Los personajes de She-Ra and the Princesses of Power no me pertenecen

Un humor sofisticado

La alarma de su celular sonó, giró el rostro y miró con desprecio aquel cacharro que tenía por móvil y que poco le servía ante sus trastornos de sueño y se levantó de la cama, se dio una rápida ducha, se vistió cómodamente, tomó los papeles que había organizado, los metió en la mochila y bajó a la cocina.

Tratando de hacer el menor ruido posible, sacó un vaso de vidrio, se sirvió leche y tomó galletas de la alacena. Desayunó en silencio, hasta que recibió un mensaje en su celular. Miró la pantalla, se tomó lo que sobraba de su bebida y lavándose rápidamente los dientes, salió de su casa para encontrarse con un pequeño carro blanco esperando por ella.

Desde afuera saludó a quien era conductora, Scorpia, su mejor amiga. Ella le abrió la puerta del copiloto y la recibió con su característica energía.

– Gata salvaje, ponte el cinturón porque nos iremos volando –rió y tomó el volante con ambas manos mientras esperaba a que la chica se sentara.

– Nunca rebasas los límites de velocidad –bufó mientras sujetaba su cuerpo al vehículo con el cinturón de seguridad, pese a saber que era innecesario.

Al encender el auto, el motor hizo vibrar a ambas chicas momentáneamente. Catra sabía que el carro era de una de las mamás de Scorpia, quienes habían muerto años atrás en un accidente y cuya herencia quedó en manos de su amiga, pero inaccesible hasta que alcanzara la mayoría de edad. Sólo hace un par de años había podido meter trámites para reclamarla.

– Ya debes darle mantenimiento al auto –agregó, mientras prendía la radio y la dejaba a bajo volumen.

– Lo sé, lo sé –rió nerviosamente–. Sólo necesito liberarme de unos deberes y listo.

– Cuando hablas de deberes, ¿te refieres a la universidad?

Catra miró a su amiga quien en cuestión de segundos se le subieron los colores al rostro.

– Nooo –agregó mientras giraba el volante para cambiar de dirección.

Continuaron en silencio su camino, la castaña revisaba los papeles de su folder a sabiendas de que los había organizado desde antes, pero más valía cerciorarse. Pasados unos minutos, el paisaje empezó a cambiar, habían salido de su barrio y ahora se dirigían a Bright Moon, el ambiente era completamente distinto. La menor miraba distraída por la ventana, escuchando las noticias sobre los índices de inseguridad en The Fright Zone.

– ¿No estás emocionada, Catra? –agregó la mujer de cabello blanco–. Tú y yo, en la misma escuela, como en los viejos tiempos.

– Al menos estaremos en facultades distintas –escuchó el quejido de la mayor y no pudo evitar reír suavemente.

Su celular vibró y sonó desde el bolsillo de su pantalón, un mensaje había llegado. Scorpia la miró de reojo y levantando una ceja le cuestionó quien la buscaba a tan tempranas horas.

– Seguramente es Weaver que apenas se dio cuenta de que no estoy y ha olvidado que tengo que inscribirme a la Universidad.

– Una gran posibilidad –asintió–. O puede que se trate de Lonnie.

– No, parece que por fin ha entendido que no regresaré con ella.

– Sigo sin entender por qué anduviste con ella.

– No lo sé, fue divertido darme cuenta de que me molestaba porque le gustaba –se encogió de hombros y miró distraída por la ventana.

Ambas guardaron silencio, mientras Catra veía los edificios y el movimiento de la gente, habían dejado atrás el tramo boscoso de la periferia de Bright Moon y ahora entraban a la urbe. No le fue difícil reconocer el edificio de la universidad, sobre todo porque lo que más destacaba era la estatua de la difunta fundadora.

Acercándose a las instalaciones, un guardia les preguntó el motivo de su visita, Catra le mostró sus papeles de inscripción y mirándolas a ambas con recelo, releyendo los documentos de la chica, los regresó y les permitió pasar.

– ¿Siempre son así de quisquillosos?

– ¡Oh, sí! –volvió a reírse–. Te acostumbras… ¡Cierto! Procura no perder tu credencial, ya he perdido bastante dinero en reposiciones.

– Maldición –espetó, sabiendo perfectamente lo descuidada que era.

Cuando estacionó el vehículo, ambas bajaron de él y se encaminaron a las oficinas. Scorpia acompañaba a su amiga porque ella sabía exactamente cómo hacer los trámites y a dónde dirigirse; además, la mayor esperaba encontrarse con algunas amistades que ya había formado en sus dos años cursados.

Mientras iban caminando por las áreas verdes, Catra recordó el mensaje que había llegado a su celular, lo sacó de su bolsillo y lo desbloqueó. Abrió los ojos de la sorpresa.

GodisShera: Buenos días, tardes o noches, lo que sea allá contigo, AngryCat.

Catra guardó su celular ante la mirada curiosa de su amiga.

–¿Shadow Weaver?

– No…

– ¡Lonnie! Te lo dije, sabía que te iba a volver a buscar…

– Tampoco es ella.

Scorpia puso cara de estar pensando y al no encontrar otra posible respuesta, se encogió de hombros.

– Sólo vamos a terminar con esto –le dijo la castaña enseñándole su sobre amarillo.

De repente su celular volvió a vibrar, supuso que ahora sería su tutora, así que poco le importó. Se acercaron al edificio que correspondía y, a pesar del tumulto de personas, el trámite fue lo bastante rápido como para que salieran en menos de una hora. Y cuando iban de regreso al vehículo, nuevamente, su celular vibró. Mientras escuchaba a Scorpia hablar sobre el equipo de futbol americano al que pertenecía, volvió a ver con curiosidad y cierto escepticismo la pantalla.

GodisShera: Acá son días. Algo temprano, por cierto.

GodisShera: ¿Cómo te encuentras?

Alzó una ceja, no notó cuando Scorpia detuvo su relato y se acercó a ella, pues se había detenido unos pasos atrás.

– ¿Pasa algo, Gata Salvaje?

Guardó su celular y vio la genuina preocupación en el rostro de su amiga.

– ¿Sabes quién es Shera?

– Es una antigua leyenda de Etheria, pero sinceramente no me la sé, se la preguntaré a Perfuma cuando tenga tiempo, ¿por qué?

– Curiosidad –se encogió de hombros–. Regresemos a casa.

– Espera, quiero llevarte a comer a un lado –agregó con una enorme sonrisa y continuaron caminando.

De nuevo en el carro, con música a bajo volumen que Scorpia iba cantando con una increíble, suave y entonada voz, Catra decidió volver a mirar sus mensajes. No es como si nunca hubiera tenido amigos virtuales, pero eso era cosa de la secundaria, ¿no? Quizá la prepa… Sin embargo, como todos –con la increíble excepción de Scorpia–, se alejaría de ella. Se encogió de hombros y respondió.

Angrycat: Aquí también son días, aunque ya dejó de ser temprano.

Angrycat: Buscándome.

Sonrió ante su mal chiste y estuvo a punto de guardar su celular cuando sorpresivamente recibió un mensaje y en seguida otro.

GodisShera: Entonces nuestros husos horarios deben coincidir, entre todo el mundo, estamos sobre una misma línea.

GodisShera: …

GodisShera: ¡Ah, ya entendí! Que mal sentido del humor tienes, algo malo debías tener. Ya me parecía demasiado que te gustaran los videojuegos y luego lo de la música, eso sí fue una sorpresa.

Catra alzó una ceja ante aquellas respuestas, para empezar, ¿quién diablos piensa en los husos horarios? Y segundo, su sentido del humor no era malo, sólo a veces era o demasiado simple o amargo.

Angrycat: Wow, ¿eres un nerd de la geografía?

Angrycat: Yo no tengo mal sentido del humor, es sofisticado.

Angrycat: La perfección existe, mucho gusto.

Cuando alzó la vista, vio que Scorpia se había detenido en un semáforo y que, en vez de fijar su vista en el camino, la miraba con una ceja alzada y una sonrisa sospechosa.

– Pareces divertirte.

– ¡Claro que no! –bufó, su celular volvió a vibrar, lo que hizo que brincara en su lugar y ante eso Scorpia rio sonoramente.

– Estás divirtiéndote –volviendo a ponerse en marcha, continuó–. Ya casi llegamos, Catra.

– Genial.

Si bien, su desayuno había sido parco, aquel lugar al que Scorpia la llevó le pareció de lo más curioso. Salía constantemente con su amiga, pero no solían ir a Bright Moon, así que aquel terreno era prácticamente nuevo, salvo por la tienda de materiales de arte a la que iba cuando lo necesitaba.

En el lugar servían comida miniatura y su amiga estuvo soltando palabras cursis sobre cada cosa que probaban o pedía. Y como era costumbre, no tuvo que pagar nada porque Scorpia se lo impidió, únicamente le dejó poner propinas. Salieron del lugar y Catra observó los rostros de los asistentes. Hasta la gente irradiaba otro tipo de aura en aquel lugar.

Subió de nuevo al asiento del copiloto. Scorpia se dejó caer en el asiento y movió el vehículo consigo. Rio y se llevó las manos a su estómago. Su amiga era de complexión robusta por los deportes y anormalmente alta, aunque pudiera ser una persona intimidante, su sonrisa desvanecía todo tipo de malicia en su bondadoso ser.

Volvió a encender la radio mientras iban de regreso a sus hogares. La de cabello blanco le iba haciendo una especie de mapa imaginario sobre las instalaciones de la universidad y le dio una guía desordenada de cómo debía llegar a su facultad. Y al final, como había sido en este último año, hablaba de Perfuma, una chica que había conocido y que iba en la facultad de psicología. Algún día, Scorpia se daría cuenta de lo que aquello conllevaba, así que Catra sólo escuchaba en silencio y con una lánguida sonrisa en su rostro.

La castaña regresó en la tarde a su casa, su peliblanca amiga no se fue hasta que la vio entrar a su hogar. Con un suspiro de por medio, cerró la puerta, para levantar el rostro y ver a su tutora bajando las escaleras.

– Hola, Catra, ¿cómo te fue hoy?

La chica sabía que aquel saludo y la preguntan eran normativas, por lo nunca tenían la necesidad de verse una a la otra. Sin embargo, Catra la observó dirigirse a la sala para tomar un bolso que estaba en el sillón. Sus heterocromáticos ojos se encontraron con aquellos fríos esmeraldas. Era consciente que debía moverse de donde estaba y no estorbar en la puerta.

– Regreso en la noche.

Sin ningún otro gesto de por medio, la mujer salió del lugar. Catra únicamente escuchó el suave rumor de un motor que en cuestión de segundos se alejó. Y no, no era el auto de Scorpia.

Subió a su habitación dispuesta a completar un cuadro que había dejado a medias y que no había podido terminar desde hacía días. Puso música a bajo volumen porque sabía que así trabajaba mejor. Sin embargo, después de mucho rato de vagar en una nebulosa mental, las ideas no llegaron con claridad a su cabeza y optó por dejarlo para otro momento.

La noche la sorprendió y al ver que el sueño no acudía a ella, decidió ver una película en su computadora. Después de un rato, escuchó la puerta de la casa abrirse. Cerró su laptop rápidamente, apagó las luces de su habitación y se acostó en la cama cubriéndose completamente con las cobijas. Incluso así, fue capaz de escuchar los pasos de su tutora, retumbaban en su cabeza, pero algo era diferente: estaba arrastrando los pies.

Siempre lograba sentirlo, cuando ella se detenía frente a su habitación y la observaba desde el pasillo. La castaña se giró suavemente para darle la espalda y fingió dormir. Sabía que ella entraría y fue consciente de ello cuando su tutora tomó un mechón de su cabello. No dijo nada, no soltó palabras venenosas como solía hacerlo, sólo se retiró, cerró la puerta y se fue directo a su cuarto.

Aquellas noches eran en las que Catra no sabía cómo reaccionar. Todo era más fácil cuando le escupía palabras hirientes, a veces solo se enfurecía, lloraba del coraje, se recuperaba o se cansaba y del cansancio dormía. Pero en ocasiones como esa… sólo empeoraba su insomnio.

Cuando escuchó los pasos alejarse y la puerta del otro dormitorio cerrarse, pudo tranquilizarse momentáneamente. Algún día se largaría de aquella casa, mientras tanto debía buscar la forma de conciliar el sueño. Mirando su celular, se dio cuenta de que no le había contestado a aquella persona desconocida y que, sorpresivamente, le había mandado un mensaje más horas después.

GodisShera: ¡No!

GodisShera: Quizá… sólo me gustan los mapas y las cosas a escala.

GodisShera: A eso no le puedes llamar sofisticado.

GodisShera: Y si la perfección existe, es gracias a los gimnasios.

GodisShera: ¿Te comió la lengua el ratón, Kitty?

Pasaban de las 2 am, probablemente no los leería, sino hasta al día siguiente y para no molestar, contestó en un solo mensaje

Angrycat: Eres un nerd, pero no es malo, es agradable… aunque con lo de los gimnasios has perdido puntos.

Se sorprendió cuando en cuestión de segundos le respondió.

GodisShera: ¿Tenemos puntos? Pues tú los has perdido todos desde el "buscándome"

Catra rio suavemente debajo de sus cobijas, únicamente iluminada por la luz de su celular.

Angrycat: Mi huso horario me dice que son las 2 y cacho, ¿no es muy tarde para ti?

GodisShera: Quizá, pero hay días como hoy que no puedo dormir, así que me distraigo.

Angrycat: ¿Sufres insomnio?

GodisShera: No necesariamente. ¿Tú que haces en pie?

Angrycat: Sufro insomnio.

GodisShera: A las 3am es la hora de las brujas, cuídate.

Angrycat: Con que te entretienes, ¿con EtheriaMaps?

GodisShera: Cuán sofisticado. Leo sobre las estrellas.

Angrycat: Wow, un día deberías invitarme, yo sólo puedo leer aquí en Etheria.

GodisShera: Leo información sobre las estrellas :E

Catra volvió a reírse, ¿quién ocupaba caras con caracteres existiendo los stickers?

GodisShera: ¿Podría saber cómo te llamas, sofisticado ser?

Angrycat: Catra y sí, soy mujer. ¿Y tú?

GodisShera: Adora y también soy mujer :D

Esa noche, en vez de sólo sufrir el insomnio, pasó el rato hablando con aquella desconocida, hasta que, del otro lado –supuso– Adora se quedó dormida. Y extrañamente, ella pudo descansar.

N/A: ¡Hola!

Este es el primer capítulo oficial de esta historia. De las actualizaciones tengo un par de capítulos más para no dejarlos sin nada, claro, si es que les gusta :v sino pues ni modo xD Iré repartiéndolos conforme vaya avanzando en esta historia porque soy un desastre con esto…

Un agradecimiento a Haru y a mblaqplus02 que comentaron esta humilde historia :3 y a todos los que la han puesto en seguir y favoritos, este capítulo va por ustedes mis queridos lectores ;-;

No tengo mucho que agregar porque va empezando la historia… pero espero les haya gustado. Pronto habrá sorpresas :3

¡Hasta la próxima!