Era ya las 18:32 horas del peor viernes de mi vida. Deje caer mi mano en mi muslo. Había pasado los últimos cinco minutos mirando el reloj esperando a que llegasen las siete y me pudiese largar.

Me encontraba sobre el escenario del auditorio más pequeño de la universidad en la que me encontraba. Estaba sentada en una silla plegable bastante incomoda; frente a mi tenía una pequeña mesa con dos botellas de agua (una abierta y una cerrada), y a mi derecha tenía una caja con copias de mi nuevo libro.

Todos los asientos del auditorio se encontraban vacíos. Nadie, absolutamente nadie había llegado a la presentación de mi nuevo libro. Tenía una hora y treinta y dos minutos sentada en esta horrenda silla esperando a que al menos un alma se compadeciera de mi soledad y me escuchase al menos un minuto. Es más, ni siquiera importa si me escucha, solo que salude.

Me deje caer en el respaldo de la silla y deje mi cabeza colgar de la orilla.

Esta era idea de mi editor. Él había insistido que necesitaba mostrarme al público para tener más compradores y volverme más conocida. Yo sabía que esto no funcionaría desde el principio, primero porque la mayoría de los lectores que tenía compraban el libro en línea; segundo, porque mucha gente consideraba que mis libros eran muy complejos y difíciles de entender; y tercero, porque mi editor era un idiota y se le había ocurrido hacer la presentación el mismo día que se hacia la guerra anual de bandas de la universidad, el evento más grande de todo el año. No es extraño que nadie se interese en un libro cuando puedes ir a escuchar buenas bandas de Rock empezar a tocar en menos de dos horas.

Mi editor me había ignorado cuando intente hablar con el sobre el día, y me había ignorado.

Soy escritora. Escribo novelas de terror desde hace un año. Mi primer libro, "Lagrimas de ángel", fue bastante bien recibido en internet, llevándome a ganar bastante. Las impresiones en físico no fueron tan bien vendidas, tanto en ese primer libro como en el segundo, y ahora en el tercero.

Suspire dejando mis brazos caer a mis lados. Cerré los ojos. Quiero llorar, tengo muchas ganas de llorar. Este día comenzó mal, y al parecer terminara mal. Primero llegue tarde a mi trabajo como recepcionista en un hotel en el centro de la ciudad gracias a un tremendo choque; gracias al cielo mi jefa también llego tarde. Luego, uno de los huéspedes, una modelo de no sé qué cosa, se había burlado de mi por no saber hablar coreano y estor "gorda". La mujer viajaba de Corea del Sur para una sesión de fotos, y debo admitir que era hermosa.

Tengo una extraña apariencia; mis tátara-tátara-tatarabuelos. fueron japoneses, y de ahí la mezcla continuó con otras nacionalidades. Mi cabello es castaño y lacio, mi piel es blanca y mis ojos son muy oscuros. Soy alta (casi 1.70m), y mi rostro es una extraña combinación: mis ojos no son tan rasgados, mi boca es pequeña, mi nariz es pequeña y redonda y mi rostro es ovalado. Jamás en mi vida me he considerado bonita.

Más no entiendo porque debo hablar coreano, si mi ascendencia es japonesa; y tampoco entiendo porque me dijo gorda porque es obvio que no lo estoy. Supongo que, comparándome con ella, si estoy gorda; aunque yo me consideraría una mujer con curvas. Como sea, la burla me desanimo más de lo que me gustaría admitir.

Para terminar mi mal día, esto: el escenario completamente vacío durante la primer presentación de un libro en mi vida. Tal vez debí hacer una video-conferencia para mis compradores en línea, ¿se puede hacer una conferencia por internet de forma masiva? Creo que no.

- Señorita, ya debería irse, nadie va a venir.

Me erguí y miré a mi derecha. Un señor de unos cincuenta y tantos años con un uniforme de limpieza y una escoba en las manos se acercaba a mí con pasos lentos.

- Faltan veinte minutos para las siete. Ya nadie vendrá.

Mire mi reloj. El anciano tenía razón en ambas cosas.

Me puse de pie y cerré mi abrigo. La calefacción del auditorio estaba en reparación, así que no hubo necesidad de quitarme el abrigo. Tomé mi mochila del suelo a mi izquierda. Me la acomode en un hombro y salte del escenario.

- Señorita. ¿Qué hay de esto? - el anciano señalo la caja de libros.

Podría llevármela, pero no me serviría de nada. Tengo en casa la primer copia de cada libro publicado, y ya no necesitaba más; además, esos libros serían un regalo para los que atendieran la presentación, no era muchos, pero era algo.

- Puede regalarlos o tirarlos. Ya no me importa.

Me di la media vuelta y el anciano me llamo de nuevo. Me regrese y le mire.

- Señorita. ¿Puedo darle uno a mi nieta? A ella le gusta mucho leer, tal vez le guste.

No pude evitar la sonrisa que creció en mis labios. Saque de mi mochila un marcador y me acerque a la orilla.

- Lo firmare con una dedicatoria. Algún día valdrá mucho.

O tal vez no, pensé para mí. Mi pesimismo ese día llegaba a alturas horrendas.

El señor me extendió el libro. Por petición de él, firme el libro con una dedicatoria a "Lucy Valley". Mientras firmaba, otra idea se me vino a la mente.

- Me puede pasar otro. - le pedí al entregarle el dedicado - Si alguna persona llega interesada en el libro, dele este.

Firme el libro escribiendo algunas palabras para la persona que pusiese las manos sobre el libro, y se lo entregue al conserje antes de dar media vuelta e irme.

El viento frio de mediados de noviembre me golpeo el rostro con fuerza. Un escalofrió me recorrió la espalda y apresure el paso hacia mi auto. Olvidé mis guantes en casa, así que mantuve mis manos en los bolsillos todo el trayecto.

En el camino al estacionamiento, un hombre caminaba en sentido contrario a mí por la misma banqueta. No tiendo a fijarme mucho en la gente con la que me cruzo en las banquetas, pero el en especial llamo mi atención: alto como no conocía a nadie, delgado y vestido todo de negro, desde los zapatos hasta el largo abrigo; llevaba también guantes, bufanda y una fedora que creaba una espesa sombra sobre su rostro bajo la luz tenue de las lámparas y del sol ya casi puesto.

No tengo nada en contra de la gente que se viste de negro o la gente muy alta; yo soy la mujer más alta en la familia (todas son bastante bajitas, incluso mi madre y hermana), además de que suelo verter siempre de negro. Justo en ese momento vestía de negro: un abrigo negro, pantalones de mezclilla negros, botines negros, blusa de manga larga negra, vaya hasta mi ropa interior suele ser negra.

Es solo que ese hombre tenía algo así como un aura de superioridad y seriedad, y peligro. Cuando me acerqué lo suficiente me di cuenta de algo: su rostro extremadamente pálido no era un rostro, sino una máscara. Me acomode los lentes en un gesto nervioso cuando el hombre paso a mi lado. Con toda la fuerza de voluntad que pude tener en esos momentos, seguí adelante sin mirar atrás. El hombre era misterioso y… atractivo. ¿Tal vez era modelo o alguien importante y por eso se cubre la cara con una máscara?

Encogí los hombros frente a mi auto (también negro). Era un auto pequeño y no tan viejo, más a un lado del jaguar negro de vidrios pesadamente polarizados estacionado al lado del conductor del mío… bueno mi auto era un pedazo de basura en comparación.

Me mire en la ventana del pasajero del jaguar. Mis ojeras eran grandes y muy oscuras, aunque ligeramente ocultadas por mis lentes; mis labios no tenían nada de color y los pequeños cabellos que se escapaban de mi trenza se me levantaban sobre la cabeza. Me pase una mano sobre el cabello intentando acomodarlo manteniendo la partidura a la mitad de la cabeza.

Entre al auto dejando la mochila en el asiento del copiloto y encendí el motor. Eran ya diez para las siete. Tenía que estar en el restaurant-bar a las ocho para el pequeño concierto que daba con la banda de Rock a la que pertenecía. Una hora, de ocho a nueve, tocando solo lo que el público pidiese de viernes a domingo, pagaba casi tanto como una semana en mi otro trabajo de recepcionista.

La banda había sido creada por mi mejor amigo: David. El tipo era un ser de otro mundo al tocar la guitarra, pero su voz era aún mejor. Ellos necesitaban a alguien que tocaba batería, y me enseño para que les acompañase. El conocía mi habilidad para aprender cosas nuevas rápidamente, así que decidió que sería bueno que les apoyase en la batería y como segunda voz. Eso, y su idea de que tener una mujer tan linda como yo en la banda, les ayudaría a obtener más fama.

Comprendí a lo que se refería durante los primeros meses tocando en el bar, pues muchos hombres llegaban solo para escucharnos o vernos tocar. Como dije, no me considero muy bonita, pero reconozco que ni cuerpo no está mal: una cintura pequeña, caderas anchas, un buen trasero y un busto grande talla C.

David fue claro conmigo en ese aspecto, y yo acepte la oferta de usar ropa más pegada y reveladora en las presentaciones; durante un tiempo use solamente bracetes debajo de la chaqueta, más después conseguí un hermoso corsé en un color rojo oscuro. El corsé llamo más la atención que los ballets y a mí me gusto más, así que se convirtió en el "uniforme" que uso al tocar, junto con un par de pantalones entubados y botines o zapatos negros. Con el tiempo, al corsé rojo se le unieron otros de distintos colores.

Me gustaría decir que es vergonzoso o incomodo, pero estaría mintiendo; adoro la atención que recibo. El restaurant-bar nos paga bien, e incluso nos deja recibir propinas de los clientes. No somos famosos, pero nos va bien.

Salí del estacionamiento esquivando a las personas que ignoraban la existencia de las banquetas. No tendría tiempo de regresar a casa, así que me decidí a pasar rápido al supermercado cercano al restaurant-bar para comprar algo de comer. Un yogur o alguna fruta.

o

Erik.

Bajé del auto tan rápido como pude. Ya no podría llegar a la presentación, pero podría llegar a la firma de libros planeada al final. Seguro que el autor no se iría tan rápido.

Mire mi reloj: 18:45 horas. Cuarenta y cinco minutos tarde. jamás en mi vida había llegado tarde, y ahora llegaba cuarenta y cinco minutos tarde. No cinco, no diez, cuarenta y cinco. Dos idiotas chocando a la mitad de la calle habían sido los causantes de mi retraso.

Llevaba en el bolsillo interior del abrigo una copia del primer libro del autor, Lagrimas de Ángel". Nadir me lo había regalado diciendo que una señora en la librería se lo había recomendado. Nadir no es un ser inteligente, por lo que no pudo comprender el libro y por eso mismo me lo había dado.

La trama del libro es sencilla: un cazador de demonios maldito y condenado a la inmortalidad, es contratado por un hombre muy rico llamado Ángel, para asesinar a un vampiro que había secuestrado a su hija y matado a su esposa.

Realmente no es el tipo de libros que me gusta leer, pero este llamo mi atención por la redacción y la perfecta combinación del uso de seres sobrenaturales y el misticismo de la investigación del cazador. Es complejo y obliga al lector a pensar para lograr seguir la historia.

El segundo libro del autor, "Haz de Corazones", habla de un hombre con una adicción a apostar que termina siendo testigo de la muerte de uno de sus compañeros de juego a media partida. La extrañeza de la muerte y la aparición de un exorcista que dice saber que está pasando, llevan al hombre a la locura y más tarde al suicidio.

Ambos libros mantenían ese misticismo que no había leído en años. Muchos autores prefieren usar temas sencillos y poco originales importándoles solo la ganancia y no el arte. Eso mismo aplica para todas las ramas del arte, especialmente la música.

Apreté los dientes y apresuré el paso. Me enojaba recordar la blasfemia que era la mucha de la música actual, rechazando toda genialidad y originalidad solo para agradar a las masas ignorantes y estúpidas, y así poder ganar más. Sí, sacrifiquemos el arte por dinero, aunque matemos el alma con ello.

Frente a mí, en sentido contrario caminaba una joven vestida completamente en negro. No volteo a mirarme, ni pareció afectada por mi apariencia. Había notado mi mascara, la había mirado por un momento, más siguió caminando sin volver a mirar.

Me pareció interesante. La gente tiende a asustarse por mi altura y presencia, además de mi mascara. Tienden a murmurar y a señalarme, olvidando todos los modales mirándome detenidamente.

Es por esas miradas y murmuros que prefiero quedarme en casa. Pero ahora tenía la oportunidad de conocer al autor, y el evento era gratis. Valdrían la pena todas las miradas que me encontrará en el camino por unas palabras intercambiadas con el autor.

Es cierto que los libros no pueden compararse a grandes escritores como Lovecraft, King o Poe; sin embargo, después de enterarme de que el escritor tiene apenas 24 años y una vida por delante, me emociono la idea de poder conocer a un autor tan joven interesado más en ofrecer un buen libro que ganar dinero.

Entre al auditorio y lo encontré vacío. Al principio pensé que me había equivocado de lugar o de hora, pero el conserje me aclaro todo.

- El autor ya se fue hace apenas unos minutos.

- ¿Perdón? Creí que la presentación duraría una hora.

- Si, eso se suponía. Pero nadie llego. - encogió los hombros entregándome un libro - La señorita espero bastante, pero nadie se presentó. Me dio la caja de libros y me dijo que entregara este ejemplar a quien viniese interesado.

Tomé el libro y leí el mensaje en la primer página: "Gracias por venir, disfruta la historia. William R. Thorn"

- ¿Disculpe? ¿Dijo señorita?

- Si. La señorita. Vestida toda de negro con un abrigo largo y una mochila en el hombro también negra; cabello trenzado y largo, y lentes redondos.

- ¿El autor es una mujer?

- También me pareció extraño, especialmente porque se llama William.

Le di las gracias al hombre y me retiré con el libro en la mano. La joven con buenos modales con la que me había cruzado hace apenas unos minutos cumplía con la descripción del conserje.

Miré por todos lados buscando a la joven de camino a mi auto, más no la vi por ningún lado. Mi teléfono vibro cuando me retiraba la fedora. La coloque sobre el libro en el asiento del copiloto y saque mi teléfono de una de las bolsas del saco. Era un mensaje de Nadir.

"Te espero a las ocho en el bar"

Nadir me había invitado a un restaurant-bar en el centro de la ciudad que a él le gustaba mucho. Mi error fue haber hecho una apuesta con él y ahora tenía que acompañarle.

Encendí el motor. Mensajeé un "En camino" como respuesta y me puse en marcha.

Por lo que Nadir me había contado, el restaurant-bar ofrecía presentaciones en vivo de diversos tipos Rock. A las ocho en punto, se presentaba la banda favorita de Nadir "Black Rose", cuya baterista el describía como "una ninfa de la seducción". Estaba completamente seguro de que Nadir estaba mintiendo y que sus sueños húmedos eran demasiado irreales.

El estacionamiento del bar estaba lleno, por lo que me fue difícil encontrar un lugar. Espere un momento dentro del auto antes de cambiar rápidamente mi mascara completa por otra que descubre solo los labios y parte de la barbilla. Usaba esa mascara solo cuando salía a tomar con Nadir.

Me coloque la fedora y mire el libro en el asiento. La autora había esperado casi una hora y nadie llego, absolutamente nadie. Él fue sido el único, y llego tarde.

Salí del auto y activé la alarma con el llavero. En la oscuridad y con la fedora, no se podía ver mucho de mi rostro, pero eso no evitaba que me sintiese incómodo.

Encontré a Nadir en una mesa lejana al escenario circular, en la zona más oscura del lugar. Los instrumentos descansaban en sus soportes, más nadie tocaba. El lugar estaba sorprendentemente limpio.

Nadir me recibió con un asentimiento y me extendió un vaso con coñac. Me quite el abrigo (el lugar estaba caliente) y la fedora, acomodándolos en la silla desocupada a mi lado.

- Aún no comienzan a tocar. ¿Vas a comer algo?

Di un trago a mi bebida antes de contestar.

- No. No quiero vomitar con lo horrible que será la música.

Nadir se rio de mi comentario dándome una palmada en el hombro. Soy un hombre de gustos muy clásicos y poco modernos; aunque debía admitir que existían ciertas canciones de distintos tipos de música, que me llegaban a agradar.

Un hombre de piel oscura subió al escenario y tomo el micrófono para disculparse por la tardanza. Detrás de él, subieron los otros miembros de la banda y al final la baterista.

Baje mi vaso de coñac al verla. Su belleza era singular: los ojos ligeramente rasgados y maquillados tenuemente, labios carnosos y pintados de rojo, nariz pequeña y cabello largo y lacio cayendo por su espalda y hombros descubiertos. Vestía con pantalones negros muy pegados y un corsé rojo que acentuaba sus curvas y levantaba su busto.

Mire de reojo a Nadir recargarse en la mesa observando detenidamente a la "ninfa" que se acomodaba en su lugar en la batería. Encendió el micrófono y luego en cantante dio la bienvenida. Nadir no mentía al decir que la joven era sensual y hermosa. Ninfa, un sobrenombre perfecto.

Mire a mi alrededor. El lugar se encontraba casi lleno, en su mayoría por hombres con un punto de vista en común: ella. Si ella era la razón por la que Nadir venía a este lugar y me había invitado, no me sorprendería descubrir que ella es la razón por la que muchos otros hombres vienen aquí.

La baterista dio la entrada y la música comenzó. Los instrumentos estaban bien afinados; la voz del cantante era buena, el tempo de la canción era perfecto y la segunda voz era… mágica y sensual. La segunda voz era la baterista.

La mire más detenidamente dando pequeños tragos a la bebida en mis manos. era fantástico verla tocar y cantar al mismo tiempo, pero lo era aún más escuchar su voz acompañar la del cantante. La respiración no era la más adecuada, y tenía una técnica bastante mala, más eso no le quitaba el talento.

Su voz era tan mágica como la de Christine. Sentí un pinchazo en el pecho al pensar en ella. Sacudí la cabeza centrándome en la música; no debía pensar en ella.

La primer canción termino y el lugar se llenó de aplausos. A mi lado, Nadir hablaba con una mesera.

- Hola, Carmen.

- Buenas noches, Nadir. ¿Qué les ofrezco?

- Dame el especial de hoy, y una soda.

- ¿Hoy será conductor asignado?

- Me temo que sí.

- ¿Señor, usted que pedirá?

Decidí ignorarla. No tenía muchas ganas de evadir preguntas en caso de que distinguiera mi máscara.

- Tráele otro baso de tu mejor coñac.

- Muy bien. En seguida regreso.

Nadir se giró hacia mí y pude sentir su sonrisa.

- ¿Es linda?

- Si. No planeo irme en tu auto.

- Lo sé. Lo deje estacionado cerca de tu casa. ¿Y qué te parece la baterista?

- La chica debe tener apenas la edad suficiente para ser adulta. ¿Te estas volviendo pedófilo?

Nadir volvió a reír. Con fuerza, tuve que reprimir el impulso de quitarle la sonrisa con un puñetazo.

- Tiene 24 años, y si se ve muy joven para su edad.

- ¿La investigaste? Creo que te gusta demasiado esa joven.

- Fue para ti.

Le mire con el cejo fruncido, él no podría verlo por la máscara.

- ¿Qué quieres decir?

Levanto la mano enseñándome la palma a señal de que callara. La mesera dejo la comida de Nadir y mi nuevo vado de coñac frente a él.

- Carmen, ¿puedo hacerte una pregunta?

La mesera asintió con una sonrisa.

- ¿Qué sabes de la baterista?

La mesera rio mostrando los dientes.

- Todos nos preguntan por ella. Nadir, no creo que puedas conquistarla. Es una persona difícil.

- ¿A qué te refieres con difícil? - pregunto Nadir con la misma sonrisa

- Es un poco rara. Es muy inteligente y todo, pero nunca se acerca tanto a la gente. Es introvertida.

- ¿Así que crees que no tengo oportunidad con ella? ¿Crees que soy muy viejo para ella?

Carmen rio otra vez, esta vez con más fuerza.

- Ella aceptara una cita si se la pides. Nunca dice que no a la primer cita, aunque es muy raro que alguien la invite a una segunda. ¿Cuántos años tienes, Nadir?

- 42.

- No creo que haya problema. He escuchado que ha tenido citas con hombres de hasta 45 años.

Deje el vaso ya vacío y me incline sobre la mesa recargándome en los codos. Frente a nosotros, la banda se preparaba mientras el cantante anunciaba el especial de la noche y los mejores platillos a elegir.

- Dinos que más sabes de ella.

- Es escritora. Creo que ha sacado ya tres libros o algo así. Creo que no le va bien vendiendo en físico, le va mejor en internet.

- ¿Sabes cuál es su nombre completo?

Carmen rio una vez más y decidí ignorarles. Tomo el otro vaso de coñac y le di un trago.

- William Rose Thorn. Es un nombre muy extraño. Todos aquí la llaman Rose; de hecho, la banda se llama "Black Rose" por ella.

Mire a la camarera estupefacto. Nadir le dio las gracias y se retiró.

- Para ti.

o

- Damas y caballeros, un pequeño anuncio antes de continuar. Hay un Sedan gris afuera que está mal estacionado y está estorbando en otro espacio. La placa es XXXXX, si por favor pueden acomodarlo. Gracias.

Un hombre entre los clientes se levantó y casi corrió a la salida. Llevábamos casi media hora sin para, así que el pequeño rato de descanso fue bien recibido. Me dolían los brazos y la pierna derecha.

Levante los brazos para estirarme mientras David anunciaba que yo cantaría la siguiente canción. Esa había sido su idea y no me desagradaba cantar mi canción favorita frente al público, aunque me sentía bastante nerviosa, como esa primera vez que subí a este escenario a tocar hace más de un año.

Me levante ante el sonido de los aplausos y camine hacia el micrófono al frente. David me dio una palmada en el hombro y sonrió antes de tomar mi lugar en la batería.

- Buenas noches. - espere a que los aplausos y silbidos terminaran para continuar - Esta canción se llama "Keeping Me Alive", de Jonathan Roy. Espero y la disfruten.

Ignore los comentarios lascivos de algunos comensales y con un asentimiento le indique al tecladista comenzar la canción. Espere mi entrada mirando a las mesas más lejanas al escenario. En la parte más lejana, logre ver a un hombre muy alto y pálido junto a un hombre un poco más bajo de tez morena. Extraña pareja, pensé antes de recordar al hombre enmascarado de la universidad. ¿Podría ser?

Cuando mi entrada llego, me deje llevar por la melodía y cante con todo lo que tenía.

"You try to hold me down so I became a soldier"

"Build up all these walls and now I`m climbing over…"

Era una canción que había cantado cientos de veces durante años. Cuando el día era muy malo o estaba muy estresada, era esta canción la que me ayudaba a relajarme y recordar lo fuerte que soy.

"Breakin` every chain that you put on me"

"You thought I wouldn`t change but I grew on you"

"Cause I will never be what you wanted"

"This fire, this fire,"

"Is keeping me alive"

Cerré los ojos sintiendo la música rodearme en esa parte final. Ante el aplauso del público, abrí los ojos y di las gracias con una sonrisa. Me di la vuelta para encontrar a David levantándose de mi banco y darme un rápido abrazo.

- Eso fue increíble.

Me dijo antes de volver a su lugar frente al micrófono. Después de unas palabras más, di la entrada para la siguiente canción, y la hora termino sin problemas.