soy §Girl Magic del Anime§, en mi país Chile han pasado muchos cambios, en pandemia y con ahora un bebe no he tenido la misma disposición a escribir. Esto salió y decidí salir de la traba en la que estoy, ojala disfruten.


Pluma negra y cornamenta escarlata

Capítulo I

one-shot


Las habitaciones se habían llenado de residentes/pacientes que por uno u otros motivos se había aventurado en inscribirse en el peculiar hotel demoníaco.

Unos con el fin de tener un lugar donde pernoctar, otros por diversión y muy pocos porque de verdad deseaban la tal llamada redención.

Los papeles y las llaves habían pasado de mano en mano por parte del personal del hotel. Charlie con una especie de alegría contenida miraba el organizador de habitaciones, así como los apuntes de avances o retrocesos en los huéspedes.

Meses de mucho trabajo, meses en que estuvo a punto de perder esa esperanza, la cual estaba aferrada más que a su propia vida. En estos momentos podía tener al menos la seguridad de que aunque todo se cayera a pedazos ella lo había hecho. Había caminado en contra de todos con tal de seguir sus instintos, sus deseos, su sueño sin detenerse.

¿Qué más daba que una demonio quisiera salvar a los demás?

Quería lo mejor para todos. No quería muertes sin sentido.

Bueno, ella no era cualquier demonio, era la hija del rey, el pecado original, el ángel caído.

Ella repetía la historia. Apretó los labios.

Cerró brevemente los ojos mientras apuraba el café por su garganta,se volvió amargo al tragarlo.

Ella por soberbia se rebeló contra su Padre. Su padre por soberbia se rebeló contra Dios.

¿Padre la odiaría por ello? ¿Sufriría por ello?.

Cómo saberlo, su madre no le diría nada al respecto, sonreía sutilmente y depositaria un beso en su frente. Contendría brevemente la angustia de su corazón, pero no por siempre.

El café en el fondo de su taza se veia mas oscuro y viscoso que cuando el radio demonio lo preparó, la bebida de Alastor siempre era intensa, el decía que no se podía iniciar una buena jornada sin un buen café. Sonrió triste, a pesar de la extraña personalidad del ahora socio de su empresa-sueño, le agradaba su singular compañía con el pasar de los meses. Le agradaba más que cualquier miembro del stand en estos momentos.

Quizás porque el no tenia nada que esconder, al contrario, él mostraría un gran espectáculo y si era necesario haría bailar a más de algunos.

Entrecerró los ojos mirando fijamente el líquido oscuro susurrando un pasaje de la biblia.

- 'Y vi un ángel descender del cielo, que tenía la llave del abismo, y una grande cadena en su mano. Y prendió al dragón, aquella serpiente antigua, que es el Diablo y Satanás, y le ató por mil años.

Suspiro sonoramente. Llevó la taza a sus labios y aventó el último trago, tratando que se llevara toda la ebullición de emociones que estaba atravesando su garganta y amenazando con transformarse en lágrimas. No quería llorar. No lograría nada. Se había cansado de llorar.

- Espléndido el día de hoy, querida. Huelo algunas almas que piden ser… - hizo una pequeña pausa,con interferencia - salvadas.

Era claro que iba a decir torturadas, pero con el paso del tiempo había aprendido a decir salvadas. Le parecía divertido tomar la atención de la rubia para luego decirlo de la manera políticamente correcta.

Ensanchó su sonrisa.

Nada como empezar un nuevo día. Observó de reojo y vio el café acabado, estaba claro que algo le pasaba a su socia, ese halo de silencio angustiante la rodeaba, su espontaneidad estaba muy baja.

- Al… - empezó a decir la demonio - gracias por el café - sonrió con tristeza, pero sinceramente.

- Aceptaré esa sonrisa, aunque se que no sea el mejor vestido que he visto de ti, ¿eh?.

- Solo estoy un poco cansada- se apresuró a decir.

Algunas interferencias y la mirada penetrante de Alastor le dieron a entender que no creía todo, bueno no por nada ese demonio era uno de los más poderosos. No era estúpido.

Se acercó un poco a la joven, las notas que tenía eran montones, estaban al lado de la taza de café . Levantó la ceja por los dibujitos en algunos, pero era propio de ella. Simplemente su esencia.

Y eso damas y caballeros no se veía muy a menudo en el infierno. Alguien brutalmente auténtico.

Quien pensaría que llegaría tan lejos en unos meses, como para lograr la redención de algunos demonios, el mismo sonrío mucho más, porque el espectáculo seguiría presente en ese hotel. Si bien habían logrado la redención, otros habían caído y para su propia sorpresa se había deleitado con ambas resultados.

- Cansada o no eso no impide que lleves el trabajo, juntémonos después de la cena a ver algunos detalles y te sientas menos abrumada.

- Esta bien - se levantó llevando la taza y juntando los papeles en una carpeta - iré a ver a los huéspedes.

- Claro...Darling.

Cuando ella cerró la puerta, su sombra apareció detrás y lo miro esperando alguna orden. Sintió en el fondo que quería seguirla. De un tiempo a este su sombra principal estaba muy cerca de la rubia, parecía como si le agradara.

Extraño, después de tantas décadas se encariñara con otro ser, insospechado.

- Adelante. - hizo desaparecer el micrófono y colocó sus manos en su espalda, iría a ver a la pequeña demonio que debía estar organizando las cosas en la cocina.

Desapareció para llegar a la cocina y encontrar en plena actividad a Niffty, quien iba de un lado para otro, haciendo los preparativos de la cena. El tiempo pasó rápido hasta que la araña albina apareció en la cocina.

- Creo que Charlie estaba enojada. - dijo mientras apartaba una silla de la mesa y se dejaba caer.

Alastor lo miró ladeando un poco su cabeza mientras una interferencia hacía eco en la habitación.

- Bueno... pues un guapetón vino al recibidor y quiso hablar con Charlie, supongo que se conocían. Creo que se apellidaba von Eldrich. Pero la conversación no llegó a buen término. No alcance a escuchar, rayos. Veggie me lo impidió, incluso ella tuvo que contenerse- hizo una pausa mientras levantaba los brazos - Dijo que la imagen del hotel era todo, pero estoy seguro que quería enterrarle la lanza y...

No siguió escuchando las apresuradas nuevas conclusiones del albino. Trato de ver donde estaba su sombra, pero algo le dijo que estab muy entretenida y enojada. Decidió dar una vista solo para corroborar. Estando en el hall del hotel la diviso, ahí estaba persiguiendo a un demonio fuera de los límites del hotel. Era, sin duda: Seviathan von Eldrich. El mismo que vio en un foto junto a la rubia.

El mismo que le causaba una cuota de repulsión, como quien ve un insignificante insecto que debe ser aplastado por molestar toda la jornada en el oído.

Había tenido una discusión con Charlie, volvió a la cocina, pero se mantuvo en las sombras.

- Veggie, no la dejes sola. - aumentó la voz el albino.

- Charlie no quiere que nadie entre en la oficina - puso una mano en su ojo en cruz al mirar a Niffty que le servía un vaso de jugo. - Gracias, hay que respetar lo que dice.

- Estaba horrible, la vi en el pasillo y nunca vi esa expresión en su rostro - dijo temblando -sentí escalofríos, fue literalmente ver a un demonio, y Charlie es lo más alejado a uno.

Eso fue todo lo que necesito escuchar para aparecer en pasillo por donde la rubia camino, cada paso que daba hacía eco, la energía demoníaca iba aumentando a medida que se acercaba a la oficina.

Que aroma más peculiar.

Sus garras se movieron inquietas.

Al entrar sintió una bofetada la energía demoníaca arremolinada. Detrás del escritorio Charlie estaba transformada en demonio en todo su esplendor, sus cuernos se erguían altos y afilados, la cabellera rubia crecido y encrespada con puntas enrojecidas, llamaradas pequeñas alrededor, sus garras parecían querer rasgar el aire, así como sus colmillos que podía escucharlos rechinar, unos contra otros.

Lo que hizo que su sonrisa disminuyera a la casi extinción fueron el par de alas negras desplegadas a magnitud, bello color, no le recordó a las profundidad del infierno , sino al amplio cielo nocturno de la tierra, como la más bella noche sin luna, como un universo en constante expansión. Que espectáculo más nostálgico. Como cuando asesinaba en la noche y veía el cielo y parecía que la nada existía, se sentía completo.

Sintió su propia estática al tragar saliva, lentamente.

Aquella imagen se había grabado a hierro en sus pupilas, era algo difícil de olvidar. ¿Quien tendría unas alas así? Nadie que él recordara… Nadie.

Esas eran plumas, unas magníficas plumas negras. Posiblemente herencia del ángel caído, que en algún momento de su celestial existencia fueran más blancas y puras que el cielo mismo.

Ironía, eran mejor aquel color, eran mejor en la espalda de aquella reina de oscuridad. Porque no la veía como una princesa pequeña, al contrario, ella podría tomar todo lo que quisiera si se lo proponía, podría crear un nuevo reino en el infierno.

Qué mejor que la oscuridad en ella, pues en la oscuridad eres capaz de todo.

La joven demonio estaba muy muy enojada y frustrada. Semejante situación no era visible todos los días, ahora que el demonio radio analizaba mejor la imagen vio la chaqueta tiraba en la silla.

Escuchar a la araña albina había sido lo correcto, la discusión con Seviathan von Eldrich y algunos problemas acumulados en los últimos meses habían sido la gota que derramó el vaso, o mejor dicho, el jarrón. Incluso para él había aguantado mucho.

Pero lo que pensó que haría la alegre dueña del hotel, seria llorar. No enfurecerse así. No sacar a la verdadera demonio que habitaba en el profundo ser.

Sus iris rojizas viajaron donde colgaban los restos de tela blanca, lo que fue la camisa caía en jirones entre las alas que salían de su espalda. Aquel par habían destrozado la prenda, debería estar con ira descomunal. Sus propios colmillos parecieron aumentar con frenesí de la visión. No había visto salir de sus cabales a la joven, lo que lo tentaba de sobremanera, cuantas ideas. Cuantas posibilidades.

Que malditamente divertido podría ser esto.

Quien pensaría que unirse a la idea de la princesa del infierno le traería montones de diversión y sorpresas. Porque esto no estaba dentro del repertorio.

Y tenía que darle crédito, al lado de Charlie nada era aburrido. Al contrario.

Quienes se burlaban de ella no sabían apreciar el verdadero talento. Un talento para cantar e imaginar nunca visto en el infierno en las décadas que llevaba ahí. Un talento para ser genuinamente ella.

Simplemente: Charlotte. Acaricio su nombre en sus pensamientos.

La demonio rubia cerró brevemente los ojos, nivelando su respiración. Había sentido la presencia del demonio antes que que traspasara la puerta, pero no tenía intención de deshacer su transformación. El no haría una escena de pánico. La sangre seguía hirviendo, en sus oídos el bombeo repercutió con ferocidad . Y aún quería apretar algo hasta despedazarlo y volver a rearmarlo para despedazarlo más y más. A este paso podría desgarrar lo que quedaba de la camisa, no importaba mucho ya que estaba rota.

Se mordió el labio y este sangro. El olor de su sangre la inundó, sus pupilas se rasgaron aún más.

Sabía de su estado, su camisa desgarrada, pero él no haría nada. No le gustaban los otros demonios. Era asexual, eso se repetía. Pero, ¿porque la energía de él se agitaba en olas cada vez más grandes?. No entendía porque se sentía nerviosa. Desechó la emoción. Era absurdo. El demonio radio no haría nada provocativo, a lo más se burlaria.

Giró su cabeza de soslayo, aún dándole la espalda a su socio. Fijo uno de sus ojos en la silueta. Con sus pupilas podía observar mejor los detalles y era cierto, era atractivo a su manera, maníaco, pero atractivo. Si supiera que el traje le favorecía enormemente. Todo en él tenía un toque de caballería ausente en su mundo. Sin embargo lo caballeresco no quitaba lo sumamente peligroso. Deliciosas contradicciones.

Una belleza que a su lado demoníaco le era seductor. Y eso la molestó. No debía preguntarse cuán suave serían sus orejas de ciervo y si las mordía escucharía un suspiro por parte de él. O mejor, un ronroneo. La ira no le sentaba bien estaba empezando a delirar, si eso era. Estaba delirando.

- Si has entrado sin tocar, supongo que es urgente... Al - dijo lentamente, apretando sus puños.

Alastor sintió un clic al escuchar la voz de la joven demonio. Era: sedosa, lenta, ausente de toda alegría que la caracterizaba. Se notaba ahí la sangre de Lilith. Su nombre susurrado había resultado sutil y sugerente. Vio su ojo y lo encontró fascinante, rojo sangre y blanco, la pupila rasgada. Como una rosa Blanca en medio de una tormenta de sangre. Ella tenía pocos movimientos, escuchaba su tormenta. Y él tenía la tentación de hacer más fuerte esa tormenta, porque qué demonio no quería jugar con fuego y trueno.

Él sobretodo.

- Negocios darling , sin embargo aún es pronto para mencionarlos - hizo una pausa para cambiar el micrófono de mano, haciendo un ademán - Hay otras cosas más importantes.

- Espero, no te moleste que te de la espalda por un momento.

- En otras circunstancias, lo lamentarías… -dijo, haciendo énfasis- Pero mi querida socia, ese no es nuestro escenario.- su sonrisa se ensanchó, quería seguir escuchando aquella voz.

Empezó a desabrochar la malograda camisa, sus garras parecieron crecer aún más. Hacia un tiempo que no estaba en esta forma y le parecía estar más cómoda que nunca. El corbatín había salido disparado en algún lugar que después buscaría. Llegó a la mitad, dudo de seguir, pero no estaba de ánimos para montar una escena de llanterio. Si bien era bastante infantil en algunas cosas, llegado su límite pasaba esto. Sentía una inesperada paz en su interior, como si con un solo movimiento pudiera arreglar todo. Desde destruir hasta calmar.

Plegó sus alas y las movió sutilmente. Le gustaba el roce de las plumas. Su semidesnudez podría apreciarse menos desde el punto de vista del venado demonio. En estos momentos, extraño que no le importará si la viera, suponía que era la sangre demoníaca y nuevas torrentes de pensamientos que emergían. El ser oscuro detrás suyo debió haber estado con alguna mujer u hombre, ver innumerables cuerpos, el suyo no tenía nada de especial. Por esta razón se sentía más libre, e incluso contenta de haber rasgado su ropa, en una metáfora de liberación.

Cerro los ojos para disfrutar el frío de habitación en sus clavículas, el frescor aliviaba el calor de la rabia.

Sintió un estremecimiento en la oscuridad del pelirrojo. Era malvado, pero de alguna manera se sentía con el control por estar en su territorio, no era una niña por el amor de todos los avernos. El estar en su estado de demonio casi puro la hacía muy susceptible a todas las energías y la del demonio ciervo era como una taza de leche en la superficie pero debajo muy en el fondo estaba en ebullición.

Sentía la mirada del pelirrojo en su cuerpo, miró hacia el frente llegando al último botón. Tenía suerte que en su arrebato no destruyó su brassier.

Soltó la camisa.

Miró brevemente al techo viendo parte de sus cuernos. Levantó una mano para el cajón se abriera y flotará hacia ella una camisa nueva. Con el pasar de los meses aquellas explosiones de ira le demostraron que era prudente tener una muda de ropa por si acaso, y no se había equivocado.

Alastor movía rápido las orejas para captar mejor el sonido, escucho cada botón abriéndose, era incitante, claro que la joven no estaba del todo calmada, pero le parecía que su presencia aumentaba en la habitación, no veía un atisbo de vergüenza.

No parecía importarle su presencia, sin embargo era claro que estaba pendiente de sus movimientos.

Sabia decisión, pequeña dama.

Su sombra se dividió en 2 una vigilo la puerta, está era una oportunidad única y no quería interrupciones. Ver a la demonio en este estado era deslumbrante. Quería ser uno de los pocos privilegiados.

Primera fila.

- Supongo que la causa de tu desazón, mi demon belle, son las recientes visitas.

Charlie bajó la cabeza mirando sus botones como lo más interesante del mundo, claro que estaba con una desazón, le había mostrado los cuernos al pesado de Seviathan von Eldrich.

- Estoy cansada que esto se tome como una estupidez, pero lo que no tolerare es que insulten a los que vivimos aquí y que de una u otra manera lo hacemos posible. Aunque parezca una locura.

- ¿Y no te habías cansado antes dulzura?

- No - respondió mirando la nueva camisa que se había caído al suelo en un descuido de su parte. -Seviathan von Eldrich, puede ser un imbecil cuando se lo propone. Pero esta vez no tenía la suficiente paciencia para dejarlo decir cualquier cosa.

Sus ojos se oscurecieron y apretó la malograda camisa que vestía enterrando sus garras en ella, para dejarla caer finalmente con fuerza.

- Así que hasta tu pequeña, eres capaz de enfadarte de un modo tan infernal.

La sombra acercó la camisa caída a las manos de la princesa del infierno, Alastor solo escucho en sus pensamiento.

Negro con encajes rojos... Sorpresa.

- Todo tenemos un punto de no retorno. - tomó la nueva camisa y miró a la sombra asintiendo en forma de agradecimiento. Metió un brazo, pasó por debajo de las alas la camisa y se metió el otro brazo en la manga, miro las muñecas que estaba con los botones desabrochados. - Todos, sin excepción.

El sonido de la interferencia, y vio un par de ojos rojos enfrente suyo. Aún más rojos que de costumbre con unas pupilas negras y dilatadas. Charlie se asustó.

Inmediatamente un sonido de centenares de plumas emergió.

Alastor debió contener las ganas de morderse la lengua, habían aparecido otro par de alas. Las de arriba cubrían el pecho de la joven y las otras estaban extendidas en posición, apuntándolo.

Cuatro alas.

Una caja de Pandora, ¿Que hay en el fondo?. Tendría mucho tiempo para llegar hasta el fondo y eso sería absolutamente fascinante.

Pasión por el espectáculo.

- Mi querida demon belle déjeme ayudarla, así solo demoraras en vestirte -

Tomo suavemente una de las muñecas y abrocho con seguridad los botones de la camisa. Mientras hacia esto las alas se abrían y volvían a plegarse hacia atrás acomodándose. Un signo de confianza, o de control. Quien era para juzgar.

Ella estaba totalmente pendiente de sus movimientos, estaba cerca. Sentía su perfume y era que ahora se daba cuenta de ello. El pelirrojo usaba uno, olía a madera, olía a oud. Aquella esencia tan peculiar en la tierra.

- Puedo ayudarte con tu ira, si así lo deseas.

Alastor la miró, y sintió una punzada de satisfacción, pensó que la ropa interior de Charlie podria ser rosada o colores pasteles, infantil quizás. Pero no, el conjunto de su brasier negro con detalles rojos hacia una perfecta combinación con sus ojos y sus magníficas alas.

Podría tener de rodillas al demonio que quisiera. Si ella supiera la clase de poder que podía ejercer, todos estarían perdidos y destruidos en el infierno .

- No es necesario - respondió con duda, mirándolo fugazmente.

El hizo lo mismo con la otra muñeca, los botones los abrocho lento, tomó la mano y beso suavemente el dorso, inclinándose en un leve reverencia. Miro directo a sus ojos demoníacos, entrecerrando un poco los rojos párpados.

- Como desees, cariño.

Charlie sintió una descarga eléctrica, ese beso fue acompañado por el peligroso roce de sus colmillos en su muñeca. El pulso en su arteria radial se elevó estrepitosamente. La estaba incitando, a jugar. Y ella quería, estaba susceptible a cualquier provocación. Si quería jugar con fuego, lo tendría, ella lo quemaría con sus llamas.

Se acercó a su oreja con facilidad ya que él estaba inclinado sutilmente en su muñeca, se acortó distancia lentamente, disfrutando. Casi como cuando se hace una divertida travesura.

- Gracias- susurró en su oreja derecha, para luego morderla con suavidad enterrándole sus incisivos.

Eso no lo esperaba. Un gruñido gutural emergió del demonio. Vio sus ojos resplandecer y emerger majestuosamente una gran cornamenta digna del más fiero venado. Una especie de marca roja en forma de cruz resplandecía en su frente. Frente a ella la forma demoniaca hacía acto de presencia.

Ambas entidades chocaban.

En segundos sus respiraciones aumentaron en ritmo.

Se miraron como si fuera la primera vez en sus vidas, y era así, sus formas demoníacas estaban casi completas frente a frente.

Él se había enderezado y la miraba con ojos hambrientos sus pupilas rasgándose en una línea casi imperceptible, bastó un solo movimiento para que ella lo tentara.

Aun no soltaba su muñeca, la tenía sujetada con suavidad y con firmeza. No la dejaría escapar.

Pocos adversarios lo habían visto en ese estado. El peso de sus astas hizo que agudizará sus sentidos.

Punto para Charlie, un punto débil eran sus orejas.

- Alastor...tus astas. - miraba asombrada

Que fascinante aquella cornamenta rígida seguía creciendo, como un bosque denso en medio de la noche. Hermoso.

- Cuidado con lo que haces...mi querida Charlotte.

La voz era media octava más baja que lo usual, sin interferencias, en estado puro y eso le provocó un escalofrío que bajó por su pecho. Se sintió como una presa, sin siquiera huir.

Esa era la voz real de Alastor.

Sin risas de fondo, sin eco, sin interferencias de radiofrecuencias.

Su ronca y provocativa voz.

Sus labios se entreabrieron. Y sonrió sutilmente. Su nombre sonó lujurioso en su voz. Esperaba poder controlarse, sentía una especie de vacío en el estómago, como cuando te lanzas.

- Esa sonrisa me gusta aún más, aunque…

La tiró suavemente de su muñeca elevando su brazo, como cuando se baila. Y la acercó a su cuerpo eliminando las distancias. Su otra mano se elevó al rostro y tomó con suavidad el mentón para observar.

- Te has herido, dulzura- susurro.

Mirando sus labios y la herida cerca de la comisura donde se asomaba una gota de sangre. La marca del colmillo latía aún.

No podía evitar tentarse ante aquello.

Se acercó y lamió con suavidad la sangre que asomaba, se hizo hacia atrás y se saboreó. Viendo con diversión la expectación de Charlie

- No podemos permitir que te hieras así. ¿verdad?.

Sin previo aviso la beso e introdujo su lengua llevándose cualquier rastro de sangre que quedara en el interior, busco ávidamente, divertido, el sabor de la sangre, la saliva dulce, el calor. Y asombroso era bastante adictivo.

Charlie se sintió totalmente quemada por el beso. Un gemido inevitable emergió de su garganta y el pelirrojo se encargó de acallar también. Ella se atrevió a tocar su nuca para acercarlo más y profundizar el beso. Logro tocar las astas. Pero la camisa a medio poner le dificultaba la tarea, si seguia asi, rompería otra en un solo día.

En algún remoto rincón de su mente, se dijo que estaba mal lo que hacía.

Sonaban todas las alarmas.

Tan malditamente mal, y tan necesario y liberador.

Porque la mano que el demonio tenía en su barbilla paso a su espalda y la presionó contra su cuerpo, sintió la suave tela del traje en su vientre y en su pecho. Pensó que sería áspero, pero no, algo parecido a la seda.

El cuerpo del dominio radio se amoldó al suyo. Y era extrañamente cálido para lo que pudo haber pensado meses atrás. Músculos marcados en la silueta delgada. Podía sentir su ansiedad de contacto.

Por otro lado su sangre de demonio chillaba que continuara, que esos ojos carmesíes podrían hacerla temblar más allá de lo imaginado.

Que esos dientes podrían morderla en lugares que la harían gemir y gritar.

Que esa cornamenta podía sujetarla tan fuerte como quisiera, no se rompería.

Que lo necesitaba para aplacar su ira y el bombeo de su sangre.

La garra de Alastor subía sutilmente hacia el inicio de sus alas. Las uñas arañaban suavemente su piel, pero con la calculada presión para no romperla, por lo menos no por ahora, paso sobre el broche del brasier y jugueteo. Paso al inicio de sus alas, acaricio. Las garras pasaban por las plumas jugando y eso fue tentador para su bajo vientre que se sacudió.

Sus pupilas se dilataron, respondió al beso con fuerza, apegándose a él para tratar de controlarse y no hacer una locura. Tenía que hacerlo. Aunque el contacto hacia todo lo contrario.

Asexual o no, el tenía una manera de tocar cautivante.

¿Quien se atrevió a llamarlo asexual?

No estaba en la mejor situación. La estaba llevando al borde, ya caminaba en la orilla del precipicio.

Alastor recordó que aun la sujetaba con firmeza, y sabía que estaba teniendo el poco autocontrol suprimido en el agarre, porque si tenia disponible la otra garra, esto iba a transformarse en algo muy diferente a lo que pensó en un principio.

Esa garra iría directamente a romper, a tocar y explorar, porque había disfrutado de la piel.

Y si eso sucedía, ninguno de los 2 podría detenerse. Lo presentía.

Un nuevo ronco gemido que identificó como suyo, hizo eco en la habitación. Ella sabía defenderse, aun podía disfrutar de aquel intoxicante sabor, del roce de sus cuerpos, el baile del beso continuaba, ambos habían cerrado los ojos para entregarse a las sensaciones. Los segundos pasaban lentos y tortuosos.

Charlie sintió la mesa del escritorio presionar en sus piernas, y eso en algo la devolvió a la realidad.

Ya el aire empezaba a faltarle, pero el calor aumentaba y no era por la ira. Claro que no.

Ese tortuoso calor, que secaba la garganta.

Se separaron un poco para tomar aire.

Ambos abrieron los ojos y se miraron de cerca, silenciosos, analizando quién daría el primer movimiento.

Sabían que las alarmas estaban encendidas, ambos empezaron a relajar sus cuerpos, Charlie bajó suavemente la mano de la cornamenta de Alastor, y este bajo y le soltó la muñeca aprisionada.

Recuperaron el aliento, estaban ambos agitados. Se miraron.

Para sorpresa del demonio, ella sonreía sutilmente al mirarlo, la ira se había esfumado totalmente.

- Supongo que ya no estoy herida - con dos dedos se tocó el lugar donde estaba la herida ya cerrada.

Abrió las alas y lo miró con malicia. Como un ave que va a emprender el vuelo.

Y el radio demonio, se preguntó ¿dónde estaba la dulce Charlie?. Pues esa mirada lo había dejado casi en blanco, ¿desde cuando ella era capaz de cautivar así?

En un instante estas se esfumaron.

Charlie subió la camisa y cerró los botones con rapidez, visualizar su corbatín y lo tomo. Se arreglo su ropa como si nada pasara. Volvió a colocarse frente al demonio rojo.

- No podemos dejar que salgas así, ¿verdad? - el mismo tono que Alastor empleo en ella, lo repitió.

Ella tomó el traje del pelirrojo y lo arreglo, en especial el corbatín que también se había ido hacia un lado producto del beso. Después de enderezarlo volvió a sonreír más alegre.

Muy bien, esto era inesperado. Se dijo el radio demon, pero agradable.

- Por supuesto Darling. Te ves… - tomando aire - renovada.

Ella se alejó lentamente hacia la puerta, tomando su chaqueta en el camino.

- Gracias por darme una mano… - volvió a sonreírle mostrando sus colmillos, poniendo una mano en el pomo de la puerta - Alastor. - susurro.

La forma demoníaca se esfumó ante sus ojos. Pero aún quedaron aquellos ojos rojos, con blanco. Que se entrecerraron al mirarlo.

Charlie abrió la puerta y empezó a tararear.

- Midnight with the stars and you… Midnight and a rendez-vous -

Las orejas del demonio súbitamente se alertaron, esa canción la conocía perfectamente, cuando iba a caminar hacia la la puerta esta se había cerrado.

No podía ser que ella la conociera.

Ajustó su lente, pensó que necesitaba un respiro, desapareció de la habitación y fue adonde Husk.

- Pero que demonios - bramo el gato con mal humor, al verlo.

- Oscar mi querido amigo - dijo sin más, mirando que alrededor no hubiera ningún inquilino - sirveme un Scofflaw.

- Es extraño que pidas un trago.

Cuando lo miro, el socio del hotel, estaba ya sentado mirando en silencio con su sonrisa de siempre, aunque esta vez parecía más pequeña.

- Hace décadas que no servía este trago, aquí tienes, colocó el vaso frente, y mirándolo de reojo.

- Gracias mi querido amigo.

Balanceo el vaso en su garra, la melodía estaba surgiendo en su cabeza.

- Your eyes held a message tender, Saying "I surrender all my love to you"

Había algo de nostalgia en esa canción, le recordaba su antigua vida de humano, lo bueno era la música en aquellos años. Su trabajo en la radio. Los asesinatos.

Sonrió al tomar la bebida, esta vez sí con ganas. Siguió extrañamente alegre, tarareo. Elevo el vaso haciendo un salud imaginario a una bella demonio rubia.

- Midnight brought us sweet romance. I know all my whole life through

Al enderezarse, vio a la rubia salir de la cocina con Niffty. Estaban al parecer hablando algunas cosas que cambiarían de lugar en las habitaciones de los nuevos huéspedes.

Nadie se imaginaba cuán diferente podría ser aquella demonio.

Una caja de Pandora sin duda. Ya se lo había dicho.

Otro trago, y saboreo con más ganas el alcohol quemando su garganta.

Charlie tomó la solapa de su traje y lo miró fugazmente con una maliciosa sonrisa, esa con la que lo había mirado en la oficina, cuando toco su labio herido, después del beso.

Tocó distraídamente su traje rojo, ahí sintió el pequeño volumen en el bolsillo interno.

¿Cuando ella pudo colocar?

El gato no preguntó por la extraña pluma negra que el radio demonio sacara de su bolsillo del traje. Con la cual la interferencia alrededor aumentó, junto con una ronca risa.

Tomo con placer el último trago del vaso acariciando la pluma en su garra.

- I'll be remembering you… Whatever else I do...Midnight with the stars and you

Sonrió aun mas amplio.

Que pluma y que pecado culpable y delicioso, acariciaria esta noche.


Agradezco todo su apoyo de antemano muchas gracias.

§The Girl Magic and Mystic of the anime§