¡Ella es Kaho Mizuki, la novia de mi hermanito!" – Yui intervino más que animada.
- "¿Qué demonios dijo?" – Touya dejó de lado un momento la inquisición que hacía a los dos muchachos, reaccionando de inmediato a la respuesta de la niña.
- "Mucho gusto" – la aludida contestó divertida y tratando de contener la risa.
- "Un placer" - Takato asintió y no pudo evitar destilar un poco más de su acto "encanto" con el hombre proporcionando un cumplido – "Lo felicito, su novia es muy hermosa".
Esto provocó más risas contenidas y un comentario de parte de Yukito - "Yo también te felicito, Touya" – era evidente que el maestro estaba disfrutando el momento.
El doctor le lanzó una mirada asesina a su mejor amigo, decidido a terminar con la situación.
- "Será mejor que nos vayamos. Kaho, Yukito y yo vinimos a almorzar" – se dirigió a Sakura y Tomoyo - "Y ustedes van a acompañarnos, así que suban al auto" – terminó por sentenciar.
Koji se apresuró a hacerle una seña a Takato para que ellos también se marcharan, y el joven Suzuki, aun un poco confundido por el comportamiento burlón de todos los presentes menos del susodicho Touya, aceptó la retirada sin mucha insistencia.
- "Nosotros también nos vamos, tenemos muchas cosas que hacer, fue un gusto conocerlos" – hizo una reverencia a Kaho y Yukito – "Sakura, Tomoyo nos vemos en la universidad".
Las muchachas sonrieron despidiéndose también.
Cuando los jóvenes se alejaron lo suficiente, Sakura se atrevió a hablar.
- "Hermano, tengo que ir por el automóvil al estacionamiento" – replicó intentando sonar casual.
- "Después mandamos por él, ahora no estoy de humor".
Nadie se atrevió a contradecirlo intentando aligerar el ambiente; salvo la pequeña Yui, que no era consciente de la tensión, se animó a hablar durante todo el camino al restaurante, contando todas las hazañas del día y resaltando la parte en donde conocieron a los jóvenes Nakata y Suzuki.
Notando la tensión del doctor al escuchar el relato de la niña, Kaho no pudo evitar comentar.
- "Eran unos jóvenes encantadores, ¿no crees?".
- "¿De quién diablos hablas?" – Touya intentó ignorar el cambio de conversación.
Kaho sonrió y se compadeció del hombre, entendiendo que el momento de "novia de mi hermanito" aún estaba demasiado fresco en su mente.
En una sala de entrenamiento, dos jóvenes se encontraban ceñidos en un combate que parecía llevar un largo rato –si acaso el sudor y los jadeos cansados de ambos era indicador de eso-; uno de ellos se colocó en una nueva posición de ataque, mientras el otro ni siquiera se inmutó y se preparó para contraatacar. Abalanzándose uno contra el otro, desplegaban precisos movimientos de artes marciales, combinados con una espada que parecía haber aparecido mágicamente en sus manos. A medida que el combate avanzaba, ráfagas de viento sobrenaturales envolvían a los jóvenes coordinándose con cada embestida que esgrimían, hasta que el movimiento de uno de ellos terminó golpeando de forma certera al otro, logrando desarmarlo y tenerlo a merced de un golpe final. Preparándose para rematar al perdedor, la presencia de otra persona en el lugar interrumpió el momento al tomar la espada que había salido volando –y que casualmente se detuvo a sus pies-, arrojándola con precisión al joven que iba a ser derrotado, quién sin perder el tiempo, con su espada recuperada y con un ágil movimiento, terminó desarmando al que hubiera sido el ganador.
Con su espada apuntando el rostro de su contrincante, el joven sonrió.
- "Buena pelea" – replicó con humor.
- "Fue buena, hasta que hiciste trampa" – el otro renegó fastidiado.
El tercer presente, que resultó ser una mujer, observó a los jóvenes con un gesto de fastidio colocando sus manos en las caderas.
- "¿Ya terminaron?" - la hermosa chica china replicó molesta, y es que llevaba un par de horas buscando a los dos muchachos.
- "Sí, ya terminamos. ¿ Puedes explicarme por qué interviniste, Mei Ling?... estaba a punto de rematar a Lung".
- "¿Por qué? " – repitió arqueando una ceja – "porque llevo horas buscándolos y ustedes no se deciden a aparecer" – perdió la paciencia dirigiéndose a su primo - "¿sabes lo difícil que es encontrarte si tienes tu móvil apagado, Shaoran?".
- "No te enfades, Mei. Tan solo desaparecimos un par de horas" – el otro joven intentó defenderlo.
Mei Ling lanzó una mirada fulminante al sujeto, la cual logró detener sus excusas, reconociendo que no había sido buena idea enfadar más a la chica con su tonta broma.
- "Tú, Lung, tienes la culpa de todo, seguramente fue idea tuya traer a Shaoran a este lugar" – lo acusó – "si quieren entrenar, háganlo en las instalaciones del Clan o en la mansión".
- "¿Cuál mansión la mía o la de Shaoran?".
Por segunda ocasión, Lung intentaba hacer otra broma sin éxito, mientras Shaoran contenía la risa y se preguntaba por enésima vez como era que su amigo siempre conseguía enfadar a su prima en los peores momentos y vivir sin un rasguño.
- "Muy gracioso, Lung; espero que mantengas ese entusiasmo cuando llegues a la reunión del Concilio; seguro que a Xie le encantará escuchar que hacía el jefe del clan Sheng en medio de la nada, como todo un chico irresponsable no atendiendo una reunión muuuuy importante".
Lung Sheng tragó saliva – "¿Acaso, hay reunión en estos momentos?" – preguntó preocupado, intentando recordar la agenda que su secretario le leyó por la mañana.
La chica lo observó con ojos juguetones – "Claro que no hay ninguna reunión, solo quería vengarme por esos dos inoportunos comentarios tuyos, ya sabes que no deberías molestarme cuando solo trataba de hacerles un favor".
- "Dinos, Mei Ling ¿para qué nos buscabas con tanta urgencia?" – Li retomaba el verdadero punto de la conversación.
- "¿Acaso no recuerdan que esta noche es la primera fiesta que se celebra con motivo del gran y espectacular evento del nombramiento del nuevo jefe del Concilio de Hechiceros de Oriente?"- la postura solemne que había realizado la chica al pronunciar las palabras, hizo que los jóvenes la observaran con recelo.
- "Como olvidar la bendita fiesta, si siempre tratamos de huir de ese tipo de formalidades" – Lung se mostró algo irritado, la cierto era que a él le encantaban las fiestas, pero el tipo de celebraciones que realizaba el concilio eran de lo más aburridas.
- "Entiendo lo que dices, pero esta vez no pueden faltar a la cita; sería el colmo que el nuevo jefe no se presentara a su propia fiesta" – la chica miró a su primo con intención – "¿Verdad que no vas a faltar, Shaoran?".
- "Por supuesto que no, Mei Ling" – suspiró – "como tú bien dices, ¿cómo no presentarme a mi propia fiesta?".
- "No te preocupes amigo que yo tampoco faltaré al evento" – Sheng sonrió en son de broma – "se vería muy mal que el jefe del clan Sheng no se presentara a la fiesta de su colega y mejor amigo".
Mei Ling rodó los ojos - "Pues entonces vámonos que se nos hace tarde, aun tienes muchas cosas que hacer, primo".
- "Como digas" – el joven dio otro suspiro, la verdad es que a él también le cansaban ese tipo de formalidades que consideraba innecesarias.
Camino al estacionamiento, Lung se acercó a la joven agradeciéndole la ayuda brindada minutos atrás.
- "Muchas gracias por tu intervención en el combate" – replicó, guiñándole un ojo.
- "No me lo agradezcas, tenía que parar eso de una manera u otra, además..." – lo observó con fingida compasión – "de no haberlo hecho, Shaoran pudo haberte matado y no quería tener esa muerte sobre mi conciencia".
- "Eso fue un golpe bajo, Mei" – se tomó el estómago en exagerado gesto, al tiempo que lanzaba una astuta mirada – "pero tú sabes que eso no hubiera sido tan fácil; soy tan bueno como Shaoran en combate, y solo hay un par de habilidades mágicas que necesito perfeccionar antes de declarar que estamos parejos".
A su lado, el jefe del clan Li sonrió por lo bajo - "Será mejor que me adelante. Recuerdo que dejé mi automóvil en otro piso del estacionamiento" – Shaoran tomó otro camino apresuradamente reconociendo la disputa que se avecinaba entre Mei Ling y Lung.
- "Pues yo no llamaría "un par de habilidades" a la capacidad de hacer cartas como las de Clow" – la muchacha continuó con la discusión.
- "Bien, tú y yo sabemos que Shaoran será capaz de lograrlo, y por consiguiente yo también lo intentaré" – le lanzó una dulce mirada – "lo que dijiste hace un momento de salvarme de tu primo ¿significa que te preocupas por mí?".
La chica se sonrojó levemente ante el cambio abrupto de su tono, guardando silencio y apresurando el paso con la excusa de que su automóvil ya estaba cerca.
– "No te hagas el importante y mejor dime, ¿te irás con nosotros?" – preguntó al notar que el joven seguía esperando una respuesta.
El jefe del clan Sheng negó con la cabeza – "Tengo que resolver un par de asuntos pendientes antes de prepararme para la fiesta de Shaoran".
- "Entiendo. No vemos esta noche" – Mei Ling se despidió subiendo a su vehículo
- "Nos vemos" – respondió mientras la observaba alejarse, no fue sino hasta que la perdió de vista que con un suspiro se dispuso a buscar su vehículo.
- "¡¿QUEEEEEEEEEEÉ?!" – La habitación retumbó por la exclamación del pequeño muñeco volador que gritaba indignado – "¡se fueron a pasear y no me llevaron!".
- "Entiende, Kero; aunque nos hubieras acompañado tendrías que haberte ocultado todo el tiempo porque visitamos un parque de diversiones donde había mucha gente" – Sakura trataba de calmar al guardián.
- "Eso no me importa, lo que no puedo perdonarte es que hayan ido a comer un delicioso almuerzo con mi postre favorito" – sus lágrimas empezaron a salir como cascadas – "¡Que cruel eres, Sakura!".
Tomoyo sonrió ante la reacción exagerada de la bestia del sello para luego sacar de su bolso un pequeño paquete que entregó a Yui, -quien se encontraba a su lado- susurrándole instrucciones al oído.
La niña rio entusiasmada y se acercó entre saltitos al muñeco con alas.
- "¡Toma, Kero! ¡Te trajimos esto para que ya no llores!" – la pequeña le extendió el paquete que contenía un postre y algunos dulces.
Los ojitos de Kero brillaron con agradecimiento – "¡Gracias linda Yui, tú eres la única que se preocupa por mí!".
Olvidada la escena del indignado Kero, Tomoyo se dirigió a su habitación donde encontró la correspondencia de la que le había hablado Sonomi por la mañana y que aparentemente era importante.
- "Una carta proveniente de Francia" – murmuró cuando revisó el remitente
Mientras intentaba recordar quién de sus conocidos en el país podría haber escrito, al leer la carta se llevó una gran sorpresa; y entre una mezcla de asombro, felicidad y tristeza, la morena dejó su habitación apresuradamente para regresar a la de Sakura.
La de ojos verdes se encontraba ordenando algunos cajones de su tocador, con Yui acostada en su cama observando sonriente como Kero se atascaba de dulces, cuando el ingreso agitado y repentino de Tomoyo llamó su atención.
- "¿Sucede algo malo, Tomoyo?" – Sakura no pudo evitar preocuparse al notar el semblante de su hermana.
- "La carta que me llegó de Francia" – la chica caminó hasta ella extendiéndole el sobre - "Ni siquiera recordaba que estuviera esperando una respuesta, había pasado tanto tiempo que ya daba el caso por perdido".
Sakura leyó el contenido y por unos instantes sus ojos se iluminaron llenos de alegría para luego cargarse con un poco de conflicto.
- "¿Y qué piensas hacer?" – preguntó finalmente.
- "No estoy segura, no contaba con esto".
- "Pues yo creo..." – tomó una pausa desviando la mirada hacia Kero, que seguía feliz devorando golosinas frente a una divertida Yui, aun ajenos a la conversación que se realizaba frente a ellos – ".. creo que deberías aceptar. Esto es algo que siempre has querido hacer, es tu sueño" – replicó regalándole una sonrisa.
- "¿Lo dices en serio?" – Tomoyo repuso un poco insegura.
- "Claro que sí" – respondió ampliando su sonrisa – "por supuesto que te extrañaremos mucho, pero todos estaremos felices por ti y no es como si te fueras para siempre... será solo por un tiempo".
- "Gracias, sabía que estarías feliz por mí" – Tomoyo le devolvió la sonrisa – "y también iré a hacer el examen de admisión a la universidad ya que al regresar del curso pienso integrarme de inmediato".
- "Por supuesto, estar al menos seis meses en Paris ya es suficiente vacación, sería el colmo que faltaras a clases por más tiempo".
Ambas rieron con optimismo mientras se abrazaban con cariño.
- "¿De qué se ríen?" – Yui dudó al percatarse de la escena.
- "No es nada" – Tomoyo se acercó hasta quedar a la altura de la pequeña – "¿Quieres ir a nuestro lugar secreto del jardín a jugar un rato?".
- "¡Sí!"
- "¡Yo también voy!" – Kero gritó con entusiasmo, sabiendo muy bien que ese sector era un lugar perfectamente a salvo para él también.
El grupo se dispuso a salir de la habitación, mientras Sakura dejaba la carta de Tomoyo en su mesa de noche. En el papel a medio doblar se podían leer la parte oficial que evidenciaba que Tomoyo había sido aceptada al curso de verano en una de las más prestigiosas instituciones de moda en Paris.
Las semanas volaron entre exámenes de admisión y papeleos. Sakura y Tomoyo fueron aceptadas en la universidad para alegría del joven Takato Suzuki, aunque su desilusión fue más grande que su alegría cuando supo que la linda chica de ojos azules tendría que marcharse muy pronto y por un buen tiempo. Tomoyo informó a su familia de la respuesta enviada por la universidad francesa, siendo Yui la más afectada cuando entendió la magnitud de lo que implicaba la aceptación. La niña lloró todo ese día negándose a que su hermana se marchara tan lejos. Luego de muchos esfuerzos, Tomoyo logró tranquilizar a la pequeña prometiendo que su ausencia no sería tan larga y que habría visitas y muchas llamadas telefónicas el tiempo que durara la separación.
Fujitaka y Sonomi también reaccionaron de forma positiva. El arqueólogo no pudo más que abrazar a su hija y expresarle todo el orgullo que sentía por su logro y cuanto la extrañaría el tiempo que estuvieran separados, al igual que Sonomi, que, aunque demostró un poco más el conflicto que le provocaba el alejamiento de una de sus hijas, también se unió a las felicitaciones y a las expresiones de compresión y amor paternal.
Yukito, que consideraba a los Kinomoto como su familia desde que había sido acogido por ellos cuando murieron sus abuelos y viviendo en su casa por cuatro años ya, no pudo evitar sentirse como un hermano mayor que extrañaría a su pariente, deseándole con ese sentimiento la mejor de las suertes a Tomoyo. Muy diferente fue la reacción de Touya, que no había pronunciado palabra alguna pero que terminó dando un rápido abrazo a la muchacha, sin mostrar alguna otra expresión de afecto; aunque era claro por su ceño fruncido que el doctor no estaba totalmente de acuerdo con que la chica se marchara –otra connotación a esa característica posesiva que tenía hacia su familia-, pero sin llegar a vocalizar su desacuerdo, sobre todo porque en el fondo de su mente entendía la gran oportunidad que se le presentaba a Tomoyo y la felicidad que esto traía para ella.
En un sábado, como aquel soleado, con brisa cálida en el que había recibido la carta de aceptación, Tomoyo recordaba todas estas reacciones y algunas de las despedidas emotivas que recibió cuando llegó el momento de partir.
Instalada en Paris y en la universidad hacía un mes, la joven estaba encantada y fascinada con todo el glamour, romanticismo, arte, gastronomía y todo lo que la ciudad prometía y que se respiraba en el ambiente, satisfecha con sus resultados en clase, convirtiéndose en la alumna más aplicada en poco tiempo y demostrando que contaba con una habilidad innata en el campo del diseño.
La hija de Sonomi suspiró sin dejar de soñar que algún día, con mucha suerte y esfuerzo, quizás podría convertirse en esa hábil diseñadora de modas que siempre había deseado ser.
- "¿Jessica? – una linda chica pelirroja ingresó a la habitación interrumpiendo los pensamientos de Tomoyo – "¿Quieres ir a dar un paseo?, hoy hace un lindo día" – preguntó en perfecto francés.
- "Me leíste la mente, Silvia" – ella sonrió – "¿Adónde vamos?".
- "A la torre Eiffel" – Tomoyo asintió y mientras se levantaba de la cama para alistar una cartera y un abrigo, la joven replicó – "Y también podríamos aprovechar el tiempo para que le hablas a ese hermano tan guapo que tienes, ¿no lo crees, Jessica?".
La aludida no pudo evitar ponerse a reír – "¡Nunca cambias, Silvia!".
Notas de la autora:
Avances del próximo capítulo:
Veremos como le va a Sakura en la universidad, habrá una que otra fiesta (parece que todos se pusieron de acuerdo en hacerla el mismo día), aparece otro conocido de nuestros amigos, mientras Tomoyo se lleva un gran susto.
¡Nos leemos pronto!
Saito Ryuzaki.