Advertencia: Ooc, y ¿recuerdan al bebé playboy penguin? aparece principalmente en 8 ball Bunny de 1950, y al ser esto un au. humanizado, lo nombré Peter porque si :D


–No

–Por favor, Daffy. Te devolveré el favor si haces esto por mí. –quiso reír por lo desesperado que sonó su amigo a través del teléfono.

–No.

–Daffy, por favor, no es tan difícil, solo necesito que lo lleves una vez.

–¿Qué pasa con Pepe? ¿Acaso el mocoso no tiene dos padres?

–Pepe trabaja de noche y llega alrededor de las nueve de la mañana, Daffy, no alcanzaría a llevarlo a tiempo por mucho que quisiera.

–¿No tienes más personas a las que pedirlo?

–¿Tienes algo más importante que hacer? –La frustración se hizo presente en su amigo, causando que pisara más su lengua al hablar–. Tu turno laboral empieza a las diez, puedes llevarlo e ir derecho a tu trabajo.

–Claro que tengo cosas más importantes que hacer, gatito. Soy Daffy Duck...

–¡Estás mintiendo! –vociferó su amigo–. Dios, Daffy, te estoy pidiendo un maldito favor..., además, sabes lo mucho que le gustará verte, eres su adulto favorito después de Pepe.

–Oh, no, claro que no. No uses esa clase de chantajes conmigo. No se acabará el mundo si el enano falta un día.

–¡Daffy!

–¿Qué? –preguntó fastidiado.

–Junior no me perdonará el no haberlo llevado un solo día.

–¿Y es que ese niño no se enferma? ¿Nunca ha faltado a ese sitio?

–No cambies de tema –le oyó suspirar– ¿Sabes qué? Está bien, Daffy. Eres imposible. No puedo creer que mi hijo le tenga tanto aprecio a alguien tan egoísta.

Maldición. Ese fue un golpe bajo.

–Está bien, está bien, lo haré. No hay necesidad de ponernos agresivos, Syl.

–¡¿De verdad?! –El grito de Sylvester le hizo apartar el aparato electrónico de su oreja.

–Sí... Ahora dime qué es lo que tengo que hacer.

–Tienes que llegar a mi casa antes de las ocho, porque a esa hora Junior entra a la escuela. Él ya estará vestido, desayunado y con su mochila lista. Es solo que llegues y lo lleves.

–Más te vale que me tengas listo el desayuno.

–Sí, sí, lo que sea. Solo no llegues tarde.

–No lo haré.

–Bien –Sylvester volvió a suspirar, pero ahora con alivio–. Gracias, Daffy, te llamaré mañana. Cuidate.

–Tú igual.

Y colgó por fin.

Daffy se encontraba boca arriba en su cama sin mirar algo en específico. Había llegado hace poco de su trabajo, y lo primero que lo recibía era una llamada de Sylvester pidiéndole el favor de llevar a Junior a la escuela primaria.

Había tenido un mal día gracias a su maldito jefe, a quien casi le ruega por su miserable paga. El mes fue terrible y la clientela poca, pero él había trabajado bien, se había esforzado y demostrado sus buenas habilidades de estilista a cada cliente que llegaba, así que eso no le daba el derecho a su Jefe de retrasar más su salario mientras era consciente de lo bien acomodado que estaba el vejestorio ese.

Y eso no era todo, porque como si la suerte no estuviera nunca de su lado, hace menos de un mes había terminado otra relación que creía que sería duradera. Después de cuatro años de convivir con quien era su pareja, poco a poco fue sintiendo un estancamiento en sus acciones, se había forzado varias a veces a actuar que todo estaba bien para no lastimar al chico que trataba de arreglar lo que tenían, pero su ex no tenía nada de tonto, y después de recibir una llamada de él, ambos terminaron encontrándose en su apartamento y dando por acabada la relación.

Lo hablaron con calma y cada uno se fue por su camino después de un fuerte abrazo.

Esa vez no pudo usar el pretexto de que su ex no era suficiente para el grandioso Daffy Duck, como si lo había hecho en relaciones pasadas, porque sabía que aquel chico era demasiado para alguien como él, y haber fingido algo que lentamente fue desapareciendo en sus últimos meses, lo hizo sentir fatal.

El chico le aseguró que todo estaba bien y que no había necesidad de sentirse mal, pues Daffy simplemente no supo como manejar una situación que a cualquiera le hubiera pasado, y que si en algún momento requería de su ayuda, estaría ahí para él.

Una sonrisa se pintó en su rostro al recordar eso. Ese chico era ridículamente adorable.

Pero la sonrisa no le duró mucho.

No estaba usando sus problemas como excusa por lo remiso que fue con Sylvester, es solo que su amigo lo llamó en un mal momento.

No tenía ningún problema con levantarse más temprano de lo normal y llevar a su mocoso favorito a la escuela, incluso si a veces no soportaba lo charlatán y positivo que era, porque ama a ese niño y pondría toda su atención en él si así lo quisiera. Y por eso terminó aceptando después de escuchar la cruel frase que lanzó su amigo.

Un solo favor no sería lo único que le cobraría a Sylvester.

Daffy, sin bajarse de la cama, se envolvió con sus cobijas, configuró su alarma y dejó que el cansancio de ese día lo ayudara a dormir con rapidez.

[-]

–¡Tío Daffy!

Fue recibido con un abrazo a la altura de su cintura y un saludo eufórico.

–Hola, enano. ¿Cómo estás?

–Muy bien, muy bien, pero vamos que ton petit-déjeuner te está esperando.

–Solo entendí el petit, y no creo que estés hablando de tu papi –Daffy rodó los ojos y se dejó llevar por el niño que tiraba de su camiseta–. Recuerda que no todos tenemos un padre francés, mocoso.

–Significa desayuno, tío Daffy.

Había olvidado el desayuno que le pidió a Sylvester.

Al estar en la cocina, divisó un plato con panqueques bañados en miel y una taza con café aún caliente. El aspecto no solo era delicioso, sino que el olor consiguió un rugido de su estómago.

–Mi papi lo hizo –El orgullo en la voz de Junior casi hace reír a Daffy.

–¿Sylvester hizo esto? ¿Pero cómo puede verse y oler tan bien?

Mon papa le ha enseñado.

–Ah, por supuesto. ¿Tú comiste lo mismo?

–Si, pero en lugar del café, mi papi me preparó un jugo de naranja.

Daffy asintió y empezó a comer con lentitud, no tenía prisa. Sylvester le envío la dirección de la escuela antes de que empezara a negarse al favor, y por lo que vio, desde la casa de su amigo hasta la escuela, eran cerca de veinte minutos a pie. Había llegado a las siete y cuarto, así que le quedaban veinticinco minutos para comer su rico desayuno.

Quince minutos después, se dejó caer en el sofá de la sala de estar queriendo reposar, y sintió a Junior sentarse a su lado.

–Los primeros panqueques siempre le salían quemados a mi papi.

La risa de Daffy se dejó escuchar y miró al niño.

–Me lo puedo imaginar.

Tanto niño como adulto quedaron absortos en la adorable conversación por un corto tiempo, antes de que Daffy viera la hora en su teléfono y tomara la pequeña mano de Junior para salir del lugar y dirigirse a la escuela.

[-]

Escuchaba con atención a Junior.

El enano contaba con sus dedos las nuevas palabras en francés que Pepe le había enseñado, y al terminar de contar cinco palabras, ya que ambos iban tomados de una mano y Junior se negaba a soltarle, le pidió sus dedos para seguir contando.

Sonrió con ternura al escuchar el acento francés mezclado con el acento adquirido de Sylvester. Este niño sin duda era una mezcla perfecta de esos dos empalagosos idiotas.

Estaba tan atento a los dedos de su mano, tratando inútilmente de recordar las palabras francesas, que reaccionó tarde cuando Junior soltó de imprevisto su mano y salió corriendo hacia alguien.

Iba a empezar a ir detrás de Junior, pero detuvo esa idea al verlo abrazar a otro niño más bajo que él y restregar su mejilla en la contraria.

Aquel niño tenía el cabello negro y una piel más clara que la de Junior. Sus mejillas eran regordetas, e iban perfectamente con su rostro adorable.

–¡Peter!

El niño, ahora de nombre Peter, no respondió con palabras sino que devolvió el abrazo con fuerza. Los vio abrazarse por más tiempo y al separarse, ambos niños caminaron hacia una persona que no notaba sino hasta ahora.

–Buenos días, señor Bugs.

–Buenos días, Junior. Veo que extrañaste mucho a Peter.

–No lo vi hace mucho. Obviamente iba a extrañar a mi super mejor amigo.

–Fueron solo dos días, pequeño.

"Bugs" se arrodilló hasta quedar a la altura de ambos niños y les sonrió con ternura y diversión.

–Dos días es mucho tiempo, señor Bugs.

–Lo que tú digas, enano... Oh, Peter te ha querido traer algo, ¿verdad? –el chico, de cabello ridículamente claro ahora que lo veía bien, miró a Peter, esperando una respuesta que llegó en forma de asentimiento, y procedió a entregarle una manzana roja que el niño colocó en las manos de Junior–. Pensó que sería muy temprano para regalarte un dulce, así que le sugerí una zanahoria, pero me dijo que te gustan mucho las manzanas.

Daffy se acercó de inmediato y alejó a Junior del par de extraños.

–¿Quienes son ustedes y que clase de Blancanieves y los siete enanos es esto? –volvió su vista a Junior esperando una respuesta también de él.

–No te preocupes, tío Daffy –Junior señaló al otro niño–, él es mi super mejor amigo, y su nombre es Peter, y él –llevó su pequeño dedo hacia el chico pálido–, es el señor Bugs, su niñero. Mi papi los conoce y no son peligrosos.

Bugs debió haber visto la desconfianza en su rostro porque se acercó con lentitud y habló:

–No solo conocemos a Syl. Pepe siempre recoge a Junior, y charlamos cuando tenemos que llevar a estos dos pequeños al parque porque no se quieren separar. Nos conocemos desde que ellos dos entraron a la escuela.

Oh. Ahora sí podría relajarse un poco.

Dejó de interferir entre Junior y el par de, ahora, no tan extraños, y ambos niños volvieron a juntarse.

Iba a decir algo más, pero la campana de la escuela empezó a sonar, dando el claro mensaje de que la puerta ya estaba abierta y que los niños ya podían entrar.

Los únicos niños ahí se tomaron de la mano, se despidieron de sus cuidadores, Junior con unas cuantas palabras y Peter con un movimiento de mano, y entraron a la institución.

Daffy observó a Bugs por un momento hasta que este dejó de ver hacia dónde habían estado los niños y fijó su atención en él.

No había prestado atención al chico frente a él, pero ahora que lo hacía, podía notar las características de tan extraño y apuesto rostro; ojos de tonalidad azul, nariz pequeña y respingada que era decorada por un rosa muy sutil, mejillas apretables y una sonrisa otorgada que le dejó ver unos incisivos centrales más grandes de lo normal, dándole la apariencia de un conejo.

Un lindo conejo.

–Nos vemos, tío Daffy.

No respondió y Bugs no esperó a que lo hiciera, tan solo se dio la vuelta y empezó a caminar en dirección opuesta a la de Daffy, dejándolo en un pequeño trance del que solo despertó al escuchar el tono de llamada de su teléfono.

Sacó el aparato del bolsillo derecho su pantalón y al ver el nombre en la pantalla, sonrió con arrogancia antes de contestar.

"–Sylvester, mi preciado y querido amigo. ¿Necesitas el mismo favor mañana? Porque lo haré con mucho gusto. He descubierto que soy perfecto haciendo del niñero de ese mocoso.

–¿Qué le has hecho esta vez a mi hijo, Daffy?"


Mi idea principal era hacer de esto una historia más larga porque si le tengo algunas cositas planeadas, pero no soy buena con las continuaciones, así que creo que es mejor dejarlo como un one-shot por el momento. Chau~